Esta nota la estoy escribiendo el
viernes 13, y la consulta del tren maya será el domingo. No se necesita tener
una “bola de cristal” para conocer “el resultado esperado”.
En Morelos, el
gobierno federal construyó la Ciudad Industrial del Valle de Cuernavaca CIVAC,
en el municipio que tenía la más alta calidad de vida a 100 km de la ciudad de
México, allá en 1966. Los expertos dijeron que el mejor lugar para crear la
ciudad industrial era la parte Oriente de Cuernavaca, pero como existen tres
enormes barrancas y se tendrían que construir tres grandes puentes, decidieron
construirlo en el municipio de Jiutepec, en el lado Poniente.
Años antes,
Barbara Hutton, una norteamericana millonaria, dueña de la cadena de las
tiendas Woolworth, invirtió un millón de dólares para hacer una investigación
para encontrar el mejor lugar cercano a la CDMX para construirse una mansión. Jiutepec
era un municipio que producía las frutas y hortalizas para los habitantes de
Cuernavaca. Existía una fuente de agua que bajaba de los más alto y a través de
canales, atravesaba todo el pueblo proporcionado agua para todas las huertas,
hortalizas y los campos de cultivo. La gente vivía en un paraíso, el mejor
clima, agua en abundancia, buena altura, con aire limpio y una forma sencilla y
modesta de vivir.
En este paraíso Barbara Hutton se construyó su hermosa casa
estilo japonés, hoy, el hotel Camino Real Sumiya. La gente de Jiutepec eran
campesinos pobres, pero felices. Como el gobierno y la iniciativa privada, para
ahorrarse los puentes, quería usar las tierras de labranza para hacer la ciudad
industrial, lanzaron una campaña, -que no consulta-, para convencer a los
ciudadanos de que debían entregar sus tierras ejidales al proyecto. Esta
historia me la contaron de viva voz la gente de Jiutepec.
Les dijeron que el
progreso y el bienestar llegaría con la ciudad industrial, que habría muchos
trabajos muy bien pagados, que llegaría la fábrica de la Nissan y que Jiutepec
entraría a la modernidad, que vivirían mucho mejor y que dejarían de ser
campesinos pobres. Engañada la gente aceptó ceder sus tierras a CIVAC. No solo
llegó Nissan, sino muchas otras empresas. Hoy en día, Jiutepec es uno de los
municipios más contaminados del país. Se ha convertido en un suburbio de mala
muerte de Cuernavaca.
Las calles ahora ya no están empedradas, ahora tienen
baches. Llegó a vivir gente de todo el país, pero especialmente del estado de
Guerrero, aparecieron las viviendas de interés social y las colonias sin
servicios que nacían como invasiones. La delincuencia es enorme, porque
Jiutepec hoy, es tierra de nadie. La gente originaria de Jiutepec fue
desplazada y muchos se fueron a vivir a otra parte. El pueblito desapareció y
hoy es un anexo feo, pobre y violento de Cuernavaca.
El proyecto del tren maya, es
exactamente lo mismo. El punto no es la afectación de los terrenos de la vía,
eso es realmente intrascendente. Lo que preocupa, es que la región Sureste no
ha sido arrasada por la modernidad, el capitalismo salvaje y la globalización
económica. Existen muchos recursos, no solo naturales, que se han mantenido
intocados por la voraz maquinaria de hacer dinero. Las personas que viven en
las comunidades necesariamente verán trastocada su vida y su cultura.
No solo
por “donde pase el tren”, sino toda la región será deglutida por el capital
financiero que invertirá en muchas fuentes de riqueza, pero todos sabemos, por
la experiencia histórica que, cuando el progreso y la modernidad llegan, son
desplazados los habitantes y son deglutidos por la nueva economía. La industria
turística corrompe y destruye los valores comunitarios y familiares.
La poca gente
“afortunada” encontrará trabajo de albañil, de empleados de hoteles,
restaurantes y tiendas. Los pobres entre los pobres, serán desplazados a las
afueras de los centros de progreso, vivirán en colonias sin servicios y la
contaminación empezará a cubrir el subsuelo, la tierra y la atmósfera.
Recuerden Acapulco, Zihuatanejo, Puerto Escondido, Can Cun, Playa del Carmen o
Huatulco.
Efectivamente, el tren maya
activará la economía, pero solo la de los ricos y la de las empresas
trasnacionales, pero el pueblo maya pagará con su calidad de vida, su cultura y
con su futuro. Llegarán del centro y del Norte del país, cientos de miles de
personas en busca de oportunidades, los mejores trabajos serán de ellos,
algunos vendrán con un capitalito para poner un negocio y por fuerza,
desplazarán a los mayas que frente a ellos tienen menos posibilidades.
El Sureste, como hoy lo
conocemos, tendrá los días contados, ingresará al cinturón periférico de la
gran economía y crecerá, como hongos el lumpen proletariado. Los pueblos mayas,
históricamente pobres materialmente y ricos en su cultura ancestral, serán
aculturizados, excluidos y desplazados. Así ha pasado en todas partes y así
pasará en el Sureste.
México incrementará su PIB, habrá crecimiento económico,
crecerá el turismo, los ricos serán más ricos, y como, desde 1521, “los
autóctonos” pagarán el costo del progreso. Para la 4T, México inicia desde
1824, los miles de años anteriores, las culturas y la civilización del Anáhuac,
no existe para este proyecto.
La 4T, actúa como los misioneros en la invasión,
“fingiendo que protegen a los débiles”, pero consolidando el proyecto colonial.
Educayotl AC. Educar para el futuro con la sabiduría del pasado.
Educayotl AC.
Descolonizar es dignificar
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