Algunas personas me preguntan el por qué exalto
tanto a los toltecas y la Toltecáyotl. La respuesta es muy sencilla, primero
porque representan lo mejor que tenemos de lo “propio-nuestro” y segundo,
porque debido a la colonización mental y cultural esta información nos es
desconocida y negada.
Pero además, podría añadir, se exalta sin
límite y hasta la saciedad las culturas grecolatina o la anglosajona, pero
cuando uno exalta “la propia-nuestra”, -porque debemos de recordar que somos
parte de una de las seis civilizaciones más antiguas del mundo-, inmediatamente
viene el feroz juicio prejuiciado y colonizante… “!estás idealizando demasiado,
los toltecas no eran perfectos!, los colonizadores ingleses fueron peores que
los españoles, etc.”.
Es curioso, pero la gente en general en este
país está totalmente desinformada de la historia, cultura y filosofía de su
civilización Madre, y aquellas personas que supuestamente “están informadas”,
sus fuentes son hispanistas y colonizantes, comenzando con la llamada “Historia
oficial” escrita por los vencedores en las que conoce la batalla ganada por los
mexicas a los invasores extranjeros como “de la noche triste”.
El hecho de que los textos escritos por
conquistadores, misioneros y colonizadores a principios de la
invasión/ocupación, después de cinco siglos sigan siendo tomados como “verídicas
fuentes históricas” desnuda totalmente la estructura del discurso histórico de
los vencedores, desde Hernán Cortés hasta Mel Gibson.
Estos textos fueron escritos por intereses
personales y mezquinos, Hernán Cortés para tratar de legalizar su situación de
prófugo de la ley de Cuba; Bernal Díaz después de decenas de años, ya anciano,
escribe para pedir una pensión a la corona española, los misioneros para dar a
conocer la cultura y las prácticas religiosas de los invadidos-colonizados y
poder hacer más eficaz la destrucción de su cultura y religión a manos de la
iglesia católica.
Todos tienen en común el rechazo y la total
incomprensión de una civilización que era, en sus preceptos sociales,
culturales, religiosos muy superior a la europea venida del medievo. Sobresale
la falta de interés de verdaderamente conocer y tratar de entender la visión
del mundo y de la vida de los invadidos.
Jamás se “descubrió al otro”, al
anahuaca se le subsumió en el mundo conocido europeo, por eso les llamaron
“indios”, pensando que habían llegado a la India. Hasta la fecha la sociedad
dominante no conoce, ni le interesa conocer la visión del mundo y de la vida de
los llamados pueblos “indígenas”. Lo que les interesa son sus territorios y
recursos naturales.
Cuando digo que la anahuaca era una
civilización superior a la europea, me baso al comprar la calidad y nivel de
vida del ciudadano promedio de Madrid con uno de Tenochtitlán en 1519, periodo
por cierto, postclásico de decadencia en el Anáhuac. En la alimentación, salud,
educación y organización social los anahuacas estaban en un condición mucho mejor
a nivel de pueblo común y corriente que los españoles.
Por supuesto las mentes colonizadas
inmediatamente argumentarán que los mexicas hacían “pavorosos sacrificios
humanos”, pero la verdad es que los españoles también los hacían, solo que les
llamaban “autos de fe” que estaban a cargo de la Santa Inquisición en donde se
quemaban vivas a las personas en las plazas públicas.
Los hispanistas colonizados argumentan que los
mexicas eran guerreros y luchaban contra los pueblos vecinos. Los peninsulares
tenían siglos enteros luchando contra los árabes y la cultura del medievo se
caracterizó por las permanentes guerras entre reyes y señores feudales durante
mil años. Algo que omiten es la violenta conquista que hicieron los reinos de
Castilla y Aragón, en esos mismos tiempos, de los reinos que existían en la
península hasta forjar, -a sangre y fuego-, el reino de España en 1516 (la
doble conquista).
Los mexicas en cambio solo desde 1440 cuando
Moctezuma Ilhuicamina tomó el poder y a través de las “guerras floridas” en
donde estaba prohibido matar al enemigo empezó 81 años de un limitado dominio
tan solo del Altiplano Central y parte de las costas del Golfo, pero jamás
dominaron todo el Cem Anáhuac, eso es un mito colonizador.
Sin embargo, los “hispanistas colonizados”
nunca hablan de los más de mil años del periodo Clásico del esplendor del
Anáhuac (200 a.C. a 850 d.C.). Nunca toman en cuenta que en este periodo no
hubo guerras, ni sacrificios humanos, que se inventó el cero matemático, la
cuenta perfecta del tiempo, que se construyó el mayor número de pirámides del
mundo.
Pero aún más, los “hispanistas colonizantes” no
hablan que somos la única civilización antigua que inventó su alimento, es
decir el maíz. Que desarrolló un asombroso y eficaz sistema alimentario, desde
la milpa, los sistemas de riego, la chinampa, pasando por una excelente
alimentación e higiene tanto familiar como comunitaria. No hablan de que la
inteligencia y sabiduría del Anáhuac ha dado al mundo el chocolate, el nopal,
la vainilla, el amaranto, la calabaza, más de cuarenta productos que hoy
alientan a la humanidad.
Tampoco hablan de que la civilización del
Anáhuac fue la primera que tuvo un sistema de educación en el mundo. En efecto,
desde probablemente el año 1500 a.C. todos los niños del Anáhuac tenían que ir
a la escuela de siete a 18 años, y que esta educación era obligatoria, pública
y gratuita, misma que los colonizadores inmediatamente desaparecieron,
destruyendo las escuelas, quemando los códices y asesinado a los maestros.
Europa tuvo el primer sistema público de educación en Italia hasta 1596 d.C.
No mencionan que en el Anáhuac no se inventaron
armas. Las mismas que recibimos de la prehistoria, después de más de siete
milenios, con esas mismas enfrentamos la invasión. Si bien la cultura mexica
fue guerrera, ésta solo imperó en el Altiplano Central y parte de la costa del
Golfo 81 años, es decir, de 1440 a 1521. Los colonizadores pretenden hacernos
creer que “la historia de los mexicas” (1325 a 1521) representa la historia de
la civilización del Anáhuac (6000 a.C. a 1521 d.C.). Totalmente falso y doloso.
Los apologistas de la “hispanidad colonizadora”
no argumentan que en el Anáhuac no se desarrolló la moneda para impedir la
expansión del comercio, la explotación y el atesoramiento. Tampoco se permitió
la “propiedad privada”, todo era comunal y comunitario.
Pero lo fundamental, el
propósito social era eminentemente de carácter espiritual. En efecto, así como
en la cultura occidental dominante actual, el propósito social, familiar, personal
y del Estado es generar la riqueza material, entiéndase acelerar el consumo y
la economía, en el Anáhuac estaba sustentado en la trascendencia espiritual del
mundo material.
En síntesis, no era una civilización basada en
la guerra, la propiedad privada, el comercio, el consumo. La prueba irrefutable
es que los vestigios de sus magnas construcciones como Teotihuacán, Monte
Albán, Chichen Itzá, Palenque y Xochicalco, por citar solo algunas, no fueron
construidas como fortalezas, palacios o zonas habitacionales.
Sus grandes y
majestuosas construcciones, como en el caso de Monte Albán, en las que
invirtieron 1350 años en su proceso constructivo nos demuestran que existió “un
propósito comunitario compartido a través de muchas generaciones” y que tuvo un
objetivo-propósito muy elevado que no caducó o pasó de moda.
Lo cierto es que todo este esplendor
civilizatorio que llevó a los más elevados niveles “el desarrollo humano”, tuvo
un colapso generalizado desde Nicaragua hasta el Norte de los E.U. Una acción concertada
en al que los venerables maestros abandonar y destruyeron de súbito estas
maravillosas construcciones. Dejando dicho en la mitología anahuaca que
regresarían a restaurar la sabiduría y el equilibrio en el año “uno caña” que
se repite cada 52 años.
A partir del año 850 empezó la decadencia
religiosa y filosófica en el Anáhuac. Se crearon los Señoríos, empezó a
desarrollarse las rivalidades, las envidas y por supuesto los conflictos y
guerras. La llegada del Norte de los mexicas como chichimecas (barbaros), el
“pueblo sin rostro”, la fundación de Tenochtitlán en 1325 y la trasgresión
filosófica y religiosa de la milenaria sabiduría tolteca conocida como
Toltecáyotl marcó el último periodo cultural del Anáhuac, pero ni fue el más
importante ni el más largo.
Finalmente quiero decir que sería una verdadera
tontería suponer que en el Anáhuac y en su longeva civilización “la perfección
humana se logró”. La esencia de lo humano es justamente su imperfección. Sí
fuéramos perfectos no seríamos seres humanos, acaso ángeles o seres
celestiales. La sabiduría y la virtud es justamente darse cuenta de esa
imperfección y trabajar en consecuencia para mejorar, sabiendo que la
perfección en inalcanzable.
En el Cem Anáhuac existieron y siguen
existiendo individuos y grupos humanos de poco desarrollo y limitada
consciencia. Aún en los mismos días del esplendor existían pueblos primitivos o
básicos, poco evolucionados que eran belicosos y guerreros. Así como hoy en el
país más rico y capitalista del mundo existen 30 millones de pobres. Por
fortuna la condición humana es diversa y la pluralidad desbordante, esa es una
de las “maravillas de lo humano”.
Pero si se puede generalizar y se debe
generalizar cuando se construye los fundamentos de una Identidad Cultural y una
“memoria histórica” de una nación. Así como occidente sustenta sus “mitos
civilizatorios” en las bondades y virtudes de la cultura grecolatina, sabiendo
que los griegos eran un puñado de pueblos esclavistas, guerreros y desunidos,
en permanentes guerras fratricidas, y que los romanos eran una sociedad
imperialista, explotadora que llegó a bochornosos niveles de degradación moral,
ética y política. Occidente fundamenta su modelo civilizador en los mejores
logros de estas culturas. Esto es válido y todo mundo está de acuerdo.
De la misma manera, los que nos pensamos como
los hijos de los hijos de los pueblos originarios, los que nos sentimos
legítimos herederos de la sabiduría humana atesorada, sistematizada y
trasmitida a lo largo de ocho milenios hasta nuestros días, no importando si
hablamos una lengua originaria o vivimos en las montañas o desiertos o en una
ciudad, los que hemos activado el “banco genético de información cultural” que
se nos ha legado y que es nuestra mayor herencia cultural, sentimos el orgullo
de ser parte de esta civilización vigente, vibrante y vital, que no ha muerto.
Nosotros nos sentimos orgullosos del Anáhuac y de la Toltecáyotl, como otros
pueblos se sienten orgullosos de India y el hinduismo o de China y el taoísmo o
confusionismo. Ni más ni menos.
Los que creemos que existen otras formas de
relacionarnos entre los seres humanos, la naturaleza y el cosmos. Que los seres
humanos durante estos diez mil años de “civilización humana” no solo hemos
estado pensando en atesorar, explotar, comerciar, sojuzgar, guerrear, dominar y
explotar a la naturaleza. Que han existido muchas civilizaciones, culturas y
pueblos que han buscado fines humanistas y espirituales, sustentados en el
respeto, el equilibrio y la equidad.
Los que estamos indignados por los cotidianos
excesos e injusticias sobre los pueblos del “México-profundo-anahuaca” a manos
del “México-imaginario-criollo”, y el desvergonzado cinismo y abuso de un
puñado de corruptos en el poder político y económico que han des-gobernado y
destrozado “su patria” desde 1821, excluyendo a la gran masa popular en la toma
de decisiones y en el reparto de la riqueza.
Los que pensamos que el futuro de nuestro
pueblo justamente está en el conocimiento y práctica de los valores y
principios ancestrales que guiaron a nuestros venerables antepasados en los
momentos más elevados y virtuosos de su desarrollo humano.
Los que creemos que la Toltecáyotl es una
valiosa herencia que puede cambiar, para bien, nuestro destino como personas,
familias, pueblos y nación. Por estas razones dedico mi trabajo a investigar,
promover y difundir la civilización del Anáhuac y su filosofía, la Toltecáyotl.
Desde esta perspectiva, su exaltación es una necesidad emergente e
impostergable.
Visite: www.toltecayotl.org