domingo, 27 de diciembre de 2015

VII.- LA EXPULSIÓN DE LOS ESPAÑOLES POR LOS CRIOLLOS EN 1828


 
Un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla. Los invasores españoles en 1521 destruyeron la milenaria civilización del Anáhuac y sobre sus escombros crearon una colonia de la corona española. Durante 300 años impusieron un feroz sistema de castas donde los peninsulares tenían todos los derechos y todas las oportunidades para explotar a los indígenas y depredar sus recursos naturales, haciendo a un lado a los españoles nacidos en estas tierras.
 
En efecto, los criollos fueron españoles de segunda en la Nueva España, no podían ejercer los cargos más altos del gobierno, el ejército, la iglesia y por supuesto, que estaban de segundones en la actividad comercial, minera y agropecuaria.
 
Es por ello que los criollos iniciaron la Guerra de Independencia, que en su inicio jamás pretendió separarse de España, sino quitarles el poder a los "gachupines" y por supuesto que nuca concibió acabar la explotación y la injusticia que se cometía en contra de los indígenas.
 
Los criollos utilizaron a los indígenas y explotaron a su favor, el odio y resentimiento acumulado en 300 años de atrocidades, traicionando a los peninsulares provocando grandes matanzas de estos a manos de los incontenibles indígenas.
 
Cuando caen los criollos conspiradores, toman la estafeta los mestizos como Morelos y Guerrero, quienes buscan verdaderamente crear una nación independiente. Sin embargo, 10 años después de luchas intestinas, los gachupines arman a un formidable ejército para acabar la última flama que quedaba en las montañas del Sur. Guerrero no tenía un ejército, su grupúsculo armado era un sistema de guerrilla que sobrevivía con muchas dificultades y estaba pronto a desaparecer.
 
Pero los gachupines cometieron un grave error, para poner fin definitivamente a la lucha insurgente armaron a un poderoso ejército y pusieron al frente de él a un criollo. Fue Iturbide quien traicionó a los peninsulares y con el abrazo de Acatepan y el Plan de Iguala, toma la Ciudad de México y consuma la independencia.
 
Con los tratados de Córdoba los criollos ponen fin al dominio español en la colonia, sin embargo, España no acepta la capitulación y mantendrá, no solo el estado de guerra con su "colonia rebelde", sino que a través del Fuerte de San Juan de Ulúa, bombardearán periódicamente a la ciudad de Veracruz e impedirán el uso del puerto para el comercio regular.
 
Los criollos pretenden crear una "nación-estado" como los que en esos momentos estaban naciendo en Europa. Sin embargo, cometen muchos errores y se dividen en dos bandos, combatiendo entre sí, la mayor parte del siglo XIX.
 
En efecto, unos criollos era llamados "cosmopolitas", quienes veían con buenos ojos a sus parientes gachupines y otros criollos, llamados "nativistas", eran quienes veían en los gachupines a los enemigos de la naciente nación. En efecto, los gachupines no aceptaron ten dócilmente la pérdida de sus privilegios y mantenían la esperanza de que España, pronto viniera en defensa de ellos y sus derechos sobre la colonia. Por lo cual mantenían un estado clandestino de conspiración en todo el país, la cual llegó a su punto más alto con la intentona subversiva del fraile Arenas y los generales gachupines Arena, Negrete y Echávarri en 1827. Por su parte el rey de España apostaba a la incapacidad de gobernarse de los criollos y pensaba que inevitablemente los desbalagados súbitos volverían a la monarquía y al imperio.
 
Otro factor importante en la construcción de la nueva nación serían las logias masónicas. En efecto, el rito escocés llegó a la colonia a través de los oficiales del ejército español que se estacionó en la colonia. Las logias escocesas fueron en los primeros años de la naciente república la cantera de los conservadores y los pro-españoles llamados "cosmopolitas". Las logias yorkinas fueron instauradas inmediatamente después de la independencia y su principal promotor y protector fue el embajador de Estados Unidos, el señor Joel Poninsett. Los yorkinos fueron los liberales y nativistas que pretendían expulsar a los españoles y apoyarse en el mundo anglosajón.
 
La nación mexicana nace como un proyecto criollo, en donde se mantiene disfrazado el sistema colonial de explotación, sólo que ahora los criollos ubicados en la cúspide de la pirámide de explotación, los mestizos como segundones y los indios se mantenían sin ningún derecho y posibilidad real de mejorar sus condiciones de vida.
 
Sin embargo, los criollos nunca tuvieron la capacidad, empuje y convicción de los gachupines. La ambición por el poder de los criollos era proporcional a su incapacidad y limitaciones. A lo largo de 300 años de estar en los mejores puestos, habían hecho a los españoles de otra madera. En cambio los criollos en general, eran ineficientes, inexpertos y no estaban dispuestos a "sudar el trabajo", como lo venían haciendo sus parientes los gachupines.
 
Así que cuando, por un "plumazo", la sociedad colonial se convierte en la sociedad de la nueva república, resulta que los mejores puestos de la administración pública y las mejores posiciones económicas estaban en manos de españoles "nacionalizados" mexicanos por el Plan de Iguala y los tratados de Córdoba, con los que se consuma la independencia.
 
Es esta la razón por la cual los criollos de las logias yorkinas se lanzan en la persecución de los españoles y piden su expulsión. Nuevamente los criollos traicionan a sus parientes gachupines y por la envidia y el odio de sus riquezas y posiciones, lucharan años hasta lograr su expulsión, de lo que los criollos llaman "su patria".
 
Esta expulsión marcará para siempre al proyecto de nación de los criollos, que salvo cuando la gobernó un mestizo, pudo tener una solvente economía y una eficiente administración pública. En efecto, Porfirio Díaz logró a finales del siglo XIX, no sólo dejar de vivir prestado, sino que entregó el país en "números negros".
 
La expulsión de los españoles en 1828, marcará el inicio de las "fugas de capitales" y los empresarios y comerciantes se irán de México con sus capitales. La traición y la avaricia de los criollos dejaron en banca rota a su gobierno. Al no haber capitales trabajando, no se generó la riqueza y por consiguiente el gobierno no captaba impuestos. Las finazas públicas de la nación criolla iniciaron mal y continuaron peor, debido a que los criollos en el poder se dedicaron a hacer dispendios y la corrupción sentó sus bases más cínicas.
 
Entre guerras fratricidas, los criollos de ambos bandos, le pedían constantemente préstamos a Francia, Inglaterra y España para pagar los intereses dejados de otros gobiernos y tener liquides para gobernar. Esto llegará a un estado de crisis en el gobierno de Juárez, donde las naciones prestamistas apostarán sus armadas en Veracruz, para obligar al pago puntual de sus intereses. Es en estos momentos, cuando la patria estaba amenazada y los inefables usureros pedían la intervención armada en garantía del pago de sus leoninos intereses, que la presencia nacionalista y patriótica del indio de Guelatao supo enfrentar su voracidad con valentía y dignidad.
 
En efecto, Benito Juárez es el ejemplo que debería inspirar a nuestros actuales gobernantes que desde los tiempos de Miguel de la Madrid, prefieren pagar puntualmente los intereses de la deuda que crecer, que aceptan de rodillas los mandatos del B.M. y el F.M.I. a consta del sufrimiento y la pobreza de millones de mexicanos y que impunemente entregan a la patria y a sus hijos a los dictados de la política neoliberal y "su nuevo orden".
 
El gobierno del presidente Guadalupe Victoria expulsará definitivamente a los españoles de México con la ley del 20 de diciembre de 1827. Los criollos, no solamente traicionaron a sus parientes en 1810, incitando a los indígenas a una lucha armada en contra de los gachupines, sino que al término de la Guerra de Independencia, por su avaricia y envidia, traicionarán de nuevo a sus parientes y los expulsarán, condenado "su nueva nación" a la bancarrota y al endeudamiento externo.

 
Después de la revolución en los comienzos del siglo XX, los criollos conservadores se dedicarán de lleno a los negocios y dejarán que los criollos liberales se queden con el mundo de la política. Mantendrán simbólicamente al PAN en el juego político, pero más que nada, como vocero de sus intereses e ideología.

 
Al final del siglo XX los criollos liberales habrán desgastado a su partido el PRI y aceptarán, en el nuevo orden internacional, entregar pacíficamente el poder a los criollos conservadores, que apoyados desde afuera, "globalizarán" a su patria a través de manejarla como una gran empresa refresquera.
 
Es curioso observarlos, tanto a los criollos conservadores como a los liberales, como se unen en "misión divina", cuando los pueblos originarios de estas tierras, intentan recuperar sus más mínimos derechos como pueblos y culturas.
 
Después de 180 años, los criollos prefieren entregar "su patria" a sus amos explotadores de afuera, o sea al capital financiero supra nacional a través de la llamada globalización e implantación del neoliberalismo, sea esto regalar el sistema bancario a los extranjeros, la generación de electricidad a los ingleses o el petróleo a los gringos; que en el poder legislativo se reconozca después de 500 años, los derechos innegables que tienen los más genuinos hijos de los hijos de los Viejos Abuelos.
 
Los criollos a lo largo de estos 180 años de existencia DE SU PATRIA, han traicionado a sus parientes europeos, pero también han mantenido en la más inmisericorde explotación a los indígenas y en la enajenación brutal a los mestizos.
 
La verdad es que este "México imaginario" de los criollos esta desmoronándose y se nos deshace en las manos a pedacitos, lo que quedará de este remedo de nación criolla, será el "México profundo", base inalterable de lo que hemos sido, somos y seremos como pueblo y nación.
 
La única salida que tienen los criollos es reconocer los derechos de los pueblos indígenas y juntos, con los mestizos, construir una nueva nación. Sin embargo, al parecer, los criollos prefieren TRAICIONARSE A SÍ MISMOS, que reconocer la existencia del México profundo, del México indígena, del México nuestro.

COLOFÓN.
Los mexicanos debemos "repensar nuestra historia" y desmantelar la anquilosada "historia oficial", que sólo ha servido para mantener el orden colonial y validar a los criollos en el poder. Debemos investigar exhaustivamente, con otros ojos y con otra mente, la conformación de la nación mexicana, para liberar al pueblo de la ignorancia de nosotros mismos. Debemos de luchar contra el colonialismo mental, espiritual y cultural con el que hemos construido, con nuestra sangre y con nuestro dolor, esta patria que no es nuestra, pues en la demagogia es de todos, pero en la práctica sabemos que es de unos cuantos.


El criollismo es una ideología. No todos los extranjeros y sus hijos comparten este pensamiento y esta forma de vivir. Tenemos maravillosos ejemplos como el de Gonzalo Guerrero, Francisco Javier Mina o recientemente los españoles exiliados por la guerra civil y el franquismo. Porque también, existen muchos indígenas y mestizos que son feroces colonizadores del pueblo, de sus propios hermanos y enemigos de su Cultura Madre. El sistema colonial en el que vivimos actualmente en México, indiscutiblemente que encuentra sus más antiguos cimientos en la ideología criolla. El revisar nuestros más antiguos problemas culturales, el aceptar abiertamente nuestros problemas, es el primer paso para resolverlos.
 
La injusticia, la explotación y la miseria de millones de mexicanos, encuentra sus más remotos orígenes en el racismo, el clasismo y en la negación de la otra parte que nos conforma, nuestra Cultura Madre. Los mexicanos no podremos construir una nación justa, si no desmantelamos el complejo sistema colonial y su acendrada ideología.
Junio de 2001.  Ciudad de Oaxaca.

 
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martes, 22 de diciembre de 2015

VI. LOS CRIOLLOS ANTE LA HISTORIA


 
Los españoles llegaron al continente en 1492 en búsqueda de una ruta comercial a la India, financiados fundamentalmente por los mercaderes a quienes les "urgía" seguir lucrando con el Oriente, ya que los turcos habían tomado Constantinopla he impedían el paso de las caravanas comerciales.
 
 
"Descubierta" América se inició la invasión, legalizada a través de una Bula Papal, donde los españoles y portugueses se dividieron el continente ahora llamado americano. El permiso que les otorgó el Vaticano consistía en ganar tierras y riquezas para la corona española y almas para la Santa Fe Católica.
 
Sin que los habitantes de estas tierras les hubieran hecho nada, los españoles, que en su mayoría eran gente pobre e ignorante de la España medieval, venían con una sed de sangre y codicia a "rescatar oro", que no es más que robar y luego "pacificar", es decir, exterminar a los pueblos agredidos. Desde luego que, otorgando el 20 % de lo robado a la corona española, quien llamó a este impuesto de rapiña, el "Quinto Real" o sea, una quinta parte de lo saqueado, era para los reinos de Castilla y Aragón, sin que estos "invirtieran" ni dinero, ni hombres, ni armas o naves, sólo por la "concesión" se llevaba una buena tajada de león. Es por ello que los mercaderes, la baja nobleza empobrecida y la chusma de la España medieval, cayó sin tregua y medida, como una diabólica plaga, sobre los pueblos y culturas milenarias del Anáhuac (América del Norte) y el Tawantinsuyo (la zona de los Andes).
 
 
Hernán Cortés llegó a México en 1519, venía prófugo de Cuba, pues su gobernador se enteró que lo pensaba traicionar y lo mandó tomar preso, ya que de la concesión para "rescatar oro" que había conseguido en la corte española obligaba a Cortés a darle un buen porcentaje de lo robado, toda vez que se la había subconcesionado al extremeño. Cortés partió una semana antes de lo previsto y la orden de detención llegó cuando él había levado anclas rumbo a Yucatán.
 
 
La conquista fue más que violenta, fue inhumana y genocida. La ambición del oro y el poder hicieron que los conquistadores perdieran toda medida y que escribieran páginas horribles y dolorosas de la especie humana. La injusticia y la barbarie produjeron matanzas como la del Templo Mayor, Cholula y muchas más que la "historia oficial", nuca ha querido registrar. Asesinatos injustos como los de Cuauhtémoc o Tupac Amaru, violación sistemática de las mujeres, comenzando con las esposas e hijas de la nobleza indígena, que cayeron en manos perversas de asesinos y delincuentes, o el asesinato de sus sacerdotes y maestros, además de la destrucción de sus templos y edificios.
 
 
A sangre y fuego los conquistadores se apoderaron de tierras y unos pueblos que no eran de ellos y nada les habían hecho, pero en menos de 30 años lograron establecer el Virreinato de la Nueva España. Fue entonces que empezaron a llegar los colonizadores españoles. Gente pobre y sin posibilidades que huyendo de la miseria se venían a "hacer la América", con el sueño de regresar ricos a sus tierras natales, la Nueva España jamás fue, para los colonizadores un fin, sólo un medio, a diferencia de los pioneros ingleses que se vinieron con sus familias.
 
 
Las leyes, las Autoridades y las Instituciones que implantó la corona española en América, no fueron las que regían en España y desde luego que contemplaban a los indígenas, primero como animales y después como vencidos de guerra, sin ningún derechos más que el de recibir la nueva religión. Las Leyes, Autoridades e Instituciones españolas en América no tenían el propósito de alentar el desarrollo y bienestar de los pueblos indígenas. Por el contrario, sólo regulaba las relaciones entre los españoles y la explotación de los indios y sus recursos naturales.
 
 
Durante tres siglos los españoles explotaron implacablemente a los pueblos indios y depredaron sus recursos naturales sin ninguna restricción. En los primeros 100 años de la colonia, los españoles exterminaron entre 20 y 25 millones de personas, a través de cuchillo, trabajos forzados y fundamentalmente, con enfermedades que los diezmaron, dejándolos escasamente en un millón, México no volvió a tener ese número de personas hasta la década de 1940.
 
 
Las minas, las encomiendas, los bosques, la grana cochinilla y las haciendas, produjeron gracias a la explotación de los indios, inmensas ganancias. Verdaderos emporios de riqueza se empezaron a dar en todo lo que hoy conforma el territorio nacional.
 
 
El Virreinato a pesar de estar mal administrado y existir mucha corrupción entre los propios españoles, logró aportar una formidable riqueza a España durante trescientos años.
 
 
Esto se logró gracias a un férreo sistema de castas, donde los españoles nacidos en España (gachupines), tenían todo el control de la colonia, pues los españoles nacidos en América (criollos), eran considerados "de segunda clase" y no podían acceder a los altos puestos en el gobierno, el clero y el ejército, de esta manera se mantenía el poder colonial.
 
 
En este sistema de castas existían dos grandes divisiones: los gachupines y los criollos por una parte, pues a fin de cuentas eran hermanos, parientes y paisanos, lo único que los diferenciaba es que unos no habían nacido en España y por ello, no accedían a los altos cargos de la colonia. El otro gran grupo fue el integrado por los mestizos, negros e indios, donde los primeros eran los que trabajaban en puestos medios como mayordomos, capataces u hombres de confianza de los gachupines y los criollos, y por supuesto los indios que no tenían absolutamente, ningún derecho. Eran la mano de obra esclava, los vencidos, los hijos del demonio, los despreciados.
 
 
Sin embargo, al interior de la sociedad novohispana se empezó a gestar un gran resentimiento entre los criollos en contra de sus parientes ricos, los envidados gachupines.
 
 
Los criollos siempre fueron ambiciosos y resentidos. Por una parte eran rechazados por los gachupines y ellos a su vez, rechazaban a los mestizos y a los indios. El ser rechazados por su Cultura Madre Ibérica, los mantenía en un permanente estado de frustración. Siempre gozaron de las riquezas de sus parientes nacidos en España, pero nunca pudieron generar la riqueza con el ímpetu de ellos. Eso, desde los primeros años de la colonia los hizo "impotentes" y frustrados. Siempre agachando la cabeza y maldiciendo por debajo a sus parientes ricos y poderosos.
 
 
Sin embargo a principios del siglo XIX, cuando España estaba invadida por las tropas de Napoleón Bonaparte y los reyes estaban presos en París; a los criollos se les ocurrió derrocar a los gachupines, quienes al estar preso el rey, resultaba que ellos en América no tenían a quien rendir cuentas.
 
 
Esta traición venía siendo acariciada desde finales del siglo XVIII, la ambición y voracidad de los criollos eran tan grande como su misma frustración. (imagen de Francisco Javier Clavijero el primer ideólogo de los criollos).
 
 
La traición más grande de los criollos a sus parientes los gachupines, fue usar a los indígenas en contra de ellos para lograr sus perversos fines. Cuando Miguel Hidalgo (criollo) les dice a los indios en Dolores, -¡es hora de matar gachupines!- desató la ira y el odio contenido a lo largo de trescientos años de injusticias. El levantar a los indios en contra de los gachupines fue un acto de traición a su sangre y a su cultura. El mismo Hidalgo preso en Chihuahua y juzgado por la Santa Inquisición, pidió perdón y se arrepintió de haber provocado la matanza de tantos españoles en el inicio de la guerra de independencia y es la razón por la cual, cuando venció a las tropas realistas en la Batalla del Monte de las Cruces, en las goteras de la Ciudad de México, no dio la orden de tomarla y retrocedió al Bajío.
 
 
La revuelta criolla tomó otro rumbo cuando los mestizos intervinieron en ella. Fue José María Morelos y Vicente Guerrero (ambos mestizos) los que transformaron una revuelta de criollos, en un verdadero movimiento independentista. Fundamentalmente Morelos dará las bases ideológicas con los "Sentimientos de la Nación" y el Primer Congreso del Anáhuac en Chilpancingo, decretando la derogación de la esclavitud y diseñando una nación libre totalmente de España; pues según los planes de los revoltosos criollos, según ellos, cuando los reyes de España volvieran a gobernar, ellos se reincorporarían a la corona española, habiendo previamente desplazado a los gachupines. Es por ello que Hidalgo en el "Grito de Dolores", termina su arenga a los indios diciendo "!vivan los reyes de España!". La guerra de independencia de los criollos, no era en contra de la corona española, sino en contra de sus parientes los gachupines o españoles peninsulares.
 
 
La guerra de independencia concluyó con la traición de un criollo a los peninsulares. En efecto, después de diez años de guerra y de que Hidalgo, Morelos, Mina y demás precursores de este movimiento estaban muertos y derrotados por las fuerzas reales de la colonia española. Para acabar el último reducto de insurgentes que se refugiaban como guerrilla en las montañas de lo que hoy es el estado de Guerrero, los gachupines armaron un gran ejército para que fuera a las montañas del Sur, a aniquilar a el último vestigio de la insurrección iniciada en 1810.
 
 
Sin embargo, su error no pudo ser más grande que el de poner al frente de ese poderosísimo ejército a un ¡criollo! Fue Agustín de Iturbide el criollo que traicionó a los gachupines y realizando la primera "consertacesión" con el Abrazo de Acatempan, donde Iturbide acuerda unir fuerzas para que "criollos y mestizos" tomaran la Ciudad de México, con el mismo ejército que los gachupines habían financiado y decretaran la Independencia, previo acuerdo de que Iturbide se proclamaría posteriormente "emperador".
 
 
La siguiente traición de los criollos a los gachupines, fue que entre 1821 y 1828 acordaron expulsar a los gachupines de México a través de Leyes como la del 10 de Mayo de 1827, donde el Artículo primero empieza así: "Ningún individuo que sea español por nacimiento podrá ejercer cargo ni empleo alguno de nombramiento de los poderes generales de cualquier ramo de la administración pública, civil y militar...", o la Ley del 20 de Diciembre del mismo año, donde se instrumenta la definitiva expulsión de los gachupines de México.
 
 
Los torpes, ineptos y ambiciosos criollos, al expulsar a los españoles crearán la primera "fuga de capitales" y en segundo lugar, sacan del país que nacía a los generadores de la riqueza. Esta es la verdadera historia de los criollos y este remedo de patria (sólo para ellos) que fundaron a principios del siglo XIX, donde la inmensa masa de indígenas no tenía cabida.
 
 
En efecto, para 1821 la cifra de españoles viviendo en México era de aproximadamente diez mil y la población total se calcula en seis millones de personas, la mayoría indígena.
 
Los criollos jamás, en estos dos siglos de intento de nación, han podido generar la riqueza que sus parientes los gachupines lograron producir. De esta manera comenzaron los "gobiernos de su patria" en la pobreza, pues ya no se producía y no se generaban impuestos y para colmo, se dividieron entre sí en dos bandos: conservadores y liberales, centralistas y federalistas, masones escoceses y masones yorkinos, panistas y priístas, lo que desató un estado de guerra constante durante casi todo el siglo XIX, además que por las guerras fraticidas, fueron invadidos por los franceses y los gringos, perdiendo más de la mitad del territorio que habían heredado de sus parientes los gachupines en la colonia.
 
 
Paradójicamente, fueron un anahuaca y un mestizo, los que pudieron cristalizar el anhelado proyecto de nación criolla de 1810. Benito Juárez y Porfirio Díaz lograron consolidar la República (criolla) y entrar al siglo XX.
 
 
La victoria de los criollos liberales fue consolidada por los gringos, quienes alentaron y financiaron la revolución de 1910, para desplazar de su "traspatio" a los franceses, ingleses y alemanes, de acuerdo a la Doctrina Monroe, donde "América es sólo para los americanos". Los criollos liberales en el primer cuarto del siglo XX, crearon una formidable maquinaria política-social-cultural a través del Partido Revolucionario Institucional, que logró institucionalizar su poder y redujo a casi nada a sus enemigos, los criollos conservadores que, desde el Partido de Acción Nacional, se mantuvieron latentes en lo político, ya que como había sucedido con Díaz a finales del siglo XIX, los criollos conservadores se dedicaron más a los negocios y los criollos liberales a la política.
 
 
Las políticas desarrollistas impuestas por los gringos, después de la Segunda Guerra en la mitad del siglo XX, alentaron el sueño de la industrialización y la modernidad de los dirigentes. Los criollos, tanto liberales como conservadores, tomados de la mano se embarcaron ciegamente en el proyecto propuesto por los gringos y compraron tecnología contaminante y caduca de industrias productoras de bienes de consumo y no bienes de capital. El dinero fue maléficamente prestado con intereses leoninos, lo que produjo a finales del siglo un endeudamiento descomunal, con su consiguiente pago de sumas exorbitantes de intereses.
 
 
A finales del siglo XX, los criollos liberales dejan a un país endeudado, con una altísima carga financiera por el pago de intereses, un sistema de administración pública ineficiente, obeso y sumamente corrupto, con una pérdida total de credibilidad y legalidad del sistema político, así como un país totalmente contaminado. Además de implantar de manera inadecuada la globalización, los criollos liberales, para "salvar su pellejo", entregan, sin ningún remordimiento y de la manera más cobarde y cínica, al pueblo de México y la riqueza de la nación, al capital financiero supra nacional, para que aplique sus políticas neoliberales sin ninguna compasión a la nación mexicana.
 
 
Nuevamente los criollos traicionan a la patria y acuerdan con sus amos foráneos, dejarle el mando a los criollos conservadores que "limpios y puros", desde la iniciativa privada, salvaran a la nación a partir de hacer eficiente a la administración pública, erradicar la corrupción, implementar políticas empresariales y el marketing, manejando al país como una gran empresa.
 
 
En estos doscientos años, los criollos jamás han tomado en cuenta a los indígenas y fundamentalmente, a la civilización originaria, que sigue viva, vigente y vibrante, en el proyecto de "su nación".
 
 
Han logrado desindanizar a muchos indígenas a través de sus políticas indigenistas e integracionistas. Han logrado neutralizar a los mestizos, haciéndolos "extranjeros incultos en su propia tierra", despreciando permanentemente sus raíces indígenas y exaltando la cultura de sus explotadores foráneos. Derrumbando su memoria ancestral de pueblos sabios y dejándolos indefensos en el auto desprecio y auto-denigración.
 
 

Es por ello que, criollos, mestizos e indios desindianizados, están condenados de por vida a ser sólo importadores, consumidores y repetidores de un mundo que jamás podrán construir con ORIGINALIDAD, pues para ellos, la modernidad viene siempre de afuera. Estarán siempre condenados a ser de tercera, subdesarrollados, imitadores, sumisos seres despreciados por sus colonizadores y al mismo tiempo, feroces menospreciadores de lo propio, de su raíz, de su identidad, de su Madre Cultura Indígena. Extranjeros incultos en su propia tierra, eternos viajeros desolados, perdidos en "el laberinto de su soledad".


Este destino también lo comparten los criollos, que despreciando la cultura originaria que los alimentó y formó, permanentemente la desprecian frente a la cultura Occidental, sin embargo, cuando ellos viajan a España o su tierra de origen, sus parientes y paisanos los señalan como "indianos", pues sin darse cuenta, han absorbido mucho de la cultura que ellos desprecian y ya no pertenecen totalmente a la originaria, (ni de aquí ni de allá).
 
 
Los criollos ¿mexicanos? prefieren entregar a "su patria" a los gringos o el capital financiero supra nacional, que reconocer el derecho ancestral que les han negado a los pueblos originarios desde hace 480 años. Es por ello que se unen los criollos conservadores (PAN), con los criollos liberales (PRI), en las cámaras del Poder Legislativo para impedir el reconocimiento legal de la existencia de los pueblos indios y sus consiguientes derechos.
 
 
Este país ha sido una creación criolla, donde los indígenas y mestizos, han sido solo "carne de cañón y sangre esclava".
 
 
Los criollos tienen el poder económico, el poder político, y son los científicos, artistas e intelectuales nacionales, bástenos leer sus nombres y conocer sus blasones.
 
 
El criollismo no es un fenómeno sanguíneo o racial, sino ideológico y cultural.
 
 
Existen muchas personas que actúan con esa mentalidad y son mestizos o indígenas mismos. Estos personajes les llaman " los cocos mexicanos", es decir: - cafés por fuera y blancos por dentro-.
 
 
Los mexicanos todos, sentimos que es momento de un gran cambio. Que no podemos seguir como hasta ahora los criollos han gobernado esta nación.
 
  1. La sociedad mexicana está despertando, quizás de un sueño, que muchas veces se convirtió en pesadilla. Los Pueblos Indios de México dicen un ¡YA BASTA! Que está sacudiendo todas nuestras anquilosadas estructuras
 
Tenemos que poner nuevos cimientos, nuevas bases y principios para crear una sociedad que responda a nuestra milenaria Cultura Madre y este en armonía con la parte de la Cultura Occidental de la que nos hemos apropiado en estos cinco siglos.
 
 
En el futuro próximo de nuestra nación, los pueblos indios y sus culturas afloraran con una inmensa fuerza tectónica, que derrumbará muchas construcciones colonial que habitan en la mente, la cultura y el corazón de nuestra sociedad criolla.
 
 
El futuro de México es su pasado, y los indígenas tomaran el sitio que les corresponde en la historia, y los mestizos, retomaremos la parte perdida, la parte olvidada de nuestra raíz, esencia de lo que hoy somos. México indefectiblemente es y será un país mestizo. La diferencia es que muy pronto los indígenas ocuparan los espacios que les corresponde y los mestizos nos despojaremos del colonialismo mental, espiritual y cultural que padecemos.
 
 
En muy pocos años veremos lo increíble.
 
 
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