La historia hispanista ha creado
un falso héroe de un psicópata, que ha dejado en México una herencia negativa
sobre el ejercicio de la autoridad y el poder. Cortés fue un asesino, traidor,
ladrón e impostor, que engañó a propios y extraños, amigos y enemigos. Esta
impronta de poder es un lastre que nos impide, como sociedad, respetar la ley y
las instituciones.
A quinientos años de conmemorarse
la caída de Tenochtitlán, los descendientes culturales y los beneficiados de la
invasión, pretenden hacer de este delincuente histórico, un prohombre de la
civilización occidental.
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