viernes, 23 de abril de 2010

“MESOAMÉRICA” concepto colonizador.

   

  Para Anna Guzmán Valdés y todos los jóvenes guerreros del…por venir.

La Colonización tiene como objetivo, explotar a los pueblos invadidos y depredar sus recursos naturales a favor de la matriz colonizadora. La colonización en el Anáhuac se inició con la invasión europea a principios del Siglo XVI. En este caso fue la Corona Española la que colonizó el Anáhuac durante tres siglos. Después de una lucha fraticida entre criollos contra peninsulares, se inició un periodo neo-colonial en los dos últimos siglos, en el que los criollos vencedores, primero estuvieron al servicio de los intereses de las potencias europeas del Siglo XIX (Inglaterra, Francia, Alemania y España), y en el Siglo XX, a partir de la Revolución Mexicana, de Estados Unidos con base en la Doctrina Monroe.



La colonización sustenta sus cimientos en un proceso ideológico-cultural, provocando que los invadidos-vencidos pierdan su memoria histórica, asuman el rol de colonizador-colonizado y pretendan mimetizarse despreciando lo propio y exaltando lo ajeno, para convertirse en un explotador de su propio pueblo.


En otras palabras, cuando el colonizado se vuelve un ser amnésico, incapaz de conocer su milenaria historia e incorporar los méritos y logros del desarrollo humano de sus antecesores. Por lo que se avergüenza y desprecia lo mejor de sí mismo y su “cultura madre”. Cuando asume como verdadera la “historia oficial” de sus opresores y se identifica en sus valores, se convierte en un “extranjero inculto en su propia tierra”.



La colonización se basa en la pérdida del lenguaje (1) , la memoria histórica, los conocimientos, los espacios tangibles e intangibles y la vinculación ancestral con la divinidad “propia-ancestral”.


Cuando a un individuo, una familia o un pueblo, le quitan su lenguaje y lo dejan “mudo”. Cuando le quitan sus recuerdos y lo dejan “amnésico”. Cuando le quitan sus conocimientos y lo dejan en calidad de “estúpido” e impotente. Cuando le quitan sus ciudades, sus terrenos de cultivo, su vinculación con la Naturaleza; además de quitarle sus espacios sociales, comunitarios, sagrados y divinos, lo dejan “en el aire”, sin raíz, sin cimiento y sustento. Y cuando le quitan su religiosidad y espiritualidad, lo convierten en idólatra y fanático, esa persona, familia o pueblo, queda totalmente aniquilada, humana y espiritualmente. Su auto estima será bajísima, su orgullo será castrado, su coraje reprimido. Quedará apto para cualquier explotación y represión. No defenderá y peleará sus derechos y principios. Se convertirá en una sombra, débil y violento, frágil y agresivo, sumiso y fanfarrón, vano y hueco.


Pero sobre todo, se convertirá en otro despiadado explotador y corruptor de su propio pueblo. Será el verdugo de su gente y el destructor de su propia “cultura madre”. En su rol de colonizador-colonizado, asumirá los papeles más deprimentes e inhumanos de la explotación de su pueblo y de los recursos naturales de su tierra. Intelectualmente se volverá más “occidental” que los europeos y buscará la “universalidad” en el euro centrismo.


Después de casi quinientos años, aunque ya no existan los arcabuces y las encomiendas, cada colonizador-colonizado asumirá vivamente el papel de Hernán Cortés y Pedro de Alvarado en todos sus actos, personales, familiares y comunitarios. Con el “sistema colonial y neo-colonial” engrasados por la ignorancia cultivada y la enajenación embrutecedora, el neo-colonizador, no tendrá que mancharse las manos de sangre y su “conciencia de pecados”; porque los más astutos y ambiciosos tomarán gustosos sus puestos y ejecutarán despiadadamente las órdenes de sus amos, inclinado la cabeza ante criollos y extranjeros.


Pero en esta reflexión queremos tratar, especialmente, el punto de la pérdida de la memoria histórica y sus terribles consecuencias en la “realidad nacional”.



En efecto, cuando una persona, una familia o un pueblo, no saben quiénes son y de dónde vienen, por consecuencia no saben adónde van, lo que los conduce a caer en un círculo vicioso, de “ignorancia de sí mismo”, que ha durado cinco siglos.



El punto es que los descendientes culturales de la civilización del Anáhuac, -los indígenas y mestizos anahuacas-, no saben quiénes son y viven un angustioso “vía crucis” cinco centenario, perdidos en el “laberinto de la soledad”, buscando “su rostro y su corazón” fuera de ellos mismos.



Los mal llamados “mexicanos”(2) somos, TODOS, un pueblo MESTIZO. En efecto, son mestizos los pueblos indígenas-anahuacas(3), pero también son mestizos los africanos (nuestra tercera raíz). Porque todos las personas que han llegado de todo el mundo a vivir al Anáhuac desde 1519, al paso del tiempo y de generación en generación se mezclaron, no sólo sanguineamente, sino fundamentalmente, de manera cultural con una o varias culturas, de las tantas naciones de una de las civilizaciones más antiguas y con origen autónomo del planeta como fue la Civilización del Anáhuac. Tanto los europeos, como africanos y anahuacas se han mezclado culturalmente y en 1519, no existió ninguna “pureza” cultural del periodo Clásico, y menos hoy en día podemos suponer que existe alguna posible pureza indígena-anahuaca del tiempo de la invasión del siglo XVI. Es una aberración racista, hablar de la “pureza indígena”.



El gran éxito de la colonización es que los ahora llamados “mexicanos”, no sabemos absolutamente nada de nosotros mismos. Sí acaso, los más “enteradillos”, repiten como “pericos acríticos” la fantasiosa, hispanista y distorsionada “historia oficial” de la SEP, y su “Batalla de la noche triste ”(4).



Los criollos en 1821 le pusieron a “su país” México y a los pobladores que vivían en estas tierras “mexicanos”. Pero, -México y mexicano-, viene de “mexica”. Y ni en 1821 y menos ahora, la mayoría de los pobladores de este “país” son y han sido mexicas. Además del 80% de mestizos, existe un 10% de indígenas-anahuacas que integran las 62 naciones originarias que han sabido sobrevivir al holocausto colonizador cinco centenario.



Entonces, con propiedad “no somos mexicanos”, ni este país se llama México. Comenzando por este esencial punto, -no sabemos cuál es nuestro verdadero nombre-. Sí una persona, familia o pueblo, no sabe cómo se llama, queda indefenso, vulnerable, frágil y fácilmente explotable y manipulable.



Los mercaderes europeos, en 1492 financiaron a un judío catalán para encontrar una nueva ruta comercial a la India, dado que los turcos habían cerrado el paso de las caravanas comerciales al Lejano Oriente. Cuando Cristóbal Colón vio por primera vez a los seres humanos del Cem Anáhuac(5), los llamó “INDIOS”, porque creyó que había llegado a la India. Y aquí comienza parte del problema. Los europeos nos subsumieron en su mundo conocido. Nunca –hasta la fecha- han “descubierto” este mundo, porque esto implicaría necesariamente la acción de “conocer a los desconocidos”, aceptar que nos son “indios”.


Por el contrario, los europeos dieron por conocido “el mundo encontrado”. Y además, no les interesaba, ni tenían la capacidad y el humanismo para iniciar un “descubrimiento del otro”. Su objetivo fue y ha sido, explotador-depredador. Entiéndase, la extracción de la riqueza a cualquier precio.



A partir de 1521, el Anáhuac se convirtió en el Virreinato de la Nueva España y la civilización vencida-invadida fue proscrita, perseguida y tratada de destruir hasta sus raíces. Nuevas leyes, autoridades e instituciones de carácter colonial(6) suplieron de tajo la antigua civilización e impusieron el nuevo proyecto civilizador. Durante tres siglos que duró la Colonia, el día del “desfile militar” era el 13 de agosto, para recordar la derrota mexica y caída de Tenochtitlán.



Durante el Siglo XIX, después de derrotar y expulsar a los españoles peninsulares, los criollos se dividieron en dos bandos y se la pasaron en luchas fraticidas de carácter político y militar, sufriendo dos invasiones y, finalmente, un indígena-anahuaca y un mestizo(7) lograron conformar el proyecto de país de los criollos. Y fue durante el llamado porfiriato que se creó la “historia oficial” de México, tarea encomendada entre otros a Vicente Riva Palacios y a Alfredo Chavero que escribieron los dos primeros tomos de la enciclopedia titulada “México a través de los siglos”, que fue publicada en 1880. La visión de la historia era totalmente hispanista y euro centrista.


La historia y la cultura antigua del país de los criollos durante casi cuatro siglos estuvieron totalmente ignoradas. Fue a mitad del Siglo XIX que algunos viajeros y aventureros extranjeros(8) empezaron a “descubrir” las “ruinas arqueológicas”, las que los pueblos indígenas-anahuacas por siglos sabían en donde estaban. El “espíritu positivista” logró de alguna manera que estas “reliquias” fueran tímidamente tomadas en cuenta y los extranjeros empezaran a saquear y escribir fantasías colonizadoras sobre esta riqueza cultural.



En el porfiriato y en especial, en los trabajos para decorar el pabellón mexicano en la Exposición Internacional de París en 1889, se empezó a reforzar la idea de que los “aztecas” fueron la cultura más importante del Anáhuac, desplazando a la tolteca, maya y zapoteca, entre otras. Este “centralismo cultural”, en el que se aceptaba que desde “tiempos remotos” la ciudad de México había sido el centro del poder, llega hasta el mismo diseño del Museo Nacional de Antropología e Historia (1964), que ubica en la sala central a la cultura mexica. El punto es la tergiversación de la historia para fortalecer y afianzar el discurso colonizador, y por supuesto, para mantener a los invadidos-colonizados en la ignorancia de sí mismos.



A mitad del Siglo XX, se acuñó el término de “MESOAMÉRICA”, para referirse al territorio que comprendía el Cem Anáhuac. Fue el investigador alemán llamado Paul Kirchhoff, quien en 1943 dividió el Cem Anáhuac en dos partes: Mesoamérica(9) y Aridoamérica(10), y posteriormente surgió el termino Oasisamérica(11). Esta división absurda fracciona una unidad cultural continental. En efecto, existe una unidad cultural-civilizatoria, no sólo desde el Norte de lo que hoy es Estados Unidos hasta Nicaragua (territorio del Cem Anáhuac), sino que con una visión descolonizada, bien se puede suponer que esta unidad cultural-civilizatoria une a todos los pueblos y culturas originarias del ahora llamado Continente Americano, desde Alaska hasta la Tierra del Fuego. Y que en vez de haber dos civilizaciones diferentes (Anáhuac-Norteamérica y Tiwantaisuyo-Suramérica), siempre ha sido una sola civilización.


Citamos de -Wikipedia-enciclopedia libre-. “En 1943 Paul Kirchhoff dio a conocer su artículo Mesoamérica, en el que retomaba la unidad de las culturas de la zona maya y el centro de México. En su texto, Kirchhoff delineó un conjunto de elementos cuya presencia era significativa en los pueblos del norte de América Central y el centro y sur de México, mismos que los distinguían de otras culturas americanas. Este conjunto de rasgos culturales incluía el sedentarismo, el uso del bastón plantador, el cultivo del maíz (la milpa) y su nixtamalización, la práctica del juego de pelota, el sistema de numeración con base vigesimal, el uso del calendario ritual de 260 días, la práctica de varios tipos de sacrificios humanos y el sistema de escritura pictográfico”. (http://es.wikipedia.org/wiki/Paul_Kirchhoff).



Con el reciente trabajo(12) de Alfredo López Austin y Luís Millones, la academia, -tímidamente- empieza a aceptar lo que es evidente y lógico (descolonizadamente). Así que desde 1943 se nombra lo “propio-nuestro” (el Anáhuac), como “Mesoamérica”, porque a un extranjero así se le ocurrió. No importa que Bernardino de Sahagún en su “Historia General de las cosas de la Nueva España” escrita entre los años de 1540 y 1585, apunte que el nombre de esta tierra era Anáhuac, mucho antes de la llegada de los españoles. Que Francisco Javier Clavijero, en su “Historia Antigua de México” escrita en 1780, también señale lo mismo. O que en 1813, José María Morelos, en medio del estallido social en el Virreinato de la Nueva España y en la búsqueda de la construcción de una nueva sociedad y una Nación-estado, convoque en Chilpancingo al “Primer Congreso del Anáhuac”, en donde dará a conocer “Los Sentimientos de la Nación”, toda vez que se sabía desde aquél entonces, que el nombre original de esta tierra es Anáhuac.


El punto es, que el colonizado no tenga memoria ni conciencia, que desconozca su nombre e historia verdadera. Que quede atrapado en los mitos y fantasías del colonizador. Que no sienta pasión y orgullo sustentado en lo mejor de sí mismo. Que sienta ajeno, lejano, confuso, lo propio, y que se “identifique” con los valores y cultura del colonizador, lo que lo lleva a ser un furibundo fundamentalista del euro centrismo.


Así, hemos aceptado mansamente referirnos a la historia antes de la invasión, -la historia “propia-nuestra”(13)-, con conceptos colonizantes y degradantes como: “Prehispánica, precolombina, precortesiana, precolombina”. Es decir, antes del conquistador-colonizador. En la cual, nuestros Viejos Abuelos y su civilización milenaria pasan a ser nada, a no existir, a no valer…igual que sus descendientes.


Así también aceptamos mansamente y por ignorancia colonizadora, el nombrar a nuestro país como “México” y a nosotros como “mexicanos”, indios, latinos, hispanos, nacos o como el colonizador nos quiera llamar. Porque hemos aprendido en estos cinco siglos a no pensar, no cuestionar, no investigar, sobre nuestros orígenes y nuestra identidad. Vivimos “cómodamente” suponiéndonos “occidentales”, euro-mestizos, con una España como nuestra “Madre patria”, con nuestras “raíces grecolatinas”. Tratando de ser “iguales” que nuestros colonizadores, buscando alejarnos, lo más posible, de la raíz y esencia cultural primigenia y ancestral. Denostando tercamente lo que desconocemos.


El Dr. Rubén Bonifaz Nuño, una de las conciencias más claras y visionarias de la riqueza que tiene la historia y la filosofía del Anáhuac para fortalecer, acrecentar y sobre todo, descolonizar nuestra identidad. Así como un apasionado e informado descolonizador. Al referirse a la colonización voluntaria de los investigadores mexicanos con los investigadores extranjeros, que escriben con carácter de máxima autoridad sobre la historia y la arqueología del México antiguo”.


“No guerreros ni comerciantes, sí agentes civilizadores, los olmecas cumplieron el destino que ellos mismos se asignaron. Lo cumplieron hasta donde en el espacio fueron capaces, y lo alargaron en el tiempo, construyendo lo que habría de ser el espinazo espiritual de nuestra antigua cultura.


El concepto de lo humano por ellos forjado, dio cimientos al perpetuo optimismo de los hombres que los sucedieron. Los herederos suyos, sean teotihuacanos, zapotecas, mayas, mixtecas, huastecas, totonacas, aztecas, lograron merced al impulso que de ellos recibieron, la inagotable proliferación de felices construcciones culturales cuyos vestigios todavía educan y deslumbran.


Teotihuacán, Tula, Xochicalco, Cacaxtla, El Tajín, Tikal, Palenque, Toniná, Uxmal, Monte Alban, Mitla, Malinalco, Chichén Itza, Tenochtitlán, otras muchas ciudades análogas, dan testimonio de ese optimismo justificado y perdurable.


Injuriosamente, los estudiosos hablan todavía de culturas primitivas, de totemismo, de adoración de la lluvia, de ritos sangrientos, y centran su atención en la guerra florida y los llamados sacrificios humanos de los aztecas, a fin de intentar legitimar el desprecio que les justifica nuestra explotación.” (Rubén Bonifaz Nuño. 1992).


Parte de la colonización cultural, mental y espiritual se basa en los “estudios e investigaciones” que ha hecho la academia. Quien desde una perspectiva deshumanizadora, ha tomado a los Viejos Abuelos y a la Toltecáyotl como su “objeto”(14) de estudio. Partiendo desde un punto de vista colonizador han investigado, por lo general, la historia antigua del Anáhuac, como un “objeto de estudio” muerto, pasado, primitivo, y sobre todo, descontextualizado de la realidad y la esencia de los que somos en la actualidad, los herederos de una de las más importantes civilizaciones antiguas de la humanidad.


“De esta suerte, valiéndose de análogas complicidades, los eruditos estadounidenses han formado, respecto de la cultura olmeca, un sistema de mentidas conjeturas cuyas principales características son el desdén y la ignorancia.


Condenable es eso, pero no es, en mi opinión, lo peor; lo peor consiste en que los estudiosos mexicanos, voluntariamente sometidos a una perversa forma de colonización extranjera, se sujetan, por lo común, a las sistemáticas equivocaciones de los eruditos estadounidenses, y las repiten y las confirman como verdades, acaso con el deseo y la esperanza de que éstos los tengan por iguales suyos.

De estos casos, por obvio principio de dignidad, no quiero ofrecer ningún ejemplo.” (Rubén Bonifaz Nuño. 1995).


El primer “investigador” de Occidente, que fungió como: historiador, arqueólogo y etnólogo, fue ¡Hernán Cortés! Pues hasta la fecha, sus “Cartas de Relación” son tomadas como “fuentes verídicas y precisas”, en las cuales se basan los posteriores “investigadores” nacionales y extranjeros. Cortés ordenó la búsqueda del tesoro de Axayácatl haciendo “arqueología”, escribió la historia de la conquista volviéndose el primer “historiador” y por supuesto, sus “descripciones y juicios” sobre la vida de los indígenas-anahuacas lo convirtió en el primer etnólogo de “la academia”. Pero en general, todo lo escrito es parcial e hispanista, sustentado en la tesis de que la conquista y colonización, fue lo mejor que le pasó a los invadidos-vencidos. El mismo José Vasconcelos, en el prólogo de “La Raza Cósmica” (1925) apunta:


“En todo caso, la conclusión más optimista que se puede derivar de los hechos observados es que aún los mestizajes más contradictorios pueden resolverse benéficamente siempre que el factor espiritual contribuya a levantarlos. En efecto, la decadencia de los pueblos asiáticos es atribuible a su aislamiento, pero también, y sin duda, en primer término, al hecho de que no han sido cristianizados. Una religión como la cristiana hizo avanzar a los indios americanos, en pocas centurias, desde el canibalismo hasta la relativa civilización.”


La ideología criolla con la que se ha construido la historia y la identidad del “mexicano”, está nutrida del pensamiento euro céntrico, que implica un desprecio y exclusión de la Toltecáyotl y de cualquier valor de la civilización invadida.


Esta acción permanente de tergiversar la historia antigua del Anáhuac, así como la conquista y la colonia, tiene como meta objetivo el crear una amnesia o rechazo del colonizado por su propia historia y cultura. Los enteradillos y los “profesores” de la SEP, prefieren estudiar a los griegos y romanos, a Napoleón y la Revolución francesa, que la historia propia-nuestra.


Cada día los gobiernos dirigidos por el neoliberalismo y la globalización pretende desaparecer, la ya de por sí, mínima y distorsionada historia antigua del Anáhuac, de los estudios básicos y del nivel medio superior. Y no se diga en el sistema de universidades públicas y privadas, es casi nulo el estudio de la historia y la filosofía de la civilización del Anáhuac(15). Los profesionistas que egresan de las universidades son “extranjeros racistas e incultos en su propia tierra”.


“...México es un país extraordinariamente fácil de dominar, porque basta con controlar a un solo hombre: el presidente. Tenemos que abandonar la idea de poner en la presidencia mexicana a un ciudadano americano, ya que eso llevaría otra vez a la guerra. La solución necesita de más tiempo: debemos abrirles a los jóvenes mexicanos ambiciosos las puertas de nuestras universidades y hacer el esfuerzo de educarlos en el modo de vida americano, en nuestros valores y en el respeto al liderazgo de Estados Unidos. México necesitará de administradores competentes. Con el tiempo, esos jóvenes llegarán a ocupar cargos importantes y eventualmente se adueñarán de la Presidencia. Sin necesidad de que Estados Unidos gaste un centavo o dispare un tiro, harán lo que queramos. Y lo harán mejor y más radicalmente que nosotros...” (Richard Lansing, Secretario de Estado del presidente Wilson. 1924.)(16)

               Tropas Norteamericanas entrando a la ciudad de México. Pintura de Karl Nebel, 1851.

Los intelectuales y los artistas, con sus grandes y muy honrosas excepciones, están europeizados y colonizados de manera vergonzante. Buscan la supuesta universalidad a partir del euro centrismo. Como muestra un botón. El Premio Nobel “mexicano”, el mundialmente reconocido poeta Octavio Paz escribe sobre la civilización del Anáhuac, estos lamentables conceptos en su libro titulado “Vislumbres de la India” (1995):


"Los pueblos mexicanos no experimentaron nada semejante a la penetración del budismo en Ceilán, China, Corea, Japón y el Sudeste asiático.... Las culturas mexicanas vivieron en una inmensa soledad histórica; jamás conocieron la experiencia cardinal y repetida de las sociedades del Viejo Mundo: la presencia del otro, la intrusión de civilizaciones extrañas, con sus dioses, con sus técnicas y sus visiones del mundo y del trasmundo.


Frente a la vertiginosa diversidad del Viejo Mundo, la homogeneidad de las culturas mexicanas es impresionante. La imagen que presenta la historia mesoamericana, desde sus orígenes hasta el siglo XVI, a la llegada de los españoles, es la del círculo. Una y otra vez esos pueblos, durante dos milenios, comenzaron y recomenzaron, con las mismas ideas, creencias y técnicas, la misma historia. No la inmovilidad sino un girar en que cada nueva etapa, simultáneamente, fin y recomienzo. A Mesoamérica le faltó el contacto con gentes, ideas e instituciones extrañas. Mesoamérica se movía sin cambiar: perpetuo regreso al punto de partida.... Los antiguos mexicanos vieron a los españoles como seres sobrenaturales llegados de otro mundo porque no tenían categorías mentales para identificarlos."


"El ejemplo contrario y complementario es el de los pueblos americanos, que no pudieron resistir a los conquistadores europeos: sus culturas desaparecieron, a la inversa de lo que ocurrió con los hindúes, musulmanes y chinos ante el imperialismo europeo. El Choque entre los españoles y los mesoamericanos fue un violento encuentro entre civilizaciones que se resolvió por la derrota de la mentalidad mágica y la cultura ritualista. La inferioridad científica, filosófica, técnica y política de los mesoamericanos no explica enteramente a la conquista."


El dogma colonial parte de que la invasión-colonización europea fue lo mejor que nos ocurrió como pueblo y civilización, se repite en el discurso del colonizador, en el púlpito, el aula, la academia o en el ensayo filosófico. Se repite con los mismos “errores y mentiras”, con los conceptos colonizadores de “Mesoamérica, prehispánico, precolombino, precortesiano, indios, aztecas, latinos, hispanos”, etc.


“No todo fue horror: sobre las ruinas del mundo precolombino los españoles y los portugueses levantaron una construcción histórica grandiosa que, en sus grandes trazos, todavía esta en pie. Unieron a muchos pueblos que hablaban lenguas diferentes, adoraban dioses distintos, guerreaban entre ellos o se desconocían. Los unieron a través de leyes e instituciones jurídicas y políticas pero, sobre todo, por la lengua, la cultura y la religión. Sí las pérdidas fueron enormes, las ganancias han sido inmensas”...”. Para juzgar con equidad la obra de los españoles en México hay que subrayar que sin ellos –quiero decir: sin la religión católica y la cultura que implantaron en nuestro país- no seríamos lo que somos. Seriamos, probablemente, un conjunto de pueblos divididos por creencias, lenguas y culturas distintas." Octavio Paz (1995).


A manera de conclusión, afirmamos que el concepto de “mesoamérica” es eminentemente colonizador. El cual se suma a una serie de conceptos similares que pretenden distorsionar, confundir y erradicar la memoria histórica de los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos Toltecas del Anáhuac.


Han sido los peninsulares, criollos, mestizos desculturizados y los extranjeros, en todos los casos con sus honrosas excepciones, los que han creado y mantenido esta permanente política colonizadora que condena a los habitantes de esta país indebidamente llamado “México”, a una esclavitud y castración intelectual.


La pérdida de la memoria histórica y la identidad cultural, permiten que se perpetúe la ignorancia de sí mismos, y con ello se genere la injusticia y la pobreza de los descendientes culturales de la civilización del Anáhuac.


En la construcción de una sociedad más justa y humanizada, necesariamente deberán estar presentes los principios y valores más elevados de la Toltecáyotl. Para ello, debemos de re-hacer la historia milenaria del Anáhuac y erradicar la colonización mental e intelectual, comenzando por rechazar estos términos creados por la ignorancia o la malicia. Pues no debemos de olvidar que, todas las palabras conllevan una poderosa carga ideológica.


Notas:

1 Oral, escrito, corporal, emocional, espiritual y simbólico.
2 Los criollos en 1821 le pusieron a “su país” el nombre de México, en relación a la ciudad de México-Tenochtitlán de los mexicas, pero desde tiempos ancestrales se sabe que el nombre original es Anáhuac.

3 Indígena es el oriundo de una tierra. Indígena-anahuaca es el oriundo del Anáhuac.

4 Por qué “Noche Triste” si vencieron los originarios de estas tierras a los invasores.

5 Nombre náhuatl derivado de las palabras "cem" (totalmente) y "Ānáhuac", que a su vez deriva de las palabras "atl" (agua) y "nahuac", un locativo que significa "circunvalado o rodeado". El nombre literalmente entonces puede traducirse como "tierra completamente rodeada por agua". (Wikipedia)

6 No se implantaron las de España, se crearon nuevas leyes, instituciones y autoridades de carácter colonial, que no buscaban el bien de los vencidos y el progreso de las tierras incautadas. Por el contrario, lo que buscaban era regular la explotación humana y la depredación de los recursos naturales a favor de la corona.

7 Benito Juárez y Porfirio Díaz.

8 Los peninsulares tomaron los vestigios materiales del Anáhuac como demoníacos y los criollos nunca valoraron nada de la milenaria civilización. Hasta finales del S. XX que el neoliberalismo empezó a usar a las zonas arqueológicas con un interés económico-turístico, creando “Disneylandias prehispánicas”.

9 Mesoamérica (griego: μέσος [mesos], 'intermedio' )? es la región del continente americano que comprende la mitad meridional de México; los territorios de Guatemala, El Salvador y Belice; así como el occidente de Honduras, Nicaragua y Costa Rica.

10 Aridoamérica es la denominación que se da a la amplia área cultural que se extiende al norte de los límites de Mesoamérica, es decir, más allá de las cuencas de los ríos Fuerte, Lerma, y Soto la Marina. Los confines norteños de la región aridoamericana alcanzan la latitud distante del paralelo 42°.

11 Oasisamérica es término derivado de la conjunción de oasis y América. Se trata de un territorio agreste, marcado por la presencia de las montañas Rocosas y la Sierra Madre Occidental. Al oriente y al poniente de estas enormes cordilleras se extienden las grandes planicies áridas de los desiertos de Sonora, Chihuahua y Arizona. En su momento de mayor expansión, Oasisamérica cubría una parte la superficie de los actuales estados mexicanos de Chihuahua y Sonora, así como de Arizona, Utah, Nuevo México, Colorado, Nevada y California, en los Estados Unidos.

12 “Dioses del Norte, dioses del Sur-Religiones y cosmovisión en Mesoamérica y los Andes”. Editorial Era, México 2009.

13 Término usado por el Dr. Rubén Bonifaz para referirse a la cultura originara, la que fue creada por los Viejos Abuelos. Porque, según la Teoría del Control Cultural de Guillermo Bonfil, poseemos por apropiación, Elementos Culturas “propios”, pero ajenos en tanto fueron creados en otras partes del mundo.

14 Carlos Lenkersdorf sostiene que los europeos mantienen una relación con el mundo de “sujeto-objeto”. En la que la cultura occidental representa al sujeto y todas las demás son sólo sujetos de su: estudio, dominación, explotación, etc. A diferencia de la civilización anahuaca que mantiene una relación de “sujeto-sujeto”, porque “todo tiene corazón”, no importa que sea animal, vegetal o mineral.

15 En la UNAM, Carlos Lenkersdorf imparte la cátedra de “Filosofía tojolabal”.

16 Reproducido en el Boletín de Economistas 1963-1967, de la Escuela Nacional de Economistas, UNAM.


Primavera de 2010. San Jerónimo, Yahuiche, Oaxaca.