Después de siglos de ser tratados
como animales de trabajo, sin oportunidades, sin educación escolarizada, sin
instituciones y autoridades propias, con una alimentación de subsistencia mínima;
pero especialmente, enajenados, desculturizados, mal educados, despojados de su
ancestral cultura, con mayor intensidad en los últimos 70 años, el pueblo de
este país se vuelto indisciplinado, flojo, irresponsable, mal hecho, vulgar,
indolente y abusivo, porque los que mandan: “así nos quieren, así nos
necesitan”, para tener pleno poder y acumular más riqueza ilegítima.
Esta desgracia ha sido producto
de una transformación dirigida a través de una estrategia múltiple e
interinstitucional del sistema neocolonial de ideología criolla, que se basa en
la pérdida de la lengua, la memoria, los conocimientos, los espacios y la
espiritualidad (La Quíntuple Recuperación, como afirma el antropólogo Leonel
Durán); lo que transforma a las personas, a las familias y a los pueblos en “materia
prima”, para la subordinación, explotación y especialmente la incapacidad de
recuperar su identidad, dignidad y conciencia para cambiar su destino personal
y colectivo.
En contra posición están los
pueblos de Alemania, Inglaterra y Japón, que son la antítesis del nuestro. Por
qué sucede esto, sí nosotros somos más antiguos, con un origen autónomo e hijos
de una civilización Madre. La diferencia tiene, por lo menos, dos elementos
para poder comprenderla. La primera es que a estos pueblos siempre los ha gobernado
y administrado su propia gente y siempre ha existido un genuino y profundo
compromiso, amor y respeto por el bienestar de “sus pueblos y naciones” de
parte de sus gobernantes. En nuestro caso no ha sido así.
Desde 1521 nos han
gobernado/administrado extranjeros que siempre se han llevado “la tajada del
león” de manera despiadada, y desde Hernán Cortés hasta Carlos Slim, lo único
que les interesa es hacerse ricos y más ricos, para sacar sus riquezas del país.
En efecto, el “interés nacional” de estos países siempre ha estado por encima
del interés particular.
Aún en casos tan aberrantes como es la Alemania nazi de
Adolfo Hitler o la del Japón Imperial de Hiroito, en sus delirantes ambiciones
de conquista; por más irracional y errónea que fuera la ruta, los pueblos y sus
autoridades “marcharon juntos en la misma dirección en busca de su destino”.
Aquí, en cambio, desde 1521 han existido dos clases de gente que han estado en
posiciones encontradas y caminos diferentes: una minoría ilustrada europeizada
extremada e inmoralmente rica; y una inmensa mayoría deshumanizadamente
miserable. Guillermo Bonfil los llamó, “El México imaginario y el México
profundo”.
La segunda diferencia es que
estos pueblos son DISCIPLINADOS Y RESPONSABLES. En efecto, Alemania, Japón e
Inglaterra, han aprendido, -como pueblos guerreros y belicosos-, que la
disciplina hace la gran diferencia, -no solo en la guerra-, sino en todos los
campos del desarrollo humano. Imagine usted, amable lector, a los soldados ingleses
ordenadamente formados esperando su evacuación de las playas de Dunquerque bajo
el fuego enemigo.
O la disciplina del ejército alemán en la sincronizada
“guerra relámpago”.
O el pequeño ejército japonés invadiendo toda el Asia. Pero
lo mismo estos pueblos en “la reconstrucción” de sus economías, ciudades y
sociedades después de las guerras. Para lograr la guerra y la reconstrucción se
requirió contar con un pueblo disciplinado y responsable para estas tareas de
dimensiones titánicas.
Pero resulta que aquí en el
Anáhuac, muchos siglos antes de que existieran estos pueblos y países, nuestros
antepasados lograron, por lo menos mil años de esplendor civilizatorio. No
vamos a hablar de sus grandes logros humanistas y científicos, como la
invención del cero matemático, la cuenta perfecta del tiempo, la invención del
maíz o la “democracia participativa”, sino de algo más obvio y evidente.
Todas
las civilizaciones antiguas construyeron pirámides, en segundo lugar se
encuentra Egipto con 110 pirámides. Solamente en México, el INAH tiene abierto
al público 187 “zonas arqueológicas” de las miles que existen inexploradas, y
en cada una hay más de una pirámide.
Más allá, -por la colonización mental-,
que se les niega que fueran centros de estudio e investigación, y se les rebaja
a “centros ceremoniales”, la construcción de estas maravillosos conjuntos arquitectónicos,
que son patrimonio cultural de la humanidad, implicó por fuerza necesaria la
disciplina y la responsabilidad compartida de pueblo y autoridades, como en el
caso de Monte Albán en Oaxaca, que tuvo un periodo constructivo permanente y
sostenido de 1350 años.
Aún en el periodo Postclásico
decadente, con los mexicas, los textos de los invasores europeos hablan con
asombro del orden, disciplina y sentido de responsabilidad que tenían los
anahuacas. Por ejemplo en el relato de la descripción de Tenochtitlán o del
Mercado de Tlatelolco.
Muy probablemente desde el año 1500 a.C. con la llamada cultura
olmeca, ya existían las bases esenciales del desarrollo humano en el Anáhuac,
sabiduría conocida como Toltecáyotl, que alcanzó su esplendor durante diez
siglos (200 a.C. al 850 d.C.), hasta el inexplicable abandono y destrucción de
las hoy, llamadas zonas arqueológicas, del periodo Clásico.
Avances
civilizatorios como el maíz, la milpa, la agricultura intensiva y de riego,
realización de trepanaciones, pero sobre todo, creemos que es la base y esencia
de la gran capacidad cultural fue el contar con el primer sistema de educación del
mundo, que llegó en operación hasta 1521, y que fue inmediatamente desmantelado
por los invasores europeos, destruyendo sus escuelas, asesinando a sus
maestros, quemando sus códices.
Los castellanos en el Anáhuac, volvieron a utilizar
las mismas tácticas de destrucción que utilizaron en la guerra contra el Islam
en el Califato de Córdoba, en la supuesta “Guerra de reconquista”, como afirma
Ramón Grosfoguel.
La diferencia en la capacidad y
actitud de disciplina y responsabilidad vine de que los alemanes, japoneses e
ingleses, no sufrieron una pavorosa colonización y destrucción de su cultura.
En cambio, a los pueblos del Anáhuac se les amputó a sangre y fuego, durante tres siglos todos sus derechos y oportunidades como seres humanos, se les persiguió y mantuvo bajo un demencial sistema de terror a manos de fanáticos religiosos incrustados en la Santa Inquisición, y entre asesinos y ladrones en las instituciones gubernamentales coloniales del Virreinato.
En cambio, a los pueblos del Anáhuac se les amputó a sangre y fuego, durante tres siglos todos sus derechos y oportunidades como seres humanos, se les persiguió y mantuvo bajo un demencial sistema de terror a manos de fanáticos religiosos incrustados en la Santa Inquisición, y entre asesinos y ladrones en las instituciones gubernamentales coloniales del Virreinato.
Y con estas mismas
instituciones coloniales, pero maquilladas hipócritamente con la creación de
una república, los criollos han mantenido el mismo sistema los últimos dos
siglos.
Pero especialmente, en los
últimos 70 años, a través de los medios masivos y el sistema educativo
nacional, se les ha quitado casi todos los valores y elementos culturales de la
civilización Madre, que se habían defendido y mantenido en casi cuatro siglos y
medio, desde la invasión.
En efecto, la televisión y la radio comercial, más la
Secretaría de Educación Pública han logrado crear un nuevo ciudadano
indisciplinado e irresponsable, individualista, ignorante e inconsciente, que es
usado como materia prima para ser obreros y empleados sumisos, consumidores y
votantes, fáciles de manipular y explotar. Justamente, el capital nacional y
extranjero, “así nos quieren, así nos necesitan”, para seguir acumulando cínica
e impunemente sus mal habidas riquezas.
En la memoria histórica de los
anahuacas, en su banco genético de información cultural, en sus tradiciones,
fiestas, usos y costumbres ancestrales, se han guardado un milenario acervo de
sabiduría y experiencia humana, producto de una de las seis civilizaciones más
importantes de la humanidad que no ha muerto y no está desaparecida.
La
diferencia es que a la civilización del Anáhuac a partir de 1521, brutalmente
se le amputó de un solo tajo, sus milenarias leyes, autoridades e
instituciones. En su lugar, a sangre y fuego, con injusticia y abuso se les
impuso nuevas leyes, autoridades e instituciones de carácter colonial, que
estaban diseñadas para la explotación de los vencidos/invadidos, la depredación
de sus recursos naturales y las relaciones entre castas de su sistema colonial.
La diferencia de nuestro pueblo,
con los de Alemania, Japón e Inglaterra es que desde 1521, la tierra, los
recursos, las leyes, las autoridades y las instituciones, NO NOS PERTENECEN.
Han estado y siguen estando en manos de poderosos extranjeros y sus
descendientes culturales, que no ven al pueblo como “su pueblo, ni ven esta
tierra “como su tierra”.
Para ellos, México es “su país de ellos y para ellos
solamente”, un lugar de ocupación y oportunidades, con un carácter “pasajero” y
sin ningún compromiso histórico y menos social.
Siempre menospreciado todo lo que les da los anahuacas y sus variadas culturas, así como esta prodiga tierra como el Sr. Lorenzo Córdoba. Siempre en una actitud de comparación “con su patria lejana”, con una actitud de desprecio hacia “los locales, indios, apaches, chichimecas, nacos, yopes, proles, etc. Exaltando la cultura de sus “supuestos países” y menospreciando la del Anáhuac, aunque tengan varias generaciones de vivir en esta tierra.
Siempre menospreciado todo lo que les da los anahuacas y sus variadas culturas, así como esta prodiga tierra como el Sr. Lorenzo Córdoba. Siempre en una actitud de comparación “con su patria lejana”, con una actitud de desprecio hacia “los locales, indios, apaches, chichimecas, nacos, yopes, proles, etc. Exaltando la cultura de sus “supuestos países” y menospreciando la del Anáhuac, aunque tengan varias generaciones de vivir en esta tierra.
Justamente, este es el origen de
la diferencia. Que en el Virreinato primero y después este país, jamás nos ha
pertenecido. Que siempre se nos ha excluido, menospreciado y quitado los
derechos y las oportunidades. Bajo esta “cultura colonial” y la ideología
criolla, sometido a la destrucción
permanente de su herencia cultural ancestral, la gente se ha vuelto
inconsciente, indisciplinada e irresponsable.
Porque así les conviene a
nuestros explotadores/neocolonizadores, por eso así nos mal educan con la
multimedia y el sistema de educación pública. Porque cuando un pueblo pierde su memoria
histórica y su identidad, cuando pierde sus valores y principios, queda frágil
y vulnerable, apto para la explotación y el sometimiento.
Pasa a ser un
despiadado “colonizador-colonizado” de sus propios hermanos, de su Madre tierra.
Sabe que la corrupción, la ilegalidad y el abuso es el “privilegio” de los
vencedores-colonizadores, y él, en vez de combatirla, busca hacerse de ella y
la arraiga profundamente en la percepción de su mundo y su vida.
Este sentido de orfandad, de
falta de raíz y de identidad, por una parte, y por la otra, la negación de sí
mismo, al perder los lenguajes, la memoria histórica, los conocimientos, los
espacios y la espiritualidad milenaria; lo que hace que, inconscientemente, el
pueblo pierda el sentido de continuidad y futuro. Todo se percibe en el plano
de la inmediatez, el menor esfuerzo, la individualidad.
Desde 1521 trabaja para
que otros se enriquezcan, por eso no se esfuerza, ha aprendido que, haga el
esfuerzo que haga, siempre será pobre. Que en este país, los méritos y el
esfuerzo personal cuentan muy poco, lo que vale es la posición en el sistema de
castas y las relaciones o el dinero en el sistema de corrupción, de eso
dependen las oportunidades. Ha interiorizado como algo normal y natural que los
extranjeros sean dueños de la riqueza, el gobierno y las oportunidades.
De esta manera, en estos casi
cinco siglos los mal llamados mexicanos hemos aprendido que este país no nos pertenece.
Porque las leyes, las instituciones y las autoridades están enajenadas, es
decir, no pertenecen al pueblo. Que desde 1821 todo es una simulación y que los
que han dirigido el país, son ajenos a él.
Esa es, justamente, la diferencia.
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Yo si vi el video del japones y me molesto, pero lo que mas me enojo es que los idiotas mexicanos le aplauden
ResponderEliminarparece que nos gusta que se burlen de nosotros