martes, 21 de octubre de 2008

FLORINDA ( * )


Don Juan manda a casa de Florinda a Castaneda para que aprenda el arte de asechar. Según su carga energética, las personas pueden ser asechadores o ensoñadores. Los toltecas les llamaban poéticamente “guerreros jaguar o guerreros águilas”. Los valores simbólicos que les dieron los pueblos antiguos de la humanidad a los animales, son muy parecidos y comunes. La actitud de jaguar es de asechador, y la del águila, detenida, casi inmóvil en las alturas, es de ensoñador.

Florinda le enseñó a Castaneda los primeros principios del asecho, los tres primeros principios de la regla de los acechadores, y las tres primeras maniobras del asecho. Se los enseña a través de contarle la historia de cómo fue “enganchada” en el conocimiento tolteca por su maestro. Una historia verdaderamente apasionante en la que Florinda era muna “mujer objeto” de un hombre poderoso, dominante, violento y posesivo.

Los acechadores aprenden a nunca tomarse en serio, por lo que aprenden a reírse de sí mismos. Dado que no tienen miedo de hacer el papel de tontos, pueden hacer tonto a cualquiera. Los acechadores aprenden a tener una pa­ciencia sin fin. Los acechadores nunca tienen prisa, nunca se enojan y molestan. Los acechadores aprenden a tener una capacidad infinita para improvisar.

Los principios son: 1.- Elegir el campo de batalla. 2.- Eliminar todo lo innecesario. 3.- Deben estar dispuestas en cualquier momento a entrar en batalla…pero no a lo loco y sin estrategia. 4.- deben de descansar antes de entrar en batalla. Olvidarse de sí mismos, no tener miedo. 5.- No dejarse ir con la corriente y cuando no se puede contra el adversario, debe retirarse y ocuparse en otra tarea. 6.- Comprimir el tiempo, aprender a no desperdiciar un instante.

Las reglas son: 1.- Todo lo que nos rodea es un misterio insondable. 2.- El guerrero trata de descifrar el misterio, sin tener la menor esperanza de lograrlo. 3.- Conciente del insondable misterio que rodea, el guerrero toma su legítimo lugar como un misterio más. Por consiguiente, el misterio de ser no tiene límites, por lo que se comparta de manera humilde y entiende que él es igual a todo.

Cuando un guerrero aplica escrupulosamente estas técnicas, los resultados son formidables. Los asechadores nunca se toman en serio, aprenden a reírse de sí mismos. Como pueden jugar el papel de “tontos” pueden hacer tonto a cualquiera. Los acechadores aprenden a tener una pa­ciencia sin fin. Los acechadores nunca tienen prisa, nunca se irritan, y finalmente, los acechadores aprenden a tener una capacidad infinita para improvisar.

“Me aseguró que una recapitulación perfecta podía cambiar a un guerrero aún más que el control total del cuerpo de ensueño. En este aspecto, ensoñar y acechar conducen al mis­mo fin: el ingreso en la tercera atención. Sin embargo, para un guerrero era importante conocer y practicar ambos…
Florinda me explicó que el elemento clave al recapitular era la respiración. El aliento, para ella, era mágico, porque se trataba de una función que da la vida…
Somos gue­rreros, y los guerreros tienen una sola meta en la mente: ser libres. Morir y ser devorado por el Águila es el destino del hombre. Por otra parte, querer salirnos de nuestro destino, querer entrar serenos y desprendidos a la libertad, es la audacia final…”


( +) Tomado del libro PARA LEER A CARLOS CASTANEDA


Carlos Castaneda. El Don del Águila.

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