Los seres humanos somos animales, antes que nada y esencialmente. Eso de “ser racionales” está en duda, justamente por la forma irracional en la que vivimos en la Modernidad.
Estamos, no solamente destruyendo el planeta, sino que, la destrucción espiritual de los seres, tal vez sea el motor de esta catástrofe. Nos han convertido en zombis. Hemos perdido la esencia de lo humano.
Los animales en estado salvaje viven en equilibrio y armonía con el planeta y la naturaleza.
Nacen, crecen, se reproducen y mueren.
Los seres humanos, en principio, deberíamos hacer mucho mejor lo mismo, por nuestra supuesta superioridad racional.
Pero no es así. Nuestra vida ha sido modificada sustancialmente por inteligencias y fuerzas que no alcanzamos a vislumbrar.
“La Matrix” existe, y es real.
Nosotros, los seres humanos modernos somos los irreales, somos una creación de las mentes y fuerzas que predeterminan nuestras vidas.
“Nuestro mundo y nuestra vida”, es una ficción, producto de una ideología perversa y siniestra.
“El mundo y la vida modernos” son una creación de ideas, valores, creencias, costumbres y principios que nos han inculcado desde hace aproximadamente cinco siglos.
En efecto, la “Modernidad”, según la corriente filosófica de la “transmodernidad”, comienza en 1492, al crear un pensamiento único, que a su vez inventa el capitalismo, el eurocentrismo y la “universalidad” de la cultura europea.
El culto a la guerra, al comercio y al mundo material sobre todas las cosas, irá, poco a poco, acabando la pluriversalidad del mundo, es decir, los diferentes “universos culturales” que existían por miles de años en el planeta.
De 1492, con el inicio de la invasión, conquista y explotación de los pueblos del mundo por Europa, y después a través de Wall Street, la Reserva Federal, la OTAN, FMI, MB, UE, Hollywood, CNN, etc.
Cualquiera que intente oponerse a "las sagradas" fuerzas del Mercado,
del Becerro de Oro y a la libertad de explotar a los pueblos y la naturaleza
del planeta, es arrasado.
Los seres humanos que vivimos en países “libres y democráticos”, manejados por estas fuerzas e inteligencias necrófilas, nos hemos vuelto zombis, o hemos dejado de ser “animales libres”, nos han convertido en “objetos” para la creación de la riqueza. Vivimos como zombis consumistas.
Nos han masificado, envilecido en la codicia material, nos han impuesto valores, principios y actitudes que los fortalece y nos debilitan y nos dejan catatónicos.
Nos han concentrado en ciudades, nos han borrado nuestra memoria histórica, arrancado la identidad, las tradiciones y la espiritualidad.
Acabaron con la familia tradicional, con la solidaridad y fraternidad vecinal; nos han vuelto individualistas, mezquinos, consumistas, competitivos, envidiosos. Como en la televisión somos vulgares y superficiales.
Nos han convertido en adoradores del “becerro de oro”, cómodos, oportunistas, superfluos, en una palabra, VACÍOS.
Y para llenar ese vacío, nos hacen creer que entre más propiedades y objetos compremos podemos ser felices, y es como, saciar la sed con agua salada.
Nos hacen perder el sentido cósmico de la vida.
Nos hacen comer chatarra, compuesta por químicos, bebemos sus pócimas, vestimos su ropa sintética, respiramos contaminación.
Nos hacen trabajar como esclavos, nos han quitado nuestros oficios y el sagrado derecho de trabajar. Nos han hecho inútiles y dependientes.
Nos tienen hipnotizados con su televisión y ahora “nos meten en la matrix de la matrix”, con sus teléfonos inteligentes y la Internet.
Vivimos en permanente angustia, estresados, insatisfechos, vacíos, desolados espiritualmente. Hemos perdido “la sacralidad de la vida y la existencia”.
Al final, después de tanto luchar y trabajar para hacer ricos a otros, nos desecha la Matrix y nadie se acuerda de uno.
A fin de cuentas, la vida de una persona en el Amazonas y la de una persona en Nueva York, en esencia es la misma. Los dos nacen, crecen, trabajan, se reproducen y mueren.
La diferencia es que el primero lo hace de manera equilibrada con la naturaleza y respetuoso de la vida, en un mundo sagrado.
El segundo, por el contrario, vive desequilibrado, estresado, insatisfecho en un mundo económico y consumista.
Siempre deseando lo que no tiene.
Los dos vivieron y murieron, el Universo sigue su marcha. La Tierra, el Sol, la Galaxia, el Universo sigue su expansión.
La diferencia, es que uno vivió en equilibrio y el otro no. Uno tuvo en su vida un camino de luz y armonía y se murió.
El otro, en todo lo largo de su camino enfrento angustia, presión, competencia, frustración y también murió.
Ante la muerte, todos somos iguales, es decir, nos convertimos en NADA, lo que cuenta, es el, “cómo hayamos vivido”.
Si con ideas propias o con ideas ajenas.
Viste www.toltecayotl.org www.aquioaxaca.com
Facebook guillermo.marinruiz
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muy certero, gracias,
ResponderEliminarcómo salir?
creando juntos, por un camino del corazón,
abrazo