domingo, 13 de mayo de 2018

LA IGNORANCIA "PREHISPÁNICA" Los pantanos en el laberinto de la identidad

Existe una falsa pugna entre las personas que, en busca de la raíz ancestral, se asumen culturalmente como descendientes culturales de los mexicas, última cultura que bajó del Norte en busca de tierras más fértiles para vivir. Y aquellos que se asumen como descendientes de la “cultura tolteca”. 
Lo cierto, es que es una confrontación estéril y muy autodestructiva. Finalmente, en busca de nuestra milenaria identidad cultural, -como pueblo-, quedamos con los mismos problemas de las izquierdas latinoamericanas, “dividas y enfrentadas”, bajo el auspicio del capitalismo. 
Y fue justamente, como de esta manera, Hernán Cortés, logró provocar una guerra fratricida en el Anáhuac, para finalmente, después de dividirnos y enfrentarnos, dominarnos fácilmente. Históricamente, desde 1519, la conquista, la hemos hecho los anahuacas, nos hemos destruido mutuamente.  
El fanatismo encuentra su pleno desarrollo en las “tierras de la ignorancia”, y éstas, se abonan con la intolerancia y la agresividad. Nadie lo “sabe todo”, y nadie, “tiene la verdad en la mano”. “La verdad de la verdad”, es que es múltiple, diversa y muchas veces opuesta. 
En efecto, “el mundo”, no es tan sencillo, plano y “real”. Por lo mismo, la Historia, es bastante confusa y relativa. Por ejemplo, un hecho acaecido el día anterior, en un periódico tendrá una lectura y en otro, una lectura opuesta. El mismo hecho, un día después, será visto desde dos “perspectivas históricas” diferentes.  
Más aún, en la historia milenaria. Pero si a esta, “historia oficial” de la antigüedad, se le suma los siguientes elementos: la escriben los vencedores, la difunde el Estado neocolonial, está censurada por la iglesia y manipulada por la cultura dominante; el resultado es que “esa historia”, es más un libro de cuentos, fantasías e injurias, que buscan la “confusión cultural” y la pérdida de la identidad cultural del pueblo colonizado.   


Ya el antropólogo Leonel Durán Solís, nos dice que, la colonización está sustentada en la estrategia de amputarle al pueblo invadido-sometido-ocupado, cinco elementos culturales, para dejarlo en estado catatónico, indefenso y en total vulnerabilidad. Para colonizar a un pueblo se le debe quitar: Los lenguajes, la memoria histórica, los conocimientos, los espacios y la espiritualidad.
Cuando el invasor-colonizador le quita estos cinco elementos culturales a los invadidos colonizados, da por resultado que los pueblos quedan: mudos e inexpresivos, amnésicos y ajenos a sí mismos, estúpidos incapaces de crear y recrear su mundo y transformar su realidad; y fanáticos, adheridos tercamente a ideas que el colonizador le marcó con fuego en la frente.
Cuando una persona, una familia o un pueblo, le dejan en estas condiciones, lo convierten en un zombi al que se le puede hacer, quitar, imponer, lo que sea; que él, no moverá un dedo para cambiar su condición y, por el contrario, se convertirá en un “colonizado-colonizador”, de su propio pueblo.
Leonel Duran propone “La Quíntuple Recuperación”, es decir, recuperar las lenguas y los lenguajes; la memoria histórica a partir de los recuerdos personales, familiares y comunitarios, es decir, la historia oral, de carácter local, regional y nacional. El desafío es claro, pero inmenso. 
Se le debe quitar el protagonismo a “la academia occidentalizada” y a la cultura dominante “rescatadora de la cultura ancestral” y poseedora única de la verdad y de “la cultura universal”.  
Para el caso de la historia de la civilización del Cem Anáhuac, se debe hacer las 
siguientes consideraciones  para  iniciar  la recuperación. Primero,  “equivocadamente”, se sigue tomando como “fuentes históricas”, lo escrito por conquistadores y misioneros. Textos que tienen estos severos problemas: No están escritos con un espíritu de imparcialidad y objetividad.  
Tienen objetivos personales, institucionales, religiosos y pretenden exaltar y denostar a conveniencia.  Vienen de una cultura de mil años de   oscurantismo y fanatismo cultural y religioso, como fue La Edad Media y el dominio opresor del Vaticano. No tenían el objetivo y menos el interés de describir o documentar, “algo desconocido”, por el contrario, “lo desconocido lo dieron por conocido”, es decir, un mundo desconocido y diferente lo quisieron subsumir en su limitado mundo conocido. 
Comenzando con que creyeron llegar a la India y hasta la fecha llaman a los anahuacas, “indios”.   
Y finalmente, entre más se conoce la verdad, se entiende que la visión del mundo y la vida europea de finales del siglo XV y principios del XVI, era mucho más limitada que la de la civilización del Anáhuac. Simplemente el castellano de aquella época, comparado con el náhuatl, era mucho más pobre y primitivo. 
La concepción del mundo occidental era que la Tierra era plana; para el Anáhuac, la Tierra era un ser vivo y con conciencia, que estaba en un sistema solar, y éste, estaba en una galaxia, y que la Tierra tardaba exactamente, 25625 años en girar en torno al centro de la galaxia, conocida esta medida astronómica como “La Cuenta Larga”.  
Otra consideración importante es que, durante los tres siglos de Colonia, los gachupines trataron de destruir todo vestigio de la civilización invadida y derrotada.  
Ideológicamente la invasión implicaba “la construcción de otra realidad”, llamada, La Nueva España. Durante el siguiente siglo y medio (1821-1960), los poseedores del gobierno y el poder, del Estado necolonial con ideología criolla, vieron en la civilización ancestral del Anáhuac, el símbolo del atraso y la barbarie. Dejaron que impunemente los saqueadores europeos se llevarán todo lo que encontraron y que había sobrevivido al epistemicidio Colonial. 
Finalmente, desde mediados del siglo XX, la ideología criolla de “los mandones”, utilizaron la historia ancestral como “remoto antecedente” de su país. 
Descubrieron, como una fuente de riqueza turística, los vestigios materiales del Anáhuac, y como un atractivo turístico, los elementos culturales sobrevivientes a los que les llaman folclor. 
El Estado necolonial criollo ha desestimado la milenaria historia ancestral del Cem Anáhuac, con aproximadamente diez mil años de antigüedad, desde la invención del maíz y la agricultura en Oaxaca y Puebla. 
El llamado periodo Preclásico es menospreciado” por arqueólogos e historiadores del sistema. Cómodamente han dejado que investigadores de otros países, financiados por universidades, ong´s y gobiernos, - “inventen investiguen”-, esta época histórica. 
Sin embargo, para cimentar una sólida memoria histórica, se debe tener en cuenta el gran esfuerzo que hicieron los Viejos Abuelos, al pasar de ser nómadas, cazadores y recolectores, a crear e inventar por sí mismos, toda la infraestructura de conocimiento para que aproximadamente en el 1500 a.C. aparezca un estadio de desarrollo llamado “olmeca”, o de estilo “olmecoide” para todas las culturas en todo el Cem Anáhuac.      
Uno de los aportes más importantes del periodo Preclásico, es, sin lugar a dudas, “La Pirámide de Desarrollo Humano”. En efecto, el gran impulso civilizador se sustentó en los primeros cuatro niveles de la pirámide, es decir, el sistema alimentario, el sistema de salud, el sistema educativo, y el sistema de organización. Esta estructura es la fuente que detonó la creación y surgimiento de una de las seis civilizaciones más antiguas y con origen autónomo del planeta. 
Una vez que poseyeron los cimientos del periodo Preclásico, se inició la segunda fase, conocida como periodo Clásico o del esplendor, en donde se desarrollaron los siguientes tres niveles que coronan la pirámide. Nos referimos al sistema de conciencia sacra, el sistema de conciencia histórica y finalmente, el sistema de conciencia energética.  
El sistema de la conciencia sacra, fue la base para el desarrollo de la espiritualidad de los pueblos del Anáhuac. Cada uno, con diferencias en tiempo y espacio, propias de su desarrollo cultural, como lengua e iconografía, pero todas unidas por un cuerpo de ideas rectoras, en donde la concepción de que todo tenía vida y por consiguiente espíritu. Y que existía una conciencia superior, invisible, impalpable e innombrable, que regía el destino de la existencia a través de múltiples y diversas advocaciones de una misma realidad.  
El sistema de conciencia de ser, a través de su conciencia histórica. Es decir, la conciencia de formar parte de un proceso humano, muy antiguo, de largo alcance y de muy elevados principios  espirituales.  Una conciencia histórica de formar un proyecto humano de carácter terráqueo  vinculado 
estrechamente con el sistema solar y la galaxia.  

El sistema de conciencia energética fue el máximo logro civilizatorio. Lo que implica llegar a percibir el universo, la Tierra y la vida, como  un inconmensurable campo de energía, que se organiza y está totalmente interconectado a través de toroides, y estos a su vez, en un número infinito de fractales en el macro y micro cosmos. 
Esta percepción del mundo les permitió saber que el ser humano, como una conciencia energética, puede llegar a armonizarse con la frecuencia rectora del universo e integrarse a ella El Cem Anáhuac vio florecer en el periodo Clásico, -que duró más de diez siglos-, el más importante avance civilizatorio en cuanto a poder dotar de una elevada calidad y nivel de vida a todos los pueblos, como nunca se ha vuelto a ver en la historia de la humanidad. 
Otro aporte significativo fue que se logró en una gran diversidad cultural, la unidad civilizatoria. Esto se logró porque todas las culturas compartían la Toltecáyotl, que fungió como “la matriz de conocimiento” compartido y diversificado por todas y cada una de ellas. 
El centro palpitante de estos seres de conocimiento, -mujeres y hombres-, llamados toltecas, regresaban a sus lugares de origen y vitalizaban la sabiduría en sus respectivos Tollan, de acuerdo a sus culturas y lenguas diferentes, pero sin perder la esencia y raíz, que fue La Toltecáyotl.  

De este periodo surgieron la mayoría de los Tollan, o fue el periodo en el que alcanzaron el mayor esplendor. De esta sabiduría surgió, por ejemplo: el cero matemático, la invención de los calendarios y la primera calculadora de la humanidad. Es conveniente observar, que todas las civilizaciones Madre del planeta:  Egipto, Mesopotamia, India, China, Tawantinsuyo y el Anáhuac, sin ponerse de acuerdo, construyeron pirámides; el Cem Anáhuac, fue el espacio con mayor número de pirámides construidas en la historia de la humanidad. 
Conocer el objetivo, uso y aplicación de estos centros de estudio e investigación de la astronomía y la energía, nos llevarán a entender, cabalmente, la grandeza y los más elevados logros de la civilización Madre. 
Sin embargo, a mediados del siglo IX se dio un colapso civilizatorio, hasta ahora, totalmente incomprendido y desconocido en sus causas, dado que fue desde la actual Nicaragua hasta el Norte de Estados Unidos. 
Los Tollan fueron abandonados y en una generación desaparecieron del tlactipac los Venerables Maestros toltecas, dejando dicho, con el mito del regreso de Quetzalcóatl, que tornarían a restablecer la sabiduría y el equilibrio en el Cem Anáhuac.    
El estado Zuyuano, fue el resultado del vacío dejado por los toltecas. Se empezaron a transformar las milenarias normas de organización social, territorial, religiosos y filosóficas. Entre mediados del silgo IX y principios del siglo XVI, algunas culturas crearon  grandes  y  poderosos “Señoríos”, como nunca habían existido, y pretendieron restablecer la hegemonía de sabiduría de los toltecas,  pero  en  vez  del conocimiento, se trató de ser por las armas. Ningún Señorío lo logró, y fueron espacios territoriales y temporales efímeros.   
La llegada de los mexicas a Chapultepec en el año 1273, en calidad de nómadas, cazadores y recolectores, y de inmediato, inician  una apropiación de la Toltecáyotl, que marca el inicio de la última etapa antes de la invasión. Como todo el Altiplano estaba ocupado, vagan por el Valle del Anáhuac, en calidad de migrantes hasta que en 1325 fundan México-Tenochtitlán, donde serán tributarios de Tlacopan, hasta que, en 1440, toman el control de Excan Tlahtoloyan (La Triple Alianza).   
Tlacaélel, el gran ideólogo de la Mexicáyotl, habiendo estudiado la Toltecáyotl en el Calmécac de Cholula, fue Cihuacóatl de tres tlatoani: Itzcóal, Moctezuma Ilhuicamina y Axayácatl. Ante la orfandad y desesperanza por la ausencia de los Venerables Maestros, pero, sobre todo, la presión que ejercía el temor del final del Quinto Sol, y la débil esperanza del regreso de Quetzalcóatl, el mundo anahuaca vivía en un estado depresivo. 
Por lo cual, Tlacaélel decidió hacer las reformas filosóficas y religiosas para darle fuerza, y futuro a la naciente cultura mexica en el poder. Tlacaélel mandó destruir los antiguos      códices, en donde se recogió la historia de su llegada y sus mínimas condiciones culturales, y mandará rescribir la historia, en donde los mexicas serán el pueblo elegido del Anáhuac.  
Tlacaélel trasgredió la Toltecáyotl fundamentada en la sabiduría de Quetzalcóatl, como símbolo de la educación y el conocimiento, y creó, la Mexicáyotl, fundamentada en el símbolo filosófico-religioso de Huitzilopochtli, numen tutelar traído del Norte, y que, no pertenecía a cosmovisión tolteca. Fundamentado en la  voluntad de poder, la materia y la guerra. El Altiplano náhuatl empezó a sufrir cambios radicales que nunca se habían dado en el Cem Anáhuac. 
El mundo material tomó mayor importancia que el mundo espiritual. La religión sufrió cambios y se orientó hacia la voluntad de poder, la guerra, la materia, la riqueza y el consumo. Las escuelas se militarizaron, la “Guerra Florida tolteca” de carácter personal y espiritual, pasó a ser una razón de Estado con fines materiales, se utilizó el cacao como instrumento de cambio, se entregó tierras en propiedad, los pochtecas dejaron de ser “transportadores de insumos sagrados” a través del truque, y pasaron a ser comerciantes y espías, la Triple Alianza pasó a ser, de un instrumento para la defensa, en una organización de expansión militar y sometimiento económico.

No todos los pueblos y culturas nahuas se sometieron a la nueva ideología-religión. Muchos pueblos del Altiplano se mantuvieron en la milenaria tradición tolteca de la Toltecáyotl. Como Tlaxcala, Xochimilco, Cholula, por citar a tres, pero, sobre todo, Texcoco, miembro de la Triple Alianza, y heredero en el Periodo Postclásico, junto con los Acolhuas, de la Toltecáyotl. 
Los texcocanos fueron los trasmisores y mantenedores de la Toltecáyotl, traída de la mixteca después del colapso del Periodo Clásico. Aún durante la hegemonía ideológica de Tlacaélel, Nezahualcóyotl mantuvo en Texcoco la tradición tolteca, que fue respetada por los mexicas.   

La tradición tolteca de la Toltecáyotl se mantuvo en los pueblos y culturas de la zona maya, oaxaqueña, de las montañas del Sur y lo que se conoce como “la cultura purépecha o cultura de Occidente”, que se extendía desde lo que ahora es Michoacán, Jalisco, Guanajuato, Nayarit, hasta Sinaloa. Es interesante observar que, los pueblos que no trasgredieron la Toltecáyotl, en nuestros días, son los que mantienen con mayor intensidad una “cultura de resistencia”.

En los dos escasos siglos del Estado neocolonial criollo, los detentadores del poder económico y político, nunca han sentido interés y respeto por la civilización invadida. En 1824, que fundan su país, de ellos y para ellos, como apunta el Dr. Guillermo Bonfil Batalla, “el México imaginario”, el pasado ancestral es minimizado a pesar de que somos parte de una de las seis civilizaciones más antiguas y con origen autónomo del planeta, como China o India. 
Con la creación de la SEP en 1921, la “Historia Oficial” escrita en el libro de texto, extrañamente usará a la historia mitificada de los mexicas, como “los cimientos más importantes de su país”. Los miles de años, desde la invención de la agricultura, el maíz y la milpa, hasta la llegada de los mexicas al Altiplano Central, no tendrán mayor importancia. Es decir, los periodos Preclásico y Clásico, y aún, gran parte del Postclásico, pasan totalmente desapercibidos. 
Para el Estado necolonial criollo, la llamada “Historia  Prehispánica” de México, comienza en realidad con la peregrinación de Chicomoztoc y termina, “total y absolutamente”, el 13 de agosto de 1521, con la caída de México-Tenochtitlán. Los habitantes de este país, según la ideología criolla, no tenemos ninguna relación o continuidad con el pasado ancestral anahuaca.  
Las preguntas descolonizadoras, que nos debemos hacer, son: ¿cuál es la razón, por la cual se establece a los mexicas como la cultura más importante del pasado indígena de “este país”? ¿Por qué, si la cultura dominante ha despreciado a las  culturas indígenas del pasado y del presente: por qué exalta tanto a la mexica? ¿Cuál es el objetivo, de que el pueblo no conozca a profundidad, su ancestral historia y cultura? ¿Por qué, no se quiere conocer y difundir la sabiduría ancestral del Cem Anáhuac? ¿Por qué se quiere que el pueblo piense que los Viejos Abuelos eran guerreros; y no, investigadores, sabios y creadores, del más avanzado conocimiento científico del mundo antiguo? ¿Por qué, el Estado mexicano no investiga y enaltece la sabiduría ancestral del Cem Anáhuac?  
El Estado mexicano, que se caracteriza por ser racista, pro extranjero, “malinchista”; por qué, en el Museo Nacional de Antropología e Historia, destina la sala y el espacio principal a la cultura mexica, y literalmente, desaparece a la Toltecáyotl, tan valiosa e importante como lo es el hinduismo, el taoísmo o el budismo. 
La Toltecáyotl es Patrimonio Cultural de la Humanidad, y es, no solo desconocido para la mayoría de los “mexicanos”. Sino que, para aquellas personas que empiezan a interesarse por “la cultura ancestral propia-nuestra”, no la dimensionan y valoran, anteponiendo, de manera fanática la Mexicáyotl, a la verdadera y más importante herencia ancestral de la historia y la cultura propia-nuestra.   
La ignorancia y el fanatismo, son y han sido, los instrumentos de la colonización cultural. Primero, la religión católica y recientemente, la televisión y las sectas religiosas, así como la exaltación superficial y poco investigada de la cultura mexica, impiden conocer, entender y reapropiarse de la sabiduría ancestral, que fue creada a lo largo de varios milenios y que llevó a nuestros antepasados a crear la civilización  que alcanzó a brindar, -para todos sus hijos-, la más alta calidad de vida en la historia de la humanidad. 
Tal vez sea esto, la razón por la cual, el Estado necolonial criollo, pretende por todos los medios, distorsionar la verdadera historia y cultura ancestral. No quieren que sepamos, -los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos-, cuáles fueron sus valores, principios, conocimientos, para vivir en armonía, justicia y equilibrio. Su pensamiento, sabiduría y conocimiento llamado Toltecáyotl. Lo que buscan es mantenernos en la ignorancia y el fanatismo. “Así nos quieren, así nos necesitan”. Enfrentados y divididos, como colonizadores-colonizados, explotadores y depredadores de nuestros propios hermanos y de nuestra Madre Tierra.  
Como “guerreros” y no como personas de conocimiento, como “aficionados a un equipo de futbol, no como anahuacas ancestrales, como fans de un artista comercial, no como toltecas. Como “los temibles y grandiosos guerreros aztecas”, que un puñado de valerosos españoles (según la historia oficial), vencieron a cientos de miles, “por la supremacía, tecnológica, por el caballo, por la pólvora, pero, sobre todo, por tener una cultura, idioma y religión superior”. Mientras sigamos pensando que nuestro pasado ancestral son los mexicas, prevalecerá la historia de los vencedores. Un puñado de esforzados españoles vencieron a cientos de miles de “guerreros 
aztecas”. La inferioridad a perpetuidad.     
La Toltecáyotl es la matriz del conocimiento milenario del Cem Anáhuac, como un río ancestral, conoce su cauce, y por más seco que esté, momentáneamente, y se presuma su “extinción”, en una gran tormenta recupera de nuevo sus espacios y su cauce. Nosotros somos hijos de la Tierra, del Sol, del Agua, y del soplo divino, que nos ha dado la conciencia, no ha dejado de fluir. 
El “regreso de Quetzalcóatl”, es una metáfora que nos habla del regreso de la sabiduría en el interior de nuestro ser, del “equilibrio interior”. Tenemos que iniciar, “el camino de regreso a nosotros mismos”, a nuestra más profunda esencia, a nuestra raíz primigenia. 
Por fortuna, ahora somos un pueblo mestizo, la raíz tolteca ha sido enriquecida por otras sabidurías de lejanas tierras. Hoy somos más sabios y poseemos mayores recursos. Lo que necesitamos es “despertar” y descolonizarnos. Concientizarnos de nuestro verdadero Patrimonio Cultural. Lo difícil no es hacerlo, sino imaginarlo.  


Visite www.toltecayotl.org



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