LA GUERRA AL NARCOTRÁFICO

Ante la barbarie nazi, hoy mucha gente en Alemania y en el mundo se pregunta, cómo fue posible que dejáramos que las cosas llegaran tan lejos. Cómo fue posible que cientos de miles y cientos de miles de personas, se dejaran arrastrar por un pequeño y delirante hombrecito, que gritaba con su voz aguda que se derramara la sangre por la patria.

Los tiranos arrastran a los pueblos al holocausto y las masas ciegas y enloquecidas los siguen hasta consumirse en ceniza y humo. Los perturbados líderes, llenos de frustraciones e impotencias interiores, piden la sangre y usan la violencia para compensar su pequeñez.

Ellos han declarado la guerra en nombre de la patria y acusan de traidores a quienes no los siguen. Los pusilánimes callan y bajan la mirada, los trepadores se acomodan cínicamente al discurso, los socios y los cómplices se frotan las manos.

Pero la historia es justiciera y más tarde pondrá en su sitio a los enloquecidos y enfermos exaltadores de la violencia. Y es cuando los pueblos se preguntan… ¡cómo fue posible que se dejaran crecer las horribles atrocidades! Por qué nadie los paró.

Veintidós mil muertes en la GUERRA AL NARCOTRÁFICO. Una guerra más sangrienta que la de Irak y la de Afganistán. Guerras que ni se ganan ni terminan y en las que todos perdemos.