El día de hoy asistí al merecido homenaje que
le rindió Oaxaca, su gobierno, sus ex colaboradores, amigos y su familia en El
Teatro Macedonio Alcalá. Sobra decir que fue sobrio, discreto y emocionado.
En estos días resulta extraño que se recuerde a
un ex gobernador de Oaxaca con tanto cariño y respeto. En efecto, el desempeño
como funcionario público de Don Pedro fue muy apegado al espíritu juarista,
pero con un atributo más, el ser un eficiente y eficaz administrador, además de
ser un sensible humanista.
Y este es el punto de esta reflexión. Con todos
los grandes aciertos que tuvo como gobernador de uno de los estados con más
carencias e injusticias sociales, con mayor pobreza y limitaciones de carácter
histórico, Vázquez Colmenares con muy poco hizo lo que nunca se había llevado a
cabo en Oaxaca. Me refiero a implementar una Política Cultural, que además fue
exitosa.
Para la década de los años ochenta, tal vez con
el gobernador Enrique González Pedrero de Tabasco y la Promotora Cultural Laura
Ramírez Rasgado, se llevaron a cabo los mejores programas en Desarrollo
Cultural en México.
En efecto, solo dos gobernadores “entendieron” el potencial que tiene la dimensión cultural del desarrollo. Dejaron el sitio común de que la Cultura era un “adorno gracioso para las actividades del gobernador” e invirtieron su capital político en el Desarrollo Cultural de sus estados.
En efecto, solo dos gobernadores “entendieron” el potencial que tiene la dimensión cultural del desarrollo. Dejaron el sitio común de que la Cultura era un “adorno gracioso para las actividades del gobernador” e invirtieron su capital político en el Desarrollo Cultural de sus estados.
Cuando un día le presentamos a Don Pedro el
proyecto del Festival de Primavera de la Orquesta Sinfónica Nacional, con un
presupuesto de cuatro millones de pesos, se quedó pensativo, lo que provoco un
silencio expectante y dijo con voz pausada, “yo entiendo que esta cantidad no
es significativa para el erario, tomando en cuenta los beneficios
socioculturales que traería a Oaxaca, pero en un estado con tantas limitaciones
podría ser mal interpretado que se invierta en este tipo de actividades, de
modo que tienen mi apoyo moral, …pero deben conseguir que una institución
privada lo financie”.
El primer festival se llevó a cabo gracias a las
gestiones de don Emilio García Romero con el banco que manejaba la cuenta del
gobierno y el festival se pudo realizar.
Don Pedro, como ningún otro gobernador en
Oaxaca hasta la fecha, impulsó una virtuosa Política Cultural en su
administración. Con pocos recursos, pero con mucha voluntad política y gran
sensibilidad humanista, vislumbró que el milenario pueblo de Oaxaca abre su
corazón eternamente a “Flor y Canto”.
En su administración se implementó la creación
del Sistema Estatal de Casas de Cultura, La Bienal Rufino Tamayo, Los Festivales
de Primavera y el de Bandas, se abrieron galerías, se dignificó a los maestros
del arte popular, se apoyó la creación artística con premios y concursos, se
generaron encuentros de poetas y escritores, se alentó la edición de libros y
colecciones, se desarrolló un ambicioso programa de educación artística
infantil, se alentaron permanentemente las presencias culturales de diversos
países en Oaxaca, así como se invitaron de manera regular a creadores e
intelectuales de talla nacional e internacional.
Con Vázquez Colmenares Oaxaca
vivó sus mejores momentos en el Desarrollo Cultural.
Y esto es, justamente, lo que hoy resalta al
pasar el tiempo. Don Pedro tuvo la visión de diferenciar lo “urgente de lo
trascendente” en la administración pública. Indudablemente que con todos los
recursos que invirtió en tratar de resarcir las históricas carencias de los
oaxaqueños en el plano material, no lo logró; pero con muy pocos recursos y
mucha voluntad política, “invirtió” en el Desarrollo Cultural y proveyó a los
oaxaqueños de uno de los satisfactores más esenciales de su Ser.
Tuvo que ser
un hombre con una alta sensibilidad, con educación y pasión por la cultura y el
arte, que entendiera la raíz y la esencia de la aspiración más elevada de su
pueblo. No en balde los antiguos oaxaqueños invirtieron su vida, energía y
pasión durante 1350 años en la construcción de Monte Alban a la gloria del
Espíritu Humano y que hoy es considerado Patrimonio Cultural de la Humanidad.
El legado cultural de Don Pedro a Oaxaca
sobrevive a pesar de la incapacidad e irresponsabilidad de los gobiernos que le
han sucedido. Con gente inexperta y sin experiencia, ha venido decayendo el
vigor de la rectoría del gobierno en materia del Desarrollo Cultural.
La
sociedad civil organizada tomó el timón de la Política Cultural y después se
sumado la iniciativa privada. Los gobernantes no aprendieron de la inmensa y
luminosa lección que nos dejó Don Pedro Vázquez Colmenares en materia de
Desarrollo Cultural en el estado de Oaxaca, que es, “La reserva espiritual de
México”.
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1 comentario:
Marín, hoy son muchos los que se "cuelgan las medallas" del trabajo exitoso en cultura en los años ochentas, pero son más los que lo han borrado de su torcida memoria, pero los que si vivimos esos años y disfrutamos de esa vida cultural sabemos que fuiste tú el generador de ese movimiento cultural. Los oaxaqueños somos así, esa es nuestra cruz.
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