lunes, 28 de septiembre de 2015

EL “MEXICANO” en el mes de la patria

 
Como ya hemos dicho, en este “mes de la patria”, México y los “mexicanos” surgieron en 1821 a través de una traición de un criollo llamado Agustín de Iturbide.
 
Que con un ejército financiado por los gachupines tenía como misión derrotar al mestizo insurgente Vicente Guerrero que resistía con una pequeña fuerza en las Montañas del Sur.
 
Para con esta derrota, acabar la insurrección que había iniciado el criollo Hidalgo y sus cómplices criollos, que pretendía derrocar al Virrey gachupin, mientras el rey estuviera preso en Francia en las garras de Napoleón.
 
Los criollos ocupaban lugares secundarios en la administración, la iglesia y el ejército virreinal, lo que motivó a los largo de tres siglos la envidia y el rencor por esta “injusticia” de los gachupines.   
 
Después de 11 años de guerra civil, con el “Abrazo de Acatempan”, se termina la supuesta Guerra de Independencia y el criollo de Iturbide crea El Primer Imperio Mexicano del Anáhuac.
 
Así inicia México, y se crea “la patria de los criollos y para los criollos”, excluyendo totalmente a los indígenas y a los mestizos.
 
Este país desde 1821 lo dirigen y la usufructúan un puñado de criollos desalmados con “su pueblo”, al que siempre han despreciado, excluido y utilizado.
 
La supuesta “Guerra de Independencia” comenzó porque Hidalgo, al saberse descubierto por los gachupines, y en una acción desesperada, echa las campas a vuelo en el pueblo de Dolores, y al grito de “es hora de matar gachupines”.
 
Hidalgo convoca a la insurrección a los anahuacas que estuvieron explotados y excluidos durante tres siglos bajo el dominio colonial, no para liberarlos, como dice la “historia oficial”, sino para liberarse del castigo por la conspiración descubierta.
 
Los anahuacas primero, los campesinos después y a partir de la segunda mitad del siglo XX, los habitantes del Anáhuac, han sido utilizados en las guerras fratricidas entre criollos por el poder.
 
Desde esclavos enardecidos, pasando por peones acasillados y hasta lumpen proletariado, como tropa de leva, mansos obreros, dóciles empleados o voto cautivo, los descendientes culturales del Anáhuac son carne de cañón.
 
Llevados a la matanza por “nobles ideales de justicia e igualdad”, pero una vez victoriosos, los criollos de cualquier bando, siempre los han traicionado.
 
De modo que mientras los criollos siempre han puesto las ideas (permanentemente importadas), los anahuacas han puesto los muertos, los acarreos y los votos.
 
La historia se repite como un disco rayado, si es una cruel y sangrienta lucha armada, todo queda en “quítate tú para que me ponga yo”.
 
Y si es una lucha política, como todas, plagada de ilegalidades y corruptelas, todo termina en: que todo cambie para que todo siga igual.
 
Esa es la triste historia de la patria de los criollos.
 
De este modo, los primeros tres siglos de la invasión-ocupación de los gachupines y los dos últimos siglos, continuados por los criollos, el Anáhuac y sus hijos han vivido la explotación, la exclusión y la injusticia.
 
A una de las seis civilizaciones más antiguas de la humanidad (mucho más antigua que Europa), se le han quitado sus milenarias lenguas, su ancestral historia, su portentosa sabiduría, sus mejores tierras, y su antigua religión, para poder explotarla sin piedad.
 
Religión originada en el Anáhuac, que tenía fácilmente 3500 años de haber sido creada en estas tierras para imponer una religión que apenas en España tenía unos decenios de haberse hecho obligatoria.
 
En efecto, la península ibérica hasta con los reyes Isabel y Fernando se convirtió obligatoriamente católica, por eso se proclamaron “Los Reyes Católicos”.
 
Los musulmanes, arrios y judíos tuvieron que salir de España, cambiar de religión o morir.
 
Porque por siglos en la península, convivieron los musulmanes, judíos y arrios. Es hasta el siglo XVI, en 1516 que se crea el reino de España, como un reino católico.
 
A los anahuacas se les extirpó su milenaria religión a base de un feroz e inhumano, terrorismo de Estado.
 
Y durante estos cinco siglos se les ha privado de su memoria histórica y su identidad, porque es la base de su explotación y sometimiento.
 
A través de un terrorismo de Estado, se impuso un sistema colonial basado en la injusticia, el despojo y el abuso. Primero que capitalizó a Europa para iniciar le era del capitalismo y en los últimos dos siglos al capital financiero trasnacional. 
 
Se crearon instituciones, leyes y autoridades coloniales, que tenían como objetivo extraer riqueza para la corona a través de la feroz e inhumana explotación de los pueblos anahuacas y la depredación de los recursos naturales.
 
A partir de 1821, todo cambió para seguir igual. El sistema colonial se mantuvo, solo se decapitó el poder de los gachupines, a quienes se les expulsó y en su lugar los criollos crearon “su país de ellos y para ellos”.
 
Los criollos crearon una república de opereta nacida y sumida en la corrupción y la impunidad. Donde los “indios” estaban excluidos de las decisiones y sufrían todo el peso de la explotación para generar riqueza.
 
Desde 1821, el “modelo económico” de los criollos ha sido: entregar al pueblo indígena y mestizo como mano de obra barata, casi en calidad de esclavos.
 
Abrirles las puertas a los capitales y las empresas extranjeras para la explotación impune y depredadora de los recursos naturales.
 
Fue el “modelo económico” de liberales y conservadores. Fue el “aplaudido modelo del porfiriato”, fue el modelo posrevolucionario y sigue siendo el mismo de los neo-liberales. Nada ha cambiado.
 
Los hijos de los hijos del Anáhuac, llámenles: indígenas, campesinos, asalariados, desempleados, subempleados, trabajadores de salario mínimo.
 
O como ahora les llama la TV: indios, nacos, prietos, plebe, mugrosos, monitos, viven en la ignorancia, pobreza e inconsciencia más abyecta.
 
El sistema neocolonial “así los quiere, así los necesita”: individualistas, fanáticos, enajenados, groseros, irrespetuosos, inseguros y violentos, frágiles y agresivos, egoístas y abusivos, corruptos e inmorales.
 
Así se les quiere y así se les necesita para ser la 14ª economía del mundo, los grandes negocios y los grandes robos.
Para ser los mayores consumidores de refrescos, de tintes para el cabello y comida chatarra.
Con uno de los salarios más bajos del mundo, con la gasolina más cara y el paraíso de los cleptómanos y criminales, done el 98% de los delitos no se castigan.
Con unas tarjetas monex y regalando pantallas se les tiene controlados, mansos y cooperativos. Para “los hijos de la patria”, en su mes.
 Visite www.toltecayotl.org

sábado, 19 de septiembre de 2015

EL NACIONALISMO CRIOLLO en el mes de la patria



El país llamado “México” se creó sobre lo que durante tres siglos fue el Virreinato de la Nueva España, y éste a su vez, se creó sobre el Anáhuac, que tuvo un desarrollo humano endógeno durante más de siete milenios.
Los criollos después de derrotar a los gachupines en 1821, mantuvieron hipócritamente el sistema colonial y, por encima,  crearon “su país de ellos y para ellos”.
 
Indebidamente le pusieron México, en honor y recuerdo de la Ciudad de México Tenochtitlán. En la memoria histórica se sabía que esta tierra se llamaba Anáhuac.
 
Por esta razón Morelos convoca al Primer Congreso del Anáhuac e Iturbide crea el Primer Imperio Mexicano del Anáhuac.
 
Aunque los Estados nación nacen en Europa apenas a principios del siglo XIX y con ellos el nacionalismo. En América nace el nacionalismo en el siglo XVIII. 
 
En México nace por la disputa de criollos contra gachupines. En efecto, los criollos se sienten desposeídos y excluidos en el Virreinato por los gachupines, que no los dejan alcanzar los más elevados cargos en la administración, la iglesia, el ejército y el comercio.
 
Los gachupines y la misma corona sienten desconfianza de los criollo, pues desde Hernán Cortés que planeaba independizarse y fundar su propio reino, pasando por su hijo criollo Martín, y siguiendo sus pasos, en los tres siglos los criollos siempre tuvieron ideas independentistas y por ello desarrollaron un proto-nacionalismo, mucho antes que en Europa.
 
El padre ideológico del nacionalismo criollo fue el jesuita Francisco Javier Clavijero que, con su obre “La Historia Antigua de México” escrita en 1780 durante el Virreinato, ya está nombra a su futuro país como México.
 
Sin embargo, existe un primer libro “Monarquía Indiana” escrito en 1592 por Torquemada, que empieza a ver a la cultura náhuatl desde otra perspectiva, ya no como “primitivos y demoniacos”, porque es en los mexicas, en donde los criollos sentarán su “más lejano pasado”, como de occidente son los griegos.
 
Dos hechos pretenden “limpiar la cultura de los vencidos”: El mito de que Santo Tomás Apóstol vino a predicar al Anáhuac como Quetzalcóatl y la “aparición de la Virgen de Guadalupe”, fueron pretensiones de occidentalizar al milenario Anáhuac.
Bustamante
Teresa de Mier
En el inicio del periodo independiente serán Carlos María Bustamante y Fray Servando Teresa de Mier quienes empezaran a construir la identidad de “lo mexicano” y por consiguiente el nacionalismo criollo.
 
El concepto criollo era es que la nación mexicana se inició con la fundación de la Ciudad de México Tenochtitlán en 1325, y que fue “invadida por españoles (gachupines), por lo que la Guerra de Independencia era una lucha de “reconquista” para sacar a los extranjeros que ocuparon “México” por tres siglos.
 
De esta manera, la Patria criolla se apropiaba de un pasado “indígena”, y los criollos y su ideología representan “lo propio-original de estas tierras”.
 
Hasta la actualidad, en el inconsciente colectivo y en la voz popular se refiere a lo criollo como lo autóctono, por ejemplo: maíz criollo, huevos criollos, etc.
 
Salvo el historiador conservador criollo Lucas Alamán, quien pensaba que el padre la patria era Hernán Cortés, a quien le administró los bienes a sus descendientes y escondió sus restos para que los nativos no los ultrajaran, (según él).
 
En el porfiriato el nacionalismo criollo se “afrancesó” y modernizó.  El indio representaba un lastre y la identidad nacional miraba a Europa.
 
En el México postrevolucionario, en el PRIATO, el nacionalismo fue un proyecto a partir de la torpe construcción de una Identidad Nacional, en la que todos éramos iguales, pero unos más iguales que otros.
 
El nacionalismo criollo postrevolucionario fue demagógico y la “desindianización” fue una tarea constante, desde “las misiones culturales” hasta la creación del INI.
 
El nacionalismo criollo estaba sustentado en una identidad mestiza amorfa y dictada por el cine, la radio y la televisión comercial.
 
A finales del siglo XX y principios del XXI, finalmente los criollos antagónicos se ponen de acuerdo (liberales-PRI y conservadores-PAN), hacen las paces e inician un proyecto común a partir del neoliberalismo y la globalización, entregando la soberanía nacional a los capitales extranjeros.
 
Es entonces cuando el nacionalismo criollo se convierte en obsoleto y un estorbo para la nueva realidad del país.
 
El nacionalismo contemporáneo se ha convertido por la magia del marketing en un producto folclórico-comercial.
 
Las Fiestas Patrias son solo un pretexto más para ir a consumir los productos y servicios de las empresas trasnacionales y las pocas criollas que no han sido vendidas al capital extranjero.