El mestizaje cultural y racial es
un hecho ancestral. Si partimos de que el “ser humano”, -como somos hoy en día-,
“nació en África hace 50 mil años y empezó a poblar la Tierra.
Por fuerza tenemos
que aceptar que todo ha sido una mezcla de mezclas raciales, y que, en cada
lugar que se estableció debió encontrar soluciones al desafío de mantener y
trascender la vida, por lo cual se crearon “diferentes culturas”.
En efecto, los que se asentaron
en los valles tuvieron diferentes problemas y encontraron soluciones específicas
para mantener la vida, que los que se asentaron en los bosques, costas o
desiertos. Estas condiciones específicas dieron respuestas particulares, por lo
que encontramos “culturas diferentes”.
Los que se asentaron en desiertos,
su piel se tuvo que hacer morena y los que vivieron en latitudes muy altas, sus
pieles se tornaron blancas. Pero no solo en el aspecto morfológico, el medio
habiente también influyó en sus temperamentos.
Los que vivieron por
generaciones en las costas se volvieron comunicativos y los que habitaron las
montañas se tornaron introspectivos. Pero todos los humanos venimos de un mismo
origen y nos hemos mezclado.
Un ejemplo de un país actual producto
de uno de los más grandes mestizajes es España. En efecto, la península en sus
comienzos fue habitada por los llamados “pueblos originarios ibéricos”, pero
empezaron a arribar a través de migraciones o conquistas: los bereberes, griegos,
cartagineses, romanos, judíos, musulmanes, gitanos, godos, visigodos, francos,
normandos, vikingos, franceses, ingleses y hoy en día africanos y
latinoamericanos. Actualmente España es producto de una mezcla de mezclas.
El concepto de “pureza racial” es
producto de mentes ignorantes, enfermas y sobre todo, abusivas. El racismo como
tal, surgió con la creación de la cultura moderna en 1492 y surge como un
proceso ECONÓMICO. Cuando Colón decretó que “los descubiertos” no tenían alma,
se consideraron “animales”; y bajo las ideas de Platón y las judeocristianas,
los animales y el mundo estaban a la libre disposición de los hombres
(blancos).
El racimos tiene como función
ideológica “des-humanizar” al explotado para que no exista argumento jurídico y
moral que lo impida, sean anahuacas, africanos o asiáticos. De aquí nace la
realidad del país y usted puede entender como uno de cada cuatro “mexicanos”
vive en la pobreza, y los blancos, extranjeros y sus hijos, conforman el 25% de
los “mexicanos” que se consideran “humanos” y viven “como dios manda”.
Durante los tres siglos de
Colonia española el mestizaje se aceptaba como “un mal necesario”, por la irrefrenable
conducta libidinosa de los españoles que violaban impunemente a las mujeres
anahuacas; a diferencia de los
colonizadores anglosajones, que por su religión puritana lo rechazaron y
prohibieron.
Los mestizos en calidad de
inferioridad y desprecio total, ocuparon un puesto menor en el Sistema de Castas
de la Nueva España, superior a los negros y anahuacas, en trabajos de
servidumbre, capataces, empleados de confianza, pero inferior ante gachupines y
criollos.
En los dos últimos siglos del
neocolonialismo criollo, los mestizos se han ido multiplicando y reduciendo los
anahuacas y “gachupines/criollos”. En 1800 el censo colonial arrojó que existían
cinco millones de anahuacas y un millón no anahuacas, entre un reducidísimo grupo
de gachupines, criollos, mestizos y negros.
En la década de los años setenta,
el 75% de los mexicanos vivían en el campo, y la gran mayoría de los campesinos
tenían una fuerte raigambre a las prácticas culturales de los llamados pueblos originales.
Hoy en día las ciudades del país están habitadas por familias que tienen una
generación en la ciudad.
Sin embargo, el símbolo OFICIAL del
“mestizaje mexicano”, está representado por el hijo de Cortés y Malinche,
Martín Cortés “el mestizo”, porque Cortés tuvo un hijo criollo llamado Martín
Cortés Zúñiga, ambos, igual que su padre, traidores frustrados de la corona
española.
México sigue siendo un país
colonial. Las relaciones económicas, políticas, culturales, educativas y
religiosas son eminente y descaradamente racistas y clasistas.
Existe una
división clara y bien demarcada entre “vencedores y vencidos”, entre “blancos y
morenitos”, entre los hijos del “México imaginario y los hijos del México
profundo”, entre “euromexicanos y nacos, peladitos, broza o como dijo la hija
del Presidente: “la prole”.
La mayoría de “los mexicanos”
somos cultural y racialmente mestizos. Comenzando con los pueblos anahuacas
(indígenas) que, cultural y racialmente son mestizos.
No existe una “pureza
indígena”, ni racial y mucho menos cultural. La Toltecáyotl que es la base del
pensamiento anahuaca, es por lo general, desconocida por la mayoría de las
personas que se asumen como “indígenas”.
Sin embargo, existen algunas personas que se asumen como "únicas y auténticas" poseedoras de la "indianidad" o de la sabiduría ancestral. Los primeros se asumen como de "raza pura" y otros como "gurúes" auténticos herederos del legado tolteca, excluyendo a "todos los demás". También ha traído "dividendos" ser indígena y ser gurú.
En general, los “indígenas”
realizan las manifestaciones externas de su legado cultural ancestral. Legado
que la cultura dominante ha llamado “folclor” y que explota para su beneficio
económico. Pero más allá de la fronda de las manifestaciones culturales
anahuacas, existe una raíz común a todos los pueblos.
Esta raíz, los académicos le
llaman Toltecáyotl, los practicantes vivenciales le llaman toltequidad. No está
de manera explícita en la vida comunitaria y en las tradiciones fiestas y
costumbres, PERO EXISTE.
Desde mitad del siglo IX está “sabiduría” desapareció
del Tlaltípac y solo es conocida y transmitida por un reducido y selecto grupo
de hombres y mujeres de conocimiento.
Pasar esta sabiduría del mundo
del nahual (lo abstracto) a su opuesto comentario, es decir, al mundo del tonal (lo concreto), es el desafío
que enfrentan los pueblos anahuacas de nuestros días. Su liberación no podrá
ser a través de las ideas del colonizador, tiene que ser, de la sabiduría “propia-nuestra”,
la Toltecáyotl.
Y no se diga los criollos y
gachupines, que a pesar de “presumir su pasaporte español”; por el hecho de
vivir tantos años y generaciones en el Anáhuac, culturalmente son mestizos,
aunque sigan mandando comprar sus mujeres a España.
A tal punto que en España
no los quieren y les llaman peyorativamente “indianos”. No puede ser de otra
manera, no pueden ir a España a presumir que “son españoles” y allá los ven
como lo son: mestizos culturales y por tal, los llaman “indianos”, diferentes a
ellos.
Qué somos TODOS los llamados
“mexicanos”, sencillamente…MESTIZOS, como casi todos los pueblos del mundo. El
problema es la colonización intelectual y cultural que desprecia “lo mestizo”
para mantener la “supuesta” supremacía de los extranjeros avecindados y nacidos
en el Anáhuac.
La ideología del Estado criollo
neocolonial (1821-2015), desprecia oficialmente al “mestizo” y ubica su génesis
y símbolo en “Martín Cortés el mestizo”, hijo ilegítimo y producto de la
violación, lo que nos condena a ser eterna e históricamente… “hijos de la chingada”.
Sin embargo, tenemos, en la
HISTORIA DEL ANÁHUAC a los tres hijos de Gonzalo Guerrero (marinero español que
naufragó en 1511 en las costas de Quintana Roo) y Zazil Ha (doncella maya de
Chetumal). Gonzalo se hizo maya, aprendió la lengua, se hizo guerrero, enamoró
a Zazil y se casó por la religión y cultura maya.
Vivió en la cultura maya, tuvo la
primera familia entre un español y una anahuaca, procrearon a los primeros mestizos,
dos niñas y un varón. Les enseñó a los mayas las tácticas militares de los
invasores y luchó contra la invasión española hasta la muerte, defendiendo a su
familia y a su nuevo pueblo y cultura.
Ese es el glorioso origen del
mestizaje. La dignificación y concientización de los valores de este encuentro
amoroso y cultural, debe ser la inspiración para encontrar “el genuino rostro y
el corazón verdadero” de nuestra nación.
Después de Gonzalo Guerrero han
llegado muchos más españoles y extranjeros a trabajar y luchar, “con y por el
pueblo”. No se puede generalizar sobre “los españoles, ni los extranjeros”.
Existen personajes como Bartolomé
de las Casas y fray Juan de Tecto en la misma conquista. Francisco Javier Mina,
español que puso su fortuna, su espada y su vida por la causa de la Independencia
o Leona Vicario hija de un acaudalado comerciante español. Y qué decir de la pléyade
de intelectuales y maestros, refugiados de la Guerra Civil Española en el siglo
XX.
La ideología del Estado criollo
neocolonial ha logrado, con unas serie de mentiras, verdades a medias, sitios
comunes y una distorsionada “historia oficial”, para que el pueblo se quede “huérfano
y en la nada”, por lo cual es inseguro, autodestructivo y vulnerable, fácilmente
explotable.
Por una parte, la gente desprecia
a “los conquistadores españoles” y al mismo tiempo presume de su imaginario y
mítico “abuelito español”. Por otra parte, desprecia la parte indígena de “su
ser y hacer”. Le da vergüenza su color y fenotipo anahuaca, desconoce la “verdadera
historia” y la Toltecáyotl, pero en momentos se asume como “guerrero azteca”.
Lo que nos lleva a desconocer y
despreciar la parte occidental de nuestro ser. Pero al mismo tiempo, desprecia
la parte anahuaca de la Cultura Madre. A final de cuentas nos quedamos “en la
nada”, por lo cual tres siglos tratamos de ser tercamente españoles (1521-1821),
un siglo tratando inútilmente de ser franceses (1821-1921) y el último siglo
(1921-2015) ser torpe y vulgarmente “gringos de tercera” en vez de mexicanos de
primera.
Esta orfandad, este vacío, este
desprecio e ignorancia de nosotros mismos es un “constructo” del sistema colonial.
Está debidamente planificado e implantado. Ayer con las leyes coloniales, la
iglesia, la Santa Inquisición; hoy, con la tv., la SEP, el sistema económico.
No podemos ni debemos renunciar a
nuestra herencia europea, pero de la misma forma, no debemos seguir
desconociendo y auto despreciando nuestro noble origen anahuaca. Somos producto
de los dos y debemos encarnar lo mejor de los dos.
La “dialéctica cultural” nos
permite ser una poderosa y fructifica realidad, producto de la mezcla del par
de opuestos complementarios, que generan un tercero, diferente y mejor que los dos
que lo generaron.
Somos un país mestizo, como todos
los del mundo. Esta mezcla debe ser nuestro orgullo y la base de nuestra
emancipación de las mentes abusivas que han fomentado el racismo como ideología
para deshumanizar y explotarnos, por extranjeros y entre hermanos.
Debemos poner punto final a la
colonización, sea material, intelectual y espiritual. Debemos fortalecer, con
la herencia cultural de nuestras dos raíces una “conciencia insumisa”, para que
a través de una visión y pensamiento crítico, rehagamos nuestra historia y
nuestra identidad.
No existe “la pureza racial y
cultural”. Somos todos, orgullosamente mestizos todos. Necesitamos recuperar la
imagen simbólica de la primera familia entre un europeo y una anahuaca.
Se
requiere descolonizar el mestizaje. Lo difícil no es hacerlo…sino imaginarlo.
Visite www.toltecayotl.org
Como siempre, profe Marín, muy interesante. Se que a mucha gente no le cae el veinte sobre estos temas, pero son los fundamentales e imprescindibles para ser un país de verdaderos hermanos. sígale profe, con mucha fuerza.
ResponderEliminarAyer la santa inquisición hoy la SEP, muy bueno! Todo evoluciona y se adapta.
ResponderEliminarLe dimos fuerza al "mercado" y hoy es un ENTE vivo y autónomo, que se reconstruye en una inteligencia arropada por ...y tantos mil millones que dependemos de dicho ente.
Mercado que incluye todas y cada una de las actividades del hombre.
Acallar el mundo como decía mi madre, solo asi la verdad emergerá de nuestros tejidos, la sabiduría de los abuelos y el espíritu de nuestra especie. Hay que aplicar la voluntad en una coyuntura clave para cambiar el rumbo las cosas.
Inlakesh
Excelente presentación, si embargo sigue con la dicotomía de que si los mexicanos no somos españoles sino indígenas; la verdad no somos ni lo uno ni lo otro; con la combinación genética y cultural hispano-indígena ahora somos mexicanos, somos un pueblo relativamente nuevo que surgió de la gradual fusión de las castas del virreinato; y si vamos a España no nos interesa que nos reconozcan como españoles, somos mexicanos y ya, orgullosos de nuestras dos raíces principales; pues la africana no es "la tercer raíz" ya que su colonización solo se circunscribió a ciertas zonas costeras; así como otros inmigrantes europeos y asiáticos; por ejemplo los franceses de Napoleon III en los altos de jalisco, finalmente todos ellos han sido absorbidos por la mayoría mexicana de raíz hispano-indígena; junto a nosotros los mexicanos propiamente dicho conviven nuestros compatriotas indígenas que no se han querido mestizar con otros mexicanos, derecho respetado; así como los eurodescendientes que tampoco se han querido mezclar, derecho que también debemos respetar; de lo contrario surge la incongruencia de llamar a unos racistas y a otros no ¿verdad?.
ResponderEliminarAhora como mexicanos exigimos ese mismo derecho de respeto a nuestra identidad, sin que nos quieran imponer la identidad indígena ni tampoco española ni africana; somos mexicanos por nacionalidad y por etnia y somos mayoría numérica, tampoco quieran secuestrar nuestra identidad diciendo que los mexicanos originales son los indígenas, que absurdo, antes de la llegada de los españoles los pueblos que había eran aztecas, tlaxcaltecas totonacas, zapotecas, mixtecas, mayas, etc.