La debilidad del ser humano “moderno” es que ha
perdido el sentido trascendente de la vida. La conciencia de lo sagrado y la
sacralidad de la vida en la comprensión más amplia de VIDA se ha casi
extinguido. Desde, la suya propia hasta, la de una hormiga, pasando por la de
la Madre Tierra o nuestro Padre el Sol.
Esta “pérdida” no es casual o fortuita, ha sido
inducida por los seres más perversos y oscuros que viven entre nosotros desde
el inicio de los tiempos, por ahora los llamaremos, “mercaderes”, pero son los
que históricamente han adorado “al becerro de oro”, y han luchado por imponer
el Mercado sobre el Estado, esclavizando a los humanos y explotando a la
Naturaleza.
Así como es la Luz es también la oscuridad,
como Quetzalcóatl y Huitzilopochtli, como la generosidad y la usura. De esta
manera, los expertos en ciencias sociales, especialmente “la corriente crítica
del pensamiento latinoamericano”, para “entender lo que nos está sucediendo”,
dividen en tres partes la historia de la humanidad.
Desde el inicio de la agricultura en las
márgenes de los ríos Nilo, Tigris y Éufrates, hasta la invasión europea al
continente llamado milenariamente en lengua náhuatl Ixachillan y que los
europeos bautizaron como América (8000 a.C. a 1492 d.C.) a este largo tiempo le
llaman “Mundo Antiguo”.
La segunda parte va, desde el inicio de la
invasión europea hasta finales de la década de los años noventa, a cual le
llamaron “Mundo Modero” o modernidad.
Pero afínales de esta década, se dieron
cuenta que el prometido bienestar de la humanidad que pretendió la modernidad,
termina con un estremecedor fracaso que está llevando al ser humano y al
planeta a su misma extinción.
En efecto, el Mundo Antiguo, basaba su
propuesta civilizatoria, -de realización humana,- en la trascendencia
espiritual de la existencia. Egipto, Mesopotamia, India, China, la Zona Andina
y el Cem Anáhuac, sustentaron su “desarrollo humano” en la búsqueda de
traspasar los efímeros linderos de la existencia material.
Por el contrario, la civilización más joven ha
sustentado su propuesta de desarrollo humano en el plano material de la
existencia, por lo que el comercio y la guerra fue (y sigue siendo) la base de
su desarrollo económico y potencial hegemónico global.
La adoración “al becerro
de oro” se ha llevado a sangre y fuego, por medio de sus galeones, cañoneras y
portaviones a todos los rincones del mundo, desde 1492 hasta nuestros días.
Pero en los últimas décadas, gracias a los
avances tecnológicos en las comunicaciones, los “mercaderes” han logrado
penetrar y dominar, no solo la mente de los humanos, sino fundamentalmente su
corazón.
La televisión, la radio, la Internet y las nuevas tecnologías, han
destruido, casi por competo el sentido sagrado y divino de la existencia de los
seres humanos “modernos”.
A partir de destruir sus milenarias
tradiciones, fiestas, usos, costumbres, espiritualidad, fraternidad,
solidaridad, e imponer de manera brutal o subliminal, nuevos valores,
principios, significados, actitudes, no solo en su mente, sino esencialmente en
su almas.
Esto se ve reflejado en “la vida moderna”, es decir, el consumismo,
individualismo, competitividad, pragmatismo, violencia e insensibilidad social,
así como irresponsabilidad ambiental.
Lo que ha dado como resultado un mundo
moderno, violento, injusto, contaminado, corrupto, estresante, desolado e
inhumano.
El fracaso de “la Modernidad” es hoy, -por
desgracia-, una atroz realidad que condena a nuestros hijos a la pérdida de
“este mundo”, como hoy lo conocemos, para sus hijos.
Re-incidiendo, los
pensadores que defienden el culto al “becerro de oro” y a la modernidad, ante
lo que han llamado “el fin de la historia”, ahora proponen otra supuesta etapa
de la humanidad a la que llaman “Postmodernidad”, pero a final de cuentas es
“la misma gata, solo que revolcada”.
Se requiere cambiar totalmente y de raíz, los
valores y principios necrófilos de la vida que han impuesto, los mercaderes.
Se
requiera “conocer, revisar y analizar”, de manera descolonizada y eurocéntrica,
los valores y principios de vida de los pueblos antiguos de todo el planeta,
para reconocer los valores y principios ancestrales...
...que han podido sobrevivir a
este epistemicidio en los últimos cinco siglos de
“eurocentrismo-capitalismo-culto al becerro de oro”, y con ellos, construir una
propuesta para retomar el camino de la humanidad, dejando atrás los últimos
siglos de oscuridad, maldad y deshumanización.
Debemos de analizar QUÉ ES LO ESENCIAL Y
TRASCENDENTE EN LA VIDA, dejando atrás la visión únicamente material de la
vida, el enriquecimiento y consumismo.
Volver a invertir el menor tiempo y
energía en satisfacer las necesidades básicas de subsistencia y dedicar el
mayor tiempo y energía a la búsqueda de la trascendencia espiritual de la
existencia.
Nuestros Viejos Abuelos a esto le llamaron Toltecáyotl, entendida
como “el arte de vivir en equilibrio” y a quienes lo practicaban los llamaban
TOLTECAS.
La corriente de pensamiento crítico
latinoamericano en ciencias sociales, a esta nueva búsqueda, basada en la
sabiduría ancestral le llama TRANSMODERNIDAD.
Viste www.toltecayotl.org
3 comentarios:
99% de acuerdo pero el 1% en que desacuerdo es muy importante: La solución está en la palabra de Dios (Evangelios)
Maestro Marín,muchas gracias por sus escritos que nos dan luz y esperanza. Que Dios lo bendiga.
Maestro Marín, el futuro de la humanidad esta en cada uno de noestros y en nuestos hijos, soy madre y profesora y con su programa de radio y sus escritos hemos aprendido mucho en la casa de usted. Felicidades y siga trabajando así. María López
Publicar un comentario