Una inmensa ola, como un sunami
cultural, está cayendo encima de muchas personas, que ante el fracaso y
derrumbe del “La Modernidad”, están buscando “sus raíces ancestrales” en el
“Pasado Prehispánico” de México, como una forma de volver a la esencia, a la
raíz de una vida apegada a valores y principios humanos que nos ofrezcan
espacios de armonía, plenitud y equilibrio.
El problema y el desafío de esta
búsqueda, es caer en la “comodidad de un producto” mercadológico llamado “la
mexicanidad”. En efecto, El Estado Necolonial criollo, heredero directo del
Virreinato de la Nueva España, solo que ahora, en vez de gachupines, son los
criollos, los que toman el poder y el control. Para ellos, crean en 1821 un
país, “de ellos y para ellos”, al que indebidamente le llamarán México (porque
no todos somos mexicas), manteniendo en esencia, las mismas condiciones de
injusticia, explotación y depredación que sus antepasados nacidos en la
península Ibérica.
En la década de los años setenta,
surge un movimiento de recuperación y revaloración de la tradición de la civilización
Madre, pero, equivocadamente, asumen la raíz ancestral y la esencia cultural en
la mal llamada cultura azteca o mexica.
A partir de las danzas concheras,
que tienen su origen en los pueblos de La Gran Chichimeca, especialmente en lo
que hoy es el estado de Querétaro y Guanajuato; y que, en los últimos cinco
siglos lograron, a través de la cultura de resistencia, mantenerse en los
atrios de los templos católicos, y de una u otra forma, mantener viva la
tradición ancestral.
En la Ciudad de México, en los
años setenta del siglo pasado, surgieron los grupos de danza guerrera o azteca,
o mexica. Jóvenes de aquél entonces, que pasaron de la danza conchera a la
danza guerrera. Y que, de manera superficial, tomaron de la “historia oficial”,
la bandera de la cultura azteca o mexica, para comenzar en la recuperación de
su “ancestral pasado”.
Sin una visión crítica y
analítica, menos aún, descolonizada, abrazaron y exaltaron ciegamente el
discurso oficial sobre el Gran Imperio Azteca. Discurso que fue creado desde el
mismo siglo XVI por los conquistadores, quienes crearon en sus mitos, fantasías
y mentiras sobre los vencidos, la grandeza de su heroica conquista.
Exageraron la grandeza, el poder
y la barbarie de los conquistados, pues ellos, -según la historia oficial-,
“siendo un puñado de valientes y devotos soldados”, vencieron a cientos de
miles de guerreros aztecas, gracias a la superioridad cultural, tecnológica y
religiosa. De esta manera, ganaron para el verdadero Dios, la corona española y
la civilización, un inmenso imperio.
En el siglo XVIII, con el padre
ideológico del criollismo, Francisco Javier Clavijero, se empieza a crear del
“Imperio Azteca, un símil del Imperio Romano”. Raíz ancestral, -según ellos-,
de un pasado mítico de lo que en 1821 será México. Esta es la razón por la
cual, los criollos le ponen a su país el nombre de México, en honor de la Gran
México Tenochtitlán, usando los símbolos mexicas para hacer su escudo nacional.
El Estado necolonial criollo a
partir del final de la Revolución, crearán, con la SEP, un proyecto
nacionalista, monolingüe, mono étnico y mono cultural, en el cual, el mejor
indio será el muerto. Los aztecas o mexicas serán usados como un “pasado épico
superado”, y el “indio” contemporáneo, deberá ser “rescatado, castellanizado e
integrado” a la “cultura y proyecto nacional”. Y de oponerse y resistirse,
condenado al genocidio.
En la década de los años sesenta,
se crea el Museo Nacional de Antropología e Historia, es el momento en que “el
sistema”, incorpora, de lleno, a su proyecto de nación al pasado
“Prehispánico”, como fuente de identidad y origen del Estado Mexicano. La sala
principal del museo la ocupará la cultura mexica, pasando a segundo plano las
demás culturas del Anáhuac.
La cultura mexica o azteca, (aunque
su verdadero nombre es “mextin”, fue Tlacaélel el que le cambió el nombre por
mexica, y en el siglo XIX, Humboldt les puso aztecas), es el emblema del Estado
necolonial criollo. Los mexicas como un pueblo guerrero, comerciante, dominador
y explotador, -según la falsa historia oficial- de “todo el México antiguo”,
serán “los viejos abuelos” del mexicano moderno. Reduciendo la historia
milenaria de una de las seis civilizaciones más antiguas y con origen autónomo
del planeta a solo 196 años de duración.
Es decir, desde la fundación de
México-Tenochtitlán por cazadores-recolectores, en 1325 a su destrucción en
1521 por sus vencedores, -de ayer y de hoy-, los invasores extranjeros. De esos
196 años de Tenochtitlán, solo tendrán un relativo poder 81 años. Desde que
Moctezuma Ilhuicamina y Tlacaélel toman el poder, como tlatoani y cihuacóatl
respectivamente.
De esta manera, en la historia
oficial del Estado necolonial criollo, la moderna y efímera Mexicáyotl, eclipsa
y desplaza a la milenaria Toltecáyotl. Crea un mito histórico que “explica” un
devenir histórico de poder y dominación del centro a la periferia. Una historia
que “explique la realidad histórica”, en donde unos cuantos, tengan el poder y
la supremacía de los demás. En donde pocos tienen mucho y muchos no tienen
nada. “Porque la historia siempre ha sido así, de vencedores y vencidos. Así
que, resignenese”.
En los años noventa, Televisa
pasó al aire un programa en el que moderaba Enrique Krause y “palomeaba el sumo
sacerdote de la kultura nacional”, el intelectual Octavio Paz. En este programa
el peruano, que más tarde será Premio Novel de Literatura, Mario Vargas Llosa,
dará una sentencia magistral, por la agudeza, la profundidad y la verdad, de lo
que ha sido y es, el Estado mexicano.
Vargas Llosa pondrá dos calvos
ardientes en la esencia del Estado necolonial criollo. Dos verdades que, hasta
la fecha, no han podido ser superadas y que siguen dando el poder a un pequeño
grupo de poder en el país. La primera verdad es que “México es una dictadura perfecta”.
Y el segundo es que: El Estado ha usado a la “historia Prehispánica mexica,
como una demagogia cultural para mantenerse en el poder.”
Citamos lo dicho texturalmente
por Mario Vargas Llosa en la televisión mexicana.
“México es la dictadura “camuflada”, de tal modo que puede parecer, no
ser una dictadura, pero tiene, de hecho; si uno escarba, todas las características
de una dictadura. La permanecía, no de un hombre, pero si, de un partido, un
partido que es inamovible. Un partido que concede suficiente espacio para la
crítica, en la medida que esa crítica le sirva, porque confirma que es un
partido democrático. Pero que suprime, por todos los medios, incluso los
peores, aquella crítica que de alguna manera pone en peligro su permanencia.
Una dictadura, que, además, ha creado una retórica que lo justifica, una
retórica de izquierda, para la cual, a lo largo de su historia, reclutó, muy
eficientemente a los intelectuales, a la inteligencia.
Yo no creo que haya en
América Latina, en ningún caso de sistema de dictadura, una que haya reclutado
tan eficientemente al medio intelectual, sobornando lo de una manera muy sutil,
a través de trabajos, a través de nombramientos, a través de cargos públicos,
sin exigirles, una adulación sistemática, como si lo han hecho los dictadores
vulgares. Por el contrario, pidiéndoles una actitud crítica, porque es la mejor
manera de garantizar la permanencia de este partido en el poder. Un partido de
hecho, único, porque financiaba a los partidos opositores.
Esa dictadura, es
una dictadura, puede tener un nombre especial, una dictadura muy especial, muy
su generis, muy diferente, pero es una dictadura, por tanto, es una dictadura,
que todas las dictaduras latinoamericanas, desde que yo tengo uso de razón, han
tratado de crear algo equivalente al PRI en sus propios países.
En el Perú, el
dictador Velasco, trató con todo su equipo de intelectuales reclutados de
formar una especie de PRI peruano, pero no funcionó. Alan García, trató de
crear un PRI peruano. El intento de nacionalización de todo el sistema
financiero, fue hecho, con el intento de crear un sistema semejante, para
garantizar ese tipo de permanencia, que ante el resto del mundo pudiera ser
camuflada, como ha sido el caso de la dictadura mexicana.
Y me atrevo a decir
también, que no solamente a la permanencia del poder, a la falta de una genuina
democracia interna, se puede hablar de una dictadura, como el caso tradicional
de México. Sino que, al igual que las otras dictaduras latinoamericanas, fue
incapaz de traer la justicia social. No puedo creer que se pueda decir que, en
México, haya una mejor distribución de la riqueza, que en el país promedio
latinoamericano. Creo que las desigualdades son tan grandes y originadas por
las mismas razones de injusticia social, de corrupción, como en otros países
latinoamericanos.
Entonces la dictadura, tuvo en el caso de México, las mismas
consecuencias que tienen las otras dictaduras latinoamericanas. Es verdad que
ha habido una crítica interna muy talentosa, muy generosa, muy valerosa de
muchos intelectuales mexicanos, naturalmente entre ellos, Octavio (Paz), sin
ninguna duda. Pero creo que es muy importante también, denunciar el caso
mexicano, espero que no se me considere como “un mal invitado”, por decirlo de
esa manera, pero, como estos está democratizando, y como este país se abre a la
libertad, quiero ponerlo a prueba, y quiero decirlo aquí abiertamente, porque
eso lo he pensado yo desde la primera vez, que vine a México, un país que yo
admiro y quiero tanto.
Creo que es muy importante que se diga que en este país
se vivió y se ha vivido durante décadas, con unos matices muy particulares, muy
especiales, el fenómeno de la dictadura latinoamericana. La revolución mexicana tiene cosas muy admirables, sin ninguna duda. La
más importante aquella que mencionó Octavio (Paz), la reivindicación de un
pasado. La reivindicación de la
tradición prehispánica, que ha sido asumida con orgullo por el pueblo mexicano,
como no ha sido asumida en otros países, como ejemplo el mío. Esto
indudablemente ha sido una contribución muy positiva. Pero también hay que
entender que, eso, ha sido otro de los instrumentos que ha utilizado el sistema
dictatorial del PRI para eternizarse. Ha sido otro argumento de esa gran
demagogia histórica, a lo largo de su historia del PRI, que se ha prestado a
muchas falsificaciones de tipo cultural, como, por ejemplo, la
justificación de falsos artistas, de falsos géneros artísticos, en nombre de
ese nacionalismo, que creo que es uno de los factores más peligrosos dentro de
este proceso de democratización mexicana. Un factor, que debe ser puesto en
tela de juicio y cuestionado, si nosotros, como estoy seguro lo quieren los
demócratas mexicanos, quieren que esta democratización y liberación en México
valla hasta sus últimas consecuencias.”
Mario Vargas Llosa le puso “los
dos cascabeles “al gato sistema”, cuando dijo que: México es una dictadura
perfecta, y lo segundo, que “el sistema ha utilizado “la Historia Prehispánica”
(mexicas, aztecas y demás fantasías) para consolidarse y eternizarse en el
poder.
Hemos afirmado en varios ensayos,
el peligro que se corre al asumir la “identidad ancestral del Anáhuac”, en la
cultura mextin, llamada: mexica y azteca. El Estado necolonial criollo ha
“fabricado” un supuesto “imperio azteca”, que le da un marco histórico
“ancestral”, al llamado, por el Dr. Guillermo Bonfil Batalla, “El México
imaginario”. Es para dudar y analizar el "mito de los aztecas" que es "el orgullo" del Estado mexicano.
En esta fabricación, montada con textos tomados desde el siglo
XVI, como son la de los misioneros, conquistadores y anahuacas conversos, así
como por los “académicos del sistema”, presentan a los
“mextin-mexicas-aztecas”, como la cultura más importante del “México Prehispánico”.
Una cultura que llegó al Altiplano Central en estado salvaje en el siglo XI, y
que tomó, de los remanentes que habían sobrevivido del colapso la cultura
teotihuacana, la Toltecáyotl, para transgredirlos y conformar una ideología mística,
materialista y guerra, llamada Mexicáyotl. De la supuesta fundación de
Tenochtitlán en 1325 a su caída en 1521, transcurrieron tan solo 196 años. Y de
este periodo, solo tuvieron un relativo y limitado poder los últimos 81 años.
El Estado “mexicano”,
maliciosamente exalta a la Mexicáyotl y diluye en la nada a la Toltecáyotl,
para que el pueblo no investigue, no conozca y no busque cambiar este país, con
las bases y principios de la Toltecáyotl. La Pirámide de Desarrollo Humano
Tolteca, que nos propone trabajar con nuestra sabiduría: la alimentación-nutrición,
salud-armonía, educación-valores, organización-democracia participativa; para
llegar a las maestrías de: la conciencia histórica, la conciencia sacra y la
conciencia energética, quedan invalidadas ante la visión militarista-materialista
mexica. Los criollos, al Anáhuac le llamaron México, que viene de mexica. Al
pueblo le llaman “mexicano”, como si los 110 millones de ciudadanos fuéramos
descendientes de los mexicas. Así, quedan invisibilizados los mayas, los
zapotecos, los mixtecos, los purépechas, los totonacos, los yaquis, los
tarahumaras, y un largo etcétera. Todos somos uniformados como mexicas en un
país mono cultural, monolingüe, y mono étnico. Con un “nacionalismo
uniformador”.
La Toltecáyotl trabaja el
concepto filosófico de: la vida, la persona, la familia, la comunidad, el
calpulli, la asamblea, el mandar obedeciendo, la comunalidad, la solidaridad,
la alimentación, la salud, la educación, la relación con todos los seres vivos,
con la Naturaleza, el planeta y el cosmos. Sabiduría que fue creada a lo largo
de diez mil años entre todos los pueblos del Cem Anáhuac, queda invalidada con
la Mexicáyotl, que fue creada por el Cihuacóatl Tlacaélel en 81 años, a través
de retomar y trasgredir una estructura de sabiduría y conocimiento biófila-espiritual
de miles de años. Cuando el pueblo solo se queda con la Mexicáyotl, pierde
miles de años de conocimiento, se queda con “la fronda y pierde la raíz”, huérfano,
y el Estado neocolonial criollo gana fuerza y fortaleza, para seguir
manteniendo en el poder a los “vencedores”, del gran y poderoso imperio
azteca”. El PRI, seguirá ganado todas las elecciones, porque como lo afirma
Mario Vargas Llosa, la “Dictadura Perfecta”, ha usado esa “demagogia histórica”
para perpetuarse en el poder.
“La razón por la cual, el Estado necolonial criollo, hace creer al
pueblo que la cultura mexica es la más importante de la civilización Madre, es
para mantenerlo sometido en la ignorancia de “sí mismo” y en la supuesta superioridad
de “sus vencedores”. Guillermo Marín.
Finalmente diremos que, el sumo
sacerdote, “el Papa de la Kultura en México”, publicó un libro con los apuntes
de su estancia en la India, cuando era Embajador de México en la década de los
años sesenta. Octavio Paz, inmediatamente después de que le otorgaron el Premio
Novel de Literatura en 1990. En este libro, Paz, pretende “explicar la cultura
de la India milenaria”, con ejemplos de la cultura del México antiguo. El
resultado es catastrófico, Paz demostró que no conocía la Toltecáyotl y la
civilización del Anáhuac, y menos aún, la de la India.
"Los pueblos mexicanos no
experimentaron nada semejante a la penetración del budismo en Ceilán, China,
Corea, Japón y el Sudeste asiático.... Las culturas mexicanas vivieron en una
inmensa soledad histórica; jamás conocieron la experiencia cardinal y repetida
de las sociedades del Viejo Mundo: la presencia del otro, la intrusión de
civilizaciones extrañas, con sus dioses, con sus técnicas y sus visiones del
mundo y del trasmundo.
Frente a la vertiginosa diversidad del Viejo Mundo, la homogeneidad de las
culturas mexicanas es impresionante. La imagen que presenta la historia
mesoamericana, desde sus orígenes hasta el siglo XVI, a la llegada de los
españoles, es la del círculo. Una y otra vez esos pueblos, durante dos
milenios, comenzaron y recomenzaron, con las mismas ideas, creencias y
técnicas, la misma historia. No la inmovilidad sino un girar en que cada nueva
etapa, simultáneamente, fin y recomienzo. A Mesoamérica le faltó el contacto
con gentes, ideas e instituciones extrañas. Mesoamérica se movía sin cambiar:
perpetuo regreso al punto de partida.... Los antiguos mexicanos vieron a los
españoles como seres sobrenaturales llegados de otro mundo porque no tenían
categorías mentales para identificarlos." Octavio Paz, Vislumbres de
la India. Pág. 107
"El ejemplo contrario y complementario es el de los pueblos
americanos, que no pudieron resistir a los conquistadores europeos: sus
culturas desaparecieron, a la inversa de lo que ocurrió con los hindúes,
musulmanes y chinos ante el imperialismo europeo. El Choque entre los españoles
y los mesoamericanos fue un violento encuentro entre civilizaciones que se
resolvió por la derrota de la mentalidad mágica y la cultura ritualista. La
inferioridad científica, filosófica, técnica y política de los mesoamericanos
no explica enteramente a la conquista." Octavio Paz, Vislumbres de la India. [pág. 114]
“No todo fue horror: sobre las ruinas del mundo precolombino los
españoles y los portugueses levantaron una construcción histórica grandiosa
que, en sus grandes trazos, todavía está en pie. Unieron a muchos pueblos que
hablaban lenguas diferentes, adoraban dioses distintos, guerreaban entre ellos
o se desconocían. Los unieron a través de leyes e instituciones jurídicas y
políticas, pero, sobre todo, por la lengua, la cultura y la religión. Sí las
pérdidas fueron enormes, las ganancias han sido inmensas.
Para juzgar con equidad la obra de los españoles en México hay que
subrayar que sin ellos –quiero decir: sin la religión católica y la cultura que
implantaron en nuestro país- no seríamos lo que somos. Seriamos, probablemente,
un conjunto de pueblos divididos por creencias, lenguas y culturas
distintas." Octavio Paz,
Vislumbres de la India. [pág. 116].
Como lo señala atinadamente Mario
Vargas Llosa, el Estado mexicano ha sido muy hábil al crear un mito y una
demagogia cultural con “el imperio azteca” para alejar al pueblo de la mayor
riqueza filosófica-cultural de su pasado ancestral. La instauración del culto
fanático de la Mexicáyotl, es producto de una “razón de Estado”.
La gente que fue informada solo
con el libro de texto a través de la SEP, sobre el pasado “Prehispánico” y que
su referente “ancestral” son los mexicas y la Gran México-Tenochtitlán.
Creyendo con los “mextin-mexicas-aztecas”, son los creadores de la milenaria
cultura y sabiduría del Cem Anáhuac, quedan atrapados en “el laberinto de la
desolación, de ser extranjeros incultos en su propio país”.
El enemigo de los pueblos y
culturas ancestrales del Anáhuac, ha sido, el extranjero colonizador y
depredador, quien se ha apoderado del gobierno desde 1521 y ha impuesto sus
propias leyes, autoridades e instituciones. Lo mismo en el sistema colonial que
en el necolonial, no importando si son gachupines o criollos, siempre han
explotado al pueblo y depredado los recursos naturales. Si el Estado necolonial
criollo exalta a los mexicas y al “imperio azteca”, haciendo de su “historia
oficial” el origen de su país…debemos estar alertas, ser críticos y analíticos
de su discurso.
El quedar ajenos a nuestra
milenaria raíz. A los valores, principios y saberes conocidos como Toltecáyotl,
es como quedar amputados del mayor potencial con el que podremos cambiar el
destino de nuestra nación.
Se requiere una acción crítica y
analítica, para descolonizar el proyecto de dominación cultural, a través de la
anulación del potencial de sabiduría milenaria que posee la Civilización del
Cem Anáhuac. Porque, es justamente, con esta sabiduría “propia-nuestra”, y no
con otras más, que nos lleguen del extranjero, como podremos restaurar la
armonía, la justicia y la fraternidad entre los hijos de los hijos de los
Viejos Abuelos del Anáhuac.
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