viernes, 23 de mayo de 2008

UNA REALIDAD APARTE...nuevas conversaciones con Don Juan ( * )


Primera edición en inglés 1971
Primera edición en español, 1974
Titulo Original: A Separate Rality ( Further Conversation With
Don Juan)
1971 Carlos Castaneda
D.R. 1974 Fondo de Cultura Económica México.
Colección Popular 135. 302 pag.
Traducción de Juan Tovar.

Este libro recoge, por un lado, la recapitulación de lo que el aprendiz Castaneda vivió al lado de su maestro Don Juan en su primera etapa de aprendizaje (1961-1965) y, por otro, la reanudación de su aprendizaje, a partir de abril de 1968, dos años y medio después de haberlo abandonado "definitivamente". Castaneda relata que cuando recibe el primer ejemplar de su libro Las enseñanzas de Don Juan siente un gran deseo de mostrárselo a Don Juan. Hecho que lo pone de nueva cuenta en el camino del conocimiento de la Toltequidad, en un segundo ciclo de aprendizaje que según las propias palabras de Castaneda fue "muy distinto del primero".

Castaneda no quiere reanudar el aprendizaje, o por lo menos no tiene un deseo consciente de hacerlo. Mucho menos desea repetir sus temibles experiencias con las plantas de poder. Sin embargo, de manera “misteriosa" siente la necesidad de reanudar el aprendizaje. El empeño principal de Don Juan en esta etapa se concentra en enseñar a "ver" a Castaneda. La diferencia entre "mirar" y "ver" consiste básicamente en que "mirar" es poder confirmar a través de nuestra vista que el mundo es tal como nuestra razón nos dice que es, y "ver", es la capacidad del hombre de conocimiento para percibir el mundo a través de cargas de energía.

Don Juan insiste a Castaneda que debe reiniciar sus encuentros con “el humito", porque de esa manera tendrá "la velocidad requerida para vislumbrar el mundo fugaz". Don Juan le dice que la única manera en que un hombre de conocimiento puede saber es "viendo" más allá de la superficie de las cosas. El "humito", dice Don Juan, le ayudará a "ver" cómo los hombres en realidad son un conglomerado de fibras de luz que circulan desde la cabeza hasta el ombligo, las cuales hacen aparecer a cualquier hombre (rey o limosnero) como un huevo luminoso. Las fibras luminosas unen al hombre con lo que le rodea, dándole equilibrio y estabilidad. El simple hecho de pensar en volver a vivir las experiencias anteriores con el "humito" aterra a Castaneda y trata de evitarlo a toda costa.

Dentro de las habilidades de "ver" está poder distinguir entre los hombres y "los que no son gente", es decir, los "aliados"[1] de los brujos. La mezcla a fumar, le explica Don Juan, lo llevará a donde se encuentra su aliado y, cuando "se haga uno con su aliado", ya no tendrá que fumar para poder convocarlo las veces que quiera, a fin de realizar lo que él le pida.

Don Juan sostiene que cuando un hombre logra "ver" que todos son huevos formados de fibras luminosas, se da cuenta de que nada se les puede cambiar, y se da cuenta de que todo en el mundo es igual y que por lo tanto nada es más importante que otra cosa, y concluye que tampoco es importante lo que él haga, pero su impecabilidad de guerrero lo impulsa a actuar como si lo que hace fuese realmente importante, lo cual constituye "su desatino controlado[2] .

Castaneda hace grandes esfuerzos para tratar de entender el extraño conocimiento de Don Juan, el cual rompe todos sus esquemas culturales y desafía su inflexible método de buscar una explicación racional a todo cuanto mira, siente y escucha. Don Juan le dice que a esas alturas ya debería saber que un hombre de conocimiento vive de actuar y no de pensar en actuar y luego analizar su actuación. Le dice que por eso un hombre de conocimiento escoge un camino con corazón y lo sigue; mira y se regocija, y luego "ve" y se da cuenta. de que su vida se acabará en un instante; sabe que él y todos los demás no van a ninguna parte, y porque "ve", sabe que no hay nada más importante que lo demás. Por eso un hombre de conocimiento no tiene nada, excepto vida para vivir, y su única relación con los demás es su desatino controlado. Como nada le importa más que otra cosa, un hombre de conocimiento realiza cualquier acto y lo ejecuta como si le importara, pero él sabe que en realidad no importa; así que cuando lo completa se retira en paz, sin tener el menor cuidado del resultado de su acto, porque, al fin y al cabo, para él la victoria y la derrota son iguales.

Don Juan dice a Castaneda que al conocimiento se va con miedo y respeto, pero con confianza en sí mismo. Para ser hombre de conocimiento se tiene que actuar como guerrero e iniciar la lucha sin entregarse, sin quejas ni titubeos, hasta lograr "ver" y darse cuenta de que nada importa.

Explica Don Juan que la parte más asombrosa de las criaturas ovoides es un grupo de fibras luminosas que surgen alrededor del área donde se ubica el ombligo. Dice que las fibras de las personas débiles son cortas y casi invisibles y que, por el contrario, las fibras de las personas fuertes son largas y luminosas. Gracias a estas fibras un hombre que puede "ver" se da cuenta del estado y la naturaleza de alguna persona; puede, incluso, saber si esa persona también puede "ver".

Poco a poco la idea de poder "ver" se convierte en una obsesión para Castaneda, quien decide reiniciar sus encuentros con el "Humito". Los actos de Don Juan para llevarlo a esta decisión fueron deliberados, porque, según le dice a Castaneda, queda poco tiempo para transmitirle su conocimiento y sólo el "Humito" le podrá dar la velocidad necesaria para captar "el movimiento fugaz del mundo".

A cada encuentro con el "Humito" Castaneda avanza en la comprensión o, mejor dicho, en el descubrimiento de la otra realidad, hábilmente conducido por Don Juan quien, a su vez, se estrella una y otra vez en la barrera racional de Castaneda. Don Juan dice a Castaneda que le ha pasado todo lo que su benefactor le había enseñado en su primera etapa de aprendizaje; que, por lo que se refiere a Castaneda, éste ha hecho todo lo que se tiene que hacer para "ver" y, sin embargo, no lo lograba, aun cuando a los que "ven", como Don Genaro, les pareciera que Castaneda podía hacerlo.

Aquí abriremos un paréntesis para tratar de explicar el hecho de que en sus obras Castaneda maneja diferentes niveles de conocimiento, de lo cual provienen muchas confusiones. El propio Don Juan dice que el camino del conocimiento ofrece muchos peligros "de entendimiento", básicamente porque su conocimiento no es de "entenderse".
Desde el principio Don Juan instruyó a Castaneda en las dos áreas de conocimiento. En la del tonal (la derecha) Castaneda se encontraba muy confundido tratando de encontrar explicación a sus experiencias psicotrópicas, aferrándose a su razón y a sus marcos culturales como medios para tratar de sustentar de manera coherente las incomprensibles enseñanzas de un viejo indio.

Respecto al área del nagual (la izquierda), Castaneda muy poco o nada podía recordar de lo aprendido. Por otra parte, en el mundo de la Toltequidad no existe la continuidad del tiempo y del espacio; como explica Don Juan, no existe la "goma" que pega los hechos y los lugares en una línea continua en el tiempo. Así que este problema se presenta casi a lo largo de toda la obra. Por tratar de decirlo de una manera irracional", Castaneda mezcla en la cronología de la obra recuerdos del pasado, vivencias del presente y “recuerdos del futuro”.

La técnica de enseñanza
para los aprendices que aspiran al conocimiento de la Toltequidad podría ser tratada de explicar en los siguientes pasos:
1.- El "poder" señala a un aprendiz.
2.- El nagual "engancha" al aprendiz.
3.- El nagual "trabaja" con su aprendiz la parte derecha del conocimiento para limpiar todo el desperdicio que el aprendiz ha ido juntando a lo largo de su vida, pero, al mismo tiempo, trabaja la parte izquierda (con el benefactor[3]), llamada nagual, a través de lo que Castaneda llama "los niveles de conciencia acrecentada". Estos conocimientos no serán recordados por el aprendiz hasta que éste, en su camino al conocimiento, logre reunir suficiente energía para finalmente "ensamblar" todo el conocimiento adquirido, tanto en el tonal como en el nagual.

El presente trabajo pudo haberse realizado por etapas de conocimiento, sin tener que seguir la cronología de los libros de Castaneda; sin embargo, preferimos no correr, de inicio, ese primer riesgo y decidimos tomar el segundo, toda vez que nuestra pretensión es avanzar, junto con el lector, a través de la obra de Castaneda, evitando, en lo posible, caer en las mismas confusiones de Castaneda, a fin de tratar de rescatar la esencia y el origen de nuestras antigua civilización del Anáhuac.

"Barrer la isla del tonal", como dice Don Juan, requiere de la decisión del aprendiz y que éste asuma y se haga responsable de esa decisión hasta las últimas consecuencias. Requiere también de una voluntad inflexible y una disciplina feroz. Esta parte de la enseñanza -que es vital e insustituible- nada tiene que ver con las plantas de poder o el esoterismo; por el contrario, el campo de batalla está en la vida dentro del mundo cotidiano. El objetivo es vencer vicios y debilidades, inconsciencia e irresponsabilidad. Un aprendiz tiene que aprender a pulir su espíritu y fortalecer su cuerpo a través de hacer suyas internamente la disciplina y la responsabilidad.

El camino del conocimiento es una herencia cultural de nuestros abuelos toltecas, quienes lo fueron perfeccionando a base de sacrificio y mucho esfuerzo. No es "un día de campo de nuestra imaginación". Es como cualquier otro camino que el ser humano ha emprendido hacia la libertad total. En la India, en China, en Mesopotamia o en Egipto, otras culturas han luchado por llegar a niveles superiores de conciencia. Sí existió una gran cultura en México fue producto de un conocimiento capaz de motivar al espíritu divino que vive dentro del hombre y que nos ha legado impresionantes testimonios (el patrimonio cultural tangible) y profundos rasgos en el espíritu de los pueblos que hoy forman parte del México contemporáneo (patrimonio culturas intangible) y que radica, de manera incomprensible, en el subconsciente colectivo.

El camino del guerrero es un camino difícil en el que la aniquilación, el reto y el desafío están presentes; pero es un camino con corazón y, en ese camino, como dice Don Juan, es inútil quejarse y, sin embargo, es difícil no quejarse.

Para reconstruir "el perfil" de un guerrero tendremos que recoger a lo largo de la obra de Castaneda ciertos rasgos y características "poéticamente" descritos por Don Juan.
Volvamos ahora a Una realidad aparte, justo donde Don Juan describe algunas de las cualidades de un guerrero:

Un guerrero sabe que está esperando (el dominio de) su voluntad y mientras tanto no quiere nada; de esa forma, si recibe algo, siempre será más de lo que él puede tomar. La voluntad, dice Don Juan, es algo que un hombre usa, por ejemplo, para triunfar en una batalla en la que, según todos los cálculos, debería salir derrotado; es un poder que tenemos dentro de nosotros que nos impulsa a realizar hazañas asombrosas que desafían al sentido común y, al mismo tiempo, es la liga con el mundo exterior; es una fuerza que sale del interior del cuerpo y se prende al inundo. Con su voluntad, un brujo percibe al mundo y entonces se da cuenta de que el mundo no es tan real como pensaba. Conforme va progresando en el camino del conocimiento, un guerrero advierte que es capaz de tocar cualquier cosa con una sensación que sale de una zona cercana al ombligo. Cuando es capaz de sujetar con ella todo lo que está a su alrededor, puede decirse que ya adquirió la voluntad.

El espíritu del guerrero no está templado para la entrega o la queja, ni para ganar o perder, sino para luchar, y cada acto lo convierte en su última batalla sobre la Tierra. De ahí que el resultado no le importa; sólo deja fluir su espíritu con libertad y claridad.

En esta obra don Juan le describe a Castaneda lo que podría ser “el perfil del Guerrero”,

“ ‑Una vez te dije que nuestra suerte como hombres es aprender, para bien o para mal ‑repuso‑. Yo he apren­dido a ver y te digo que nada importa en realidad; ahora te toca a ti; a lo mejor algún día verás y sabrás si las cosas importan o no. Para mí nada importa, pero capaz para ti importe todo. Ya deberías saber a estas alturas que un hombre de conocimiento vive de actuar, no de pensar en actuar, ni de pensar qué pensará cuando termi­ne de actuar.
“Por eso un hombre de conocimiento elige un camino con corazón y lo sigue: y luego mira y se regocija y ríe; y luego ve y sabe. Sabe que su vida se acabará en un abrir y cerrar de ojos; sabe que él, así como todos los demás, no va a ninguna parte; sabe, porque ve, que nada es más importante que lo demás. En otras palabras, un hombre de conocimiento no tiene honor, ni dignidad, ni familia, ni nombre, ni tierra, sólo tiene vida que vivir, y en tal condición su única liga con sus semejantes es su desatino controlado. Así, un hombre de conocimiento se esfuerza, y suda, y resuella, y si uno lo mira es como cualquier hombre común, excepto que el desatino de su vida está bajo control. Como nada le importa más que nada, un hombre de conocimiento escoge cualquier acto, y lo actúa como si le importara. Su desatino controlado lo lleva a decir que lo que él hace importa y lo lleva a actuar como si importara, y sin embargo él sabe que no importa; de modo que, cuando completa sus actos se retira en paz, sin pena ni cuidado de que sus actos fueran buenos o malos, o tuvieran efecto o no.” C.C.

En Una realidad aparte queda plasmada la que podría ser la clave por la que el hombre occidentalizado muy difícilmente tiene acceso a la otra realidad del mundo. Dice Don Juan a Castaneda que su problema es pensar y hablar demasiado, y que debe dejar de hablar consigo mismo. De hecho, el mundo de la razón se mantiene con nuestra plática interna. Con nuestra conversación con nosotros mismos renovamos una y otra vez nuestra idea del mundo hasta el día de nuestra muerte. Un guerrero cae en la cuenta de que debe luchar para parar su "habladuría" interior, y en ese punto el mundo cambiará y el guerrero deberá estar preparado para resistir tan monumental sacudida. Si dejamos de decimos a nosotros mismos que el mundo es como "es", el mundo dejará de ser como nos decimos que es. Sin embargo, es preciso estar listo para soportar un golpe tan grande, para lo cual se debe comenzar "deshaciendo poco a poco el mundo". Del mundo, Don Juan dice que es un absoluto misterio y que no hay manera de desenredar todos sus secretos.

Los encuentros de Castaneda con el "Humito" se hacen más frecuentes hacia el final de su segunda etapa de aprendizaje. Cada nueva experiencia lo acerca más al fenómeno de "ver". Sus experiencias en el campo han puesto en serio peligro su concepción de la realidad del mundo. Ahora debe volver a su casa; los eventos vividos con las fuerzas del mundo han dejado su abertura de par en par, debe sanar y cerrarse antes de decidir si volverá o no al camino del guerrero.

[1] Los "aliados", según Don Juan, son fuerzas, ni buenas ni malas, que los brujos utilizan para sus propósitos. Estas fuerzas por lo general toman aspectos humanos y cuando un hombre de conocimiento los "ve" conservan su aspecto humano, lo cual los delata. Estos seres son inorgánicos.

[2] Don Juan dice que el desatino controlado de un brujo consiste en saber que todos sus actos son inútiles y sin embargo debe esforzarse al actuar, como si no supiera que sus actos son inútiles. Dice que todo lo que hace es de verdad, pero al mismo tiempo es desatino controlado, porque sabe que es inútil y a pesar de ello lo hace de manera impecable. Don Juan en vez de usar el término "desatino controlado" decía "pendejada controlada", palabra que posee mayor profundidad.
[3] Un aprendiz de la toltequidad tendrá en su camino de conocimiento a un maestro y a un benefactor, el primero trabajará la parte del primer anillo de poder o tonal, y el benefactor, trabajará la parte perteneciente al segundo anillo de poder o nahual.

( * ) Tomado del libro de PARA LEER A CARLOS CASTANEDA

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