A los 25 años me fui a Europa a buscar “mi identidad”, porque desde siempre me dijeron que yo era occidental. Me pasé dos años buscándola por España, Francia, Inglaterra, Alemania e Italia, y solo encontré fragmentos valiosos, pero solo fragmentos de mi totalidad.
Después de vivir más de 40 años en esta maravillosa tierra, porque, “Oaxaca es la reserva espiritual de México”, encontré “mi ombligo espiritual”, descubrí en el espejo enterrado, no de Fuentes, sino de Tezcatlipoca, mi verdadero “rostro propio y mi corazón verdadero”.
En Oaxaca, su gente anahuaca me enseñó a ser
“gente de verdad”. Me enseñaron que solo tengo una pequeña capa de
occidentalización, pero que con tantito que me rasque por donde sea, me sale el
jaguar que llevo dentro. El que doña Aurelia me presentó en lo más alto de las
montañas de Huautla. Ese, mi nagual que me asecha y me enseña de vez en cuando por
las noches.
Ahora que estoy en el otoño de mi
vida. En el que puedo darme cuenta cuanta y cuanta energía derroché, en fuegos
fatuos del amor y fuegos de artificio del sistema neocolonial. Hoy, que cada
día es un milagro y una nueva oportunidad. Hoy, que hay tanto trabajo que
hacer, me llena de alegría trabajar para investigar y promover la Toltecáyotl,
entre los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos.
Gracias a la sabiduría ancestral,
he aprendido que la vida solo tiene valor y sentido, si se usa para servir al
bien común, que todo lo demás es solo un vano desperdicio de energía y tiempo. Que
debe uno escoger su camino y llenarlo de flores, canto de aves y retazos de luz
dorada al atardecer.
Que debe uno saber que nada es
más importante que nada, a la luz de la muerte, todo pierde importancia y
significado. Y que lo único que tiene valor en la vida, es la conciencia del
Aquí y del Ahora, del Ser y del estar, del hacer y trascender.
Escoger un camino con corazón, y
luchar cada día, sin miedo y sin ambición. Sin miedo a perder y sin ambición de
ganar. Solo con la firme convicción que uno es congruente y responsable con lo
que ha decidido hacer, aunque no tenga ninguna trascendencia o importancia lo
que uno hace. Insisto, ante la Muerte bienhechora nada es importante, porque
ella es inconmensurable, absoluta y liberadora.
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De esta forma y con este ánimo,
enfrentar cada día, como si fuera el último. Trabajar disciplinada, responsable
e impecablemente. Entendiendo que nada se hace, “de la noche a la mañana”, que
las tareas de la vida son de largo plazo y que, en ellas, se lleva el corazón
por delante, sin esperar nada a cambio o reconocimiento alguno. Solo hacerlo
por la lujuria callada de estar vivo y hacer lo que hemos decidido hacer y nos
da placer. Más nada.
Así es como la investigación y difusión de la historia, cultura y filosofía ancestral, que nos han negado aquellos vampiros y garrapatas que viven de la ignorancia y de la amnesia del pueblo, se ha vuelto un camino con corazón.
Sabemos que mucha gente vive
cómodamente en la ignorancia de sí mismo, tratando de ser algo que jamás serán.
Frustrados y despreciados por aquellos que ellos quieren imitar
irracionalmente. Excluidos permanente y sistemáticamente por aquellos con los
que se quieren “igualar” y despreciando a sus hermanos.
Pero también, hemos recibido
“flores y cantos”, de aquellos que han despertado, que han logrado salir del
calabozo de la colonización mental, cultural y emocional. Porque también, hemos
compartido con los compañeros del camino, la miel de las bellas flores llenas
de sabiduría. Hemos disfrutado de nuestros hermanos guerreros de la Batalla
Florida, de la sabrosura de la misión cumplida.
Así pues, en cada conferencia, en
cada ensayo, artículo y curso terminado, en cada nuevo libro presentado, en
cada video o toltecápsula acabada, me llena de alegría y emoción compartir estos
destellos de luz en el atardecer de mi vida, con la Lucecita que me acompaña y
que es ya la voz de mi palabra, compañera de mi destino y fiel protectora.
Toda la grandeza que nos ha sido
ocultada por aquellas entidades de la noche, por aquellas instituciones
coloniales y neocoloniales, ahora me llena de alegría de tratar de vivir en familia
la Toltecáyotl, con todas nuestras limitaciones e incapacidades, pero con toda
la pasión por compartir, con aquellos que quieran escuchar la voz milenaria de
nuestros sabios y Viejos Abuelos toltecas.
Agradezco infinitamente a la Toltecáyotl, la conciencia de otra forma de entender la vida, de otra percepción antigua de interpretar el mundo, de la oportunidad de soñar con otro mundo posible, de algo valioso y que es futuro, pero que, además, que es “propio-nuestro” y que es, pasado y raíz de nuestro presente, la esperanza de un futuro mejor para todos.
Educayotl AC. Educar para el futuro con la
sabiduría del pasado. www.toltecayotl.org
Flor y canto, Guillermo, en tu suma de vida. Larga vida a tu jaguar. Por cierto, hoy murió Antonio Velasco Piña, un hombre de bien que a su manera soñó con el despertar de la Toltecayotl.
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