A partir del primero de enero de 1994,
“aparecieron los indígenas” en este país. En el mismo instante, que la mayoría
de los “euromexicanos” entraban al “primer mundo”. Irrumpió un grito centenario
que exigía justicia, el cual cimbró “las buenas conciencias”.
Apenas repuestos
del susto, y de la resaca de la noche de fin de año, los “euromexicanos”, en
defensa de “su país”, clamaron por todos “sus medios masivos”, que los
indígenas estaban manipulados por fuerzas del exterior, que Marcos era un
vividor y abusador de los indígenas, al igual que el “demoníaco obispo”.
Muchos
“mexicanos” no sabían de la existencia de los pueblos indígenas, de sus condiciones
de vida y de la explotación que han hecho los criollos y mestizos estos últimos
dos siglos de existencia del Estado neocolonial criollo.
De esta manera, se “pusieron de moda”,
los “indígenas”. Hasta el 31 de diciembre de 1993, se les conocía como: “deprimidos”,
indios, yopes, prietos, etc. Un batallón de intelectuales, artistas, feministas,
activistas izquierdosos, llegaron como moscas a San Cristóbal.
Muchos miles de
millones de pesos, el Estado necolonial criollo destinó a los pueblos
indígenas, mismo dinero que fue a parar a las corruptas manos de los
funcionarios de los tres niveles de gobierno.
Y realmente, nada mejoró, por el
contrario, empeoró, por la entrada a escena de los carteles de la droga, el
crimen organizado (con uniforme y sin uniforme) y partidos políticos, que: “no
son lo mismo, pero operan igual.
Los lingüistas, también se apropiaron de
“su espacio”. Desde entonces a la fecha, han iniciado una “lucha en la defensa
de las lenguas indígenas”. Con sus grandes y honrosas excepciones, como el Dr.
Carlos Lenkersdorf, los académicos se han autonombrado los “rescatadores de las
lenguas indígenas”.
Y cada año “se rasgan las vestiduras en defensa y rescate de las lenguas
autóctonas”, y los políticos, afinan su canto de jilguero o de cotorra, para la
ocasión.
Muy pocas personas se han acercado al
problema de las lenguas originarias de las culturas del Anáhuac, de una manera
descolonizada, crítica y, sobre todo, respetuosa.
En primer lugar, debemos
decir, que las lenguas tienen una estructura interna de carácter filosófico. Es
decir, una forma determinada y precisa de entender el mundo y la vida. La lengua es la verbalización del
pensamiento y su materialización es la cultura.
Cuando una lengua es dejada
hablar por un pueblo, es porque, “ya no se vive de acuerdo a su filosofía
milenaria”, razón por la cual, caduca, y se convierte en obsoleta. Si se trata
de ser “moderno”, es mejor aprender inglés o español.
En segundo lugar, las lenguas anahuacas
no se escriben, por la sencilla razón de que, -quienes las inventaron-,
pensaron y así lo decidieron por miles de años, que no se necesitaban escribir,
dado que las culturas del Anáhuac son esencialmente audiovisuales.
No fue por
“deficiencia o incapacidad”, que los Viejos Abuelos no hayan inventado
alfabetos, por el contrario, fue un gran avance cultural, en el cual, durante
decenas de siglos fueron a la escuela y ahí aprendían el uso correcto de su
lengua.
Tercero, las lenguas anahuacas se están
perdiendo, porque ya no se vive la filosofía de vida que ellas nombran. De
manera práctica, las personas prefieren aprender español o mejor inglés.
Así,
que no es con “lingüistas filudos”, cursos y talleres, o la creación de la
lectoescritura, de “afuera hacia adentro” de las comunidades, que se
“rescatarán las lenguas indígenas”.
Sino tendrá que ser de “adentro hacia
adentro”, revalorando la filosofía de vida, los valores, principios, actitudes,
tradiciones, saberes y costumbres, como la lengua se fortalece y perpetua.
Lo
más triste “del problema de las lenguas”, es que el español se está perdiendo
y, ni los lingüistas, ni el gobierno, en sus tres niveles hace nada por
impedirlo.
En efecto, en los últimos 15 años ha existido una campaña orquestada
por los medios masivos, los políticos, los funcionarios, el magisterio y los
padres de familia, para “destruir literalmente el español”.
Las groserías son
ahora, una moda, bien recibida y correctamente aceptada en la televisión, la
radio, las oficinas de gobierno, la escuela y hasta los hogares.
Las personas
que se expresan con groserías, bulgaridades y bajezas, demuestran que no tienen
la capacidad intelectual y cultural, para ordenar sus ideas, y las substituyen
con majaderías.
Y de esto, -“nadie dice nada”-, ¡porque todos dicen groserías!
Visite: www.toltecayotl.org
Es cierto: Un idioma expresa la cosmovisión de quien lo usa como lengua nativa en mayor o menor grado, a menos que se trate de una lengua impuesta, como el español (que carece completamente de cosmovisión) o el inglés. Pero veo prácticamente imposible el que la gente de los pueblos, de un día para otro, decida reunirse para ver de qué forma salvar, reformar y adaptar su idioma materno.
ResponderEliminarEn primer lugar, debe existir el interés de su parte (conocí dos que tres ejemplos en algunos pueblos, pero no es suficiente si no se trata de todos los hablantes de tal o cual lengua, juntos y al mismo tiempo) y esos idiomas se están perdiendo porque a las nuevas generaciones ya no les interesa aprenderlo. Y en segundo lugar, deben tener los conocimientos necesarios para hacerlo. Y con la educación defectuosa que S.E.P. manda y ordena en todas las escuelas del país, y con el hecho de que los libros son objetos de culto extremadamente caros, eso es imposible. :(
Falta mencionar las oscuras intenciones del Instituto Lingüístico de Verano y otros similares: Convertir a los hablantes de las lenguas nacionales a su religión: Testigos. :(
El español no sólo se perderá, sino que debe perderse. Los traumas de la invasión española no desaparecerán hasta que el idioma se extinga. Que todo México hable siempre con groserías es una muestra de dicho trauma. Además, con los últimos desvaríos de la D.R.A.E., ya no nos queda claro a mucho ni siquiera el cómo escribir. xD