Durante muchos siglos, -muchos-, en el planeta gobernaban lideres que buscaban “el bienestar y progreso” de sus pueblos que, no se debe entender necesariamente como ahora lo entendemos, especialmente enfocado al dinero, la economía y al desarrollo del mundo material a través del consumo.
En “ese mundo”, independientemente de dónde fuera, las personas que se dedicaban al comercio y al atesoramiento no tenían un gran poder. Es más, en algunas civilizaciones y culturas eran mal vistos, porque el comerciar implica el abuso y el despojo de quien produce y del que compra, el comerciante siempre se queda con la mayor ganancia.
Pero llegó la época en que los grandes comerciantes del Medio Oriente llegaron a Europa y al tiempo empezaron a hacer sentir su poder entre los señores feudales y los reyes, hasta que finalmente los despojaron del poder y en una acción concertada crearon los Estados Unidos y una nueva visión del mundo, la vida y la organización de la sociedad.
En donde el dinero, el individuo, el comercio, las finanzas, se conjugaron con la novedosa forma de gobernar a los pueblos a través de lo que los mercaderes llamaron “democracia”, pero que no es otra cosa que “el culto al becerro de oro”.
En efecto, la “democracia” es una artimaña creada supuestamente por los griegos, pero que en realidad es la forma en la que los pocos que tienen todo el dinero y el poder, usando a sus incondicionales empleados llamados políticos, quienes buscan tener el voto de las mayorías pobres para validar el ejercicio del poder político y económico de sus patrones.
El concepto moderno de “país” o Estado Nación surge en 1776 en Norteamérica.
La democracia representativa, es decir que por medio de los partidos políticos, los políticos y las elecciones, es el medio con el que DIVIDEN Y ENFRENTAN a los pueblos. En esta lucha fratricida, de todos contra todos, los dueños del dinero dividen, distraen, debilitan e imponen. Los electores no tienen más opción que votar por tal o cual que han sido previamente seleccionados y cooptado por el sistema.
Los políticos y los partidos políticos luchan entre ellos al interior y contra “los otros” al exterior. Las armas son por excelencia la mentira, la traición, la diatriba, la difamación, el chantaje, el abuso, el fraude, los golpes bajos, y en la “contienda política”, como en la guerra y el amor, TODO SE VALE. Por ello, el que tiene más dinero, más apoyo de los medios y de los capitales es el que gana, por las buenas o por las malas.
Lo que no entienden los ingenuos pueblos es que estas “luchas democráticas” son establecidas, reguladas, financiadas y arbitradas, por el poder económico. Los pueblos no ven otras opciones posibles de organización social, ni en el pasado y menos en el futuro.
A fin de cuentas ningún candidato de ningún partido, de ningún país, podrá estar en contra del “sistema democrático planetario implantado por los dueños del dinero”. Los políticos, desde el presidente del país más poderoso de la tierra hasta el más pequeño y débil económicamente, son solo dóciles “empleados del capital”, lo único que “limitadamente” pueden hacer es darle insignificantes variantes o matices al modelo económico-político-democrático de sus jefes…más nada.
Terca y obtusamente se lleva a los pueblos “al matadero electoral”, y una y otra vez es más de lo mismo, quítate tú para que me ponga yo. No entienden que en la democracia de los mercaderes nunca los pueblos podrán vivir mejor, nuca podrán desarrollar conciencia, justicia e igualdad, sencillamente porque la esencia del “sistema democrático” se fundamente en una gran mentira (el gobierno del pueblo y para el pueblo) y un descomunal abuso sustentado en la ignorancia.
Y sí usted, amable lector, cree que no es cierto lo que aquí se afirma, sería bueno que se preguntara entonces por qué el planeta mismo y los seres humanos estamos en una ruta imparable de extinción anunciada. En la democracia planetaria de los mercaderes no existe futuro.
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1 comentario:
El Dios de la Lluvia ha vuelto a llorar sobre México.
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