Para gobernar a un pueblo dócil y
sin dignidad, se requiere amputarle su memoria histórica y su identidad
cultural ancestral, para dejarlo en calidad de zombi.
Sin saber quién es él,
cuál es su milenario origen, quienes fueron sus brillantes y sabios antepasados,
cuáles sus admirables logros.
Al quedar amnésico, no sabrá quién es él, en
dónde está y menos le interesará saber a dónde desea ir.
Frágil, inseguro y
vulnerable, ese pueblo será apto para la injusticia, los despojos y la
explotación.
La experiencia histórica nos dice
que, en este país, todas las luchas armadas han sido para que unos les quiten
el poder a otros, y todas las luchas políticas han sido para que todo siga
igual.
Lo único que puede cambiar el destino del pueblo es la educación.
Pero una
educación para la vida, una educación “propia-nuestra”, que permita a los seres
humanos formarse en valores y principios, para encontrar el equilibrio
existencial y la plenitud armónica, de manera personal, familiar y comunitaria.
Porque la educación que hoy se da en México, es de mala calidad y se enfoca a producir empleados y obreros, es decir, una educación para el trabajo, para que le sirva a las clases altas económicas a aumentar su riqueza, pagando una miseria.
Por estas razones, el magisterio
consiente y crítico, tiene una alta responsabilidad histórica frente al pueblo.
Es el aula, la escuela, la familia y la comunidad, el espacio en donde se deben
sentar las bases de la descolonización intelectual, cultural y espiritual de
este país. Se requiere “Educar para el futuro con la sabiduría del pasado”.
Lo que hoy es México, forma parte de una de
las seis civilizaciones más antiguas y con origen autónomo de la humanidad.
La
Civilización Madre se llamó en lengua náhuatl, que era la lengua franca,
Anáhuac. Su territorio comprendía, desde lo que hoy es el país de Nicaragua,
que significa “hasta aquí el Anáhuac”, en el Sur; hasta el Norte de Estados
Unidos, incluyendo las islas del Caribe.
Todas las Civilizaciones Madre de
la humanidad, se han creado en base a un sistema muy complejo de conocimientos,
que fueron creados por cada pueblo a lo largo de miles de años.
No solo el
conocimiento, sino fundamentalmente, la sabiduría en la aplicación de este
conocimiento en su proceso histórico.
Ejemplos vivos de esta sabiduría y
conocimiento los tenemos en países como China o India, que, en la actualidad,
producen un estilo de vida y valores de carácter ancestral y le dan una
personalidad muy característica a cada país.
El logro más elevado e importante
de nuestra civilización Madre, fue un conjunto de conocimientos e instituciones
que iban dese lo más elemental, como es la alimentación, hasta lo más elevado
que es la trascendencia de la existencia en el plano energético.
Esta sabiduría
fue conocida como Toltecáyotl, y fue creada a lo largo de miles de años por
todos los pueblos del Anáhuac, lo que propició uno de los logros más
significativos de nuestra civilización que es, “la unidad en la diversidad”,
que nos ha dado, “un rostro propio y un corazón verdadero”.
En efecto, todos
los pueblos anahuacas comparten, -hasta nuestros días-, la misma “matriz
filosófica cultural”, que les permite ser diferentes, unos de otros, pero al
mismo tiempo, estar totalmente unidos en los valores esenciales.
La Toltecáyotl
permitió alcanzar grandes logros en lo que hoy llamamos, “las ciencias”, como
las matemáticas, la astronomía, la física, la química, la ingeniería, pero
también en la medicina, biología, la zootecnia.
Grandes logros obtuvieron en la
organización comunitaria, en done crearon la democracia participativa más
antigua de la humanidad vigente hasta nuestros días.
Su tiempo histórico, desde la
invención de la agricultura, hasta la invasión española fue de aproximadamente
siete mil quinientos años.
Los historiadores dividen esta vasta extensión de
tiempo en tres etapas, a saber: Periodo Preclásico o formativo, representado
por la llamada cultura olmeca.
En este periodo se inventó la agricultura, el
maíz, la milpa, se crearon las bases del conocimiento conocido como “la
pirámide de desarrollo humano tolteca”, con sus cuatro sistemas: alimentación,
salud, educación y organización.
Sistemas que permitieron que, para el año 1500
aC., no solo apareciera, con todas sus características, la llamada cultura
olmeca, sino que surgieran las bases culturales que están presentes intactas,
en todas las culturas, hasta la llegada de los invasores, y que, de alguna
manera, siguen presentes en nuestros días.
La recuperación de la memoria
histórica e identidad cultural ancestral, es el objetivo fundamental para
comenzar a crear un país descolonizado y con valores y principios ancestrales.
Descolonizar es dignificar.
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