Primera edición en inglés, 1984
Primera edición en español, 1984
Título original: The Firefrom Wuhin
Coedición: Editorial OMGSA,
Editorial Diana, S.A. - Edivisión,
Compañía Editorial México
351 páginas
En este libro el autor logra tener mayor claridad en las cuestiones de el segundo anillo de poder. Ha pasado más de 10 años "recordando" las enseñanzas del lado izquierdo junto con los guerreros de su grupo. Castaneda puede ofrecer a sus lectores un texto más claro sobre sus experiencias en estados de conciencia acrecentada. Podríamos comparar “El fuego interno” con “Viaje a Ixtán”, en el cual se empieza a desentrañar el caos provocado por las enseñanzas para el lado derecho, las que se vuelven claras a partir de la exposición coherente de las técnicas para barrer la isla del tonal. De igual manera, El fuego interno clarifica el conocimiento de la conciencia acrecentada que está siendo "recordado" por Castaneda, a partir de que su maestro Don Juan y su benefactor Don Genaro "partieron de este mundo", lo cual es descrito en el libro “Relatos de poder”. A partir de “El segundo anillo de poder” y “El don del Águila”, Castaneda trata de explicar y hacer coherentes las en- enseñanzas para el lado izquierdo, pero es en El fuego interno donde lo logra.
El título de este libro no es una creación poética del autor; está definitivamente relacionado con la Toltequidad. Don Juan es quien usa el término, así como otros más, que por su exactitud y precisión producen un efecto demoledor en unos casos y esclarecedor en otros. Sin embargo, los términos que maneja Don Juan y que Castaneda describe como Toltequidad, tolteca, guerrero nagual, tonal, el Águila, entre otros, pertenecen a los pueblos y culturas del "México antiguo" y han sobrevivido en lo que Bonfil Batalla llama "México profundo".
El maestro López Austin, en su libro citado, en la página 378 nos dice: "Las fuentes históricas conceden mucha importancia a cuatro mundos de muertos: el Mictlán, el Tonatiuh Ilhuícac, el 'Tlalocan y el Chichihualcuauhco. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que se creía que tanto los hombres poseedores de fuego divino en su corazón como los que habían fallecido bajo la influencia de algún dios, eran conducidos a la morada de sus protectores."
Y en la página 370 nos dice: "Es preferible retomar la idea del fuego como elemento transformador de todo lo que existe, el que puede romper la barrera entre el mundo habitado por el hombre y los sitios en los que moran los dioses." López Austin cita a Molina en su diccionario (página 181). Así como "Tonemmiqui" significa "abrasarse de calor interior", "'llemiqui" y "Tonalmiqui" quieren decir "abrasarse del sol".
Don Ángel María Garibay, en su “Historia de la literatura náhuatl”, tomo 1, nos dice: "No alcanzo a ver, en cuanta literatura he podido alcanzar en esta materia, un estudio completo acerca de la naturaleza, orígenes y fines de la llamada Orden de Caballeros del Sol[1] o con otros nombres, Águilas y Tigres." Para ser sucinto tomaré más datos fundamentales de la rica y valiosa información de Durán. “El sol era, para los antiguos, la encarnación del mundo creador. "Lo tenían por creador de las cosas y causa de ellas." Símbolo del Sol era el Águila, tanto que sus nombres místicos incluyen siempre al de esta ave. Cuahuahtlehuaniti es el "Aguila que remonta el vuelo", Cuauhtérnoc es el "Águila que está bajando", nombre del Sol que del cenit cae hacia el poniente. Cuauhcalil es la "Casa del Águila y de sus servidores especiales", llamada también Cuauhnochtii. Y los que iban a la casa del Sol en su mansión real eran los 99 moradores de la tierra del Águila", o sea Cuauhtecati, Cuauhteca.
Quizá jamás pueda saberse el origen de estas concepciones, pero deben ser sumamente antiguas. En todos los documentos que recogen informaciones arcaicas hallamos ya referencias al mismo complejo de ideas.
En la página 210 de la misma obra leemos: "Resumiendo en las líneas anteriores, lo que juzgo más necesario para la apreciación de los 'Cantos del Águila', vamos a estudiar varios de los temas que en ellos se desenvuelven. Más que en otro género relata aquí el complejo de las ideas religiosas. Un estudio total de tantos poemas como al respecto tenemos, nos daría la información de la 'cooperativa de los amigos del Sol para la conservación de la vida universal'. Es decir, el meollo mismo de las doctrinas de la religión de México...”
La maestra "Laurette Séjourné en su libro “Pensamiento y religión en el México antiguo”, página 121, nos dice: "¿Pero es necesario después de lo que nos han enseñado los mitos, que sólo quemando la materia es liberada la partícula divina? El mensaje de Quetzalcóatl no dice otra cosa. Hemos visto que el alma individual se desprende del cuerpo incinerado del rey del Tollan y que de las cenizas del anciano ulceroso es de donde emerge el alma cósmica. Esas narraciones, por otra parte, han indicado suficientemente que el fuego liberador es el del sacrificio y de la penitencia; y se sabe que la institución del sacerdocio no tenía otro fin que la enseñanza de las prácticas que conducían al desprendimiento de la condición terrestre. Es entonces probable que el trofeo que perseguía el guerrero de ”la batalla florida” no era otro que su propia alma”.
El fuego interno fue la obra que vino a "rescatar" a muchos lectores quienes - después de “Relatos de poder”, editada en 1974 y hasta la aparición de “El fuego Interno”, editada en 1984-- habíamos caído en mayores confusiones que las del propio Castaneda.
Seguir la obra a través de cada aparición, desde luego que fue un reto para el lector; ahora es más fácil tener los nueve libres a la mano y leerlos uno detrás de otro o, inclusive, hasta escoger el orden que uno crea conveniente. Iniciaremos ahora nuestro análisis de El fuego interno.
Primera edición en español, 1984
Título original: The Firefrom Wuhin
Coedición: Editorial OMGSA,
Editorial Diana, S.A. - Edivisión,
Compañía Editorial México
351 páginas
En este libro el autor logra tener mayor claridad en las cuestiones de el segundo anillo de poder. Ha pasado más de 10 años "recordando" las enseñanzas del lado izquierdo junto con los guerreros de su grupo. Castaneda puede ofrecer a sus lectores un texto más claro sobre sus experiencias en estados de conciencia acrecentada. Podríamos comparar “El fuego interno” con “Viaje a Ixtán”, en el cual se empieza a desentrañar el caos provocado por las enseñanzas para el lado derecho, las que se vuelven claras a partir de la exposición coherente de las técnicas para barrer la isla del tonal. De igual manera, El fuego interno clarifica el conocimiento de la conciencia acrecentada que está siendo "recordado" por Castaneda, a partir de que su maestro Don Juan y su benefactor Don Genaro "partieron de este mundo", lo cual es descrito en el libro “Relatos de poder”. A partir de “El segundo anillo de poder” y “El don del Águila”, Castaneda trata de explicar y hacer coherentes las en- enseñanzas para el lado izquierdo, pero es en El fuego interno donde lo logra.
El título de este libro no es una creación poética del autor; está definitivamente relacionado con la Toltequidad. Don Juan es quien usa el término, así como otros más, que por su exactitud y precisión producen un efecto demoledor en unos casos y esclarecedor en otros. Sin embargo, los términos que maneja Don Juan y que Castaneda describe como Toltequidad, tolteca, guerrero nagual, tonal, el Águila, entre otros, pertenecen a los pueblos y culturas del "México antiguo" y han sobrevivido en lo que Bonfil Batalla llama "México profundo".
El maestro López Austin, en su libro citado, en la página 378 nos dice: "Las fuentes históricas conceden mucha importancia a cuatro mundos de muertos: el Mictlán, el Tonatiuh Ilhuícac, el 'Tlalocan y el Chichihualcuauhco. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que se creía que tanto los hombres poseedores de fuego divino en su corazón como los que habían fallecido bajo la influencia de algún dios, eran conducidos a la morada de sus protectores."
Y en la página 370 nos dice: "Es preferible retomar la idea del fuego como elemento transformador de todo lo que existe, el que puede romper la barrera entre el mundo habitado por el hombre y los sitios en los que moran los dioses." López Austin cita a Molina en su diccionario (página 181). Así como "Tonemmiqui" significa "abrasarse de calor interior", "'llemiqui" y "Tonalmiqui" quieren decir "abrasarse del sol".
Don Ángel María Garibay, en su “Historia de la literatura náhuatl”, tomo 1, nos dice: "No alcanzo a ver, en cuanta literatura he podido alcanzar en esta materia, un estudio completo acerca de la naturaleza, orígenes y fines de la llamada Orden de Caballeros del Sol[1] o con otros nombres, Águilas y Tigres." Para ser sucinto tomaré más datos fundamentales de la rica y valiosa información de Durán. “El sol era, para los antiguos, la encarnación del mundo creador. "Lo tenían por creador de las cosas y causa de ellas." Símbolo del Sol era el Águila, tanto que sus nombres místicos incluyen siempre al de esta ave. Cuahuahtlehuaniti es el "Aguila que remonta el vuelo", Cuauhtérnoc es el "Águila que está bajando", nombre del Sol que del cenit cae hacia el poniente. Cuauhcalil es la "Casa del Águila y de sus servidores especiales", llamada también Cuauhnochtii. Y los que iban a la casa del Sol en su mansión real eran los 99 moradores de la tierra del Águila", o sea Cuauhtecati, Cuauhteca.
Quizá jamás pueda saberse el origen de estas concepciones, pero deben ser sumamente antiguas. En todos los documentos que recogen informaciones arcaicas hallamos ya referencias al mismo complejo de ideas.
En la página 210 de la misma obra leemos: "Resumiendo en las líneas anteriores, lo que juzgo más necesario para la apreciación de los 'Cantos del Águila', vamos a estudiar varios de los temas que en ellos se desenvuelven. Más que en otro género relata aquí el complejo de las ideas religiosas. Un estudio total de tantos poemas como al respecto tenemos, nos daría la información de la 'cooperativa de los amigos del Sol para la conservación de la vida universal'. Es decir, el meollo mismo de las doctrinas de la religión de México...”
La maestra "Laurette Séjourné en su libro “Pensamiento y religión en el México antiguo”, página 121, nos dice: "¿Pero es necesario después de lo que nos han enseñado los mitos, que sólo quemando la materia es liberada la partícula divina? El mensaje de Quetzalcóatl no dice otra cosa. Hemos visto que el alma individual se desprende del cuerpo incinerado del rey del Tollan y que de las cenizas del anciano ulceroso es de donde emerge el alma cósmica. Esas narraciones, por otra parte, han indicado suficientemente que el fuego liberador es el del sacrificio y de la penitencia; y se sabe que la institución del sacerdocio no tenía otro fin que la enseñanza de las prácticas que conducían al desprendimiento de la condición terrestre. Es entonces probable que el trofeo que perseguía el guerrero de ”la batalla florida” no era otro que su propia alma”.
El fuego interno fue la obra que vino a "rescatar" a muchos lectores quienes - después de “Relatos de poder”, editada en 1974 y hasta la aparición de “El fuego Interno”, editada en 1984-- habíamos caído en mayores confusiones que las del propio Castaneda.
Seguir la obra a través de cada aparición, desde luego que fue un reto para el lector; ahora es más fácil tener los nueve libres a la mano y leerlos uno detrás de otro o, inclusive, hasta escoger el orden que uno crea conveniente. Iniciaremos ahora nuestro análisis de El fuego interno.
[1] Es más probable que fuera Orden de los Guerreros del Sol pues, como se sabe, en aquellos tiempos en América no habían caballos y, por consiguiente, tampoco había caballeros.
( * ) Tomado del libro PARA LEER A CARLOS CASTANEDA