lunes, 30 de junio de 2008

PERDER LA IMPORTANCIA ( * )


La cultura occidental se sustenta en el sofisma de que “el hombre” es superior a todos los seres vivos que le rodean. Por la sencilla razón de que fue creado por Dios a su imagen y semejanza. Además, que le “ha entregado el mundo” para transformarlo, dominarlo y explotarlo. Por esta razón, la soberbia y la actitud depredadora de la cultura occidental.

Por el contrario, para la Civilización del Anáhuac, el mundo fue creado por un sacrificio de los dioses. En efecto, en Teotihuacan se sacrificaron Nanahuatzín y Tecuzistecatl para crear al Sol y a la Luna. Quetzalcóatl bajo al Inframundo por los huesos de los seres humanos del Quinto Sol y en sacrificio, sangró su pene para darle vida a los huesos. Por ello, los seres humanos serán llamados “masehuales”, que en lengua náhuatl significa “merecidos” del sacrificio de los dioses. Los masehuales tienen el deber de amar y proteger a su madre la Tierra (Tonatzín) y coadyuvar para mantener el equilibrio del universo.

Don Juan le enseña a Castaneda que sí quiere seguir en el “camino del conocimiento”, tendrá que cambiar su actitud arrogante y tratar con amor y humildad el mundo que le rodea, en especial a las “plantas de poder”.

“-Te tomas demasiado en serio -dijo, despacio-. Te das demasiada importancia. ¡Eso hay que cam­biarlo!. Te sientes de lo más importante, y eso te da pretexto para molestarte con todo. Eres tan impor­tante que puedes marcharte así nomás si las cosas no salen a tu modo. Sin duda piensas que con eso demuestras tener carácter. ¡Eres débil y arrogante!...-El mundo que nos rodea es un misterio -dijo-. Y los hombres no son mejores que ninguna otra cosa.”C.C. Viaje a Ixtlán.


Tomado del libro PARA LEER A CARLOS CASTANEDA.

domingo, 29 de junio de 2008

HUHUETLAHTOLLI...la antigua palabra de los toltecas


La grandeza de nuestros Viejos Abuelos estuvo sustentada en dos ejes fundamentales y cuatro columnas estructurales, que le dieron a nuestra civilización madre, la fortaleza para sobrevivir hasta nuestros días a pesar del intento de su destrucción.


Los dos ejes fueron su filosofía y sus principios éticos y morales. Sus cuatro columnas fueron el sistema alimentario, el sistema de salud, el sistema educativo y la organización social y el régimen jurídico, que en conjunto y articuladamente unas con otras, permitieron desde la invención de la agricultura en el año 6 mil a.C. mantener un decantado proceso de desarrollo humano, que culminó con aproximadamente mil años de esplendor, desde el año 200 a.C. hasta la mitad del siglo octavo de la era cristiana.


Lo que se conoce como el colapso del período Clásico Superior, pondrá misteriosamente fin a la sabiduría de los hombres y mujeres de conocimiento que dirigieron a los pueblos del Anáhuac.


Del año 850 d.C. aproximadamente a la llegada de los invasores europeos, la decadencia y degradación, por la ausencia de su venerables maestros, llevó a los pueblos del Cem Anáhuac a la creación de señoríos, guerras, sacrificios humanos. Esta degradación llegó a su punto culminante con el surgimiento del poderío Azteca, quien con su ideólogo Tlacaelel, trasgredió las antiguas enseñanzas toltecas que exaltaban las fuerzas espirituales del ser humano y las cambió por la exaltación del culto a la materia, la guerra y los sacrificios humanos a favor de su Dios tutelar Huitzlipochtli.


Fue en este período que comprendieron básicamente los últimos cien años antes de la llegada de los españoles, cuando los aztecas destruyeron los códices más importantes donde se guardaba la sabiduría de los milenarios Toltecas y rehicieron la historia, donde los Aztecas aparecerán como el pueblo elegido, minimizando a los toltecas y Quetzalcóatl.


Poco después llegaron los salvajes europeos y destruyeron lo que los aztecas habían construido de las bases del pensamiento Tolteca. Los españoles para colonizar a nuestro pueblo se empeñaron en destruir nuestra palabra, desaparecer nuestras lenguas y dejarnos mudos; borrar nuestra memoria histórica y dejarnos amnésicos, como extranjeros ignorantes en nuestra propia tierra y con nuestra propia raíz; quitarnos nuestros conocimientos y tecnologías ancestrales, dejándonos estúpidos e impotentes de crear y recrear el mundo en donde vivimos; nos quitaron nuestros espacios y no sólo los físicos como las mejores tierras, sino nos quitaron los espacios sociales, espirituales y religiosos; finalmente nos quitaron nuestra religión madre e intentaron inhibir nuestro sentido místico y espiritual por la vida.


Para destruir lo que somos en estos 490 años, de una manera feroz, despiadada y sistemática, aparte de la injusta explotación humana y la criminal depredación de nuestros recursos naturales, los que han detentado el poder, desde Hernán Cortés hasta el último de los presidentes, han tratado de destruir, desalentar, corromper las cuatro columnas que nos sostienen como civilización. Las medidas criminales y totalmente absurdas en el campo y la alimentación, la salud, la educación, el menosprecio por los sistemas tradicionales de organización comunitaria, desde el calpulli hasta el sistema de cargos, así como los sistemas internos de impartición de justicia, no sólo han sido despreciadas por los colonizadores, sino que han sido perseguidos y desvalorizados socialmente, pues en un país colonizado se entiende que, “lo que no es Occidental es primitivo”, digno de “modernizar”.


Sin embargo, pese a los más de mil cien años que nos separan del esplendor de los Viejos Abuelos y la cadena de desgracias que le han acontecido hasta nuestros días, la sabiduría luminosa permanece en el ángulo marginal de nuestra visión del mundo, en el inconsciente, en el banco genético, en la sabiduría popular y siguen siendo mágicamente, la estructura donde descansa lo que en vedad somos los mexicanos.


De estas destrucciones han podido sobrevivir algunos textos que se escribieron después de la conquista, ya sea en náhuatl, español antiguo o latín, pues humanistas como Andrés de Olmos, Bernardino de Sahún, Bartolomé de las Casas, Vasco de Quiroga y Alfonso de Zurita en la antigüedad, y en nuestros tiempos como Ángel María Garibay, Miguel León Portilla, Laurrete Séjurenett, Alfredo López Austín y Rubén Bonifaz Nuño, por citar a algunos, han contribuido a que “los testimonios de la antigua palabra” se preserven esperando el momento luminoso en que los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos, deseen dejar de ser “extraños advenedizos de sí mismos” y reciban el potencial de sabiduría de nuestros nobles antepasados, para que en el siglo XXI construyamos una sociedad justa y humana para los hijos de nuestros hijos.


Para ello, debemos entre otras cosas, recuperar la antigua sabiduría, los principios éticos y morales que guiaron a nuestros antepasados a lo largo de milenios enteros en busca de la Luz. El futuro de los mexicanos es su pasado. Cómo un día lo hicieron los europeos que estaban empantanados en la oscuridad de la edad media y para salir, voltearon en busca de su pasado y buscaron en la cultura grecolatina la sabiduría para salir del fanatismo y oscurantismo medieval. De la misma manera nosotros debemos recurrir a la sabiduría del México Antiguo y con sus valores y principios, reorientar el camino perdido mucho antes de la llegada de los europeos. Debemos fundir con equilibrio e inteligencia, la sabiduría y la grandeza humana que nos dan las dos civilizaciones de las cuales provenimos, negar o menospreciar cualquiera de las dos, es negarnos y menospreciarnos a nosotros mismos y condenarnos a quedar eternamente sin “un rostro propio y un corazón verdadero”, vagando inconscientes en “ el laberinto de la soledad”.

Es por ello que ahora “transcribimos” a nuestra manera algunos huhuetlahtolli que han sobrevivido a la destrucción, para dárselos a nuestros hijos y renazca en ellos los valores y principios de los sabios toltecas del México Antiguo.

“acérquense, hijos míos, escuchen, pues son mis hijos, y su madre y su padre soy yo, que por unos días, por breve tiempo estoy en este mundo para guiarlos y conducirlos por el camino de la virtud y la templanza espiritual que lleva al lugar de la gloria de aquél que nos creó.”

“Hijo mío, mi collar, mi pluma preciosa, has venido a la vida, has nacido, has venido a salir a la tierra, en la tierra del Señor Nuestro. Te forjó, te dio forma, te hizo nacer Aquél por quien se vive, Dios. Hemos visto por ti tus madres, tus padres; y tus tías, tus tíos, tus parientes, han visto por ti, han llorado, han sufrido por ti en tanto venías, en tanto nacías sobre esta tu Tierra.”

“Ahora mi niñita, tortolita, mujercita, tienes vida, has nacido, has caído de mi seno, de mi pecho. Porque te ha forjado, porque te ha moldeado, te hizo, te formó menudita tu padre, tu señor. Ojalá no andes sufriendo en la tierra. ¿Cómo vivirás al lado de la gente, junto a las personas? Porque en lugares peligrosos, porque en lugares espantosos, con gran dificultad se vive. Así hay esperanza en la tierra. Porque se acaban los rostros de la gente y todo lo humano termina. Así, un poquito conceden a las personas, las hacen merecer su fama, su honra, su color, su tibieza, su dulzura, su sabrosura, el Señor Nuestro.
Y, tú, no te abandones, no seas desperdiciada, no te quedes atrás, tu que eres mi collar, mi pluma de quetzal; no se dañe tu rostro, tu corazón, no se dañe tu imagen..”
“Mi sangre, mi color, hijo mío, te he forjado, te he dado forma. Ya frente a ti, sobre ti observo, cuido de ti; ojalá no seas sólo metal precioso, ya que así has sido forjado, porque aún vienes con los ojos lagañosos y ya vendrás a descubrir tu rostro. Quizás sólo eres un pajarito, ya te cubrirás de plumas, ya te saldrán alas. No seas irrespetuoso con la gente, no andes revoloteando sobre la gente. Sólo con tranquilidad volarás cerca, al lado de la Ceiba, del sabino, no sea por descuido que en algún lugar lo dañes, porque de ese modo lo lastimarás y ya vendrás a verlo, gracias a ellos tendrás sosiego.”


Tomado de (Huhehutelahtolli testimonio de la antigua palabra, de Miguel León-Portilla y Librado Silva Galeana. SEP/FCE. México 1991)


viernes, 27 de junio de 2008

CITA CON EL CONOCIMIENTO ( * )


Don Juan establece que, lo que cuenta en los aprendices, es que sean impecables, aunque reconoce que la disciplina y la sensibilidad ayudan mucho.

La confianza de un guerrero no es la misma que la del hombre común. El hombre común al andar "prendido" del mundo y "enganchado" a sus semejantes, busca la certeza en los ojos de quien lo mira actuar y cree que eso, es la confianza en sí mismo. El guerrero en cambio, que es un ser humano disciplinado y tiene un objetivo muy claro, busca la impecabilidad en sus propios actos y sentimientos, y a eso le llama humildad, mientras el hombre común está enganchado a la gente y "manosea" al mundo; el guerrero sólo depende de sí mismo. La confianza implica conocer las cosas con certeza total; la humildad implica ser impecable en los propios actos, pensamientos y sentimientos, porque todo lo que somos y hacemos depende de nuestro poder personal.

Don Juan le dice a Castaneda que los seres humanos somos un sentimiento, un darse cuenta, un tener conciencia, contenido en el cuerpo. En este libro Castaneda habla de ENSOÑAR, y para tratar de explicarlo haremos un paréntesis. Dentro de las extrañas prácticas que Don Juan le enseña a Castaneda está la de controlar y dirigir sus sueños. Para llegar a esto se requiere tener cierto dominio sobre el mundo cotidiano; el camino del guerrero permite -a base de una escrupulosa disciplina para romper las rutinas de la vida, el no hacer y la marcha de poder- lograr obtener ese dominio. La técnica consiste en tratar de soñar en un tema preestablecido; cuando se logra, durante el sueño hay que buscar las manos y soñar que se alzan al nivel de los ojos. Esto es no sólo lograr el dominio de lo que se sueña, sino también intervenir voluntariamente en lo soñado.

Los antiguos toltecas después de su primer fracaso, al hacer el recuento de sus prácticas, pudieron observar que el efecto que sufría su energía cuando soñaban era muy parecido, aunque de menor magnitud, al que experimentaban cuando ingerían plantas de poder. A este efecto lo llamaron "mover el punto de encaje". Así pues, un guerrero, a base de un gran esfuerzo implícito en el cambio de conductas en el mundo cotidiano, lograba convertir el sueño común y corriente en “ENSUEÑO”; el objetivo era lograr un cambio en la "frecuencia" de su energía, pero sin los altos costos ni riesgos que representaba la ingestión de plantas de poder.


Don Juan dice que todos los seres humanos, aunque no las desarrollen, tienen dos tendencias naturales: o son acechadores o son ensoñadores, dependiendo de su configuración energética o de su temperamento.
Los antiguos toltecas, al desarrollar estas tendencias dentro de la Toltequidad, hablan de los guerreros jaguares (acechadores) y los guerreros águilas (ensoñadores).

Don Juan le enseña muchas técnicas, casi todas tienen el objetivo de cambiar las ideas que tenemos del mundo y de nosotros mismos, con lo cual se ahorra energía; en este esfuerzo se debe ir poco a poco, con mucha disciplina, pero sin tensiones ni obsesiones, sin miedo a perder y sin la ambición de ganar.

Un guerrero, según Don Juan, toma su destino, sea el que fuere, con la máxima humildad. No como base para quejarse, sino como base para librar sus batallas y aceptar sus desafíos. La humildad del guerrero no es como la humildad del pordiosero. El guerrero no se tiende a los pies de nadie, pero de la misma forma no permite que nadie se tienda a sus pies. El pordiosero al menor pretexto se tiende a los pies de quien cree es superior a él, pero al mismo tiempo exige que otros, que él cree que son inferiores, se tiren a sus pies. La humildad del guerrero depende de su impecabilidad, que es ya no estar enganchado a sus semejantes.

Don Juan y Don Genaro, a través de una polilla y en medio del desierto, abren un mundo inconcebible para la mente asechada de Castaneda. Las enseñanzas de su maestro y su benefactor, triturarán literalmente la razón del aprendiz.

“‑¿Por qué me hizo usted tomar tantas veces esas plantas de poder? ‑pregunté.
Rió y musitó, en voz muy suave:
‑Porque eres un idiota…
‑Lo que importa es que un guerrero sea impeca­ble…
‑Voy a decirte algo que a lo mejor es la mayor sabiduría a la que uno puede dar voz ‑dijo‑. A ver qué haces can ella.
"¿Sabes que en este mismo instante estás rodeado por la eternidad? ¿Y sabes que puedes usar esa eterni­dad, si así lo deseas?"…
‑Antes no tenías este conocimiento ‑dijo, son­riendo‑. Ahora es tuyo. Te lo he dado, y sin embar­go no importa nada, porque no tienes suficiente po­der personal para utilizar mi revelación. Pero si lo tuvieras, sólo mis palabras serían el medio para que acorralaras toda tu totalidad, y sacaras la par­te que manda, de estos límites que la contienen.
Vino a mi lado y me tocó el pecho con los dedos; fue un golpe muy ligero.
‑Estos son los límites de los que hablo ‑dije Uno puede salir de ellos. Somos un sentimiento, un darse cuenta encajonado aquí…
‑Somos seres luminosos -dijo, meneando rítmica­mente la cabeza‑. Y para un ser luminoso lo único que importa es el poder personal…
Para lograr éxito en cualquier empresa se debe ir muy despacio, con mucho esfuerzo pero sin tensión ni obsesiones…
Un guerrero toma su suerte, sea la que sea, y la acepta con la máxima humildad. Se acepta con humildad así como es, no como base para lamentarse, sino como base para su lucha y su desafío…
Yo sólo conozco la humildad del guerrero, y eso jamás me permitirá ser el amo de nadie."…
‑Todos nuestros prójimos son los brujos malignos. Y como andas revuelto con ellos, también tú eres un brujo maligno. Piensa un momento. ¿Puedes desviarte de la senda que te han trazado? No. Tus ideas y tus acciones están fijadas para siempre en sus términos. Eso es esclavitud. Yo, en cambio, te traje libertad. La libertad es muy cara, pero el precio no es imposible…
Un guerrero debe tener serenidad y aplomo, y no debe perder nunca los estribos…” C.C.
Relatos de Poder.


Tomado del Libro PARA LEER A CARLOS CASTANEDA

jueves, 26 de junio de 2008

LA CORRUPCIÓN EN MÉXICO una estrategia de resistencia cultural. ( * )


INTRODUCCIÓN.

Este trabajo tiene la intención de analizar el fenómeno de la corrupción en México desde un punto de vista cultural, con apoyos en la historia y en la tesis del Dr. Guillermo Bonfil Batalla del “México profundo”. Es una primera aproximación, que intenta buscar otro tipo de respuestas, más allá de las moralistas o aquellas que ha producido el colonialismo cultural, para mantenernos en una situación de inferioridad.

La corrupción es un fenómeno universal, que en todos los tiempos y en todas las culturas se ha dado. Sin embargo, en México tiene características diferentes; por una parte es un fenómeno aparentemente general en todos los niveles de nuestra sociedad; y por otra parte, tiene connotaciones muy profundas tanto en las mentes de los ciudadanos como en las estructuras del Estado.

La corrupción en principio es un mal para la sociedad, porque destruye, debilita, desarticula, resquebraja, desintegra un Proyecto Nacional de Estado y de Sociedad. En principio, bajo ninguna posibilidad se puede aceptar la corrupción, porque “lesiona al ente social”. De acuerdo a este principio, generalmente se han hecho muchos juicios sobre la corrupción en México. Sin embargo, creemos que es necesario ir más allá de esta realidad evidente y buscar respuestas más profundas, que nos puedan dar claridad sobre un fenómeno que es constante en los últimos siglos de nuestro país, y que tal parece es el origen de todos nuestros males.

Se dice que México es un país corrupto, que casi todos los mexicanos de alguna forma estamos siendo partícipes de este problema, con el que al parecer hemos podido vivir sin aparentemente mayor conflicto. Para las sociedades no colonizadas, en especial para los países colonizadores de ayer e imperialistas de hoy, la corrupción es en apariencia, uno de los grandes “pecados” que es censurado y castigado con todo el rigor por el Estado. Este sentido de incorruptibilidad es especialmente manejado en los niveles más distantes de los centros de poder; por decirlo de otra forma, en el ciudadano común, aunque en los niveles más altos de poder, sucesivamente se dan escándalos de corrupción en lo político y en lo económico, que sacuden a estas sociedades “puritanas”. En efecto la corrupción menor es intolerada y ferozmente combatida, el “deber ser” de la sociedad y del Estado se han estructurado en un paradigma “moral” en el que se sostienen las estructuras de poder. Por ello cuando se trata de corromper en estos países a las autoridades, instituciones y leyes “menores”, la respuesta de las fuerzas de poder es implacable. Ya que la corrupción a estos niveles sí se permitiera, a mediano plazo afectaría los grandes centros de poder. De esta manera el Estado debe proteger a las estructuras de la corrupción; las leyes, las instituciones y las autoridades, deben mantenerse fuera del alcance generalizado del cáncer que representa la corrupción, fundamentalmente en sus niveles medios y bajos; aunque de alguna manera, el gran poder, por sí mismo, es un acto de corrupción; el poder por naturaleza corrompe. Así pues, en un país colonizador, que por siglos se ha enriquecido corruptamente de la explotación y saqueo de otros pueblos, resulta un acto suicida tratar de corromper a un policía de un crucero o a un burócrata de ventanilla.

Estos juicios sobre la incorruptibilidad de las leyes, las instituciones y las autoridades, generados en los países colonizadores, los hemos importado y como casi siempre, los hemos tratado de aplicar a nuestra realidad. Los resultados son la frustración y un sentimiento creciente de inferioridad frente a las sociedades colonizadoras y sus Estados. En efecto, por la ausencia de un análisis más profundo y descolonizado del fenómeno de la corrupción, la realidad cotidiana se empecina a mantenerse aferrada a este “cáncer” que a pesar de múltiples intentos unos honestos y otros no tanto, por erradicarla de la vida nacional se mantiene vigente. De esta manera tal parecería que estamos condenados a vivir para siempre con este “mal”, que ni nos destruye ni nos permite desarrollarnos. Qué pasa entonces? Los mexicanos somos la encarnación de la corrupción en este planeta o es que la naturaleza de nuestra cultura es corrupta. Existen muchos sitios comunes para dar respuesta inmediata a estas interrogantes pero creemos que es necesario explorar otras alternativas, enfocar el problema desde otros ángulos.

Acaso podríamos presuponer, que si la corrupción ha vivido tanto tiempo entre nosotros, no es un “terrible mal” como siempre lo hemos creído. Acaso si hiciéramos a un lado el “Deber Ser” de la moral, resultara que la corrupción ha sido un elemento “malo”, que ha sido “muy bueno” para la supervivencia de nuestra civilización y nuestra identidad.

En este trabajo se pretende iniciar una reflexión descolonizada de este fenómeno, porque entendemos que la sociedad y el Estado están cambiando y no podemos crear la sociedad y el Estado del siglo XXI, sin resolver este lastre centenario que nos ha impedido desaparecer como pueblo y que al mismo tiempo no nos permite en la actualidad, avanzar con pasos firmes en la construcción de relaciones honestas y confiables, para acrecentar la democracia y la justicia en México.


( * ) Tomado del libro LA CORRUPCIÓN EN MÉXICO como una estrategia de resistencia cultural. www.toltecayotl.org

miércoles, 25 de junio de 2008

LOS GUERREROS DE LA MUERTE FLORECIDA 2/2 ( * )


INTRODUCCIÓN


Al igual que en las otras civilizaciones "madre" (la egipcia, la mesopotámica, la india, la china y la de la zona andina), los conocimientos de la cultura anahuaca han quedado preservados de dos maneras. En un reducido y selecto grupo de personas, que celosamente los transmiten de una generación a la siguiente, en espera de su renacimiento oportuno. Así, de manera secreta y a través de escuelas y filosofías herméticas, ha ido pasando esta sabiduría humana a través de los tiempos, lo mismo en Egipto, India, que en México. La segunda manera es en el subconsciente de los individuos, en su banco genético de información cultural, en el corazón del pueblo.


Lo que una civilización ha aprendido en lo más profundo de su ser, no se pierde jamás, por más embrutecido y enajenado que se mantenga a su pueblo. Olvidamos que el mundo es mágico e insondablemente misterioso, y que por consiguiente los humanos estamos hechos de magia y misterio. Es por ello que los pueblos son portadores de conocimiento ancestral.


Tras el colapso del Anáhuac, transcurrieron siglos de decadencia y trasgresión, desde 850 d.C. aproximadamente hasta 1519 d.C., con la llegada de los invasores europeos. En efecto, el pueblo que más transgredió las enseñanzas de los toltecas fueron los aztecas, últimos emigrados del Norte, de naturaleza bárbara y belicosa, que desconocían la exquisita lengua náhuatl. Los aztecas fundaron Tenochtitlán en 1325 y su momento de verdadera gloria, no duró más de cien años. Dicho pueblo contravino los principios espirituales asociados a Quetzalcóatl, transmutándolos por groseros y bizarros conceptos materialistas, respecto a los cuales su Dios tribal, Huitzilopochtli, inspiró el culto a la guerra, los sacrificios humanos, el comercio ambicioso y el sojuzgamiento de otros pueblos.


Fueron tiempos difíciles para los portadores de la cultura tolteca, que se refujiaron en sitios sagrados donde los bárbaros no se atrevían a perturbarla. Sin embargo, a la llegada de los europeos, los centros de conocimiento tuvieron que "desaparecer" del mundo inmediato, primero ante la feroz amenaza del conquistador y más adelante por la ignorante y depredadora acción del colonizador, que desde 1521 trata de borrar cualquier huella de la civilización invadida.


Desde 1521 la sabiduría que sustentó a la civilización del Anáhuac ha vivido de manera "clandestina" y subterránea. Pero definitivamente no se ha extinguido la luz del conocimiento que un día inspiró la edificación de Monte Alban, Teotihuacan o Palenque. Esta sabiduría es la luz que enseña a los seres humanos su verdadero lugar y su misión en el universo, es nuestro mayor patrimonio cultural, y el que ha de garantizar nuestra supervivencia ante los avatares y asechanzas del futuro.


Así, a lo largo de estos casi cinco siglos de invasión y colonización, si los mexicanos hemos podido sobrevivir a nuestra muerte histórica, ha sido gracias a la sabiduría ancestral. En el plano material de la vida, sin los conocimientos sobre la agricultura, alimentación y salud, literalmente habríamos desaparecido dentro de los primeros trescientos años de colonización; y si en los dos últimos siglos no hemos desaparecido culturalmente, ha sido gracias a la solidez y fortaleza de las culturas del Anáhuac, que en su vértice superior apuntan hacia la suprema espiritualidad.


Ha sido gracias al patrimonio cultural de tan portentosa sabiduría que se pudieron mantener vivos los cuerpos de sus hijos y, sobre todo, pudo mantenerse encendido el potencial espiritual de nuestra civilización, a pesar de la severa embestida de la "modernidad occidental".
Los mexicanos heredamos conocimientos, principios y valores que nos han permitido sobreponernos a los más increíbles desastres físicos y sociales, a las mayores injusticias y a la más pavorosa explotación, porque somos poseedores de un conocimiento que vive en nuestra sangre y fluye por nuestro corazón pero que, sobretodo, está depositado en lo más profundo de nuestro Espíritu.


Estamos iniciando el tercer milenio de la cultura judeocristiana y entrando al noveno milenio de nuestra propia civilización. Son tiempos difíciles en que las fuerzas más perversas y oscuras se han apoderado de gran parte del planeta y de casi todos los corazones y mentes de los seres humanos. La especie humana está en peligro y el mismo planeta, como ser vivo, también está en peligro de extinción.


Los seres humanos debemos recurrir a nuestro mayor potencial para enfrentar las grandes crisis. El potencial para hacerlo se encuentra depositado en la sabiduría de nuestra “Civilización Madre”, que entraña la fuerza de vida. Los conocimientos ancestrales son los que pueden garantizar el futuro. Ellos nos enseñan acerca de nuestro potencial espiritual y luminoso, de nuestra capacidad disciplinaria, de nuestra confianza en nosotros mismos y de nuestra templanza física y moral, así como de la relación armoniosa que guardamos con el universo.


El presente trabajo pretende ser una reflexión que nos permita sobrevivir en estos tiempos de oscuridad y materialismo suicida, en el que la mayoría de las instituciones políticas, sociales, religiosas y educativas naufragan en un pantano de corrupción y enajenación. La reflexión intenta servir de estímulo para retomar los sabios conocimientos del espíritu humano más elevado, y aplicarlos en nuestro grotesco mundo de globalización, neoliberalismo y "modernidad", como un reto a favor de la vida y un desafío personal. Pretende, con la sabiduría tolteca, enfrentar el individualismo, la violencia, el consumismo, el racismo y el embrutecimiento, que le cierran las puertas y oportunidades a los seres dotados de un espíritu sensible y conciencia despierta, que no se resignan a sucumbir en el amenazado futuro que les depara el actual sistema.


El presente trabajo no pretende ser un "recetario de cocina", por el contrario, intenta alentar al lector a construirse una alternativa de vida que manifieste su propio sentir y pensar, a partir de su propio legado cultural más ancestral, que no de los modelos ajenos, totalmente inadecuados para nosotros. Pretende alentar, a partir de la creatividad y la inteligencia, la construcción de su propio modelo de vida, inspirado en los principios filosóficos de los sabios toltecas del México antiguo, de cara a los desafíos del siglo XXI.


El modelo que aquí tomamos es, pues, el del Guerrero y la Guerrera de la Batalla Florida. Sus bases filosóficas se originan en el pasado, pero sus aplicaciones prácticas deberán anclarse en el presente, a fin de proyectar su propio futuro.


La idea es que cada persona que busca el conocimiento y la transformación profunda, construya una nueva forma de vida, diseñe su personal modelo de “guerrero o guerrera de la muerte florecida”. Estos ya no son tiempos de "maestros o gurús", ahora es el tiempo del trabajo íntimo y personal. La senda del Guerrero es un camino “hacia adentro” que se transita en la soledad reconfortante del Espíritu.


Somos hijos de la Toltecáyotl y la sabiduría se expresará por sí misma en cada persona que la intente convocar. El conocimiento siempre ha estado ahí en nuestro “banco genético de información cultural”, esperando pacientemente que lo utilicemos los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos.


( * ) Tomado del libro LOS GUERREROS DE LA MUERTE FLORECIDA

martes, 24 de junio de 2008

LOS GUERREROS DE LA MUERTE FLORECIDA. 1/2 ( * )


INTRODUCCIÓN


Cómo enfrentar un mundo cada vez más hostil y deshumanizado. Cómo sobrevivir entre una masa informe de gente embrutecida que sólo piensa en el dinero, el consumir, el grotesco placer y la diversión degradante. Qué hacer cuando las instituciones sociales más importantes se encuentran dirigidas por personas corruptas, simuladoras y cínicas quienes, a través del engaño y la mentira, hunden cotidianamente estas instituciones, que en su lugar deberían brindar dirección, apoyo y confianza a los ciudadanos. Qué hacer cuando los medios de comunicación masiva enajenan y embrutecen al pueblo sistemáticamente, y el sistema educativo engaña y coloniza a los estudiantes, dejándolos en la desolada ignorancia, totalmente deshumanizados, carentes de principios y valores éticos; únicamente despertándoles la ambición del lucro, la competitividad y el consumismo.


Qué hacer cuando vemos que todo se derrumba alrededor y aparentemente nada se puede hacer. Qué hacer cuando percibimos que estamos solos y el sistema se yergue contra nuestras más elevadas aspiraciones. Qué hacer cuando no nos resignamos a morir enajenados y embrutecidos, o cuando nos sentimos solos. Cómo sobrevivir en el caos.


La respuesta es buscar en el pasado los principios y valores que un día llevaron a nuestros “Viejos Abuelos”[1] a construir una de las civilizaciones más importantes del mundo. Ante este caos depredador, el futuro está en nuestro pasado.


El desafío es investigar nuestra verdadera historia, haciendo a un lado la "versión oficial", escrita por los vencedores, y encontrar los luminosos y eternos valores del México antiguo, para con ellos edificar el presente y diseñar nuestro propio futuro.


Los mexicanos constituimos un pueblo que desciende de una de las seis civilizaciones más antiguas, con origen autónomo del planeta, que en su apogeo llegó[2] a tener más de mil años de esplendor, aportando a la humanidad conocimientos que hoy son parte de los fundamentos de la cultura universal.


Dichos conocimientos van desde el desarrollo de la agricultura (6000 a.C.), la invención del maíz, la milpa y la chinampa, hasta el planteamiento del cero matemático, el conteo exacto del tiempo y el asombroso registro del movimiento de planetas y estrellas, entre muchos otros. Tal sabiduría humana, lograda a lo largo de siete mil quinientos años de desarrollo endógeno, permitió a aquellos seres humanos no sólo satisfacer eficientemente sus necesidades básicas, sino asimismo elevar su potencial humano a niveles que hoy no podemos entender, especialmente en el campo de la espiritualidad y la trascendencia.


En el periodo llamado Clásico (200 a.C. a 850 d.C) los hombres y mujeres de conocimiento alcanzaron la cima de su sabiduría y pináculo de su desarrollo cultural, después de lo cual desaparecieron misteriosamente, legándonos un patrimonio que "duerme" en nuestro banco genético y subyace en las sincréticas formas de la cultura popular. Pero especialmente, reside agazapado en el corazón de cada mexicano. Tal acervo de sapiencia adormecida en nuestros corazones viene esperando el momento de despertar. De vez en cuando, a manera de chispazo, ilumina nuestra penumbra, como en el trágico sismo del 19 de Septiembre de 1985 en la Ciudad de México, en que el “banco genético de información cultural”[3] se activó y la organización ciudadana logró rescatar a cientos de damnificados, ante el colapso de las autoridades.


Los mexicanos aún no tomamos plena conciencia del verdadero patrimonio cultural heredado de los "Viejos Abuelos". Los monumentales y asombrosos vestigios, apreciados en las zonas arqueológicas, las excelsas piezas que hoy lucen en museos nacionales y extranjeros, no son más que el reflejo material de la grandeza espiritual de nuestros antepasados.


Lamentablemente, desde la llegada de los conquistadores nunca se valoró en su justa dimensión la sabiduría y el conocimiento de los vencidos. Occidente sólo ha tenido ojos para el mundo "material", que paradójicamente es el menos importante de la civilización del Anáhuac[4]. Con todo, la verdadera riqueza yace en la sabiduría que construyeron a lo largo de miles de años los hombres y mujeres del Cen Anáhuac[5].


Los conquistadores y colonizadores de ayer y de hoy, carecen de ojos y corazón para aquilatar la auténtica riqueza de la civilización negada. Mas, al igual que en China o la India, en lo que hoy es México, se edificó a lo largo de los siglos una sabiduría que le ha permitido sobrevivir a pesar de estar condenado a la desaparición. Lo asombroso es que, a pesar de los quinientos años de salvaje colonización, este milenario conocimiento ha resistido, camuflándose inteligentemente, mediante un sincretismo mágico, para “integrarse” a la cultura dominante, garantizando así su supervivencia.


La herencia más valiosa que cualquier civilización pueda aportar a sus miembros reside en el conocimiento material que garantice su supervivencia y el conocimiento trascendental que los torne conscientes de sí mismos. Los mexicanos actuales contamos una pléyade de conocimientos, alimentos, tradiciones y objetos como el maíz, el amaranto, el adobe, las tortillas, las salsas, los atoles, los tamales, las cerámicas, los textiles, el pulque, los chapulines, las bebidas derivadas del cacao y del maíz, la milpa, la chinampa, los petates, los mecates, la herbolaria, el tequio, la gozona, la fajina, el sistema de cargos, el compadrazgo… que constituyen la indisoluble trama de nuestra realidad.


Sin embargo, no tomamos en cuenta otro elemento, todavía más importante en nuestro patrimonio, el espiritual o "intangible" que, paradójicamente, representa el aspecto más sólido de cualquier cultura. Si la punta del iceberg es la edificación material, la parte sumergida, infinitamente más grande, representa indiscutiblemente el aspecto espiritual que la organiza y preserva.


En efecto, la civilización del Anáhuac ha producido y preservado celosamente milenarios conocimientos sobre la vida, el ser humano y el universo, que son su verdadero fruto, su mayor riqueza, su razón de ser. Estos conocimientos se generaron entre el segundo siglo a.C. y la mitad del octavo d.C., tras lo cual inexplicablemente la civilización del Anáhuac se vino abajo en una sola generación. Los habitantes de lo que hoy se conoce como las "zonas arqueológicas", -que eran centros de investigación y sistematización del conocimiento-, primero derruyeron y quemaron los edificios casi hasta sus cimientos, cubriéndolos después de tierra para con ello, literalmente "desaparecer de la faz de la tierra". No se sabe por qué lo hicieron, ni cómo lo hicieron, ni a dónde se fueron. Dicho evento es registrado por los especialistas como, "el colapso del periodo clásico superior" y es considerado como uno de los grandes enigmas de la humanidad.


[1] Forma poética e incluyente de llamar a nuestros ancestros indígenas.
[2] En el Periodo Clásico del año 200 a.C. al 850 d.C. aproximadamente.
[3] El ser humano también posee una memoria cultural que es la suma de los conocimientos de la civilización que le ha dado vida.
[4] Nombre original del territorio que hoy conforma a México.
[5] Noción de continente. La tierra rodeada de las grandes aguas en lengua Náhuatl.


( * ) Tomado del libro LOS GUERREROS DE LA MUERTE FLORECIDA
www.toltecayotl.org

viernes, 20 de junio de 2008

EL TONAL Y EL NAGUAL ( * )


Antes de entrar a este capítulo de libro deseamos comentar algunas cuestiones sobre los términos tonal y nagual. Ha sido nuestra intención encontrar conexiones entre los conceptos que Castaneda describe acerca del conocimiento que Don Juan llama "Toltequidad" y que dice son prácticas muy remotas de los "toltecas". Esto también lo dicen algunos textos académicos de Historia y Antropología.

Esta forma de conocimiento -que no se podría llamar "filosofía" porque el conocimiento no es aprendido por la razón- es, creemos, el hilo conductor o matriz "filosófico" cultural del Anáhuac. Pero es prudente señalar que las coincidencias entre este conocimiento y algunos estudios académicos es más rica en las tradiciones, costumbres, prácticas y oralidad de los pueblos indígenas que, sin procesos racionales, siguen muchas de las técnicas de la Toltequidad de manera natural, a través "de el costumbre", como lo han hecho durante cientos de años.

En la actualidad es inmensamente más difícil vivir como indígena, que vivir como pordiosero o subempleado en los cinturones de miseria de las ciudades. Esa fuerza interna que han demostrado los indígenas a lo largo de los últimos 500 años de opresión consideramos que ha sido posible, en gran parte, porque se ha alimentado del conocimiento “no racionalizado" que subyace en sus tradiciones y costumbres, en su cultura.

Este mismo conocimiento también se manifiesta, de una u otra forma, en la variedad de culturas populares que conforman el rostro actual de nuestro país. Los conceptos de tonal y nagual no son extraños para ningún mexicano. Existen muchas palabras del náhuatl que usamos cotidianamente en nuestro español urbano. Por ejemplo, Tonatiuh es el sol; Tonatzin es nuestra madre querida o la Virgen de Guadalupe. Alfredo López Austín, en su Cuerpo humano e ideología, las concepciones de los antiguos nahuas, en la página 223 dice: " ... El sustantivo TONALLI, derivado del verbo TONA, "irradiar" ("hacer calor o sol", según Molina), tiene los siguientes significados principales: 1.irradiación; 2. calor solar; 3. estío; 4. día; 5. signo de día; 6. destino de la persona por el día en que se nace; 7. "el alma y espíritu" (Molina: Totonal); 8. cosa que está destinada o es propiedad de determinada persona (Molina: tetónal)."

Y en la página 418, López Austin, al hablar de las descripciones del nagualismo, retorna un texto de Fray Bernardino de Sahagún: "El nahual es el sabio, poseedor de discursos, dueño del depósito, sobrehumano, respetado, grave, serio, no burlado, no sobrepasado. El buen nahualli es depositario, hay algo en su interior, guardador, observador. Observa, conserva, auxilia; a nadie perjudica."

Volviendo al libro de Castaneda, Don Juan usa el término tonal para hablar del mundo conocido -parte derecha- o de la razón, y el término nagual, con dos acepciones, una que se refiere a la parte izquierda -de la "otra realidad", de la percepción, la contraparte del tonal- y otra que se refiere al nombre que se le da al hombre de conocimiento, el líder de un grupo de guerreros al que se le nombra "el nagual", como lo fue Don Juan en su grupo, o Elías y el propio Castaneda.

Para Don Juan el tonal nace con el hombre y muere con él; el nagual es la otra parte del ser humano que siempre está ahí, antes, durante y después. El tonal es el mundo que se urde con la razón; el nagual es el mundo del poder, donde lo único que puede hacer el hombre es “atestiguar”.

Castaneda recibe conocimientos a través de técnicas prácticas para "barrer" o limpiar la isla del tonal, porque el camino del guerrero no es más que la capacitación para ahorrar energía a partir de reducir la importancia personal, para poder entrar al mundo del nagual. Don Juan le dice a Castaneda que un guerrero no puede andar con lamentos y quejas, porque su vida es un desafío interminable, y no existen formas para que los desafíos sean bonitos o feos, buenos o malos. Los desafíos son sencillamente eso, desafíos. Allí radica la diferencia entre los hombres comunes y los guerreros. Mientras que para los primeros el mundo está lleno de bendiciones o maldiciones, para los segundos es un desafío interminable donde está a prueba su impecabilidad y su "desatino controlado”.

“ ‑Sólo como guerrero puede uno soportar el cami­no del conocimiento -dijo‑. Un guerrero no pue­de quejarse ni lamentar nada. Su vida es un desafío interminable, y no hay modo de que los desafíos sean buenos o malos. Los desafíos son simplemente de­safíos…
‑La diferencia básica entre un hombre común y un guerrero es que un guerrero toma todo como un desafío ‑prosiguió‑, mientras un hombre ordinario toma todo como bendición o maldición…
Luego me pidió razón detallada de cómo había yo llevado a cabo las recomendaciones que don Genaro y él mismo hicieron acerca de mi mundo cotidiano y mis relaciones con la gente…
Cuando un guerrero tiene por fuerza que creer, lo hace porque así lo escoge, como expresión de su predilec­ción más íntima.. Un guerrero no cree; un guerrero tiene que creer."…
"Así que, si no fuera porque nos damos cuenta de la presencia de nuestra muerte no hubiera poder, ni misterio."…
Tener que creer que el mundo es misterioso e insondable era la ex­presión de la predilección intima de un guerrero. Sin ella, el guerrero no tenía nada…” Carlos .Castaneda. Relatos de Poder.

( * ) Tomado del libro PARA LEER A CARLOS CASTANEDA


www.toltecayotl.org



jueves, 19 de junio de 2008

QUÉ ES LA TOLTECÁYOTL 2/2 ( * )


Segunda parte


Fue en Teotihuacan donde los dioses iniciaron el Sol en el que vivimos. Para ello fue necesario que se sacrificaran los dioses y se lanzaran al fuego liberador de la partícula divina. De esta manera se creó el Sol y la Luna. De la misma manera los dioses encomendaron a Quetzalcóatl que fuera al Mictlan[1] a robarle al Señor de la Muerte, Mictlantecutli, los huesos de los seres humanos del Cuarto Sol para con ellos realizar un sacrificio con su propia sangre, a fin de darles vida. También le encomendaron dotarlos de alimento. Fue así que descubrió "el Monte de Nuestro Sustento", donde se encontraban almacenados todos los granos que son el alimento del Quinto Sol.


Finalmente, todos los dioses se sacrificaron para que los seres humanos viviéramos, es por ello que a las personas se les llamaba "masehuales", que en náhuatl significa "merecedores del sacrificio de los dioses" , lo que marca una de las pautas esenciales de nuestra manera de entender la vida: el sacrificio.


Los toltecas crearon una estructura religiosa para los seres comunes que formaban "las pencas del nopal" o “el ala y la cola del águila", giro metafórico para nombrar a la población en general. En la religión existía una gran fuerza creadora, superior a cualquier concepto humanamente imaginable. Por ello decidieron no darle nombre ni representación. Era lo invisible e impalpable que se encontraba en todo lugar al mismo tiempo. A Él se referían como "Aquél por quien se vive", "Noche viento", "El señor del cerca y del junto". Equivale a Dios Padre en la religión judeocristiana.


En su aspecto más humanizado y conceptual, Dios era considerado una divinidad dual, mitad femenino y mitad masculino. En la religión cristiana equivaldría a Jesucristo, hijo de Dios en la Tierra. También se lo entendía como el conjunto de pares opuestos complementarios con los que se construye "el mundo en el que vivimos". Los antiguos se refirieron a este par como el "Dios del Agua" y el "Dios del viento". El primero comprende todo lo que nos rodea, que por su naturaleza está compuesto de átomos y es energía "condensada o materializada". El segundo abarca la "otra energía" de la que se compone el mundo, el "soplo divino" que le otorga conciencia a la materia. Al dios del agua, los nahuas le llamaron Tláloc y al del viento, Quetzalcóatl. Los mayas nombraron a dicho par: Chac y Cuculcán, respectivamente. De similar manera, cada cultura concibió el mismo par, simbolizado bajo nombres diferentes, ya que nuestros Viejos Abuelos constituyeron una sola civilización, independientemente de la diversidad de culturas en las que se haya expresado tal sabiduría.


Los cinco rumbos de la existencia constituyen otra de las piedras angulares de la filosofía y la religión en el México Antiguo. De acuerdo a éstas, el mundo humano estaba condicionado por cinco direcciones, que se trazaban a partir del ombligo o centro energético. Una línea dividía al hombre en dos planos. El segmento de la cintura a la cabeza representaba el cielo y comprendía los órganos que simbólicamente ayudaban a exaltar el espíritu: el cerebro y el corazón. Dicha parte estaba simbolizada por el ave más bella que remonta las alturas celestiales: el Quetzal. El segmento del ombligo a los pies representaba la tierra y también abarcaba dos órganos que propiciaban que el ser humano se aferrara a la tierra: los riñones y el sexo. Estaba representado por el reptil, que inteligentemente se arrastra por el polvo de la vida: Cóatl.


El desafío primordial de la existencia, según la filosofía tolteca, consiste en integrar o encarnar el Quetzalcóatl, o sea, lograr el equilibrio entre el aspecto espiritual y el material de nuestro ser.


Pero los toltecas todavía iban más allá, trazando un corte simbólico en sentido longitudinal. La parte derecha resultante representaba el mundo tangible o Tonal, junto con los atributos: racional, solar, masculino y objetivo. La parte izquierda representaba el mundo intangible o Nahual, junto con los atributos: intuitivo, lunar, femenino y oculto o sutil, que en la cultura milenaria china equivalen exactamente al Yang y al Yin, respectivamente.


Si en lugar del cuerpo, la cruz se traza sobre la tierra para darle tres dimensiones, aparece una quinta dirección además de los cuatro puntos cardinales o “rumbos de la existencia”: el arriba y el abajo: la exaltación o la degradación, al igual que el Yin y el Yang en su círculo compartido. En efecto, en el plano terrestre de la existencia encontramos cuatro puntos cardinales partiendo “del centro o obligo del mundo”. Sin embargo, del centro parten otras dos direcciones, una que es ascendente y se dirige hacia arriba. Y la otra descendente que se dirige hacia abajo.


Los toltecas postulaban que el gran desafío humano consistía en equilibrar los cuatro "rumbos de su existencia" en tendencias balanceadas para con ello lograr elevación espiritual y, por ende, la trascendencia. De modo contrario, sí el individuo se afanaba más en cualquiera de las direcciones -mostrar proclividad excesiva hacia le etéreo y espiritual, lo burdo o material, lo lógico y racional o lo intuitivo y sutil- corría el peligro de caer en la insensatez o merma personal.
El pensamiento tolteca o Toltecáyotl no varía gran cosa respecto del pensamiento filosófico de cualquier otra civilización antigua pues, en esencia, el ser humano y su destino es uno y el mismo para todos, sin importar tiempo ni espacio o cultura. De modo que al abordar el pensamiento filosófico de los toltecas no puede uno sino apreciar el parecido con el de otras civilizaciones y, a menudo, asombrarse con sus semejanzas.


La maestra Laurete Séjurné llama a la concepción arriba mencionada "Quincunce o Ley del Centro”, la cual está representada de manera reiterativa a todo lo largo de la Toltecáyotl. En la arquitectura del México antiguo veremos normalmente un patio cuadrado central, con cuatro habitaciones o pirámides a los lados y una pequeña construcción en el centro, representándola. El calendario azteca exhibe repetidamente los cinco puntos de la existencia. Todas las manifestaciones iconográficas mexicas como esculturas, pinturas, estelas, textiles, tallas, grecas, revelan el quincunce. Al igual que la cruz de los cristianos, éste aparecerá en todos y cada uno de los sitios energéticos.


La Toltecáyotl comprende el conjunto de conocimientos y sabiduría generada por los toltecas con miras a la consecución de la más elevada misión del ser humano en la vida. En ese sentido, representa la herencia más noble y el fruto más fecundo de los antiguos y sabios pueblos del México antiguo.


Importante es repetirlo: dicha sabiduría vive, está vigente hasta nuestros días y constituye lo que en verdad nos sostiene como individuos y como pueblo hasta el día de hoy. Pero debido a la colonización cultural y espiritual que sufrimos, no aflora al plano conciente, si bien representa indiscutiblemente uno de los más valiosos recursos que nos permiten enfrentar el mundo actual. El desafío de los mexicanos en el tercer milenio es, pues, tomar conciencia dicho patrimonio cultural intangible que hemos heredado de nuestros Viejos Abuelos para enfrentar el turbulento presente que nos ha tocado vivir.

[1] Lugar de los muertos.


( * ) Tomado del libro LOS GUERREROS DE LA MUERTE FLORECIDA

miércoles, 18 de junio de 2008

¿QUÉ ES LA TOLTECÁYOTL? ( * )



Uno de los objetivos de la colonización fue despojar a los pueblos invadidos y vencidos, de su memoria histórica y sus conocimientos ancestrales. Para comenzar, se propusieron imponer la visión hispanista, vigente hasta nuestros días, de que ellos, los españoles, trajeron la "civilización, la cultura, la religión, el arte y la educación" a nuestro pueblo. Ello se entiende como que la humanización y civilización de México se dio exclusivamente mediante su europeización y, extendiéndolo al día de hoy, México se estaría civilizando mediante la globalización. Así pues, consideraron necesario destruir todo vestigio de "atraso, paganismo diabólico y oscurantismo primitivo" de los pueblos colonizados.


En el siglo XVI los invasores tuvieron que aceptar, en juicio ante el Vaticano, que los Viejos Abuelos poseían alma y eran seres humanos. A la sazón se les llamó "indígenas" para escamotearles su derecho a ser humanos, del mismo modo en que la sociedad dominante les escamotea su derecho constitucional a ser reconocidos como entidades culturales diferentes, libres y autónomas.
A partir de tal sesgo, desde el siglo XVI se afirma que los antiguos mexicanos carecían de pensamiento filosófico estructurado y refinado que brindara sustento a su añejo proceso civilizatorio, y sirviera de plataforma y raíz a los conocimientos matemáticos, científicos, religiosos, artísticos y sociales, que le son reconocidos universalmente y de los cuales existen impresionantes y elocuentes vestigios.


Los “nativos” para los conquistadores a lo sumo llegaron a poseer una transfigurada religión politeísta por la cual adoraban al agua, al viento y al sol, sacrificaban bellas doncellas a quienes les extirpaban el corazón en sanguinarias ceremonias, y transcurrían su vida apenas ocupados en los trabajos agrícolas y las guerras tribales.


La abyecta negación de la existencia de una filosofía en el pueblo tolteca ha condenado al laberinto de la soledad a nuestra civilización, ya que no se podría entender la cultura grecolatina sin filósofos y pensadores como Sócrates o Platón, la india sin el budismo y el hinduismo y la china sin el taoísmo y el confucionismo. El México Antiguo y el México contemporáneo, sin el pensamiento tolteca, no se pueden entender cabalmente. El análisis se queda apenas en la superficie de una arqueología estéril, o el indescifrable surrealismo de las culturas populares y la antropología eurocentrista.


Es inadmisible pensar que si el México de hoy fue parte de una civilización tan antigua e importante como la china y la india, no posea un complejo sistema de conocimientos que explican el sentido de la vida, el mundo, el universo, que se plantean la misión de los humanos en esta existencia, y dan cuenta de sus extraordinarias obras materiales.
Por supuesto que existió dicha filosofía y representa el fruto más importante y decantado de nuestra civilización. Es la que nos da cohesión y pertenencia para aspirar a un sólido futuro en los hostiles tiempos por venir.


La Toltecáyotl es la expresión más inmediata de este legado y adormecido conocimiento milenario. Ella se asocia a los toltecas, los hombres y mujeres de conocimiento del esplendor del México antiguo.


El concepto ‘Toltecáyotl’ nos remite a lo perteneciente y característico de los habitantes de una Tollan, una ciudad. Los relatos en náhuatl nos dicen que la Toltecáyotl comprende los mejores y más importantes logros del ser humano en sociedad: artes y urbanismo, escritura, calendario, centros de educación, saber acerca de la divinidad, conocimiento sobre las edades del mundo, los orígenes y el destino del hombre, y enfatiza la formación de "rostros propios y corazones verdaderos".


Al referirse la Toltecáyotl a los atributos de los constructores de metrópolis, mucho tiene en común con los aspectos histórico y antropológico del concepto de "civilización", en la cultura occidental. Debemos recordar que la palabra civilización proviene de civitas, en latín, y Toltecáyotl viene de tollan, metrópoli.


Según la memoria histórica de los pocos escritos que quedaron, a los Toltecas se les recuerda así:
"En verdad muchos de los toltecas eran pintores, escribanos de códices, escultores, trabajaban la madera y la piedra, construían casas y palacios, eran artistas de la pluma, alfareros...En verdad eran sabios los toltecas, sus obras todas eran buenas, todas rectas, todas bien planeadas, todas maravillosas...Los toltecas eran muy ricos, eran felices, nunca tienen pobreza ni tristeza. Los toltecas eran experimentados, acostumbraban a dialogar con su propio corazón. Conocían experimentalmente las estrellas, les dieron sus nombres. Conocían sus influjos, sabían bien cómo marcha el cielo, cómo da vueltas"... Informantes de Sahagún, Códice Matritense).


Sin embargo, profundizando el concepto -y de una manera descolonizada- podríamos afirmar que la Toltecáyotl comprende los conocimientos, prácticas y sabiduría implicados en la búsqueda de la trascendencia de la vida material para alcanzar la realización espiritual. En ello se equipara al conocimiento de los egipcios, chinos e indios, que en el vértice superior de su desarrollo civilizatorio procuraron trascender la muerte física para penetrar en los insondables misterios de la espiritualidad.
Para los toltecas "ésta no es nuestra verdadera casa" ,sólo es un paso a la "vida eterna"…

¿Acaso de verdad se vive en la tierra?
No para siempre en la tierra: sólo un poco aquí.
Aunque sea jade se quiebra,
Aunque sea oro se rompe,
Aunque sea plumaje de quetzal se desgarra,
No para siempre en la tierra: sólo un poco aquí."
Ms. Cantares mexicanos.


En dicha civilización la experiencia de los hombres era verdaderamente espiritual y en la tierra sólo se estaba trabajando el plano humano. Para aquellos hombres todo era pasajero e intrascendental frente a la prioridad de "aprender" para decantar el espíritu y liberar la partícula divina que habita en todos.

Según los toltecas, existieron antes cuatro intentos infructuosos del ser humano en la búsqueda de la perfección. Tras cada intento la Tierra fue destruida por pavorosos cataclismos. De acuerdo a su saber vivimos en el Quinto Sol o intento por alcanzar el equilibrio o perfección. Según las profecías toltecas, el final del Quinto Sol está cerca; tras él nacerá el Sexto Sol, de plenitud y equilibrio.


(*) Tomado del libro LOS GUERREROS DE LA MUERTE FLORECIDA

martes, 17 de junio de 2008

LA CULTURA MADRE. ( * )


La cultura olmeca es la esencia y la fundación de nuestra civilización. Los rasgos culturales más importantes que estarán vigentes por lo menos durante tres milenios del desarrollo humano que se implementó en lo que hoy conforma el territorio nacional y del cual somos herederos únicos y legítimos.
La iconografía, la arquitectura, los símbolos filosóficos-religiosos de la serpiente, el jaguar, el águila, que aparecieron claramente definidos en los testimonios de la cultura olmeca, seguirán vigentes durante los sucesivos periodos hasta el momento de la invasión. El optimismo por la vida, capaz de realizar inconmensurables proyectos espirituales que dejaron impresionante huella en la materia; sean pirámides, sistemas complejos de habitaciones sin ningún uso doméstico o habitacional, hasta formidables sistemas hidráulicos, con presas y canales o kilómetros de caminos empedrados.

“Y ahora júzguese el progreso del fenómeno cultural ocurrido en el territorio de Mesoamérica durante cerca de tres milenios; piénsese en la índole de la humana energía que poseyó la capacidad de edificar, entre otras muchas, las ciudades antes indicadas, ciudades en las cuales dieron flor y frutos las artes y las ciencias; donde la sabiduría sirvió de raíz y coronamiento a los gigantescos esfuerzos materiales requeridos por tal edificación.
Habrá que concluir que sólo una concepción moral plenamente optimista y feliz, habida por el hombre acerca de sí mismo y de su mundo, pudo engendrar el núcleo de esa energía incalculable. Una dichosa concepción humanista de veneración por la vida en la totalidad de sus manifestaciones”. (Rubén Bonifaz Nuño. 1992)

Lo cierto, la vigente y palpable de la herencia Olmeca y que ha sido trasmitido a las culturas posteriores, quienes lo desarrollaron y llevaron a expresiones exquisitas de la cultura y el arte, cada una dándole su toque y su acento personal. Es sin lugar a dudas su optimismo por la vida y su sentido místico y espiritual de la existencia y el universo.

“Con ellos (los olmecas) comienza en definitiva lo que lícitamente puede considerarse la cultura mesoamericana en su plenitud. Por una razón que explicaré más adelante, ellos lograron difundir los principios de su idea del hombre y del mundo hacia los pueblos contemporáneos suyos y, lo que es incluso más significativo, consiguieron hacerlos vivir en la integridad de las maneras culturales que surgieron en Mesoamérica aún miles de años después que ellos habían desaparecido, logrando que tales maneras de cultura fueran, por su fondo común, una cultura única.” (Rubén Bonifaz Nuño. 1992)

Mucho nos falta por descubrir sobre la antigua cultura olmeca y desacreditar todas las mentiras que se han escrito doctamente en contra de ella. En efecto, como las universidades norteamericanas pueden financiar a sus investigadores, estos han escrito mucho sobre los olmecas. La mayor parte son sus “Propias conjeturas” nacidas de juicios equivocados desde su primera raíz y que se han ido acumulando con el tiempo.

“Con respecto de los olmecas, se ha conjeturado acertadamente de la posibilidad de que hayan implantado un imperio; según tal conjetura, habrían extendido su influjo en la Mesoamérica de entonces valiéndose de la fuerza de efectivos militares. Nada se ha encontrado que llegue a probar tal cosa, ni en sus representaciones plásticas ni en otros de sus vestigios arqueológicos. Ninguna huella suya se tiene de armas de agresión o defensa, salvo algún puñado de puntas de flecha descubiertas en La Venta. (Rubén Bonifaz Nuño. 1992)

Sin embargo, en México se empiezan a publicar investigaciones inteligentes, descolonizadas y libres de prejuicios, como las del Dr. Rubén Bonifaz Nuño, quien nos señala un nuevo camino. Ver con nuestros propios ojos, pensar con nuestras propias ideas y sentir con nuestros propios sentimientos, es la escuela que crea Bonifaz Nuño. Pero existen otros caminos, como pueden ser la tradición oral, los linajes de conocimiento o por la delicada vía de los enteógenos.

“De esta suerte, valiéndose de análogas complicidades, los eruditos estadounidenses han formado, respecto de la cultura olmeca, un sistema de mentidas conjeturas cuyo cuyas principales características son el desdén y la ignorancia.
Condenable es eso, pero no es, en mi opinión, lo peor; lo peor consiste en que los estudiosos mexicanos, voluntariamente sometidos a una perversa forma de colonización extranjera, se sujetan, por lo común, a las sistemáticas equivocaciones de los eruditos estadounidenses, y las repitan y las confirman como verdades, acaso con el deseo y la esperanza de que éstos los tengan por iguales suyos.
De estos casos, por obvio principio de dignidad, no quiero ofrecer ningún ejemplo.” (Rubén Bonifaz Nuño. 1995)

Aunque parezca atrevido suponerlo, necesitamos descubrir lo que existe de la cultura olmeca en los mexicanos del siglo XXI. Entender nuestra continuidad histórica y cultural a lo largo de estos ocho mil años, es uno de los desafíos más importantes que tenemos aquellos que deseamos acabar con la colonización y construir una sociedad justa y armoniosa. Los olmecas y el fruto de su sabiduría no han muerto o esta desaparecida. Es parte intrínseca de lo que hoy somos. Es la cultura propia nuestra que no compartimos con ningún otro pueblo del mundo.

¨Victoriosas sobre las injurias y el desprecio de los extranjeros, se levantan aún las señales de aquel sistema espiritual de iluminación que construyeron nuestras antiguas ciudades.
Allí el urbanismo, la ingeniería, la arquitectura, la escultura, la metalurgia, la pintura, las artes todas, allí las ciencias, la matemática, la astronomía, la medición del tiempo, florecieron obedientes al mismo entusiasmo del hombre seguro de sí mismo, orgulloso de ser fuente y camino ascendente de la perfección de la vida.
Feliz, el hombre vivió y edificó durante cerca de 30 siglos el glorioso testimonio de su paso sobre la tierra.
Fundamento ideal para la felicidad de los hombres actuales, la creación olmeca, es decir la maravilla de la cultura de Mesoamérica, permanece allí, multiplicada en obras que son ejemplo sin tregua.
Y esa maravilla es herencia nuestra particular que nos honra y nos distingue entre todos. (Rubén Bonifaz Nuño. 1992)

Todas las culturas posteriores a la olmeca tendrán su influencia. La estructura filosófico-cultural que legaron los toltecas al Anáhuac será uno de los testimonios que nos confirman la existencia de una sola civilización con muchas culturas diferentes en tiempo y espacio. Pero todas nacidas, todas con la raíz olmeca, todas compartiendo la misma esencia filosófica.

Por ello, afirmamos que existe una continuidad cultural y civilizatoria, no sólo en el período anterior a la invasión, sino lo que no quieren aceptar los colonizadores, que existe una continuidad civilizatoria y cultural en estos quinientos años de colonización. No se puede negar que en este periodo se “podó la fronda” de manera brutal, pero que la raíz ha seguido viva. También no podemos negar que esta raíz se a apropiado culturalmente de otros elementos, no sólo de la cultura occidental, sino de otros pueblos del mundo. Lo que la ha enriquecido y fortalecido.

El gran desafío es vencer la colonización metal y espiritual. Lograr hacer conciente esta herencia cultural y usarla para reconstruir nuestro presente y diseñar nuestro futuro.


Tomado del libro HISTORIA VERDADERA DEL MÉXICO PROFUNDO

lunes, 16 de junio de 2008

EL MAL HISTORICO DE “LA DECEPCION NACIONAL”


México no solamente es una potencia mundial en el fútbol. Lo que hoy conforma México es una de las civilizaciones más antiguas e importantes de la humanidad…tan antigua como la India o China.

El problema con México es que aquí sufrimos un “genocidio cultural” a partir de 1521 a través de la pérdida de la memoria histórica. En efecto, el colonizador entendió muy bien que sí nos “borraba de la mente nuestra memoria histórica y cultural”, quedaríamos reducidos a esclavos por una eternidad. Los mexicanos vivimos “desconectados de lo mejor de nosotros mismos”.

El mexicano es impotente, no porque le falten tamaños, creatividad, inteligencia o capacidad. Solo para ilustrar: fuimos el pueblo que inventó el maíz, la cuenta perfecta del tiempo, el chocolate, fuimos el primer pueblo que usó el cero matemático y como testimonio material de lo que afirmo, fuimos el pueblo antiguo que más pirámides construyó (Egipto 100 en el Anáhuac más de dos mil).

Por supuesto que somos una potencia mundial en el fútbol. El dinero, la infraestructura, el número de equipos profesionales, amateurs, practicantes y aficionados, es solo superado por Brasil o Rusia…pero cuando nos enfrentamos ante el rival más grande que tenemos históricamente (que no es Estados Unidos, Haití o Belice), me refiero a la Colonización Mental y Cultural, siempre somos derrotados.

El mexicano no ha querido entender que el desprecio que se tiene a sí mismo y la baja autoestima (que invalida todos sus recursos y capacidades), nace justamente por ser un “extranjero inculto en su propia tierra”. Este “virus” ha sido infectado una y otra vez, durante estos cinco siglos a todos los mexicanos que nacen, por los colonizadores-explotadores, ayer Hernán Cortés hoy Carlos Silm, ayer la encomienda hoy el salario mínimo, ayer la educación hoy la televisión.

Los mexicanos estamos educados para no conocer nuestra milenaria historia y cultura, para no sentir inspiración y fuerza de nuestro pasado y de nuestros nobles orígenes. Siempre buscando nuestro rostro y nuestro corazón en el extranjero y en el colonizador-explotador. Primero tratando de “ser españoles”, después “franceses” y ahora “gringos de tercera”…pero nunca MEXICANOS DE PRIMERA.

La pobreza, la injustita y la desolación social…justamente nacen de eso. Y nuestra ignorancia de nosotros mismos hace ricos a los extranjeros-colonizadores-explotadores. Entre más alejados estemos de nuestras profundas raíces, mas débiles y maleables somos al explotador abusivo. Entienda amable lector, por que Fox quitó de secundaria la Historia Antigua de México y porqué, muchos universitarios que lean este articulo…saben muy poco sobre el pasado milenario de México. La Historia y el conocimiento profundo de nuestra Cultura, no es un conocimiento superfluo o académico…es justamente el potencial de lo que somos…por eso, desde hace cinco siglos, no somos nada, más que ridículo, lastima y si acaso…compasión.

Así que el “Talhugo Sánchez”, el quinta pichchiche, el españolito, ese que sesea al hablar, el ibérico; no tiene la culpa de que “la decepción nacional” vuelva a fallar o más adelante el nuevo entrenador extranjero. El problema es otro y no es de fútbol. Porque en muchos campos de la vida social, política, económica y cultural de México…el drama de “la decepción nacional” se repite una y otra vez. Y cuando gente del inmenso tamaño de una Ana Guevara, se atreve a decir la verdad,…todo mundo se tapa los oídos y solo hace caso de lo que la televisión le dice.

El mexicano común no se quiere dar cuenta que su pobreza y su miseria existencial deviene de su ignorancia de sí mismo. Por consiguiente, quienes si lo saben y lo explotan, hacen todo lo que esta en sus manos y dineros, por mantener enajenado, embrutecido e ignorante al pueblo, comenzando con los que salen de las universidades.

Siempre despreciando lo propio y exaltando enfermizamente lo ajeno. Siempre en el cotidiano “malinchismo fundamentalista”. Siempre tratando de ser lo que no son. Siempre fanfarrones pero débiles en el fondo. Sin sustento, sin raíces, sin cimientos sólidos. Siempre sintiéndose menos ante el extranjero abusivo y el criollo explotador. Siempre fallando los penaltis.

No es solo el fútbol. Es en todo lo cotidiano de nuestro vivir como personas, como familias y como pueblo. Lo que se ha hecho en este país desde 1521, se puede seguir repitiendo una y otra vez de manera impune y cínica. Ante tanta injusticia, tanto despojo y tanta violencia. Siempre agachamos la cabeza, inmediatamente olvidamos y decimos “mande usted, para servir a usted…patrón”. Y los extranjeros abusivos y los criollos explotadores siguen manteniendo y alimentando nuestro desprecio a nosotros mismos, nuestra ignorancia de lo mejor y más valioso que poseemos y que nos hace únicos en el mundo. Por ejemplo: Chichen Itza es considerada una de las siete maravillas del mundo.

Entiéndalo bien amable lector, que sí uno ser humano o un pueblo “sufren de amnesia”, sino conocen todo su pasado, si no saben cuáles son los grandes logros y proezas de sus antepasados, sí no saben de dónde viene, sí desprecian a su Madre (Cultura), si les da vergüenza, si la desconocen, la rechazan, la ocultan…quedan indefensos y vulnerables a cualquier explotación e injustita.

Esta es la razón por la cual, el fortalecimiento de la Identidad Cultural, la recuperación de la memoria histórica y la revaloración de nuestra ancestral cultura, resulta una prioridad nacional. El problema es que quien tiene el poder en México, sabe que eso atentaría contra sus propios y privados intereses. Razón por la cual, este cambio debe de hacerse a través de cada mexicano conciente, después en su familia y posteriormente en su círculo de trabajo y de amistades. Esta labor es la única forma de acabar con la colonización mental y cultural…madre de todas las injusticias. Sí cambia uno, CAMBIA EL MUNDO, porque uno es parte de este mundo. Usted, qué opina.

EL PENSAMIENTO FILOSÓFICO del Anáhuac.


El conocimiento filosófico del México antiguo, es hasta la fecha el más negado de todos los conocimientos. Los conquistadores y colonizadores del Siglo XVI afirmaban que los Viejos Abuelos no eran seres humanos, sino que eran animales con lo que justificaban su deshumanizado trato. Hasta la fecha la cultura dominante no acepta que los indígenas piensen y sean capaces, por ellos mismos, de iniciar un movimiento social como el del EZLN. Aceptar que existió un elevado y sofisticado conocimiento del ser humano, del mundo y del universo, es reconocer por los colonizadores de ayer y de hoy, que se ha cometido una de las mayores injusticias humanas, pues se ha negado y tratado de destruir una de las seis civilizaciones más importantes y antiguas de la humanidad.


“Después de 1519 una inmensa mayoría de nuevas influencias pasaron sobre la vida indígena. El imperialismo de los Habsburgo extrajo su incentivo de las tradiciones peninsulares y descuidó las adaptaciones regionales. El valle no fue nunca una “sede” para los españoles, salvo de la manera más circunstancial. Los españoles establecieron su capital colonial en el valle, pero resueltamente lo conectaron por carretera con Veracruz y luego por mar a Sevilla. Casi nunca adoptaron los estilos indígenas en la ropa ni en el diseño o la construcción de casas. En vez de ello, exageraron sus propios estilos españoles, como para negar su situación provinciana. La “cultura” de la civilización indígena tenía para ellos, en el mejor de los casos, un atractivo exótico. Los españoles consumían los productos de las chinampas, pero ignoraron los métodos agrícolas de las chinampas hasta el siglo XVIII.” (Charles Gibson. 1967)


El investigador examina la actitud del colonizador español, de no reconocer ningún valor en la sabiduría y el conocimiento milenario de la civilización vencida. La cultura colonizadora a erosionado la punta del iceberg de conocimiento de la civilización del Anáhuac y sobre ella ha construido su endeble estructura ciega y depredadora. Sin embargo, quien sostiene a la sociedad mexicana contemporánea, indiscutiblemente que es el conocimiento generado a lo largo de ocho mil años, que representa la inmensa base del iceberg que esta bajo el agua. No podemos negar que en los últimos quinientos años se ha sumado, no sólo el conocimiento de Europa, sino del mundo entero. Pero de la misma manera, no se puede seguir negado la existencia de la sabiduría heredada por los Viejos Abuelos y su indiscutible continuidad. En el “banco genético de información cultural” que existe en cada célula de los mexicanos, están atesorados ocho milenios de experiencia y sabiduría humana.


Querer negar el milenario y complejo andamiaje del pensamiento filosófico del México antiguo, es como pensar que un mamífero pudiera vivir sin un sistema óseo. Reducir a una mal interpretada religión, a un puñado de leyendas y mitos inconexos y a un montón de deidades incomprendidas, llamadas equivocadamente “dioses prehispánicos”, el pensamiento decantado y sofisticado de la Toltecáyotl, es el mayor crimen cultural de la historia de la humanidad, pues se ha tratado de una manera maliciosa de hacer creer que el Cen Anáhuac no poseyó un decantado y sofisticado conocimiento del universo, el ser humano, la vida y su trascendencia espiritual. De igual magnitud y valor, que las civilizaciones coetáneas como la de la China y la de la India.


Tomado del libro RAICES Y ESENCIA DEL MEXICO ANTIGUO.

sábado, 14 de junio de 2008

EL PERIODO CLÁSICO O DEL ESPLENDOR.


Resulta verdaderamente penoso para los mexicanos, que después de cinco siglos, al igual que los conquistadores del siglo XVI, no nos haya importado conocer, estudiar y difundir el pensamiento filosófico del México Antiguo. Como hemos dicho ya, el Anáhuac produjo una de las seis civilizaciones más antiguas del mundo. La pegunta obligada es ¿por qué?, si China y la India, que son civilizaciones tan antiguas como la del Anáhuac, tuvieron una filosofía que orientara, explicara y le dieran sentido y continuidad a su evolución, la nuestra no posea para los investigadores un pensamiento filosófico que sostuviera un proceso de Desarrollo Cultural, tan largo y antiguo como las otras civilizaciones madre del mundo. El mito de que los Viejos Abuelos eran agricultores idólatras, que hacían sangrientas ceremonias al sol, al agua y al viento, es sólo producto de las mentes colonizadoras, que negaron y siguen negando, cualquier valor de la civilización invadida.

Cada una de las civilizaciones “Madre” del mundo, han tenido que desarrollar, después de satisfacer sus necesidades básicas de subsistencia, un cuerpo de ideas muy elaboradas y complejas, que explican el origen de la vida, el mundo y el ser humano; su razón de existir y dar respuesta a qué sucederá después de la muerte, (el problema ontológico del Ser). Esta estructura de pensamiento, que trata de resolver las tres preguntas básicas que todo ser humano conciente y todo pueblo desarrollado necesitan responder, “quién soy, de dónde vengo y a dónde voy”, es la base en donde se asientan los demás conocimientos, tanto materiales como espirituales, que le dan orientación y sentido a la existencia.

Cada civilización con origen autónomo, entre otras cosas, tuvo una filosofía, una religión, un maestro, un grano como alimento básico y un lenguaje estético. Si unos tuvieron El Taoísmo, El Hinduismo, El Budismo, nosotros tenemos a La Toltecáyotl, pensamiento filosófico del México antiguo. Si otras civilizaciones tuvieron a Zoroastro, Hermes, Akenatón y basaron su alimentación en el trigo, el arroz o la papa; nosotros tenemos a Quetzalcóatl y al maíz.
Las ruinas de la civilización grecolatina nos “hablan” porque conocemos a sus pensadores, filósofos y poetas. Las piedras de las “ruinas” y los objetos que se encuentran en nuestros museos, nos pueden “hablar” trasmitiendo su sabiduría, siempre y cuando conozcamos la línea de pensamiento que la concibió; dejando de tener tan solo un valor “Estético o turístico”, pasando a ser algo vivo, vigente y vibrante.
La elevada abstracción del pensamiento filosófico se materializa en la piedra, el barro o los metales y en el Patrimonio Cultural Intangible; de modo que, no podemos aceptar la existencia de nuestros Viejos Abuelos, sin un pensamiento filosófico afirmado e inconmovible en la materia y permanente en nuestras tradiciones y costumbres. Resulta un desafío impostergable iniciar el tercer milenio con el conocimiento de la filosofía de nuestros Viejos Abuelos.

“TOLTECÁYOTL, CONCIENCIA DE UNA HERENCIA DE CULTURA. Hurgaré, a través de los textos y otros testimonios nahuas prehispánicos, en la conciencia que tuvo el hombre mesoamericano de ser portador de un gran legado. Y añadiré que, lejos de querer elaborar una erudita y estática recordación, al acudir a las fuentes en náhuatl, busco también atisbos e ideas con significación para nosotros y a la vez capaces de enriquecer los planteamientos sobre nuestro propio patrimonio cultural.” (Miguel León Portilla. 1980)

El período de mayor esplendor del México antiguo fue el llamado Clásico y comprende aproximadamente del año 200 a.C. al 850 d.C. Más de mil años de un sorprendente y continuo proceso de crecimiento humano y social. En este período la filosofía, la sabiduría y las ciencias, llegaron a su máximo desarrollo. Los grandes centros de conocimiento encabezados por Teotihuacan lograron su mayor apogeo. La vida social encontró su equilibrio perfecto entre la satisfacción de las necesidades materiales de subsistencia y las necesidades de trascendencia de la existencia. El arte ha sido el mejor testimonio de este luminoso período.

Si las bases del desarrollo humano se dieron con los olmecas en el Período Preclásico, el vértice superior del desarrollo cultural del México antiguo se alcanzó en el Período Clásico. Fueron más de mil años de un impresionante avance humanista en el Anáhuac. Todas las civilizaciones del mundo llamadas “madre” buscaron en el espacio más elevado de su desarrollo la trascendencia espiritual de la existencia. Los antiguos mexicanos no fueron la excepción. Sus conocimientos del Espíritu humano, de la concepción del mundo como campos de energía, de la relación del micro cosmos con el macro cosmos y de la responsabilidad de interactuar como “humanizador y equilibrador” entre la naturaleza y el cosmos, resulta sorprendente y asombrosa.

Estos mil años de esplendor son fundamentales para explicarnos lo que hoy somos los mexicanos. Necesitamos conocer por nosotros mismos con mayor profundidad este período luminoso. Hacer nuestras propias conjeturas con nuestros propios valores, dejar atrás la visión del extranjero colonizador.

Los europeos en la Edad Media buscaron en su pasado inspiración para construir un puente que los sacara del oscurantismo de la Edad Media. La pregunta es por qué nosotros no podemos, de la misma manera, buscar en el pasado una fuente de inspiración a partir de los valores, principios y actitudes que crearon los Viejos Abuelos para llegar al cenit de su evolución y desarrollo cultural. Y con esos valores diseñar y construir nuestro futuro.

Actualmente desconocemos los alcances de sus logros espirituales y energéticos, pero lo cierto es que los ruinosos vestigios materiales de su desarrollo nos dejan sin aliento y exaltan nuestro espíritu. Al recorrer Teotihuacan, por ejemplo, no podemos más que pensar en sus logros intangibles, frente al impresionante manejo de la materia. Si su pirámide de conocimientos estaba dirigida a alcanzar la conciencia espiritual, cuando reflexionamos descolonizadamente en la cima de la Pirámide del Sol, debemos de pensar en los alcances y logros que debieron tener en el plano intangible del conocimiento, especialmente en el campo de la energía.

Al descolonizar la concepción de nuestros Viejos Abuelos, por más negación y destrucción de su conocimiento, entenderemos que siguen vivos en nuestro corazón. Que la civilización del Anáhuac no ha muerto, como predican los colonizadores desde hace cinco siglos. Y que nosotros somos su continuación en el tiempo cíclico.

Tomado del libro HISTORIA VERDADERA DEL MÉXICO PROFUNDO
www.toltecayotl.org

viernes, 13 de junio de 2008

PARA LEER A CARLOS CASTANEDA


COMENTARIO A LA SEGUNDA EDICIÓN

¿Cómo era la sabiduría y el conocimiento del México antiguo? ¿Desapareció completamente con la Conquista y la Colonia? ¿El México contemporáneo tiene algunos elementos de esta filosofía?

Los mexicanos somos herederos de una de las seis culturas más antiguas con origen autónomo del mundo. Fuera de las culturas que nacieron en Mesopotamia, Egipto, China, India, Mesoamérica y la Zona Andina, no existió otra cultura en el mundo que no haya recibido o tomado en su formación préstamos de otras culturas.

Estas seis culturas "madres" produjeron a lo largo de miles de años un inconmensurable y maravilloso mundo de conocimientos que buscan en su conjunto elevar la calidad de vida (desarrollo del espíritu) y elevar el nivel de vida (desarrollo material). Por ello la creatividad la sensibilidad y la inteligencia de estos pueblos produjeron alimento, vestido, medicina, arquitectura, ingeniería, ciencia, religión, filosofía, arte, etc., sabiduría y experiencia humana que de manera milenario se fue enriqueciendo para despertar al hombre de su estado animal y elevarlo a niveles de conciencia que le permitieran dar respuesta al problema ontológico que toda cultura ha tratado de resolver.- QUIÉN SOY, DE DÓNDE VENGO Y A DÓNDE VOY. El mundo en el que hoy vivimos tiene sus cimientos en el conocimiento milenario que aportaron estas viejas y sabias culturas.

¿Cuál fue la filosofía que animó y guió el desarrollo cultural del México antiguo a lo largo de miles de años? ¿Por qué si la de India, la de China, la de Egipto, etc., que son culturas tan antiguas como la nuestra siguen vivas en lo filosófico, la anahuaca se presume extinta?

En el México antiguo existió la Toltecáyotl que era el conjunto de conocimientos más elevados que a través de generaciones y en miles de años produjo el esplendor del llamado "Clásico Superior" en todo el Anáhuac. Estos conocimientos se transmitían a través de instituciones como el "Calmécatl" y la llamada "Hermandad Blanca". Cuando llegaron los españoles destruyeron "todo lo que vieron y tocaron" de esa cultura, pero "ciertas cosas" que nunca vieron ni tocaron y que guardaban celosamente los llamados "hombres de conocimiento" se mantuvieron intactas; es más, por el contrario, se desarrollaron y aún se perfeccionaron. Esos conocimientos profundos de la vida y del mundo siguen vivos y presentes en la vida cotidiana de los mexicanos. Algunos conocimientos permanecen de manera subterránea y selectiva; otros "a flor de piel" en lo "mexicano y en los mexicanos", otros en el consciente, pero todos siguen vivos y conformándonos de manera individual o comunitaria.

El conocimiento contenido en la obra del antropólogo Carlos Castaneda es una mínima expresión de este vasto e inconmensurable conocimiento. Sus nueve libros nos descubren un mundo de conocimientos vedado por siglos a la comprensión occidental La obra nos introduce por los intrincados y apasionantes caminos del antiguo conocimiento que hace miles de años desarrollaron nuestros abuelos toltecas. A través de la lectura, conocemos ¿a tecnología para recibir “EL DON DEL ÁGUILA” o, como decían poéticamente, "hace florecer el corazón".

Don Juan Matus (el maestro chamán)
usa a Carlos Castaneda como vehículo para difundir masivamente estos conocimientos de la Toltequidad. La lectura de “LAS ENSEÑANZAS DE DON JUAN” nos acerca de manera extraordinaria y reveladora a nuestros orígenes filosóficos y le da cabal sentido a toda nuestra herencia anahuaca (resuelve el laberinto de nuestra soledad). Nos atrevemos a decir que la obra de Castaneda es un código que nos permite reinterpretar nuestro pasado, nuestra herencia cultural (tangible e intangible). En síntesis, nos proporciona un lenguaje que nos permite comprender la esencia, la profundidad de nuestra cultura; es un puente entre el pasado y nuestro presente.

Comprender la obra en su conjunto nos permite, a través de este código o lenguaje, dejar de ver nuestro pasado como algo ajeno, incomprensible, inconexo, ¡muerto! Deja de ser tan sólo "estético, arqueológico, museístico". ¡para pasar a ser algo VIVO, vigente, vibrante complementario, vital, trascendente, totalmente nuestro!

Castaneda nos presenta en su obra una impresionante biografía de cómo "se enganchó" en la Toltequidad. Relata de manera brillante y con una gran calidad literaria su camino al conocimiento, su “VIAJE A IXTLÁN”. Presenta por primera vez a un indígena como un hombre desbordante de conocimientos sobre una realidad totalmente desconocida, “UNA REALIDAD APARTE”; a través de sus “RELATOS DE PODER” podemos vislumbrar tenuemente “EL SEGUNDO ANILLO DE PODER”, e intentar "ver" otra concepción del ser humano y de la vida como energía.

Describe a Don Juan como un maestro sabio (nahaul), generoso pero exigente, impecable y responsable de su conocimiento. Don Juan Matus se nos revela en la obra de Castaneda como debieron ser aquellos hombres que "aprendían a ser dioses" en Teotihuacan, aquellos que llegaban al “FUEGO INTERNO”. Y al "entender" su filosofía, mágicamente se descubre un velo de lo obvio y evidente que ha sido todo nuestro proceso cultural y que, aún viviéndolo, no hemos podido hacerlo consciente.

Al leer las enseñanzas de Don Juan, en toda la obra de Castaneda, nos queda un sentimiento de que todo lo sabíamos, que de alguna forma nada es nuevo de ese maravilloso y portentoso conocimiento, que siempre existió en nuestras profundidades o que coexistió a flor de piel pero de manera fragmentada e inconexa en nuestra cotidianidad, como un “CONOCIMIENTO SILENCIOSO”.

Las enseñanzas de Don Juan de alguna manera nos ayudan a darle orden y coherencia a todo lo que somos, sentimos y sabemos del mundo y de la vida. Nos revelan lo que hemos sido, somos y seremos. Las enseñanzas del viejo indígena yaqui, el chamán Juan Matus, son un encuentro con nuestro desconocido rostro milenario, son un acercamiento a nuestro pasado. Es una reconciliación con la "otra parte de nosotros mismos”, la que hemos aprendido a negar desde hace 500 años; es una avenida para transitara la necesaria fusión cultural.

La Toltequidad propone un camino hacia "la conciencia total" similar al budismo, al islamismo o al cristianismo, pero diferente en tanto que es propio, nacido y desarrollado en nuestra tierra, con nuestra gente. La Toltequidad, nahualismo o brujería (como la llama Don Juan), requiere que los seres humanos cambien sus ideas de sí mismos y del mundo; que se convienen en: "guerreros", seres capaces de la máxima disciplina y control sobre sí mismos, para llevar así una vida de impecabilidad, de fuerza interna, de ecuanimidad, de desapego. Actuando responsablemente cada acto; con conciencia, sobriedad y aplomo, manteniendo un sentido de "intento inflexible" en su objetivo, sin prisas, sin angustias de ganar o perder, sin esperar recompensas... para llegar al CONOCIMIENTO SILENCIOSO.

Don Juan y sus enseñanzas nos proponen una vieja fórmula que crearon nuestros sabios abuelos hace miles de años y que hoy, ante el fracaso del proyecto civilizatorio de occidente, se nos presenta vital en los albores del tercer milenio.

GUILLERMO MARÍN
Oaxaca, primavera de 1996.


Tomado del libro PARA LEER A CARLOS CASTANEDA