domingo, 2 de septiembre de 2007

¿QUÉ REPRESENTA MONTE ALBAN?

La civilización del Anáhuac, una de las 6 civilizaciones más antiguas de la humanidad, tuvo varios centros generadores de desarrollo humano. La región del Río Coatzacoalcos, Yucatán, El Valle de México y sus alrededores, Guerrero, El Occidente (Michoacán, Colima, El Bajío, parte de Jalisco, La costa del Golfo de México y Oaxaca. Daany Beédxe o Monte Alban es una de las primeras mega construcciones. No solo por su antigüedad, sino por la dimensión del proyecto. Aplando la base de una montaña, construir a 400 metros de altura del Valle y traer inmensos bloques de piedra de más de 14 km de distancia, resulta una tarea inconmensurable.

Este gran esfuerzo civilizatorio lo realizaron generaciones y generaciones de oaxaqueños a lo largo de 1350 años. No fue una ciudad, ni una fortaleza, ni un palacio, fue en cambio, un centro de estudio e investigación del potencial espiritual del ser humano. Hoy ante sus ruinas, todavía sentimos la fuerza del Espíritu que prevalece en ese lugar sagrado…“allá donde los seres humanos aprendían a llegar a Dios”.

El problema de entender y dimensionar en lo profundo a Daany Beédxe, es que desde la invasión extranjera a nuestros días los extranjeros no solo se han adueñado de la riqueza material del Anáhuac, sino que son también “los dueños oficiales” del Patrimonio Espiritual, que siempre tratan de esconder, socavar y minimizar. En efecto, la arqueología del país esta en manos de extranjeros y de sus universidades. Con cuatro tepalcates quieren entender la grandeza espiritual de una civilización que a la fecha es muy superior a su cultura bárbara-material. “Ellos” son los que tienen “la verdad” y han escrito su visión materialista eurocéntrica de algo que nunca han comprendido.

Los arqueólogos extranjeros y extranjerizantes, es decir, los colonizadores y los colonizados, afirman que Daany Beédxe fue construido por “la cultura zapoteca”. Esto por lógica elemental y espiritual no puede ser cierto. En primera, porque para el tiempo de su construcción no existían el número de “zapotecos” suficientes para emprender, por sí solos, esta mega empresa milenaria. Por otra parte, no se puede marginar a las demás culturas de este extraordinario proceso. En la construcción de Daany Beédye intervinieron todas las personas que vivían en este basto territorio, porque El Espíritu no excluye culturas o etnias. No se puede concebir a los sensibles y desarrollados “zapotecos” y a los salvajes “mixes o Huaves”, por citar dos culturas. Las obras de los antiguos mexicanos fueron hechas por un consenso general.

El problema es que los extranjeros desde 1519 hasta nuestros días, nos ven y nos “estudian” por nuestras diferencias…no por nuestras semejanzas. Nos perciben como un archipiélago de islas culturales separadas unas de otras por los “investigadores y las universidades financiadoras; y no, como un inmenso continente cultural llamado El Cen Anáhuac. Nos “estudian” desde su limitada visión materialista-cientista, con una inexplicable posición de superioridad cultural. Los mexicanos para construir una Patria más justa y humanizada, necesitamos concientizar nuestros milenarios cimientos, para ello, debemos de iniciar LA ARQUEOLOGÍA DEL ESPÍRITU y empezar a explorar nuestros adentros, desenterrar nuestra visión sagrada y espiritual del mundo y la vida.

Cuando esto suceda Daany Beédxe, Teotihuacan, Chicien Itza, Palenque, Uxmal, Xochicalco, Mitla, por citar algunas de las más de dos mil “zonas arqueológicas” del país, dejarán de ser recinto para la industria turistica que está en manos de los criollos-explotadores y pasarán a ser símbolo sagrado de la aspiración milenaria de los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos, por trascender su vida material en el plano ESPIRITUAL.

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