Los
mexicanos de ahora formamos parte de una de las seis civilizaciones más
antiguas del mundo. Los primeros siete mil quinientos años de existencia
vivimos en un riguroso orden social.
En
efecto, la organización social de los antiguos mexicanos fue de un orden
estricto y de una compleja estructura en la que el grado de desarrollo
espiritual conformaba los niveles sociales. Esta rigurosa estructura social aún
en los decadentes tiempos de los aztecas en el período conocido como
Postclásico, se mantuvo aunque con un sentido degradado. Superviviente de este
orden social, podemos apreciar en las comunidades indígenas el sistema de
cargos y el alto sentido espiritual de estas sociedades.
Con
la llegada de los invasores en 1519, la civilización milenaria sufrió el
holocausto más pavoroso de la humanidad. Hasta la fecha no se conoce y difunde
los crímenes, horrores e injusticias que se cometieron contra de nuestros
indefensos antepasados durante los primeros trescientos años del sistema
colonial impuesto hasta nuestros días. Conocer lo que sucedió en esos
trescientos años de colonia, nos ayudaría a entender en gran parte muchos de nuestros
actuales problemas como pueblo. Los judíos lo refrendan cada año a nivel
internacional y de muchas y diversas formas, para aquellos que opinen que esto
es ocioso.
Una
de las bases en las que se sostiene el actual orden de injusticias en nuestro
país, es precisamente el hecho que la mayoría de los mexicanos desconocen el
pasado. El Estado colonial desde 1521 se ha preocupado por mantener en calidad
de amnésico al pueblo de México, lo ha logrado desposeer de su memoria
histórica.
Para
que el sistema colonial de explotación funcionara eficientemente en la
extracción y depredación de nuestros recursos naturales a favor de la corona
española, se instauró un estricto sistema de castas.
En
efecto, el sistema de castas es el mecanismo con el cual se puede sin ningún
aparente problema de orden moral o ético, llegar a los extremos más
deshumanizados de la explotación de los seres humanos. Se requiere crear un
orden social en el que la explotación de los seres humanos y la pérdida de sus
derechos más elementales, dentro de un orden establecido, que comúnmente llaman
"estado de derecho", permita la obtención de inmensas ganancias de
unos cuantos sobre grandes conglomerados humanos a cualquier precio. Se
requiere crear un espejismo con el cual sin el menor recato y con el mayor
cinismo se puedan enriquecer unos cuantos a costa de la mayoría. Un arreglo
"moral y ético" de carácter social que en nombre de la corona
española o de las fuerzas del mercado, se pueda condenar a la más impensable
miseria a una inmensa mayoría de personas con el mayor cinismo de acuerdo a
"la ley y el orden establecido".
El
sistema de castas desde un principio estableció una pirámide en donde en su
vértice superior se ubicaron los españoles nacidos en España y en la parte más
baja, en la base que sostiene este orden social estaban los indígenas. Debajo
de los "gachupines" estaban los españoles nacidos en México, aunque
eran hijos de padre y madre nacidos en España, por el sólo hecho de nacer en
México pasaban a un segundo nivel. Los criollos no podían acceder a los puestos
más altos del poder político, militar, económico y religioso, que era reservado
sólo a los gachupines. Después le seguían los mestizos, generalmente de padre
español y de madre indígena.
La
violación sistemática y sin ninguna pena legal de las indígenas a manos de los
españoles desde los primeros días de la conquista, se tomó como un derecho
inobjetable de los vencedores sobre los vencidos.
Después
seguían los negros, pues como eran artículo de importación de África, su costo
les permitía tener un nivel alto entre los de abajo. Finalmente estaban los
indígenas que durante gran parte del siglo XVI fueron considerados animales,
carentes de alma y por lo cual podían ser tratados como animales de trabajo sin
ningún derecho. Tuvo que realizarse un juicio en el Vaticano para demostrar que
los "naturales" tenían alma. Si los naturales no eran animales, ni
humanos, entiéndase europeos, entonces fueron designados como ¡indígenas!
Nombre ambiguo que les escamoteaba la condición humana y permitía su
explotación.
Para
que el amable lector tenga una idea del holocausto mexicano, el mayor en la
humanidad, le podemos decir que en los primeros cien años de colonia, los
europeos mataron por medio de las armas, los trabajos forzados y fundamentalmente
con enfermedades traídas de Europa a aproximadamente 24 millones de personas.
México no volvió a tener 25 millones de habitantes hasta la década de los
cuarentas en este siglo. Se calcula que para 1621 en la Nueva España existían
un millón de indígenas y para 1800, tres siglos después, según un censo se
supone que había cinco millones de personas en la Nueva España y de ellas, sólo
setenta mil eran españoles nacidos en España. De esta cifra podemos deducir dos
cosas, la primera es que el poder estaba terriblemente concentrado en unos
pocos, (cosa que mantiene hasta la fecha el sistema colonial) y segundo, se
supone que actualmente existen más de diez millones de indígenas en el país
según los datos del INEGI, lo que comprueba que lejos de extinguirse, los
pueblos indígenas están en plena expansión y se han sobrepuesto al proyecto de
extinción al que estaban condenados como en Uruguay, Argentina o Estados
Unidos.
Entre
estas castas existía un número considerable de "sub castas" que
venían de la cruza entre ellas, nombres como "salta Patras o lobo",
nos hablan de esos pobres que no eran ni una ni otra cosa.
Este
riguroso sistema de castas impedía la movilidad social. Oficios y trabajos,
formas de vestir y hablar, lugares donde vivir, situación económica y futuro,
estaban ya estrictamente preestablecidas, nadie podía cambiar de casta y de su
nacimiento debía llevarla como una condición imprescindible para vivir en la
sociedad colonial y si se quebrantaba este orden social, la muerte pública era
el castigo con el que se pagaba el atentar contra el "estado de derecho
colonial".
Así
como la guerra de conquista fue una lucha entre indígenas aprovechada por los
españoles, la guerra de independencia fue una guerra entre españoles
peninsulares (gachupines) contra españoles nacidos en América (criollos). En
efecto, después de trescientos años de ese injusto sistema de castas, no fueron
los indígenas o los mestizos los que estallaron en rebeldía, sino los españoles
nacidos en América que no soportaron ser segundones en la explotación de la
colonia y sus habitantes. Los criollos muy hábilmente usaron a los indígenas en
contra de los gachupines y por eso el cura Hidalgo en Dolores dijo... ¡a matar
gachupines! Y trescientos años de injusticia fueron el fuego que alentó durante
once años la guerra de independencia, que finalmente ganaron los criollos para
quedarse con el poder colonial a través de la traición de Iturbide (criollo) a
los gachupines, que le habían armado un costoso ejército para acabar a Guerrero
y que en Acatempan, se realizó la "primera concertacesión" de nuestra
reciente historia.
Se
cambió todo para seguir igual. Con el triunfo de la guerra no se desmanteló el
sistema colonial de explotación sólo cambiaron los mandos, ayer gachupines hoy
criollos, más nada.
De
1821 a nuestros días el sistema colonial sigue en pie. Maquillado, el sistema
de explotación deshumanizada de los de arriba sobre los de abajo es la realidad
cinco centenaria de nuestro país. Por consecuencia el sistema de castas sigue
vigente aunque muy maquillado y agazapado en la hipocresía social y la
gubernamental.
Los
extranjeros siguen teniendo el "sartén por el mango" y se siguen
"despachando con la cuchara grande". La mayor parte de la riqueza se
iba a España para la corona española, en nuestros días, la mayor parte de la
riqueza que se extrae, se va vía el pago de servicio de la deuda externa a
manos del capital financiero supranacional. En los últimos diez años, todos los
mexicanos hemos pagado 445 mil mdd, sólo de intereses. Es la misma encomienda
solo que más refinada y más letal.
En
el actual sistema de castas los extranjeros y criollos siguen ocupando los
primeros sitios de la pirámide de explotación. Lea aquellas listas de los
"mexicanos" más ricos, de los sistemas nacionales de creadores o de
investigadores,... casi puros criollos. Un ejemplo de lo extremadamente racista
que es la sociedad mexicana es que en la T.V nacional, no aparecen personas
morenas, sólo güeritos... se ha dado cuenta?. Después les siguen los mestizos,
que con sus cremas blanqueadoras y sus tintes para el cabello, pretenden
"discretamente" dar un saltito para arriba. Ayer el título
nobiliario, hoy el título académico. Se ha fijado que cuando les preguntan el
nombre a esas personas "don nadie", inmediatamente contestan con,
"licenciado, ingeniero, contador fulano de tal". Sin embargo, en esto
de los títulos académicos, ahora no basta con decir soy licenciado, sino... de
qué universidad egresaste. Aunque siendo balnquito y de ojos azules, en México
ya no se necesita título.
Los
mexicanos vivimos una sociedad hipócrita donde el racismo y las clases sociales
definen directamente grandes procesos sociales. En México seguimos aceptando
sin remordimiento y vergüenza, que existan los vencedores y los vencidos. Que
existan más de la mitad de mexicanos en la pobreza y que eso no nos afecte, ni
nos preocupe. Cómo en la colonia, podemos ver sin inmutarnos que mueran decenas
de miles de personas por hambre, enfermedades o trabajos forzados. Actualmente
en México, según la UNICEF, se mueren diariamente 300 niños mexicanos, de
recién nacidos a cinco años por problemas generados por la miseria, cada día...
y a nadie le importan esos niños. Son sólo pobres, indigentes, indígenas, es
decir, "no son ni seres humanos ni mexicanos". A muy pocos que tienen
el poder, en verdad les importa que el salario mínimo no alcance para cubrir
las necesidades mínimas de la vida cotidiana. En México existe la "gente
bonita" y "los otros".
Permanencia
de un sistema colonial camuflado, en México los explotadores no se comprometen
con el futuro y bienestar de los explotados, ni con el de la nación. Ante
cualquier amago, inmediatamente amenazan con sacar sus capitales e "irse a
su tierra". En México no existe verdadero compromiso y preocupación por
los pobres y los pueblos originarios; todo es simulación y corrupción, simple
demagogia política e hipocresía social. El sistema de castas sigue imperando y
está vigente; ahora es más sutil e hipócrita, pero no menos feroz.
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GRAN VERDAD, EL SILENCIO DEL ANAHUAC.. ME ESPANTA.. QUIERO PENSAR QUE ESTO ES PARTE DE LA ENSEÑANZA...
ResponderEliminarGRACIAS MAESTRO POR TUS PALABRAS...
Desde mi pequeño y personal punto de vista, creo que hay que convocar a otra convención de Anahuac. En la que los Tatas, primeramente y otros seguidamente, aporten pensamientos que den estrategia práctica al respecto; acción seguida del discernimiento.
ResponderEliminarSi no existe la posibilidad cosmogónica, social o las circunstancias que sean las adecuadas para rehacernos al cambio, entonces solo quedará continuar con la transmisión oral.
En lo particular pienso que tu trabajo es necesario, continua profesor...
Saludos cordiales.
Para cambiar a este país se necesita primero conocer su historia y su cultura, de no hacerlo, solo le estaremos dando una vuelta más a la yunta. Somos el pueblo sin rostro.
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