La historia la escriben los vencedores. La amputación brutal de la historia de civilización del Anáhuac, una de las seis más antiguas y con origen autónomo, y la que llegó a alcanzar la más alta calidad de vida para la mayoría de la población en la historia de la humanidad; sigue sin ser analizada y aclarada, de cara a sus propios hijos y a “la Historia Universal” eurocéntrica.
Las mentiras, mitos y fantasías que inventaron los conquistadores, misioneros, funcionarios coloniales y anahuacas convexos, para, no solo tratar de borrar los grandes crímenes de lesa humanidad que se cometieron por asesinos, ladrones y fanáticos religiosos, sino para mantener una supuesta superioridad cultural, religiosa y humana de Occidente sobre el Anáhuac, que justificó y ha permitido la colonización mental, cultural y espiritual del pueblo, primero en la Colonia hispánica (1521-1821), y a partir de 1821 hasta nuestros días, en el periodo neocolonial de ideología criolla en “México, el país de los criollos y solo para los criollos”.
Pero, qué fue lo que en verdad sucedió de 1519 a 1550 en el Cem Anáhuac. Cómo es que se “destruyó el gran imperio azteca”. Cómo fue posible que 550 expedicionarios españoles hayan vencido a la Triple Alianza que contaba con más de medio millón de guerreros y era “la dominadora de todo el territorio que hoy conforma a México”.
Para entender este “misterio colonial” se requiere un poco de información verídica, un profundo análisis, la intención de “descolonizar la historia”, mucho “sentido común” y desarticular la versión oficial que crearon los colonizadores desde Hernán Cortés hasta Matos Moctezuma, y que han mantenido los neo colonizadores contemporáneos para seguir usurpando el poder.
El mito de que los pueblos y culturas del Cem Anáhuac eran guerreros, caníbales, fanáticos idolatras, primitivos e incivilizados, como lo plantea Mel Gibson en su película Apocalypto, es un buen ejemplo del discurso que Occidente mantiene desde hace cinco siglos para que no se sepa cómo se destruyó una de las civilizaciones más importantes del planeta. Que no se conozca uno de los grandes holocaustos de la historia de la humanidad. Pero sobre todo, que sus propios hijos, no sepan lo que les sucedió a sus antepasados y queden en la orfandad más desoladora, porque la pérdida de la memoria histórica hace a los pueblos frágiles, vulnerables y esclavos; por otra parte, los hace inseguros, fanáticos y fantasiosos.
Necesitamos hacer algunas consideraciones muy importantes para darle contexto al análisis. Primero es que en el Anáhuac se vivía un periodo de decadencia cultural, el cual tuvo su inicio con el colapso del periodo Clásico superior (850 d.C.) y que tiene que ver con la partida de Quetzalcóatl y su profetizado regreso en el año uno caña (cada 52 años). Por el contrario, la historia oficial ubica a los mexicas en la cúspide del desarrollo y poder del Cem Anáhuac…totalmente falso.
Segundo, que los mexicas y su Triple Alianza no era tan poderosa y tan extensa como lo afirman los historiadores hispanistas. Territorialmente apenas dominaban el Altiplano Central y una reducida parte de la Costa del Golfo. Las zonas: maya, oaxaqueña, purépecha, la Gran Chichimeca y la Montaña de Guerrero, nunca fueron avasalladas por los mexicas. De modo que es falso e inexistente “el gran Imperio Azteca”.
Cuarto, que los mexicas era un pueblo joven y descontextualizado de los más de mil años de esplendor tolteca (200 a.C. a 850 d.C.). Que fundaron Tenochtitlán apenas en el año 1325 d.C. (196 años antes de su caída) y que realmente tuvieron una relativa expansión y pequeño poder a partir de 1440, cuando Moctezuma Ilhuicamina y Tlacaélel, tlatoani y cihuacóatl respectivamente, iniciaron la transgresión al pensamiento tolteca (Toltecáyotl).
Es decir, se desechó el sentido espiritual de la sociedad por el sentido material, de dominio y culto a la materia. Con ello, las guerras floridas, dejaron de ser interiores-espirituales, para pasar a ser físicas y contra sus vecinos, lo cual duró solo 81 años (1440 a 1521). Insignificantes resultan estos 81 años de degradaciones y trasgresiones para opacar los siete mil quinientos años de desarrollo humano en el Cem Anáhuac, desde la invención de la agricultura en el sexto milenio a.C. hasta la caída de Tenochtitlán.
Quinto, el concepto distorsionado de la Guerra Florida mexica, contradecía en esencia al concepto tolteca de una guerra interior de carácter espiritual. Sin embargo, en la Guerra Florida de los mexicas estaba prohibido matar al contrincante, quien debía ser hecho prisionero para ser curado, alimentado y entregado a los sacerdotes, para que éstos lo sacrificaran. Las guerras mexicas estaban revestidas de una abigarrada parafernalia y una compleja tramitología que tardaba meses en desencadenarse, para llegar a un acuerdo en tiempo, lugar y número de hombres para el combate.
Sexto, pero lo más importante para este análisis, es que los pueblos o Señoríos que eran vencidos, se les establecía un tributo que tenían que pagar escrupulosamente, pero… aquí viene lo importante, eran “incorporados” como socios/aliados a la Triple Alianza, lo que implicaba que en las siguientes expediciones ellos participaban militarmente y tenían derecho a recibir parte de los tributos impuestos a los vencidos.
Justamente fue esta práctica cultural la que asumieron, primero los aliados de Hernán Cortés, en su calidad de “embajador de Quetzalcóatl”, porque así se presentó en el Anáhuac. “Después de haberle hablado de parte de vuestra majestad y le haber dicho la causa de mi venida a estas partes, le pregunté si él era vasallo de Mutezuma…” (Hernán Cortés Segunda Carta de Relación). En efecto, los dirigentes de los Señoríos de Zempoala, Tlaxcala y Texcoco, creyeron las mentiras que Cortés les dijo, asesorado por Malinche. Y se creyeron coparticipes de una lucha teológica y militar, al combatir contra aquellos que trasgredieron la enseñanza de la Toltecáyotl y minimizaron la importancia de Quetzalcóatl.
Los aliados anahuacas de los españoles no participaron en una invasión, sino que, para ellos, fue una guerra teológica entre Quetzalcóatl, advocación tolteca de la divinidad en su esencia espiritual y Huichilopoztli divinidad tribal de los mexicas que representaba la materia, la voluntad de poder y de dominio. Los mexicas suplieron al Tezcatlipoca Azul Tláloc y en su lugar impusieron a Huitzilopochtli.
Por eso, los aliados anahuacas de Cortés, se bautizaron de inmediato y asumieron los usos y costumbres castellanos, creyendo que era el anunciado y esperado regreso de Quetzalcóatl. Cortés en su discurso, afirmaba que el Rey de España era Quetzalcóatl, y que lo había enviado a restablecer el orden religioso que los mexicas habían trasgredido.
Para entender cabalmente la dimensión de esta situación, debe leerse de la propia mano de Hernán Cortés, en la Segunda Carta de Relación, página 60 de Editorial Purrua, el discurso que Moctezuma les dio a sus aliados y Señores tributarios delante de Cortés y sus hombres. Moctezuma literalmente entrega el mando de la Triple Alianza a Cortés, pues está seguro, por lo que el español le contó, de que lo envió Quetzalcóatl (el rey de España) a restablecer el orden religioso, deponiendo a Huitzilopochtli y reinstalando a Quetzalcóatl. Para el Tlatócan y para Moctezuma, Cortés era el capitán de Quetzalcóatl y que de ahí en adelante, él mandará, y que Moctezuma y todos los aliados y Señores tributarios obedecerán a Cortés, como antes lo habían obedecido a él.
“Y mucho, pues a todos es notorio todo esto, que así como hasta aquí a mí me habéis tenido y obedecido por señor vuestro, de aquí adelante tengáis y obedezcáis a este gran rey, pues él es natural señor, y en su lugar tangáis a este su capitán; y todos los tributos y servicios que hasta aquí a mi me hacíades, los haced y dad a él, porque yo así mismo tengo en contribuir y servir con lo que me mandare; y demás de hacer lo que debéis y sois obligados, a mi me haréis en ello mucho placer”. Hernán Cortés, Segunda Carta de Relación, 30 de Octubre de 1520.
Cuando fueron vencidos los mexicas y sus aliados, ellos mismos se sumaron a las operaciones de los españoles, en calidad de “iguales”, (como era su cultura guerrera del periodo Postclásico), tanto de conquista como de fundación y construcción de las nuevas ciudades en dónde empezaron las tareas de extracción de la riqueza, especialmente los minerales, por lo cual los pueblos nahuas del altiplano fundaron y construyeron muchas ciudades, especialmente en el Norte. No solo fueron los tlaxcaltecas.
Para el caso de Oaxaca fueron los xochimilcas, tlaxcaltecas, mexicas y los de Chapultepec, los que llegaron a fundar “Segura de la Frontera”. En el inicio de la construcción de La Nueva España, los anahuacas participaron activamente, de hecho fueron ellos los que realizaron las guerras, las edificaciones y poblamientos. Los españoles eran muy pocos y no conocían ni la lengua, ni las culturas, solo encabezaban las acciones de saqueo y explotación europeas, mismas que aprendieron los anahuacas y las pusieron en práctica en contra de sus hermanos.
De esta manera se puede afirmar que la Conquista del Cem Anáhuac justamente comienza con la caída de Tenochtitlán, y ha seguido, -a sangre y fuego-, a lo largo de estos cinco siglos y al parecer no termina.
Ayer fue el arcabuz y la encomienda, hoy es el salario mínimo y las concesiones a las empresas trasnacionales. Como lo refiere el Dr. Guillermo Bonfil Batalla, la lucha entre el México profundo y el México imaginario a veces brutal y descarnada, la mayoría de las veces subterránea y silenciosa.
Desde la gran rebelión del Mixton en 1541, pasando por los múltiples estallidos sociales anahuacas en el periodo colonial, hasta llegar a las luchas de los pueblos yaquis y mayas, en el Siglo XIX.
O el estallido social en los Altos de Chiapas en 1994 por el EZLN.
La guerra de resistencia se ha mantenido estos cinco siglos y no terminan.
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1 comentario:
Profe Marín, le ha dado al clavo. El presente es extensión continua del pasado...bien, bien, adelante. Anónimo animado.
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