viernes, 13 de junio de 2008

PARA LEER A CARLOS CASTANEDA


COMENTARIO A LA SEGUNDA EDICIÓN

¿Cómo era la sabiduría y el conocimiento del México antiguo? ¿Desapareció completamente con la Conquista y la Colonia? ¿El México contemporáneo tiene algunos elementos de esta filosofía?

Los mexicanos somos herederos de una de las seis culturas más antiguas con origen autónomo del mundo. Fuera de las culturas que nacieron en Mesopotamia, Egipto, China, India, Mesoamérica y la Zona Andina, no existió otra cultura en el mundo que no haya recibido o tomado en su formación préstamos de otras culturas.

Estas seis culturas "madres" produjeron a lo largo de miles de años un inconmensurable y maravilloso mundo de conocimientos que buscan en su conjunto elevar la calidad de vida (desarrollo del espíritu) y elevar el nivel de vida (desarrollo material). Por ello la creatividad la sensibilidad y la inteligencia de estos pueblos produjeron alimento, vestido, medicina, arquitectura, ingeniería, ciencia, religión, filosofía, arte, etc., sabiduría y experiencia humana que de manera milenario se fue enriqueciendo para despertar al hombre de su estado animal y elevarlo a niveles de conciencia que le permitieran dar respuesta al problema ontológico que toda cultura ha tratado de resolver.- QUIÉN SOY, DE DÓNDE VENGO Y A DÓNDE VOY. El mundo en el que hoy vivimos tiene sus cimientos en el conocimiento milenario que aportaron estas viejas y sabias culturas.

¿Cuál fue la filosofía que animó y guió el desarrollo cultural del México antiguo a lo largo de miles de años? ¿Por qué si la de India, la de China, la de Egipto, etc., que son culturas tan antiguas como la nuestra siguen vivas en lo filosófico, la anahuaca se presume extinta?

En el México antiguo existió la Toltecáyotl que era el conjunto de conocimientos más elevados que a través de generaciones y en miles de años produjo el esplendor del llamado "Clásico Superior" en todo el Anáhuac. Estos conocimientos se transmitían a través de instituciones como el "Calmécatl" y la llamada "Hermandad Blanca". Cuando llegaron los españoles destruyeron "todo lo que vieron y tocaron" de esa cultura, pero "ciertas cosas" que nunca vieron ni tocaron y que guardaban celosamente los llamados "hombres de conocimiento" se mantuvieron intactas; es más, por el contrario, se desarrollaron y aún se perfeccionaron. Esos conocimientos profundos de la vida y del mundo siguen vivos y presentes en la vida cotidiana de los mexicanos. Algunos conocimientos permanecen de manera subterránea y selectiva; otros "a flor de piel" en lo "mexicano y en los mexicanos", otros en el consciente, pero todos siguen vivos y conformándonos de manera individual o comunitaria.

El conocimiento contenido en la obra del antropólogo Carlos Castaneda es una mínima expresión de este vasto e inconmensurable conocimiento. Sus nueve libros nos descubren un mundo de conocimientos vedado por siglos a la comprensión occidental La obra nos introduce por los intrincados y apasionantes caminos del antiguo conocimiento que hace miles de años desarrollaron nuestros abuelos toltecas. A través de la lectura, conocemos ¿a tecnología para recibir “EL DON DEL ÁGUILA” o, como decían poéticamente, "hace florecer el corazón".

Don Juan Matus (el maestro chamán)
usa a Carlos Castaneda como vehículo para difundir masivamente estos conocimientos de la Toltequidad. La lectura de “LAS ENSEÑANZAS DE DON JUAN” nos acerca de manera extraordinaria y reveladora a nuestros orígenes filosóficos y le da cabal sentido a toda nuestra herencia anahuaca (resuelve el laberinto de nuestra soledad). Nos atrevemos a decir que la obra de Castaneda es un código que nos permite reinterpretar nuestro pasado, nuestra herencia cultural (tangible e intangible). En síntesis, nos proporciona un lenguaje que nos permite comprender la esencia, la profundidad de nuestra cultura; es un puente entre el pasado y nuestro presente.

Comprender la obra en su conjunto nos permite, a través de este código o lenguaje, dejar de ver nuestro pasado como algo ajeno, incomprensible, inconexo, ¡muerto! Deja de ser tan sólo "estético, arqueológico, museístico". ¡para pasar a ser algo VIVO, vigente, vibrante complementario, vital, trascendente, totalmente nuestro!

Castaneda nos presenta en su obra una impresionante biografía de cómo "se enganchó" en la Toltequidad. Relata de manera brillante y con una gran calidad literaria su camino al conocimiento, su “VIAJE A IXTLÁN”. Presenta por primera vez a un indígena como un hombre desbordante de conocimientos sobre una realidad totalmente desconocida, “UNA REALIDAD APARTE”; a través de sus “RELATOS DE PODER” podemos vislumbrar tenuemente “EL SEGUNDO ANILLO DE PODER”, e intentar "ver" otra concepción del ser humano y de la vida como energía.

Describe a Don Juan como un maestro sabio (nahaul), generoso pero exigente, impecable y responsable de su conocimiento. Don Juan Matus se nos revela en la obra de Castaneda como debieron ser aquellos hombres que "aprendían a ser dioses" en Teotihuacan, aquellos que llegaban al “FUEGO INTERNO”. Y al "entender" su filosofía, mágicamente se descubre un velo de lo obvio y evidente que ha sido todo nuestro proceso cultural y que, aún viviéndolo, no hemos podido hacerlo consciente.

Al leer las enseñanzas de Don Juan, en toda la obra de Castaneda, nos queda un sentimiento de que todo lo sabíamos, que de alguna forma nada es nuevo de ese maravilloso y portentoso conocimiento, que siempre existió en nuestras profundidades o que coexistió a flor de piel pero de manera fragmentada e inconexa en nuestra cotidianidad, como un “CONOCIMIENTO SILENCIOSO”.

Las enseñanzas de Don Juan de alguna manera nos ayudan a darle orden y coherencia a todo lo que somos, sentimos y sabemos del mundo y de la vida. Nos revelan lo que hemos sido, somos y seremos. Las enseñanzas del viejo indígena yaqui, el chamán Juan Matus, son un encuentro con nuestro desconocido rostro milenario, son un acercamiento a nuestro pasado. Es una reconciliación con la "otra parte de nosotros mismos”, la que hemos aprendido a negar desde hace 500 años; es una avenida para transitara la necesaria fusión cultural.

La Toltequidad propone un camino hacia "la conciencia total" similar al budismo, al islamismo o al cristianismo, pero diferente en tanto que es propio, nacido y desarrollado en nuestra tierra, con nuestra gente. La Toltequidad, nahualismo o brujería (como la llama Don Juan), requiere que los seres humanos cambien sus ideas de sí mismos y del mundo; que se convienen en: "guerreros", seres capaces de la máxima disciplina y control sobre sí mismos, para llevar así una vida de impecabilidad, de fuerza interna, de ecuanimidad, de desapego. Actuando responsablemente cada acto; con conciencia, sobriedad y aplomo, manteniendo un sentido de "intento inflexible" en su objetivo, sin prisas, sin angustias de ganar o perder, sin esperar recompensas... para llegar al CONOCIMIENTO SILENCIOSO.

Don Juan y sus enseñanzas nos proponen una vieja fórmula que crearon nuestros sabios abuelos hace miles de años y que hoy, ante el fracaso del proyecto civilizatorio de occidente, se nos presenta vital en los albores del tercer milenio.

GUILLERMO MARÍN
Oaxaca, primavera de 1996.


Tomado del libro PARA LEER A CARLOS CASTANEDA

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