Resulta muy sospechoso lo que hacen los políticos ante una crisis. Los políticos, que en general atienden los voraces apetitos de “los mercaderes” y que les dan “atole con el dedo” a los pueblos que, en el mejor de los casos, los han elegido, pues “el que paga manda”. Y los políticos obedecen dócilmente a los intereses privados en vez de defender el interés público.
Como las democracias son instrumentos cada día más débiles para gobernar a los pueblos, pues éstos, insistimos, día a día, acto tras acto, se dan cuenta que el interés privado esta sobre el interés público, que la iniciativa privada esta por encima del bien público.
Lo mismo que alentar la destrucción “terrorista” de las Torres Gemelas para validar un gobierno ilegitimo al servicio de los mega capitales trasnacionales. Que inventarse una “guerra contra el narco”, para legitimar un gobierno que en el mejor de los casos, posee el 0.56 % de “credibilidad democrática electorera”. Los gobiernos democráticos nacidos para servir a “los mercaderes” hacen “teatro, maroma y circo”, para legitimarse y aparentar que están al servicio y protección de su pueblo. Aunque cada día sufren más, pues es más que evidente que no es así, y no es que “el pueblo” sea filósofo, economista o polítologo. Lo que sucede es que cada día a la gente de la calle de todos los países democráticos, le es más difícil encontrar trabajo, llevar lo básico para la subsistencia de su familia, tener acceso a una buena educación o a servicios de salud.
Que todo es un negocio y que él es la víctima final o como se dice de manera eufemista “el consumidor final”. Negocio es: la alimentación, la salud, la educación y la organización social a través de los carteles delictivos llamados “partidos políticos, gobiernos en sus tres modalidades” o el simple “esparcimiento” como es el deporte o las artes que son patrimonio de las televisoras.
Efectivamente, por la ausencia de VALORES, vivimos los tiempos del “espectáculo”. Así los políticos se la viven en el “espectáculo” y se han convertido en “estrellas” de la televisión y la radio. Verdaderos protagonistas que se la viven en “las declaraciones” y recientemente en “las cadenas nacionales”.
Con la falta de credibilidad que tiene el sistema democrático y sus “protagonistas” llamados políticos, resulta que el ciudadano común no sabe qué pensar de las terribles noticias y las impresionantes declaraciones que dan, desde el Presidente de la República hasta los candidatos de la próxima contienda electoral, frente al virus de la influenza.
La verdad el pueblo esta solo. No sabe sí se le esta atemorizando para ganar una posición política o en verdad, esta frente a una catástrofe apocalíptica. No sabe si “nuevamente” creer o si es “más de lo mismo”.
No cabe duda que los cuatro jinetes del Apocalipsis son: Los políticos, la política y “la democracia”. Los “mercaderes”, el dinero y el culto al Becerro de Oro”. Los medios masivos especialmente la televisión y la radio. O el vacío existencial y la pérdida de la conciencia espiritual del mundo y la vida.
Pobres de nosotros, tal lejos de Dios y en manos de los adoradores del becerro de Oro.
Como las democracias son instrumentos cada día más débiles para gobernar a los pueblos, pues éstos, insistimos, día a día, acto tras acto, se dan cuenta que el interés privado esta sobre el interés público, que la iniciativa privada esta por encima del bien público.
Lo mismo que alentar la destrucción “terrorista” de las Torres Gemelas para validar un gobierno ilegitimo al servicio de los mega capitales trasnacionales. Que inventarse una “guerra contra el narco”, para legitimar un gobierno que en el mejor de los casos, posee el 0.56 % de “credibilidad democrática electorera”. Los gobiernos democráticos nacidos para servir a “los mercaderes” hacen “teatro, maroma y circo”, para legitimarse y aparentar que están al servicio y protección de su pueblo. Aunque cada día sufren más, pues es más que evidente que no es así, y no es que “el pueblo” sea filósofo, economista o polítologo. Lo que sucede es que cada día a la gente de la calle de todos los países democráticos, le es más difícil encontrar trabajo, llevar lo básico para la subsistencia de su familia, tener acceso a una buena educación o a servicios de salud.
Que todo es un negocio y que él es la víctima final o como se dice de manera eufemista “el consumidor final”. Negocio es: la alimentación, la salud, la educación y la organización social a través de los carteles delictivos llamados “partidos políticos, gobiernos en sus tres modalidades” o el simple “esparcimiento” como es el deporte o las artes que son patrimonio de las televisoras.
Efectivamente, por la ausencia de VALORES, vivimos los tiempos del “espectáculo”. Así los políticos se la viven en el “espectáculo” y se han convertido en “estrellas” de la televisión y la radio. Verdaderos protagonistas que se la viven en “las declaraciones” y recientemente en “las cadenas nacionales”.
Con la falta de credibilidad que tiene el sistema democrático y sus “protagonistas” llamados políticos, resulta que el ciudadano común no sabe qué pensar de las terribles noticias y las impresionantes declaraciones que dan, desde el Presidente de la República hasta los candidatos de la próxima contienda electoral, frente al virus de la influenza.
La verdad el pueblo esta solo. No sabe sí se le esta atemorizando para ganar una posición política o en verdad, esta frente a una catástrofe apocalíptica. No sabe si “nuevamente” creer o si es “más de lo mismo”.
No cabe duda que los cuatro jinetes del Apocalipsis son: Los políticos, la política y “la democracia”. Los “mercaderes”, el dinero y el culto al Becerro de Oro”. Los medios masivos especialmente la televisión y la radio. O el vacío existencial y la pérdida de la conciencia espiritual del mundo y la vida.
Pobres de nosotros, tal lejos de Dios y en manos de los adoradores del becerro de Oro.
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