El
replanteamiento de “la razón de la vida” en los planos: personal, familiar y
comunitario. Recordar con el corazón abierto como una flor, el sentido y el
valor de la sacralidad de la vida en su nivel más amplio y la divinidad de
“nuestro mundo”, totalmente integrado e interconectado al Universo.
Tenemos que
“descolonizar la mente y el corazón”, para conocer y saber que han existido
otras formas de interpretar el mundo y la vida mucho más elevadas y longevas,
que las que la cultura judeo/anglosajona ha implantado a base de
“sangre-comercio-guerra-explotación” en los últimos cinco siglos.
Tenemos
que recuperar la vocación cultural por la educación comunitaria, familiar e
individual. El arte de formar rostros propios y corazones verdaderos. Una
educación para la vida y para servir a la comunidad. Debemos volver al control
del equilibrio social a través del autoconsumo familiar, la austeridad como
estilo de vida y la frugalidad como expresión cultural, y el rechazo al
individualismo, el consumismo, el atesoramiento, el racismo, y la re-valoración
de la prioridad del “bien común sobre la propiedad privada.
Debemos
de devolverle al pueblo, “el bien común” más preciado que posee; su gobierno. La prioridad del Estado, debe ser
la búsqueda de la conciencia y el desarrollo de la espiritualidad para coadyuvar en la armonía del cosmos, la
Tierra y los seres humanos a partir de la “democracia participativa” por medio
de la justicia, la igualdad, el trabajo y la responsabilidad por el bienestar
general.
Los que “manden obedeciendo”, deben ser los más capaces y honrados,
inteligentes y éticos, honorables y humanos. La virtud y el ejemplo como
práctica y acción permanente.
Colofón.
La
pobre y limitada visión que tenemos de nosotros mismos, de nuestra civilización
Madre y de su potencial para mejorar nuestras vidas como personas, familias y
pueblos, deviene de los preceptos y dogmas coloniales que se impusieron desde
1521 a través de la “Historia Oficial” y la pérdida de la memoria histórica y
la identidad cultural.
La
“historia de la Batalla de la Noche Triste”, el “Gran Imperio Azteca”, los “sacrificios humanos” y los
guerreros caníbales, es el referente de la cultura dominante, del
neocolonialismo de ideología criolla para referirse al pasado “prehispánico”
del Anáhuac. La ideología nos hace creer que lo “propio-nuestro”, no tiene
valor y que nada podemos sacar de él, que es vergonzante.
El que se haya
perdido la memoria histórica y que nadie se sienta orgulloso de “la otra parte”
de nosotros mismos, es la mayor victoria de la colonización. Esto
desgraciadamente sucede entre los mismos indígenas, campesinos y urbanos.
La
riqueza y sabiduría de La Toltecáyotl no tiene que ver con fenotipos, culturas,
niveles académicos, sexos o nacionalidades. La Toltecáyotl es Patrimonio
Cultural de la Humanidad.
En
efecto, la invasión europea permitió la colonización, con ella el nacimiento
del capitalismo, que inició en 1492 con la explotación de los seres humanos y
la depredación de los recursos naturales, y que se justificó con la creación de
la ideología conocida como “eurocentrismo” y su proyecto de la “modernidad”.
El
racismo eurocéntrico es la base del pensamiento capitalista que deshumaniza “al
otro”, al descubierto, al conquistado, al indígena, al moreno, al indio, al
naco, y lo sitúa en niveles de animal, para así, poderlo explotar sin ningún
remordimiento. Lo sujeta inmisericordemente a su servicio y provecho, como
esclavo, encomendado o asalariado.
La
imperiosa necesidad de iniciar la “descolonización” a partir de un pensamiento
crítico que nos libere de nuestros carceleros pero con ideas y las experiencias
“ancestrales-propias-nuestras”, no con las ideas de los carceleros. La mayoría,
de los hoy llamados mexicanos, estamos colonizados, en ello llevamos cinco
siglos. La colonización es tan vasta y “universal” que no la percibimos, es
“nuestro medio”. No nos damos cuenta de cuan colonizada está nuestra forma de
vernos a nosotros mismos, el mundo en el que vivimos y las relaciones que sostenemos.
Requerimos
descolonizar la historia, la cultura y la educación. Necesitamos investigar,
promover y difundir “la otra historia”, reconocer la esencia de nuestro
verdadero rostro y corazón ancestral, para sumarlo en armonía con “la parte occidental/universal”
que hoy nos conforma. No se trata de excluir, negar o restar, sino de sumar, de
recuperar, de reconocer y valorar.
Tenemos
que dejar de pensar en la descolonización con las ideas de los colonizadores.
Tenemos que crear un pensamiento crítico endógeno. Buscar nuestras propias
verdades, valores y principios. Porque otro mundo, si es posible.
Todo comienza
en un cambio interior, de adentro hacia afuera. Sin miedo a perder y sin
ambición de ganar. Con un intento inflexible, sistemático y permanente, con una
voluntad a prueba de debilidades, con disciplina y responsabilidad, con un
compromiso profundo por la vida, por el futuro de todos, por la vida en la
Tierra.
Requerimos
Guerras y Guerreros de la Muerte Florecida que estén dispuestos a entablar la
Batalla Florida, con sus armas ancestrales de “flor y canto”, para florecer sus
corazones y darse como alimento a la comunidad. Lo difícil no es hacerlo, sino
imaginarlo y todo comienza con un primer paso. Oaxaca, abril de 2014.
Visite www.toltecayotl.org
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