I. Más allá del concepto de una
“Raza Cósmica”, ideada por un pensamiento eurocéntrico, positivista, cristiano
e hispanista, como fue el de José Vasconcelos. No se puede llegar a un
mestizaje pleno, si se rechaza y se desconoce una de sus partes que lo integran.
Los mexicanos somos mestizos sanguíneos, más no plena y conscientemente “mestizos
culturales”.
No se ha podida dar una fusión y sinergia en plenitud del par de
opuestos complementarios, por la razón de la negación y exclusión de una de las
partes. El mestizaje cultural fue negado por la destrucción, persecución y
menosprecio de la civilización invadida. Primero los gachupines y después los
criollos, en estos cinco siglos de ocupación, han tratado de acabar con las
culturas, las lenguas, la religión, los conocimientos, la historia, la
alimentación, la medicina, el arte, de los pueblos invadidos. Lo han hecho de
manera violenta y de manera subliminal, y sobre todo, de manera constante y
sistemática. Colonialismo epistémico absoluto y total.
No existe la “pureza racial y
menos cultural”. Si partimos que el ser humano inició el poblamiento del
planeta desde África, todos compartimos un origen común y formamos una sola
raza, “La raza humana”. Las diferencias de fenotipo se han dado a través del
tiempo y las condiciones del medio ambiente. Especialmente a partir de la
invasión europea al planeta, que inició en 1492, el intercambio humano ha ido en
aumento. En especial debido a las facilidades para viajar que en el siglo XX ha
tenido la humanidad.
Culturalmente existen seis
civilizaciones con origen autónomo, que en general, iniciaron sus procesos de
invención de la agricultura y de sedentarización entre el tercero y segundo
milenio antes de la era. Pero aun así, las civilizaciones originarias están
compuestas por diversos pueblos y culturas diferentes en tiempo y espacio. En
los últimos cinco siglos, el intercambio cultural ha ideo creciendo,
especialmente a partir del siglo XX.
No existe, y probablemente nuca ha
existido, “un pueblo puro” culturalmente. La humanidad es una mezcla de
mezclas, afortunadamente. Un ejemplo de lo anterior, sin lugar a dudas, es lo
que hoy conocemos como España. En la península han habitado muchos pueblos
comenzando con los pueblos originarios, después fueron llegando los bereberes,
cartagineses, romanos, judíos, musulmanes, vándalos, godos y un largo
etcétera.
El mestizaje es múltiple y
complejo. Se sabe que en la memoria histórica de algunos pueblos del Cem
Anáhuac, se recuerda que sus más antiguos abuelos vinieron de lejanas tierras o
en embarcaciones por el mar. En Oaxaca, por ejemplo, el pueblo ikoots (huave),
recuerda que sus orígenes están en Sudamérica. En Teotihuacan, en el estado de
México, se han encontrado “barrios” de diversas culturas del Anáhuac.
Hasta la
década de los años setentas se suponía que el territorio maya estaba en el
Sureste del país y aparece deslumbrante Cacaxtla en el estado de Tlaxcala. Esto
demuestra que la “migración” y el contacto con lejanos pueblos fue permanente y
constante. En estos cinco siglos, de manera incesante, han llegado a las
tierras del Anáhuac pueblos y culturas de diferentes partes del mundo. Creemos
que en el continente americano, desde Alaska hasta la Tierra del Fuego, todos
los pueblos y culturas pertenecen a una sola civilización.
La “pureza racial y cultural” han
sido un instrumento ideológico y económico del nuevo orden mundial, que surgió
en 1492 con la invasión europea al planeta, para deshumanizar “al otro”, -al
invadido-descubierto-, convirtiéndolo en un ser inferior o en un animal, para
poder explotarlo sin problemas éticos, morales y legales. No existen ni razas
ni “culturas puras, superiores o inferiores”. Como se ha dicho, todos los
pueblos del mundo somos una mezcla de casi todos.
II. Los pueblos y culturas
descendientes de la civilización del Anáhuac han sufrido una invasión colonial
hasta nuestros días. Los primeros 300 años bajo el dominio español y los
últimos dos, bajo el dominio criollo. Se realizó uno de los más grandes
genocidios y epistemicidios de la historia de la humanidad.
Los millones de
los, -mal llamados “mexicanos”-, sean “indígenas, campesinos mestizos o urbanos
mestizos, viven en “el laberinto de la soledad”, sin un rostro propio, sin un
corazón verdadero. Sin una identidad cultural clara y definida. Amnésicos,
ignorantes, inseguros, corruptos, malinchistas, abusivos, racistas,
irresponsables, sometidos, “modernos e individualistas”, neutralizados; “así
nos quieren, así nos necesitan” los capitales criollos y trasnacionales para
mantener las injustas relaciones sociales y culturales que generan su gran
riqueza.
Para entender mejor la estrategia
de dominación de la ideología criolla, tenemos que “re-pensar” nuestra historia
y analizar el discurso de su “historia oficial”. Históricamente los primeros
mestizos de lo que hoy es México, fueron producto de un matrimonio bajo las
leyes y religión del pueblo maya. Los primeros tres mestizos fueron fruto del
amor, compromiso y respeto de la doncella maya llamada Zazil Ha y el marinero
andaluz llamado Gonzalo Guerrero, quien naufragó en 1511 en las costas del
estado de Quintana Roo.
Quien se convirtió a la cultura y religión maya,
enseñando a los pueblos de la península las tácticas militares para enfrentar
la invasión, motivo por la cual les fue más difícil a los filibusteros dominar
a los pueblos mayas, y también, fue la razón por la cual murió de un
arcabuzazo, luchando contra los peninsulares. Esta historia ha sido minimizada
y tergiversada por la historia hispanista oficial, que pone a Guerrero como un
traidor y le da poco mérito a su lucha, y despoja de cualquier significado su
matrimonio y a sus tres hijos, que fueron los primeros mestizos de México.
Desde Las Cartas de Relación,
hasta los últimos textos escritos y filmados sobre este este personaje y el de
su familia, siempre se ha visto y analizado desde un pensamiento eurocéntrico e
hispanista. Para la corona española Guerrero fue un traidor y procuró que su
ejemplo no cundiera entre los invasores. Para el Estado criollo neocolonial,
Gonzalo Guerrero y su familia maya, pasan totalmente desapercibidos y
desvalorizados para estar fuera de la “historia oficial”, acaso como un dato
curioso sin ninguna relevancia histórica y cultural.
III. Primero los conquistadores,
después los encomenderos y sus hijos, los criollos, fueron “despojados” del
poder por la burocracia real, que fue llegando y ocupando los mejores espacios
gubernamentales, religiosos, comerciales, mineros y agrícolas en la sociedad
novohispana.
Los criollos asumían el
Virreinato de la Nueva España como “algo propio”, que según ellos, les
pertenecía por “derecho de conquista” y herencia familiar. Desde los primeros
años de la Colonia el enfrentamiento fue frontal. Primero con Hernán Cortés,
que con el título de Capitán General y Justicia Mayor, que fue desplazado en el
poder por el licenciado Nuño de Guzmán, quien provenía de un clan familiar muy
poderoso de Castilla, al ser nombrado Presidente de la Real Audiencia
Gobernadora en 1528 y tener el apoyo de la corona.
Este será el inicio de un
conflicto que durará trescientos años, entre los descendientes de los
conquistadores, así como de los primeros colonizadores, quienes se sentían
desposeídos por la nobleza castellana y la burocracia real. En efecto, bajo el
Sistema de Castas, la corona mantenía el dominio y control sobre el virreinato,
especialmente de los criollos. La sospecha permanente de traición de estos
“primeros españoles en América” comenzó con el propio Cortés, quien planeaba
crear el reino del Anáhuac y convertirse en su rey, dado que en esos primeros
años de la Colonia, Cortés tenía muchos más guerreros (anahuacas) bajo su mando
y gran cantidad de oro, que el propio rey de España.
Posteriormente sus dos hijos, el
criollo y el bastardo, ambos llamados Martín Cortés, intentaron fallidamente la
traición a la corona. Por tal razón los criollos (hijos de padres españoles
nacidos en América), no podían tener los más altos puestos en el gobierno
virreinal, la iglesia y el ejército. Eran, “españoles de segunda”. Esta
“injusticia” alimentó un odio hacia los gachupines (españoles nacidos en
España), que terminará con el “Grito de
Dolores” de un cura criollo, llamado Miguel Hidalgo y Costilla, que incita a la
rebelión indígena diciendo que “es hora de matar gachupines”, para despojar del
poder colonial a los peninsulares.
En esos tres siglos, los pueblos
y culturas ancestrales de la civilización del Anáhuac, quedaron excluidos del
proyecto del Virreinato. Para no ser exterminados, tuvieron que renunciar a su
religión y memoria histórica ancestral, sus lenguas, su alimentación, su
sistema de educación y de salud, sus formas de gobierno y organización
comunitaria, su formas de expresión artísticas. Forzados a mantenerse como mano
de obra esclava, sin educación, derechos y oportunidades reales. Excluidos,
silenciados y explotados. La única alternativa que tenían, para dejar su estado
de indefensión, fue la de tratar de ser como sus
invasores-colonizadores-explotadores. Dejar de ser lo que fueron por milenios
para tratar de ser “ajenos a sí mismos” para poder existir.
Los criollos los usaron como
carne de cañón para su lucha en contra de los gachupines. Les prometieron la
libertad, la igualdad y la tierra, al final de la lucha victoriosa, los
traicionaron y mantuvieron las mismas condiciones de opresión que en la
Colonia. De manera díscola, los criollos crearon “su patria de ellos y para
ellos”. Constituyeron una supuesta república, pero en la realidad, se mantuvo
el sistema y régimen colonial. Se
independizaron políticamente de España, pero económica, política, social y
culturalmente, se mantuvo el sistema colonial e ideológicamente dependientes de
España.
Agradeceremos dejar un comentario.
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te has mosqueado coño, deja de escribir guarrerías y ponte a currerar hijo del maíz...a trabajar!!!! Tu padre don Hernán Cortés jajajajaja
ResponderEliminarMarín, por qué nos odias tanto, que seas naco y prieto no es nuestra culpa, que seas sangre esclava es tu destino, ya párale de escribir sandeces. Bájale al radio.
ResponderEliminarLos dos comentarios anónimos previos a éste, reflejan cuán hondo cala la verdad en las ideas de este autor. El recismo que destilan, desde luego no es gratuito, es un ejemplo insignificante del racismo que históricamente ha existido en México contra los pueblos originarios, infringido no solo por penisinsulares y criollos, sino por los propios mexicanos mestizos, que como bien señala el autor, se han convertido en colonizados-colonizadores. De allí la trascendental importancia de este artículo que propone nada menos que descolonizar la idea de mestizaje impuesta historicamente, con el propósito de consolidar la neocolonización del país.
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