jueves, 29 de mayo de 2008

REDUCIR EL TONAL ( * )


A lo largo de toda la obra, Castaneda nos relata una serie de vivencias que tuvo con su maestro. Lo más asombroso es que al agrupar estas vivencias, especialmente las que relatan la vida cotidiana de Don Juan, nos damos cuenta que Don Juan era en el mundo del tonal, un ser humano común y corriente. Quien tenía su casa y su trabajo. Sí, Don Juan, el gran nahual trabajaba como cualquier persona. En la isla del tonal, era escrupulosamente impecable. Nadie que viera a Don Juan podría creer que él era un hombre de conocimiento y en este hacer, esta una de las grandes enseñanzas de los toltecas, pasar desapercibido en medio de una multitud.

En esta parte de la obra, Don Juan le da una lección sobre el tonal y su mundo. Le enseña a ser responsable de sus actos, especialmente los que realiza cuando lo visita. Los seres comunes generalmente no somos responsables de la mayoría de nuestros actos, pues actuamos con “el piloto automático” y no nos damos cuenta de lo que hacemos.

Le enseña que el tonal personal se debe de cuidar y que el mundo del tonal es para usarse. La toltecáyotl enseña una forma correcta de vivir. Esta forma se logra a través del “equilibrio” del par de opuestos complementarios en que se conforma el mundo del tonal, y que los toltecas lo conocían con el principio de ometeotl, “la dualidad divina”. Tonal y nagual son un par de opuestos complementarios. De modo que el “equilibrio” se logra a través de “la medida”. Sin el conocimiento de la medida no existe la posibilidad de lograr el equilibrio. Razón por la cual, la escuela de altos estudios del Anáhuac era llamada por los toltecas, Calmécac, que en lengua náhuatl significa, “La casa de la medida”.

El mundo del tonal
es todo cuanto tenemos y no se puede evadir. Ahí se encuentra el campo de batalla. A esa lucha por “pulir el espíritu” los toltecas le llamaron metafóricamente, “La Batalla Florida” y las armas eran “flor y canto”, entendidos como belleza y sabiduría.

“‑Una regla básica para un guerrero -repuso- es hacer sus decisiones con tanto cuidado que nada de lo que pueda ocurrir como resultado de ellas sea ca­paz de sorprenderlo, mucho menos de menguar su poder. Ser un guerrero significa ser humilde y alerta…
‑Digamos que una regla básica para ti debe ser que, cuando vengas a verme, vengas preparado a mo­rir ‑dijo él‑. Si vienes dispuesto a morir, no habrá caídas, ni sorpresas desagradables, ni acciones innece­sarias. Todo caerá suavemente en su sitio, porque tú no estás esperando nada…
Un guerrero jamás deja la isla del tonal. La utiliza.
Señaló en torno con un rápido ademán, y luego tocó mi cuaderno.
‑Éste es tu mundo. No puedes renunciar a él. Es inútil enojarse y desilusionarse con uno mismo. Eso simple y llanamente prueba que el tonal de uno está envuelto en una batalla interna; una batalla dentro del propio tonal es una de las luchas más imbéciles que pueden ocurrir. La vida ajustada de un guerrero está diseñada para acabar con esa lucha. Desde el principio te he enseñado a evitar la fatiga y el desgaste. Ahora ya no hay la guerra esa que había den­tro de ti, porque el camino del guerrero es armonía: la armonía entre las acciones y las decisiones, al prin­cipio, y luego la armonía entre tonal y nagual…” Don Juan. Carlos Castaneda, Realtos de Poder.

( * ) Tomado del libro PARA LEER A CARLOS CASTANEDA



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