Lo que hoy conocemos como “México”(1) fue parte del territorio del Cem Anáhuac(2) , cuna de una de las seis civilizaciones más antiguas con origen autónomo del mundo. Las fuentes históricas(3) más convencionales fijan la fecha de la sedentarización a través de la invención de la agricultura aproximadamente en los inicios del sexto milenio a.C. Durante cuatro milenios y medio los anahuacas lograron desarrollar, sistematizar e implantar los conocimientos necesarios para que en el año 1500 a.C. se contara con una eficiente pirámide de desarrollo humano a través de los eficaces sistemas de: alimentación, salud, educación y organización social, lo que permitió la “aparición” de la llamada cultura olmeca, esencia y raíz del Anáhuac.
A lo largo de tres mil años la civilización del Anáhuac vivó su formación, desarrollo, plenitud y decadencia. Los expertos dividen los siete mil quinientos años de desarrollo cultural en tres periodos: Preclásico 6000 a 200 a.C., el periodo Clásico de 200 a.C. a 850 d.C. y finalmente el periodo Postclásico del 850 a 1521 d.C. Por supuesto que el periodo más importante de nuestro pasado, del cual debemos tomar ejemplo y sabiduría fue el periodo Clásico que duró más de mil años de esplendor. Sin embargo, el más estudiado y difundido es el periodo Postclásico en virtud que fue el que conocieron y conquistaron los invasores europeos, y que hasta la fecha sigue siendo el valuarte ideológico para que de manera subliminal se asimile por los invadidos-conquistados-explotados la presumida y supuesta superioridad cultural y racial de los extranjeros.
En los siete mil quinientos años de desarrollo humano y cultural de la civilización del Anáhuac se llegó a tener el más elevado desarrollo humano en la historia del planeta. En efecto, ninguna civilización logró tener, por miles de años, la calidad y el nivel de vida que lograron alcanzar para todo el pueblo los anahuacas. Aún en el periodo Postclásico decadente encontramos en Tenochtitlán la ciudad más avanzada, ordenada, organizada, limpia de su tiempo, que poseía la retícula perfecta de las ciudades de nuestros tiempos, con calles, calzadas, plazas, jardines, edificios públicos, mercados, templos, bibliotecas, escuelas, zoológico, sistema de agua potable, sistema de transporte fluvial comunitario y gratuito.
Pero lo más importante, todos los habitantes tenían independientemente de su calidad social y económica, una calidad y nivel de vida que ningún otro pueblo tuvo en la historia de la humanidad. Ni los “famosos” griegos o romanos les dieron -a todo el pueblo-, el privilegio civilizatorio de vivir con este alto estándar de vida. La alimentación, la salud, la higiene, la educación obligatoria, pública y gratuita para todos, así como una efectiva organización social a través de la “democracia comunitaria”, es un legado cultural que de “alguna forma remota” subiste hasta la actualidad.
Testimonio de este avance humano, es que los anahuacas lograron articular una civilización en la que por miles de años se alentó el desarrollo del conocimiento, se implementó un sistema de educación, no se inventaron y desarrollaron las armas, no se inventó la moneda, no existió la propiedad privada y se compartió por todos un propósito social de un alto carácter y nivel espiritual. Estos seis elementos culturales operando en conjunto explican siglos de paz y armonía como nunca se ha logrado en la historia del planeta por un periodo de tiempo tan largo.
Pero debemos hacer un comentario aparte sobre el sistema de organización social que fue creado y afinado a lo largo de miles de años. La sabiduría y la experiencia en la organización social para el desarrollo de inconmensurables propósitos sociales, que van mucho más allá de los impresionantes vestigios materiales de sus megalíticas construcciones, que como en el caso de Monte Alban duró el proyecto constructor 1350 años (500 a.C. a 850 d.C.).
En efecto, en las llamadas “zonas arqueológicas” que no fueron nunca “centros ceremoniales, palacios, fortalezas y menos ciudades”, especialmente en el periodo Clásico, representan solo “la punta del “iceberg” de los grandes avances en la sabiduría y el conocimiento de “lo trascendente”, toda vez que hoy vemos “las ruinas” de su desarrollo material, pero sabemos que la civilización del Anáhuac sustentó su potencial humano y cultural de manera histórica en la espiritualidad.
La capacidad y efectividad de la organización social pudo construir más de cien mil vestigios arqueológicos(4) , lo que representa la mayor capacidad constructiva de las civilizaciones Madre en la historia de la humanidad. Porque se debe tomar en cuenta que para desarrollar estos magnos proyectos constructivos se requirió, además de los conocimientos y tecnologías, un sólido sistema alimentario que permitiera, no solo que el pueblo dispusiera de la energía necesaria, sino además del tiempo suficiente para realizarlo.
Otra de los recursos requeridos para estos megaproyectos que se llevaron generaciones completas en construirlos, fue poseer un eficiente sistema de salud y sobre todo, un eficaz sistema educativo que permitiera trasmitir de generación en generación, no solo los conocimientos constructivos, sino fundamentalmente, que las nuevas generaciones asumieran como propio estos largos y monumentales proyectos constructivos como propios. La educación como sistema de transmisión de valores permitió este prodigio humano.
De este modo, podemos entender que el sistema de organización social fue uno de los ejes y fundamento del desarrollo humano en el Anáhuac a lo largo de varios milenios. Y en especial debemos de ser atentos al periodo Clásico en donde encontramos una forma decantada de organización que, en algunos lugares del llamado “México profundo” todavía sigue cohesionado y permitiendo que los pueblos indígenas y comunidades campesinas logren construir sus bienes materiales e inmateriales.
El tequio(5) , la gozona, la guelaguetza(6) , la fajina y especialmente el sistema de cargos(7) , vienen de varios miles de años atrás, producto de la sabiduría y experiencia en las formas de gobierno y organización comunitaria. La democracia partidista tiene apenas 234 años de existencia y la democracia comunitaria en el Anáhuac mucho más de tres mil quinientos años. Los números son claros y lo dicen todo.
Esta sabiduría se basa en procurar el bien común sobre el interés privado. Exalta “el servicio” solidario y no retribuido a la comunidad. Pondera la experiencia y sabiduría de los ancianos que han sabido servir a la comunidad. Pondera la propiedad comunitaria sobre la privada. Fortalece la familia, los clanes familiares y mantiene una ancestral tolerancia y cuidado con la niñez. Mantiene vínculos de respeto y amor a la naturaleza. Mantiene estrictos valores sociales y comunitarios a través tradiciones, usos y costumbres. Apoya el desarrollo de las manifestaciones comunitarias en los campos productivos, lúdicos, festivos y espirituales. Alienta la solidaridad con los más débiles o necesitados. Mantiene actitudes solidarias con las comunidades vecinas. Y ha sido flexible y cambiante en las formas pero ha mantenido el fondo “humano, material y comunitario”.
Especialmente en el periodo Clásico, en el cual existieron las llamadas “ciudades estado”, totalmente independientes administrativa y políticamente una de otra, sin ningún mando central, pero compartiendo las mismas bases filosóficas esenciales de la Toltecáyotl para todo el Cem Anáhuac en donde la “tlahtocamecayomachtlilíztli”(8) (ciencia de gobernar en lengua náhuatl) fue evolucionando hasta convertirse en un arte. El consejo supremo o Tlatócan(9) integrado por un grupo de sabios ancianos que habían tenido un brillante desempeño en las responsabilidades comunitarias que se les fueron asignadas a lo largo de toda su vida a través del sistema de cargos. Este era el órgano supremo en la toma de decisiones.
El segundo nivel se daba en la Asamblea, espacio democrático en el que se trataban los problemas de la comunidad de una forma pública y abierta. En la asamblea solo los que había servido con eficiencia podían hacer uso de la voz y dar sus opiniones, y en la que todos los “ciudadanos” o cabezas de familia podían vota, pero que en general se buscaba el consenso. El tercer nivel en la organización comunitaria recaía en una dualidad simbólicamente masculina y femenina respectivamente. El Tlatuani, quien era el que organiza, y el Cihuacóatl, quien era el administrador. Ambos autoridades mandaban en armonía obedeciendo a la asamblea.
De esta manera la organización social tenía profundas semejanzas con la propuesta filosófica de la Toltecáyotl sobre la divinidad. En donde existía el “ser supremo” (invisible e innombrable) que era uno solo referido poéticamente como (Tloque Nahuaque)(10) , como lo es el Poder en la sociedad. Un segundo nivel estaba representado por esa misma divinidad suprema en una dualidad divina, un par de opuestos complementarios (Ometéotl). De los dos “el Señor” (Ometecutli) de los dos la Señora (Ometecihuatl). Y una trinidad absoluta entre Tloque Nahuaque, Quetzalcóatl y Tláloc, que en la practica de la organización social sería: El consejo supremo o de ancianos, la asamblea y el par complementario que se hace uno en el poder, con el Tlatuani y el Cihuacóatl.
Los macehuales (el pueblo) y los pipiltzin (los nobles) quienes vivían en armonía con mayores responsabilidades sociales, culturales y religiosas que los primeros(11) . La nobleza en el periodo Clásico se desarrollaba a través de la educación(12) . En efecto, el concepto es que solo la educación exalta la nobleza humana. De modo que los pipilzin no eran producto de la herencia o linaje familiar, menos aún de las guerras, porque en el periodo Clásico no hubo guerras, y como no existía la propiedad privada y la moneda, no existía acumulación y explotación, la cultura material en general era de “autoconsumo” y se caracterizaba por la austeridad y frugalidad, aún en las clases dirigentes. Por ello la nobleza venía por esfuerzo propio, como todos estudiaban en el sistema educativo salían por sus propios méritos los nobles, no importando su extracción social sino su desempeño escolar y su desempeño en el servicio comunitario.
“La cola y el ala”, como simbólicamente se referían al pueblo había aprendido por milenios a respetar, obedecer y confiar ciegamente en sus autoridades, comenzando con las familiares hasta llegar a las más altas de carácter comunitario. La eficiencia comprobada en el ejercicio de la autoridad y la organización social fortalecieron un sólido sentido de respeto y acatamiento de las disposiciones de las autoridades, de padre a hijo y de macehual a autoridad superior, fuera el Tlatuani o el Cihuacóatl. El respeto ciego a la autoridad fue construyéndose a lo largo de los siglos a través de la eficiencia de las decisiones que tomaban las autoridades por el bien común. Los anahuacas, fueran nahuas, mayas, zapotecos, vivían en sociedades muy estrictas y disciplinadas gracias a la educación que llegaba a todo mundo.
Fue la educación escolarizada por siglos, la que permitió que la sociedad avanzara en sus mega proyectos sociales, tanto en el plano material y en especial en la construcción de centros de conocimiento por todo el Anáhuac, como muy pocas civilizaciones antiguas lo hicieron. Como en los proyectos de carácter espiritual, que fueron compartidos –a través de la educación- por generaciones y generaciones. Esto explica sus extraordinarios logros en las ciencias exactas, naturales y sociales. Y por supuesto, los siglos de paz que hubo en el periodo Clásico. De manera que un pueblo educado por generaciones necesita una dirigencia mucho muy preparada, tanto en el conocimiento del mundo material, como en el mundo espiritual, que fue en el Anáhuac, el fundamente y la esencia civilizatoria.
Este sentido de la autoridad creado por la Toltecáyotl, aún fue usado por el imperio mexica, quien impuso una terrible trasgresión al pensamiento y filosofía humanista de Quetzalcóatl. En efecto, los mexicas(13), en especial a partir de que Moctezuma Ilhuicamina y Tlacaélel(14) constituyeron el poder de la Triple Alianza(15) en 1440 d.C., cambiando el sentido místico espiritual tolteca por un sentido materialista guerrero representado por su numen tutelar Huitzilopochtli. La sociedad mexica se convirtió en una sociedad guerrera, imperialista, explotadora que usó la antigua sabiduría tolteca en sus cimientos, pero la deformó con objetivos materiales y expansionistas.
Por ejemplo, el sistema educativo tolteca que estaba encaminado a formar “rostros propios y corazones verdaderos” en el periodo Clásico. Se transformó en escuelas militares en donde los hijos de la corrompida dirigencia mexica iban al Calmécac a prepararse como oficiales y los macehuales, el pueblo, iba al Telpochcalli para preparase como tropa. Las Guerras Floridas de los mexicas estaban enfocadas a someter a los pueblos vecinos e imponerles grandes tributos, como nunca antes se había dado en el Anáhuac. En estas guerras mexicas estaba prohibido matar al enemigo y sólo se le tomaba prisionero para ser sacrificado. Esta trasgresión del pensamiento tolteca solo duró 81 años, de 1440 a 1521, pero la historia oficial colonizadora hace pensar al pueblo ignorante de sí mismo, que los mexicas o aztecas, son la cultura representativa más importante de la civilización del Anáhuac, lo que es totalmente falso y mal intencionado.
La invasión europea y la guerra de conquista que favoreció a los colonizadores en mucho fue producto de esta “disciplina y obediencia ciega” a la autoridad por el pueblo. No solo para el caso de la sociedad mexica, quien en su momento estuvo “dividida” entre exterminar a los intrusos y abusivos europeos o someterse a ellos, dado que los españoles con sus odiosos y deshumanizados actos demostraban que no eran civilizados y menos aún, como lo afirmó Cortés en los primeros tiempos, que fueran embajadores de “Quetzalcóatl”. En otros señoríos, el pueblo rechazaba la alianza con los intrusos. Pero fueron los errores históricos de las dirigencias, los que aprovechó hábilmente Cortés para provocar la desunión y la lucha fraticida.
Lo que no se toma en cuenta para entender dimensionar “la conquista” es que Cortés llevaba a 850 filibusteros mal armados y que no eran militares, dado que los ejércitos surgieron en Europa, como tales, en el siglo XVII. En los tiempos de la conquista de América en Europa solo existían “Los Tercios”, que eran inmensas masas de combatientes de diferentes culturas, lenguas y religiones, que peleaban como mercenarios. No usaban uniforme y no eran un “cuerpo militar” como lo que hoy entendemos por un ejército compuesto de oficiales, soldados, mandos y disciplina.
Cortés no conocía la cultura y la disciplina militar anahuaca, y menos aún la lengua para dirigir y comandar a los diversos ejércitos que sus aliados le pusieron a su disposición, y como en el caso -sólo del texcocano Ixtlixóchitl-, le puso a la disposición trescientos mil guerreros. El verdadero general en jefe de los invasores europeos fue Ixtlixóchitl quien conocía la lengua, las estrategias y los usos y costumbres de los ejércitos anahuacas del periodo Posclásico decadente y fue quien derrotó a los diezmados mexicas que sufrieron la pandemia de la viruela. En la Batalla de Tenochtitlán Cortés debió contar con alrededor de medio millón de guerreros anahuacas, entre tlaxcaltecas, texcocanos, xochimilcas, etc., y no más de mil europeos, negros e indígenas caribeños mal armados y muy indisciplinados. Los cientos de miles de guerreros anahuacas que usó Cortés, por lógica elemental no los pudo comandar, sino que tuvo que ser un anahuaca en su propia lengua y cultura militar.
Todavía muy entrado el siglo XVI, los europeos usaron hábilmente el sentido de respeto y obediencia a las autoridades para iniciar la conquista y colonización de los pueblos originarios. En efecto, por la extensión del Cen Anáhuac que iba desde el Norte de lo que hoy es Estados Unidos hasta Nicaragua en Centro América, y por el número reducido de españoles que habitaban el basto territorio, los invasores usaron para la colonización a las propias autoridades indígenas. El caso de los tlaxcaltecas y aún de los propios mexicas, ahora como sus aliados, se convirtió en una eficiente maquinaria guerrera y de colonización en contra de los pueblos originarios rebeldes. Muchas ciudades, especialmente del Norte del país fueron construidas y colonizadas por los propios anahuacas del centro del país.
La transición de la autoridad anahuaca a la autoridad europea fue lenta, con muchos conflictos, mal entendidos, adaptaciones e imposiciones y fundada en el abuso, el despojo, el crimen y la total impunidad. De esta forma podemos afirmar que los gobiernos de ocupación del Anáhuac fueron producto de la violencia, la injusticia y el crimen, no solo por los europeos, sino también por los señoríos que se aliaron a los invasores.
“La política española actuó para deponer a los jefes imperiales del Estado azteca, pero conservó las estructuras locales y su personal. En cuanto a los tribus, esto significo la pérdida de identidad de los principales grupos bajo el dominio español, mientras que los grupos subordinados sobrevivieron.” Charles Gibson pág. 35.
Los europeos destruyeron las autoridades, las instituciones y las leyes de los anahuacas que habían sido producto de un desarrollo humano de más de tres mil años por lo menos. En su lugar, no implantaron las autoridades, las instituciones y las leyes españolas que funcionaban en España en aquél momento. No, por el contrario, crearon nuevas autoridades, instituciones y leyes de carácter COLONIAL, que no tenían el objetivo de alentar el desarrollo de los pueblos invadidos y vencidos. Por el contrario, solo regulaba el sometimiento y la explotación de los pueblos, así como la depredación de sus recursos naturales a favor (en teoría) de la corona española, auque en la realidad la corrupción fue el verdadero aceite con el que funcionó el sistema colonial español durante tres siglos.
Al inicio de la ocupación la autoridad suprema fue el cabecilla de los filibusteros. Hernán Cortés salió prófugo de la ley de Cuba, debido a que el gobernador Diego Velázquez se enteró de los planes de Cortés para traicionarlo en la expedición de la cual Velázquez era el titular beneficiado por la corona y por lo consiguiente, le tenía que compartir un alto porcentaje de lo robado(16) a los anahuacas, a demás de pagar a la corona por el “permiso” el veinte por ciento de lo “rescatado”, es decir, de lo robado. Cortés y la pandilla de filibusteros dejó la isla de Cuba unas semanas antes de lo planeado para no ser detenido y encarcelado por el gobernador.
Cortés desde el principio se dedicó a engañar, traicionar y robar a sus propios secuaces, por lo que tuvo varios intentos de rebelión que terminaron con la vida de los inconformes y en la repartición in equitativa del tesoro que robaron a los anahuacas. La quema de las naves(17) fue una medida desesperada para abortar el motín que pretendía entregar a Cortés al gobernador de Cuba y que éste les nombrara a un nuevo capitán para la expedición. Cortés también traicionó y robó a sus compinches, quedándose con la mayor parte del oro y la plata robados. Pero también engañó y traicionó a sus propios aliados anahuacas, especialmente a Ixtlilxóchitl(18), quien a pesar de ser el artífice militar de la derrota de los mexicas, siempre le escatimó el merito en sus “Cartas de relación”.
A tal punto fue el estilo de su despótico y abusivo ejercicio del poder que traicionó a Cuauhtémoc y lo mandó ahorcar. La historia hispanista poco refiere otro crimen de la primera autoridad colonial. No solo que estranguló con sus propias mano a su mujer Catalina Xuárez en su casa en Coyoacán en 1522, sino que el rey de España recibiendo noticias tan contrastadas de la conducta de la primera autoridad de la Nueva España mandó de incógnito a su Confesor Real, el fraile Juan de Tecto , para que le mandara información confiable y verídica sobre el comportamiento de Cortés. Cuando Fray Juan de Tecto(19) se opuso al asesinato de Cuauhtémoc, dado que el tlatuani mexica era considerado como “un rey” y en la cultura europea del siglo XVI no se podía quitarle la vida a un rey. El fraile amenazó a Cortés con denunciarlo ante el rey si lo hacía y Cortés decidió asesinar a los dos. Cortés termina su truculenta vida defendiéndose de un Juicio de Residencia(20) que la corona española le impuso por sus crímenes, abusos e injusticias ejerciendo el gobierno de los territorios que conquistó.
Este sombrío comienzo marcará la pauta de los demás gobiernos coloniales durante tres siglos, fuera El Real y Supremo Consejo de Indias, las Audiencias, virreyes, gobernadores, capitanes generales, encomenderos, corregidores, Alcaldes Mayores, etc. La pauta fue que eran gobiernos y autoridades foráneas, que venían a enriquecerse a través del despojo, no solo de los pueblos explotados anahuacas y sus cuantiosos recursos naturales, sino a violentar y abusar de los propios españoles y criollos. Motivo por lo cual, periódicamente tenían que salir huyendo con su mal habida riqueza antes de un estallido social en su contra.
Durante estos trescientos años, los gobiernos y los proyectos de gobierno excluyeron total y radicalmente a la milenaria civilización de los pueblos y culturas originarias. El proyecto de colonización se diseñaba en España, se mal implementaba en el virreinato a conveniencia de la corrupta burocracia y los depredadores gachupines, criollos y mestizos que tenían el dominio absoluto de la actividad económica y el comercio en sus manos.
La disputa ideológica de Bartolomé de las Casas(21) (1484-1566) y Juan Gines de Sepúlveda(22) (1550) que alcanzó a la civilización en su conjunto. Es muy importante señalar que en el siglo XVI en España hubo un enfrentamiento entre dos formas muy distintas de ver la conquista y la colonización. Por una parte estaba la mayoría representada por el Juan Gines de Sepúlveda y quienes representaban la visión europea medieval heredera de cientos de años de guerras entre reinos por las tierras y el poder, y sumada a esta ancestral forma belicosa de ver y entender el mundo y la vida (que hasta la fecha refleja la verdadera cultura europea), había que sumarle la herencia cultural de ocho siglos de la sangrienta guerra de reconquista en contra del Islam, estaba la visión fanática del catolicismo español que se ha caracterizado (hasta la fecha) por ser cerrada, intolerante y fundamentalista. De aquí se desprende lo que Gines de Sepúlveda llamó “las guerras justas” y supuestamente basaba su teoría en los escritos de Platón y Maquiavelo.
En efecto, las “guerras justas” eran las que encabezaban los pueblos “civilizados” (cristianos) en contra de los bárbaros ajenos a “el Dios judeocristiano” y por ende, sujetos a las oscuras fuerzas del demonio y el pecado. De modo que estos pueblos idólatras eran doblemente sujetos a ser dominados y cristianizados incorporándolos al reino español como “seres sin alma” y sin derechos humanos. Así la conquista y colonización que implicaban la invasión, el despojo y la esclavitud poseían la “gracia del Dios cristiano” y la legalización terrenal por la corona española. De modo que la invasión tomó tintes mesiánicos y el holocausto se “legalizó” y oficializó. Las expediciones fueron producto de la “iniciativa privada” de un grupo funcionarios y cortesanos que se asociaban con mercaderes y aventureros, quienes en conjunto financiaban las expediciones para “rescatar oro”, explorar y fundar, previó permiso real por escrito que tenía un costo que variaba según el caso, lugar e inversionistas. Pero que por lo general era el veinte por ciento de lo robado, al cual se le llamó el “Quinto real”.
Por el otro lado estaban aquellos preclaros hombres que representaban el naciente humanismo del Renacimiento, sustentado en una visión humanista del encuentro con el “otro”. Pensamiento que veía una nueva posibilidad de crear un “nuevo mundo” con los valores más humanos del cristianismo. Esta minoritaria corriente estaba representada por fray Bartolomé de las Casas que horrorizado de las masacres e injusticias de la invasión y colonización, dado que él mismo fue un conquistador y encomendero, renunció a las armas y tomó los hábitos para luchar por la justicia a favor de los pueblos anahuacas, por lo que fue nombrado “procurador y protector universal de todos los indios”.
El trasfondo fundamental de la disputa, como siempre, era de carácter económico. Ginés de Sepúlveda representaba los intereses de los conquistadores y encomenderos, quienes explotaban a los pueblos indígenas y sus recursos naturales y por ello “pagaban” un impuesto que pasaba por la corrupta burocracia colonial y llegaba bastante menguado a las arcas reales.
Por otra parte, Bartolomé de las Casas proponía al rey de España darle a los anahuacas la calidad de súbditos de la corona y ellos mismos, como el pueblo español, pagaran sus tributos directamente a la corona. Bartolomé de las Casas aseguraba que la corona se beneficiaría mucho más al incorporar a los anahuacas como súbditos, toda vez que demostró que eran pueblos trabajadores con una gran experiencia en la organización social y que sabían respetar a las autoridades. Esta propuesta atrajo en principio el interés del rey pero fue boicoteada por la burocracia, los cortesanos, los inversionistas y los aventureros, toda vez que los sacaba del lucrativo negocio de la colonización. Así los gobiernos en el inicio de la ocupación del Anáhuac se sustentaron en la estigmatización de los pueblos y culturas originarias, imponiéndose una visión racista y deshumanizada explotación que llegó al extremo de reducir la población anahuaca de 24 millones que se calcula a la llegada de los invasores a un millón cien años después. Con la victoria del pensamiento de Sepúlveda se negó jurídica, cultural y religiosamente toda participación de la sabiduría y experiencia en el desarrollo humano en los gobiernos de ocupación del Anáhuac durante los primeros trescientos años del periodo colonial.
El Sistema de Castas(23) que se implantó en el Virreinato de la Nueva España fue la estructura del poder y el mecanismo de exclusión y explotación de la sociedad novo hispana. En el vértice de la pirámide del Sistema de Castas estaban los “españoles nacidos en España” a quien se les conoció como “gachupines”. En segundo lugar lo ocupaban los hijos de padre y madre españoles, pero con la “desgracia” de haber nacido en las tierras ocupadas del Anáhuac, por esta razón no podían ocupar los más altos cargos en el gobierno, el clero, el ejército, la economía y el comercio. En tercer lugar estaban los hijos de padre español y madre indígena a quienes se les denominaba “mestizos” y que en general ocupaban puestos menores y eran los advenedizos de una cultura que se esforzaba de manera esquizofrénica en ser “más española” que en España. Seguían los esclavos traídos de África, toda vez que tenía un alto costo y resultaban muy productivos en el sistema de explotación. El último lugar lo ocupaban los anahuacas, quienes no tenían ningún derecho y en general eran tratados como esclavos o vencidos, según la tesis de Gines de Sepúlveda y que cómodamente se mantuvo vigente, no solo en la Colonia, sino en los siguientes dos siglos con el neocolonialismo que implantaron los criollos en la formación de “su país”. Además existía un sinfín de “mezclas”(24) o variantes entre las propias castas, en espacial las que estaban en la base de la pirámide de exclusión.
La conquista y la colonización en gran parte se debieron al esfuerzo, conocimiento y funcionalidad de la civilización anahuaca. Los que en verdad pelearon fueron los anahuacas contra los propios anahuacas en las guerras de conquista y en la colonización, no solo fueron la mano de obra que sembró y cosechó, sino la que construyó templos y exconventos, así como la que excavó en las minas, construyó caminos y ciudades enteras. El investigador inglés Charles Gibson en su excelente obra “Los aztecas bajo el dominio español 1519-1810” señala que:
Después de 1519 una inmensa mayoría de nuevas influencias pesaron sobre la vida indígena. El imperialismo de los Hamburgo extrajo su incentivo de las tradiciones peninsulares y descuidó las adaptaciones regionales. El valle no fue nunca una sede “sede” para los españoles, salvo de manera más circunstancial. Los españoles establecieron su capital colonial en el valle, pero resueltamente lo conectaron por carretera con Veracruz y luego por mar con Sevilla. Casi nunca adoptaron los estilos indígenas en la ropa ni en el diseño o la construcción de casas. En vez de ello, exageraron sus propios estilos españoles, como para negar su situación provinciana. La “cultura” de la civilización indígena tenía para ellos, en el mejor de los casos, un atractivo exótico. Los españoles consumían los productos de las chinampas, pero ignoraron los métodos agrícolas de las chinampas hasta el siglo XVIII, y aun entonces los examinaron no como un modelo para su propia producción alimenticia sino sólo con la curiosidad científica que marcó la época de Carlos III. El sistema lacustre del valle, tan ingeniosamente utilizado por los indígenas, era para los españoles un obstáculo que había que desaguar como en los Países Bajos españoles. Los españoles rellenaron los canales de Tenochtitlán, introdujeron el tráfico de vehículos y tranvías de mulas y dejaron que los indígenas remaran las canoas.
Para estudios locales como éste, el hecho significativo es que, mientras la civilización colonial española traía de afuera sus ideas dominantes, confiaba en los recursos nativos para encontrar los medios para llevarlas a cabo. La paradoja de un colonialismo español en desarrollo dentro de un medio en deterioro se explica por una relación de absoluta dependencia. Sólo a través del uso directo de recursos naturales y humanos podía florecer la colonia española. Charles Gibson. p. 13.
Jamás se pensó en valorar y retomar la sabiduría y experiencia milenaria de la civilización que alcanzó el más alto grado de desarrollo humano en la historia del planeta, pero como menciona Gibson, siempre se usaron sus conocimientos y potencialidades para el proyecto colonial. Por el contrario, de manera permanente, inhumana y brutal los colonizadores y neocoloinzadores han mantenido desde hace cinco siglos una política de desprecio y exterminio de los pueblos originales y de la desaparición de sus culturas a partir de una acción firme y contundente para quitarles sus lenguas originarias para dejarlos mudos, borrarles su memoria histórica para dejarlos amnésicos, negarles sus conocimientos para dejarlos entupidos e incapaces, quitarles sus espacios y no solo los físicos, sino los sagrados, sociales y comunitarios para dejarlos en “el aire” y finalmente destruir su religión y espiritualidad para dejarlos insensibles y fanáticos. Con estas cinco amputaciones a la civilización originaria pudieron desplantar el sistema colonial y mantenerlo vigente hasta nuestros días, convirtiendo a los invadidos en “colonizados-colonizadores” de sí mismos.
Los mestizos desculturizados son las víctimas más vulnerables de la colonización cultural, desde la aparición de la televisión comercial una gran parte del pueblo urbano y suburbano ha perdido casi totalmente sus ancestrales valores y conocimientos. Modernizarse para ellos ha sido “agringarse”, es decir, despreciar lo propio y exaltar lo ajeno. El “mexicano común”, no se ve reflejado en su milenario origen, por el contrario, lo rechaza y le avergüenza. Su propio fenotipo, su color de piel y de cabellos sufren “drásticos cambios” para tratar de tomar los modelos de la televisión y del colonizador. El colonizado “intelectual” busca sus “orígenes culturales” en la cultura grecolatina y ve en los aztecas un remedo pobre y deslucido de los griegos clásicos.
Primero el colonizador español y después el neocolonizador criollo, no se interesaron por conocer al “otro”. Los iberos al encontrarse con los pueblos originarios del Anáhuac los dieron por conocidos en la limitada visión europea de finales del siglo XV. Colón cuando vio a los anahuacas caribeños les llamó “indios” porque él creyó que había llegado a la India(25) . Nunca se les conoció, no existió la intención respetuosa y de “iguales” de saber quién era la contraparte. Sólo se les “subsumió” en el mundo conocido europeo.
Hasta la fecha se mantiene el desprecio de los pueblos y culturas invadidas y ocupadas durante estos casi cinco siglos dado que se les sigue llamado peyorativamente “indios”, sabiendo que los únicos indios son los de la India y que Colón se equivocó. Los propios nombres de muchos pueblos y culturas son apodos peyorativos del conquistador-explotador, como trique o tarasco. Su calidad fue de derrotados, diabólicos, idólatras y jamás fueron tratados como iguales y su cultura respetada, por el contrario la divisa colonial fue y ha sido el desprecio hasta el presente.
Los gobiernos de ocupación del Anáhuac y su “historia oficial”, ha mantenido la idea de que a partir del 13 de agosto de 1521, con la caída de Tenochtitlán, la civilización del Anáhuac fue derrotada totalmente y que empezó una “idílica mezcla y cristianización” de los pueblos y culturas en los nuevos y bastos territorios de lo que fue el Virreinato de la Nueva España que iban desde la mitad de lo que hoy es Estados Unidos hasta Panamá en la actual Centro América. Sin embargo, esto no fue cierto y de hecho la guerra contra los pueblos del Anáhuac se ha mantenido permanente estos casi cinco siglos. Es falso que los anahuacas hayan aceptado mansamente la subordinación hispana y criolla. Desde 1531 con la llamada “Guerra del Mixtón” que se da la primera gran rebelión anahuaca hasta la lucha de los insurgentes pueblos mayas de Chiapas de los últimos años a partir de 1994, pasando por la Guerra Chichimeca (1550) y la heroica lucha de los pueblos anahuacas yaquis (1900) en el porfiriato.
Las permanentes rebeliones son producto de las injustas condiciones de explotación, injusticia y genocidio de los españoles y criollos en estos cinco siglos de ocupación y exclusión. Los criollos han usado permanentemente este estado de “pre-estallido social” de los pueblos ocupados para zanjar sus diferencias políticas y económicas es sus permanentes luchas fraticidas, desde 1810 hasta 1910. Las demandas siempre han sido las mismas: justicia, igualdad de oportunidades, equidad y respeto a sus pueblos y culturas. Y estallido tras estallido siempre han sido usados y traicionados por las camarillas que se incrustan en los gobiernos de ocupación del Anáhuac.
Las reformas borbónicas del Siglo XVIII en las colonias iberoamericanas y las luchas que patrocinaban los mercaderes en Europa, por destruir a las monarquías e implantar las repúblicas y con ello abrir las puertas a al poder político de los mercaderes, dieron la pauta para que los criollos iniciaran la llamada “Guerra de Independencia”. Esta lucha jamás tomó en cuenta a los pueblos anahuacas explotados por la ocupación. Se les llevó a la lucha armada como carne de cañón y se usaron sus históricas demandas para embarcarlos en el estallido social. Esta lucha fue una traición de los criollos a sus parientes(26) los gachupines, a quienes posteriormente corrieron(27) de “su país” que acaban de crear.
Por la creación de Estados Unidos en 1776 y la Revolución Francesa en 1789 se da el inicio del arribo al poder mundial de los mercaderes y con ellos se generan grandes cambios en las colonias iberoamericanas. En efecto, la Francia victoriosa de la primera revolución de la gente del poder económico contra las monarquías inicia con Napoleón Bonaparte, el derrocamiento de los reinos y sus monarquías europeas y la instauración de “las repúblicas” en donde “el pueblo”, es decir, los pudientes o mercaderes, tomarían el control de las sociedades a través de sus empleados los políticos y la injusta “democracia partidista”. La idea es debilitar al Estado y poner a luchar a unos contra otros y el dinero definiría a los ganadores para que gobernaran a favor de los intereses de los dueños del dinero que, con las sociedades anónimas, de capital variable o limitado, no dan la cara y se esconden en el anonimato evadiendo su responsabilidades sociales e históricas con los pueblos.
Napoleón Bonaparte tiene prisioneros a los reyes de España en Francia (1808) y pone de Regente de España a su hermano “Pepe Botella”. Se inicia entonces el conflicto entre monárquicos y republicanos. Esta lucha, más los conflictos administrativos producto de las reformas borbónicas en el Virreinato de la Nueva España, así como la ambición de los traidores e ineptos criollos, da como resultado la lucha que los criollos llaman “La Guerra de Independencia”.
En efecto, son los criollos los que usan a los indígenas y mestizos como carne de cañón para derrocar en el Sistema de Castas a los gachupines y tomar el control pleno del Virreinato. Sin embargo, son los mestizos representados inmaculadamente por José María Morelos son los que tratan de reorientar el estallido social provocado por los criollos en una verdadera guerra de independencia. Sin embargo, es la traición de un criollo a los gachupines lo que pone fin a un estallido social de once años con el llamado “Abrazo de Acatempan”(28) y Agustín de Iturbide se convierte en el primer “emperador” de los criollos (1822), el segundo sería más tarde Maximiliano de Hasburgo (1863).
Esta lucha jamás tomó en cuenta a los pueblos anahuacas explotados por la ocupación colonial española. Se les llevó a la lucha como carne de cañón y se usaron sus históricas demandas para embarcarlos en el estallido social. Esta lucha fue una traición de los criollos a sus parientes los gachupines, a quienes posteriormente corrieron de “su país” que acaban de crear.
En el estallido social provocado por los criollos en 1810 nuca se pensó verdaderamente en mejorar las condiciones de los pueblos originarios, que eran la mayoría a principios del siglo XIX y menos aún, tomar en cuenta su ancestral sabiduría y su milenaria experiencia en el desarrollo humano y en la organización social. La lucha surgió por la ambición de los criollos de despojar a los gachupines del poder, manteniendo el sistema colonial. El propio Hidalgo en el “Grito de Dolores”, al final termina echando vítores a los reyes de España, toda vez que los criollos pensaban que cuando los reyes españoles se liberaran de Napoleón, la colonia regresaría el seno de la corona española.
La nostalgia de los gobiernos exógenos en el ejercicio del poder en la ocupación del Anáhuac ha sido y sigue siendo su atávica y minusválida vocación de ser, primero más españoles que los españoles, después más franceses que los franceses y ahora más norteamericanos que los norteamericanos. Todo en medio del boato, el mal gusto, la exageración y la corrupción. El modelo cultural de los gachupines y los criollos siempre ha sido foráneo en virtud que desde el inicio han ignorado, despreciado y excluido a la civilización invadida. Esta es una de las razones por lo cual “los criollos mexicanos y su comparsa de mestizos desculturizados” siempre han sufrido de falta de carácter y fortaleza en “su identidad cultural y su menguada identidad nacional”(29). El “mexicano”, que no el anahuaca, sufre de una angustia y falta de identidad cinco centenaria. Desprecia a la cultura Madre y al mismo tiempo ha sido despreciado y sigue siendo vituperado por las culturas de España, Francia y ahora de Estados Unidos.
La victoria de los criollos y la creación de “un país” para ellos y de ellos, excluyendo nuevamente a la civilización Madre y a la mayoría de los habitantes del territorio ha condenado al fracaso a su “patria” que ahora se le esta cayendo en pedazos por su histórica incapacidad, su ancestral corrupción y los cimientos de injustita, exclusión y explotación en que esta construida en base a un intocado modelo colonial, que ha cambiado en los últimos dos siglos en “sus formas” externas, pero que mantiene su deshumanizado fondo depredador.
El proyecto criollo nace de una “ideología”. Al inicio del Siglo XXI sería ridículo pensar que “criollo” es todo aquél que nace de padres extranjeros. La ideología criolla es una forma de ver a los seres humanos y la naturaleza de esta tierra, sin ninguna consideración humanista. Existen mestizos y anahuacas que viven a través de la ideología criolla. Y también existen muchos extranjeros e hijos de extranjeros que son la continuación del legado de honra de Gonzalo Guerrero(30), Francisco Javier Mina(31) o León Felipe(32).
El proyecto criollo vigente hasta nuestros días, fue y ha sido el que “ellos” entregan el país a los capitales extranjeros. Los criollos ponen la mano de obra barata o a nivel de esclavitud del pueblo (macehuales, indios, nacos, yopes, mugrosos, peladitos y demás epítetos con los que despectivamente se refieren a la mayoría del pueblo), entregan impunemente los recursos naturales para que los extranjeros “modernicen” el país, haciéndolos socios de la extracción de la riqueza y la explotación del pueblo por unas cuantas migajas. Los criollos jamás han arriesgado su estatus, riqueza y poder en un proyecto a largo plazo para beneficiar a la base popular de “su país”.
Las permanentes luchas de los criollos durante el siglo XIX, las invasiones, la pérdida de más de la mitad del territorio, marcarán el inicio de “su país”. Las autoridades desde Agustín de Ituribe, Santa Ana, Juárez y Díaz por citar a los más emblemáticos del siglo XIX y sus gobiernos, fueron producto de luchas entre grupos de elites de dirigentes con ideología criolla, no producto de un movimiento nacido de las entrañas de una sociedad excluida, explotada, menospreciada y estigmatizada. La ideología que ha gobernado a México, -el país de los criollos y para los criollos-, nunca ha visto algún valor en la sabiduría y experiencia milenaria de la civilización que ha sido invadida y sometida. Los pueblos y culturas originarias han sido solo carne de cañón para sus permanentes luchas fraticidas y mano de obra esclava para sus proyectos económicos, políticos y culturales.
Santa Ana, Juárez y Díaz durante el siglo XIX nunca conocieron y menos valoraron la civilización del Anáhuac. Ha existido una total cerrazón de los gobernantes, primero del Virreinato de la Nueva España y después de la República Mexicana hacia la ancestral “civilización base de México”. El rasismo y la xenofobia se han mantenido permanentemente en las castas dirigentes y en general en la sociedad en estos casi cinco siglos de ocupación. Todos los gobiernos y la elite política, económica y cultural han luchado por buscar un modelo externo para “ser como”, pero jamás se han podido reconocer, ni reconocer el país con una milenaria sabiduría, experiencia de la cultura anahuaca. Lo que ellos, desde 1492 llamaron “indios” representó barbarie, atraso y vergüenza. La civilización invadida y sojuzgada siempre ha sido para las clases dominantes motivo de burla y sarcasmo. Las elites en el poder político y económico siempre han presumido su procedencia extranjera y han adoptado modelos de los lugares en donde por lo general, fueron expulsados y excluidos. Con sus raras excepciones han visto en esta tierra, en este pueblo y en su milenaria cultura, una fuente de inspiración, emoción y futuro. Los gobiernos y los gobernantes de “México” en estos dos siglos han sido educados en el desprecio y la ignorancia de la civilización anahuaca. Y eso ha sido su error histórico y su ruina.
México, como casi todos los países del mundo es mestizo, racial y culturalmente. Eso es claro y definitivo. Pero debemos de pensar que poseemos una experiencia de vida de siete milenios y medio en la construcción de una civilización que alcanzó el más alto grado de avance en el desarrollo humano. Pero también, es innegable, poseemos un “banco genético de información cultural” nacido y desarrollado en esta tierra y que nos conforma intelectual, emocional y espiritualmente. Tenemos además, para aumentar nuestra riqueza, los aportes de las culturas que han llegado a esta tierra en los últimos cinco siglos, no solo de Europa, sino también de África y Asia. Lo aterrador, doloroso e ilógico, es que en la construcción de este país, hemos excluido lo más esencial de lo “propio nuestro”, lo más profundo y ancestral. Las milenarias raíces que nos conforman y nos dan la más genuina identidad. Porque jamás seremos mejor que los españoles, los franceses y ahora mejor o siquiera iguales a los norteamericanos. Porque simplemente somos diferentes. Ni mejores ni peores.
Hemos renunciado a lo más antiguo, sólido y profundo de nuestro Ser. Esta amputación en la Colonia fue un mandato y una estrategia imperial para garantizar el sometimiento y usar al pueblo solo como fuerza de trabajo sin potenciales humanos y espirituales. Pero en la construcción de la República Mexicana, esta renuncia ha sido voluntaria. En efecto, en los inicios de la Guerra de Independencia se convocó al “pueblo”(33), que en su mayoría era de origen anahuaca a luchar por la libertad, la igualdad y la fraternidad. La idea de José María Morelos era crear una patria incluyente con todos sus hijos, razón por la cual convocó en 1813 en Chilpancingo al “PRIMER CONGRESO DEL ANÁHUAC(34) (se sabía en la memoria histórica que el nombre verdadero de esta tierra es Anáhuac). Los criollos y los mestizos en el siglo XIX, cuando se hicieron del poder y gobernaron, mantuvieron en la misma exclusión a los pueblos y culturas originarios y el modelo civilizatorio siguió siendo foráneo, antes español ahora francés. Esta exclusión y renuncia a lo más esencial y vital es suicida y nos ha condenado al fracaso histórico de la nación mexicana. Dado que sus bases se sostienen en la plataforma colonial de la injusticia y la explotación. Lo que cambió es la hipocresía y la demagogia en el discurso de los gobernantes, quienes solo se dirigen al “gran pueblo” a pedir su voto para legalizar sus gobiernos llenos de promesas falsas de justicia, igualdad y bienestar para todos, pero que históricamente siempre han favorecido a una plutocracia extranjerizada siempre en permanente conflicto interno y entregada servilmente al capital extranjero.
El fracaso histórico de la nación mexicana se da desde su origen. Los criollos no desmantelaron el sistema colonial, solo expulsaron a los gachupines y han demostrado su incapacidad y su subdesarrollo intelectual y productivo para crear, con una pueblo trabajador y unos pródigos recursos naturales al parecer inagotables, la riqueza que sus parientes explotaron eficientemente durante tres siglos para impulsar el poder de España en su tiempo. Y menos aún han tenido la inteligencia y sensibilidad para repartir la riqueza. El hecho que en México de 2010 de cada dos mexicanos, uno sea pobre y que de cada cinco, uno no tenga que comer, y que al mismo tiempo se tenga al hombre más rico del mundo, nos habla del nivel de injusticia, voracidad y explotación del país de los criollos.
Esta renuncia histórica de “los gobiernos mexicanos de ocupación” al potencial generador de la civilización Madre, ha condenado al fracaso al proyecto neocolonial criollo. No solo se ha excluido a la mayoría del pueblo, sino que se ha privado, por la misma exclusión del potencial creador y de sabiduría de miles de años de experiencia en la construcción del desarrollo humano y la organización social. Este suicidio es como si China o India renunciaran a su milenaria historia y ancestral cultura para construir su realidad. México y su civilización Madre son tan antiguos como estas naciones y nos atrevemos a afirmar que logró mayores avances en la calidad y nivel de vida para todo su pueblo(35). El desarrollo humano alcanzado en la civilización del Anáhuac es el más elevado en la historia de la humanidad.
El México de los criollos y para los criollos ha sido siempre una desafortunada copia de modelos foráneos. Una mala copia corrupta, injusta, abusiva e inhumana. El resultado es que al no haber desarrollo para todos, unos cuantos tienen todo y la mayoría no tiene nada(36). Por ello el pueblo históricamente no ha creído en los diferentes proyectos de los gobiernos en turno y les ha dado la espalda. Las leyes, las autoridades y las instituciones le son ajenas y siempre lo excluyen y lo explotan(37). El pueblo de lo que hoy llamamos “México” históricamente desde 1521 se encuentra permanentemente al borde del estallido social por los niveles de injusticia, abuso y explotación. Y en estos dos siglos, los grupos de elite han usado y abusado de esta situación para levantarlo en violentos estallidos sociales que abanderan sus históricas demandas de justicia, pero que siempre terminan en la traición, beneficiando a los cabecillas para ocupar mejores posiciones en el poder del sistema colonial disfrazado.
La Revolución Mexicana fue más de lo mismo. Nuevamente se usó el histórico descontento del pueblo generado por los abusos, la injusticia, la exclusión y la impunidad del sistema colonial, ahora disfrazado de naciente democracia. Nuevos reacomodos de los grupos de poder emergentes del Norte del país apoyados y financiados por Estados Unidos, quien por su doctrina Monroe querían cortar los tentáculos de Inglaterra, Francia, Alemania y España del modelo económico liberal de Porfirio Díaz. Francisco I. Madero era el hijo de un acaudalado hombre de negocios del Norte, que había enviado a su hijo a estudiar a Inglaterra.
Porfirio Díaz representaba el siglo XIX, el afrancesamiento, el positivismo, la aspiración de los criollos por tener un “país moderno” europeizado en el que los capitales, las tecnologías y los mercados para las materias primas estarían en Europa. Madero por el contrario, representaba los intereses de los Estados Unidos y su “destino manifiesto”. Finalmente era el choque de dos visiones diferentes de hacer lo mismo, pero con amos diferentes. Es decir, la entrega del país, su mano de obra barata y sus recursos naturales a los extranjeros. La ideología criolla desde 1821 ha visto en esta “entrega” la manera de hacer dinero sin invertir, arriesgar, ni trabajar. Los criollos nunca han pensado en un desarrollo nacional endógeno, nacionalista, creador de su propia tecnología, industria pesada, desarrollo y fortalecimiento de un mercado interno y un eficiente sistema educativo, el mejoramiento de la calidad y nivel de vida de todos a nivel de “pueblo”. Y menos aún la revalorización de la civilización Madre que articula desde los llamados pueblos originarios, pasando por los criollos y mestizos, hasta los mismos extranjeros, que al vivir en una tierra con tan vigorosa y ancestral cultura se transforman, aún sin darse cuenta. Porque los extranjeros generalmente son “infiltrados” mágicamente por la energía telúrica, la naturaleza, la comida, el arte y la energía de los diferentes pueblos y culturas emanadas de la civilización milenaria del Anáhuac, hasta hacerlos “mestizos culturalmente”.
Tal vez Emiliano Zapata y acaso Francisco Villa, representan “el sentir y el anhelo” de justicia e igualdad que durante cuatro siglos los hijos más sufridos de esta tierra habían buscado en los diferentes estallidos sociales en los que siempre, irremediablemente han terminado traicionados. El lema “Tierra y libertad, y Zapata vive la lucha sigue”, nos hablan del anhelo permanente de los pueblos anahuacas hasta nuestros días.
El afrancesamiento y el mundo cambiante de inicios del Siglo XX harán que otro tipo de actores participe en la lucha por el poder. Las ideas de Ricardo Flores Magón inspiradas en la sabiduría ancestral de los pueblos anahuacas de Oaxaca, así como una clase campesina más ilustrada y conciente como se dio en el estado de Morelos, así como la primera gran movilización de personas de Sur a Norte y de costa a costa que arrastró la Revolución de 1910, le dará al estallido social una transformación social que no se la dio el estallido social de 1810. Sin embargo, el modelo “modernizador” siguió siendo foráneo. La revolución terminará con un arreglo político y el poder se “institucionalizó” en un partido político que aglutinó a la mayoría de las facciones en lucha por el poder regional y nacional. Estados Unidos logró sacar a los capitales europeos y tomar el control de la economía. El modelo ahora fue el norteamericano y nuevamente la civilización ancestral fue excluida. Ahora quedaba en el último vagón del “ferrocarril del progreso” y la política fue de “integración” al modelo capitalista de los pueblos anahuacas. Los llamados pueblos “indígenas” eran los hermanos menores y minusválidos que debían aprender a “integrarse” al modelo desarrollista implementado por Estados Unidos y sus instituciones supranacionales para el continente.
“...México es un país extraordinariamente fácil de dominar, porque basta con controlar a un solo hombre: el presidente. Tenemos que abandonar la idea de poner en la presidencia mexicana a un ciudadano americano, ya que eso llevaría otra vez a la guerra. La solución necesita de más tiempo: debemos abrirles a los jóvenes mexicanos ambiciosos las puertas de nuestras universidades y hacer el esfuerzo de educarlos en el modo de vida americano, en nuestros valores y en el respeto al liderazgo de Estados Unidos. México necesitará de administradores competentes. Con el tiempo, esos jóvenes llegarán a ocupar cargos importantes y eventualmente se adueñarán de la Presidencia. Sin necesidad de que Estados Unidos gaste un centavo o dispare un tiro, harán lo que queramos. Y lo harán mejor y más radicalmente que nosotros...” (Richard Lansing, Secretario de Estado del presidente Wilson. 1924.)(38)
Los gobiernos de ocupación del Anáhuac para este periodo, comprendido desde el término de la revolución a la implantación del neoliberalismo en 1982, serán gobiernos paternalistas cobijados por un presidencialismo autoritario y un partido de Estado corporativo y patrimonialista. Pero nuevamente la incomprensión y la falta de conocimiento, así como el rasismo y la colonización cultural hicieron que la civilización del Anáhuac y los pueblos y culturas emanadas de ella fueran hipócritamente despreciados. Se encubrió la injusticia y la exclusión en un folclor con un falso nacionalismo hechizo e ideológicamente neutro. La Revolución Mexicana cada seis años prometía “resarcir” con la justicia a sus hijos “más nobles” que habían participado en el conflicto armado y que se habían “sacrificado” para industrializar a la naciente democracia.
Los gobernantes habían dejado de ser generales y pasaban a ser licenciados. Lázaro Cárdenas en el mejor de los casos fue un presidente que trató personalmente y de manera muy débil institucionalmente-, no de hacer justicia con dignidad, sino instauró una política asistencialita desde la visión colonizadora “humanista” de dar caridad en vez de justicia y reconocimiento del potencial de la civilización de los pueblos anahuacas en la construcción de un país plural y justo.
Miguel Alemán fue la cara inversa por donde transitaron los siguientes gobiernos y el turismo encontró en los pueblos y culturas, una “mercancía” que vender a Estados Unidos y Europa. Los “indígenas” de Cárdenas pasaron a ser “pueblos marginados”. El mito colonizador de que los “indígenas” eran flojos, tontos y sin “aspiraciones” volvió a cobrar fuerza pero ahora de manera hipócrita, toda vez que la Constitución Mexicana reconoce a todos los “mexicanos” como “iguales”. La autodeterminación cultural y sobre sus recursos naturales, así como la autonomía les han sido negada hasta nuestros días. Los anahuacas siguen viviendo en un estado de ocupación y están cancelados sus derechos en pro del “bienestar y seguridad de la nación”…de los criollos.
Los mexicanos de mediados del siglo XX que se empezaron a educar en las universidades públicas, más conocieron de la cultura grecolatina y del marxismo, que de la Toltecáyotl y la historia ancestral del Anáhuac. Educados como “extranjeros incultos en su propia tierra”, la gente preparada es totalmente neófita de la milenaria civilización y la ancestral sabiduría. No sólo es indiferente, sino que poco se le ha estimulado para auto conocer este pasado fundamental. La gente que ha sido educada por la televisión comercial mexicana ha sido colonizada totalmente y de manera subliminal desprecia su raíz anahuaca. El “mexicano del canal de las barras y las estrellas” ni remotamente se siente identificado con lo más valioso y original de sí mismo. Cuando el colonizado asume sin darse cuenta el papel del colonizador, la trampa se ha cerrado, la ignorancia y de la pobreza jamás podrá salir.
Las personas que ejercen el poder en el “México de los criollos”. Los tomadores de decisiones y los cuadros medios de la economía, la política, la multimedia, la educación, la cultura, etc. En general, “extrañamente” la mayoría son criollos racial y culturalmente. Pero absolutamente todos son “criollos ideológicamente”, no importa que sean morenitos y sin poseer “nobles apellidos” de origen español, libanés, judío, francés, alemán, etc. Bástenos conocer la lista de las familias más ricas de este país.
Los gobiernos de ocupación del Anáhuac históricamente, desde Hernán Cortés hasta Felipe de Jesús Calderón han sido ajenos, indiferentes e ignorantes de la civilización del Anáhuac, esencia y raíz de México. Haberle dado la espalda a esta sabiduría y experiencia civilizatoria y de organización humana ha sido uno de los más graves errores históricos de los gobiernos de ocupación, sean de gachupines en la Colonia o sean de criollos en el neocolonialismo. Porque no solo ha sido la exclusión, sino triste y vergonzosamente ha sido también el genocidio y la intensión de desaparecer cualquier vestigio “vivo” de esta cultura en el rostro y el corazón de la patria de los criollos. Este error histórico es lo que ha condenado al Estado mexicano a la ruina y el resquebrajamiento. En el México de los criollos, han existido desde Agustín de Iturbide hasta Felipe Calderón, de manera permanente y constante-, gobiernos ricos saturados en la opulencia y el derroche con pueblos paupérrimos y de la misma forma, empresarios y comerciantes millonarios con trabajadores y empleados pobres y miserables.
Esta insensibilidad y falta de amor y solidaridad con el pueblo, su cultura originaria y su destino, viene desde el inicio de la invasión en donde el invasor fundó la conquista y la colonización en el supuesto de que los habitantes de estas tierras no eran seres humanos y sus culturas eran caníbales, degradadas y diabólicas, por lo que se permitía “todo y sin ningún límite” para cristianizarlos y civilizarlos (europeizarlos). Este supuesto se mantuvo pública e institucionalmente por los gobiernos y la sociedad dominante durante los tres siglos de la Colonia, y en los dos últimos siglos del periodo neocolonial criollo, se ha mantenido hipócritamente pero igualmente efectivo. Desde explotarlos hasta la muerte en las minas coloniales, usarlos como sirvientes y hacer guerras de exterminio, hasta pleno siglo XX prohibiéndoles en las escuelas públicas hablar su lengua materna o negarles el derecho de autodeterminarse culturalmente. Los sucesivos gobiernos de ocupación del Anáhuac han excluido totalmente a una de las seis civilizaciones más antiguas e importantes del mundo de sus proyectos de gobierno.
Durante cinco siglos se le ha enseñado al pueblo, de manera directa y violenta o de manera subliminal, que nada de su cultura Madre tiene valor y que es un lastre para el progreso, la modernidad y la superación personal, familiar o comunitaria. Desde el maestro, el cura, el presidente municipal hasta el gobernador y el presidente en turno han mantenido la campaña de desvalorización, rechazo y desmantelamiento de la civilización del Anáhuac. Es tanto como si China e India hubieran borrado todo vestigio de su historia y cultura para construir su realidad y su futuro.
El Sistema de Castas se ha mantenido de manera encubierta y el rasismo y el clasismo son una realidad ejercida de manera feroz y silenciosa entre casi “todos los mexicanos”. Los criollos a través de la multimedia mantienen sedados y amnésicos a los colonizados anahuacas. La inmensa masa de mestizos desculturizados y como los llamó Guillermo Bonfil, “los indios desindianizados”, alimentan en sus relaciones sociales este mal y pretenden alejarse lo más posible del fondo de la pirámide del Sistema de Castas vía cremas blanqueadoras, tintes para cabello, artículos de consumo de “marca” y disfraces inspirados en la televisión comercial. Se hace “todo lo que se puede” para borrar todo huella de la civilización originaria y ser “modernos”, pero como afirmó Octavio Paz, estos “mexicanos” están condenados a vivir en un “laberinto de la soledad”. Desolación cinco centenaria de ser lo que nunca serán y despreciar lo que en verdad son. Menospreciando el mayor potencial heredado y copiando torpe y burdamente modelos foráneos que los desprecian.
El rechazo y la exclusión de la sabiduría y experiencia de los siete mil años de desarrollo humano de la civilización del Anáhuac es la constante en la sociedad “mexicana”. El sistema educativo es colonizador y responde a los intereses depredadores de los criollos. La ignorancia de lo mejor de sí mismo ha sido el arma para dominar y despojar. En las instituciones de enseñanza superior no se enseña a conocer y valorar a la civilización que logró el más alto grado de desarrollo humano en la historia del planeta. La visión de Hernán Cortés del siglo XVI sobre la civilización del Anáhuac, es la misma que sigue inspirando a los “mexicanos” del siglo XXI. El sistema educativo, desde preescolar hasta el universitario minimiza la irrefutable presencia, importancia y trascendencia de la civilización conquistada en la sociedad contemporánea. Los modelos de la educación por siglos vinieron de Europa y recientemente ahora se importan de Estados Unidos.
La educación colonizadora que los gobiernos criollos han implementado desde 1921, ha ido fortaleciendo la amnesia de los “mexicanos” educados académicamente. Esto se agudiza en el último tercio del siglo XX, cuando Estados Unidos empieza a formar los nuevos cuadros de gobernantes en sus universidades y no solo los educa en su modelo económico, sino fundamentalmente en su visión del mundo y la vida, es decir, en su cultura y en “sus valores”. Los nuevos gobiernos de ocupación del Anáhuac están conformados por tecnócratas neoliberales que piensan, sienten y actúan “en inglés”. Y la historia del vecino del Norte nos dice lo que desgraciadamente los anglosajones hicieron con los pueblos originarios. Pero en general las nuevas generaciones de “mexicanos”, gracias a la televisión comercial, a la Secretaría de Educación Pública, al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y a la sociedad de consumo, cada día se alejan suicidamente de sus más sólidos cimientos culturales. La crisis social que estamos viviendo es precisamente por la falta de estos ancestrales valores humanos que representan nuestra herencia más valiosa para enfrentar los desafíos en la construcción de un destino común más justo y humano.
Así es como hemos llegado al “Bicentenario” del inicio de la construcción de la “Patria de los criollos y para los criollos”. Históricamente la patria (el lugar de nuestros padres) que para el caso de la patria de los criollos sería más atinado decir que es el lugar de nuestros “padrastros”, por el mal trato que nos han dado. En efecto, en estos dos siglos la patria fue “construida y diseñada” por una elite de personajes con una ideología criolla excluyente de la civilización Madre. Elite que ha gobernado demagógicamente a favor del pueblo pero que ha beneficiado a un círculo muy reducido de extranjeros avecindados y de sus hijos nacidos en esta tierra o de mestizos y hasta anahuacas abusivos y traidores. Una patria explotadora, irracional, depredadora, inmediatista y sin futuro a largo plazo, que a cada golpe de Estado, cuartelazo o elección, destruye lo construido y empieza de nuevo. Que ha condenado a la hambruna y mano de obra esclava al pueblo y ha entregado los recursos naturales al capital extranjero para que sean depredados, contaminando irresponsablemente el territorio del Anáhuac.
Una patria sustentada en la ilegalidad, pues viene de una invasión y a lo largo de cinco siglos se ha mantenido literalmente una ocupación, porque nunca se ha pensado en la construcción de una sociedad para todos. Una patria que excluyó los siete mil quinientos años de experiencia civilizatoria de la cultura Madre y que construyó sus cimientos en 1821 en el sistema colonial español, el cual sólo maquilló pero el cual ha venido usufructuando desde hace doscientos años. Una patria heredera de la corrupción, pillaje e impunidad del periodo colonial, que ha partir de 1821 se re-fundó hipócritamente en una falsa “democracia” dirigida por una “kakistocracia” (el gobierno de los peores).
El punto es que los gobiernos de ocupación del Anáhuac, conciente o inconcientemente, intencionalmente o accidentalmente, por estrategia o inercia, han mantenido una política de exclusión y erradicación de los valores, principios, conocimientos de la civilización del Anáhuac. Y que han tratado por todos los medios a su alcance, legales e ilegales, humanos o deshumanizados, de extirpar de la memoria y del sentimiento de la mayoría del pueblo los valores y la herencia de la civilización ancestral.
Pero al mismo tiempo, los hijos de los hijos de la civilización del Anáhuac poseemos una “MATRIA”, entendida como el lugar ancestral de nuestra MADRE. En efecto, los anahuacas, sean mestizos, nahuas, mayas, zapotecos, mixtecos o afroanahuacas, poseemos una MADRE CULTURA, que a lo largo de ocho mil años nos ha dado todo cuanto es “propio nuestro” y nos ha dado la inteligencia y la creatividad para “apropiarnos” de muchos elementos culturales de otras partes del mundo y que hoy conforman la rica y vital cultura anahuaca de nuestros tiempos. Hoy en día somos un pueblo, como todos en el mundo total y afortunadamente mestizo. Pero la base y esencia de ese mestizaje radica en el potencial de la civilización del Anáhuac. Nuestra decadencia actual se sustenta en que los gobiernos de ocupación del Anáhuac le han dado la espalda a la civilización ancestral. Terca y rabiosamente, conciente o inconcientemente, hemos tratado de vivir sin la protección, sabiduría e inspiración de la más importante civilización que ha producido la humanidad y de la cual formamos parte viva en pleno siglo XXI.
El desafío para la construcción de una nación justa y una patria en equilibrio y armonía con la matria. Sin rechazar ninguno de los elementos que nos conforman, sea anahuaca (propio-nuestro) o europeo, asiático o africano (propio-ajeno). Poner fin a la exclusión de la sabiduría y experiencia milenaria de la civilización Madre. Concluir definitivamente la invasión y ocupación del Anáhuac. Extirpar la ideología criolla. Sabiéndola armonizar con todas las corrientes de pensamiento del mundo, seleccionado lo que nos favorece de lo ajeno y fortaleciendo lo que nos ayuda de lo propio (porque no todo lo propio es bueno), como lo esta haciendo hoy en día China o India, civilizaciones tan antiguas e importantes como la nuestra.
Se requiere a través de la EDUCACIÓN y revaloración, por medio de la investigación, promoción y difusión de la Toltecáyotl, formar una nueva generación de gobernantes, que pongan fin a la colonización y a la ocupación. Y que emprendan la tarea desde el gobierno de “democratizar” en el más amplio y profundo sentido del concepto a la misma sociedad, para re-fundar una patria para todos, en el que todos tengan las mismas oportunidades, derechos y obligaciones. En la que ya no existan los vencedores y los vencidos. Una patria que no copie esquizofrénicamente modelos extranjeros y que orgullosamente se invente a sí misma en base a sus capacidades, talentos y su milenaria herencia, enriquecida en los últimos cinco siglos por otros pueblos y culturas del mundo.
Se requiere formar gobernantes “cultos”, conocedores de las aspiraciones y anhelos históricos de la civilización del Anáhuac. Capaces de fusionar el pensamiento y la sabiduría ancestral con los avances del ser humano de nuestro tiempo. Gobernantes con un “rostro propio y un corazón verdadero”. Gobernantes que entiendan su responsabilidad histórica y su alta responsabilidad humana y cultural. Gobernantes que estén más allá de la enferma visión de la egolatría personal y el robo de la riqueza del pueblo y del saqueo a la patria. Gobernantes que estén dispuestos a servir a su pueblo a través de la “virtud personal” y del ejemplo. Que sepan “mandar obedeciendo”.
Esto es lo que se necesita y es lo indefectiblemente vendrá. Tenderemos que crear nuevas leyes, nuevas instituciones y nuevas autoridades inspiradas en nuestros milenarios valores y principios. Reconstruiremos esta dañada patria y crearemos una de todos, con la sabiduría de nuestra Matria. Porque la civilización del Anáhuac no ha muerto y se reconstruirá a través del banco genético de sus hijos. Todo está por venir.
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NOTAS
1.- México viene de mexica, pero no todos los que viven en este país son mexicas, actualmente existen aproximadamente un 10% de los habitantes que pertenecen a alguno de los 62 pueblos y culturas originarios. Otro 10% son criollos o extranjeros avecindados y aproximadamente un 80 % de mestizos y como decía Guillermo Bonfil, “indios desindianizados”.
2.- La totalidad rodeada de las grandes aguas en lengua náhuatl. Concepto de continente.
3.- Miguel León Portilla. Toltecáyotl, aspectos de la cultura náhuatl. FCE, Méx. 1983 Cuadro comparativo Desarrollo de las altas culturas con origen autónomo. P. 48 bis.
4.- El INAH reconoce 38102 sitios arqueológicos de los cuales 175 están oficialmente abiertos al público, sin embargo, se calculan más de 100 mil vestigios arqueológicos no explorados en el país. El INAH en su página web http://www.inah.gob.mx/index.php/zonas-arqueologicas registra 132 zonas arqueológicas.
5.- Tequio (del náhuatl tequíyotl) y fajina, son el trabajo obligatorio y sin remuneración para solventar las necesidades de la comunidad como, caminos, escuela, municipio, iglesia, mercado, parque, etc.
6.- La guelaguetza y la gozona, son formas de ayuda solidaria entre familias, amigos, vecinos y comunidades, para solventar “compromisos sociales” como nacimientos, bautizos, quince años, bodas, sepelios.
7.- Forma de organización ancestral del Anáhuac. En general y con sus variantes se conforma con la costumbre de “servir” a la comunidad sin ninguna remuneración. El consejo de ancianos, la asamblea, los comités, los topiles, los mayordomos, sacristanes, etc.
8.- “Los Gobiernos Socialistas de Anáhuac”. Ignacio Romerovargas Iturbide. Méx. 1978. p. 63
9.- El Tlatócan era la base del gobierno, por ello la palabra náhuatl “tlatocáyotl” significaba gobierno. “Los Gobiernos Socialistas de Anáhuac”. Ignacio Romerovargas Iturbide. Méx. 1978. p.21
10.- El que está aquí y en todas partes al mismo tiempo.
11.- Los toltecas usaban la metáfora de que la comunidad era un organismo viviente. Generalmente representado metafóricamente como una águila. De donde se refiere que “la cabeza” son los dirigentes, “la cola y el ala” que le dan sustentación al ave, son el pueblo, “las garras y el pico” son los guerreros.
12.- Todas las civilizaciones ancestrales en el momento de su esplendor basaron su sistema de organización en una dirigencia sustentada en la exaltación de la NOBLEZA humana a través de procesos educativos selectos, muy complejos y en muchos de los casos, secretos y esotéricos. Desde esta perspectiva, cualquier persona puede llegar a exaltar su nobleza, solo que se hace a través de una rigurosa disciplina y una estricta enseñanza.
13.- Ultimo pueblo en emigrar del Norte hacia el Valle del Anáhuac, eran los que “no tenían rostro”. Partieron del “lugar de las garzas” en 1150 y llegaron a Chapultepec en 1255, guiados por Tenoch (Tuna de piedra) un sacerdote que llevaba a su dios tribal conocido como Huitzilopochtli y una diosa llamada Chimalama. Deambularon durante 70 años por diversos lugares del Valle, el cual estaba ocupado ancestralmente por otros pueblos de orgullosa herencia tolteca (el colapso tolteca del periodo Clásico superior se dio alrededor del año 850). Fue hasta 1325 que fundaron una pequeña aldea en un islote desierto que llamaron Tenochtitán, en este tiempo los “que no tenían rostro” y no sabían hablar la lengua náhuatl se civilizaron tomando los remanentes de la cultura tolteca. Los mexicas pasaron 115 años sometidos, pobres y dependientes hasta 1440, que Moctezuma Ilhuicamina y Tlacaélel inician la expansión militar y económica mexica que terminará 81 años después con la caída de Tenochtitlán a manos de Cortés e Ixtlixóchitl.
14.- Tlacaélel fue el poder atrás del trono durante 50 años durante cincuenta años (1428-1478). Consejero de tres tlatoanis: Itzcóatl, Moctezuma Ilhuicamina y Ahuízotl. Tlacaélel fue el que concibió las reformas ideológicas y religiosas que cambiaron la milenaria filosofía del Anáhuac, conocida como Toltecáyotl, que era de carácter totalmente espiritual, por una filosofía materialista guerrera, en la que fundamentalmente se cambió el sacrificio espiritual por el sacrificio humano, la Guerra Florida tolteca eminentemente simbólica e interna, por una Guerra Florida grotescamente material para someter a los pueblos vecinos y explotarlos.
15.- La Triple Alianza (Ēxcān Tlahtolōyān, en náhuatl) conformada por México-Tenochtitlán, Texcoco y Tlacopan luego de la derrota de Azcapotzalco por parte de estos tres señoríos en 1430.
16.- En el eufemismo español del siglo XVI, cuando una expedición iba a robar le llamaban “rescatar”. Y como después de “los rescates” los pueblos agredidos se defendían, venía entonces la “pacificación” o sea la reducción o exterminio.
17.- Este es otro de los tantos mitos colonizadores. Los historiadores “hispanistas” ven en todos los crímenes y traiciones de Cortés actos de valor y entereza. La verdad es que las naves fueron “barrenadas” y no quemadas. La orden la dio Cortés para impedir un motín que lo tomara preso y lo entregara a la ley de Cuba de dónde salió prófugo por traicionar a su Gobernador Diego Velázquez.
18.- Ixtlilxóchitl fue hijos de Nezahualpilli (1464-1515) y nieto de Moctezuma I Ilhuicamina (1398-1469). Su padre decidió antes de morir que él lo debería suceder con Huey Tlatuani del Señorío de Texcoco, pero Moctezuma II intervino para que su sobrino Cacamatzin (1483-1520), hijo de su hermana y Nezahualpilli gobernara Texcoco, por lo que Ixtlilxóchitl se unió a Cortés en contra de Moctezuma II.
19.- Fray Johann Dekkers (Gante, ca. 1476 - Honduras, 1525), también llamado Jean Couvreur o Juan de Tecto, fue un teólogo y misionero franciscano flamenco, uno de los primeros misioneros en la Nueva España y el primero en morir.
20.- El juicio de residencia fue un procedimiento judicial del Derecho castellano e indiano, que consistía en que al término del desempeño de un funcionario público se sometían a revisión sus actuaciones y se escuchaban todos los cargos que hubiese en su contra.
21.- Hombre excepcional de su tiempo. Estudió latín en Salamanca y Sevilla. Su padre formó parte del segundo viaje de Colón y en 1502 viajó al “Nuevo Continente” y participó en varias acciones armadas en contra de los pueblos originarios. Recibió encomiendas y regresó a Europa y en 1506 recibió las órdenes sagradas menores al sacerdocio y se convirtió en un defensor de los pueblos originarios, fue nombrado “Procurador y protector universal de los indios”.
22.- Filósofo y pensador español del siglo XVI que defendió la tesis de “La Guerra Justa” en contra de los pueblos originarios. Jamás pisó América pero asumió que los vencidos no tenían alma y que podían y debían ser tratados como animales y vencidos de guerra. Su obra cumbre fue “De justis belli causis apud indios“.
23.- El Imperio español estrcturó un sistema de castas en sus colonias de América. Para emigrar a América los españoles se veían sometidos al sistema de limpieza de sangre, se trata de un sistema de discriminación de base teológica y aristotélica.
24.- Entre las castas más importantes estaban: Mestizo: hijo de español e indígena. Castizo: hijo de mestizo y española. Zambo o Salta-patrás (en México): hijo de africano e indígena. Mulato o Pardo: hijo de español y africana. Morisco: hijo de mulato con española. Coyote o Cholo: hijo de mestizo e indígena. Chino: hijo de mulato e indígena.
25.- La firma de las Capitulaciones de Santa Fe el 17 de abril de 1492 entre Los Reyes Católicos (Castilla y Aragón) y los capitales de los “mercaderes” europeos, representados por el judío catalán llamado “Cristóbal Colón”, éstos se comprometían a encontrar una nueva ruta comercial a la India. Motivo por el cual, más tarde Colón y sus socios fueron despojados del negocio de la conquista y colonización que quedó únicamente en manos de monarquía española.
26.- Existían familias que tenían un hijo criollo y otro peninsular. En general, los criollos eran “la familia pobre” de los gachupines y existía una gran separación, no solo económica sino ideológica y cultural entre unos y otros.
27.- El 10 de mayo de 1827 se promulgó la ley de empleo por la que ningún español de nacimiento podría ocupar cargo alguno en la administración pública, civil o militar. En agosto se propuso la primera ley de expulsión de todos los españoles sin excepción, con un plazo de 30 días, y la condición de poder sacar del país únicamente la tercera parte de sus bienes, Jalisco fue el primer lugar en ponerlo en practica dando un plazo de 20 días, además se les prohibía el derecho a reunión. Otros estados tomaron medidas similares. Ya a nivel de todo el país se promulgó el 20 de diciembre de 1827 la primera ley de expulsión de los españoles, con 42 votos a favor y 13 en contra. En 1829 se promulga una segunda ley de expulsión. Producto únicamente de esas leyes entre los años 1827 y 1829 fueron expulsados de México en razón de su origen español 7.148 personas (de las 15 mil que había), según cifras de un investigador estadounidense Harold Sims. en su obra La Descolonización de México. En 1830 quedaban menos de 2.000 españoles en esa región. (Wikipedia).
28.- El Abrazo de Acatempan es un suceso de la Historia de México ocurrido el 10 de febrero de 1821, en el que participaron Agustín de Iturbide, comandante en jefe del ejército del Virreinato de Nueva España (gobernado entonces por Juan Ruiz de Apodaca) y Vicente Guerrero, jefe de las fuerzas que peleaban por la Independencia de México. Este abrazo marcó la reconciliación entre las fuerzas virreinales (integradas mayoritariamente por criollos) y el ejército insurgente. Wikipedia.
29.- Los “mexicanos” que tienen el poder económico para ir cada cuatro años al Mundial de Fútbol, generalmente se “disfrazan de mexicanos”, con inmensos sombreros de palma como los del ratocinto de las caricaturas norteamericanas “Speedy Gonzalez” y cantan a coro en los estadios “el cielito lindo”. Claro ejemplo de que no tienen un verdadero sentido de identidad y menos aún símbolos que los unan e identifiquen.
30.- Marinero español de Huelva (1470-México, 1536) que naufragó en Chetumal Q.Roo y se asmilió a la cultura maya. No aceptó unirse a Cortés y desposó a una doncella maya llamada Zazil Há, con quien procreó tres hijos “los primeros mestizos de México”. Murió en 1536 en Puerto de Caballos, Honduras, luchando contra los españoles defendiendo a su nuevo pueblo.
31.- Militar español de Idocín, (1789-México, 1817). Liberal que luchó en contra del absolutismo de los reyes de España y en Londres conoció a fray Servando Teresa de Mier, quien lo invitó a sumarse a la causa independetista. Organizó y financió una expedición y desembarco en Soto La Marina en 1817. Luchó por la Independencia de México y fue derrotado por las tropas virreinales y fusilado el 11 de noviembre de 1817.
32.- Poeta español de Zamora (1884-México, 1968) miembro de la famosa “Generación del 27”, durante la Guerra Civil Española lucho ideológicamente de parte de los Republicanos. A la victoria de los fascistas se exilió en México en 1938 y fue “agregado cultural” de la “Embajada de la República Española”. Por su trabajo fecundo y su visión libertaria animó la vida cultural de México. Murió en 1968.
33.- Se supone que al inicio del Siglo XIX en el Virreinato de la Nueva España existían alrededor de quince mil españoles en todo el extenso territorio y después de la expulsión de 1828, ya en el periodo independiente quedaron la mitad.
34.- Cem Ānáhuac …Se trata de un nombre náhuatl derivado de las palabras "cem" (totalmente) y "Ānáhuac", que a su vez deriva de las palabras "atl" (agua) y "nahuac", un locativo que significa "circunvalado o rodeado". El nombre literalmente entonces puede traducirse como "tierra completamente rodeada por agua", o "[la] totalidad [de lo que está] junto a las aguas". La expresión hace referencia a la conciencia continental que tenían los mexica frente al territorio americano que conocían, rodeado por dos grandes océanos, el Atlántico y el Pacífico. Derivado de Cem Ānáhuac, los antiguos pobladores de la Cuenca de México utilizaban el gentilicio ānahuacah para referirse a los habitantes de Cem Ānáhuac. Y para distinguir a las distintas naciones que habitaban en Cem Anahuac los denominaban como 'ānahuacah maya', 'ānahuacah zapotecah', 'anahuacah mexica' y así sucesivamente. Wikipedia.
35.- Ver ensayo: “EL ANÁHUAC ESENCIA Y RAÍZ DE MÉXICO”. G. Marín. www.toltecayotl.org sección: Libros.
36.- Esta es la razón por la cual los modelos económicos de los diferentes gobiernos criollos, desde 1821 hasta la fecha, están diseñados para ser exportadores de materias primas, por lo cual nunca se ha alentado el desarrollo de un mercado interno, lo que implica aumentar los sueldos para auspiciar el consumo del pueblo. Esto además de ser inhumano e injusto, impide el crecimiento del país. Como ejemplo: Alemania tiene 800 alemanes con más de un millón de dólares en un país de 82 millones de habitantes y el alemán más rico posee 23 mil millones de dólares. México por su parte tiene 85,000 “mexicanos” con más de un millón de dólares en un país de 110 millones de habitantes y el “mexicano” más rico es el más rico de mundo (Carlos Slim Helú) y posee 53 mil millones de dólares.
37.- El pueblo de “México” sabe por experiencia histórica que las leyes, las autoridades y las instituciones son injustas y ajenas a él. Por ello las corrompe, las sabotea, las evade y las rechaza, pero cuando se hace del poder, las usa en su beneficio personal y se convierte en un colonizador-colonizado. Sin embargo, en el espacio de “lo propio”, las leyes, las autoridades y las instituciones “propias” las respeta, protege y fortalece, tales como: la familia, los usos y costumbres, los símbolos religiosos patronales, el sistema de cargos, etc. Ver “La corrupción en México, como una estrategia de resistencia cultural”. G. Marín. www.toltecayotl.org sección: Libros.
38.- Reproducido en el Boletín de Economistas 1963-1967, de la Escuela Nacional de Economistas, UNAM.