martes, 6 de agosto de 2013

TRABAJAR PARA EL FUTURO CON LA SABIDURÍA DEL PASADO


 

“Bienaventurados aquellos que son gloria y fama

de sus antepasados, padres y madres, abuelos y tatarabuelo,

en los cuales floreció la Toltecáyotl en el Anáhuac,

como flores entre sus hijos y fue su alimento, su luz, su alegría”.


Desde que en la escuela primaria me enseñaron, que cuando “derrotamos” a los invasores extranjeros en 1520, esta victoria se nos enseñaba como “Batalla de la Noche Triste”, las cosas de la “Historia Oficial de México”, no me eran muy claras o de plano, me parecían que eran solo mentiras y me hacía dudar de ella, como eso de llamarle a la “historia-propia-nuestra”, es decir, aquellos siete mil quinientos años antes de la invasión… “!historia prehispánica!”.


 

Más tarde, en mi juventud, por “asares de la vida”, llegué como oyente a las aulas de la Universidad Complutense de Madrid a la carrera de Historia de América, la “historia que ellos” explicaban nada tenía que ver con la que “nosotros” conocíamos, entendí que la “Historia Oficial” de cada país es como la misma noticia pero leída en diferentes diarios, lo que se traduce en “historias diferentes” de un mismo hecho.


 

Indiscutiblemente que fue la obra de Carlos Castaneda, con las enseñanzas de un hombre de conocimiento yaqui las que me permitieron ver las “otras realidades”, y que, los pueblos originarios del Anáhuac tenían una visión diferente y terriblemente impactante del mundo y la vida, como jamás, mente occidental alguna pudo imaginar.


 

Mi estructura mental colonizada, inflexible, eurocéntrica, moderna y “cientista”, cayó hecha pedazos ante la lógica ancestral de los antiguos hombres sabios del Anáhuac, los tlamatinime. Jamás supuse o imaginé siquiera, que quienes habían construido Monte Albán, Teotihuacán o Palenque, poseían una sofisticada, compleja y solvente visión del mundo y de la vida, que permitió más de mil años de esplendor, es decir, permitió que cientos de “ciudades Estado” vivieran en armonía y equilibrio logrando el nivel de vida más alto (del planeta) para todo el pueblo por más de mil años (200 a.C. a 850 d.C.)


 

El dogma hispánico de que los pueblos “precortesianos, pre-colombinos o prehispánicos” constituían culturas primitivas, salvajes, caníbales, demoniacas, idólatras, que vivían en el periodo “neolítico de la evolución humana” concebida por Occidente, no me permitió intentar formular preguntas esenciales de quiénes, por qué y para qué, construyeron todas estas maravillosas “zonas arqueológicas”, que aun en ruinas, me dejaban una impresionante sensación de grandeza humana y profunda espiritualidad.


Fue entonces que me avoqué a investigar “la verdadera historia”. No tuve que hacer intrincadas excavaciones arqueológicas o buscar en remotas bibliotecas de incunables, perdidos códices, o entrar a sectas secretas o herméticas. Existe mucho material de lectura sobre el tema, tanto de mexicanos como de extranjeros. Las mismas “fuentes” las encuentra uno en la más modesta liberaría. El punto es solo “la voluntad de querer/hacer”, el requisito es poseer “el vital impulso descolonizador”.



 

“Eran nuestros abuelos, nuestras abuelas,

nuestros bisabuelos, nuestras bisabuelas,

nuestras tatarabuelas, nuestros antepasados.

Se repitió como un discurso su relato,

nos lo dejaron y vinieron a legarlo

a quienes ahora vivimos,

a los que salimos de ellos.

Nunca se perderá,

nunca se olvidará,

lo que vinieron a hacer,

lo que vinieron a asentar,

su tinta negra, su tinta roja,

su renombre, su historia, su recuerdo.

Así en el porvenir

jamás perecerá, jamás se olvidará,

siempre lo guardaremos

nosotros, hijos de ellos.”

(Fernando Alva Ixtlilxóchitl)



 

Así me llevé muchos años de afanosas y fascinantes lecturas. Otro elemento, tal vez, el más revelador fue mi trabajo como Promotor Cultural con comunidades indígenas. Pero estos contactos ya  estaban en otro contexto, es decir, estaban “en vías de descolonización”. Sabía que existía en las comunidades toneladas de sabiduría y conocimiento ancestral “literalmente increíbles”, y sobre todo, que eran resguardados celosamente de los ojos y mentes modernas-colonizadoras.



 

“En vano nací,

en vano vine a salir aquí, en la tierra;

soy menesteroso,

si bien he salido, si bien he nacido.

Digo ¿qué haré?

Cantares mexicanos.



 


Pero lo más impactante fue el sistemático, profundo y responsable trabajo que realicé en las montañas de Huautla con “La Abuelita Mazateca” con los hongos alucinógenos durante diez años. En efecto, la cilosibina me permitió “conectar o activar” neuronas que posibilitaron la percepción del conocimiento de manera no ordinaria (mover el punto de encaje). Otro conocimiento con otra realidad se descubrió ante mi búsqueda, el ser humano y el mundo, como la sumatoria de pequeñas cargas de energía compuesta por miles de millones de células con conciencia individual de ser… extraordinario y verdaderamente increíble.




“Hay reverdecer de jades,

hay brotar de plumas de quetzal,

¿son tu corazón, Dador de la vida?

Nadie dice que a tu lado queda en orfandad.

Tú eres invocado.”

Cantares mexicanos.



 
 

La visión “occidentalizada” de un desarrollo lineal, materialista y modernizador, sustentado en el paradigma de la superioridad de la “raza blanca”, la religión judeocristiana, que los pueblos y la Naturaleza estaban a la libre disipación de los más fuertes, más ricos y mejor armados, para la producción, comercio y consumo. Que en el dinero, se encuentra la realización humana, que el engaño, el abuso y la violencia justifican el triunfo comercial, político e ideológico. Que la Naturaleza era un “objeto inagotable” de recursos para hacer negocios. Que el mundo entero a través de la democracia representativa, las sociedades anónimas, la iniciativa privada y el desarrollo económico alcanzarían la felicidad humana en el consumismo. Todos esos dogmas de la modernidad y el capitalismo se hicieron polvo ante la visión del mundo y la vida de la milenaria Toltecáyotl.




“He llegado aquí

yo, Yohyontzin,

solo anhelo las flores,

he venido a deshojarlas aquí en la tierra,

deshojo la flor del cacao,

deshojo la flor de la amistad;

…” Cantares mexicanos.
 



En efecto, cuando se logra “concebir otras posibles realidades”. Cuando se entiende que durante miles de años, en diferentes partes del planeta, millones de seres humanos construyeron “realidades diferentes con mentalidades, categorías y valores diferentes”, pero todas estructuradas por una visión sagrada y espiritual del mundo y de la vida, se da uno cuenta de que se vive con “los ojos cerrados” y totalmente “alineados” a una visión necrófila que llamamos “modernidad”. Que el dinero, la producción y el consumo, así como la explotación de los seres humanos y la depredación de la naturaleza, -vamos-, el culto al “becerro de oro”, son justamente lo inhumano, antinatural y lo retrogrado de nuestro mundo y de nuestro tiempo.



 

“Vengo buscando tu hermoso canto,

Lo hago bajar.

Amigos nuestros,

Haya alegría,

Conózcase la amistad.”

Cantares mexicanos




Y es en este punto en donde la Toltecáyotl juega un papel fundamental para cambiar la forma de “entender la realidad  y el bien vivir”. No se trata de “crear una nueva filosofía”, por el contrario, se requiere que como hijos de los hijos de una de las civilizaciones más antiguas del planeta, que busquemos “elementos culturales ancestrales en su acervo” para re-funcionalizarlos y diseñar una sociedad que sustente, el desarrollo en el ser humano, en la comunidad y éstos armónicamente con la Naturaleza. En el equilibrio, la justicia y el bienestar. En síntesis, una “racionalidad” diferente a la del colonizador-colonizado de los últimos cinco siglos. Una racionalidad que tenga como objetivo sustantivo el respeto, la preservación y desarrollo de la vida en cualquiera de sus expresiones, con especial énfasis en la niñez y la Naturaleza.



 

“Vengo buscando tu hermoso canto,

lo hago bajar.

Amigos nuestros,

haya alegría,

conózcase la amistad.”

Cantares mexicanos.
 




No se trata de “volver al pasado idílico” o soñar con “el futuro utópico”, por el contrario, el desafío está en “el aquí y en el ahora”, con lo que somos, con lo que tenemos y con lo que verdaderamente queremos ser, como individuos, como familia y como pueblo. Romper el dogma colonial que nos empobrece y nos degrada, que nos conduce a la deshumanización y a la destrucción de la vida, que nos “invita/seduce” a ser otro “explotador/moderno”. Recuperar nuestro verdadero rostro, nuestro corazón verdadero y re-andar el milenario camino. Volver a ser lo que hemos sido durante miles de años y hemos seguido siendo en estos últimos cinco siglos, pero de manera “inconsciente”, a ciegas y tropezones.



 

“Como a jades,

como a joyeles,

anchas plumas de quetzal,

así aprecio tus bellos cantos,

padre nuestro, Dios, Dador de la vida.

Con ellos me alegro,

con ellos bailo

en el lugar de los atabales,

en el interior de la casa de la primavera,

…” Cantares mexicanos.

 

II



 

La Toltecáyotl posee estructuras muy sólidas de percepción del mundo y ha formulado “su realidad/racionalidad” a lo largo de más de 3500 años. Conocimientos que hoy la ciencia post-moderna empieza a vislumbrar, como “la teoría de las cuerdas”(*) y que los Viejos Abuelos desarrollaban en los maravillosos centros de conocimiento que hoy llamamos “zonas arqueológicas”, que aún en sus días de esplendor, eran espacios reservados para una pequeña elite de seres humanos que estaban dispuestos a someterse a rigurosas y extremas disciplinas, complejos procesos de percepción y sofisticados métodos de conocimiento.



 

"¿Somos acaso verdaderos los hombres?

¿Mañana será aún verdadero nuestro canto?

¿Qué está por ventura en pie?.."

(Ms. Cantares mexicanos).



 

La Toltecáyotl es la estructura de conocimiento que alentó y posibilitó los inicios del desarrollo humano en el periodo conocido como Preclásico. Fundamentó los inconmensurables alcances humanos en torno a la conciencia de ser, la energía y la capacidad de trascender la existencia en el plano espiritual en el periodo Clásico.




(*) La teoría de cuerdas es un modelo fundamental de la física que básicamente asume que las partículas materiales aparentemente puntuales son en realidad "estados vibracionales" de un objeto extendido más básico llamado "cuerda" o "filamento".  De acuerdo con esta propuesta, un electrón no es un "punto" sin estructura interna y de dimensión cero, sino un amasijo de cuerdas minúsculas que vibran en un espacio-tiempo de más de cuatro dimensiones. Un punto no puede hacer nada más que moverse en un espacio tridimensional. Wikipedia.





Mantuvo la capacitación de los cuadros dirigentes del periodo Postclásico, y en los últimos cinco siglos, ha permitido la sobrevivencia de los pueblos y culturas emanadas de la civilización del Anáhuac que la invasión y colonización europea condenó a su muerte histórica, pero que la esencia de la Toltecáyotl se mantuvo en las comunidades a través de la sobrevivencia de los valores, principios, las tradiciones, usos y costumbres conocidos como “saberes comunitarios”.




“Aquí en la tierra es la región del momento fugaz.

¿También es así en el lugar donde de algún modo se vive?

¿Allá se alegra uno?

¿Hay allá amistad?

¿O sólo aquí en la tierra

¿hemos venido a conocer nuestros rostros?

(Ms. Cantares mexicanos).




La Toltecáyotl es tan válida, sólida y ligada a la base del pueblo como lo es el hinduismo y el taoísmo en la India y en China respectivamente, solo que en el Anáhuac se han tenido que mantener (por la colonización/modernidad) en el subconsciente y “agazapada” en la periferia de la modernidad”. Por ello la sabiduría ancestral, los saberes comunitarios, la tradición (el costumbre), la percepción e interpretación del mundo y la vida de un pueblo no cambian sustantivamente en el tiempo, “el arte de la tradición de cambiar la tradición de manera tradicional”, permite mantener lo “esencial en el individuo, la familia y la comunidad” a pesar de la agresiva y violenta penetración de “la modernidad y el capitalismo”, su racionalidad, sus valores y paradigmas necrófilos.



 

¿Acaso de verdad se vive en la tierra?

No para siempre en la tierra: sólo un poco aquí.

Aunque sea jade se quiebra,

aunque sea oro se rompe,

aunque sea plumaje de quetzal se desgarra,

no para siempre en la tierra: sólo un poco aquí."

(Ms. Cantares mexicanos).





La Toltecáyotl, al igual que las filosofías ancestrales de las milenarias civilizaciones, creó a lo largo del tiempo una visión del mundo y la vida muy diferente a la que la “modernidad-capitalista-occidental” ha impuesto en gran parte del planeta en los últimos cinco siglos. Diferente, pero no menor o menos eficiente, y aún viva y vigente en muchas comunidades del país y en millones de personas. Esta cultura o “racionalización” del mundo y la vida parte de que el ser humano es uno más, entre todos los seres vivos con los que comparte el planeta y el universo entero. Percibe todo cuanto existe en la Tierra y el Universo como pequeños filamentos de energía consiente. Que la Tierra es la Madre Querida (Tonatzin) y el Sol es el Padre generador (Cuautli) y que todos los seres vivos de la Tierra están total e íntimamente ligados entre sí y con el universo. Ubica al ser humano como factor de equilibrio y lo dota de una capacidad, misión y responsabilidad de coadyuvar para guardar el equilibrio energético del planeta y de éste con el Universo.



 

“De allá, de allá vendrá

lo que quiero, lo anhelo en la tierra.

¿Con nada tendré contento?,

¿con nada disfrutaré aquí, junto a la gente?

 

A ti, Dueño del cerca y del junto,

te damos aquí contento.

Nada es tu recompensa a tu lado, Dador de la vida,

sólo como una flor nos estimas,

sólo nos marchitamos nosotros, tus amigos.

 

Así como haces pedazos a las obsidianas preciosas,

así como borras las pinturas,

así todos marchan allá.

al Mictlan,

a nuestro lugar común de perdernos.

Cantares mexicanos.



 

Parte de que la vida verdadera se encuentra más allá de la muerte y que el ser humano ha venido a servir y sacrificarse para que el mundo mantenga el equilibrio. Se convierte -por su conciencia-, en un “aliado/trabajador” de las grandes energías del Universo. Concibe “el mundo” a partir de un par de opuestos comentarios que deben estar en equilibrio. Hace especial énfasis en el movimiento y el espacio, y por ende concibe y mide “el tiempo”, como ningún otro pueblo antiguo del planeta.



 

“Yo soy cantor;

nosotros somos ancianos,

¿quién es aquel que dará a conocer

la plabra del Dios único,

sus libros, sus pinturas,

cantos, tambores, atabales,

sonajas, cascabeles, conchas de tortuga, resonador?

Brotan flores amarillas,

flores que lo alegran en la tierra.

¿A dónde irás?

¿A dónde llegarás? ¿Dónde vivirás?”

Cantares mexicanos.



 

La Toltecáyotl como una enseñanza milenaria para trascender el mundo energético/material (Tláloc) y pasar al mundo energético/espiritual (Quetzalcóatl), como un camino de iluminación trascendente, como lo han tenido todas las civilizaciones ancestrales.



 

“Cuanto puedas produce,

ambiciona las flores de Aquel que te dio la vida,

de Aquel por Quien vivimos.”

(Cantares, Canto a Mixcóatl)
 

 


La Toltecáyotl como una sabiduría ancestral que se basa en la búsqueda del equilibrio interno y externo, en el par de opuestos complementario, entre el ser humano, la naturaleza y el universo, en el sentido más amplio.  La búsqueda de lo desconocido que podemos llegar a conocer, y la humildad  de aceptar lo desconocido que nunca jamás, bajo cualquier alternativa podremos conocer.



 

“De pronto hemos venido a levantarnos del sueño;

sólo hemos venido a soñar,

no es verdad, no es verdad

que hemos venido a vivir en la tierra.

 

Hierba de primavera hemos venido a hacernos;

retoñar, reverdecer nuestro corazón;

flores son nuestros cuerpos,

algunas brotan, luego se marchitan.”

Cantares mexicanos.






Esta enseñanza se sustenta en la búsqueda de lograr un equilibrio entre un par de opuestos complementarios que conforman el “universo humano”. Es decir, la parte del “mundo/ser humano” (exterior e interior) espiritual, asociado simbólicamente con el quetzal, como el ave más bella que se eleva, que simbólicamente se ubica en la cabeza del cuerpo humano, y la parte material, asociada al cóatl, como la serpiente que se arrastra en la tierra y que se ubica en los pies. De modo que el “Quetzal-cóatl” es un símbolo filosófico (no un dios) que nos habla de la lucha por lograr el equilibrio de la parte espiritual y material (de nosotros mismos y del mundo en el que vivimos). El Quetzalcóatl es un arquetipo, un símbolo de la sabiduría y del equilibrio, del conocimiento de sí mismo y del mundo. La Toltecáyotl, Quetzalcóatl y los toltecas constituyeron una triada durante muchos siglos en el Cem Anáhuac.
 
 

“En verdad muchos de los toltecas

eran pintores, escribanos de códices, escultores,

trabajaban la madera y la piedra,

construían casas y palacios,

eran artistas de pluma, alfareros...”

“Los toltecas eran muy ricos,

eran felices,

nunca tienen pobreza ni tristeza...”

“Los toltecas eran experimentados,

acostumbraban dialogar con su propio corazón.

Conocían experimentalmente las estrellas,

les dieron sus nombres.

Conocían sus influjos,

sabían bien cómo marcha el cielo,

Cómo da vueltas...”

(Informantes de Sahagún)





Pero también y al mismo tiempo, de “equilibrar” las otras dos partes que nos conforman y que son opuestas y complementarias. Es decir, el mundo de “la razón/lo tangible/lo intelectual/lo masculino”, representado por el Sol y denominado tonal, ubicado en la parte derecha del cuerpo humano, con su opuesto comentario, el mundo del nagual, que representa “la intuición/lo intangible/lo femenino” y se representa con la Luna y se ubica en la parte izquierda del cuerpo humano. Cuando el individuo en su “batalla florida” logra equilibrar los cuatro rumbos de la existencia, logra la armonía y con ello la elevación ubicándose “en el centro”. Pero cuando desarrolla más uno de los cuatro opuestos o los desarrolla desequilibradamente, cae en el vacío de la estupidez humana y pierde la oportunidad de trascender su vida.



 

“Yo, yo lo digo, sólo un poco,

Sólo como flores de mazorca tierna de maíz,

Hemos venido a marchitarnos, amigos nuestros.

¡que termine la orfandad,

Que salga vuestra tristeza, aquí!

Cantares mexicanos.





La conciencia del “desequilibrio humano” implica entender que “la naturaleza humana es la imperfección” y que el significado de la vida es la lucha por lograr el equilibrio. Ha esta lucha los toltecas le llamaron metafóricamente “la batalla florida” y aquellos seres humanos que la intentaban se les consideraba “Guerreros de la Muerte Florecida”, porque metafóricamente al alcanzar el equilibrio su corazón se florecía y trascendía a otra realidad como “mariposas de obsidiana” que buscaban las luminosas alturas. Esta elite estudiaba en lo que hoy conocemos como “zonas arqueológicas” en donde nada ahí, tiene relación con el mundo cotidiano de “ayer y de hoy”.



 

              “La flor de la guerra (florida)

                 está abriendo su corola,

                 está en mi mano.

                 Él disfruta sus flores,

                 la flor del jaguar,

                 la flor de la mazorca tierna del águila.

                 (Cantares mexicanos)

     

          

Este paradigma forjó en todos los niveles la vida personal, familiar y comunitaria del periodo Clásico y se mantuvo sin la guía de los venerables maestros en el Postclásico (por su partida), hasta que fue trasgredido por los mexicas a partir de 1440 a través de las reformas de Tlacaélel. El símbolo del “ser humano tolteca” fue la guía durante decenas de siglos en el Cem Anáhuac y de alguna forma ha sobrevivido hasta nuestros días en “linajes de conocimiento” que han gozado de “la libertad ilimitada de ser desconocidos” para la cultura dominante. Que no los conozca el mundo moderno, no quiere decir que no existan.

 
 

“Ya viene,

ya viene la mariposa,

viene volando,

viene extendiendo sus alas,

sobre las flores vive,

ya liba la miel,

de su corazón brota una flor.”

Cantares mexicanos



 


La mítica colonizadora, de que “el indio” es callado, misterioso, austero, frugal, desapegado del mundo “material/tecnológica/moderno”, aferrado en cambio a la naturaleza, sabedor de misterios de un mundo en que el “hombre moderno” no pisa, es sin lugar a dudas, la herencia cultural de la Toltecáyotl, porque durante siglos la educación, tanto familiar como institucional y social se fundaba en: que el mundo y la vida son un misterio insondable, reducir al máximo el ego, no construir una historia exaltada de sí mismo, ser humilde y sencillo, tener la permanente conciencia de que la muerte es lo único seguro que posee el mortal y que además libera de apegos físicos y emocionales, por lo que se debe ser totalmente responsable de todos los actos y actuar, -en cada acto,- como si pudiera ser el último, evitando la rutina para poder cazar en todo momento y circunstancia el conocimiento, hacer las cosas sin esperar recompensa, y no hacer lo que siempre se hace en automático, y finalmente, que nadie le hace nada a nadie, por lo cual debe uno tomar la vida como un desafío con mucho desapego y sobriedad.     Esta búsqueda del equilibrio forjó un arquetipo de personalidad a lo largo de milenios en la forma “de ser y hacer” de los pueblos originarios del Anáhuac.



 

"En verdad muchos de los toltecas eran pintores, escribanos de códices, escultores, trabajaban la madera y la piedra, construían casas y palacios, eran artistas de la pluma, alfareros...En verdad eran sabios los toltecas, sus obras todas eran buenas, todas rectas, todas bien planeadas, todas maravillosas...Los toltecas eran muy ricos, eran felices, nunca tienen pobreza ni tristeza. Los toltecas eran experimentados, acostumbraban a dialogar con su propio corazón. Conocían experimentalmente las estrellas, les dieron sus nombres. Conocían sus influjos, sabían bien cómo marcha el cielo, cómo da vueltas"... Informantes de Sahagún, Códice Matritense).



 

La Toltecáyotl ha formulado estructuras de conocimiento que tienen como primer fin crear las bases para “el desarrollo del ser humano y la sociedad”, y como fin último, su trascendencia en el plano energético/espiritual. A partir de “la Pirámide de Desarrollo Humano del Anáhuac”, comenzando por asegurar la autosuficiencia y plenitud de un Sistema de Alimentación, que va desde el estudio de la naturaleza, pasando por la siembra, cultivo, transformación, producción y preservación de los alimentos, en donde se equilibró armónicamente el mayor nivel nutricional con el menor esfuerzo/tiempo en su producción.


 

“¿Qué comeremos, amigos nuestros?

¿Con qué hemos de alegrarnos?

¿Dónde nace nuestro canto,

dónde nacen nuestros atabales?

Me angustio en la tierra.

¿Dónde vive Él?

¡Que se entrelace la amistad,

que se entrelace la comunidad?”

Cantares mexicanos.






La alimentación no era solo un proceso energético o de “restauración”, sino esencialmente un “rito sagrado/comunitario” y profundamente espiritual de “vida-muerte-vida”. Para la Toltecáyotl todos los seres vivos son “hermanos” y en tal suerte unos dan su vida (se sacrifican) para que otros prosigan con ella. Por ello, en un plano metafísico, los anahuacas aceptaban metafóricamente ser “el alimento del Águila”.


 

“¿Así ya en el lugar de nuestra perdición,

allá iremos a perdernos nosotros los hombres?

¿A dónde habremos de ir?

Cantares mexicanos.
 


Lograr el “equilibrio alimentario y nutricional” se llevó decenas de siglos, desde la invención de la agricultura en el sexto milenio a.C., pasando por la invención del maíz, la milpa, la chinampa y la ingeniería hidráulica, hasta llegar a la variedad de platos en los que estaban presentes los granos, insectos, vegetales, hongos, algas, frutas y de vez en cuando animales de la crianza, caza y la pesca. La alimentación llegó a ser un verdadero arte, por su variedad, proveniente de todos los nichos ecológicos del Cem Anáhuac.  


 

“Ya viene,

Ya viene la mariposa,

Viene volando,

Viene extendiendo sus alas,

Sobre las flores vive, ya liba la miel,

De su corazón brota una flor.”

Cantares mexicanos.





El Sistema de Salud, que va desde la investigación de los recursos que la naturaleza provee al ser humano para mantener y recuperar la salud, a partir de minerales, plantas, insectos, animales, así como técnicas y procesos curativos que van desde trepanaciones hasta el uso de plantas de poder que permiten tener capacidades energéticas diferentes para percibir el mundo y la vida.



 

“En Tomoanchan las flores se yerguen.

De allá vienen nuestros maestros.”

Cantares mexicanos.




La enfermedad era considerada una alteración energética del ser humano, producida la más de las veces, por distorsiones energético-espirituales ocasionadas por la mente humana (pasiones, frustraciones, envidias, enojos, etc.), energías de seres inorgánicos que están en la naturaleza y entran en conflicto con el ser humano. Cuando un individuo enfermaba, es decir, perdía su “equilibrio energético”, el problema era considerado de carácter comunitario, ni siquiera de orden familiar.


 

“El árbol florido

En el lugar que es la raíz,

en la casa de “Aquél por quien vivimos”,

allí da brotes.

En donde abundan las espigas preciosas.

Cantares mexicanos.

 

 
 

Los hábitos higiénicos, tanto personales, familiares como comunitarios eran normas no escritas en el Cem Anáhuac, tanto en la vida urbana (tollan) como en la vida rural (calpulli agrícola). El baño diario individual como el baño comunitario ritual/medicinal llamado temazcal. La limpieza exhaustiva de la vivienda como de los espacios sociales compartidos era la norma. La frugalidad en los alimentos, así como la austeridad en las posesiones materiales personales y familiares eran una norma que hasta nuestros días, de alguna manera, sigue viva en las comunidades indígenas y campesinas. 



 

“Ya echa brotes el árbol de la amistad,

se convierte en la raíz de la comunidad,…”

Cantares mexicanos.
 
 


 
El Sistema de Educación. Para la Civilización del Anáhuac el ser humano es principio y fin de su sabiduría. El individuo como sujeto y “artífice” o artista (tolteca) de su propia evolución. Un “Guerrero de la Muerte Florecida” que lucha contra “el enemigo interior”, en una lucha conocida metafóricamente como “batalla florida”, porque el objetivo metafórico es “hacer florecer su corazón”, por ello sus armas por excelencia son: “flor y canto”, entendidas como “belleza y sabiduría” respectivamente. Busca primero, establecer el equilibrio interior y luego se suma a la búsqueda de un equilibrio universal, y por ello, se asume como parte “del todo”, aliándose a las fuerzas superiores, simbólicamente representadas por el Sol, la Luna y los cuatro elementos de la naturaleza.



 
“Brazalete de jade pulido,

brilla vuestro corazón,

vuestra palabra,

vosotros venerables maestros.”

Cantares mexicanos.

 



En la civilización del Anáhuac, el ser humano como sujeto responsable de su desarrollo encontrará en la educación el cimiento estructural de sus valores. No solo en el Anáhuac se creó el primer sistema de educación pública, obligatorio y gratuito del planeta, sino que fue uno de los pilares más importantes del “ser comunitario” durante más de tres milenios. La construcción permanente y sostenida de la zona arqueológica de Monte Albán (Danny Beédxe) durante más de trece siglos es un buen ejemplo de la importancia del sistema educativo del Anáhuac, sin él, no se pudo realizar esta magna obra que pasó como “aspiración/compromiso/responsabilidad” de generación en generación.



 

“Un rostro que sabe hacer que

las cosas se logren…

y

un corazón recto,

un corazón respetuoso de Dios.

 

Un corazón firme como la piedra,

resistente como el tronco de un árbol;

un rostro sabio.

Ser dueño de un rostro y un corazón.”

Códice Matritense.


 


La educación comenzaba con la formación de valores en la casa y duraba hasta los siete años en que el niño era inscrito en un internado llamado Telpochcalli para niños e Ilpochcalli para niñas. En la educación familiar la responsabilidad de los padres, los padrinos, tíos, hermanos y hasta vecinos era fundamental. Era una educación no formal de carácter comunitaria/tradicional, donde los niños participaban de casi todas las actividades comunitarias. Por ello, asumía vivencialmente los valores y principios comunitarios en la misma práctica de “ser comunidad”.




“Alegre empieza,

Alegre canta, tú cantor;

Alegraos,

Reciba contento el Dador de la vida.”

Cantares mexicanos.



 


El Cuicacalli era una institución especializada en la educación artística a la que asistían todos los días por las tardes los varones de los Telpochcalli y las doncellas del Ilpochcalli para que a través del arte desarrollaran la sensibilidad y la creatividad en la formación de su personalidad.





El Calmécac formaba la parte más elevada de esta “educación académica institucional”. Si el Telpochcalli y el Ilpochcalli formaban “rostros propios y corazones verdaderos” entre los jóvenes, preparándolos para formar una pareja y sumarse a sus calpullis o barrios para apoyar el desarrollo y el bien vivir de la comunidad, el Calmécac era una institución en donde se formaban los cuadros dirigentes, tanto en lo relativo a la organización, la educación y el desarrollo espiritual a través de su milenaria religión. Una preparación más profunda y especializada en la filosofía, ciencia y religión. Los cuadros dirigentes salían de estas instituciones.



 

“¿Quién se verá? ¿Quién observará

En las casas, cuevas floridas,

En las casas de los libros de pinturas

Donde te yergues, señor?

Cantares mexicanos.

 


 


Los objetivos del sistema educativo eran: “formar rostros propios y corazones verdaderos” en los estudiantes, y capacitarlos de tal forma que lograran los valores y conocimientos para formar una familia y ser autosuficientes para con ello apoyar y servir al bienestar y plenitud de la comunidad. Por ello, el “concepto/valor” de “servir a la comunidad” se gestaba desde la casa y se desarrollaba en la práctica en las instituciones educativas y se convertía en una aspiración de realización en la vida personal, familiar y comunitaria.
 
 

“Corazón firme como la piedra,

corazón resistente como el tronco de un árbol;

rostro sabio

dueño de un rostro y un corazón,

hábil y compasivo.

 

Maestro de la verdad,

no deja de amonestar.

Hace sabios los rostros ajenos,

hace a los otros tomar una cara,

los hace desarrollarla.

 

Les abre los oídos, los ilumina.

es maestro de guías,

les da su camino,

de él uno depende.

 

Pone un espejo delante de los otros,

los hace cuerdos y cuidadosos,

hace que en ellos aparezca una cara…

 

Gracias a él, la gente humaniza su querer,

y recibe una estricta enseñanza.

Hace fuertes los corazones,

confronta a la gente,

ayuda, remedia, a todos atiende.”

Códice Matritense.
 

 


Los valores en la educación del Anáhuac estaban sustentados en el respeto, la solidaridad y conciencia comunitaria, la disciplina, la capacidad de trabajar en equipo, el eficiente  manejo y dominio de la comunicación oral y escrita, el desarrollo de la capacidad de atención, concentración y abstracción, así como el fortalecimiento de la memoria histórica, la identidad cultural y la necesidad consiente del desarrollo espiritual. Para lograr el desarrollo e introyección de estos valores se usaba la academia, el arte, la educación física y el trabajo de la comunidad educativa para lograr que sus instituciones fueran totalmente autosustentables.



 

“comenzaban a enseñarles:

Cómo han de vivir,

cómo han de obedecer a las personas,

cómo han de respetarlas,

cómo deben entregarse a lo conveniente, lo recto,

y cómo han de evitar lo no-conveniente, lo no recto,

huyendo con fuerza de la perversión y la avidez.

 

Todos allí recibían con insistencia:

La acción que da sabiduría a los rostros ajenos,

la prudencia y la cordura.

(Huehuetlatolli, traducido por Ángel María Garibay).



 


El sistema de organización y régimen jurídico de los pueblos y culturas del Anáhuac es uno de los más antiguos de la humanidad, probablemente tiene más de tres mil quinientos años de desarrollo y permanencia, enfrentando muchos cambios y transgresiones en los últimos cinco siglos de “invasión-ocupación” del proyecto modernizador europeo. Se sustenta en el comunitarismo o comunalidad, en la solidaridad comunitaria, familiar y personal a través de tequio, gozona, guelaguetza, mano vuelta, padrinazgos y compadrazgos, y promesas personales, en el que no debe existir “mandones” y donde la comunalidad es más importante que la individualidad, donde tiene mayor importancia “el bien común” que el interés privado, donde “el servir a la comunidad” es el privilegio y responsabilidad más alta de un individuo, donde la Asamblea es la esencia de la democracia participativa.



 

“Yo soy el cantor;

nosotros somos ancianos,

¿Quién es aquél que dará a conocer

la palabra del Dios único,

sus libros, sus pinturas,

cantos, tambores, atabales,

sonajas, cascabeles, conchas de tortuga, resonador?

Brotan flores amarillas,

flores que lo alegran en la tierra.

¿A dónde irás?

¿A dónde llegarás? ¿Dónde vivirás?

Cantares mexicanos.
 





En efecto, la Asamblea es el espacio social más importante en donde se discuten los problemas y se toman las decisiones en consenso para resolver los asuntos comunitarios. En la asamblea no habla “el que más sabe o el que más lengua tiene”, sino quién ha servido mejor a la comunidad, respaldándole muchos años de eficiente y eficaz “servicio”. En la Asamblea se exponen los problemas comunitarios, se discuten horizontalmente y se llegan a acuerdos que la autoridad “manda obedeciendo”. Existe un “consejo de ancianos” que asesora a las autoridades y a la misma Asamblea, integrado por personas de gran experiencia y reconocido prestigio de “servicio” a la comunidad. El consejo instruye y apoya cuando así se necesita “al que organiza y al que administra”.



 

“Que sean llorados las águilas, los jaguares,

aquí hemos de perecer,

nadie quedará.”

Cantares mexicanos.



 


La organización social se da a partir del calpulli, que es una organización en torno a un “Pater familia”. Existen los Huey Calpulli, que generalmente en cada comunidad son cuatro ubicados en los cuatro rumbos del mundo o puntos cardinales y son los más antiguos. De éstos Huey Calpulli se desprenden otros calpulli más pequeños, que en general tienen una compacta y articulada organización familiar, productiva, tanto agrícola como artesanal, así como social y religiosa. La organización social funciona como una “cadena de mando y organización” muy bien articulada que facilita todo tipo de actividades comunitarias, desde civiles, administrativas, religiosas, productivas, etc.



 

“Pensad vosotros, señores huexotzincas,

aunque sea jade, aunque sea mental precioso,

también allá irá donde se es descarnado, al Quenonamican,

nadire quedará.”

Cantares mexicanos.

 

 


Los puestos en la administración comunitaria son otorgados a través de un Sistema de Cargos. Comienza desde que son adolescentes, los jóvenes realizan el trabajo voluntario para servir a la comunidad sin remuneración alguna como topiles o mensajeros administrativos de las autoridades. Conforme pasa el tiempo y sirven responsable y eficazmente se les empiezan a dar otro tipo de responsabilidades hasta llegar a los comités, cuando ya han formado una familia y se consideran “ciudadanos”. Poco a poco, con la supervisión y asesoría de la “gente mayor” con mucha experiencia en la “maestría de servir a la comunidad”, la persona adquiere  experiencia y solvencia moral hasta llegar a responsabilidades mayores. La mayordomía es la culminación de esta carrera por servir a la comunidad y generalmente representa un descomunal esfuerzo material que requiere además de los logros personales, el apoyo de familiares y amigos para solventar “un compromiso” tan grande y trascendente.



 

“Pensadlo, acordaos de Quenonamican,

allá es su casa, a donde en verdad ya nos vamos,

allá donde se es descarnado.

Sólo somos gente del pueblo,

Así lo que nos hace vivir irá ante Él,

Ha de conocer sólo a Dios.”

Cantares mexicanos.



 


Los seis Elementos Culturales que forman el legado perene de la Toltecáyotl entre los hijos de sus hijos, y que siguen vivos de una u otra forma en el consiente o subconsciente, en los valores y principios de los pueblos herederos, en los usos y costumbres, en los saberes comunitarios, le dan ese rostro propio, y ese corazón verdadero que los identifican en el concierto de culturas de México y del mundo. El primer Elemento Cultural es que crearon una sólida estructura de investigación, desarrollo, sistematización y difusión del conocimiento biófilo. Sabiduría que estaba orientada, -específica y objetivamente-, a resolver los problemas materiales e inmateriales de la vida.



 

“Yo, yo lo digo, sólo un poco,

sólo como flores de mazorca tierna de maíz,

hemos venido a marchitarnos, amigos nuestros.

¡Que termine la orfandad,

que salga vuestra tristeza, aquí!”

Cantares mexicanos.

 


 
 
 
El segundo Elemento Cultural es que poseyeron por más de tres milenios un sistema de educación para todo el pueblo, lo que acrecentó el “banco genético de información cultural” y permitió formular proyectos sociales a muy largo plazo. El tercero Elemento Cultural es que no inventaron armas y su desarrollo no se sustentó en la guerra. En efecto, las mismas armas heredadas del periodo Prehistórico, son las que usaron contra la invasión europea. El cuarto Elemento Cultural es que no inventaron la moneda, el intercambio se hacía a través de trueque y no podía existir explotación y acumulación. Además, no existió la propiedad privada, -la tierra-, generadora de los bienes le pertenecía a la comunidad y no existía el consumismo. El quinto Elemento Cultural es que crearon en un sistema comunitario y solidario, con una democracia participativa horizontal en la que las autoridades mandaban obedeciendo los acuerdos logrados por la comunidad en la Asamblea. El sexto Elemento Cultural es que desarrollaron la aspiración de trascender la vida material en el plano espiritual, de manera personal, familiar y comunitaria, en donde llegó a ser “razón de Estado”. Estos seis Elementos Culturales son los cimientos más profundos y sólidos en donde se desplanta la civilización del Anáhuac y lo mejor de nuestra herencia cultural ancestral.



 

“Que se aflija el que nos odia,

el que nos causa la muerte.

Atreveos,

todos iremos allá al Quenonamican.”

Cantares mexicanos.

 

 
 
La Toltecáyotl representa “la matriz-filosófica-cultural” viva de todos los pueblos y culturas del Cem Anáhuac, en unos se ha mantenido con mayor nitidez y fuerza, en otros casi se ha perdido, pero surge de sus profundidades telúricas cuando existe una emergencia o gran necesidad comunitaria, en la mayoría de las comunidades se encuentra mezclada en un sincretismo caleidoscópico con diversas culturas de otras latitudes, que externamente se reconoce como “la cultura popular”, que perfilan el rostro de lo que llamamos “lo mexicano”.


 

“Has oído a tu corazón. Lo afliges.

¡Míranos, júzganos!

Vivimos aquí, en presencia del Dador de la vida.

¡Que nunca murieras,

Que siempre vivieras aquí en la tierra!”

Cantares mexicanos.

 

 
Pero fundamental es que la Toltecáyotl sigue viva, presente y vigente en el consiente de muchos pueblos y culturas originarias del Anáhuac, y de manera inconsciente, en las culturas mestizas. En unas y otras, se manifiesta como una herencia atávica que mantiene vivas a las personas, las familias y los pueblos ante las agresiones de la “colonización/modernidad”, que ha tratado de desaparecer esta sabiduría y experiencia humana de ocho milenios de existencia, desde la invención de la agricultura hasta nuestros días.


 
“¿Acaso tenemos alegría en la tierra

sólo nosotros, con nuestros amigos?

¿Se viene a disfrutar en la tierra?

Así todos sufrimos,

todo se padece al lado de la gente, aquí.”

Cantares mexicanos.

 

 
 
La Toltecáyotl la encontramos como un legado cultural a través de toda nuestra milenaria historia. Su energía y luz vitaliza y alumbra todos los espacios de la vida cotidiana de las personas, familias y comunidades. Y como un día en una plática personal me los enumeró el Dr. Rubén Bonifaz Nuño: “El optimismo por la vida bajo todas las injusticias y opresiones, esa sonrisa que siempre ilumina nuestros rostros a pesar de todas las limitaciones y asechanzas. Los incólumes sentimientos sobre los valores y principios irrenunciables que unen a la familia, que nos dan fuerza, alegría y esperanza. Nuestro perpetuo amor por la naturaleza representado en “las frutos florecidos del corazón” y en Tonatzin, nuestra “Madre Querida”. Nuestro infatigable espíritu constructor, porque somos un milenario pueblo constructor, en lo concreto y en lo abstracto, en la razón y en el sentimiento. Nuestra alta vocación espiritual y mística por la vida.


 

“Sólo en el interior del cielo,

allí inventas tu palabra, oh Dador de la vida.”

Cantares mexicanos.

 

III

 
Pero, ¿qué fue lo que nos sucedió? en estos cinco siglos de colonización y neocolonización. El capitalismo y la modernidad inician en Europa en 1492, gracias a “la capitalización” que el trabajo esclavo y el despojo de los metales preciosos aportó “Las venas abiertas de Latinoamérica” (Eduardo Galeano). La invasión, conquista y colonización es un verdadero holocausto con decenas de millones de muertes, injusticia y violencia hasta nuestros días. Ayer con la Santa Inquisición, el arcabuz, las Leyes de las Indias y la corona española, hoy con la “modernidad/democracia”, los cuerpos represivos, el FMI y las leyes del Mercado y el capitalismo salvaje. Primero las carabeas, después las cañoneras y ahora los portaviones invaden los mares del mundo para someter a los pueblos de todos los continentes a través de implantar “la democracia representativa, el Mercado, la libertad de explotar al prójimo y a la naturaleza sin ninguna responsabilidad”, imponiendo, como escribe Juan José Bautista:


 

“Como dice Marx, el capitalismo (y en este caso la modernidad) lo único que sabe desarrollar son las fuerzas productivas y el capital, a costa del ser humano y la naturaleza.” Pág. 65… ”Esto es, el tipo de subdesarrollo que produce el capitalismo y la modernidad es una producción estructural, la necesita producir, necesita producir sus propios dominados, sus pobres a quien explotar para ganar más, necesita producir sus inferiores, sus atrasados y dependientes para poder desarrollarse.” Pág. 66
 

 

El capitalismo impuesto a través de la colonización en México, se ha fundamentado en crear la noción de “la modernidad”, lo que implica el rechazo y desvaloración de lo preexistente, lo tradicional, lo “propio-nuestro” e imponer otra visión del mundo y la vida que siempre viene “de afuera”, para conocer el verdadero dios, para hablar un idioma y dejar “los dialectos”, para civilizarnos, modernizarnos, progresar, desarrollarnos, pasar al “primer mundo”. Hernán Cortés, Miguel Hidalgo, Benito Juárez, Porfirio Díaz, Plutarco E. Calles, Miguel Alemán y Carlos Salinas, son algunos de los muchos exponentes que lucharon por implantar “la modernidad” entre los anahuacas, y su lógica es crear dependencia/subordinación justamente a partir de destruir la “racionalidad originaria” o Toltecáyotl por la vía de que los pueblos invadidos/explotados pierdan la memoria histórica, la lengua, los conocimientos ancestrales, los espacios físicos, sociales y sagrados, y la espiritualidad. Con ello rechazan lo propio e inician un “vía crucis” al penetrar al pavoroso mundo del “laberinto de la soledad”, del subdesarrollo y la “pre-modernidad”. En el pantano de la colonización mental y cultural que, en cuanto más trata de salir de ella a partir de sus categorías, valores y principios, más se hunde sin remedio en la pobreza y desolación de ser un “extranjero inculto en su propio país”.


 

“Todo modo de producción produce una estructura económica, toda estructura económica produce una estructura de clases, toda estructura de clases produce una estructura de valores. La estructura de valores es el contenido de la acción racional con la cual los sujetos que participan en un modelo de producción se vinculan con “la realidad”, y sobre eso se yergue una “realidad”.” Juan José Bautista.


 

Justamente este es el punto. Necesitamos para cambiar el mundo de ignorancia, pobreza e injusticia que nos han impuesto estos cinco siglos del “capitalismo/modernidad”, cambiar la “estructura de valores” (personales, familiares, comunitarios) y con ello crear “otra realidad” (personal, familiar y comunitaria) a partir de “otra racionalidad” en la que la explotación del ser humano y la naturaleza para obtener “dinero/consumo” no sea la única posible razón de vida. Requerimos re-valorar y re-significar los valores que están en el “aquí y en el ahora” en las comunidades originarias anahuacas. Insistimos, no se trata de volver románticamente al pasado ni soñar con un idílico futuro, el desafío radica en usar lo que actualmente tenemos, lo que ha sabido sobrevivir de la sabiduría de los Viejos Abuelos toltecas y que hoy conocemos como “saberes comunitarios” y que viene de la Toltecáyotl. 

IV 


 



Recuperar las categorías con las que los toltecas construyeron “la realidad”  y la “racionalidad de la vida”, que les permitió lograr obtener la calidad más alta de vida –para todo el pueblo-, (de todas las civilizaciones antiguas del planeta) y que han logrado permanecer en los Elementos Culturales de las comunidades indígenas, campesinas y aun en los núcleos urbanos en los cinco siglos de colonización y neocolonización de nuestra Matria. Implica reconocer esta sabiduría como un Patrimonio Cultural vivo y existente, para transformar “la racionalidad de la explotación capitalista moderna”, que busca únicamente desarrollar el capital para producir riqueza para unos cuantos, en una “racionalidad que permita la producción y reproducción de la vida, tanto de las personas, las familias y los pueblos, como de la naturaleza” a través de los valores y principios ancestrales que sobreviven en los pueblos y culturas originarias del Anáhuac. Esta recuperación implica la tarea de investigar, re-valorar y analizar “descolonizadamente” la permanencia de estos Elementos Culturales en las comunidades de cultura anahuaca, que han sobrevivido a la barbarie colonizadora gracias a su capacidad de resistencia y fortaleza, y que hoy los identificamos como “los saberes comunitarios”.  
 
D.r Rubén Bonifaz Nuño

Crear una lógica de relación diferente, es crear un mundo nuevo con la experiencia de resistencia del presente y la sabiduría del pasado. Se trata de “vernos con nuestros propios ojos”, cancelar la visión colonizadora del “explotador/depredador”, -sea endógeno o exógeno-, y construir en comunidad una nueva concepción del mundo y la vida, -con la sabiduría ancestral-, que permita no solo el florecimiento de la vida en todas sus manifestaciones, sino asegurar su amenazada existencia.

 


Esta tarea descolonizadora requiere de una visión de largo plazo y un temple de Guerreros de la Batalla Florida, para  trabajar para el futuro con la sabiduría del pasado. Con un espíritu autocrítico y analítico, sin pausa y sin descanso, sin medio a perder y ambición de ganar. Con la convicción que debemos de cumplir con nuestra responsabilidad histórica y con la solidaridad comunitaria. Con la vocación ancestral de nuestros Viejos Abuelos toltecas de servir a la comunidad. Con la fortaleza del “nosotros” sobre la inseguridad mezquina del “yo individual”.


 
Con nuestro trabajo silencioso y eficiente debemos devolverle al ser humano y a la naturaleza el sentido sagrado de la existencia. Humanizar la materia y también humanizar el espíritu. Recuperar la conciencia perdida de la divinidad humana y retomar la misión de coadyuvar para encontrar el equilibrio y la armonía con el Universo. Hacernos responsables de ponderar el “bien común” sobre cualquier interés privado. Asumir el bienestar de la comunidad como una “Batalla Florida”. Acrecentar la conciencia del “servicio” a la comunidad y fortalecer el trabajo comunitario.





“Allá preduran, maravillosas,

en Culhuacan,

las pinturas preciosas,

en el interior de la casa de los libros;

allá está la flor del cacao,

la flor del corazón.

Brotan las flores del Dador de la vida.

En el mundo están libando

los nobles guerreros.”

Cantares mexicanos.


 
 
Recuperar los valores ancestrales  de la certeza de la muerte y lo efímero de la vida. Re-educarnos con la sabiduría ancestral de que a nada nos podemos aferrar y que todo es pasajero y fugaz. Que todos y cada uno tenemos una misión y un valor intrínseco. Restaurar la dignidad de la vida y de la muerte. Volver a ser responsables y disciplinados, respetuosos y humildes. Solidarios, fraternos y amables con todos los seres vivos que nos acompañan en existir de este mundo.


 

“Yo, yo lo digo, sólo un poco,

sólo como flores de mazorca tierna de maíz,

hemos venido a conocernos en la tierra,

solo hemos venido a marchitarnos, amigos nuestros.

¡Que termine la orfandad,

que salga vuestra tristeza, aquí!

Cantares mexicanos.

 

 


Durante más de siete milenios como personas, familias y comunidad buscamos la Luz a través de nuestro propio esfuerzo y sabiduría, sin la intervención de ningún otro pueblo o cultura del planeta. Nuestra visión del mundo y de la vida nada tenía que ver con la visión del invasor-colonizador sustentada en la violencia, la explotación de los seres humanos y la depredación de la naturaleza. El legado espiritual y la sabiduría de la Toltecáyotl guiaron a nuestros pueblos y culturas en la difícil búsqueda del equilibrio y la armonía. A pesar de todos sus fracasos y desviaciones, -porque a fin de cuentas nuestros antepasados eran humanos y el grado de desarrollo humano no fue homogéneo en todo el Cem Anáhuac, logramos más de mil años de esplendor cultural y a partir del misterioso colapso, todavía vivimos más de seis siglos en una decadencia cultural que culmina con la transgresión mexica de la Toltecáyotl.


 
Pese a todas las calumnias y falsedades históricas que el invasor ha escrito sobre nuestra civilización Madre, es indiscutible que la calidad y nivel de vida de los anahuacas era con mucho, superior a la de los europeos de aquellos tiempos de la invasión/ocupación.


 
Esta visión del mundo y la vida, con todos sus conocimientos científicos y sus significados espirituales, con sus valores morales y éticos, personales, familiares y comunitarios siguen vivos en el “banco genético de información cultural” de los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos, y por supuesto que resultan mucho más inteligentes, razonables y humanos que la visión degrada del neoliberalismo, la globalización y la modernidad que están llevando a todos los seres vivos a una crisis platanaria en dónde lo que está en juego es la supervivencia y continuidad de la vida en el sentido más amplio y profundo.


 
El desafío es inconmensurable. Se requiere erradicar la toxica racionalidad de la modernidad, la violencia, la explotación irracional del ser humano y la depredación de la naturaleza a través de re-construir una nueva visión del mundo y la vida con la sabiduría del pasado, que ha sabido sobrevivir estos cinco siglos de colonización. No se trata de “volver al pasado”, ni soñar con un “futuro utópico”, en cambio se trata de iniciar una nueva ruta de lo humano desde el aquí y el ahora. Trabajar para el futuro con la sabiduría del pasado. Con todo nuestro potencial espiritual y con toda nuestra pasión por la vida. No existe otra opción.


 
“! Que con la fuerza del águila,

con el coraje del jaguar,

haya brazos,

oh ustedes nobles guerreros !

Hacen estrépito los escudos,

se entrelaza la comunidad.”

Cantares mexicanos.
 
 



Lo difícil no es hacerlo… sino imaginarlo.

  
 
 

 

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