VIII.- FRENTE A LO PROPIO.
Sin embargo, los mexicanos asombrosamente hemos mantenido en algunos, casos intacto, y en otos, de manera sincrética, un conjunto de valores en el campo de lo propio, que han podido sobrevivir a los cinco siglos de negación y explotación. Este conjunto de valores nos han permitido mantener a pesar de los pesares, “un rostro propio y un corazón verdadero”.
De esta manera, las leyes, instituciones y autoridades del México profundo mantienen un carácter clandestino, no formal o de poca valía ante el México imaginario; mantienen unas normas de incorruptibilidad asombrosas. En efecto, el derecho consuetudinario, (a través de las tradiciones, usos y costumbres), las instituciones (como las mayordomías, las cofradías, el compadrazgo, la familia, la amistad) y las autoridades (tradicionales y religiosas), lo mismo en comunidades indígenas y campesinas, como en los cinturones de miseria de las ciudades, son mantenidos de manera impecable e incorruptible. En cualquiera de estos aspectos cuando se empeña la palabra, tienen mayor peso legal y moral que las leyes de la otra cultura, la dominante.
De este modo el ciudadano del México profundo mantiene una doble posición frente a la corrupción. Para las leyes, instituciones y autoridades del México imaginario tiene una actitud corrupta, casi cínica, tratando de lograr sus beneficios y evitando sus perjuicios, y en cualquier oportunidad poder acceder al poder para utilizarlo en su beneficio personal. Pero al mismo tiempo mantiene una actitud de incorruptibilidad para ese espacio que él siente propio y verdadero.
La corrupción es innata al hombre, no podríamos suponer que una raza o una cultura determinada tienen mayor posibilidad para corromperse.
Como hemos expuesto la corrupción está presente tanto en los españoles y criollos como en los mestizos e indígenas; tanto en el México imaginario como en el México profundo, la diferencia que se podría establecer, es que, para el México imaginario es una manera de enriquecimiento y para el México profundo una mera de permanencia.
Siempre y cuando entendamos por supervivencia, “la fractura”, “la incapacidad”, el sabotear a las leyes instituciones y autoridades emanadas del proyecto civilizador del México imaginario.
(*) Tomado del Libro:
LA CORRUPCIÓN EN MÉXICO una estrategia de resistencia cultural.
de Guillermo Marín
El libro lo puede consultar gratuitamente en:
sección LIBROS.
me gusta tu blog porque es muy interesante. gracias
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