El
mundo es un conjunto de cargas energéticas.
La
realidad, está conformada por un conjunto de ideas
aceptadas
como verdades por todos.
El “mundo y la
realidad” que hoy vivimos se creó apenas en 1492, a través de cuatro “factores-esencia”,
que llamaremos “Los cuatro Jinetes del Apocalipsis”.
El
Australopithecus se supone que tiene una antigüedad entre tres o cuatro
millones de años. El Homo erectus aproximadamente dos millones de años. El Homo
sapiens sapiens tan solo 150 mil años. El ser humano que hoy somos apenas 40
mil años.
El ser humano
“nace en África” y sube hacia el Norte, pasa por el Cercano Oriente, una
migración se va hacia Europa y la otra parte hacia Asia. De éstos, una parte se
va hacia el Norte y cruzando el Estrecho de Bering y llega a poblar América por
el Norte, y otra parte de la migración humana que se fue hacia el Sur de Asía,
cruzó marítimamente a través de la Polinesia el Océano Pacífico y pobló América
del Sur.
La invención
de la agricultura inició hace 10 mil años. Las primeras ciudades del planeta se
dieron hace ocho mil años. Solo han existido seis civilizaciones con origen
autónomo, las más antiguas de la humanidad, Egipto, Mesopotamia, China, India,
Cem Anáhuac (de Nicaragua al Norte de E.U.) y Tawantinsuyo (de Ecuador a Chile
por la cordillera de los Andes).
Cada una de
estas “civilizaciones Madre” creó su propio conjunto de conocimientos, ideas,
significados y valores del mundo y la vida (epistemología), así como aprendió a
relacionarse con la naturaleza, creando sus propios recursos científicos y
tecnológicos para asegurar su existencia y desarrollo.
Estas seis
civilizaciones son las precursoras de la humanidad, fuera de ellas, no existió
otra civilización o cultura más antigua, todas las demás han sido creadas a
partir de los aportes de estos seis pueblos.
En general se podría decir que
estás civilizaciones, en esencia, han sido de carácter biófilo, es decir, que
buscaron enaltecer y desarrollar la vida, sin dejar de tomar en cuenta que la
“naturaleza humana” es la imperfección y que, intrínsecamente, lo humano busca
intuitiva o conscientemente la trascendencia espiritual de la existencia.
Pero, ¿por qué
es tan importante la invasión-ocupación-explotación de América por Europa?
Porque ahí está el principio de “la realidad” del mundo y la vida en que
“sobrevivimos hoy día” en gran parte del mundo.
Desde la caída
del Imperio Romano (476 d.C.) hasta la invasión de América, Europa vivió un
periodo de estancamiento cultural conocido como Edad Media y por el contrario, el
mundo islámico vivió un vigoroso fortalecimiento de su cultura, encapsulando a
los pueblos europeos y desconectándolos del “mundo antiguo civilizado, es
decir, Egipto, Mesopotamia, India y China.
La ignorancia, la barbarie y la
pobreza en Europa campearon durante diez siglos, exterminado a los hombres y
mujeres de conocimiento indígena europeos, hasta que, con la
invasión-ocupación-explotación de los pueblos, metales preciosos y materias
primas de América, Europa “se capitalizó” de súbito e inició el capitalismo.
De este modo
podemos apreciar que, la colonización, es decir, el derecho que se abrogaron
los reinos europeos de Castilla, Aragón y Portugal, de ir a lejanas tierras,
invadir, esclavizar y explotar a los pueblos originarios y depredar sus
cuantiosos recursos naturales, conocido como colonización, permitió la rápida e
increíble capitalización de Europa y fue el primer “Jinete del Apocalipsis”.
Tan solo en el siglo XVI y únicamente por medio de la “contabilidad oficial” de
la corona española, se supone que se robaron 152 mil kilos de oro y 5 millones
931 kilos de plata, lo que a precios actuales resulta una cantidad
inconmensurable si partimos de que el kilo de oro vale más de medio millón de
pesos y el de plata más de diez mil pesos.
Pero aún más,
como Colón afirmó que los seres humanos encontrados no tenían alma, esto los
reducía a la condición de animales, por lo que se les podía explotar sin
ninguna paga o retribución, como se hace con los burros, caballos o bueyes.
De
modo que la esclavitud, es decir, la explotación de los seres humanos hasta la
muerte era justa y apegada a la ley de su “Dios”. Con mano de obra esclava y
cantidades infinitas y al parecer inagotables de recursos naturales que “no
tenían dueño”, los europeos iniciaron la conquista del planeta.
Con esta
riqueza expropiada de manera violenta de América, los pueblos europeos inician
lo que hoy se conoce como Era Moderna. Los especialistas occidentales dividen
la historia de la humanidad en tres periodos históricos. El primero va desde la
invención de agricultura hasta el descubrimiento de América, al que llaman
“premodernidad”; el segundo inicia con el descubrimiento de América
(invasión-ocupación-explotación) hasta los finales del siglo XX, a la que
llaman “modernidad”; y el tercero va de finales del silgo XX hasta nuestros
días, al que han empezado a llamar “posmodernidad” o el fin de la historia.
Así
el segundo jinete del Apocalipsis es “la modernidad”, lo que implica un cambio
de paradigma existencial sustentado en la explotación y acumulación, logrado a
través del comercio o la guerra. Una ideología necrófila que justifica y
legaliza la colonización.
El
colonialismo y la modernidad traerán como consecuencia el surgimiento y
desarrollo del capitalismo. La invasión militar, la explotación y despojo de
los pueblos no-europeos, sustentado en la ideología del progreso, harán que
primero España y Portugal, después Holanda e Inglaterra y finalmente otros
países europeos se enriquezcan expoliando a los pueblos del mundo, destruyendo
sus culturas ancestrales y depredando los recursos naturales del planeta hasta
llegar a una crisis ecológica planetaria.
Este proceso tomará redoblado vigor
al final de la Segunda Guerra Mundial y Estados Unidos junto con Inglaterra y
Japón revitalizaran el modelo hasta llevarlo a lo que conocemos como
neoliberalismo y globalización. De esta manera el capitalismo se convierte en
el tercer “Jinete del Apocalipsis”.
La visión
material, de la vida y el mundo que implica el capitalismo, está sustentada en
la irracionalidad, la violencia, la individualidad, el consumismo, la
explotación y acumulación, por lo que formulará una ideología que justifique e
imponga esta aberración, como una verdad incuestionable de carácter
“universal”.
Y es aquí donde surge el cuarto “Jinete del Apocalipsis”, es
decir, el eurocentrismo, entendido como el aplicar la visión del mundo y la
vida a todos los pueblos del mundo como universal, y condenar a la visión del
mundo y de la vida de los demás pueblos del mundo con un carácter particular.
Este prejuicio
cognitivo implica que el centro del mundo, intelectual, cultural, social,
historiográfico y geográficamente es Europa. Según el Dr. Ramón Grosfoguel,
“hace del pensamiento de los hombres de cinco países: Italia, Francia,
Inglaterra, Alemania y últimamente Estados Unidos, se imponga sobre el resto de
la población mundial”.
Para poder establecer el eurocentrismo se necesitó de
destruir el conocimiento de los demás pueblos del mundo, lo que se conoce como
“epistemicidio”. La “historia universal, la historia del arte, la historia del
pensamiento”, etc., es únicamente, la historia de Europa.
Pero el punto es que
este conocimiento se impone sobre el de los demás pueblos a partir de su
supuesta “universalidad”. Es decir, de “un solo universo, el europeo” que se
hace extensivo sobre las “particularidades” de los pueblos de todo el mundo.
Por eso ahora se habla descolonizadamente de una “pluriversalidad” del mundo y
la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario