¿Cómo era la sabiduría y el conocimiento del México antiguo? ¿Desapareció completamente con la conquista y la colonia? ¿El México contemporáneo tiene algunos elementos de esta milenaria filosofía?
Los mexicanos somos herederos de una de las seis civilizaciones más antiguas y de origen autónomo del mundo. Fuera de las civilizaciones que nacieron en Mesopotamia, Egipto, China, India, México y parte de Centroamérica y la llamada Zona Andina, no existió otra civilización más antigua. En el mundo todas las civilizaciones y culturas tomaron préstamos culturales a estas civilizaciones “madre”, comenzando con Europa, que es una cultura reciente y que se apropió de muchos elementos culturales de estas viejas civilizaciones para crear un sincretismo cultural.
Estas seis “civilizaciones madre” produjeron a lo largo de miles de años, un inconmensurable y maravilloso mundo de conocimientos, que buscaban en principio mejorar el nivel de vida (desarrollo material), y al lograr éste, buscar elevar la calidad de vida (desarrollo del Espíritu). Por ello la creatividad, sensibilidad y la inteligencia de estos pueblos produjeron alimento, vestido, medicina, arquitectura, ingeniería, ciencia, religión, filosofía, arte y un prodigioso etcétera que saturó todos los espacios tangibles e intangibles de la existencia humana. Sabiduría y experiencia humana que de manera milenaria se fue enriqueciendo para despertar al ser humano de su estado animal y elevarlo a niveles de conciencia superior, que le permitieran dar respuesta al problema ontológico de la existencia humana que todas las civilizaciones han tratado de resolver: ¿Quién soy de dónde vengo y a dónde voy? El mundo en el que hoy vivimos tiene sus cimientos en el conocimiento y sabiduría milenaria que aportaron estas seis civilizaciones.
¿Cuál fue la filosofía que animó y guió el desarrollo cultural del México antiguo a lo largo de siete mil quinientos años de desarrollo humano, desde la invención de la agricultura a la llegada de los invasores españoles? ¿Por qué si la India o China, que son culturas tan antiguas como la nuestra siguen vivas en lo filosófico, la del Anáhuac se presume extinta por el colonizador?
En el México antiguo existió “La Toltecáyotl”, que era el conjunto de conocimientos más valiosos que a través de generaciones sucesivas y en miles de años produjo el esplendor del llamado Periodo Clásico Superior en todo el Anáhuac[1].
Estos conocimientos se trasmitieron a través de instituciones de educación[2] como el Calmécac[3] y la llamada “Hermandad Blanca”[4]. Cuando llegaron los españoles destruyeron “todo lo que vieron y tocaron” de la cultura invadida, pero “ciertas cosas secretas”, que nunca vieron ni tocaron, y que guardaban celosamente los llamados “Hombres y mujeres de conocimiento” se mantuvieron totalmente intactas. Es más, por el contrario, por esta persecución feroz se perfeccionaron y desarrollaron aún más.
Esos conocimientos profundos de la vida y del mundo siguen vivos y presentes en la vida cotidiana de los mexicanos. Algunos conocimientos permanecen de manera subterránea y selectiva, otros más se mantienen a flor de piel en lo mexicano y en los mexicanos. Otros se encuentran mezclados, unos en el llamado subconsciente colectivo, otros en el conciente, pero todos siguen vivos y conformándonos de manera individual o comunitaria en aquello que Guillermo Bonfil llamó “El México profundo”.
El conocimiento contenido en la obra del antropólogo Carlos Castaneda es una mínima expresión de este vasto e inconmensurable conocimiento. Sus libros nos descubren un mundo de conocimientos vedados por siglos a la comprensión occidental. La obra nos introduce por los intrincados y apasionantes caminos del antiguo conocimiento que hace miles de años desarrollaron nuestros Viejos Abuelos toltecas. A través de las lectura la tecnología para recibir EL DON DEL ÁGUILA o como decían poéticamente los Guerreros de la Muerte Florecida, “hacer florecer el corazón”.
Don Juan Matus (El maestro chamán) usa a Carlos Castaneda como vehículo para difundir masivamente estos conocimientos de la toltequidad[5]. La lectura de LAS ENSEÑANZAS DE DON JUAN nos acercan de manera extraordinaria y reveladora a nuestros origines filosóficos y le dan cabal sentido a toda nuestra herencia ancestral antes de la invasión. No es una exageración decir que nos acercan para la resolución de la salida “del laberinto de la soledad”. Nos atrevemos a afirmar que la obra de Castaneda es un código que nos permite reinterpretar nuestro pasado, nuestra herencia cultural (tangible e intangible). En síntesis, nos proporciona un lenguaje que nos permite comprender la esencia, la profundidad de nuestra cultura; es un puente entre el pasado y el presente.
Al comprender la obra en su conjunto, nos permite a través de este código o lenguaje, dejar de ver nuestro pasado como algo lejano, ajeno, incomprensible, inconexo… muerto. Deja de ser tan sólo “estético, arqueológico, museístico”, para pasar a ser algo vivo, vigente, vibrante, complementario, vital… trascendente.
Castaneda nos presenta en su obra una impresionante biografía de cómo se “enganchó” en la toltequidad. Relata de manera brillante y con una gran calidad literaria su camino al conocimiento, su VIAJE A IXTLÁN. Presenta por primera vez a un indígena como un hombre desbordante de conocimiento de una realidad totalmente desconocida, UNA REALIDAD APARTE. A través de sus RELATOS DE PODER podemos vislumbrar tenuemente EL SEGUNDO ANILLO DE PODER e intentar “ver” otra concepción del ser humano, el mundo y la vida.
Castaneda describe a Don Juan como un maestro sabio (nahual), generoso, exigente, impecable, y responsable con su conocimiento. Don Juan Matus se nos revela en la obra de Castaneda como debieron ser aquellos hombres que “aprendían a ser dioses” allá en Teotihuacan, aquellos que llegaron a arder en EL FUEGO INTERNO y liberaron la partícula divina de la tosca materia que la contenía. Y al “entender” su filosofía, mágicamente se descubre un velo de lo obvio y evidente que ha sido todo nuestro proceso cultural que se ha “encubierto” estos cinco siglos de colonización depredadora, y que aun viviéndolo, los mexicanos no lo hemos podido hacer conciente.
Al leer LAS ENSEÑANZAS DE DON JUAN de alguna manera nos ayudan a darle orden y coherencia a todo lo que somos, sentimos y sabemos del mundo y la vida. Nos revela lo que hemos sido, somos y seremos. Las enseñanzas del viejo indígena yaqui, el chamán Juan Matus son un encuentro con nuestro desconocido rostro milenario, son un acercamiento con nuestro desconocido pasado. Es una reconciliación con “la otra parte de nosotros mismos”, que la colonización nos enseñó a negar y rechazar durante estos cinco siglos. La obra de Castaneda es un buen inicio para transitar a la necesaria fusión cultural.
La Toltecáyotl o toltequidad propone un camino hacia “la conciencia total”. Similar al budismo, al islamismo o al cristianismo, pero diferente en tanto que es “propio-nuestro”, nacido y desarrollado en nuestra tierra y con nuestra gente. La Toltecáyotl, toltequidad anualismo o brujería (como la llama Don Juan), requiere que los seres humanos cambien sus ideas de sí mismos y del mundo. Que se conviertan en Guerreros, seres capaces de la máxima disciplina y control sobre sí mismo para llevar una vida de impecabilidad, de fuerza interna, de ecuanimidad y total desapego, sin ninguna importancia personal.
Actuando responsablemente cada acto, con conciencia, sobriedad y aplomo. Manteniendo un sentido de intento inflexible en su camino de guerrero, sin prisas, sin angustias de ganar o perder, sin esperar recompensas… para llegar a EL CONOCIMIENTO SILENCIOSO, sin miedo y sin ambición. Con una lujuria callada por la vida y por todas las cosas bellas y misteriosas de la vida.
Don Juan y sus enseñanzas nos proponen una vieja fórmula que crearon nuestros sabios abuelos hace miles de años y que hoy, ante el estrepitoso fracaso y quiebra del proyecto civilizatorio de occidente, se nos presenta vital en los albores del inicio del tercer milenio.
Los mexicanos somos herederos de una de las seis civilizaciones más antiguas y de origen autónomo del mundo. Fuera de las civilizaciones que nacieron en Mesopotamia, Egipto, China, India, México y parte de Centroamérica y la llamada Zona Andina, no existió otra civilización más antigua. En el mundo todas las civilizaciones y culturas tomaron préstamos culturales a estas civilizaciones “madre”, comenzando con Europa, que es una cultura reciente y que se apropió de muchos elementos culturales de estas viejas civilizaciones para crear un sincretismo cultural.
Estas seis “civilizaciones madre” produjeron a lo largo de miles de años, un inconmensurable y maravilloso mundo de conocimientos, que buscaban en principio mejorar el nivel de vida (desarrollo material), y al lograr éste, buscar elevar la calidad de vida (desarrollo del Espíritu). Por ello la creatividad, sensibilidad y la inteligencia de estos pueblos produjeron alimento, vestido, medicina, arquitectura, ingeniería, ciencia, religión, filosofía, arte y un prodigioso etcétera que saturó todos los espacios tangibles e intangibles de la existencia humana. Sabiduría y experiencia humana que de manera milenaria se fue enriqueciendo para despertar al ser humano de su estado animal y elevarlo a niveles de conciencia superior, que le permitieran dar respuesta al problema ontológico de la existencia humana que todas las civilizaciones han tratado de resolver: ¿Quién soy de dónde vengo y a dónde voy? El mundo en el que hoy vivimos tiene sus cimientos en el conocimiento y sabiduría milenaria que aportaron estas seis civilizaciones.
¿Cuál fue la filosofía que animó y guió el desarrollo cultural del México antiguo a lo largo de siete mil quinientos años de desarrollo humano, desde la invención de la agricultura a la llegada de los invasores españoles? ¿Por qué si la India o China, que son culturas tan antiguas como la nuestra siguen vivas en lo filosófico, la del Anáhuac se presume extinta por el colonizador?
En el México antiguo existió “La Toltecáyotl”, que era el conjunto de conocimientos más valiosos que a través de generaciones sucesivas y en miles de años produjo el esplendor del llamado Periodo Clásico Superior en todo el Anáhuac[1].
Estos conocimientos se trasmitieron a través de instituciones de educación[2] como el Calmécac[3] y la llamada “Hermandad Blanca”[4]. Cuando llegaron los españoles destruyeron “todo lo que vieron y tocaron” de la cultura invadida, pero “ciertas cosas secretas”, que nunca vieron ni tocaron, y que guardaban celosamente los llamados “Hombres y mujeres de conocimiento” se mantuvieron totalmente intactas. Es más, por el contrario, por esta persecución feroz se perfeccionaron y desarrollaron aún más.
Esos conocimientos profundos de la vida y del mundo siguen vivos y presentes en la vida cotidiana de los mexicanos. Algunos conocimientos permanecen de manera subterránea y selectiva, otros más se mantienen a flor de piel en lo mexicano y en los mexicanos. Otros se encuentran mezclados, unos en el llamado subconsciente colectivo, otros en el conciente, pero todos siguen vivos y conformándonos de manera individual o comunitaria en aquello que Guillermo Bonfil llamó “El México profundo”.
El conocimiento contenido en la obra del antropólogo Carlos Castaneda es una mínima expresión de este vasto e inconmensurable conocimiento. Sus libros nos descubren un mundo de conocimientos vedados por siglos a la comprensión occidental. La obra nos introduce por los intrincados y apasionantes caminos del antiguo conocimiento que hace miles de años desarrollaron nuestros Viejos Abuelos toltecas. A través de las lectura la tecnología para recibir EL DON DEL ÁGUILA o como decían poéticamente los Guerreros de la Muerte Florecida, “hacer florecer el corazón”.
Don Juan Matus (El maestro chamán) usa a Carlos Castaneda como vehículo para difundir masivamente estos conocimientos de la toltequidad[5]. La lectura de LAS ENSEÑANZAS DE DON JUAN nos acercan de manera extraordinaria y reveladora a nuestros origines filosóficos y le dan cabal sentido a toda nuestra herencia ancestral antes de la invasión. No es una exageración decir que nos acercan para la resolución de la salida “del laberinto de la soledad”. Nos atrevemos a afirmar que la obra de Castaneda es un código que nos permite reinterpretar nuestro pasado, nuestra herencia cultural (tangible e intangible). En síntesis, nos proporciona un lenguaje que nos permite comprender la esencia, la profundidad de nuestra cultura; es un puente entre el pasado y el presente.
Al comprender la obra en su conjunto, nos permite a través de este código o lenguaje, dejar de ver nuestro pasado como algo lejano, ajeno, incomprensible, inconexo… muerto. Deja de ser tan sólo “estético, arqueológico, museístico”, para pasar a ser algo vivo, vigente, vibrante, complementario, vital… trascendente.
Castaneda nos presenta en su obra una impresionante biografía de cómo se “enganchó” en la toltequidad. Relata de manera brillante y con una gran calidad literaria su camino al conocimiento, su VIAJE A IXTLÁN. Presenta por primera vez a un indígena como un hombre desbordante de conocimiento de una realidad totalmente desconocida, UNA REALIDAD APARTE. A través de sus RELATOS DE PODER podemos vislumbrar tenuemente EL SEGUNDO ANILLO DE PODER e intentar “ver” otra concepción del ser humano, el mundo y la vida.
Castaneda describe a Don Juan como un maestro sabio (nahual), generoso, exigente, impecable, y responsable con su conocimiento. Don Juan Matus se nos revela en la obra de Castaneda como debieron ser aquellos hombres que “aprendían a ser dioses” allá en Teotihuacan, aquellos que llegaron a arder en EL FUEGO INTERNO y liberaron la partícula divina de la tosca materia que la contenía. Y al “entender” su filosofía, mágicamente se descubre un velo de lo obvio y evidente que ha sido todo nuestro proceso cultural que se ha “encubierto” estos cinco siglos de colonización depredadora, y que aun viviéndolo, los mexicanos no lo hemos podido hacer conciente.
Al leer LAS ENSEÑANZAS DE DON JUAN de alguna manera nos ayudan a darle orden y coherencia a todo lo que somos, sentimos y sabemos del mundo y la vida. Nos revela lo que hemos sido, somos y seremos. Las enseñanzas del viejo indígena yaqui, el chamán Juan Matus son un encuentro con nuestro desconocido rostro milenario, son un acercamiento con nuestro desconocido pasado. Es una reconciliación con “la otra parte de nosotros mismos”, que la colonización nos enseñó a negar y rechazar durante estos cinco siglos. La obra de Castaneda es un buen inicio para transitar a la necesaria fusión cultural.
La Toltecáyotl o toltequidad propone un camino hacia “la conciencia total”. Similar al budismo, al islamismo o al cristianismo, pero diferente en tanto que es “propio-nuestro”, nacido y desarrollado en nuestra tierra y con nuestra gente. La Toltecáyotl, toltequidad anualismo o brujería (como la llama Don Juan), requiere que los seres humanos cambien sus ideas de sí mismos y del mundo. Que se conviertan en Guerreros, seres capaces de la máxima disciplina y control sobre sí mismo para llevar una vida de impecabilidad, de fuerza interna, de ecuanimidad y total desapego, sin ninguna importancia personal.
Actuando responsablemente cada acto, con conciencia, sobriedad y aplomo. Manteniendo un sentido de intento inflexible en su camino de guerrero, sin prisas, sin angustias de ganar o perder, sin esperar recompensas… para llegar a EL CONOCIMIENTO SILENCIOSO, sin miedo y sin ambición. Con una lujuria callada por la vida y por todas las cosas bellas y misteriosas de la vida.
Don Juan y sus enseñanzas nos proponen una vieja fórmula que crearon nuestros sabios abuelos hace miles de años y que hoy, ante el estrepitoso fracaso y quiebra del proyecto civilizatorio de occidente, se nos presenta vital en los albores del inicio del tercer milenio.
[1] El Anáhuac comprendía desde el estado de Zacatecas hasta Honduras en Centroamérica.
[2] El sistema educativo fue una realidad en el Anáhuac probablemente desde el año 1500 a.C. con la aparición de la llamada cultura olmeca y duró en permanente actividad hasta la destrucción del imperio azteca en 1521 d.C.
[3] Calmécac o Casa de la medida, escuela de altos estudios.
[4] Institución secreta que mantuvo viva La Toltecáyotl en el periodo Postclásico.
[5] Forma en la que Don Juan llamaba a La Toltecáyotl.
Ya se ha hablado mucho de la falta de veracidad de la obra de Castaneda. Esta desacreditado y ha quedado solo como un buen escritor de ficcion
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