domingo, 24 de febrero de 2019

ANTE LOS CINCO SIGLOS DE INVASIÓN

Como persona, como familia o como pueblo, somos lo que recordamos. Es decir, que, el conjunto de mis recuerdos es lo que me hace ser “yo”. Sí pierdo mis recuerdos, me pierdo yo. Quedo fuera de sí, es decir, enajenado. Amnésico, sin memoria, sin conciencia. 
La colonización se sustenta fundamentalmente en someter al invadido-conquistado, a perder su lengua, su memoria, sus conocimientos, sus espacios y su espiritualidad. El invadido-conquistado queda hecho polvo. No sabe de dónde viene, quienes fueron sus ancestros, cuáles sus logros. 
No sabe quién es él, en dónde está; y, por consiguiente, no sabe a dónde va. Queda, como dijo el poeta, perdido completamente en “el laberinto de la soledad”, tratando de ser lo que nunca será, y despreciando lo que es en verdad. 
El mexicano promedio, con estudios académicos o sin estudios, (porque el sistema educativo no se lo enseña), no conoce su historia ancestral. Sus pocos conocimientos, totalmente tergiversados, se limitan a  lo que llama “historia prehispánica”, que los aztecas fueron un poderoso imperio, que dominaban todo México y otras mentiras más. 
Sin embargo, lo que hoy conforma nuestro país, es la cuna de una de las seis civilizaciones más antiguas y con origen autónomo del planeta, y la que alcanzó el más alto grado de calidad de vida, para todo su pueblo. 
Somos tan importantes y antiguos como China e India, y, sin embargo, sus hijos no tienen una memoria histórica y una identidad cultural ancestral a diferencia de los chinos y los indios. 
No conocen la grandeza de su Cultura Madre, los importantes alcances y aportaciones que la sabiduría del Anáhuac ha entregado a la humanidad.  
Al quedarnos: “mudos, amnésicos, estúpidos, sin raíz y en el aire, y sin nuestra espiritualidad ancestral”, quedamos indefensos, vulnerables, frágiles, aptos para la explotación, la exclusión y la resignación. 
Se nos asesina, se nos despoja, se nos humilla y se nos engaña, y lo único que alcanzamos a decir, es “para servir a usted patrón”. Este país, apenas creado en 1824, por una reducida élite de criollos y gachupines, no se ha portado como un padre con su pueblo, como debería ser. 
Más bien, como un padrastro perverso, que ha usado al pueblo como soldado de leva en sus permanentes luchas por el poder, o ha usado al pueblo como voto duro en sus fraudes electorales, o como consumidores inconscientes de las porquerías que le venden los empresarios extranjeros o las trasnacionales. 
Nunca, en los 195 años de existencia de México, los dueños del poder económico y político, jamás se han comprometido verdaderamente con el pueblo. 
En efecto, los dueños del dinero en este país, -la mayoría extranjeros avecindados-, jamás han trabajado con el pueblo y para el pueblo. Lo que han hecho es simular que trabajan para él. 
Se simula que se trabaja, pero en realidad, solo se les roba, porque el erario teóricamente es del pueblo. 
Las pequeñas élites que nos han desgobernado en estos 195 años, se han caracterizado por ser, además de ineptos e ignorantes, su característica más fuerte es que son una cleptocracia y una kakistocracia, es decir, el gobierno de ladrones y el gobierno de los peores. 
Pero, sobre todo, esta gente, desde Santa Anna hasta Peña Nieto, han tenido un desamor, una falta absoluta de compromiso por el pueblo y el gobierno de México. 
Para ellos, que se siguen sintiendo “de extranjía”, aunque tengan generaciones de vivir en México. Ven al país como un negocio y a sus ciudadanos como mercancía, objetos de su riqueza. Más nada.
El pueblo-pueblo, aún los llamados indígenas o pueblos originarios, son “extranjeros incultos en su propia tierra”. No tienen memoria histórica e identidad cultural ancestral. No saben conscientemente, en qué consiste filosófica e históricamente, pertenecer a la Civilización del Anáhuac. 
Es cierto que tienen algunos “su lengua”, pero desconocen la filosofía de su lengua Madre. 
No tienen conocimiento de la sabiduría ancestral que produjo antes que cualquier pueblo el cero matemático, o la invención de la primera calculadora del mundo, no saben cómo, por qué y para qué, sus antepasados construyeron los Tollan (zonas arqueológicas), 
que hoy son utilizados por los criollos ricos, como atractivo turístico, y en las cuales ellos están excluidos. 
Ni los llamados indígenas o pueblos originarios, y mucho menos los mestizos conocemos la milenaria historia de nuestro pasado. Pero esto no es producto del azar o de una deficiencia genética. 
Esta lobotomía histórica, ha sido provocada a propósito por el Estado mexicano de ideología criolla, para la perfecta explotación y enajenación. Ha sido, el arma más poderosa en estos cinco siglos.
El jueves 21 de febrero se cumplieron 500 años del desembarco de los invasores en el Anáhuac. Y nadie dijo nada. Nadie “se acordó”. Nadie sabía. Una fecha que debería estar en la conciencia nacional. 
Una efemérides para invitar a analizar, qué nos ha pasado y qué nos puede pasar. El gobierno de “la transformación” le dedicó el año al General Emiliano Zapata. Taibo II, tal vez como gachupín, ni se le ocurrió recordar. 
Los burócratas indigenistas o los indígenas políticos, se la pasaron disfrazados “celebrando el día de las lenguas indígenas”. 
Que vergüenza. Que pena. Que olvido. 
Tanto desmemoriados, como colonizados, estamos perdidos. 
Desaparecen las lenguas indígenas, se asesina a quien se opuso a un peligroso mega proyecto que favorece a tres empresas trasnacionales, dos españolas y una italiana. 
Se reprime y se asesina a quien defiende al pueblo y a la tierra. 
Y nadie se quiere acordar que esto empezó hace justamente 500 años. 


Descolonizar es dignificar

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lunes, 18 de febrero de 2019

LA IDEOLOGÍA CRIOLLA


Una ideología es un conjunto normativo de emociones, ideas y creencias colectivas que son compatibles entre sí y están especialmente referidas a la conducta social humana. 
A partir de la Colonia, se creó el sistema de castas, los hijos de españoles nacidos en el Virreinato se les llamaba “criollos”. Eran súbditos de segunda y no podían tener los más altos cargos en el gobierno, la iglesia y el ejército. 
Los gachupines, españoles nacidos en España, no les tenían confianza, pues comenzando con los mismos hijos de Cortés, los criollos conspiraron contra el poder colonial, durante los tres siglos, y a final, fueron los criollos al grito de, “Es hora de matar gachupines”, dado por un cura como Hidalgo, que iniciarán la lucha por el poder, que durará 11 años. 
La ideología criolla es una forma de pensar y de entender el mundo y la vida. Esta ideología, tiene como meta la obtención de riqueza a cualquier precio. Se sustenta básicamente en la explotación de los nativos y la depredación de sus recursos naturales. 
Ve a los indígenas y mestizos como inferiores y sin derechos frente a sus grandes ambiciones de riqueza. 
La ideología criolla se sustenta en la desolación de ser rechazado por la que cree que es su patria, España. Pero al mismo tiempo, él desprecia la tierra, al pueblo y su cultura, que no solo le han dado la vida, sino la riqueza obtenida. 
Los portadores de la ideología criolla son, al mismo tiempo, arrogantes e inseguros. Presumen un mundo que los rechaza, ignora y en su caso, los desprecia. En España les llaman peyorativamente “indianos”, y en el Anáhuac, en México se presumen de familia extranjera. Porque, los generadores históricos de la ideología criolla, no solo son españoles. 
En general, México ha sido un paraíso para los emigrantes que llegan a enriquecerse gracias a que existe un sistema de explotación necolonial, desde Hernán Cortés, hasta Carlos Slim. 
De otros países de Europa, Medio Oriente y, recientemente de Asia. Cuando se habla de “ideología criolla”, no se refiere únicamente a extranjeros, aunque “casualmente”, las familias más ricas y poderosas económicamente, y también las acomodadas en los estratos superiores o de dominio en todos los ámbitos del acontecer nacional, sea la política, los medios de información, la educación, la investigación, el arte, etc. 
Porque también se observa “la ideología criolla” en los mestizos desculturizados, y aún, los llamados “indígenas”. Son tristemente famosos los caciques que son de “horca y cuchillo”, y que, como dice el dicho, “para que la cuña apriete, debe ser del mismo palo”. 
Insistimos, “la ideología criolla”, es la conducta que desprecia la vida del pueblo, que no siente ninguna responsabilidad social y menos histórica con el pueblo y el país. 
A la ideología criolla, lo único que le interesa es la obtención de riqueza a cualquier costo, no importando las personas, el medio ambiente, la Naturaleza, la cultura, el patrimonio cultural o la misma nación. 
Para esta ideología, los seres humanos, se convierten tan solo en objetos para su riqueza, y las instituciones, un medio para lograrla. Las personas que actúan a través de la ideología criolla, no tienen bandera, nación, dignidad, honorabilidad o prestigio. Para estas personas el dinero es su dios, quien, según ellos, les da una supuesta superioridad sobre todos los demás. 
Es aquí, en donde se cimienta el racismo y el clasismo, tan arraigado en el pueblo de México. Porque no es solo un “vicio de los criollos”. En efecto, México es el país que más gasta en tintes para el cabello, y por supuesto, el tinte más usado es “el rubio”. 
La gente de ideología criolla, lo que más detesta, es que una persona morena, indígena, humilde, tenga logros que ellos no tienen y que jamás obtendrán. Esto es algo que nunca lo pueden superar. 
Ha sido viral, como un actorcillo se expresó de manera racista y clasista de la oaxaqueña Yaltiza Aparicio, “Intentan nominar a una pinche india que sólo dice ;sí señora, no señora”. 
Finalmente diremos que, es, justamente, “la ideología criolla”, la que ha llevado en 36 años de implantación del neoliberalismo a personas como Carlos Salinas y la banda de delincuentes organizados en el “PRIAM”, a casi destruir este país. 
En efecto, la sistemática, planeada y compleja destrucción, no solo de Pemex o CFE, sino de las instituciones del Estado mexicano, es una prueba fehaciente de lo que es capaz de hacer estas personas que no tienen un ápice de humanidad, vergüenza y dignidad. 
Especialmente esta plaga se expandió, por la misma destrucción del Estado y sus instituciones. Llegaron a robar de manera descarada, sin conciencia y sin medida. Destruyeron las instituciones y el Estado de Derecho, para robar “a arcas abiertas”, entregando la riqueza a las empresas extranjeras y acabando con la soberanía. 
Modificaron la Constitución, las leyes y las instituciones, para hacerlo “legalmente”. Mentes psicópatas y cleptómanas, gente inmoral y corrupta nos gobernó durante 36 años. 
Y ahora, que se pretende restablecer el Estado de Derecho y salvar al país de la desgracia, ellos, desde sus reductos de poder, gritan cínicamente, como ratas heridas, en contra del esfuerzo por recuperar. En estos 36 años de neoliberalismo “la ideología criolla”, alcanzó su mayor poder de destrucción. 
Antes de pensar en un “nacionalismo y patrioterismo decimonónico”, se debe de pensar y actuar en la descolonización de las estructuras mentales de todo el pueblo. 
No puede existir transformación alguna, sino no se erradica “la ideología criolla” de todo el pueblo de este país. Por estas razones, la RESTITUCIÓN de la memoria histórica y la identidad cultural ancestral, son la clave para que pueda el pueblo recuperar al país y sus instituciones. 



Descolonizar es dignificar.
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