La mayoría de los habitantes “del país de los criollos”, somos hijos de los hijos de una de las seis civilizaciones más antiguas y con origen autónomo del planeta. Somos, culturalmente, tan antiguos como China e India. Sin embargo, a diferencia de estos países, que tienen vinculado su presente a su pasado ancestral, nosotros vivimos ajenos y desconectados (conscientemente) a la historia y cultura de nuestros ancestros. Construimos año tras año, un presente, que de inmediato es destruido, nuestra condena es olvidar, olvidar y olvidar, para vivir en un “laberinto de la soledad”.
Por los procesos de colonización que hemos sufrido en los últimos cinco siglos a manos de los colonizadores de ayer y los neocolonizadores de hoy, en los que se ha tratado de desaparecer nuestras lenguas, memoria histórica, conocimientos, territorialidad, y espiritualidad; hemos perdido la conciencia, en el mundo de todos los días, la sabiduría ancestral que crearon nuestros antepasados a lo largo de siete milenios y medio, misma que se manifiesta en los pueblos indígenas y campesinos en las tradiciones, usos y costumbres, y de manera subconsciente, en la vida “moderna” de los mestizos que vivimos en los núcleos urbanos.
Bajo ningún motivo nuestra Civilización Madre ha desaparecido, se mantienen a través de la resistencia cultural, las apropiaciones culturales y la misma evolución endógena, porque la cultura es cambiante y siempre está en movimiento.
Cómo toda Civilización
Madre, poseemos una matriz filosófica cultural que ha sido la “espina dorsal”
del milenario conocimiento que ha sido investigado, registrado, sistematizado y
mantenido a través de miles de años. Este conocimiento es conocido como
Toltecáyotl. El Dr. Miguel León Portilla lo define como los conocimientos e
instituciones de los toltecas. Los toltecas, “son”, los hombres y mujeres de
conocimiento. No son una etnia o una cultura, sino un grado o nivel de conocimiento
y sabiduría. La palabra Toltecáyotl en lengua náhuatl se compone de dos partes,
“tolteca y yotl”. De modo que tolteca es el “máximo artífice” del trabajo interior;
y yotl significa literalmente “lo conveniente, lo recto, como debe ser”, pero
de manera metafórica o abstracta significa “la cualidad de todo aquello que es
comible”. (Miguel León Portilla).
La Toltecáyotl, de esta manera, representa el Patrimonio Cultural Intangible más valioso de nuestra milenaria Civilización. Es, con propiedad, la aportación más importante a la humanidad. En esencia, no es muy diferente a la sabiduría que han aportado los pueblos de China o India, pues todas estas sabidurías, por una u otra forma, buscan la realización y plenitud humana. La única diferencia es quees “la propia-nuestra”. Para intentar visualizar la Toltecáyotl de manera sencilla y esquemática, proponemos verla como una pirámide, en la que, en su base, podamos ubicar los conocimientos para resolver los desafíos de la conservación, desarrollo y mantenimiento de la vida en el aspecto material. Y en la parte superior ubicaremos los conocimientos para satisfacer las necesidades de trascendencia de la vida, en un orden mucho más sofisticado y elevado.
Pero para tener una mejor apreciación de la Toltecáyotl, tenemos que tomar en cuenta que ésta sabiduría tiene otros factores que la hace más compleja. Nos referímos a que la pirámide de la Toltecáyotl, además, la debemos de ver en función del “tiempo y el espacio”. Es decir, que tenemos que entender que esta pirámide tuvo diferencias en tiempo, es decir, no es la mismo en el periodo Preclásico, que en el Clásico, y que en el periodo Postclásico. Pero las diferencias o variantes también están en función del espacio. No es lo mismo la zona maya, que el Altiplano Central, la Gran Chichimeca, Norteamérica, o el Caribe. La Toltecáyotl se nos revela muy compleja y aunque comparte una misma matriz filosófica, en cada pueblo y en cada tiempo y espacio, tuvo muchas variantes. Debemos de considerar que uno de los grandes logros de nuestra Civilización Madre, fue el encontrar la plenitud en una “unidad profundamente diversificada”.
Desde hace muchos años afirmamos, por lógica descolonizada, que todos los pueblos y culturas del continente llamado Ixachilan en el Norte y Abya-Yala en el Sur, son hijos de una sola civilización continental. Como dijimos con anterioridad, la pirámide de desarrollo humano tolteca tiene en su base los conocimientos para facilitar el logro del mantenimiento y plenitud de la vida. Esto se logra a través de cuatro sistemas que actúan íntimamente interconectados. En primer lugar está el sistema alimentario, que implica, desde la invención de la agricultura y la domesticación de las plantas, pasando por la invención del maíz, la milpa y los complejos sistemas hidráulicos como es la chinampa, canales, y represas, hasta una sofisticada y nutritiva gastronomía, basada principalmente en vegetales, insectos, frutas y pocas carnes, que brindaban la suficiente energía que les permitieran tener el tiempo libre, para realizar sus inconmensurables obras materiales e inmateriales.
Con la energía y el tiempo
disponible, se requirió, además, poseer un sistema de salud, que garantizara
mantener la vida en las mejores condiciones y la energía en plenitud. El
sistema de salud comenzaba con los hábitos higiénicos personales, familiares y
comunitarios. El baño llegó a su máxima expresión con el temazcal. Se supone
que antes de la invasión en el Anáhuac, existía el 75 % de la biodiversidad del
planeta. Los Viejos Abuelos conocían con profundidad las sustancias activas de
las plantas, insectos y minerales, necesarios para recuperar la salud perdida.
La cirugía llegó a tal grado de avance, que muchos siglos antes de la era
cristiana, en el Anáhuac, ya se hacían trepanaciones y sofisticados trabajos
dentales, de los que en la actualidad, existen vestigios irrefutables.
Con la energía y salud, dispuestas para enfrentar los magnos proyectos civilizatorios, se requirió un efectivo sistema de educación, que, por una parte, permitiera el desarrollo en armonía y plenitud de las nuevas generaciones. Porque para los Viejos Abuelos, la educación familiar y académica fue uno de los pilares más importantes de su civilización. El concepto de “formar rostros propios y corazones verdaderos”, nos habla de la formación en valores éticos y morales, como base para educación académica. Como en el caso de la construcción del Tollan de Daany Beédxe (zona arqueológica de Monte Albán, Oaxaca), que se llevó 1350 años de construcción, ésta, no habría sido posible sin contar con la convicción de participación de las sucesivas generaciones a lo largo de más de 13 siglos. La civilización del Anáhuac tenía un concepto en lengua náhuatl, que es su esencia civilizadora y su fundamento cultural; nos referimos al término de Tlacahuapahualiztli o "arte de criar y educar a los hombres".
Continuará...2/2
Visite www.toltecayotl.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario