Como ya hemos dicho, en este “mes
de la patria”, México y los “mexicanos” surgieron en 1821 a través de una
traición de un criollo llamado Agustín de Iturbide.
Que con un ejército financiado
por los gachupines tenía como misión derrotar al mestizo insurgente Vicente
Guerrero que resistía con una pequeña fuerza en las Montañas del Sur.
Para con esta derrota, acabar la
insurrección que había iniciado el criollo Hidalgo y sus cómplices criollos,
que pretendía derrocar al Virrey gachupin, mientras el rey estuviera preso en
Francia en las garras de Napoleón.
Los criollos ocupaban lugares
secundarios en la administración, la iglesia y el ejército virreinal, lo que
motivó a los largo de tres siglos la envidia y el rencor por esta “injusticia”
de los gachupines.
Después de 11 años de guerra
civil, con el “Abrazo de Acatempan”, se termina la supuesta Guerra de
Independencia y el criollo de Iturbide crea El Primer Imperio Mexicano del
Anáhuac.
Así inicia México, y se crea “la
patria de los criollos y para los criollos”, excluyendo totalmente a los
indígenas y a los mestizos.
Este país desde 1821 lo dirigen y la usufructúan un
puñado de criollos desalmados con “su pueblo”, al que siempre han despreciado,
excluido y utilizado.
La supuesta “Guerra de Independencia”
comenzó porque Hidalgo, al saberse descubierto por los gachupines, y en una
acción desesperada, echa las campas a vuelo en el pueblo de Dolores, y al grito
de “es hora de matar gachupines”.
Hidalgo convoca a la insurrección
a los anahuacas que estuvieron explotados y excluidos durante tres siglos bajo
el dominio colonial, no para liberarlos, como dice la “historia oficial”, sino
para liberarse del castigo por la conspiración descubierta.
Los anahuacas primero, los
campesinos después y a partir de la segunda mitad del siglo XX, los habitantes
del Anáhuac, han sido utilizados en las guerras fratricidas entre criollos por
el poder.
Desde esclavos enardecidos,
pasando por peones acasillados y hasta lumpen proletariado, como tropa de leva,
mansos obreros, dóciles empleados o voto cautivo, los descendientes culturales
del Anáhuac son carne de cañón.
Llevados a la matanza por “nobles
ideales de justicia e igualdad”, pero una vez victoriosos, los criollos de
cualquier bando, siempre los han traicionado.
De modo que mientras los criollos
siempre han puesto las ideas (permanentemente importadas), los anahuacas han
puesto los muertos, los acarreos y los votos.
La historia se repite como un
disco rayado, si es una cruel y sangrienta lucha armada, todo queda en “quítate
tú para que me ponga yo”.
Y si es una lucha política, como
todas, plagada de ilegalidades y corruptelas, todo termina en: que todo cambie
para que todo siga igual.
Esa es la triste historia de la
patria de los criollos.
De este modo, los primeros tres
siglos de la invasión-ocupación de los gachupines y los dos últimos siglos,
continuados por los criollos, el Anáhuac y sus hijos han vivido la explotación,
la exclusión y la injusticia.
A una de las seis civilizaciones
más antiguas de la humanidad (mucho más antigua que Europa), se le han quitado
sus milenarias lenguas, su ancestral historia, su portentosa sabiduría, sus
mejores tierras, y su antigua religión, para poder explotarla sin piedad.
Religión originada en el Anáhuac,
que tenía fácilmente 3500 años de haber sido creada en estas tierras para
imponer una religión que apenas en España tenía unos decenios de haberse hecho
obligatoria.
En efecto, la península ibérica
hasta con los reyes Isabel y Fernando se convirtió obligatoriamente católica,
por eso se proclamaron “Los Reyes Católicos”.
Los musulmanes, arrios y judíos
tuvieron que salir de España, cambiar de religión o morir.
Porque por siglos en la península,
convivieron los musulmanes, judíos y arrios. Es hasta el siglo XVI, en 1516 que
se crea el reino de España, como un reino católico.
A los anahuacas se les extirpó su
milenaria religión a base de un feroz e inhumano, terrorismo de Estado.
Y
durante estos cinco siglos se les ha privado de su memoria histórica y su
identidad, porque es la base de su explotación y sometimiento.
A través de un terrorismo de
Estado, se impuso un sistema colonial basado en la injusticia, el despojo y el
abuso. Primero que capitalizó a Europa para iniciar le era del capitalismo y en los últimos dos siglos al capital financiero trasnacional.
Se crearon instituciones, leyes y
autoridades coloniales, que tenían como objetivo extraer riqueza para la corona
a través de la feroz e inhumana explotación de los pueblos anahuacas y la
depredación de los recursos naturales.
A partir de 1821, todo cambió
para seguir igual. El sistema colonial se mantuvo, solo se decapitó el poder de
los gachupines, a quienes se les expulsó y en su lugar los criollos crearon “su
país de ellos y para ellos”.
Los criollos crearon una
república de opereta nacida y sumida en la corrupción y la impunidad. Donde los
“indios” estaban excluidos de las decisiones y sufrían todo el peso de la
explotación para generar riqueza.
Desde 1821, el “modelo económico”
de los criollos ha sido: entregar al pueblo indígena y mestizo como mano de
obra barata, casi en calidad de esclavos.
Abrirles las puertas a los capitales
y las empresas extranjeras para la explotación impune y depredadora de los
recursos naturales.
Fue el “modelo económico” de
liberales y conservadores. Fue el “aplaudido modelo del porfiriato”, fue el
modelo posrevolucionario y sigue siendo el mismo de los neo-liberales. Nada ha
cambiado.
Los hijos de los hijos del
Anáhuac, llámenles: indígenas, campesinos, asalariados, desempleados,
subempleados, trabajadores de salario mínimo.
O como ahora les llama la TV:
indios, nacos, prietos, plebe, mugrosos, monitos, viven en la ignorancia,
pobreza e inconsciencia más abyecta.
El sistema neocolonial “así los quiere, así los necesita”:
individualistas, fanáticos, enajenados, groseros, irrespetuosos, inseguros y
violentos, frágiles y agresivos, egoístas y abusivos, corruptos e inmorales.
Así se les quiere y así se les
necesita para ser la 14ª economía del mundo, los grandes negocios y los grandes
robos.
Para ser los mayores consumidores
de refrescos, de tintes para el cabello y comida chatarra.
Con uno de los salarios más bajos
del mundo, con la gasolina más cara y el paraíso de los cleptómanos y
criminales, done el 98% de los delitos no se castigan.
Con unas tarjetas monex y
regalando pantallas se les tiene controlados, mansos y cooperativos. Para “los
hijos de la patria”, en su mes.
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