Recientemente
tuve una plática informal con un grupo de comensales y cuando expresé la idea
de que los valores de la civilización Madre podrían servir para construir un
nuevo país, inmediatamente un distinguido académico del área de la
antropología, descalificando mis afirmaciones dijo, -tajante desde el púlpito
del saber-, que eso era “idealizar a las culturas indígenas”.
Aquí
hay dos cuestiones que comentar. La primera es la desvaloración y
desconocimiento del pensamiento filosófico del Cem Anáhuac, conocido como
Toltecáyotl y al mismo tiempo, la exaltación e idealización superlativa que se
tiene de la cultura Occidental.
La segunda es el desprecio, que en general tienen los europeos por “los bárbaros colonizados”, es decir, aquellos no europeos que admiran y se sienten “parte viva” de la cultura grecolatina y que habitan los países colonizados.
En Europa no nos bajan de tercermundistas y de repúblicas bananeras que copian torpe y tardíamente sus modelos culturales.
La segunda es el desprecio, que en general tienen los europeos por “los bárbaros colonizados”, es decir, aquellos no europeos que admiran y se sienten “parte viva” de la cultura grecolatina y que habitan los países colonizados.
En Europa no nos bajan de tercermundistas y de repúblicas bananeras que copian torpe y tardíamente sus modelos culturales.
En el
primer punto diremos que es muy penoso que la gente “educada académicamente”, -en
general-, sean bastante ignorantes de la civilización Madre, de sus múltiples
culturas, grandes y complejos procesos de conocimiento, y de los pocos que han
leído o conocen sobre ellas, en general repiten el discurso colonizador
eurocéntrico que se mantiene desde “Las Cartas de Relación” de Hernán Cortés
hasta la película de Mel Gibson “Apocalypto”.
En
general la gente “kulta” en México ha leído sobre los griegos y los romanos, de
Alejandro el Magno, Carlo Magno, Napoleón y hasta de Hitler. En general “su
cultura” es enciclopédica y superficial, para adornar y decorar su personalidad
“kultita”, siempre citando autores de “difícil pronunciación”.
Exaltan cinco centenariamente lo ajeno y desconocen y desprecian lo propio. “Ellos” son “diferentes” a la gente del pueblo, a los morenitos, a “los de abajo” y siempre presumen a su abuelito español, libanes, francés o extranjero.
Exaltan cinco centenariamente lo ajeno y desconocen y desprecian lo propio. “Ellos” son “diferentes” a la gente del pueblo, a los morenitos, a “los de abajo” y siempre presumen a su abuelito español, libanes, francés o extranjero.
Esta
gente no se siente identificada con la raíz y matriz filosófica cultural y
étnica del Cem Anáhuac. Pare ellos, los europeos trajeron al “nuevo mundo” la
civilización, la religión y el dios verdadero, el idioma, la cultura, el arte.
Los pueblos y culturas originarias no alcanzaron los niveles de “grandeza” de
Europa.
Los anahuacas, -para ellos-, eran primitivos, idólatras, caníbales, salvajes, guerreros, que vivían en una cultura “neolítica”, construyendo centros ceremoniales llamados “pirámides” para adorar al sol, al agua, al viento y edificaron palacios donde vivían una teocracia insensible y explotadora.
Los anahuacas, -para ellos-, eran primitivos, idólatras, caníbales, salvajes, guerreros, que vivían en una cultura “neolítica”, construyendo centros ceremoniales llamados “pirámides” para adorar al sol, al agua, al viento y edificaron palacios donde vivían una teocracia insensible y explotadora.
Se
sienten descendientes directos de los conquistadores y se asumen consciente o
inconscientemente como “occidentales-europeos”. Pero en Europa los desprecian y
los rechazan, no los toman por iguales.
Esta clase de gente ve con desprecio a los descendientes de los pueblos originarios, a los que no son como ellos, a los “otros”, les llaman indios, nativos, nacos, pelados o como dijo la hija de Peña Nieto despectivamente, “la prole”.
Esta clase de gente ve con desprecio a los descendientes de los pueblos originarios, a los que no son como ellos, a los “otros”, les llaman indios, nativos, nacos, pelados o como dijo la hija de Peña Nieto despectivamente, “la prole”.
Su discurso directa o indirectamente es de una absoluta idealización de la cultura Occidental, de la cual ellos creen formar parte “viva” indiscutiblemente.
Idealizan su mitología, su arte, su comida, sus idiomas, su forma guerrera de vivir y abusiva de comerciar, porque la historia de Europa es totalmente de guerras y luchas comerciales.
Más que una idealización es una colonización mental y cultural, para la que todo lo que viene de Europa, es superior a lo nacido y creado en esta tierra…que les ha dado todo de lo mucho que tienen.
Pues
bien, esta clase de gente, aunque son en número pocos, son en general, los que
tienen el poder político, económico, social, cultural e intelectual del país.
Es la gente “pudiente y pensante, vamos, la que cuenta”.
Esta
gente ignora, o trata de ignorar, que a los que desprecian forman parte de una
de las seis civilizaciones más antiguas y con origen autónomo del mundo, es
decir que nadie les enseñó nada, todo el conocimiento lo crearon por ellos
mismos.
Que logró el más alto grado de desarrollo humano para todo su pueblo en la historia del planeta.
Que no solo creó un sólido y poderoso sistema de conocimiento que los llevó a inventar el cero matemático antes que cualquier otro pueblo del mundo,
o que inventaron la cuenta perfecta del tiempo, o que tuvieron el primer sistema de educación pública con un carácter obligatorio y gratuito por más de mil años.
Que logró el más alto grado de desarrollo humano para todo su pueblo en la historia del planeta.
Que no solo creó un sólido y poderoso sistema de conocimiento que los llevó a inventar el cero matemático antes que cualquier otro pueblo del mundo,
a inventar su alimento por medio de transformar el
teozintle
en maíz a través de lo que hoy conocemos como ingeniería genética,
o que inventaron la cuenta perfecta del tiempo, o que tuvieron el primer sistema de educación pública con un carácter obligatorio y gratuito por más de mil años.
Pero
fundamentalmente, que crearon un sistema de conocimientos e instituciones con una
percepción del mundo y la vida muy avanzado y profundamente humanista, que
integraba en armonía lo humano, con la naturaleza, el cosmos y especialmente el
potencial espiritual del ser humano, que se conoce como Toltecáyotl.
Y justamente, este es el punto, la ignorancia
de lo mejor de nosotros mismos o la exclusión de la riqueza cultural heredada
para construir una realidad más humana, justa e igualitaria, en la que se
elimine el racismo y el clasismo, que se acaben para siempre los vencedores y
los vencidos.
En la
construcción de una mejor sociedad, no podemos seguir negando y desconociendo
lo mejor de nuestro Patrimonio Cultural milenario, que no solo consiste en
zonas arqueológicas y museos, ahí solo están las ruinas de los objetos que
crearon “los sujetos” pensantes. Y esos vestigios materiales no tienen ningún
significado sin el pensamiento filosófico que los generó. Ahí radica la riqueza
y el potencial de nuestra herencia cultural.
Tenemos
mucho que aprender y mucho que utilizar de la milenaria sabiduría de nuestros
Viejos Abuelos toltecas, que lograron alcanzar el nivel más alto de desarrollo
humano para todo su pueblo en la historia de la humanidad.
Ninguna civilización antigua logró ofrecerle a la mayoría de su pueblo tan alto nivel y calidad de vida como se logró en el Cem Anáhuac, por lo menos durante mil años seguidos.
Ninguna civilización antigua logró ofrecerle a la mayoría de su pueblo tan alto nivel y calidad de vida como se logró en el Cem Anáhuac, por lo menos durante mil años seguidos.
Necesitamos descolonizar la visión histórica que ha creado los detentadores del poder explotador, desde Hernán Cortés hasta Carlos Slim, sobre una de las seis civilizaciones más antiguas e importantes del mundo.
Como China y como India, a nosotros nos toca retomar nuestras ancestrales raíces, conocimientos, valores y actitudes del mundo y la vida. Se le podría llamar “idealización”, no importa, pero es una realidad que los poderosos temen que el pueblo recupere su memoria histórica y su identidad cultural.
Hemos
vivido cinco siglos de rodillas idealizando a España, a Francia y ahora a
Estados Unidos. Y estos cinco siglos hemos vivido despreciados y explotados por
nuestros idealizados opresores.
Resulta un acto liberador y concientizador, conocer e idealizar la Toltecáyotl; ¿no creé usted?
Resulta un acto liberador y concientizador, conocer e idealizar la Toltecáyotl; ¿no creé usted?
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