Debido a que las grandes empresas del mundo tienen
el control político de los “países democráticos” y los gobiernos de los Estados
nacionales han renunciado a su responsabilidad histórica en la defensa y procuración
del bienestar de sus pueblos, el cáncer es ya hoy un problema grave, pero para
el año 2050, será una verdadera pandemia.
En efecto, se supone que cada día mueren en
México entre 219 y 350 personas de cáncer (según la fuente), pero para el año
2050, el cincuenta por ciento de la población sufrirá de esta enfermedad. Qué
está haciendo el gobierno actualmente… muy poco, y que podrá hacer para
enfrentar esta pandemia…nada.
El problema surge cuando “los mercaderes” y sus
empresas deciden hacer de los alimentos un mega negocio. Hasta antes de la
Segunda Guerra Mundial la comida era un bien humano compartido como el agua.
Los campesinos de todo el mundo producían para el “auto consumo” y sus
excedentes iban a los mercados regionales y de estos a los nacionales, quienes
a su vez creaban un “mercado mundial de excedentes”. En ese entonces era muy
barato comer, en especial en las provincias.
De una manera diabólica, irresponsable y
siniestra, con el apoyo y complacencia de los gobiernos de los países se inició
“la industrialización del campo”, que no es otra cosa que la destrucción de la
agricultura ancestral humana y el surgimiento de las mega empresas
trasnacionales que controlarían la producción, comercialización y consumo de
los alimentos de los pueblos en un mercado global.
El objetivo no era alimentar a la humanidad, mejorar
los alimentos, ni multiplicar su producción para bajar los costos, menos aún
capacitar a los agricultores tradicionales, absolutamente falso a pesar de que
desarrollaron una intensa campaña en sentido contrario.
Recuérdese la famosa
“revolución verde”, la pomposa llegada de “la ciencia al campo”, de la
proliferación de agencias nacionales e internacionales para “modernizar la
agricultura”.
El objetivo era hacer de la alimentación un
super negocio, lograr el control planetario en la producción de alimentos,
someter a los gobiernos al destruir su autosuficiencia alimentaria, hacer del
“mercado mundial de alimentos” un Wall Street para multiplicar las ganancias.
Aunque parezca increíble, en alianza y complicidad con las empresas
farmacéuticas, se trata de enfermar a
los pueblos para vender las “investigaciones” y medicinas requeridas para
cerrar el círculo perverso, les quitamos el dinero a los gobiernos y los
pueblos a través de la estrategia, “tú los enfermas con los alimentos químicos y
yo los curo con las medicinas”, el negocio perfecto de las empresas
trasnacionales.
Porque es aquí, donde aparece la semilla
diabólica del cáncer, para hacer de la agricultura un negocio “rentable”
entraron en juego “la religión de la modernidad y sus nuevos sacerdotes”, es
decir, la ciencia al servicio del capital y los científicos.
Primero los
agroquímicos, con sus fertilizantes, pesticidas, plaguicidas, después con las
“semillas mejoradas” y finalmente con las semillas transgénicas, todo esto
sazonado con la inversión de capital y tecnología.
Lo primero que se hizo fue “destruir y
exterminar” al campesino tradicional. Destruir su cultura de trabajo, amor a la
Tierra y exterminar su fuente de ingresos.
El monocultivo, la importación de
alimentos producidos por la industria agroindustrial trasnacional, los “apoyos
al campo” que han creado un campo despoblado y los pocos campesinos que
tercamente se resisten a mudarse a los cinturones de miseria de las ciudades en
calidad de “mil usos”, los han vuelto trágicamente en “pordioseros del
sistema”, que subsidia su lento suicidio, su inacción-dignidad y pérdida del
conocimiento ancestral.
Toda esta estrategia destructiva apoyada y alentada por
“políticas y políticos nacionales” al servicio de las empresas trasnacionales.
El otro eslabón de la cadena son las empresas
trasnacionales que producen alimentos industrializados usando como fuente
fundamental de su materia prima los granos, carnes, lácteos, vegetales, frutas,
semillas, etc., producidas por sus “hermanas” las empresas agroindustriales
transnacionales.
Aproximadamente el 85% de los productos alimenticios que se
venden en las grandes cadenas de tiendas de autoservicio son producidas por
estas perversas industrias, que actúan más como “carteles” que como monopolios.
Es así que tantos y tantos químicos que ingiere
el pueblo a través de semillas y alimentos transgénicos, fertilizantes,
pesticidas, plaguicidas, saborizantes, colorantes, odorantes, conservadores,
grasas saturadas, azúcar refinada, sal química, llegan a saturar al cuerpo que,
los riñones y el hígado no pueden filtrar tanta química, sobreviniendo un
colapso celular que se conoce como “cáncer”.
De este modo podemos concluir, por una parte, que
el cáncer es producto de la voracidad deshumanizada de “los mercaderes” y sus
mega empresas transnacionales, que sin importarles la salud y la economía de
los pueblos, los explotan despiadadamente para crear inmensas riquezas para el
tristemente “uno por ciento” más rico del planeta.
Y por la otra parte, los traidores políticos,
que llegan al poder engañando a los pueblos con sus promesas de bienestar
pidiendo su voto, pero que finalmente sirven a los más perversos intereses de
los dueños del dinero y que por supuesto atentan contra los intereses del
pueblo y gobierno, pues además del costo humano por el sufrimiento, el costo
financiero en materia de salud es imposible de enfrentar.
¿Qué van a hacer los
mexicanos en el año 2050, cuando la mitad estén enfermos de cáncer y el
gobierno no tenga el dinero para enfrentar la crisis nacional de salud?
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