Las investigaciones y
estudios que se hacen en México sobre la Civilización del Anáhuac, a la que “la
ideología criolla” presume de desaparecida y que llama colonizadamente
“prehispánica”, con muy escasas y honrosas excepciones, no ha contribuido al
fortalecimiento de la Identidad Cultural y el acrecentamiento de la auto
estima, de los mal llamados mexicanos, dado que no todos los habitantes de este
país son mexicas.
Una de las razones es
que el Estado Mexicano ha excluido totalmente a los pueblos y culturas
anahuacas en la construcción y desarrollo de este país. Otra es que siendo una
sociedad extremadamente racista y clasista, desde 1521 en la Colonia y a partir
de 1821 en el periodo “Independiente”, los pueblos originarios y sus culturas
representan, además de un lastre para el desarrollo y una vergüenza para la
creación de modelos culturales venidos sistemáticamente del exterior,
representan el último peldaño en la escala social.
La investigación de las
culturas ancestrales y sus vestigios materiales, en general, ha estado en manos
de investigadores, universidades, museos y gobiernos de otros países, en el
siglo XIX de Europa y a partir de la segunda mitad del siglo XX de Estados
Unidos.
Los mexicanos educados
académicamente en instituciones de nivel superior, en sus aulas no se les
enseñó a conocer y valorar esta riqueza humana. En China y en India es al
contrario, es su base y su inspiración.
Nuestros
profesionistas, en el mejor de los casos y de manera superficial, se adscriben
a la “cultura grecolatina”, pero en su Cultura Madre, son extranjeros
ignorantes en su propia tierra.
La colonización mental,
cultural y espiritual que hemos sufrido los ahora llamados mexicanos es de
proporciones terroríficas.
Se nos ha borrado
totalmente del consciente la “memoria histórica”. Sorprende que una de las
civilizaciones más antiguas y con origen autónomo del planeta (como China o
India), la que llegó a alcanzar el más alto grado de desarrollo humano, sus
actuales descendientes, no conozcan su pasado y sobre todo, que no se
reconozcan en ese pasado y menos como herederos directos de él, que no exista
ningún aparente vínculo.
Que crean que la
civilización Madre ya no existe y que desapareció el 13 de agosto de 1521. Que
ellos, especialmente el 80% de la población que es mestiza, sienta su endeble
identidad en una país o una cultura extranjera. Y que niegue lo que es más que
evidente, que son hijos de los hijos de los Viejos Abuelos del Cem Anáhuac.
Porque, el “ser
mestizo” no cancela ni borra la herencia ancestral –tangible e intangible- de
la Cultura Madre, por el contrario, el mestizaje se sostiene y la afirma totalmente
en ella.
El “mexicano” genética
y culturalmente en su mestizaje, está mucho más cerca de la civilización del
Anáhuac, que de las culturas de España, Francia o Estados Unidos. Pero por la
colonización mental, espiritual y cultural, lo niega y se siente estigmatizado
por tener elementos culturales autóctonos.
Es más, es un insulto
decirle a un mexicano que es “indio, prieto, naco, etc.” No se da cuenta que lo
que lo sostiene, le ayuda y le da fuerza y sabiduría para vivir, es justamente
lo que tanto desprecia y rechaza.
El mestizo y el criollo
son dos huérfanos. El primero rechaza a su Madre Cultura y el segundo, es
rechazado por la cultura a la que él cree pertenecer, pues para el caso de
España, el criollo que presume de ser “español” en México, en España se dice
mexicano y los españoles lo llaman “indiano” y no lo aceptan como propio,
justamente porque la civilización del Anáhuac lo ha transformado. El criollo es
el verdadero personaje del “Laberinto de la Soledad” de Paz, ni de aquí ni de
allá.
Las investigaciones
históricas y arqueológicas del Anáhuac están en manos de extranjeros y de sus
subordinados y mansos ayudantes mexicanos. Son muy pocos los extranjeros y
mexicanos que se oponen a las poderosas mafias de la academia y las
instituciones “filantrópicas” colonizadoras.
Autores como Bonifaz
Nuño, Alfredo López Austin, Guillermo Bonfil, Laurrete Séjurné, Víctor Jiménez,
Víctor de la Cruz, Carlos Lenkersdorf y Jan de Vos, por citar algunas valientes
y dignos investigadores.
El Instituto Nacional
de Antropología e Historia enfoca sus limitadas acciones a la arqueología, que
sirve al Estado para usar el pasado ancestral como atractivo turístico. La arqueología, la
historia y la reflexión sobre esta riqueza para la construcción y
fortalecimiento del “SER NACIONAL”, están totalmente fuera de sus políticas
.
El pasado de la
civilización del Anáhuac es solo arqueológico-museográfico-turístico-comercial,
y esta desvinculado a las tareas de descolonización y del despertar de la
consciencia ancestral y la afirmación plena de la identidad.
Las zonas
arqueológicas, los muesos, los videos, las revistas están pensados desde una
mentalidad colonial, colonizadora, superficial y comercial. En sus textos,
cédulas, guiones, boletines de prensa, se mantiene el lenguaje colonizador.
Se
sigue diciendo cínica y des fachadamente: “Prehispánico, precolombino,
precortesiano, Mesoamérica, Batalla de la noche triste, “caballeros águila y
tigre”, se habla de reyes, reinos y princesas que nunca hubo en el Anáhuac, se
machaca y se refuerza la idea de los cuantiosos sacrificios humanos y
las innumerables guerras, del “encuentro de dos mundos” y no de una invasión,
se mantiene la idea de que con los españoles llegó la civilización, la
religión, la escritura, el progreso, etc.
Se maquillan los
crímenes, robos, traiciones de Hernán Cortés y sus secuaces, la conquista
religiosa se sigue viendo como una heroica y piadosa epopeya en la que los
“naturales mansamente se convirtieron” y no se habla de los crímenes,
explotación y abuso de la Iglesia Católica y la Santa Inquisición en contra de
los pueblos, sus culturas y su religión milenaria.
El Estado criollo
rechaza terca y racistamente la presencia y participación de los pueblos y
culturas ancestrales. Se habla de un país “mestizo”, pero ideológicamente el
mestizaje se vincula solo a Europa y se regatea la presencia de “nuestra otra
parte”. El pueblo mexicano mestizo encuentra la base de su mestizaje en la
civilización Madre y no en la de los invasores.
En efecto, la milenaria
cultura del Anáhuac forma los cimientos de nuestra identidad en los espacios
ontológicos y filosóficos. En la forma de ver, sentir y entender el mundo, la
vida, la muerte, la familia, la amistad, el trabajo, la fiesta, la comunidad y
penetra muy profundo en lo sagrado y lo divino. Esta es la verdadera cara de
nuestro mestizaje, y no el fenotipo o el color de la piel.
Querer buscar “los
cimientos” y el potencial de nuestro mestizaje en las culturas de España,
Francia, Italia, es seguir condenados a transitar a tientas y tropezones en el
“laberinto de la soledad”, despreciando lo propio y exaltando lo que nunca
podremos ser.
Tanto los europeos como
los estadounidenses históricamente nos han rechazado, despreciado y explotado.
Los modelos económicos, políticos, sociales, culturales, educativos, etc., son
una copia siempre mala y tardía.
Primero los peninsulares y después los
criollos quisieron y han querido hacer de La Nueva España y de México, una
realidad mejor que la europea o norteamericana y, como la historia y la
realidad nos lo indican, siempre se ha fracasado rotundamente.
Por qué negar lo que
somos, por qué excluir nuestra rica y sabia experiencia en el Desarrollo Humano
y la organización social, por qué menospreciar los valores y principios
ancestrales de nuestros Viejos Abuelos que fueron elaborados a partir de la
experiencia de vida a lo largo de siete milenios y medio.
Por qué no los
incorporamos, sin excluir a la parte occidental de la que orgullosamente nos
hemos apropiado en estos cinco siglos. Por qué los europeos para salir de la
Edad Media buscaron inspiración en su pasado grecolatino y por qué nosotros no
lo podemos hacer en el pasado del Anáhuac. Por qué China, India y Japón basan
su modernidad y desarrollo en su pasado y en sus culturales ancestrales y
nosotros no lo podemos hacer.
Por ahora, en México la
arqueología y la historia oficial están al servicio de la ideología del Estado
criollo y del capital trasnacional. Inexorablemente llegará el tiempo en el que
la Historia será liberadora y la arqueología servirá de inspiración para
re-construir nuestra milenaria organización social y los valores perenes que
ella desarrolló como recursos para mantener por mil años un periodo de
esplendor, único en el planeta.
Lo difícil no es
hacerlo…sino IMAGINARLO.
Viste www.toltecayotl.org