Una de las seis civilizaciones más antiguas y con
origen autónomo del mundo ha sido vilipendiada, negada y excluida desde 1519 en
su propia tierra y con su propio pueblo.
En efecto, desde “Las Cartas de Relación” de Hernán
Cortés, pasando por los escritos de Sahagún, Clavijero, Riva Palacio, la
SEP/libro de texto, hasta Mel Gison y su película Apocalypto. El discurso sobre
“el otro”, el invadido, el colonizado, el explotado, es que los antiguos
habitantes del Cem Anáhuac eran guerreros, caníbales, salvajes, idólatras y un
largo etcétera de epítetos. Que la conquista y posterior colonización vino a
traerles la “civilización”, la cultura, la lengua, la religión y el progreso.
Este tendencioso discurso trata de justificar el
holocausto y el crimen de lesa humanidad que se cometió, -y se sigue
cometiendo-, contra los habitantes de este país. Es curioso, pero el 10% de los
habitantes más pobres que poseen el 1% de la riqueza nacional son llamados por
el INEGI “indígenas”; y casualmente del otro lado, el otro 10% de los más
ricos, que poseen el 40 % de la riqueza nacional, son descendientes de
extranjeros avecindados hace dos o tres generaciones en el país.
Será esta la razón por la cual los que tienen el poder
económico, político y cultural, tratan de todas las formas posibles de mantener
en la ignorancia de sí mismos y de sus milenarias raíces a todo el pueblo de
este país colonial.
Fox quitó de primaria la historia antigua… “la
propia-nuestra”, y Calderón lo hizo con la secundaria. Acaso se trata de tener
a un pueblo sin memoria histórica, millones de zombis que no saben de dónde
vienen, quienes son y mucho menos a dónde quieren ir.
Por qué seguir insistiendo por todos los medios en una
historia falsa, fundamentada en los dolosos y parciales textos escritos por los
conquistadores, los misioneros y los indígenas convexos. Por qué se les sigue
diciendo a los pueblos anahuacas “indios”, cuando sabemos que Colón se equivocó
y no llegó a la India.
Por qué seguir llamando a nuestra historia antigua, -la
propia-nuestra-, que se escribió sin la presencia de ninguna otra civilización:
“prehispánica, precolombina, precortesiana”. Por qué negar hasta la
pronunciación de su nombre verdadero.
Por qué a nuestro milenario territorio, que los Viejos
Abuelos nombraron hace miles de años en náhuatl, la lengua franca con la que se
comunicaban las más de 250 culturas existentes en su día antes de la invasión;
por qué no la nombran por su nombre verdadero Anáhuac, y la llaman
“Mesoamérica”, invento de un extranjero que dividió nuestro territorio cultural
arbitrariamente en dos partes: Mesoamérica y Aridoamérica, copiando el concepto
de “Mesopotamia” que se refiere a la civilización que nació entre dos ríos, el
Tigris y el Éufrates.
Ó por qué los criollos en 1821 le pusieron a la
milenaria Anáhuac, “México”, para crear “su país”. Porque es claro que México
viene de “mexica” y en la actualidad la gran mayoría que habitamos este país no
somos mexicas, ni descendemos de los mexicas.
Actualmente existen 62 pueblos o
naciones y gran parte de los habitantes de este país somos “mestizos”.
Entonces, por qué negarle su nombre ancestral y original. Será que pueden hacer
esto por la amnesia en que se ha sumido a casi toda la población y el rechazo a
sí mismos.
Pero toquemos el punto,
volvamos al principio. Por qué se mantiene la idea generalizada de que nuestra
civilización Madre era “salvaje, guerrera y caníbal”. Que nuestros antepasados
vivía en permanentes guerras, sacrificios humanos, adorando a los elementos
naturales y temiendo los fenómenos celestes, como los eclipses.
Por qué alentar el rechazo a nuestra raíz más
antigua y esencial. Por qué negar su valor y sobre todo, su presencia en lo que
hoy somos como personas, familia y pueblo.
Dos datos para
evidenciar la falsedad de estas injurias y esta cinco centenaria campaña de
desprestigio y negación de “lo propio-nuestro”. En 1492 los europeos pensaban
que la Tierra era plana, y que si navegaban por el mar en línea recta, morirían
al caer en un vacío. Su calendario era el llamado Juliano que era de 365
exactos, por lo cual cada cuatro años se desajustaba un día.
En esa misma fecha,
nuestros Viejos Abuelos sabían desde más de dos mil años atrás que: la Tierra
era redonda y que giraba alrededor del Sol en 365.2520 días. De hecho, gracias
a este saber ancestral, los europeos reformaron su calendario al que llamaron
Gregoriano y en el cual hoy sigue vigente en todo el mundo.
Bastarían estos datos
para comprender las abismales diferencias entre las dos civilizaciones y que se
desplomaran los maliciosos y tendenciosos juicios en contra de la civilización
del Anáhuac.
Pero aún más, no solo
sabían que la Tierra estaba integrada a un Sistema Solar, sino que el planeta
era un “ser vivo” al que llamaron Tonatzín y que éste giraba en torno al centro
de la galaxia en 25,625 años, que justamente se cumple el próximo 21 de
diciembre.
Con estos dos datos
reveladores, podemos ver y entender claramente el nivel de consciencia “del Ser
y el estar” de las dos civilizaciones. Mientras los europeos pensaban que la
Tierra era plana, los Viejos Abuelos toltecas del Anáhuac entendían
profundamente la mecánica celeste, más allá del Sistema Solar.
Este dato irrefutable,
desmiente categóricamente todas las mentiras y calumnias que se han ideo
tejiendo a lo largo de cinco siglos sobre el supuesto atraso de la civilización
Madre, las cuales pretende mantener la colonización material y cultural de
nuestro pueblo.
La idea de que la conquista y Colonia fueron “un mal necesario”,
y subliminalmente, que “lo mejor de este país viene de los invasores/vencedores”,
permite y justifica el estado de ignorancia y menosprecio que tiene en general
la población, sobre sus orígenes y su identidad.
Como personas, como
familia y como pueblo, somos lo que recordamos. Si no tenemos memoria histórica
no sabemos quiénes somos. La Identidad Cultural es lo que fortalece la auto
estima, y ésta, acrecienta y multiplica las posibilidades y capacidades de los
pueblos y culturas que conforman este país que, a la fecha, sigue sin
pertenecerle a la gran mayoría (por la misma razón).
Además de la permanente
campaña de desprestigio del Estado y “el sistema criollo” en contra de la
ancestral civilización Madre, que cuenta con los grandes capitales, los medios
masivos de comunicación, el sistema político, el sistema educativo, la
academia, los intelectuales y los artistas; el peso siniestro y subliminal de
rechazar el sentirse parte de una civilización estigmatizada hace que el
ciudadano común de este país, recechase todo vínculo con su raíz ancestral,
dejándolo vulnerable y desprotegido a toda injusticia y explotación.
Justamente esta es la
razón de tan execrable campaña.
Visite www.toltecayotl.org
Mi estimado Temachtiani... Todo esto es cierto, y lo peor es que ahora tratan de desaparecer, dividir,enajenar pueblos, para quitarles sus tierras... ¿Será que quieren desaparecer cualquier vestigio de conocimiento Anawaka? ¿Por que nos odian, hasta los nuestros, en lugar de aprovechar tanto conocimiento, preferimos la "comodidad" de ver tarugadas y no crecer como seres humanos, perdón por mal usar este término:"ser humano" este, ya está en peligro de extinción, se ha depredado a sí mismo... Gracias por brindarnos una esperanza de toma de conciencia para recuperar lo que es "Ser un ser humano, orgullosamente "Anawaka"
ResponderEliminarLo admira Rosita Bouchot, actriz mexicana (con apellido extranjero, el mío hace mucho me lo rabaron, ni siquiera llegué a conocerlo).
Estimada Rosita:
ResponderEliminarGracias por su generoso comentario.
Lo que nos hace anahuacas, no es que hablemos una lengua originaria o nuestro fenotipo, o que tengamos tradiciones y costumbres ancestrales; sino fundamentalmente, el SENTIR, pensar y actuar de acuerdo a la Toltecáyotl.
Reciba un cordial saludo.
Guillermo Marín