Por ello, ante el brutal fracaso
de la democracia representativa, que se ha transformado en una kakistocracia
cleptómana, donde gobiernan las personas más ruines y bajas; resulta muy
saludable e inspirador, conocer cómo se les daba un mensaje de sabiduría, a
aquellas personas que iban a ejercer la autoridad y el poder, en la democracia
participativa tolteca del Cem Anáhuac. Por lo cual, “trascribimos libremente”, partes de un Huehuetlatolli que
corresponde al capítulo décimo del libro VI del Códice Florentino:
“Persona, Tlatoani, tú,
preciosa persona, venerable precioso, piedra
preciosa, turquesa preciosa, pluma preciosa, en verdad tú vienes a
asentar que, en verdad aquí se ha dignado colocarte Tloque Nahuaque, Ipalnemoa
(la divinidad suprema).
Se entiende que el nuevo responsable debe ser una persona muy valiosa y
que ha sido designado por “Aquél por quien se vive”, para llevar tan alta
responsabilidad que implica el gobernar.
“Pues ahora
verdaderamente se fueron, y fueron a yacer tus generadores, tus progenitores, a
quien borró, a quien escondió nuestro Señor. Allá van a permanecer.
Tus padres y tus
abuelos, al partir detuvieron, al partir dejaron sembrada a su gente.”
El nuevo dirigente tiene “atrás de sí” a todos sus antepasados, por lo
cual de actuar con sabiduría y justicia, porque él y sus actos, son la
presencia viva de sus antecesores y el legado para sus hijos y nietos.
No está aquí con
nosotros la persona, el Tlatoani, el que ya partió a la región de los
descarnados.
Sólo un instante, un
momento tomó prestada a la ciudad, sólo los uno, sólo lo vio en sueños. Nada es
para siempre, sólo un poco aquí.
El anterior gobernante ya murió. La vida es breve, todo cuanto se hace
cuenta y nada es permanente. Debes hacerte consiente y responsable de tu alta
responsabilidad.
“Y tú te echarás la
carga, los sustituirás en la carga, los descansarás del cacaxtli (del pueblo)
que ellos, tus engendradores, los tetecutin, los tolaloque, (los que mandan) te
heredaron. De ellos tú saliste, de los que hace algún tiempo se fueron a yacer
(tus antepasados que han muerto). En tu espalda, en tu seno, en tu lugar de
cargar Nuestro Señor asienta lo que es cargado, la carga, la cola, el ala, los
masehuales, los voluntariosos, los caprichosos.”
Entendido que: el nuevo tlatuani, tendrá que asumir toda la
responsabilidad de guiar al pueblo, y que en el pueblo, hay todo tipo de personas,
positivas y negativas, con todos tendrás que tratar.
“Y esto más, persona,
tlatuani, señor nuestro, mi venerable noble: dígnate actuar con todo esfuerzo,
ofrécelo todo, dígnate actuar con todo vigor.
Suspira, entristécete,
implora la misericordia de Nuestro Señor Tloque Nahuaque (El que está aquí y en
todas partes al mismo tiempo), recibe llama al que viene con sus lágrimas
desbordadas en las manos, el que viene a mostrar su destino.”
Se le pide a la autoridad que actué en el poder haciendo su mejor
esfuerzo y con mucho vigor. Que le pida inspiración y consejo a la divinidad
suprema para poder atender y entender al pueblo, que viene con su dolor a pedir
ayuda, guía, orientación.
“No hagas el tonto. No
hables apresuradamente, no tomes la palabra con precipitación, no la arrojes.
Toma, ase, alcanza lo verdadero, pues se dice, y es cierto, que tú representas,
que tú eres el sustituto de Tloque Nahuaque; eres su exhalación, eres su soplo;
en tu interior habla; te hace su labio, te hace la abertura de su boca, te hace
su oreja”.
Le pide a la autoridad que no se desentienda de su altísimo deber y gran
responsabilidad. Que sea moderado con la palabra, que no abuse de ella, que no
hable por hablar, que no sea demagogo. Que diga “palabras verdaderas”,
honorables, sabias; porque él representa a la divinidad suprema y ella, lo usa
a él, como autoridad, para hablar, ver y escuchar a su pueblo. Él es solo un
instrumento.
“Examina otra vez las
cosas, ojalá hagas luz, porque Nuestro Señor te hace sus dientes, te hace sus
uñas, porque eres como una fiera, eres su fiera, eres su juez, enójese quien se
enoje. ¿Acaso es tu deber actuar como hombre? ¿Acaso Nuestro Señor hablará como
hombre? Ya tú lo sabes.”
Los asuntos de gobierno los debes de examinar con detalle, paciencia y
de manera minuciosa. Porque en ti la divinidad suprema expresa su sabiduría y
amor a su pueblo. Tus decisiones deben ser las correctas porque están
inspiradas en “Aquél por quien se vive”. Esa es tu responsabilidad.
“También esto: no hagas
extravagancias en la estera, en la silla (en el poder). No estés jadeando, no
estés acezando (no estés ávido de poder). Aunque digas “soy tlatoani”, no hagas
pedazos a la gente, no estés colocado sobre la gente (no dañes ni abuses de la
gente con el poder), no arrebates las cosas, no derrames las cosas. (no robes,
no malgastes, no desperdicies el trabajo de los demás y los bienes de Dios)”
El poder no es para hacer lo que el gobernante quiera. El cargo no debe hacer
perder el juicio y el equilibrio. Debes ser mesurado, austero, justo, humilde.
No presumas de tu estatus ni de tu responsabilidad, no humilles a la gente con
tu autoridad, no abuses de ella con la gente. No tomes lo que no es tuyo y
cuida el patrimonio de la comunidad y el gobierno, no lo desperdicies,
dilapides y deshonres.
“Pero no dobles las
manos, más bien levanta la cabeza. No coloques frente a ti, no pongas encima de
ti el tlatconi, el tlamamaloni. (No dejes que el hombre del pueblo se insubordine).
Debes hacer lo correcto para que la autoridad que representas, no se
pierda entre la gente a la que tienes que servir. No te iguales con la gente. Honra
y dignifica la autoridad.
“También tranquilamente
en la estera, en la silla (el poder) haz merced a la gente, acaricia a la
gente. No hagas llorar, no hagas entristecer, no hagas gritar a nadie. Y si
alguna vez golpearas en la cabeza, si hicieras aparecer tu furor, tu cólera, si
alguien llamaras con enojo, provocarás asombro, escandalizarás.”
Se ecuánime en el poder. Ayuda y
trata bien a los gobernados. Que tus actos y decisiones no lastimen ni ofendan
al pueblo. No sanciones con enojo. Que no haya ira en la aplicación de la ley
porque esto provocará desconcierto y asombro entre el pueblo, desconfianza.
“No vayas a decir
palabras vanas, a decir bromas, a colocar el ombligo (hacer burlas o críticas),
pues las palabras vanas, las chanzas, no son de tu oficio”
No seas demagogo. Guarda y cuida tu lenguaje de tu alta dignidad. No te
burles o critiques, no seas vulgar ni hagas bromas porque no es correcto por la
autoridad que representas.
Aunque hasta hace poco
te divertía el macehual, aunque te regocijabas como humano con tu hermano
menor, con tu hermano mayor, ahora has sido deidificado. Aunque eres hombre
como nosotros, aunque eres nuestro amigo, aunque eres nuestro hijito, aunque
también eres nuestro hermano menor, aunque eres nuestro hermano mayor, ya no
eres como nosotros, no te vemos como humano; ya representas a la gente, estás
en lugar de la gente. Tú llamas, tú hablas en un lenguaje extraño con Dios, con
Tloque Nahuaque. Él habla en tu interior, en tus entrañas. Viene a hablar por
tu boca; eres su labio, la abertura de su boca, su lengua, sus ojos, su oreja. A ti te hizo su recadero, te llenó de
honra pues dispuso tus colmillos, tus uñas. (Dios hace justicia a través del
tlatuani).
A pesar de ser un ser humano igual que todos, por la autoridad que se te
ha conferido, tú ya no eres como la gente común, la responsabilidad que has asumido
te hace diferente, ya no eres como antes, ahora debes ser una mejor persona,
porque la divinidad suprema se expresará a través de ti, hablará con tus
palabras, verá con tus ojos y escuchará con tus oídos, actuará con tu persona.
Tu alta dignidad y la responsabilidad que posees, te acerca a lo sagrado y a lo
divino, te transforma para servir a tu pueblo.
“Ya no te regocijes como en el tiempo pasado
en que te dabas confiadamente al placer. Dispón tu corazón como de viejo
(adquiere la sabiduría que da la edad), dignifica, haz fiero tu rostro, tu
corazón, tu vida. Estímate a ti mismo, hónrate, hazte fiero. Dispón como viejo,
haz aparecer como de viejo, has divina tu palabra, tu discurso.
Por tu alta dignidad y gran responsabilidad con tu pueblo, actúa con
madurez y reflexión. Compórtate con seriedad y aplomo, con mesura lleva tus
actos delante de tu pueblo. Se el ejemplo y la imagen de la rectitud y el
equilibrio, de lo sagrado y de lo divino.
Habla con la verdad y con sabiduría, pide inspiración a la divinidad
suprema para que por tu boca se exprese su designio.
“Ahora ya eres
diferente, eres respetado, eres digno de respeto; fuiste colocado aparte, estás
lleno de honra, lleno de fama; eres valioso, eres admirable, eres persona
preciosa; digno de ser guardado, digno de ser honrado, de ser tenido como hijo
menor (heredero de todos los bienes). No por ti mismo atemperes, no apagues tu
voluntad. No coloques el obligo sobre la estera, sobre la silla, sobre el
señorío, sobre el gobierno.”
Por la alta autoridad que has asumido ahora eres una persona de respeto
y respetada. Tu responsabilidad conlleva fama y honra, y te hace valioso para
el pueblo y eres admirado. Por la alta dignidad que has asumido eres una
persona valiosa para la comunidad, eres su autoridad, el que decide, el que
gobierna, representas el bien común más valioso del pueblo. Por ello no puedes
hacer burlas o críticas desde tu puesto de responsabilidad.
“No te hagas como fiera;
no estés del todo mostrando tus dientes (no seas inclemente). No enfurezcas por
completo pues espaciarás las cosas (no robes, no malgastes, no desperdicies el
trabajo de los demás y los bienes de Dios), espantarás, te harás lleno de púas,
lleno de espinas. Esconde tus dientes, tus uñas (no seas insensible). Acaricia
reúne, congrega, lisonjea, seduce, al cerro (a la comunidad), ordena sus
lugares. Asista tu forma de ser, tu manera de vivir.”
Obra con rectitud y sabiduría en tus actos de gobierno. No te puedes
enojar y menos en público, debes ser sereno y firme, sabio y terso en el trato
con quienes te ayudan a gobernar y a organizar. Se amable y generoso con tu
pueblo. Erradica la corrupción sé un mandatario limpio y transparente,
verdadero, honesto y humano. Convoca, suma, se pro activo, receptivo y atento a
las voces de tu pueblo. Imparte justicia con sabiduría y prudencia. Vive de
manera austera, sobria y humilde. Se el primero en mostrar el ejemplo de la
rectitud y la virtud en la vida.
“Pon atención, persona,
tlatoani, noble mío, señor nuestro, persona preciosa. No cualquier lugar se
puede pisar. No vayas a ejercitar tus pies pues no tranquilamente es buen
lugar, no pacíficamente es lugar propicio el lugar de la estera, la silla (la
autoridad), el lugar de la honra. En la tierra se deslizan, se resbalan las
cosas; nadie avanza porque están juntos, están reunidos el lazo, el pozo, la
trampa, las pajas duras, la cuerda.”
Entiende gobernante, no por tu alta dignidad puedes hacer o pasar por
donde tú quieras. Tienes que respetar al pueblo y a las demás autoridades que
también tienen su dignidad y su responsabilidad. Hay cosas y espacios que no se
pueden hacer y tocar, ni aún el gobernante, porque de hacerlo se creará
violencia y rencor. Evita los pantanos y los espacios materiales e inmateriales
“resbalosos”. No hay enemigo pequeño y el terreno del gobernante es la ley y la
justicia.
“El sustento de Nuestro
Señor nos de huesos, nos da carne, nos da fuerza. Consíguelo, pues en verdad se
dice que no es tranquilo el gobierno; así es como se dice que no
descansadamente hay bebida, hay comida.”
El pueblo necesita tener los bienes necesarios para satisfacer con
dignidad sus necesidades. El gobierno debe ofrecer la posibilidad de que el
pueblo con su trabajo satisfaga sus necesidades, el gobierno debe brindar la
seguridad y el bienestar. El gobierno debe trabajar arduamente para auspiciar que
no falte esto a su pueblo.
“No te alegres en el
lugar de la estera, en el lugar de la silla; no gozarás, en ningún lugar estarás
contento; sólo sufrirás, te afligirás, harás penitencia.”
El
ejercicio del poder no es para gozar y disfrutar de él. El gobierno es un lugar
de trabajo y dedicación total y permanente. Si no es así, solo sufrirás y
tendrás sólo problemas.
“Y atiende, oh, persona
preciosa, señor nuestro, ojalá que no haya yo dañado tu corazón, que no haya
levantado tu cólera, tu ira; que no haya hecho salir tus uñas, tus dientes.”
Señor gobernante, espero que no te hayan ofendido mis palabras, que no
provoquen tu cólera y tú ira, tu enojo. Como gobernante debes saber escuchar
con paciencia y humildad, para abrir tu corazón.
“Esto es suficiente.
Ante ti me resbalo, me tropiezo, trastabilleo. Y delante de Él ando dando
rodeos, paso adelante, salto allende Nuestro Señor Yohaualli Ehejecatl. Pues Él
está aquí, nos escucha, se digna tomar, se digna oír la palabra, el discurso.
El error que he hecho salir, el balbuceo de tartamudo, el sito de no estar, el
sitio de no permanecer, lo he elevado, lo he colocado, lo he dicho.”
Esto es suficiente. Espero no haber errado en lo dicho ante ti y la
Divinidad Suprema que todo lo ve y lo escucha, que todo lo sabe. Espero no haber incomodado.
“Es todo, pertenece,
corresponde a la maternidad, a la paternidad, es la costumbre.”
Este discurso es el que nos han legado, como un tesoro, nuestros
antepasados y es el mismo que se le da a todos los que asumen la autoridad, el
gobierno, para que lo conozcan, para que lo recuerden, para que no lo olviden y
lo lleven en su corazón. Esta es nuestra costumbre.
“Es todo. Yo, lo ofrezco
(mi discurso) a la Persona, a Nuestro Señor. Él lo toma, lo escucha. A él lo
doy, frente a él lo ofrendo. Haz tu oficio, haz tu
trabajo, persona, señor nuestro, tlatoani.”
Es todo lo que debe saber la autoridad, el gobernante, a él se lo
ofrezco. Nuestro Señor lo escucha y lo toma, a Él también se lo ofrendo y es un
tesoro de nuestros antepasados.
Gobernante, cumple con tu alta responsabilidad, eres un ser humano, eres
nuestra autoridad, haz tu trabajo, cumple con tu digno cargo.
Visite www.toltecayotl.org
Por favor dejanos tu opinión, gracias
2 comentarios:
Es inexplicable como hemos caída tan bajo, en los tres niveles de gobierno, de todos los colores, todos roban y dejan robar a manos llenas...qué nos pasó?
Maestro Marín, después de su brillante conferencia en Tlaxiaco y al leer sus escritos ha despertado en mi el orgullo de ser Mixteco y una gran necesidad de buscar nuestro pasado antiguo. Muchas gracias. Profesor Néstor Martínez
Publicar un comentario