sábado, 23 de mayo de 2009

DEBEMOS PENSAR EN EL FUTURO




Es más que obvio que el país de los criollos, el que nació en 1821 y al que “ellos” le pusieron indebidamente “México”, esta totalmente quebrado o como dicen nuestros vecinos, “que México es un Estado fallido”.

No solo son los últimos 18 meses, como dice José Ángel Gurría, de un gobierno de dudosa legitimidad, sino de la más que comprobada incompetencia de los criollos en el poder. Ni seis años del cleptómano bufón de la coca cola o los setenta años de la dictadura perfecta de la presidencia imperial.

El problema es mucho más antiguo, nace de una ilegal invasión y ocupación que se ha desarrollado en estas tierras y que ha mantenido, históricamente, a los pobladores originarios, llámeles “indios, nacos, paisanos, mugrosos, pobres, desempalados o hijos de la conasupo”, en la pobreza, la explotación y exclusión permanente. Ese es el verdadero problema.

Este país de criollos y para criollos, ha sido diseñado para unos cuantos y los demás, que se pudran. El problema es que “la pudrición” ya llegó hasta las más altas esferas del poder económico y político.

Lo que hoy llaman México, fue la cuna de una de las más antiguas civilizaciones con origen autónomo del mundo. A lo largo de siete mil quinientos años desarrolló una serie de valiosos conocimientos sobre el ser humano, la familia, la comunidad y la naturaleza. Se crearon respuestas eficientes y eficaces para enfrentar los retos de la alimentación, la salud, la educación y la organización social y el régimen jurídico.

Esta civilización llegó a tener MIL AÑOS DE LUMINOSO ESPLENDOR. Pocos pueblos en el mundo han llegada a tener esta rica herencia cultural. Sin embargo, esta riqueza, desde 1521 a sido tratada de destruir, negar e ignorar.

Los invasores-conquistadores-colonizadores trescientos años crearon una colonia y negaron cualquier valor de la civilización invadida en la construcción del Virreinato de la Nueva España.

Después de una lucha fraticida entre criollos contra peninsulares usando a los invadidos-colonizados, los criollos derrotaron a los gachupines, los expulsaron y crearon “su país” llamado indebidamente México, ya que el nombre milenario de estas tierras es El Anáhuac.

Pero de igual manera que sus parientes los gachupines, los criollos en la creación de “su México”, volvieron a excluir totalmente a la civilización que es la base genética, cultural y espiritual de la mayoría de los habitantes de este país. Negado nuevamente el potencial creador de una de las seis civilizaciones más antiguas de la humanidad y el derecho a desarrollarse.

Amable lector, usted se puede imaginar a la China o a la India de hoy, sin sus ancestrales y formidables Culturas Madres. ¡Por supuesto que no¡ Ambas naciones son el futuro del mundo, pero es claro que su futuro se sustenta en su grandioso pasado. Los dirigentes chinos e indios, con errores y aciertos han guiado a sus países para que la mayoría de sus habitantes vivan mejor, tengan más posibilidades, mejores estudios, buenos trabajos y garanticen a sus hijos una mejor calidad de vida.

En México, durante casi cinco siglos de ocupación solo ha existido explotación, injusticia y exclusión para las mayorías. Su ser y su saber, han sido históricamente negados y rechazados. Siempre han resultado un lastre y una carga para los invasores que los han tratado de civilizar, cristianizar, modernizar, desarrollar y globalizar, para mejor poderlos explotar. Nunca los han aceptado.

En estos cinco siglos de invasión-ocupación, muy pocas veces se han visto rasgos de amor, respeto y admiración por parte de aquellos que tienen el poder económico y político. Siempre su cultura ancestral, su fenotipo, sus tradiciones y costumbres son motivo de burla, rechazo o sarcasmo.

Los criollos en estos 188 años de vida independiente de “su país” han demostrado su incapacidad e ineptitud. Perdieron la mitad del territorio que heredaron de los gachupines, no han podido generar riqueza proporcional a los recursos que explotan y sobre todo, no han querido repartir entre los invadidos-ocupados la riqueza, “su país” ha sido siempre pobre con unos cuantos muy ricos. Por su incapacidad han vivido permanentemente de préstamos al extranjero. No han sido capaces de desarrollar ningún modelo innovador, siempre se la han pasado copiando modelos foráneos y pagando regalías por patentes. El sueño de los criollos, sean liberales o conservadores, priístas o panistas, (que no es lo mismo pero es igual) es invitar a los capitales extranjeros a que vengan a invertir a “su México”. Los criollos siempre han ofrecido la mano de obra esclava de los pueblos originarios y los mestizos, y ponen a su disposición sus recursos naturales para que los depreden. Todo esto a cambio de unas migajas para vivir de “sus rentas”. De Iturbide a Calderón, nada ha cambiado. Nada.

México, “su país”, esta llegando al final de su modelo. No se puede seguir explotando más, no se puede seguir empobreciendo más, no se puede seguir robando más, no se puede seguir entregando más a su pueblo y a sus recursos naturales. La incapacidad, rapacidad e incompetencia de quienes nos han gobernado desde 1821 ha llegado a su fin. Sus leyes, sus autoridades y sus instituciones están naufragando en un mar de estiércol y corrupción.

No se puede gobernar a un país a espaldas de su pueblo y rechazando su civilización original. El modelo colonizador esta llegando a su fin por la propia incompetencia y corrupción de los colonizadores.

Los llamados “mexicanos” estamos atrasados medio siglo. La colonización llegó a su fin en la década de los años sesentas en África. Las potencias coloniales tuvieron que retirarse de sus colonias. En México los colonizadores están experimentado lo que se vivó hace 50 años en África.

La pregunta obligada es, ¿qué vamos a hacer? Después de la catástrofe del fin, volveremos a crear otro modelo neo-colonial, como le ha pasado a muchas excolonias en África. O pondremos las bases para re-hacer un nuevo modelo con las bases antiguas de la civilización milenaria. La Toltecáyotl y el modelo tolteca se refuncionalizará y se adaptará para estos tiempos. Como lo esta haciendo China o volveremos a colonizarnos nosotros mismos con el modelo europeo.

Es claro que el modelo colonial criollo se esta agotando. Qué vamos a hacer. Más de lo mismo. Otro estallido social como el de 1910 para que todo cambie y sigamos igual. Se impondrá el modelo “yorquino” que se quiso imponer en 1821 y nos volveremos una estrella más de nuestro vecino del Norte. O buscaremos re-construir nuestra nación milenaria a partir de los valores y principios ancestrales toltecas, enriquecidos con lo mejor del presente, sea esto: tecnología, ciencia, filosofía, etc.

Tenemos que pensar en el futuro. Para ello, necesitamos conocer VERDADERAMENTE nuestro pasado. Necesitamos descolonizar nuestras mentes y nuestro espíritu. Necesitamos saber en verdad…quienes somos nosotros, de dónde venimos y a dónde queremos ir.

No podemos y no debemos condenar a las futuras generaciones a otros cien años de desolación, injusticia y exclusión.

miércoles, 13 de mayo de 2009

EL CALMÉCAC Y QUETZALCÓATL.


La educación era una institución muy sólida en el periodo Clásico del Anáhuac. La educación “básica” que se daba en el telpochcalli y en el Ichpochcalli, era obligatoria y gratuita como se dijo, pero como en todas las sociedades, los individuos tienen diferentes capacidades, niveles de compromiso y actitud ante la vida. La primera institución educativa los recibía a los siete años, para salir de ella cuando se “formaban como ciudadanos”, entre los 18 y 20 años, incorporándose a la comunidad, generalmente a través de la formación de una familia.

Los varones que no se casaban podían ir a vivir a unas casas comunales para jóvenes o pasar a una institución que el Dr. Ángel María Garibay refiere como “institutos de especificación”, dependientes de los calpullis, como “escuelas de artes y oficios”, en dónde se les enseñaba y perfeccionaba como artífices del arte plumario, de la joyería, lapidaria, medicina, pintura, cerámica y diversas profesiones “técnicas” necesarias en la comunidad.

Las doncellas que terminaban sus estudios en el Ichpochcalli, regresaban a la casa paterna donde llevaban una vida consagrada a la familia, apoyando las responsabilidades de la parte materna. Eran muy cuidadas por todos los miembros de la familia y llevaban una vida virtuosa, preparándose en casa para el matrimonio y la vida familiar. Sin embargo, existían escuelas especiales para aquellas jóvenes que deseaban convertirse en sacerdotisas, parteras o casamenteras.
De modo que la siguiente institución en el Anáhuac, era reservada para un elite de muchachas y muchachos, que estaban dispuestos ha esforzarse y disciplinarse, aún más de lo común. Para estos jóvenes existía el calmécac, que literalmente significa “la casa de la medida”. Como se ha dicho, para la toltecáyotl o la sabiduría de los toltecas, el concepto del equilibrio era la base y sustento, la raíz de su pensamiento filosófico. En consecuencia, “el equilibrio” se logra a través de “la medida”.

El calmécac era una institución educativa de nivel superior, en la que se formaban los cuadros dirigentes de la sociedad. Recuérdese que estamos refiriéndonos al periodo Clásico (200 a.C a 850 d.C.), en el que no existían “los Señoríos”, ni las guerras y sacrificios humanos. En el periodo Postclásico (850 a 1521 d.C.), en específico, la sociedad imperialista guerrera de los mexicas, que hacía guerras y sacrificios humanos cobró fuerza a partir del año 1440 d.C. con la asunción al poder de Moctezuma Ilhuicamina. Tiempo en el que las antiguas instituciones educativas toltecas se convirtieron en la sociedad mexica en escuelas militares; el telpochcalli pasó a formar a la tropa y el calmécac, para formar a los oficiales. Pero esta “degradación” fue al final y por muy poco tiempo.

En el calmécac tolteca en cambio, se preparaban los que serían los dirigentes, administradores, sacerdotes y maestros. La instrucción era mucho más elevada y profunda. El sentido de responsabilidad histórica y social era exaltado en los alumnos, el camino era la enseñanza superior. Como todas las sociedades, en el Anáhuac se tenía un conocimiento filosófico y religioso, solo reservado a la elite dirigente. La religión se profundizaba hasta convertirse en teología, las matemáticas en geometría y cálculo, la astrología en astronomía, y así sucesivamente, en el campo del conocimiento. De modo que la metáfora educativa del Anáhuac, formar “rostros propios y corazones verdaderos”, cobraba genuino sentido y era la expresión de la aspiración suprema de la comunidad. El ideal supremo de la civilización del Anáhuac, era estudiado de manera profunda y secreta en el calmécac.
De modo que si el telpochcalli era más cercano a un internado de nuestros tiempos; el calmécac era muy parecido a un monasterio, donde se propiciaba el dominio de sí, por lo que la vida era de mayor auto disciplina y menor exigencia institucional. Los jóvenes que estudiaban en el calmécac, hombres y mujeres, tenían un compromiso consciente por decantarse y transformarse en lo mejor de sí mismos, para servir con mayor responsabilidad y eficacia a su comunidad y a la divinidad suprema.

El calmécac estaba consagrado a Quetzalcóatl, que filosóficamente simboliza la encarnación “del equilibrio”, entre el Espíritu representado en el quetzal, y la materia, en el cóatl o serpiente. Pero que en el aspecto histórico-religioso era el símbolo de la sabiduría y la educación. En efecto, Quetzalcóatl enseñó a los seres humanos del Quinto Sol el prodigio de las artes y las ciencias, por lo que era el símbolo de la deseada perfección humana.

A diferencia de los telpochcallis, que existían en cada calpulli, y en una población podían existir varios calpullis, en general, solo había un calmécac en cada población de dimensión mediana o grande, por lo que eran de tipo regional y se encontraban en el centro de la ciudad, al lado de los edificios gubernamentales. El grado requerido de estudios requería en consecuencia una planta docente de mucho mayor nivel profesional y de conocimiento específico.
Tomado del libro: PEDAGOGÍA TOLTECA filosofía d ela educación en el México antiguo.
www.toltecayotl.org sección Libros.

miércoles, 6 de mayo de 2009

EL CUICACALLI, LA CASA DEL CANTO.


El concepto de “flor y canto” en la civilización del Anáhuac, tiene una profunda connotación filosófica-educativa. Por ello, podemos afirmar que producto de esta connotación existió una institución educativa llamada “la casa del canto”, entendiendo que con la metáfora de “canto”, se refiere a sabiduría, y flor a la belleza, pero aplicada a lo que se conoce como “educación artística”.
En efecto, durante muchos siglos en todo el Anáhuac existían “centros culturales” en los que los alumnos, mujeres y hombres, asistían por las tardes. Estas instituciones estaban ubicadas por lo general en el centro de la población y las niñas y doncellas partían en procesión, a la caída del sol desde su Ichpochcalli, que se ubicaba en el lado poniente de la población.


Los niños y muchachos lo hacían desde su telpochcalli, situado en la parte Oriente. Ambos lo hacían a la misma hora y entonando cantos e himnos religiosos, todos acompañados por sus maestros en disciplinada y solemne procesión.


En la lengua náhuatl, lengua franca en todo el Anáhuac, no existía el concepto occidental de “arte”. Las expresiones artísticas estaban intrínsicamente ligadas a la concepción de la divinidad suprema, entendida como algo abstracto, que no se podía ver ni tocar, pero que era el medio por el cual el Espíritu se expresaba. Este “lenguaje” era entendido como “flor y canto”, es decir, la belleza que significa el perfecto equilibrio del mundo material.

En la casa del canto, además de socializar varones con mujeres realizando actividades artísticas de manera conjunta, como: el baile, las representaciones que podríamos llamar “teatrales”, el canto, la ejecución de instrumentos musicales, la poesía, la oratoria, la pintura, la escultura, el grabado, el arte plumario, la talla de madera y muchas otras, dependiendo del lugar y el tiempo histórico.


Pues no debemos de perder de vista que fueron por lo menos tres milenios de implantar este sistema, en diferentes culturas, en diferentes etapas de evolución y diversos lugares geográficos. Pero en general, la educación tuvo una matriz filosófica cultural que emanó de la Toltecáyotl, en la que en el periodo Clásico encontró su epicentro en Teotihuacán y los toltecas, fueron “los venerables maestros” del Anáhuac.


Tomado del libro PEDADOGÍA TOLTECA

www.toltecayotl.org sección libros.

lunes, 4 de mayo de 2009

EL TELPOCHCALLI Y TEZCATLIPOCA.


La segunda parte del proceso educativo se daba en la primera institución que brindaba el sistema. El Telpochcalli o “la casa de los jóvenes” era un internado al que ingresaban alrededor de los siete años. Existían telpochcallis para hombres y para mujeres, los cuales se llamaban Ichpochcalli, eran las escuelas a las que asistían las niñas y las jóvenes. En ellas recibían una educación semejante a las de los Telpochcalli, aunque en lo correspondiente a su ser femenino.

Los padres los llevaban, previa ceremonia que se hacía en la casa paterna, en la que participaba toda la familia y las amistades, pero en el que los padrinos y abuelos ocupaban un lugar muy relevante.

Esta “despedida del seno familiar” era muy emotiva y llena de discursos, algunos de los cuales han sido recogidos en los huehuetlahtollis, dado que eran aprendidos y usados de una generación a otra. De esta manera se le motivaba al niño o niña, para asumir con alegría y responsabilidad el inicio formal de su educación institucional. De la misma forma los padres entregaban a sus hijos al telpochcalli o al Ichpochcalli en una ceremonia, en la que los discursos eran elocuentes, en el sentido de la formación en valores:

“Aquí estas, mi hija, mi collar y pluma fina, mi criatura y mi hechura, lo rojo de mi sangre, mi retrato. Has venido a la vida, has nacido, que te mando acá nuestro señor Tloque Nahuaque, el hacedor, el creador de la gente de la tierra.


Ahora ya te das cuenta de las cosas, ya ves cómo es aquí; no hay alegría no hay felicidad, sino pena y desdicha y cansancio y miseria; penas y desdichas en exceso. Difícil lugar es la tierra, lugar del llanto y sufrimiento, donde se conoce la pena y la amargura; pasa, se desliza el viento helado, se dice que en verdad se calman el calor y el viento, pero hay hambre y sed; simplemente así son las cosas.


Oye pues, niña, hija mía; no es un buen lugar la tierra, no se alegra uno, no es feliz porque, se dice que nada más hay alegría con fatiga, con penas en la tierra; así decían los viejos.
Para que no siempre anduviéramos llorando, para que no muriéramos de pena los masehuales, nos dio nuestro señor la risa el sueño, el trato carnal para la reproducción, que embriaga toda la vida en la tierra, de modo que nadie ande de llorando.


Pues aun cuando así sean, aún cuando así estén las cosas en la tierra ¿acaso ha de oír lo uno y espantarse y vivir llorando? Se vive en la tierra, se es jefe, señor, noble, águila, tigre. Hay quienes no más están diciendo que así son las cosas en la tierra, quienes no más buscan morirse. Pero se actúa, se vive, se construyen, se trabaja, se busca uno mujer, se casa él, se casa ella, se madura.


Pues ahora, mi niña, oye bien, mira con calma, aquí está tú madre, tu señora, de cuyo seno y entrañas te despegaste, te desprendiste, como una palomita, como una yerbita te alzaste, echaste hojas, floreciste, como si hubieras estado dormida y despertaras.


Mira, oye, entiende, así son las cosas en la tierra. No vivas de cualquier modo, no vayas por donde sea. ¿Cómo vivirás, por dónde has de ir? Se dice, niña mía, palomita, chiquita, que la tierra es en verdad un lugar difícil, espantosamente difícil…


Vive en paz en la tierra, entre la gente, pues eres una mujercita; he aquí el trabajo que debes hacer: sé devota de noche y día, suspirando muchas veces por el que es Noche y Viento porque, suplícale mucho, llámalo a voces, abre tus brazos ante él en tu alcoba, al acostarte.


No le tomes sabor al sueño; despierta, incorpórate, levántate pronto a la medianoche, ve postrada sobre los codos en las rodillas, luego párate, haz tu inclinación y reverencia, invoca, llama a voces al señor, a nuestro señor, al que es noche y viento, pues el gusto de oírte por las noches entonces tendrá piedad de ti, entonces quedará lo que mereces.” Libro Sexto, Capítulo VIII del Códice Florentino.

Como puede observarse en este fragmento, la madre hace énfasis en que la vida, no es solo placer y gozo. Por el contrario, la vida se enfrenta como un reto de gran esfuerzo, sufrimiento y mucho trabajo, que tiene algunas gratificaciones, “hija mía que en este mundo, es el lugar de lloros y aflicciones, y de descontentos, donde hay fríos y destemplanzas aire y grandes calores del sol que nos aflige, y es un lugar de hambre y de sed: esto es una gran verdad y por experiencia lo sabemos.”Códice Florentino.

La educación era un medio para preparar a las nuevas generaciones en el esfuerzo y el sacrificio permanente. La vida, como un proceso de autodominio y templanza, de refrenamiento interior y equilibrio con el exterior. La enseñanza no se sustentaba tan solo en el conocimiento. Iba más a fondo, en los valores, actitudes, sentimientos, que formaban “un rostro propio y un corazón verdadero”.

La civilización del Anáhuac se fundamentó en la educación. Ninguna civilización antigua lo hizo con tanto rigor y la extendió a toda la población. La educación fue una gran institución de Estado, en la que se fundía la educación familiar, religiosa, cultural a través de la formación de valores. Los padres entregaban a los hijos a las escuelas, con la seguridad y convicción, de ser parte de un ancestral proceso que garantizaba, la superación del hijo, el desarrollo de la comunidad y la permanencia del Estado. Fr. Bernardino de Sahún nos transcribe el discurso de entrega de los hijos al telpochcalli:

“Aquí os ha traído nuestro señor, creador del cielo y de la tierra; os hacemos saber que nuestro señor fue servido de hacernos merecer de darnos una criatura, como una joya o pluma rica, que nos fue nacida; por ventura se criará y vivirá; y es varón, no conviene que le mostraremos oficio de mujer, teniéndole en casa.
Por tanto os lo damos por vuestro hijo, y os lo encargamos por que tenéis cargo de crear a los muchachos y mancebos, mostrándoles las costumbres, y para que sirvan a los dioses…”

A los niños y jóvenes de ambos sexos, se les enseñaba no solo las ciencias, como las matemáticas, astronomía, biología o las artes como el canto, la música y la danza; además de aprender a hablar correctamente; leer y pintar sus códices, los maestros les enseñaban a unos a sembrar y cosechar la tierra, a edificar, tallar, moldear, etc. A las otras, a sembrar, cocinar, curar, criar, cultivar plantas, tejer y bordar. Se practicaban deportes y juegos de destreza individual y de conjunto. El telpochcalli y el Ichpochcalli pretendían, en primera instancia, formar “ciudadanos”. Personas capaces de vivir en armonía en sociedad, respetuosos de las leyes y de las normas religiosas; productivos, autosustentables y solidarios, capaces de crear un hogar y una familia, y mantener las tradiciones y costumbres. Además de honrar “Aquél por quien se vive” y contribuir con su trabajo al bien de la comunidad.

El concepto de la eficiencia y eficacia educativa, estaba dada en la capacidad que deberían tener estas instituciones para ser autosuficientes. Sí las escuelas eran auto sustentables, se enseñaba en la práctica y con el ejemplo, a los alumnos a ser autosuficientes.

Los telpochcallis formaban “ciudadanos”, aptos para crear y mantener a una familia. Más adelante haremos con mayor detalle este tema, pero subrayamos el sentido de enseñar con el ejemplo y en actividades prácticas, en la que no solo los maestros enseñaban con la práctica y el ejemplo, sino el sistema era que los alumnos mayores enseñaban a los menores, en diferentes desempeños y con distintas responsabilidades.

Este nivel de educación estaba consagrado filosóficamente a Tezcatlipoca, en su represtación del “Enemigo Interior”. Los jóvenes tenían que enfrentar al enemigo interior que todo ser humano lleva en su interior, es decir, las limitaciones y defectos que arrastra a la materia (que contiene la “chispa divina”), por la fuerza de la gravedad, a los abismos de la estupidez humana.

En efecto, el concepto del “Espejo humeante” es la capacidad de “vernos a nosotros mismos”, en un proceso de transformación interior. Esta es la razón por la cual “la casa de los jóvenes” estaba consagrada a Tezcatlipoca. La formación en valores espirituales y comunitarios. El desarrollo de “ciudadanos” autosuficientes y solidarios, éticamente solventes y participativos, conocedores de sus derechos y obligaciones, de sus tradiciones, historia y cultura, aptos para formar una nueva familia y fortalecer a su calpulli, era el objetivo fundamental del telpochcalli del periodo Clásico.


Tomado del libro: PEDAGOGÍA TOLTECA

www.toltecayotl.org sección libros.

sábado, 2 de mayo de 2009

LAS PERTURBACIONES DE LA INFLUENZA...Y "OTROS MALES".


Varios elementos perturbadores salen a la luz por la “contingencia de la influenza humana”. En primer lugar el grado de pobreza en que vive el pueblo de México. Pese a toda la publicidad y cifras maquilladas, el pueblo de México esta sufriendo una severa crisis que lo ha llevado a tener alimentación de hambruna, encubierta por alimentos chatarra de las empresas trasnacionales. No solo es la influenza, tenemos enfermedades de la pobreza y la ignorancia como es la diabetes, que esta causando estragos apocalípticos. Por lo que, sólo en México, “la influenza humana” produce víctimas mortales.


Pero también podemos observar los patéticos resultados de la política económica y científica de los gobiernos neoliberales que destruyeron y desmantelaron la industria farmacéutica nacional. La nación ha sufrido una criminal política de extinción de la industria nacional a favor de las empresas trasnacionales, no solo en el campo de los laboratorios. Las industrias nacionales que en su día fueron competitivas a nivel internacional o ha sido vendidas o han sido borradas del mapa con la complicidad de los apátridas funcionarios que están al servicio de sus intereses.


Por consiguiente, la inversión en educación e investigación ha sido el blanco permanente de los intereses supra nacionales, tanto de empresas como de gobiernos. El afán privatizador de la educación de los gobiernos neoliberales y el consiguiente saboteo a la educación pública, así como, el cese de apoyos y estímulos a la investigación científica ha convertido a México en dependiente de empresas trasnacionales y de gobiernos extranjeros. Por eso en este momento no tenemos ni siquiera un laboratorio propio de calidad para atender la contingencia de la influenza.


Es obvio, a la vista de cualquier persona pensante, que existe un protagonismo político sobre esta crisis, lleno de incongruencias, contradicciones y crasos errores. La influenza se ha convertido en un botín político. Se ve, no solo lo que dicen los gringos, “un Estado fallido”, sino una ausencia de Estado y gobierno, pero lo más lamentable, una ausencia de la sociedad civil.


A los mexicanos nos trata la televisión y los políticos como menores de edad con severos problemas de retraso mental. El problema no es la influenza, es la incertidumbre y el vacío de poder. El pueblo de México no tiene en quién creer. No tiene liderazgo y tiene mucha desconfianza. Elementos indispensables para someterlo aún más.


Lo perturbador de la crisis de la influenza, es comprender y dimensionar la enorme crisis del Estado y gobierno de México. Por lo que se ve, en México no existe un Estado de Derecho. Existen grandes fuerzas supranacionales con vergonzosas ingerencias en los asuntos vitales de la nación, que operan desde embajadas y desde el centro financiero de Nueva York. Poderosas bandas de delincuentes de cuello blanco que luchan por sus intereses económicos y políticos sobre el pueblo y el interés nacional. Carteles bien organizados en todo el país que divididos y enfrentados se destruyen por el poder político en el chiquero llamado “democracia electorera”. Corporaciones de empresarios armados que se dedican al productivo negocio del narco y el crimen. Todos ellos alimentados y fortalecidos por la corrupción, la impunidad y el imperio de la fuerza.


Abajo de todo esto se encuentra un inmenso pueblo ignorante y pobre, famélico, embrutecido, frustrado, resentido, que no cree en nadie ni en nada, indefenso, vulnerable y desesperado. Como una potente bomba de tiempo esperando el momento del estallido social.