La pandemia “tocó la Santa
Bárbara” de la economía mundial, afectando duramente la estructura del mundo
moderno, que se basa en la producción, distribución y consumo de miles de
millones de objetos y servicios que son superfluos y llegan a ser dañinos, no solo
al consumidor, sino también a las personas que laboran en su producción y desde
luego a la naturaleza que está siendo expoliada más allá de su capacidad de
recuperación.
El Dr. Ramón Grosfoguel
afirma que el capitalismo salvaje no es solo un sistema económico, sino
esencialmente, es una civilización. En efecto, en menos de 75 años las formas
de vida, las relaciones entre los seres vivos, la enajenación y la
deshumanización, la depredación de la naturaleza, el empobrecimiento de gran
parte de la población mundial y la contaminación ambiental han alcanzado
límites jamás pensados. Al ritmo en que iba el sistema mundial, que, por más
reuniones y acuerdos de las grandes potencias para detener la destrucción
planetaria, esta iba aumentando aparentemente sin posibilidad de detenerse. La
inercia de esta locura era imparable hasta que llegó la pandemia y de súbito la
economía casi se ha detenido. Esta maravilla no la hemos terminado de entender.
A pesar de los estudios y
las predicciones de la locura humana, en la cual se afirma que, así como íbamos
destruyendo y contaminado, la vida humana como la conocíamos, no podía
mantenerse más de 50 años. Cada año la riqueza mundial se concentra en un menor
número de personas, por consiguiente, la pobreza cada día alcanza a millones de
habitantes del planeta. El nivel de consumo y desperdicio de las economías más
ricas del planeta crece y la contaminación por la producción de los bienes y
servicios para una minoría trae consigo la pobreza, la enfermedad y la
desesperanza de millones de personas.
Doscientas empresas trasnacionales
han sembrado la pobreza, la enfermedad y la contaminación en el planeta. Las
formas más perversas y deshumanizadas para hacer dinero sobre los seres humanos
se han puesto en marcha en los últimos 50 años. La alimentación se convirtió en
un lucrativo negocio, en base a la destrucción de la agricultura tradicional y
el desarrollo de la agroindustria con sus pavorosos mono cultivos, la
contaminación del medio ambiente, el despoblamiento de las zonas rurales y, por
consiguiente, la concentración de mano de obra barata y consumidores de comida
chatarra en los cada día más grandes cinturones de miseria, que viven en torno
a los centros urbanos con mayor capacidad de consumo.
Las empresas productoras
de alimentos procesados, bebidas y alimentos chatarra, que están perversamente
diseñados, no solo para enfermar a los consumidores, sino para hacerlos adictos
a estos venenos, han dañado severamente la alimentación tradicional de los
pueblos. No solo los hace más pobres y los enferma, sino que los hace adictos a
estas drogas tóxicas disfrazadas de comida rápida y barata. Cuando la
existencia humana se basa únicamente en la creación de riqueza para unos
cuantos, la humanidad y este mundo se han perdido.
La salud se ha convertido
en un lucrativo negocio a partir de que el alimento que ingieren los seres
humanos es nocivo a la salud, lo que hace un círculo vicioso perfecto; unas
empresas trasnacionales dedicadas a la alimentación los enferma y otras
empresas trasnacionales dedicadas a la medicina aparentemente los cura de un
mal y les crea otros peores. El negocio no es la salud, por el contrario, es la
enfermedad a partir de intoxicar y alentar la adicción, tanto a los alimentos
como a las medicinas.
En el país, desde Salinas a
Peña, los funcionarios y los políticos de la manera más cínica e irresponsable,
se dedicaron a entregar a México a las empresas trasnacionales, lo que implica
la destrucción de las instituciones, la entrega del patrimonio nacional a
través de las corruptas privatizaciones y el desmantelamiento del Estado a
través de la corrupción. De Fox a Peña, se desbordó la corrupción y los
funcionarios se convirtieron en delincuentes y los partidos políticos en carteles.
El crimen organizado creció desmesuradamente, dentro del gobierno, en la
iniciativa privada y en los narco carteles asociados con agencias estadounidenses
supuestamente para combatir estos delitos.
La educación también se ha
convertido, no solo en un negocio, sino fundamentalmente en el medio para
deshumanizar y alinear a las futuras generaciones para que vivan para alimentar
el sistema sin pensar y protestar. Al igual que la salud, la educación se ha
ido privatizando a través de destruir las instituciones y la esencia, valores y
filosofía de sus objetivos. La educación cada día se ha enajenado, su objetivo
es solo instruir para un supuesto mercado de trabajo inexistente, y se han
suprimido los valores y principios en la formación de seres humanos íntegros,
equilibrados y consientes. La educación en la que tanto invierten tiempo,
dinero y esperanza los padres de familia es un fraude, porque deshumaniza a sus
hijos y cada día el mercado de trabajo se reduce y se hace más explotador y
mezquino. La educación es un fraude y un cáncer para el país.
El Covid de un golpe
desnudó lo que han sido estos gobiernos corruptos, antipatriotas y
deshumanizados. El pueblo fue entregado a las empresas trasnacionales de la
alimentación y ha dejado a un pueblo enfermo, débil e indefenso. Es lógico que
la pandemia se mortal ante millones de pobres, diabéticos, obesos, hipertensos,
enfermos cardiovasculares y desnutridos. Peña entregó más de 300 hospitales sin
terminar, pero totalmente pagados contablemente. Destruyeron el Sistema de
Salud para privatizarlo.
El Covid no puede ser
enfrentado de manera eficiente con un pueblo irresponsable, mal educado, sin
valores y sin conciencia, individualistas, consumistas, sin responsabilidad familiar
y comunitaria. Las familias presidenciales, desde Fox a Peña, han sido el
ejemplo vivo de la deshonestidad, corrupción e inconciencia. La clase política
después del Pacto por México, perdió la minúscula credibilidad y la menor
honorabilidad.
Esta pandemia ha detenido
al sistema y estamos viendo que las actividades no esenciales de la vida humana
se están derrumbando. Después del Covid tendremos que cambiar el mundo y
nuestra forma de vivir para poder tener futuro, esa puede ser la lección. El Covid nos obliga a abrir los ojos y la
mente, a despertar la conciencia espiritual. No debemos pensar en “volver a la
normalidad”, porque esa normalidad nos está extinguiendo como especie, como
nación y como individuos.
Esta es una gran
oportunidad para replantearnos la razón de la vida, del estar vivos y analizar
lo que vivimos y lo que sentimos. Lo cierto es que todos nos vamos a morir de
una u otra forma, antes o después, pero todos moriremos, pero, se muere como se
ha vivido.
Hay que temerle más a la enferma forma de vida que a la muerte
liberadora.
Educayotl AC. Educar para el futuro con la sabiduría del pasado.
www.toltecayotl.org
1 comentario:
Woow..! me ha parecido excelente este tipo de educacion inovativa..y super-mega-real!! la educacion en Mexico y en el mundo esta por los suelos, si ustedes piensan que la educacion en USA esta mejor que en Mexico...estan mal informados...es como el escritor, lo describe. Es una educacion para crear gente-trabajadora-obrera y sin metas concretas que le creen un impacto real en su vida. Me encanta Oaxaca y me entristece que la quieran cmabiar...OAXACA es un lugar magico que ofrece mucho al mundo pero que OTROS como los chinos, americanos, europeos saben robar sus grandes creaciones gastronomicas, artesanales y las producen en forma masiva ...e incluso el tan delicioso quesillo, otros granjeros del pais y extranjeros le han sacado excorbitantes beneficios...todos..menos el oaxaqueno...eso es triste..y ni siquiera mencionar a las artesanias... OJALA TODO ESTO CAMBIE...es bueno aprender de tu cultura y apreciarla, pero tambien es bueno aprender de las demas culturas para el beneficio propio de nuestra bella cultura..
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