Dese el inicio de la invasión al
Anáhuac y al Tawantinsuyo, se implementó una estrategia de Estado, tanto de la
corona española como del Vaticano, no solamente para destruir piedra sobre
piedra, mete sobre mente, espíritu sobre espíritu, cualquier manifestación de
la sabiduría ancestral de las civilizaciones invadidas, sino negar su gloriosa y
milenaria existencia pasada.
La base de este perverso discurso,
era la afirmación que los pueblos invadidos no tenían alma, por lo tanto,
carecían de “humanidad”, por lo que no podían tener “civilización”, y en
consecuencia, podían ser tratados como animales para la explotación de los
cuantiosos recursos naturales del continente, y con ello, iniciar la
capitalización de la paupérrima Europa, creándose la era del capitalismo. Durante
los siguientes tres siglos fueron tomados como primitivos, caníbales y salvajes,
que tenían que ser “cristianizados” para salvar su alma y “civilizados”, es
decir, europeizados, para humanizarlos y hacerlos trabajar en el nuevo orden
colonial en calidad de esclavos, y después, peones, obreros y empleados .
Debe de recordarse que fue el
Vaticano quien posibilitó, primero, la usurpación de la corona castellana en
favor de Isabel a quien, legalmente no le pertenecía la corona, y luego,
permitió la boda de Isabel con Fernando de Aragón, que por asuntos legales no
podía realizarse, -y finalmente-, financió la campaña militar para expulsar a
los árabes de la península, que habían coexistido ocho siglos con los pueblos
originarios y sus diversas religiones como fueron los arrios y judíos. El
Vaticano pretendía recuperar los diezmos que estaban obligados a pagar, tanto
los vasallos como los nobles y las mismas coronas de los reinos originarios,
mismos que habían perdido cuando los musulmanes aliados con los pueblos
originarios de la península expulsaron a los visigodos (católicos) que habían
invadido la península a la caída del Imperio Romano.
El tratar de desaparecer de la
historia de la humanidad, la sabiduría (Toltecáyotl) de una de las seis
civilizaciones más antiguas y con origen autónomo del planeta, ha tenido como
fin iniciar el saqueo planetario y la esclavización de los pueblos del mundo,
con lo que los expertos han llamado “racismo económico”, y ha contado con el
aval legal de la corona española y el aval moral de la Iglesia Católica. Y
llega hasta nuestros días con el aval legal de instituciones supranacionales,
“democracias desarrolladas”, y el aval moral de las iglesias, especialmente
judeocristianas.
Parte de esta perversa estrategia
está en “la investigación histórica” de los
invadidos-conquistados-sometidos-explotados y desculturizados. El objetivo es
dejarlos amnésicos y catatónicos para seguir amasando incontables riquezas. Todo
y más se ha hecho para dejar a los invadidos sin memoria histórica, sin
lenguajes, sin conocimientos, sin espacios y sin espiritualidad, para que
actúen como zombis y queden vulnerables.
Desde el primer “investigador”,
la primera persona europea que escribió sobre los invadidos y que hoy sus
escritos son una “fuente histórica”. Es absurdo y estúpido aceptar que Las
Cartas de Relación, escritas por Hernán Cortés sean “una fuente histórica”,
verídica y confiable. Lo mismo se puede afirmar de todos los misioneros, quien,
como escribe Sahagún, en el prólogo de su “magna obra”, que su trabajo tenía el
fin de que los nuevos misioneros que llegaran al Virreinato, conocieran “las
idolatrías” de los desalmados pueblos originarios, y con ello, hacer mejor su
tarea evangelizadora.
Miguel León Portilla
Y este es el punto, los que han
escrito y siguen escribiendo la historia antigua del Anáhuac, siguen siendo los
mismos, desde Cortés, pasando por Clavijero, Garibay, León Portilla, hasta
Krauze. Desde una perspectiva eurocéntrica, pretendiendo, por una parte
desvalorar cualquier logro de la civilización invadida, describiéndola como una
“cultura primitiva perdida en el pasado”, y por otra parte, justificar el
crimen de lesa humanidad que “los mercaderes” han cometido y siguen cometiendo
con los pueblos invadidos de América, África y Asia. Hacerlo ver como algo…doloroso,
pero “justo y necesario” para alcanzar “el progreso y desarrollo de la
humanidad”. Entiéndase, Europa y ahora Estados Unidos.
Enrique Krauze
Se sigue usando el mismo
“pensamiento único” del colonizador. No existe otra verdad, más la que ellos
han escrito. La mayoría de los invadidos ahora se piensan como colonizadores,
se sienten descendientes culturales y sanguinos de ellos, y la minoría que
pretende encontrar una respuesta a la colonización mental y cultural, por la
misma desinformación, la buscan equivocadamente en la “historia prehispánica”
de la cultura mexica.
Asombra la miopía o el dolo de
investigadores tan sapientes e informados que encabeza Miguel León Portilla,
que pese a tener una profunda información siguen manteniendo un discurso
colonizador igual que sus colegas del siglo XVI. Un ejemplo: pese a que en
todas “las fuentes” se reconoce como nombre de estas tierras como Anáhuac,
siguen usando el término de “México o Mesoamérica”, en vez de nombrar a sus
habitantes como anahuacas, les llaman indios, aztecas, nativos, etc. A sus
autoridades les llaman “reyes”, a las múltiples adoraciones de Tloque Nahuaque,
les llaman “dioses”, etc.
Enrique Flores Cano
Sorprende la total ausencia de un
PENSAMIENTO CRÍTICO, para estudiar “las fuentes históricas”. Se aceptan como
“verídicas” todas las mentiras y bajezas escritas sobre pueblos y culturas que
jamás han entendido, desde 1519 hasta nuestros días. Se describe la milenaria
historia del Cen Anáhuac (6 mil a.C. a 1521 d.C.) en base a la historia de la
cultura mexica (1325 a 1521).
José Manuel Villalpando
Asombra que ninguno de los
“grandes especialistas” de la historia “prehispánica” se haya dado cuenta de
que en el Anáhuac se alcanzó el más alto grado de desarrollo humano en la
historia de la humanidad para todo el pueblo. Los estándares de alimentación,
salud, educación y organización, son los más altos logrados en la historia de
las civilizaciones antiguas y contemporáneas. Esta “inexplicable” ausencia de
sentido común nos habla de la colonización mental de nuestros investigadores e
intelectuales del sistema neocolonial criollo.
Laurette Séjurné
Pese a que ha sido analizada y
descrita con claridad la transgresión del milenario pensamiento filosófico de
la civilización del Anáhuac llamado Toltecáyotl a partir del periodo Posclásico
(850 a 1521 d.C.), especialmente por los mexicas, que substituyeron a la figura
filosófica-religiosa de Quetzalcóatl (equilibrio entre el espíritu y la
materia, quetzal-espíritu y cóatl-materia), por autores tan importantes como la
arqueóloga Laurette Séjurné y el arqueólogo Alfredo López Austin, el Estado neocolonial
criollo y sus “esbirros de la academia”, se aferra en imponer a la cultura
mexica como las más importante de los que “ellos” llaman el “México
prehispánico”.
Alfredo López Austin
El gran esfuerzo que ha hecho el
Estado mexicano por -literalmente-, desaparecer la historia antigua del
Anáhuac, especialmente el periodo Clásico o del esplendor (200 a.C. a 850 d.C),
dejando huérfanos a la mayoría del pueblo de la sabiduría y logros de sus Viejos
Abuelos toltecas. Imponiéndoles con una visión “a la Mel Gibson” de su pasado
“prehispánico”, de valientes guerreros que fueron vergonzosamente derrotados
por un puñado de europeos, a sus autoridades como “reyezuelos pusilánimes,
ignorantes y supersticiosos”, y a un pueblo de fanáticos, caníbales e
idolatras.
Al pueblo lo han creer que los
“aztecas” son la inspiración más elevada de su pasado “prehispánico”, ya
superado por la imposición de la cultura europea, las religiones
judeocristianas, la lengua española, la modernidad y el capitalismo, a través
de la SEP, televisa, el INAH y la multimedia trasnacional, desde Hollywood
hasta la televisión satelital. Los aztecas son “lo máximo del México
prehispánico” y la prueba es que en el Museo Nacional de Antropología e
Historia ocupan la sala principal.
Rubén Bonifaz Nuño
VISITE www.toltecayotl.org