lunes, 25 de enero de 2010
APARTHEID INTELECTUAL
Para los “mexicanos” colonizados, nos resulta muy difícil tener claridad intelectual sobre los pueblos llamados indígenas y su mundo de valores, actitudes y símbolos. Aunque compartimos el mismo espacio y la misma “realidad”, vivimos dos formas diferentes de percibir el mundo y la vida.
Producto de una sociedad colonial, los mexicanos mestizos ocupamos nuestro reducido espacio en el país en donde la ideología criolla conforma la “sociedad o cultura dominante”. Los mestizos a pesar de ser mayoría no tenemos el poder de decisión de las elites criollas para dirigir la nación. Pero criollos y mestizos, no solo desconocemos la Toltecáyotl (esencia del pensamiento ancestral del Anáhuac), sino que rechazamos cualquier manifestación de las culturas herederas de este legado cultural.
Los mestizos entramos en conflicto cuando escarbamos en las profundidades de “nuestro mestizaje”. Si bien nos aceptamos mestizos, asumimos mayoritariamente la parte europea y desconocemos o rechazamos la parte indígena de nosotros mismos. Esto resulta un tabú maligno que nos corroe el alma y periódicamente amenaza la concordia social.
Los indígenas son los “otros”. Los atrasados, los pobres, los marginados, los desamparados, pero nunca son “nosotros”. “Indio” es todo el que nos cae mal. Colón les llamó equivocadamente “indios”, a los pueblos originarios, pero hasta la fecha, no nos importa conocer cuál era el nombre que se daban ellos a sí mismos. Ni su nombre, ni su verdadera historia, ni su filosofía, ni nada. No nos interesa saber nada de los pueblos originarios…acaso su folclor para comercializarlo.
Los indígenas o los “indios” son “ellos”, jamás “nosotros”. Y frente a “ellos”, los mestizos tenemos en general dos actitudes. O los vemos desde la perspectiva del encomendero, para explotarlos. O desde la perspectiva del misionero, para “integrarlos” a nuestra europeizada visión del mundo y la vida. En la cual por cierto, frente a Occidente -“nosotros los criollos y mestizos”- somos “bananeros, tropicales o subdesarrollados”…una mala copia de ellos.
El indígena es entonces folclor o pobreza, idealización o desprecio, motivo de estudio o de explotación, pero nunca, hermano, maestro, amigo o compañero. El desarrollo o la pobreza son “de ellos”, no es de “nosotros”.
Lo que el mestizo no se cuestiona, es qué existe de la milenaria cultura de los pueblos originarios en la forma de ver y entender “su mundo y su vida”. En qué forma la cultura indígena se manifiesta en su mestizaje. Cómo esta presente en su percepción de la realidad, su parte indígena. El problema del mestizo hacia su parte indígena es LA INMENSA IGNORANCIA. En efecto, la ignorancia sobre la historia, filosofía y cultura; en general, no sabemos nada de una de las civilizaciones más antiguas y con origen autónomo del mundo. Sabemos más de China, India y hasta del milenario Egipto, pero nada de nosotros mismos.
Pareciera como si existiera un apartheid intelectual. Los indígenas de un lado y los “otros” del otro lado. Se trata de definir, encasillar, identificar a los indígenas y su grado de “pureza y originalidad”. No se puede aceptar que todos somos mestizos culturalmente y que no existe “pureza” racial o menos cultural. Ni en los indígenas, ni en los mestizos y mucho menos en los criollos.
Los pueblos que han sufrido una invasión, explotación y destrucción de sus instituciones, autoridades y leyes. Que han vivido la exclusión histórica, cultural e identitaria, aunque hayan pasado los siglos, siguen luchando internamente por mantener su identidad y su lugar en el mundo como naciones originarias. Pueden ser los pueblos vascos, catalanes o nahuas, mayas, etc. En todo el mundo las atrocidades históricas, los crímenes de lesa humanidad no se olvidan ni caducan. Son en muchos casos, el fuego subterráneo que mantiene la voluntad de ser y trascender, frete a todas las asechanzas del destino.
sábado, 9 de enero de 2010
EL COMERCIO ES LA MADRE DE TODAS LAS DESGRACIAS
El ser humano desde el principio de los tiempos ha venido a enfrentar el desafío de definir su destino a partir de la conciencia. Compuesto de “espíritu y materia”, lucha internamente en medio de este “par de opuestos complementarios” que lo hacen ser y le permiten trascender.
La materia sujeta a las fuerzas gravitatorias tiende a “la caída”. La corrupción es su destino final. El espíritu en cambio, pretende elevarse para integrarse de nuevo a “la totalidad” superior.
A través de la vida, el ser humano toma decisiones que lo arrastran al abismo de la estupidez o por el contrario, lo elevan a planos superiores de la existencia. O se aferra existencialmente al mundo material o se impulsa y se eleva en el mundo espiritual.
Drama universal y permanente que le permite a la vida humana encontrar su razón de ser.
"¿Acaso en verdad se vive en la tierra?
No para siempre en la tierra,
sólo un poco aquí.
Aunque sea jade se quiebra.
Aunque sea oro se rompe.
Aunque sea plumaje de quetzal se desgarra.
No para siempre en la tierra,
sólo un poco aquí."
Nezahualcóyotl.
Todas las civilizaciones antiguas versaban sus conocimientos en este drama universal de mentes y espíritus superiores. Y todos los seres humanos que hayan logrado superar el estadio básico animal de la existencia, se preocupan y ocupan en trascender su existencia en el plano espiritual.
Sin embargo, lo más fácil y elemental es quedarse en el perímetro limitado de la materia. Encontrar en el mundo material la razón de la existencia. La gente y los pueblos que no han evolucionado espiritualmente quedan empantanados en el mundo material. En las pasiones y sensaciones mundanas y elementales.
El poder político, económico y social es “el poder más fácil”, porque es un “poder elemental”. Esta clase de poder es circunstancial y en muchos casos ajeno a uno mismo. Sí una persona nace en el ceno de una familia real, tendrá sin proponérselo el poder político. Sí tiene la suerte de “sacarse la lotería” o recibir una herencia, podrá tener el poder económico gratuitamente. Y sí entra en un proyecto comercial del mercado de la comunicación, podrá en poco tiempo ser una celebridad sin tener ningún mérito.
En general, este tipo de poderes, que siempre han existido, toman una enorme proporción, fuerza y vigor, con la civilización del Mercado y la modernidad.
El cambio dramático del “Nuevo orden Mundial” (el culto a la materia), que vino a desplazar muy recientemente, en la historia de la humanidad, al “Viejo Orden Mundial” (el culto al espíritu), comenzó cuando “los mercaderes” que vivían en Bagdad, se mudaron a Europa en el siglo X y empezaron a infiltrarse en los reinos bárbaros de los anglosajones, teutones, normandos y francos.
Crearon sus “bases” en Venecia y Londres y empezaron a tejer sus redes comerciales en toda Europa y las unieron a los del Cercano Oriente y Lejano Oriente. Los comerciantes en la Edad Media empezaron a crear “el comercio mundial” y la globalidad económica.
Más tarde derrotaron a los reyes y crearon el primer país del mundo en 1776 y con ello nació la “democracia de los mercaderes” y las repúblicas. El “Nuevo Orden” empezó a funcionar. Más tarde uno de sus filósofos “mató a Dios” y destruyó la metafísica. La filosofía pasó a ser economía, porque la realización humana ya no estaba en el campo del espíritu, sino en la materia.
Sin un Dios superior, sin la trascendencia del Espíritu, los seres humanos guiados por los mercaderes se entregaron al mundo material en la búsqueda de la felicidad y la realización. Unos a través de la rectoría del Estado y otros a través de la rectoría del Mercado, pero los dos unidos en el ámbito de la materia.
Los políticos fueron creados para defender los intereses del Mercado y los mercaderes a nombre los pueblos. Los brujos negros desplazaron a los sacerdotes y crearon una nueva religión. La “ciencia” es ahora la que dicta “la verdad” del mundo y la vida, y “los científicos” son los nuevos ministros del culto a la materia. Los dirigentes de los pueblos ya no buscan, como en el antiguo orden, “liberar el espíritu” de la materia. Ahora buscan a través de su nueva religión, “liberar la energía de la materia” y llegar a la fusión nuclear, vértice superior del desarrollo material y del poder militar (armamento nuclear).
De esta manera el comercio (comprar y vender) es la actividad sagrada y más importante del Nuevo Orden Mundial. Todos los seres humanos, todos los pueblos y todos los gobiernos lo que tratan es de obtener DINERO para tener “poder de comprar y vender”. El dinero es el instrumento de poder de los adoradores del Becerro de Oro. El dinero pasó de ser un “instrumento de cambio” para intercambiar mercancías, a ser “la mercancía más adorada” y deseada.
Pero el comercio es una de las expresiones más ruines del ser humano, igual que la guerra. Por ello, comercio y guerra, y guerra y comercio, son un binomio indisoluble en el Nuevo Orden Mundial.
El comerciante es un parásito social. Compra barato y vende caro. Explota al productor y roba al consumidor. El comercio es un acto inmoral y antisocial. Daña el interés público y empobrece a los pueblos. Crea diferencias y desvalora el trabajo productivo. Alienta la especulación y el abuso.
El comercio es una acción que envilece a los seres humanos y a los pueblos. En nuestros días se basa en crearles necesidades de consumo a los pueblos y venderles artículos chatarra y desechables. Los seres humanos, por miles de años, aprendieron a sobrevivir de lo que la tierra les daba y en algunos casos necesarios, realizaba el trueque de materias o artículos básicos indispensables para su subsistencia material y espiritual.
Enfocaban su tiempo y sus energías en la búsqueda de la trascendencia espiritual de la existencia. Entendía que “la materia” era solo un medio en la que se expresaba el espíritu. Que era “temporal” y limitada. No así el Espíritu.
El comercio es en esencia un acto sustentado en el abuso. El comerciante tiene que ganar a costa de lo que sea. La mentira, el robo, el engaño, son la materia prima del comerciante, quien no debe tener escrúpulos, ni contemplaciones. Para ser un “buen comerciante” debe ser despiadado y sin sentimientos o responsabilidad social, ambiental o ecológica.
Cuando nos referimos al “comercio y los comerciantes”, por supuesto que nos estamos refiriendo a “los grandes mercaderes del planeta”, no al tendero de la esquina.
Sorprende encontrar expresiones de elevado desarrollo humano, como en la civilización del Anáhuac , que en sus siete milenios y medio, jamás inventaron la moneda y tenían tianguis cada cinco días. Todas las operaciones, grandes y pequeñas se hacía por medio del trueque.
Otro dato importante para dimensionar los alcances de la Civilización del Anáhuac, fue que jamás inventaron las armas. Las mismas armas que heredaron de la época Prehistórica (el arco, la flecha, la lanza, el mazo, la honda y el escudo) con esas mismas armas siete milenios y medio después, enfrentaron a la invasión europea, en unas “guerras floridas” en las que estaba prohibido matar al enemigo.
El Nuevo orden Mundial se sustenta justamente en el comercio y la guerra, en la guerra y el comercio. En el consumismo, en el “culto al Becerro de Oro”, en la vida deshumanizada e individualizada. Dios, el Espíritu, lo sagrado y lo divino del mundo y la vida han sido desterrados de esta pavorosa realidad.
El ser humano y la sociedad han caído en la esterilidad de un mundo material y comercial. El afán de riqueza a cualquier precio, es el signo de nuestros días. El comercio es la actividad más preciada, valorada e importante del Nuevo orden Mundial. El planeta, sus recursos naturales, las personas, familias y pueblos, están al servicio del culto del Becerro de Oro. Abusar, engañar, robar y explotar es lo más común, “decente” y normal. El comprar y vender a través de “venderle el alma al diablo” es lo correcto de nuestra sociedad moderna. Razón por la cual, ahora vivimos en un infierno.