miércoles, 30 de julio de 2008

LAS EMANACIONES DEL ÁGUILA ( * )


La relación del Sol, (como fuerza creadora) con las aves, es común en algunas culturas de origen autónomo, no sólo en Anáhuac; el águila, el cóndor, el halcón, son representación del Sol. Los aztecas se asumieron como el pueblo del Sol, pueblo bárbaro que fue la última inmigración del norte que llegó en estado salvaje al Valle del Anáhuac para fundar Tenochtitlán hacia el año 1325 d.C. El mundo cultural de los habitantes del Anáhuac se encontraba en decadencia a partir de los vestigios culturales de los toltecas, que habían desaparecido aproximadamente en el año 850 d.C.; los aztecas y, fundamentalmente, Tlacaélel[1], "refuncionalización" el pensamiento tolteca, que era eminentemente espiritual, para crear una ideología místico-guerrera que ponderaba a la materia sobre el espíritu (Pensamiento y religión en el México antiguo, pág.- 25)-

“Los aztecas figuran entre las tribus de cazadores. Llegan al altiplano después de penosas peregrinaciones en las cuales algunos episodios, al mismo tiempo que aclaran su condición arcaica, señalan con fuerza el carácter ya específicamente guerrero de los futuros fundadores de Tenochtitlán…
los aztecas no conocían más que las leyes arcaicas de la brujeríahasta que tomaron contacto con las creaciones religiosas del Altiplano, creencias que ellos adoptaron inmediatamente a su mentalidad rudimentaria…
Llegados tardíamente al Valle de México (los aztecas), de inmediato se poenen a luchar por la tierra y la supremacía política con las tribus que, por haber adoptado yaq costumbres más civilizadas se dejan sorprender por la brutalidad de los recién venidos…” Séjunetté

En el antiguo pensamiento tolteca el Sol era el creador de todo pero, al mismo tiempo, necesitaba de la energía espiritual que los hombres producían a través de su conciencia de ser. El Calmécatl[2] capacitaba a aquellos seres humanos, hombres y mujeres, que seguirían la doctrina de la Toltequidad y, de ser iniciados, pasaban a ser Guerreros Jaguares o Águilas; es decir, guerreros que emprendían la guerra más importante que un hombre puede realizar: la Guerra Florida, que tenía como punto culminante hacer florecer a su corazón.

Los aztecas tomaron la forma de este antiquísimo conocimiento, pero cambiaron el fondo. Ya no fue Quetzalcóatl la figura más importante sino Huitzilopochtli. Los aztecas se asumieron como los sostenedores del moribundo quinto Sol[3] y le inyectaron vitalidad a este nuevo proceso en el que la materia cobraba supremacía sobre el espíritu. Así, al Calmécatl sólo ingresaban los hijos de los nobles, y en él, se enseñaba el arte de la guerra; dejó, por tanto, de tener un sentido simbólico, místico y espiritual. El imperio hacía guerras que también llamaron Floridas, pero su principal objetivo era la dominación política, económica y militar de los pueblos vencidos. En estas guerras se trataba de apresar vivos a sus enemigos para ser llevados a Tenochtitlán y sacrificarlos al Sol, sacándoles el corazón y ofreciéndoselo al Águila por alimento.

Los sacrificios humanos que realizaban los aztecas estaban, en principio, dirigidos a alimentar al Sol-Águila. En los monolitos que hoy se conocen y que eran utilizados para tal efecto, abundan las representaciones del Águila solar. Al recipiente donde se colocaba el corazón del sacrificado se le llamaba "el recipiente del Águila”.

Aquí es importante señalar un gran error histórico: nada tiene que ver los sacrificios humanos de los aztecas a través de sus Guerras Floridas y las Guerras Floridas de los toltecas y la Toltecáyotl o Toltequidad, donde el sacrificio era la purificación del ser para llegar a la iluminación o conciencia total.

Puede ser que quien ha trabajado con mayor sensibilidad este proceso de la historia del México antiguo haya sido la maestra Laurette Séjourné en su bellísima obra “Pensamiento y religión en el México antiguo”.

Según Don Juan, lo que constituye “el mundo" son las emanaciones del “Águila”; los antiguos videntes, a través de las plantas de poder y de cientos de años de experimentos y fracasos lograron “ver” la fuerza que es el origen de todo. A esta fuerza le llamaron “el Águila” porque, al vislumbrarla brevemente, le encontraron parecido a un águila blanca y negra de tamaño infinito. Pero ni es un águila ni se parece a ella; es sólo una forma de humanizar o conceptualizar algo que es imposible de describir.

Los antiguos videntes también descubrieron que, debido a nuestra conciencia de ser, creemos que nos rodea un mundo de objetos, pero que en realidad son las emanaciones del Águila, fluidas, en movimiento, inalterables, eternas. El Águila otorga la conciencia de ser para que la desarrollemos y acrecentemos a través de nuestra vida pero, al final de ella, nuestra conciencia de ser es devorada o absorbida por el Águila (la fuerza, el infinito, lo total). Para los antiguos videntes la razón de la existencia de los seres humanos entre otros seres vivos es desarrollar y acrecentar la conciencia de ser, y esta energía que produce la conciencia de ser, es requerida por el Águila.

Este descubrimiento de los toltecas resulta demoledor para el ego de la cultura occidental, que afirma que el ser humano es la cúspide de la creación, el depredador de depredadores. Los toltecas lograron “ver” que los seres humanos y lo que los rodea hasta el infinito, esta constituido de pequeñas partículas de luz que tienen conciencia de ser. Lo que separa a los filamentos de luz que componen al ser humano de los filamentos que le rodean es una debil membrana que se forma por “la conciencia de ser”.

La vida del ser humano y de todos los seres vivos, tiene como objetivo acrecentar esa conciencia de ser, para que sea finalmente consumida por el Águila. Los seres humanos somos en consecuencia “el alimento del Águila”. Esta verdad, resulta una revelación muy fuerte para quienes han vivido en la creencia de que el ser humano es la cúspide de la evolución.

Pero finalmente, como dice Don Juan, no existen ni Águila ni emanaciones, sino algo que ningún ser vivo puede comprender. Sin embargo, el Águila y las emanaciones son algo tan real para los toltecas y la Toltequidad como para uno lo puede ser el tiempo o la fuerza de la gravedad para un ser humano moderno.

Recibir el “Don del Águila” es la meta final de los videntes; es la libertad total o la conciencia total.

“-La primera verdad acerca del estar consciente de ser, como ya te lo dije -comenzó-, es que el mundo que nos rodea no es en realidad como pensamos que es. Pensamos que es un mundo de objetos y no lo es...
-La primera verdad dice que el mundo es tal como parece y sin embargo no lo es -prosiguió-. No es tan sólido y real como nuestra percepción nos ha llevado a creer, pero tampoco es un espejismo. El mundo no es una ilusión, como se ha dicho que es; es real por una parte, e irreal por la otra...
Explicó que uno de los legados más dramáticos de los antiguos videntes era el descubrimiento de que los seres vivientes existen solamente para acrecentar la conciencia de ser. Don Juan lo llamó un descubrimiento colosal...
Ellos vieron que es el Águila quien otorga la concien­cia de ser. El Águila crea seres conscientes a fin de que vivan y enriquezcan la conciencia que les da con la vida. También vieron que es el Águila quien devora esa misma conciencia de ser, enriquecida por las experiencias de la vida, después de hacer que los seres conscientes se despojen de ella, en el momento de la muerte...
-En nuestro caso, como seres humanos -dijo don Juan- nosotros utilizamos esas emanaciones y las inter­pretamos como la realidad. Pero lo que el hombre capta es una parte tan pequeña de las emanaciones del Águila que resulta ridículo dar tanto crédito a nuestras percep­ciones, y sin embargo no es posible pasarlas por alto. Llegar a entender esto, que parece tan simple, les costó inmensidades a los nuevos videntes...” C.C.


[1] El Cihuacoátl mexica que hizo las reformas a la antigua tradición tolteca de carácter espiritual. Tlacaélel cambió el sentido místico espiritual tolteca por el sentido materialista-guerrero que llevó a los sacrificios humanos.
[2] Escuela de altos estudios del Anáhuac.
[3] En el Anáhuac se habían vivido cuatro soles o eras anteriores. Se vivía los últimos tiempos del Quinto Sol.


Tomado del libro PARA LEER A CARLOS CASTANEDA

martes, 29 de julio de 2008

LA MUERTE DE NAGUAL CASTANEDA o el polvo en el camino.


Recientemente se ha publicado en todo el mundo que el 27 de abril (1998) pasado murió en California E.U., el antropólogo Carlos Castaneda de un cáncer de hígado. Como al antropólogo y escritor fue muy discreto en su vida y jamás se dejó fotografiar o gravar a pesar de que se han tirado más de 30 millones de ejemplares de sus 10 libros en varios idiomas, manteniendo su vida en el misterio más absoluto, por lo cual se entiende que de esta manera también murió. "La libertad ilimitada de ser un desconocido".

Quienes conocemos la obra de Castaneda creemos que esta "versión oficial" de su muerte, es uno más de los ardides que ha sabido usar el Nagual para pasar inadvertido en medio de una multitud. Lo cierto probablemente, es que Castaneda ha dejado de existir como "Best Seller" y punto.
El Nagual Castaneda murió para el mundo profano aquella tarde en la que saltó desde un inmenso acantilado en la Sierra Norte de Oaxaca. Castaneda lo describe al final de sus Relatos de Poder (1974).

"Cruzamos el estrecho valle y trepamos a las montañas del lado este. Al pardear la tarde nos detuvimos por ,fin en una meseta plana y yerma que miraba un valle alto hacia el sur La vegetación había cambiado drásticamente. En todo el derredor había montañas redondas y erosionadas. La tierra del valle y las laderas estaba parcelada y cultivada, pero aun así toda la escena me sugería esterilidad.
El sol ya delineaba sobre el horizonte del suroeste. Don Juan y don Genaro nos llamaron al borde norte de la meseta. Desde este punto, el panorama era sublime. Había interminables valles y montañas hacia el norte, y una cordillera de altas sierras hacia el oeste. El sol reflejado en las distantes montañas hacia el norte las hacia parecer anaranjadas, del color de los bancos de nubes hacia occidente. Pese a su belleza, el paisaje era triste y solitario".
"-El crepúsculo es la raja entre los dos mundos -dijo don Juan-. Es la puerta a lo desconocido.
Esta es la planicie frente a la puerta.
Señaló entonces el filo norte de la meseta.
-Allí está la puerta. Más allá hay un abismo, y más allá de ese abismo está lo desconocido.
"Ahora nosotros seremos otra vez polvo en el camino
-dijo don Genaro-. Tal vez algún día otra vez vuelva a entrar en tus ojos.
Don Juan y don Genaro retrocedieron y parecieron perderse en la oscuridad. Pablito me tomó del antebrazo y nos dijimos adiós Entonces un extraño impulso, una fuerza, me hizo correr con él hacia el filo norte de la meseta. Sentí que su brazo me sostenía cuando saltamos, y luego quedé solo". C.C.

De esta manera, al arrojarse desde un acantilado, se despidió Castaneda de este mundo para iniciar su Viaje a Ixtlán, su viaje sin retorno al conocimiento para fundirse en el infinito. Ha sido un viaje muy largo, en el que ha estado casi solo, rodeado únicamente de un reducido grupo y frente a una inmensa responsabilidad. En efecto, el poder ha encomendado la tarea de divulgar los conocimientos del México Antiguo y tal vez, crea un nuevo linaje de conocimientos.

Después de ese extraordinario e ilógico acto, nada es igual en la vida, pues “nadie” se arroja a un abismo con la certeza de que se desintegrará y se convertirá en energía, que subirá y bajará como un a bola de fuego en la montaña. Después de este increíble hecho, Castaneda aparecerá en Los Angeles, California y regresará tiempo después a la Sierra Norte de Oaxaca a preguntarle a Pablito, qué fue lo que sucedió aquella noche en el Cerro de las Cenizas. A partir de ahí, Castaneda inicia su largo y solitario Viaje a Ixtlán, su viaje a lo inconmensurable.

“Lo que Genaro te dijo es su historia es precisamente eso . Genaro dejó su pasión por Ixtlán: su casa, su gente, todas las cosas que le importaban. Y ahora vaga al acaso por aquí y por allá cargando de sus sentimientos; y a veces, como dice, está a punto de llegar a Ixtlán. Todos nosotros tenemos eso en común”. (Viaje a Ixtlán. 1972).

Castaneda fue el discípulo de un “Hombre de Conocimiento”, un tolteca heredero de la sabiduría, conocimientos y Filosofía (Toltecáyotl) con lo que se forjó el milagro deslumbrante de la civilización del Anáhuac o México antiguo, a lo largo de más de 7 mil 500, aunque Don Juan Matus sostiene que su conocimiento tiene más de 10 mil años en el Anáhuac. El conocimiento que engendró toda esta maravillosa evolución humana, tan importante como la de China o la de la India, ha sido tercamente negado por los invasores, desde 1521 hasta nuestros días. Los Antiguos Mexicanos para los "especialistas” y público en general, sólo alcanzaron a tener una sanguinaria religión politeísta y a hacer monumentales "centros ceremoniales" para adorar “al sol, al agua y al viento" y no para desarrollar un decantado y sofisticado conjunto de saberes misteriosos acerca de la esencia luminosa del ser humano, conocimientos tal vez más avanzados que los que hoy posee la cultura Occidental.

Los toltecas de ayer y de hoy, buscan la trascendencia de la existencia a partir de un cuerpo energético, buscan en síntesis, lo que han buscado todos los pueblos sabios del mundo... la luz del infinito.

Las enseñanzas de Don Juan fueron un ardid o un medio, para llegar a la esencia del conocimiento. En efecto, todos los 9 libros que Castaneda escribió sobre las enseñanzas de su maestro don Juan Matus son ¡un engaño! En tanto no enseñan lo esencial. Parece cómico pero así es. Los que "estudiamos" cada uno de sus libros durante muchos años, jamás supimos que los constantes “estirones" que se daba Don Juan, eran los famosos "Pases mágicos", y como Castaneda no tenía el poder personal suficiente para entenderlos, menos lo tendríamos sus lectores. De modo que hasta que aparece la "Tensegridad", comprendemos que el ser humano es un huevo luminoso y que posee dentro de ese huevo toda nuestra energía y que requiere "removerla' de espacios donde se han ido acumulando y neutralizando, para poderla utilizar en intentar el logro supremo de la Toltecáyotl.

Castaneda fue un Nagual de tres puntas y no de cuatro, lo que obligó a don Juan a cambiar de último momento el "arreglo" con su grupo y el propio destino de Castaneda. Efectivamente, Castaneda termina un ciclo e inicia otro nuevo, en la milenaria sabiduría.

La Toltecáyotl deja el mundo subterráneo y clandestino en el que se movió y evolucionó por siglos y aparecen a través de libros al alcance de cualquier persona que tenga un poquito de poder personal. Muchos nos perdimos y hasta nos hicimos viejos en "la onda de don Juan", muy pocos entendieron con su cuerpo que el "conocimiento" no está en las drogas, ni en los libros y en la razón, ni en las técnicas, sino en la energía que esta dentro de uno mismo. Pocos entendieron que la razón y el cuerpo físico y su entorno, son tan sólo un medio (muy valioso) para desarrollar el cuerpo energético y llegar a la luz.

Es difícil hablar de esto, sobre todo cuando no se puede pronunciar lo innombrable y como en mi caso, que no se cuenta con la energía suficiente. En torno a Castaneda están los "azotericos" (los que se azotan) y los "drogos", pero el desafío esta en puerta. Pronto viviremos cambios dramáticos que requerirán guerreros del espíritu para trascender tamaños desafíos.

Castaneda ha cumplido su tiempo humano entre nosotros. A "muerto el escritor"... ¡Viva el escritor! Ahora su nombre cabalga en la épica de este final de siglo y los conocimientos que transmitió y el nuevo ciclo que inició están en el aire. Qué harán sus discípulos con la Tensegridad, aparecerán otras formas del antiguo conocimiento del México Antiguo, regresará la Serpiente Emplumada o todo habrá sido una soberbia tomada de pelo de un impecable impostor?. Si esto es así, estaremos frente a uno de los escritores más creativos de este siglo que termina, pues no sólo inventar al "personaje" de Don Juan, sino entretejer una muy cuidadosa y casi perfecta forma de inventar la vida y el mundo del México antiguo.

Don Juan le enseñó a Castaneda a "tener que creer" y a vivir como guerrero. Lo cierto es que Castaneda como Don Juan y Don Genaro, ahora se han vuelto polvo en el camino.
( * ) Tomado del libro PARA LEER A CARLOS CASTANEDA

www.toltecayotl.org

viernes, 25 de julio de 2008

LA MUERTE COMO UNA CONSEJERA ( * )


Para las culturas del Anáhuac, la dualidad MUERTE-VIDA VIDA-MUERTE, forma una unidad; no podemos llegar a tener conciencia de la vida si no tenemos conciencia de la muerte. Don Juan le trata de enseñar a Castaneda que la única "compañera" sabia que tenemos en la vida es, precisamente, la muerte, quien no nos dejará "aferrarnos" a nada, ya sean personas, objetos o sentimientos.

Cuando un aprendiz ha tomado la decisión de seguir el camino del guerrero, debe hacerse responsable de esta decisión entendiendo que no le queda tiempo para fanfarronear, ni para lamentarse, ni para equivocarse. El aprendiz sabe que es un "cazador" de poder o conocimientos, pero que el cazador será también cazado por la muerte. Don Juan le dice que cuando se sienta mal, cuando todo se le venga abajo, el guerrero deberá preguntarle a la muerte si todo eso es cierto. La muerte le dirá que nada de eso es cierto, la muerte le dirá "todavía no te he tocado".

“-Sí -dijo con suavidad, tras una larga pausa-. Uno de los dos aquí tiene que cambiar, y aprisa. Uno de nosotros tiene que aprender de nuevo que la muerte es el cazador, y que siempre está a la izquierda. Uno de nosotros tiene que pedir consejo a la muerte y dejar la pinche mezquindad de los hombres que viven sus vidas como si la muerte nunca los fuera a tocar.”Carlos Castaneda. Viaje a Ixtlán. FCE


( * ) Tomado del libro PARA LEER A CARLOS CASTANEDA

miércoles, 23 de julio de 2008

EL SECRETO DE LOS SERES LUMINOSOS ( * )


Según Don Juan, suspender el diálogo interno (detener nuestras ideas de cómo es el mundo y cómo somos nosotros) es la clave de la "brujería".

Desde que nacimos nos han dicho que el mundo es una serie de ideas y nosotros, a su vez, en este descomunal esfuerzo de nuestra razón, hemos desarrollado una idea de nosotros mismos, que la alimentamos a cada momento, gastando la mayor parte de nuestra energía. Los seres humanos "realmente" no somos materiales (sólidos), estamos constituidos por átomos y los átomos ¡son cargas energéticas! Así pues, hablando científicamente, los hombres y el mundo estamos constituidos por cargas energéticas.

La primera "brujería" del hombre común es hacer, de ese mundo de cargas energéticas, un mundo de objetos sólidos y esto se consigue a través de un gran esfuerzo que realiza la razón por medio de un inmenso gasto de energía. A esta magna obra le llamamos “ser razonable” y nos lleva casi 20 años. Cuando nacemos no tenemos el dominio de ese mundo de la razón y, a través del tiempo, con la ayuda de nuestros maestros, lo vamos logrando.

A esta "primera brujería" los toltecas le llamaron “el primer anillo de poder". Sin embargo, los seres humanos, además de ser cargas de energía somos perceptores y, al mismo tiempo, generadores de energía, que eso es lo verdadera mente trascendente. Por lo mismo, los seres humanos somos seres luminosos, pedacitos de Sol que poseemos otro "anillo de poder" que nunca usamos. Ese otro anillo tiene que ver con lo que Don Juan llama “voluntad", y ese segundo anillo es usado por la Toltequidad para llegar a la "libertad total".

Don Juan siempre tuvo engañado a Castaneda haciéndolo creer que lo más importante era el lado izquierdo (nagual, la "otra realidad"), pero es tan importante el lado derecho (tonal, mundo ordinario) como el lado izquierdo del conocimiento. Ambos son complementarios e insustituibles. Aún el más impecable nagual necesita la base del tonal para poder actuar.

Uno de los riesgos más fáciles en que se puede caer, en el conocimiento de la Toltequidad, es suponer que el desafío se encuentra en "extraños mundos", en concepciones mesiánicas, en un mundo esotérico o en bosques o desiertos. Nada más equivocado que eso.

La Toltequidad o "brujería" plantea la impecabilidad de nuestros actos y sentimientos en el mundo real y cotidiano. No puede existir avance real en el camino del conocimiento si no se tiene dominio de sí mismo y del mundo cotidiano.

“Me tocó la cabeza y dijo que ése era el centro de "la razón” y "el habla". La punta de mi esternón era él centro de "el sentir". La zona debajo del ombligo era "la voluntad". "El soñar" estaba en el lado dere­cho, contra las costillas. "El ver" en el izquierdo…
‑Digo que todos somos seres sin principio ni fin, luminosos y sin límites…
Somos perceptores. Nos damos cuenta; no somos objetos; no tenemos solidez. No tenemos límites. El mundo de los objetos y la solidez es una manera de hacer nuestro paso por la tie­rra más conveniente. Es sólo una descripción creada para ayudarnos. Nosotros, o mejor dicho nuestra ra­zón, olvida que la descripción es solamente una des­cripción y así atrapamos la totalidad de nosotros mis­mos en un círculo vicioso del que rara vez salimos en vida…
"Nosotros, los seres luminosos, nacemos con dos ani­llos de poder, pero sólo usamos uno para crear el mundo. Ese anillo, que se engancha al muy poco tiempo que nacemos, es la razón, y su compañera es el habla. Entre las dos urden y mantienen el mundo.
"Así pues, en esencia, el mundo que tu razón quie­re sostener es el mundo creado por una descripción y sus reglas dogmáticas e inviolables, que la razón aprende a aceptar y defender,
"El secreto de los seres luminosos es que tienen otro anillo de poder que nunca se usa, la voluntad. El truco del brujo es el mismo truco del hombre común. Ambos tienen una descripción: uno, el hombre co­mún, la sostiene con su razón; el otro, el brujo, la sostiene con su voluntad. Ambas descripciones tienen sus regias y las reglas se perciben, pero la ventaja del brujo es que la voluntad abarca más que la razón...” Carlos Castaneda. Realtos de Poder.


( * ) Tomado de PARA LEER A CARLOS CASTANEDA

martes, 22 de julio de 2008

EL DON DEL ÁGUILA ( * )


La historia oficial del “México Prehispánico[1]” se elabora en base a los estudios e investigaciones "científicas" a partir, fundamentalmente, de la Cultura Mexica, tomando como “datos fidedignos” lo que escribieron, producto de sus personales interpretaciones, los conquistadores, los cronistas, los frailes y algunos indígenas que se occidentalizaron inmediatamente después de la Conquista.

Las raíces del México antiguo se pierden en el tiempo. Francisco Javier Clavijero, en su “Historia antigua de México”, señala que es casi imposible conocer los orígenes de los pueblos del Anáhuac, (note el lector, como en el pasado reciente a la conquista, se conocía lo que es el territorio nacional con el nombre de Anáhuac). "La historia de la primitiva población de Anáhuac es tan oscura y está tan alterada con tantas fábulas (como las de los demás pueblos del mundo) que es imposible atinar con la verdad [...) Varios de nuestros historiadores que han querido penetrar este caos, guiados por la débil luz de las conjeturas, de fútiles combinaciones y de pinturas sospechosas, se han perdido entre las tinieblas de la antigüedad y se han visto precisados a adoptar narraciones pueriles e insubsistentes." (Vol. 1, PP. 173).

La tradición oral describe a los toltecas no como cultura sino como hombres de conocimiento, como sabios y generadores del conocimiento. Su gran maestro fue Quetzalcóatl y el común del México antiguo, el centro de donde partió la Toltecáyotl, fue la ciudad de Teotihuacan.

Laurette Séjourné, en su espléndido libro “Pensamiento y religión en el México antiguo”, nos dice: "Teotihuacan hunde sus raíces en el universo fragmentado de los tiempos arcaicos, únicamente la visión de la inmensidad del espíritu de la chispa divina que lega y armoniza- pudo engendrar la potencia activa que presidió la fundación de la ciudad construida a la gloria de esa serpiente emplumada que es el hombre consciente. [... 1 Asi, lejos de implicar groseras creencias politeístas, el término Teotihuacan evoca el concepto de la divinidad humana y señala que la Ciudad de los Dioses no era otra que el sitio donde la serpiente aprendía milagrosamente a velar, es decir, donde el individuo alcanzaba la categoría de ser celeste por la elevación interior."

Don Juan se decía heredero cultural de los toltecas y supuestamente nació en Arizona, de ascendencia Yaqui y Yuma. Don Juan dividía la conciencia en tres partes. A la primera porción y más pequeña la llamó "primera atención"; esta conciencia es la "común", la que todos tenemos y en la cual enfrentamos el mundo cotidiano, y está relacionada con la conciencia del cuerpo físico. A la siguiente porción de la conciencia, mucho mayor en tamaño, la llamó la "segunda atención", y es la que percibe el hombre como un capullo luminoso, al mundo como energía, y que nos permite actuar como "seres luminosos". La segunda atención siempre se mantiene en la "trastienda" de nuestra conciencia y sale a través de un trabajo dirigido y disciplinado, o por medio' de un trauma accidental que la puede poner en funcionamiento. La tercera atención, que es la última parte y la mayor en dimensión, es una conciencia de los cuerpos físico y luminoso.

La primera atención fuerza a percibir el mundo de energía como un mundo de ideas y objetos pero, en realidad, somos seres capaces de volvernos conscientes de nuestra luminosidad (segunda atención) y que a través de la Toltequidad se podía intentar penetrar en la tercera atención. De hecho todos los hombres antes de morir se "llenan" de su totalidad, para inmediatamente entrar en la tercera atención para ser "devorados por el Águila".

La Toltequidad propone, a través de sus enseñanzas, llegar a la totalidad de uno mismo y, antes de morir, pasar a "voluntad" en la tercera atención, pero sin perder la conciencia de uno mismo (sin ser devorados por el Águila, recibiendo el don del Águila).

Es importante señalar que Don Juan le dice a Castaneda que el origen y fin de toda la Toltequidad o brujería radica en el cuerpo humano. Para ello, al cuerpo lo divide en dos partes: el tonal o parte derecha, que contiene todo lo que la razón o intelecto es capaz de crear o concebir. El lado izquierdo, o nagual, es lo indescriptible, algo inexplicable con palabras; si acaso "comprendido", si ello implica la capacidad que tiene todo el cuerpo para saber.

Don Juan dice que el movimiento que realiza un aprendiz entre el lado derecho y el izquierdo le permite comprender que el lado derecho es lento y gasta mucha energía en la continuidad de la vida; mientras que el lado izquierdo es inherente a la economía de energía y a la velocidad. Precisamente a la habilidad de percibir todo en un instante y de una sola vez Don Juan le llama INTENSIDAD.

En este libro se aclara lo que ya se venía sintiendo desde “El segundo anillo de poder”: Carlos Castaneda no se acoplaba perfectamente con su camada. Don Juan no se había percatado de que Castaneda sólo tenía tres compartimientos en vez de los cuatro que debía tener en su cuerpo luminoso, por lo que se convertía en un "nagual de tres puntas" para el que la regla normal no se aplicaba, y además existían dos ensoñadoras del norte en el grupo ("la gorda" y Rosa).

Cada grupo o ciclo que conoce la regla está compuesto de 17 personas como número mínimo; ocho guerreras (4 acechadoras y 4 ensoñadoras), cuatro guerreros y cuatro propios, y la mujer nagual.

El grupo de Don Juan estaba constituido por Cecilia, Della, Teresa y Emilito; Vicente Medrano, Hermelinda, Carmela, Juan Tuna, Zuleica, Zoila, Silvio Manuel, Mrtha, Nélida, Florinda y Genaro.

El grupo de Carlos Castaneda hasta ahora (por lo menos en los libros) consta de: Soledad, María Elena ("la gorda"), Lidia, Rosa, Josefina, Eligio, Benigno, Néstor, Pablito y la mujer nagual (Carol).

En este libro Castaneda describe 7 principios y 3 reglas de los acechadores, los cuales son los siguientes:
1. Elegir el campo de batalla.
2. Eliminar todo lo innecesario.
3. El guerrero debe estar dispuesto en cualquier momento a entrar en batalla (pero no a lo loco).
4. El guerrero debe descansar, olvidarse de sí mismo y no tener miedo.
5. El guerrero no puede dejarse ir con la corriente; cuando no pueda avanzar, el guerrero debe retirarse momentáneamente y ocuparse en otra cosa.
6. El guerrero debe saber comprimir el tiempo (no puede desperdiciar un instante).
7. El guerrero nunca deja ver su juego y no se pone al frente de nada.

Las tres reglas que nos describe Don Juan son:

1. Todo lo que nos rodea es un misterio insondable.
2. Debemos tratar de descifrar el misterio sin tener la menor esperanza de lograrlo.
3. Consciente del insondable misterio que lo rodea, el guerrero toma un legítimo lugar como un misterio más; por consiguiente, el misterio de ser, no tiene límite.

Don Juan dice que de la aplicación de los 7 principios y de las 3 reglas del acecho, resulta lo siguiente en el guerrero:

1. Nunca se toma en serio, se ríe de sí mismo y como puede hacer el papel de tonto, puede hacer tonto a cualquiera.
2. Nunca tiene prisa, nunca se irrita y tiene una paciencia sin fin.
3. Aprende a tener una capacidad infinita para improvisar.

La REGLA dice:

Que al poder que gobierna el destino de todos los seres vivos del mundo se le conoce
por el “Águila” (Pero no es un águila)
El “Águila se alimenta de las conciencias de todos los seres vivos que después de morir se elevan como luciérnagas para ser "devorados por el Águila".
El “Águila”, para perpetuar la conciencia de los seres vivos, les ha concedido, si así lo desean, la oportunidad de buscar, a través de ella, una apertura que lleve a las conciencias a la libertad; a esto se le llama el "don del Águila". El Águila para tal efecto creó a la mujer y al hombre nagual, seres vivos que en vez de tener dos compartimentos de energía (nagual y tonal) tienen cuatro (dos y dos) y los puso en el mundo para que "vieran", dotándolos de un grupo mínimo para realizar su tarea, compuesto éste de cuatro guerreras acechadoras, tres guerreros y un propio. Este grupo tenía que ser capacitado y desarrollado para cumplir con el objetivo. La primera orden del Águila es que el nagual debe encontrar a cuatro guerreras ensoñadoras. Después se le ordenó encontrar a otros tres propios.
El Águila, para evitar que el "equipo perdiera el camino, se llevó a la mujer nagual al otro mundo", es decir, allá donde debe de cruzar el grupo. La mujer nagual servía al grupo cono guía o faro para la travesía. Finalmente, el nagual y su grupo reciben la orden de "Olvidar" para iniciar una nueva tarea: la de recordarse a sí mismos y al Águila. Se supone que si logran recordarse a sí mismos nuevamente, pueden llegar a la totalidad.
Su última tarea corno grupo en la Tierra, después de recobrar la totalidad de sí mismo, es conseguir un par de seres "dobles" para iniciar otro nuevo ciclo con una mujer nagual y un hombre nagual, proporcionándoles el grupo mínimo para que ellos inicien el nuevo ciclo.
El Águila les ordenó llevarse a la mujer nagual consigo, de este otro nuevo grupo, para que les sirva de guía a sus compañeros de camada.

EL GRUPO DE GUERREROS DEL NAGUAL

NOMBRE TIPO DIRECCIÓN ATRIBUTOS

1° 1. VICENTE MEDRANO GUERRERO ERUDITO ESTE EL ORDEN
2. CARMELA ACECHADORA ESTE EL CORAZÓN
3. HERMELINDA ENSOÑADORA ESTE OPTIMISMO SUAVE
4. JUANA TUNA PROPIO ESTE BRISA CONSTANTE

2° 5. GENARO FLORES GUERRERO DE ACCIÓN NORTE LA FUERZA
6. FLORINDA ACECHADORA NORTE BRUSQUEDAD
7. NELIDA ENSOÑADORA NORTE DIRECTA TENAZ

3° 8. SILVIO MANUEL GUERRERO ORGANIZADOR OESTE SENTIMIENTO
9. ZOILA ACECHADORA OESTE INTROSPECTIVA
10. ZULEICA ENSOÑADORA OESTE REMORDIMIENTOS
11. MARTHA AYUDANTE OESTE ASTUTA TAIMADA

4° 12. JUAN MATUS NAGUAL SUR CRECIMIENTO
13. CECILIA ENSOÑADORA SUR NUTRE BULLANGUERA
14. DELIA ACECHADORA SUR TÍMIDA
15. EMILITO PROPIO SUR ANIMADO
16. TERESA AYUDANTE SUR EL VIENTO CALIENTE
17. OLINDA LA MUJER NAGUAL

“Las acechadoras son las que enfrentan los embates del mundo cotidiano. Son las administradoras de negocios, las que tratan con la gente. Todo lo que tiene que ver con el mundo de los asuntos ordinarios pasa por sus manos. Las acechadoras son las practicantes del desatino controlado, así como las ensoñadoras son las practicantes del ensueño. En otras palabras, el desatino controlado es la base del acechar, y los ensueños son las bases del ensoñar. Don Juan decía que, hablando en términos generales, el logro más importante de un guerrero en la segunda atención es ensoñar, y en la primera atención el logro más grande es acechar…


Don Juan decía que su benefactor había sido muy meticulo­so con cada uno de sus guerreros al adiestrarlos en el arte de acechar. Utilizó toda clase de estratagemas a fin de crear un contrapunto entre los dictados de la regla y la conducta de los guerreros en el mundo cotidiano. Creía que ésa era la me­jor forma de convencerlos de que la única manera que disponen para tratar con el medio social es en términos del desatino controlado…


Don Juan decía que el impulso con el cual su benefactor llevaba a cabo sus estratagemas se originaba en su certeza de que el Águila era real y final, y en su certeza de que lo que la gente hace es un desatino absoluto. Esas dos convicciones daban origen al desatino controlado, que el benefactor de don Juan describía como el único puente que existe entre la insensatez de la gente y la finalidad de los dictados del Águila…” C.C.


[1] Note como la cultura dominante colonizadora se refiere a una de las seis civilizaciones más antiguas del mundo, como es la del Anáhuac, con la referencia al conquistador, es decir, -ellos antes de nosotros- “pre-hispánico” y no la nombra con su nombre original,

( * ) Tomado del Libro PARA LEER A CARLOS CASTANEDA

www.toltecayotl.org

viernes, 18 de julio de 2008

LOS CRIOLLOS ANTE LA HISTORIA


Los españoles llegaron al continente en 1492 en búsqueda de una ruta comercial a la India, financiados fundamentalmente por los mercaderes a quienes les “urgía” seguir lucrando con el Oriente, ya que los turcos habían tomado Constantinopla he impedían el paso de las caravanas comerciales.


“Descubierta” América se inició la invasión, legalizada a través de una Bula Papal, donde los españoles y portugueses se dividieron el continente ahora llamado Americano. El permiso que les otorgó el Vaticano consistía en ganar tierras y riquezas para la corona española y almas para la Santa Fe Católica.


Sin que los habitantes de estas tierras les hubieran hecho nada, los españoles, que en su mayoría eran gente pobre e ignorante de la España medieval, venían con una sed de sangre y codicia a “rescatar oro”, que no es más que robar y luego “pacificar”, es decir exterminar a los pueblos agredidos. Desde luego que, otorgando el 20 % de lo robado a la corona española, quien llamó a este impuesto de rapiña, el “Quinto Real” o sea, una quinta parte de lo saqueado, era para los reinos de Castilla y Aragón, sin que estos “invirtieran” ni dinero, ni hombres, ni armas o naves, sólo por la “concesión” se llevaba una buena tajada de león. Es por ello que los mercaderes, la baja nobleza empobrecida y la chusma de la España medieval, cayó sin tregua y medida, como una diabólica plaga, sobre los pueblos y culturas milenarias del Anáhuac (México y parte de Centro América) y el Tiguantainsuyo (la zona de los Andes).


Hernán Cortés llegó a México en 1519, venía prófugo de Cuba, pues su gobernador se enteró que lo pensaba traicionar y lo mandó tomar preso, ya que de la concesión para “rescatar oro” que había conseguido en la corte española obligaba a Cortés a darle un buen porcentaje de lo robado, toda vez que se la había subconcesionado al extremeño. Cortés partió una semana antes de lo previsto y la orden de detención llegó cuando él había levado anclas rumbo a Yucatán.
La conquista fue más que violenta, fue inhumana y genocida. La ambición del oro y el poder hicieron que los conquistadores perdieran toda medida y que escribieran páginas horribles y dolorosas de la especie humana. La injusticia y la barbarie produjeron matanzas como la del Templo Mayor, Cholula y muchas más que la “historia oficial”, nuca ha querido registrar. Asesinatos injustos como los de Cuahutémoc o Tupac Amaru, violación sistemática de las mujeres, comenzando con las esposas e hijas de la nobleza indígena, que cayeron en manos perversas de asesinos y delincuentes, o el asesinato de sus sacerdotes y maestros, además de la destrucción de sus templos y edificios.


A sangre y fuego los conquistadores se apoderaron de tierras y pueblos que no eran de ellos y nada les habían hecho, pero en menos de 30 años lograron establecer el Virreinato de la Nueva España.


Fue entonces que empezaron a llegar los colonizadores españoles. Gente pobre y sin posibilidades que huyendo de la miseria se venían a “hacer la América”, con el sueño de regresar ricos a sus tierras natales, la Nueva España jamás fue, para los colonizadores un fin, sólo un medio, a diferencia de los pioneros ingleses que se vinieron con sus familias.


Las leyes, las Autoridades y las Instituciones que implantó la corona española en América, no fueron las que regían en España y desde luego que contemplaban a los indígenas, primero como animales y después como vencidos de guerra, sin ningún derechos más que el de recibir la nueva religión como pago por el despojo y la explotación. Las Leyes, Autoridades e Instituciones españolas en América no tenían el propósito de alentar el desarrollo y bienestar de los pueblos indígenas. Por el contrario, sólo regulaba las relaciones entre los españoles y la explotación de los indios y sus recursos naturales.


Durante tres siglos los españoles explotaron implacablemente a los pueblos indios y depredaron sus recursos naturales sin ninguna restricción. En los primeros 100 años de la colonia, los españoles exterminaron entre 20 y 25 millones de personas, a través de cuchillo, trabajos forzados y fundamentalmente, con enfermedades que los diezmaron, dejándolos escasamente en un millón, México no volvió a tener ese número de personas hasta la década de 1940.


Las minas, las encomiendas, los bosques, la grana cochinilla y las haciendas, produjeron gracias a la explotación de los indios, inmensas ganancias. Verdaderos emporios de riqueza se empezaron a dar en todo lo que hoy conforma el territorio nacional.


El Virreinato a pesar de estar mal administrado y existir mucha corrupción entre los propios españoles, logró aportar una formidable riqueza a España durante trescientos años.
Esto se logró gracias a un férreo sistema de castas, donde los españoles nacidos en España (gachupines), tenían todo el control de la colonia, pues los españoles nacidos en América (criollos), eran considerados “de segunda clase” y no podían acceder a los altos puestos en el gobierno, el clero y el ejército, de esta manera se mantenía el poder colonial.


En este sistema de castas existían dos grandes divisiones: los gachupines y los criollos por una parte, pues a fin de cuentas eran hermanos, parientes y paisanos, lo único que los diferenciaba es que unos no habían nacido en España y por ello, no accedían a los altos cargos de la colonia. El otro gran grupo fue el integrado por los mestizos, negros e indios, donde los primeros eran los que trabajaban en puestos medios como mayordomos, capataces u hombres de confianza de los gachupines y los criollos, y por supuesto los indios que no tenían absolutamente, ningún derecho. Eran la mano de obra esclava, los vencidos, los hijos del demonio, los despreciados.


Sin embargo, al interior de la sociedad novohispana se empezó a gestar un gran resentimiento entre los criollos en contra de sus parientes ricos, los envidados gachupines.
Los criollos siempre fueron ambiciosos y resentidos. Por una parte eran rechazados por los gachupines y ellos a su vez, rechazaban a los mestizos y a los indios. El ser rechazados por su Cultura Madre Ibérica, los mantenía en un permanente estado de frustración. Siempre gozaron de las riquezas de sus parientes nacidos en España, pero nunca pudieron generar la riqueza con el ímpetu de ellos. Eso, desde los primeros años de la colonia los hizo “impotentes” y frustrados. Siempre agachando la cabeza y maldiciendo por debajo a sus parientes ricos y poderosos.


Sin embargo a principios del siglo XIX, cuando España estaba invadida por las tropas de Napoleón Bonaparte y los reyes estaban presos en París; a los criollos se les ocurrió derrocar a los gachupines, quienes al estar preso el rey, resultaba que ellos en América no tenían a quien rendir cuentas.


Esta traición venía siendo acariciada desde finales del siglo XVIII, la ambición y voracidad de los criollos eran tan grande, como su misma frustración. La traición más grande de los criollos a sus parientes gachupines, fue usar a los indígenas en contra de ellos para lograr sus perversos fines. Cuando Miguel Hidalgo (criollo) les dice a los indígenas en Dolores, -¡es hora de matar gachupines!- desató la ira y el odio contenido a lo largo de trescientos años de injusticias. El levantar a los indígenas en contra de los gachupines fue un acto de traición a su sangre y a su cultura. El mismo Hidalgo preso en Chihuahua y juzgado por la Santa Inquisición, pidió perdón y se arrepintió de haber provocado la matanza de tantos españoles en el inicio de la Guerra de Independencia y es la razón por la cual, cuando venció a las tropas realistas en la Batalla del Monte de las Cruces, en las goteras de la Ciudad de México, no dio la orden de tomarla y retrocedió al Bajío.


La revuelta criolla tomó otro rumbo cuando los mestizos intervinieron en ella. Fue José María Morelos y Vicente Guerrero (ambos mestizos) los que transformaron una revuelta de criollos, en un verdadero movimiento independentista. Fundamentalmente Morelos dará las bases ideológicas con los “Sentimientos de la Nación” y el Primer Congreso del Anáhuac en Chilpancingo, decretando la derogación de la esclavitud y diseñando una nación libre totalmente de España; pues según los planes de los revoltosos criollos, según ellos, cuando los reyes de España volvieran a gobernar, ellos se reincorporarían a la corona española, habiendo previamente desplazado a los gachupines. Es por ello que Hidalgo en el “Grito de Dolores”, termina su arenga a los indios diciendo “!vivan los reyes de España!”. La guerra de independencia de los criollos, no era en contra de la corona española, sino en contra de sus parientes los gachupines o españoles peninsulares.


La Guerra de Independencia concluyó con la traición de un criollo a los peninsulares. En efecto, después de diez años de guerra y de que Hidalgo, Morelos, Mina y demás precursores de este movimiento estaban muertos y derrotados por las fuerzas reales de la colonia española. Para acabar el último reducto de insurgentes que se refugiaban como guerrilla en las montañas de lo que hoy es el estado de Guerrero, los gachupines armaron un gran ejército para que fuera a las montañas del Sur, a aniquilar a el último vestigio pequeño de la insurrección iniciada en 1810.
Sin embargo, su error no pudo ser más grande que el de poner al frente de ese poderosísimo ejército a un ¡criollo! Fue Agustín de Iturbide, el criollo que traicionó a los gachupines y realizando la primera “concertacesión” con el Abrazo de Acatempan, donde Iturbide acuerda unir fuerzas para que “criollos y mestizos” tomaran la Ciudad de México, con el mismo ejército que los gachupines habían financiado y decretaran la Independencia, previo acuerdo de que Iturbide se proclamaría posteriormente “emperador”.


La siguiente traición de los criollos a los gachupines, fue que entre 1821 y 1828 acordaron expulsar a los gachupines de México a través de Leyes como la del 10 de Mayo de1827, donde el Artículo primero empieza así: “Ningún individuo que sea español por nacimiento podrá ejercer cargo ni empleo alguno de nombramiento de los poderes generales de cualquier ramo de la administración pública, civil y militar...”, o la Ley del 20 de Diciembre del mismo año, donde se instrumenta la definitiva expulsión de los gachupines de México.


Los torpes, ineptos y ambiciosos criollos, al expulsar a los españoles crearán la primera “fuga de capitales” y en segundo lugar, sacan del país que nacía a los generadores de la riqueza. Esta es la verdadera historia de los criollos y este remedo de patria (sólo para ellos) que fundaron a principios del siglo XIX, donde la inmensa masa de indígenas no tenía cabida.


En efecto, para 1821 la cifra de españoles viviendo en México era de aproximadamente diez mil y la población total se calcula en seis millones de personas, la mayoría indígena.
Los criollos jamás, en estos dos siglos de intento de nación, han podido generar la riqueza que sus parientes los gachupines lograron producir. De esta manera comenzaron los “gobiernos de su patria” en la pobreza, pues ya no se producía y no se generaban impuestos y para colmo, se dividieron entre sí en dos bandos: conservadores y liberales, centralistas y federalistas, masones escoceses y masones yorkinos, panistas y priístas, lo que desató un estado de guerra constante durante casi todo el siglo XIX, además que por las guerras fraticidas, fueron invadidos por los franceses y los gringos, perdiendo más de la mitad del territorio que habían heredado de sus parientes los gachupines en la colonia.


Paradójicamente, fueron un indio y un mestizo, los que pudieron cristalizar el anhelado proyecto de nación criolla de 1810. Benito Juárez y Porfirio Díaz lograron consolidar la República (criolla) y entrar al siglo XX.


La victoria de los criollos liberales fue consolidada por los gringos, quienes alentaron y financiaron la revolución de 1910, para desplazar de su “traspatio” a los franceses, ingleses y alemanes, de acuerdo a la Doctrina Monroe, donde “América es sólo para los americanos”. Los criollos liberales en el primer cuarto del siglo XX, crearon una formidable maquinaria política-social-cultural a través del Partido Revolucionario Institucional, que logró institucionalizar su poder y redujo a casi nada a sus enemigos, los criollos conservadores que, desde el Partido de Acción Nacional, se mantuvieron latentes en lo político, ya que como había sucedido con Díaz a finales del siglo XIX, los criollos conservadores se dedicaron más a los negocios y los criollos liberales a la política.


Las políticas desarrollistas impuestas por los gringos, después de la Segunda Guerra en la mitad del siglo XX, alentaron el sueño de la industrialización y la modernidad de los dirigentes. Los criollos, tanto liberales como conservadores, tomados de la mano se embarcaron ciegamente en el proyecto propuesto por los gringos y compraron tecnología contaminante y caduca de industrias productoras de bienes de consumo y no bienes de capital. El dinero fue maléficamente prestado con intereses leoninos, lo que produjo a finales del siglo un endeudamiento descomunal, con su consiguiente pago de sumas exorbitantes de intereses.


A finales del siglo XX, los criollos liberales dejan a un país endeudado, con una altísima carga financiera por el pago de intereses, un sistema de administración pública ineficiente, obeso y sumamente corrupto, con una pérdida total de credibilidad y legalidad del sistema político, así como un país totalmente contaminado. Además de implantar de manera inadecuada la globalización, los criollos liberales, para “salvar su pellejo”, entregan, sin ningún remordimiento y de la manera más cobarde y cínica, al pueblo de México y la riqueza de la nación, al capital financiero supra nacional, para que aplique sus políticas neoliberales sin ninguna compasión a la nación mexicana.


Nuevamente los criollos traicionan a la patria y acuerdan con sus amos foráneos, dejarle el mando a los criollos conservadores que “limpios y puros”, desde la iniciativa privada, salvaran a la nación a partir de hacer eficiente a la administración pública, erradicar la corrupción, implementar políticas empresariales y el marketing, manejando al país como una gran empresa.
En estos doscientos años, los criollos jamás han tomado en cuenta a los indígenas y fundamentalmente, a la civilización originaria, que sigue viva, vigente y vibrante, en el proyecto de “su nación”.


Han logrado desindanizar a muchos indígenas a través de sus políticas indigenistas e integracionistas y fundamentalmente con la televisión y la radio. Han logrado neutralizar a los mestizos, haciéndolos “extranjeros incultos en su propia tierra”, despreciando permanentemente sus raíces indígenas y exaltando la cultura de sus explotadores foráneos. Derrumbando su memoria ancestral de pueblos sabios y dejándolos indefensos en el auto desprecio y autodenigración. Es por ello que, criollos, mestizos e indios desindianizados, están condenados de por vida a ser sólo importadores, consumidores y repetidores de un mundo que jamás podrán construir con ORIGINALIDAD, pues para ellos, la modernidad viene siempre de afuera. Estarán siempre condenados a ser de tercera, subdesarrollados, imitadores, sumisos seres despreciados por sus colonizadores y al mismo tiempo, feroces menospreciadores de lo propio, de su raíz, de su identidad, de su Madre Cultura Indígena. Extranjeros incultos en su propia tierra, eternos viajeros desolados, perdidos en “el laberinto de la soledad”.


Este destino también lo comparten los criollos, que despreciando la cultura originaria que los alimentó y formó, permanentemente la desprecian frente a la cultura occidental, sin embargo, cuando ellos viajan a España o su tierra de origen, sus parientes y paisanos los señalan como “indianos”, pues sin darse cuenta, han absorbido mucho de la cultura que ellos desprecian y ya no pertenecen totalmente a la originaria, (ni de aquí ni de allá).


Los criollos ¿mexicanos? prefieren entregar a “su patria” a los gringos o el capital financiero supra nacional, que reconocer el derecho ancestral que les han negado a los pueblos originarios desde hace 487 años. Es por ello que se unen los criollos conservadores (PAN), con los criollos liberales (PRI), en las cámaras del Poder Legislativo para impedir el reconocimiento legal de la existencia de los pueblos indios y sus consiguientes derechos.
Este país ha sido una creación criolla, donde los indígenas y mestizos, han sido solo “carne de cañón y sangre esclava”.


Los criollos tienen el poder económico, el poder político, y son los científicos, artistas e intelectuales nacionales, bástenos leer sus nombres y conocer sus blasones.
El criollismo no es un fenómeno sanguíneo o racial, sino ideológico y cultural. Existen muchas personas que actúan con esa mentalidad y son mestizos o indígenas mismos. Estos personajes les llaman “los cocos mexicanos”, es decir: - cafés por fuera y blancos por dentro-.
Los mexicanos todos, sentimos que es momento de un gran cambio. Que no podemos seguir como hasta ahora los criollos han gobernado esta nación.


La sociedad mexicana esta despertando, quizás de un sueño, que muchas veces se convirtió en pesadilla. Los Pueblos Indígenas de México dicen un ¡YA BASTA! Que esta sacudiendo todas nuestras anquilosadas estructuras.


Tenemos que poner nuevos cimientos, nuevas bases y principios para crear una sociedad que responda a nuestra milenaria Cultura Madre y este en armonía con la parte de la Cultura Occidental de la que nos hemos apropiado en estos cinco siglos.


En el futuro próximo de nuestra nación, los pueblos indígenas y sus culturas afloraran con una inmensa fuerza tectónica, que derrumbará muchas construcciones colonial que habitan en la mente, la cultura y el corazón de nuestra sociedad criolla.


El futuro de México es su pasado, y los indígenas tomaran el sitio que les corresponde en la historia, y los mestizos, retomaremos la parte perdida, la parte olvidada de nuestra raíz, esencia de lo que hoy somos. México indefectiblemente es y será un país mestizo. La diferencia es que muy pronto los indígenas ocuparan los espacios que les corresponde y los mestizos nos despojaremos del colonialismo mental, espiritual y cultural que padecemos.
En muy pocos años veremos lo increíble.

EL VIAJE A IXTLÁN ( * )

Pie de foto: Tezcatlipoca, el Espejo Humeante
Ésta es una de las metáforas más bellas y poéticas de la obra. Don Juan le enseña a Castaneda que cuando un aprendiz de la Toltequidad inicia el camino hacia el conocimiento (El viaje a Ixtlán), el aprendiz tiene que dejar todo lo que antes conocía y amaba; el viaje a Ixtlán es difícil y solitario, más no desolador. En este viaje no hay lugares familiares, ni gente conocida; está acechado por “fantasmas”, seres humanos con angustias y ansiedades comunes; "fantasmas" que llaman y buscan que el aprendiz pierda el camino a lxtlán.

Don Juan dice que sólo como guerreros se puede sobrevivir en el viaje a Ixtlán. La técnica del “camino del guerrero” fue elaborada por los viejos toltecas para poder transitar en todo su recorrido el camino a Ixtlán. Don Juan dice que el arte del guerrero es, equilibrar el prodigio de ser hombre con el terror de ser hombre. Para sobrevivir en el viaje a Ixtlán se debe ser claro y estar mortalmente seguro de su impecabilidad.

El libro de “Viaje a Ixtlán” es el que recomendamos para iniciar la lectura de la obra de Carlos Castaneda. En él, el autor logra hacer un primer recuento de sus experiencias. Nos transmite las técnicas básicas para el ahorro de energía y al final nos da una idea del camino hacia el conocimiento. Tal vez éste, junto con “Relatos de poder”, sean los libros básicos de la primera parte, en la que el autor escribe al lado de la presencia “física” de Don Juan.

De alguna manera “Viaje a Ixtlán” sienta las bases de lo que serán las enseñanzas de Don Juan, tocándose puntos básicos y objetivos de cómo transitar hacia el conocimiento. Las técnicas que Don Juan le enseña a Castaneda para ahorrar energía nada tienen que ver con las drogas o el uso de artes fantásticas; por el contrario, hablan de actitudes y formas de actuar en el mundo "real y cotidiano”. En ese mundo el aprendiz entablará su batalla. Muchos lectores urbanos de Castaneda han buscado el conocimiento en las montañas, con chamanes y, en algunos casos, por medio de las drogas. Pero Don Juan es muy claro en eso: dice que en el hacer de nuestro mundo, ahí mismo, encontraremos el camino. A fin de cuentas lo que en principio debemos de trabajar es en sacar toda la basura que llevamos dentro y remover el cúmulo de ideas fijas y preconcebidas con las que nos movemos.

Finalmente diremos que todas las técnicas que Don Juan le enseñó a Castaneda sobre el lado derecho tenía como finalidad que aprendiera a ahorrar energía. Es muy fácil "perderse" en la selva de las técnicas, es decir, tomarlas como fin, cuando tan sólo son medios. Además hay que recordar que Castaneda resultó un aprendiz muy "resistente" en el campo de la razón y Don Juan tuvo que tratar por diferentes medios de “sensibilizarlo” teniendo que recordar que Castaneda seleccionó en su obra lo que pensó era conveniente relatar. Pero siempre reconoció que muchas de las enseñanzas, al principio, no las entendió ni las intuyó. Al principio Castaneda pensaba que Don Juan era un indio viejo y extraño que le decía cosas o le ponía a hacer tareas que para él no tenían mucho sentido, pero que más adelante, cuando tuvo el ahorro suficiente de energía, pudo "entender".

“-¿Eran aliados esos fantasmas, don Genaro? -pre­gunté.
-No. Eran gente.
-¿Gente? Pero usted dijo que eran fantasmas.
-Dije que ya no eran reales. Después de mi en­cuentro con el aliado, ya nada fue real…
-Todos aquellos con los que Genaro se encuentra en su camino a Ixtlán son nada más seres efímeros -explicó don Juan-. Tú, por ejemplo. Eres un fantasma. Tus sentimientos y tu ansiedad son los de la gente. Por eso dice que sólo se encuentra viajeros fantasmas en su viaje a Ixtlán.
De pronto me di cuenta de que el viaje de don Genaro era una metáfora.
-Entonces, su viaje a Ixtlán no es real -dije.
-¡Es real! -repuso don Genaro-. Los viajeros no son reales…
Para entonces, claro, serás brujo, pero eso no ayuda; en un momento así, lo importante para todos nosotros es el hecho de que todo cuanto amamos, odiamos, o desea­mos ha quedado atrás. Pero los sentimientos del hombre no mueren ni cambian, y el brujo inicia su camino a casa sabiendo que nunca llegará, sabiendo que, ningún poder sobre la tierra, así sea su misma muerte, lo conducirá al sitio, las cosas, la gente que amaba. Eso es lo que Genaro te dijo…
-Sólo como guerrero se puede sobrevivir en el ca­mino del conocimiento -dijo-. Porque el arte del guerrero es equilibrar el terror de ser hombre con el prodigio de ser hombre.”

Carlos Castaneda. Viaje Ixtlán.


( * ) Tomado del libro PARA LEER A CARLOS CASTANEDA
www.toltecayotl.org


jueves, 17 de julio de 2008

LOS GUERREROS DE LA MUERTE FLORECIDA ( * )


INTRODUCCIÓN


Cómo enfrentar un mundo cada vez más hostil y deshumanizado. Cómo sobrevivir entre una masa informe de gente embrutecida que sólo piensa en el dinero, el consumir, el grotesco placer y la diversión degradante. Qué hacer cuando las instituciones sociales más importantes se encuentran dirigidas por personas corruptas, simuladoras y cínicas quienes, a través del engaño y la mentira, hunden cotidianamente estas instituciones, que en su lugar deberían brindar dirección, apoyo y confianza a los ciudadanos. Qué hacer cuando los medios de comunicación masiva enajenan y embrutecen al pueblo sistemáticamente, y el sistema educativo engaña y coloniza a los estudiantes, dejándolos en la desolada ignorancia, totalmente deshumanizados, carentes de principios y valores éticos; únicamente despertándoles la ambición del lucro, la competitividad y el consumismo.


Qué hacer cuando vemos que todo se derrumba alrededor y aparentemente nada se puede hacer. Qué hacer cuando percibimos que estamos solos y el sistema se yergue contra nuestras más elevadas aspiraciones. Qué hacer cuando no nos resignamos a morir enajenados y embrutecidos, o cuando nos sentimos solos. Cómo sobrevivir en el caos.


La respuesta es buscar en el pasado los principios y valores que un día llevaron a nuestros “Viejos Abuelos”[1] a construir una de las civilizaciones más importantes del mundo. Ante este caos depredador, el futuro está en nuestro pasado.


El desafío es investigar nuestra verdadera historia, haciendo a un lado la "versión oficial", escrita por los vencedores, y encontrar los luminosos y eternos valores del México antiguo, para con ellos edificar el presente y diseñar nuestro propio futuro.


Los mexicanos constituimos un pueblo que desciende de una de las seis civilizaciones más antiguas, con origen autónomo del planeta, que en su apogeo llegó[2] a tener más de mil años de esplendor, aportando a la humanidad conocimientos que hoy son parte de los fundamentos de la cultura universal.


Dichos conocimientos van desde el desarrollo de la agricultura (6000 a.C.), la invención del maíz, la milpa y la chinampa, hasta el planteamiento del cero matemático, el conteo exacto del tiempo y el asombroso registro del movimiento de planetas y estrellas, entre muchos otros.


Tal sabiduría humana, lograda a lo largo de siete mil quinientos años de desarrollo endógeno, permitió a aquellos seres humanos no sólo satisfacer eficientemente sus necesidades básicas, sino asimismo elevar su potencial humano a niveles que hoy no podemos entender, especialmente en el campo de la espiritualidad y la trascendencia.


En el periodo llamado Clásico (200 a.C. a 850 d.C) los hombres y mujeres de conocimiento alcanzaron la cima de su sabiduría y pináculo de su desarrollo cultural, después de lo cual desaparecieron misteriosamente, legándonos un patrimonio que "duerme" en nuestro banco genético y subyace en las sincréticas formas de la cultura popular. Pero especialmente, reside agazapado en el corazón de cada mexicano. Tal acervo de sapiencia adormecida en nuestros corazones viene esperando el momento de despertar. De vez en cuando, a manera de chispazo, ilumina nuestra penumbra, como en el trágico sismo del 19 de Septiembre de 1985 en la Ciudad de México, en que el “banco genético de información cultural[3] se activó y la organización ciudadana logró rescatar a cientos de damnificados, ante el colapso de las autoridades.


Los mexicanos aún no tomamos plena conciencia del verdadero patrimonio cultural heredado de los "Viejos Abuelos". Los monumentales y asombrosos vestigios, apreciados en las zonas arqueológicas, las excelsas piezas que hoy lucen en museos nacionales y extranjeros, no son más que el reflejo material de la grandeza espiritual de nuestros antepasados.


Lamentablemente, desde la llegada de los conquistadores nunca se valoró en su justa dimensión la sabiduría y el conocimiento de los vencidos. Occidente sólo ha tenido ojos para el mundo "material", que paradójicamente es el menos importante de la civilización del Anáhuac[4]. Con todo, la verdadera riqueza yace en la sabiduría que construyeron a lo largo de miles de años los hombres y mujeres del Cen Anáhuac[5].


Los conquistadores y colonizadores de ayer y de hoy, carecen de ojos y corazón para aquilatar la auténtica riqueza de la civilización negada. Mas, al igual que en China o la India, en lo que hoy es México, se edificó a lo largo de los siglos una sabiduría que le ha permitido sobrevivir a pesar de estar condenado a la desaparición. Lo asombroso es que, a pesar de los quinientos años de salvaje colonización, este milenario conocimiento ha resistido, camuflándose inteligentemente, mediante un sincretismo mágico, para “integrarse” a la cultura dominante, garantizando así su supervivencia.


La herencia más valiosa que cualquier civilización pueda aportar a sus miembros reside en el conocimiento material que garantice su supervivencia y el conocimiento trascendental que los torne conscientes de sí mismos. Los mexicanos actuales contamos una pléyade de conocimientos, alimentos, tradiciones y objetos como el maíz, el amaranto, el adobe, las tortillas, las salsas, los atoles, los tamales, las cerámicas, los textiles, el pulque, los chapulines, las bebidas derivadas del cacao y del maíz, la milpa, la chinampa, los petates, los mecates, la herbolaria, el tequio, la gozona, la fajina, el sistema de cargos, el compadrazgo… que constituyen la indisoluble trama de nuestra realidad.


Sin embargo, no tomamos en cuenta otro elemento, todavía más importante en nuestro patrimonio, el espiritual o "intangible" que, paradójicamente, representa el aspecto más sólido de cualquier cultura. Si la punta del iceberg es la edificación material, la parte sumergida, infinitamente más grande, representa indiscutiblemente el aspecto espiritual que la organiza y preserva.


En efecto, la civilización del Anáhuac ha producido y preservado celosamente milenarios conocimientos sobre la vida, el ser humano y el universo, que son su verdadero fruto, su mayor riqueza, su razón de ser. Estos conocimientos se generaron entre el segundo siglo a.C. y la mitad del octavo d.C., tras lo cual inexplicablemente la civilización del Anáhuac se vino abajo en una sola generación. Los habitantes de lo que hoy se conoce como las "zonas arqueológicas", -que eran centros de investigación y sistematización del conocimiento-, primero derruyeron y quemaron los edificios casi hasta sus cimientos, cubriéndolos después de tierra para con ello, literalmente "desaparecer de la faz de la tierra". No se sabe por qué lo hicieron, ni cómo lo hicieron, ni a dónde se fueron. Dicho evento es registrado por los especialistas como, "el colapso del periodo clásico superior" y es considerado como uno de los grandes enigmas de la humanidad.


Al igual que en las otras civilizaciones "madre" (la egipcia, la mesopotámica, la india, la china y la de la zona andina), los conocimientos de la cultura anahuaca han quedado preservados de dos maneras. En un reducido y selecto grupo de personas, que celosamente los transmiten de una generación a la siguiente, en espera de su renacimiento oportuno. Así, de manera secreta y a través de escuelas y filosofías herméticas, ha ido pasando esta sabiduría humana a través de los tiempos, lo mismo en Egipto, India, que en México. La segunda manera es en el subconsciente de los individuos, en su banco genético de información cultural, en el corazón del pueblo.


Lo que una civilización ha aprendido en lo más profundo de su ser, no se pierde jamás, por más embrutecido y enajenado que se mantenga a su pueblo. Olvidamos que el mundo es mágico e insondablemente misterioso, y que por consiguiente los humanos estamos hechos de magia y misterio. Es por ello que los pueblos son portadores de conocimiento ancestral.
Tras el colapso del Anáhuac, transcurrieron siglos de decadencia y trasgresión, desde 850 d.C. aproximadamente hasta 1519 d.C., con la llegada de los invasores europeos.


En efecto, el pueblo que más transgredió las enseñanzas de los toltecas fueron los aztecas, últimos emigrados del Norte, de naturaleza bárbara y belicosa, que desconocían la exquisita lengua náhuatl. Los aztecas fundaron Tenochtitlán en 1325 y su momento de verdadera gloria, no duró más de cien años. Dicho pueblo contravino los principios espirituales asociados a Quetzalcóatl, transmutándolos por groseros y bizarros conceptos materialistas, respecto a los cuales su Dios tribal, Huitzilopochtli, inspiró el culto a la guerra, los sacrificios humanos, el comercio ambicioso y el sojuzgamiento de otros pueblos.


Fueron tiempos difíciles para los portadores de la cultura tolteca, que se refujiaron en sitios sagrados donde los bárbaros no se atrevían a perturbarla. Sin embargo, a la llegada de los europeos, los centros de conocimiento tuvieron que "desaparecer" del mundo inmediato, primero ante la feroz amenaza del conquistador y más adelante por la ignorante y depredadora acción del colonizador, que desde 1521 trata de borrar cualquier huella de la civilización invadida.


Desde 1521 la sabiduría que sustentó a la civilización del Anáhuac ha vivido de manera "clandestina" y subterránea. Pero definitivamente no se ha extinguido la luz del conocimiento que un día inspiró la edificación de Monte Alban, Teotihuacan o Palenque. Esta sabiduría es la luz que enseña a los seres humanos su verdadero lugar y su misión en el universo, es nuestro mayor patrimonio cultural, y el que ha de garantizar nuestra supervivencia ante los avatares y asechanzas del futuro.


Así, a lo largo de estos casi cinco siglos de invasión y colonización, si los mexicanos hemos podido sobrevivir a nuestra muerte histórica, ha sido gracias a la sabiduría ancestral. En el plano material de la vida, sin los conocimientos sobre la agricultura, alimentación y salud, literalmente habríamos desaparecido dentro de los primeros trescientos años de colonización; y si en los dos últimos siglos no hemos desaparecido culturalmente, ha sido gracias a la solidez y fortaleza de las culturas del Anáhuac, que en su vértice superior apuntan hacia la suprema espiritualidad.


Ha sido gracias al patrimonio cultural de tan portentosa sabiduría que se pudieron mantener vivos los cuerpos de sus hijos y, sobre todo, pudo mantenerse encendido el potencial espiritual de nuestra civilización, a pesar de la severa embestida de la "modernidad occidental".
Los mexicanos heredamos conocimientos, principios y valores que nos han permitido sobreponernos a los más increíbles desastres físicos y sociales, a las mayores injusticias y a la más pavorosa explotación, porque somos poseedores de un conocimiento que vive en nuestra sangre y fluye por nuestro corazón pero que, sobretodo, está depositado en lo más profundo de nuestro Espíritu.


Estamos iniciando el tercer milenio de la cultura judeocristiana y entrando al noveno milenio de nuestra propia civilización. Son tiempos difíciles en que las fuerzas más perversas y oscuras se han apoderado de gran parte del planeta y de casi todos los corazones y mentes de los seres humanos. La especie humana está en peligro y el mismo planeta, como ser vivo, también está en peligro de extinción.


Los seres humanos debemos recurrir a nuestro mayor potencial para enfrentar las grandes crisis. El potencial para hacerlo se encuentra depositado en la sabiduría de nuestra “Civilización Madre”, que entraña la fuerza de vida. Los conocimientos ancestrales son los que pueden garantizar el futuro. Ellos nos enseñan acerca de nuestro potencial espiritual y luminoso, de nuestra capacidad disciplinaria, de nuestra confianza en nosotros mismos y de nuestra templanza física y moral, así como de la relación armoniosa que guardamos con el universo.


El presente trabajo pretende ser una reflexión que nos permita sobrevivir en estos tiempos de oscuridad y materialismo suicida, en el que la mayoría de las instituciones políticas, sociales, religiosas y educativas naufragan en un pantano de corrupción y enajenación. La reflexión intenta servir de estímulo para retomar los sabios conocimientos del espíritu humano más elevado, y aplicarlos en nuestro grotesco mundo de globalización, neoliberalismo y "modernidad", como un reto a favor de la vida y un desafío personal. Pretende, con la sabiduría tolteca, enfrentar el individualismo, la violencia, el consumismo, el racismo y el embrutecimiento, que le cierran las puertas y oportunidades a los seres dotados de un espíritu sensible y conciencia despierta, que no se resignan a sucumbir en el amenazado futuro que les depara el actual sistema.


El presente trabajo no pretende ser un "recetario de cocina", por el contrario, intenta alentar al lector a construirse una alternativa de vida que manifieste su propio sentir y pensar, a partir de su propio legado cultural más ancestral, que no de los modelos ajenos, totalmente inadecuados para nosotros. Pretende alentar, a partir de la creatividad y la inteligencia, la construcción de su propio modelo de vida, inspirado en los principios filosóficos de los sabios toltecas del México antiguo, de cara a los desafíos del siglo XXI.


El modelo que aquí tomamos es, pues, el del Guerrero y la Guerrera de la Batalla Florida. Sus bases filosóficas se originan en el pasado, pero sus aplicaciones prácticas deberán anclarse en el presente, a fin de proyectar su propio futuro.


La idea es que cada persona que busca el conocimiento y la transformación profunda, construya una nueva forma de vida, diseñe su personal modelo de “guerrero o guerrera de la muerte florecida”. Estos ya no son tiempos de "maestros o gurús", ahora es el tiempo del trabajo íntimo y personal. La senda del Guerrero es un camino “hacia adentro” que se transita en la soledad reconfortante del Espíritu.


Somos hijos de la Toltecáyotl y la sabiduría se expresará por sí misma en cada persona que la intente convocar. El conocimiento siempre ha estado ahí en nuestro “banco genético de información cultural”, esperando pacientemente que lo utilicemos los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos.

[1] Forma poética e incluyente de llamar a nuestros ancestros indígenas.
[2] En el Periodo Clásico del año 200 a.C. al 850 d.C. aproximadamente.
[3] El ser humano también posee una memoria cultural que es la suma de los conocimientos de la civilización que le ha dado vida.
[4] Nombre original del territorio que hoy conforma a México.
[5] Noción de continente. La tierra rodeada de las grandes aguas en lengua Náhuatl.


( * ) Tomado del libro LOS GUERREROS DE LA MUERTE FLORECIDA

miércoles, 16 de julio de 2008

EL DON DEL ÁGUILA ( * )

Pie de foto: El Águila tolteca deborando conciencias.

Primera edición en inglés, 1981
Primera edición en español, 1982
Título original: The Eagle's Gift
Coedición: Provenemex, Editorial Diana
Edivisión, Campaña Editorial
Traducción: José Agustín
Página 294


Bien podríamos decir que “El segundo anillo de poder” es el prólogo de “El don del Águila”. Corresponde al período de adaptación y por ende de confusión de Castaneda. Las experiencias relatadas en este libro son las peripecias ocasionadas por el encuentro con su “grupo". Relata, además, cómo salvó las pruebas que su maestro le dejó, pero sobre todo, marca el inicio de una nueva forma de "procesar" el conocimiento recibido.

En “El don del Águila” este proceso ya es más claro y productivo para el lector. En el prólogo, el autor reitera que no se trata de un trabajo antropológico a pesar de que por años ha tratado de deducir la matriz cultural de este "sistema de conocimiento", el cual bien podría ser un relato biográfico del encuentro con este conocimiento. Vuelve a insistir el autor en que sus relatos no caen dentro de la ficción; que, por el contrario, el haber seguido las enseñanzas y llevar a cabo sus prácticas y técnicas, lo había transformado radicalmente en su vida personal y cotidiana, pues, lo que en un principio supuso un sistema y prácticas primitivas resultó un intrincado, complejo y sofisticado sistema de conocimiento anahuaca llamado Toltequidad que lo "devoró", para convertirlo en aspirante a ser "tolteca".

Este libro consta de tres partes: El otro yo, El arte de ensoñar y El don del Águila, y un apéndice. Comentaremos aquellos capítulos que nos han parecido de mayor relevancia para este trabajo que, como ya dijimos, tiene el objetivo de introducir al lector en la obra de Carlos Castaneda, pero que jamás pretende suplir la valiosa obra de Carlos Castaneda.

PRIMERA PARTE
EL OTRO YO

LA FIJEZA DE LA SEGUNDA ATENCIÓN

En una conversación que tiene Castaneda con "la gorda", ambos tocan un punto interesante sobre el pasado del México antiguo y el conocimiento de Don Juan. La base del tema es la "fijeza de la segunda atención”. Don Juan les habla dicho que algunas de las pirámides son inmensos NO-HACERES en los que los guerreros practicaban el ensueño y ejercitaban su segunda atención, por lo que, para Don Juan, estos sitios no eran lugar de alojamiento. Lo que la ciencia occidental pretende deducir al respecto, con sus investigaciones, nada tiene que ver con el pasado de estos lugares. Recordemos que para los toltecas aquellos tiempos tenían "otro tonal", y los hombres también. Quien trate de parar su diálogo interno ante las grecas de Mitla, entenderá lo que dice Don Juan.

Don Juan le recomendó a "la gorda" no pararse en las zonas arqueológicas porque eran dañinas para el hombre moderno. Le dijo además que él sabía todo acerca de las ruinas porque él era un descendiente cultural de los toltecas.

Don Juan le comentó que los brujos de otros tiempos fijaban su atención en objetos materiales, como los Atlantes de Tula, y que todo aquello en que los hombres o los brujos fijaban su preocupación obsesiva tenía un potencial dañino. En este sentido, Don Juan recomendaba a los guerreros no enfocar su poder en nada material, sino en el espíritu. El guerrero debe desprenderse de estas "miserables pasiones", quitarse esas fijezas, para poder ser liviano y fluido.

“Yo vivía en la ciudad de Tula. Conozco esas pirámides como la palma de mi mano. El nagual me dijo que él también vivió allí. Sabía todo acerca de las pirámides. El mismo era un tolteca…
Me contó que algunas de las pirámides eran gigan­tescos no-haceres. No eran sitios de alojamiento, sino lugares para que los guerreros hicieran su ensueño y ejercitaran su se­gunda atención. Todo lo que hacían se registraba con dibujos y figuras que esculpían en los muros..
Lo que canaliza la energía de nuestro ser total, para pro­ducirse cualquier cosa que pueda hallarse dentro de los límites de lo posible, es conocido como voluntad. Don Juan no podía decir cuáles eran esos límites, salvo que al nivel de seres lumi­nosos nuestro alcance es tan amplio que resulta vano tratar de establecer límites: de modo que la energía de un ser luminoso puede transformarse en cualquier cosa mediante la voluntad…
Había llegado a esa conclu­sión siguiendo las siguientes premisas: Primero, que no somos solamente aquello que nuestro sentido común nos exige que creamos ser. En realidad somos seres luminosos, capaces de volvernos conscientes de nuestra luminosidad. Segundo, que como seres luminosos conscientes de nuestra luminosidad podemos enfocar distintas facetas de nuestra conciencia, o de nuestra atención, como don Juan le llamaba. Tercero, que ese enfoque podía ser producido mediante un esfuerzo deliberado, como el que nosotros tratábamos de hacer, o accidentalmente, a través de un trauma corpóreo. Cuarto, que había habido una época en que los brujos deliberadamente enfocaban distintas facetas de su atención en objetos materiales. Quinto, que los atlantes, a juzgar por su espectacular apariencia, debieron haber sido objetos de la fijeza de los brujos de otro tiempo…” Carlos Castaneda. El Don del Águila.


Tomado del libro PARA LEER A CARLOS CASTANEDA

lunes, 14 de julio de 2008

UNA REALIDAD APARTE ( * )



(NUEVAS CONVERSACIONES CON DON JUAN)

Primera edición en inglés 1971
Primera edición en español, 1974
Titulo Original: A Separate Rality ( Further Conversation With
Don Juan)
1971 Carlos Castaneda
D.R. 1974 Fondo de Cultura Económica México.
Colección Popular 135. 302 pag.
Traducción de Juan Tovar.

Este libro recoge por un lado, la recapitulación de lo que el aprendiz Castaneda vivió al lado de su maestro Don Juan en su primera etapa de aprendizaje (1961-1965) y, por otro, la reanudación de su aprendizaje, a partir de abril de 1968, dos años y medio después de haberlo abandonado "definitivamente". Castaneda relata que cuando recibe el primer ejemplar de su libro Las enseñanzas de Don Juan siente un gran deseo de mostrárselo a Don Juan. Hecho que lo pone de nueva cuenta en el camino del conocimiento de la Toltequidad, en un segundo ciclo de aprendizaje que según las propias palabras de Castaneda fue "muy distinto del primero".

Castaneda no quiere reanudar el aprendizaje, o por lo menos no tiene un deseo consciente de hacerlo. Mucho menos desea repetir sus temibles experiencias con las plantas de poder. Sin embargo, de manera “misteriosa" siente la necesidad de reanudar el aprendizaje. El empeño principal de Don Juan en esta etapa se concentra en enseñar a "ver" a Castaneda. La diferencia entre "mirar" y "ver" consiste básicamente en que "mirar" es poder confirmar a través de nuestra vista que el mundo es tal como nuestra razón nos dice que es, y "ver", es la capacidad del hombre de conocimiento para percibir el mundo a través de cargas de energía.

Don Juan insiste a Castaneda que debe reiniciar sus encuentros con “el humito", porque de esa manera tendrá "la velocidad requerida para vislumbrar el mundo fugaz". Don Juan le dice que la única manera en que un hombre de conocimiento puede saber es "viendo" más allá de la superficie de las cosas. El "humito", dice Don Juan, le ayudará a "ver" cómo los hombres en realidad son un conglomerado de fibras de luz que circulan desde la cabeza hasta el ombligo, las cuales hacen aparecer a cualquier hombre (rey o limosnero) como un huevo luminoso. Las fibras luminosas unen al hombre con lo que le rodea, dándole equilibrio y estabilidad. El simple hecho de pensar en volver a vivir las experiencias anteriores con el "humito" aterra a Castaneda y trata de evitarlo a toda costa.

Dentro de las habilidades de "ver" está poder distinguir entre los hombres y "los que no son gente", es decir, los "aliados"[1] de los brujos. La mezcla a fumar, le explica Don Juan, lo llevará a donde se encuentra su aliado y, cuando "se haga uno con su aliado", ya no tendrá que fumar para poder convocarlo las veces que quiera, a fin de realizar lo que él le pida.

Don Juan sostiene que cuando un hombre logra "ver" que todos son huevos formados de fibras luminosas, se da cuenta de que nada se les puede cambiar, y se da cuenta de que todo en el mundo es igual y que por lo tanto nada es más importante que otra cosa, y concluye que tampoco es importante lo que él haga, pero su impecabilidad de guerrero lo impulsa a actuar como si lo que hace fuese realmente importante, lo cual constituye "su desatino controlado[2] .

Castaneda hace grandes esfuerzos para tratar de entender el extraño conocimiento de Don Juan, el cual rompe todos sus esquemas culturales y desafía su inflexible método de buscar una explicación racional a todo cuanto mira, siente y escucha. Don Juan le dice que a esas alturas ya debería saber que un hombre de conocimiento vive de actuar y no de pensar en actuar y luego analizar su actuación. Le dice que por eso un hombre de conocimiento escoge un camino con corazón y lo sigue; mira y se regocija, y luego "ve" y se da cuenta. de que su vida se acabará en un instante; sabe que él y todos los demás no van a ninguna parte, y porque "ve", sabe que no hay nada más importante que lo demás. Por eso un hombre de conocimiento no tiene nada, excepto vida para vivir, y su única relación con los demás es su desatino controlado. Como nada le importa más que otra cosa, un hombre de conocimiento realiza cualquier acto y lo ejecuta como si le importara, pero él sabe que en realidad no importa; así que cuando lo completa se retira en paz, sin tener el menor cuidado del resultado de su acto, porque, al fin y al cabo, para él la victoria y la derrota son iguales.

Don Juan dice a Castaneda que al conocimiento se va con miedo y respeto, pero con confianza en sí mismo. Para ser hombre de conocimiento se tiene que actuar como guerrero e iniciar la lucha sin entregarse, sin quejas ni titubeos, hasta lograr "ver" y darse cuenta de que nada importa.

Explica Don Juan que la parte más asombrosa de las criaturas ovoides es un grupo de fibras luminosas que surgen alrededor del área donde se ubica el ombligo. Dice que las fibras de las personas débiles son cortas y casi invisibles y que, por el contrario, las fibras de las personas fuertes son largas y luminosas. Gracias a estas fibras un hombre que puede "ver" se da cuenta del estado y la naturaleza de alguna persona; puede, incluso, saber si esa persona también puede "ver".

Poco a poco la idea de poder "ver" se convierte en una obsesión para Castaneda, quien decide reiniciar sus encuentros con el "Humito". Los actos de Don Juan para llevarlo a esta decisión fueron deliberados, porque, según le dice a Castaneda, queda poco tiempo para transmitirle su conocimiento y sólo el "Humito" le podrá dar la velocidad necesaria para captar "el movimiento fugaz del mundo".

A cada encuentro con el "Humito" Castaneda avanza en la comprensión o, mejor dicho, en el descubrimiento de la otra realidad, hábilmente conducido por Don Juan quien, a su vez, se estrella una y otra vez en la barrera racional de Castaneda. Don Juan dice a Castaneda que le ha pasado todo lo que su benefactor le había enseñado en su primera etapa de aprendizaje; que, por lo que se refiere a Castaneda, éste ha hecho todo lo que se tiene que hacer para "ver" y, sin embargo, no lo lograba, aun cuando a los que "ven", como Don Genaro, les pareciera que Castaneda podía hacerlo.

Aquí abriremos un paréntesis para tratar de explicar el hecho de que en sus obras Castaneda maneja diferentes niveles de conocimiento, de lo cual provienen muchas confusiones. El propio Don Juan dice que el camino del conocimiento ofrece muchos peligros "de entendimiento", básicamente porque su conocimiento no es de "entenderse".
Desde el principio Don Juan instruyó a Castaneda en las dos áreas de conocimiento. En la del tonal (la derecha) Castaneda se encontraba muy confundido tratando de encontrar explicación a sus experiencias psicotrópicas, aferrándose a su razón y a sus marcos culturales como medios para tratar de sustentar de manera coherente las incomprensibles enseñanzas de un viejo indio.

Respecto al área del nagual (la izquierda), Castaneda muy poco o nada podía recordar de lo aprendido. Por otra parte, en el mundo de la Toltequidad no existe la continuidad del tiempo y del espacio; como explica Don Juan, no existe la "goma" que pega los hechos y los lugares en una línea continua en el tiempo. Así que este problema se presenta casi a lo largo de toda la obra. Por tratar de decirlo de una manera irracional", Castaneda mezcla en la cronología de la obra recuerdos del pasado, vivencias del presente y “recuerdos del futuro”.

La técnica de enseñanza para los aprendices que aspiran al conocimiento de la Toltequidad podría ser tratada de explicar en los siguientes pasos:


1.- El "poder" señala a un aprendiz.
2.- El nagual "engancha" al aprendiz.
3.- El nagual "trabaja" con su aprendiz
la parte derecha del conocimiento para limpiar todo el desperdicio que el aprendiz ha ido juntando a lo largo de su vida, pero, al mismo tiempo, trabaja la parte izquierda (con el benefactor[3]), llamada nagual, a través de lo que Castaneda llama "los niveles de conciencia acrecentada". Estos conocimientos no serán recordados por el aprendiz hasta que éste, en su camino al conocimiento, logre reunir suficiente energía para finalmente "ensamblar" todo el conocimiento adquirido, tanto en el tonal como en el nagual.

El presente trabajo pudo haberse realizado por etapas de conocimiento, sin tener que seguir la cronología de los libros de Castaneda; sin embargo, preferimos no correr, de inicio, ese primer riesgo y decidimos tomar el segundo, toda vez que nuestra pretensión es avanzar, junto con el lector, a través de la obra de Castaneda, evitando, en lo posible, caer en las mismas confusiones de Castaneda, a fin de tratar de rescatar la esencia y el origen de nuestras antigua civilización del Anáhuac.

"Barrer la isla del tonal", como dice Don Juan, requiere de la decisión del aprendiz y que éste asuma y se haga responsable de esa decisión hasta las últimas consecuencias. Requiere también de una voluntad inflexible y una disciplina feroz. Esta parte de la enseñanza -que es vital e insustituible- nada tiene que ver con las plantas de poder o el esoterismo; por el contrario, el campo de batalla está en la vida dentro del mundo cotidiano. El objetivo es vencer vicios y debilidades, inconsciencia e irresponsabilidad. Un aprendiz tiene que aprender a pulir su espíritu y fortalecer su cuerpo a través de hacer suyas internamente la disciplina y la responsabilidad.

El camino del conocimiento es una herencia cultural de nuestros abuelos toltecas, quienes lo fueron perfeccionando a base de sacrificio y mucho esfuerzo. No es "un día de campo de nuestra imaginación". Es como cualquier otro camino que el ser humano ha emprendido hacia la libertad total. En la India, en China, en Mesopotamia o en Egipto, otras culturas han luchado por llegar a niveles superiores de conciencia. Sí existió una gran cultura en México fue producto de un conocimiento capaz de motivar al espíritu divino que vive dentro del hombre y que nos ha legado impresionantes testimonios (el patrimonio cultural tangible) y profundos rasgos en el espíritu de los pueblos que hoy forman parte del México contemporáneo (patrimonio culturas intangible) y que radica, de manera incomprensible, en el subconsciente colectivo.

El camino del guerrero es un camino difícil en el que la aniquilación, el reto y el desafío están presentes; pero es un camino con corazón y, en ese camino, como dice Don Juan, es inútil quejarse y, sin embargo, es difícil no quejarse.

Para reconstruir "el perfil" de un guerrero tendremos que recoger a lo largo de la obra de Castaneda ciertos rasgos y características "poéticamente" descritos por Don Juan.
Volvamos ahora a Una realidad aparte, justo donde Don Juan describe algunas de las cualidades de un guerrero:

Un guerrero sabe que está esperando (el dominio de) su voluntad y mientras tanto no quiere nada; de esa forma, si recibe algo, siempre será más de lo que él puede tomar. La voluntad, dice Don Juan, es algo que un hombre usa, por ejemplo, para triunfar en una batalla en la que, según todos los cálculos, debería salir derrotado; es un poder que tenemos dentro de nosotros que nos impulsa a realizar hazañas asombrosas que desafían al sentido común y, al mismo tiempo, es la liga con el mundo exterior; es una fuerza que sale del interior del cuerpo y se prende al inundo. Con su voluntad, un brujo percibe al mundo y entonces se da cuenta de que el mundo no es tan real como pensaba. Conforme va progresando en el camino del conocimiento, un guerrero advierte que es capaz de tocar cualquier cosa con una sensación que sale de una zona cercana al ombligo. Cuando es capaz de sujetar con ella todo lo que está a su alrededor, puede decirse que ya adquirió la voluntad.

El espíritu del guerrero no está templado para la entrega o la queja, ni para ganar o perder, sino para luchar, y cada acto lo convierte en su última batalla sobre la Tierra. De ahí que el resultado no le importa; sólo deja fluir su espíritu con libertad y claridad.

En esta obra don Juan le describe a Castaneda lo que podría ser “el perfil del Guerrero”,

“ ‑Una vez te dije que nuestra suerte como hombres es aprender, para bien o para mal ‑repuso‑. Yo he apren­dido a ver y te digo que nada importa en realidad; ahora te toca a ti; a lo mejor algún día verás y sabrás si las cosas importan o no. Para mí nada importa, pero capaz para ti importe todo. Ya deberías saber a estas alturas que un hombre de conocimiento vive de actuar, no de pensar en actuar, ni de pensar qué pensará cuando termi­ne de actuar.
“Por eso un hombre de conocimiento elige un camino con corazón y lo sigue: y luego mira y se regocija y ríe; y luego ve y sabe. Sabe que su vida se acabará en un abrir y cerrar de ojos; sabe que él, así como todos los demás, no va a ninguna parte; sabe, porque ve, que nada es más importante que lo demás. En otras palabras, un hombre de conocimiento no tiene honor, ni dignidad, ni familia, ni nombre, ni tierra, sólo tiene vida que vivir, y en tal condición su única liga con sus semejantes es su desatino controlado. Así, un hombre de conocimiento se esfuerza, y suda, y resuella, y si uno lo mira es como cualquier hombre común, excepto que el desatino de su vida está bajo control. Como nada le importa más que nada, un hombre de conocimiento escoge cualquier acto, y lo actúa como si le importara. Su desatino controlado lo lleva a decir que lo que él hace importa y lo lleva a actuar como si importara, y sin embargo él sabe que no importa; de modo que, cuando completa sus actos se retira en paz, sin pena ni cuidado de que sus actos fueran buenos o malos, o tuvieran efecto o no.” Carlos Castaneda. UNA REALIDAD APRTE.


[1] Los "aliados", según Don Juan, son fuerzas, ni buenas ni malas, que los brujos utilizan para sus propósitos. Estas fuerzas por lo general toman aspectos humanos y cuando un hombre de conocimiento los "ve" conservan su aspecto humano, lo cual los delata. Estos seres son inorgánicos.

[2] Don Juan dice que el desatino controlado de un brujo consiste en saber que todos sus actos son inútiles y sin embargo debe esforzarse al actuar, como si no supiera que sus actos son inútiles. Dice que todo lo que hace es de verdad, pero al mismo tiempo es desatino controlado, porque sabe que es inútil y a pesar de ello lo hace de manera impecable. Don Juan en vez de usar el término "desatino controlado" decía "pendejada controlada", palabra que posee mayor profundidad.
[3] Un aprendiz de la toltequidad tendrá en su camino de conocimiento a un maestro y a un benefactor, el primero trabajará la parte del primer anillo de poder o tonal, y el benefactor, trabajará la parte perteneciente al segundo anillo de poder o nahual.

Tomado del libro PARA LEER A CARLOS CASTANEDA