martes, 23 de diciembre de 2008

EL LEVANTÓN DE LA TIERRA ( * )


De acuerdo a la milenaria tradición tolteca del Anáhuac, la Tierra es un ser vivo. Todavía en la actualidad los indígenas y los campesinos siguen teniendo prácticas y rituales de ofrecimiento y agradecimiento a la Tierra. Esto marca una diferencia en el concepto occidental de que la Tierra es un objeto que se debe poseer, dominar, modificar, transformar y explotar.

Los pueblos herederos del México profundo, del que nos habla Bonfil Batalla, guardan de manera sincrética, a veces clara, el recuerdo de que la Tierra es un ser vivo al que se le ama, se le cuida y se le agradece. Tlaltecuhtli representaba la deidad de la Tierra y era una figura fundamental en la cosmogonía y religión del Anáhuac.

Desde la antigüedad los toltecas, al "ver", comprendieron que la Tierra era un ser vivo, que está constituido, igual que el ser humano, de las emanaciones del Águila. La Tierra también tiene un capullo luminoso, es un inmenso ser consciente sujeto a las mismas fuerzas que los seres humanos.

En el libro del Viaje a Ixtlán Don Juan dice que en el camino del guerrero no puede haber soledad ni tristeza, pues éstas no existen cuando el guerrero aprende a amar a la Tierra. La manera de entrar en emanaciones con la Tierra es el silencio interno y la Tierra puede darnos lo que Don Juan llama "un levantón" para alinear otras bandas de emanaciones.

“La llave mágica que abre las puertas de la tierra está hecha de silencio inter­no y de cualquier cosa que brille...
Explicó que lo que llamaba la llave de todo era el conocimiento directo de que la tierra es un ser conscien­te, y que como tal puede darle a los guerreros un tre­mendo levantón; es decir, un impulso proveniente de la conciencia de la tierra, en el instante en el que las ema­naciones interiores del capullo de los guerreros se alinean con las emanaciones apropiadas del interior del capullo de la tierra. Puesto que tanto la tierra como el hombre son seres conscientes, sus emanaciones coinci­den, o más bien, la tierra contiene todas las emanaciones presentes en el hombre, o para el caso, todas las emana­ciones presentes en todos los seres vivientes, orgánicos o inorgánicos. Cuando tiene lugar un momento de alinea­miento, los seres vivientes usan ese alineamiento de manera limitada, y perciben su mundo. Como todos los demás, los guerreros pueden usar ese alineamiento ya sea para percibir, o como un levantón que les permite entrar a mundos inimaginables...
-Un nagual jamás le deja saber a nadie que él con­trola todo -me dijo-. Un nagual va y viene sin dejar huella. Esa libertad es lo que lo hace nagual...
la posición del punto de encaje lo es todo, y que el mun­do que nos hace percibir, sea el que fuera, es tan real que no deja lugar para nada, excepto para esa realidad...” Carlos Castaneda. Tomado del Fuego Interno.


( * ) Tomado de Para leer a Carlos Castaneda. Guillermo Marín. www.toltecayotl.org

lunes, 22 de diciembre de 2008

ESCUELAS PÚBLICAS Y SEMINARIOS. Francisco Javier Clavijero.


No satisfechos los mexicanos con estas instrucciones y con la educación doméstica, todos enviaban sus hijos a las escuelas públicas que había cerca de los templos para que, por espacio de tres años, fuesen instruidos en la religión y buenas costumbres. Además de eso todos procuraban que sus hijos educasen en los seminarios anexos a los templos, de los cuales había muchos en las ciudades del imperio mexicano, unos para niños, otros para mancebos y otros para doncellas.


Los de los niños y manchegos estaban a cargo de unos sacerdotes únicamente destinados a su educación, los de las dirigentes estaban al cuidado de unas matronas respetables por su edad y sus costumbres.


No se permitía trató alguno o comunicación entre los jóvenes de uno y otro sexo, y cualquier falta en esa materia era rigurosamente castigada. Había seminarios distintos para la nobleza y para la plebe. Los manchegos nobles se ocupaban en los misterios interiores y más inmediatos al altar, como el barrer el atrio superior del templo y atizar los braceros que ardían delante de los santuarios; los otros entendían en llevar la línea necesaria para los braceros, la piel radical para los reparos que se ofrecían quien otros semejantes empleos. Unos y otros tenían sus superiores y maestros que los instruían en las cosas de la religión, la historia, la pintura, la música y en otras artes convenientes a su condición.


Las doncellas estaban encargando de barrer el atrio inferior del templo, de levantarse tres veces en la noche a quemar incienso en los braceros, de preparar la comida que diariamente se presentaba a los ídolos y de tejer varias suertes de telas. Instruíanse en todos los oficios mujeriles, con lo cual se conseguía tener las ocupadas en edad tan peligrosa y habituarlas para las cargas del matrimonio. Dormían muchas en una gran sala a vista de las ancianas que las gobernaban, que nada celaban tanto en ellas cuanto la modestia de sus semblantes y la compostura de sus acciones.

Cuando salía algún alumno o alumna de los seminarios a visitar a sus padres, que era de tarde en tarde, no iba sólo si no acompañado de otros alumnos y de su respectivo superior; estaba un breve rato con sus padres, oía con humildad y silencio las instrucciones y consejos que le daban y de allí volvían inmediatamente a sus seminarios, en los cuales se mantenían hasta el tiempo de tomar estado, que los jóvenes eran, como ya dijimos, de los 20 a los 22 años y en las doncellas los 17 o 18. En llegando a esa edad, o el mismo joven pidió licencia al superior para salir a casarse o, lo que era más común, sus padres lo recobraban para el mismo fin, dando al superior las gracias por el cuidado que había tenido en su instrucción.


El superior hacía al joven en la despedida una buena exhortación encargando le la perseverancia en la virtud y el exacto cumplimiento de las obligaciones de nuevo estado. Era especialmente buscadas para mujeres las dirigentes que se educaran en los seminarios, así por sus costumbres como por su inteligencia en las artes propias de su sexo. El joven que pasados los 22 años no tomaba estado se reputaba perpetuamente consagrado al servicio del templo; y si alguna vez, arrepentidos de su celibato, intentaba casarse, era atendido por infame y no había mujer que lo quisiese por marido. En Tlaxcala trasquilaban a los que rehusaban a su tiempo el matrimonio, la cual pena era una especie de diez honra muy tendida.

Los hijos aprendían en lo general el oficio de sus padres y seguía su profesión y así se perpetuaban las artes en las familias, con no pocas ventajas del Estado. A los que se destinaban para la judicatura hacían asistir a los tribunales para que fueren aprendiendo las leyes del reino y la práctica y forma judicial. La pintura 60 de la colección de Mendoza representa 4 magistrados examinando una causa, y detrás de ellos cuatro jóvenes teuctlis oyendo atentamente su deliberación.


A los hijos de los reyes y señores principales se daban ayos que arreglasen su conducta, y antes de que pudiesen entrar en la posesión de la corona o del señorío, se les confería regularmente el gobierno de alguna ciudad o estados menor para que se ensayasen en el arte difícil de gobernar hombres. Esto comenzó a practicarse desde los primeros reyes chichimecas; pues, como dijimos en otro lugar, Nopalzin desde que tomó posesión de la corona de Acolhuácan, entregó a su primogénito Tlotzin el gobierno de la ciudad de Texcoco. De Cuitláhuac, penúltimo rey de México, sabemos que antes de ocupar el trono fue señor de Iztapalapa, y su hermano Moctezuma fue antes, a lo que parece por la historia, señor de Ehecatepec. Sobre este sólido fundamento de la educación levantaron los mexicanos el sistema político de su reino que vamos a exponer.


Tomado de: “Historia antigua de México” de Francisco Javier Clavijero. Pág. 291 Editorial Porrúa, México 2003.


Nota: La única civilización con origen autónomo del mundo, que mantuvo un sistema de educación pública, obligatoria, y gratuita, fue la civilización del Anáhuac.


Las primeras escuelas que se fundaron en el Anáhuac, seguramente que fueron en los primeros tiempos de los olmecas, probablemente alrededor del año 1500 a.C. y este sistema de educación, se mantuvo de manera permanente durante 3000 años. Los mexicas llegaron al Valle del Anáhuac en el año 1200 d.C. y para la fundación de México Tenochtitlán, en el año de 1325 d.C., ya habían tomado las antiguas prácticas educativas que se iniciaron desde la época olmecas y que en el periodo de esplendor, conocido como Clásico, con la cultura tolteca y la Toltecáyotl, habían llegado al nivel más elevado de su conocimiento.


De este modo podemos afirmar, que los textos del siglo 16 y 17, como en este caso el texto de Clavijero, se refieren a los conocimientos que los españoles encontraron en la cultura mexica, como si hubieran sido creados únicamente por los aztecas, y no, como un proceso milenario del desarrollo humano, que a la llegada de los españoles tenían por lo menos 3000 años de una asombrosa vigencia y continuidad.


La educación en el México antiguo durante tantos siglos, ha definido en gran parte, la forma de ver y entender el mundo, la vida, la familia, la comunidad, el trabajo, la religión, de lo que hoy conforman los pueblos y culturas de México. No sólo de los indígenas y campesinos, sino también en las personas que viven en núcleos urbanos. La presencia de este patrimonio cultural, como es la educación, permea a toda la sociedad y la cultura mexicana.

martes, 16 de diciembre de 2008

LOS AMOXTLIS O CÓDICES DEL ANÁHUAC.


En 1492 los europeos llegaron extraviados al Cem Anáhuac. Buscaban una ruta para llegar a la India. Al ver a los anahuacas los “nombraron indios”, y con esto los subsumieron en su mundo conocido. Colón murió creyendo que había llegado a la India y hasta la fecha, los descendientes de los europeos le siguen diciendo a los nativos “indios”. Lo que revela, no solo el desprecio por “el otro” desconocido, sino su nulo conocimiento de él. Sí esto ha pasado con los seres humanos, la misma suerte ha corrido todas sus creaciones, su historia y su cultura.


Los códices del Anáhuac, no han sido “comprendidos” en toda su dimensión. En efecto, el problema es que el colonizador, desde Hernán Cortés, pasando por los misioneros, hasta los investigadores contemporáneos, mantienen una visión euro céntrica, de supuesta superioridad, en la que, lo que no es igual a la cultura europea, es inferior por decreto.


De esta manera, los investigadores no encontraron “libros” y declararon, desde el Siglo XVI una inexplicable inferioridad en la civilización del Anáhuac, dado que los llamados “códices”, son documentos que contienen pictogramas y no escritos.


Su nombre en lengua náhuatl, que fue la lengua franca por milenios en el Anáhuac y era la que hablaban las personas de conocimiento y los maestros; independientemente su lengua madre, es “amoxtli”, que se traduce como libro, de donde se desprende: “amoxcalli” que es la biblioteca o lugar en donde se estudiaban y preservaban los amoxtlis.


Existían diferentes amoxtlis, según el tema: “teoámatl” libro de la divinidad, “tonalámatl” o el libro de la cuenta de los días, “xiuhálamat” libro de los años, ”tlacamecayoámatl” libro de los linajes, “tequiamátl” o matricula de impuestos, “tlalámatl” libro de la posesión de las tierras, “cuica-amatl” libro de cantares, “temicámatl” libro de los sueños.


Aunque la civilización del Anáhuac no contó con libros escritos, dado que la forma de mantener el conocimiento era de manera oral, y la trasmisión del conocimiento se hacía a través de un método “audio-visual” a través del relato de las historias y sus referentes pictográficos dibujados en los amoxtlis, el alumno, el maestro, el sacerdote o el hombre de conocimiento, “recordaba” a través de ver el amoxtli el conocimiento requerido.


Curiosamente en las “sociedades del conocimiento” postmodernas, el 80% del conocimiento se retiene por medios audiovisuales, toda ves que “recientemente han descubierto” que el ser humano tiene un gran potencial para recibir y retener información por este medio.


Los investigadores occidentalizados han llamado “códices” a los amoxtlis. Códice viene del latín, que significa “bloque de madera”, de modo que con propiedad los libros también son códices.


La civilización del Anáhuac, tiene un elemento que la distingue de las seis civilizaciones con origen autónomo más antiguas del planeta. La creación y mantenimiento de un Sistema Educativo de carácter público, obligatorio y gratuito, por lo menos desde los tiempos de los olmecas hasta los aztecas, es decir, tres mil años de vivir en una sociedad escolarizada, en dónde el amoxtli, jugó un papel fundamental. De modo que el amoxtli o códice, durante tres mil años fue un instrumento de aprendizaje permanente del común de la población.


Éste legado histórico, que representa uno de los elementos más importantes y valiosos del patrimonio cultural del Anáhuac, que hemos heredado de los Viejos Abuelos, ha sido minimizado y en los primeros años de la colonia, perseguido y destruido sistemáticamente. Los misioneros fanáticamente hacían grandes hogueras con los amoxtlis y posteriormente, los anticuarios y saqueadores, han destruido y extraviado gran parte de lo poco que sobrevivió a la segunda barbarie.


En efecto, debemos de señalar que los amoxtlis, que fueron preservados por cientos de años, en el periodo decadente del Postclásico, fueron destruidos por orden del gran Cihuacóatl e ideólogo de la cultura mexica. De esta manera, fue Tlacaélel el que mandó destruir las amoxtlis de los pueblos que conquistaron, para re-hacer la historia y re-escribir “nuevos amoxtlis, en donde los mexicas fueran el pueblo elegido. Nada nuevo en el mundo de los imperios.


Es de mencionarse que Tlacaélel mandó preservar y esconder los amoxtlis más importantes. De modo que deben seguir aguardando el momento justo, para salir de sus cuevas y refugios, para de nuevo ilustrar y dar recuerdo a sus desmemoriados hijos.


También se debe decir que los españoles guardaron los amoxtlis tequiamátl” o matricula de impuestos, en el siglo XVI, pues a través de ellos, seguían cobrando los impuestos a los pueblos indígenas tributarios de los mexicas.


Lo cierto es que en la actualidad existen muy pocos amoxtlis, la mayoría están en el extranjero. Por desgracia, algunos de los amoxtlis más importantes para entender la filosofía y la civilización del Anáhuac, fueron destruidos, primero por los mexicas, y los que ellos modificaron, después fueron destruidos por los españoles.


Los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos, “tenemos que creer”, que los amoxtlis más importantes saldrán luminosos de las profundidades de Tonatzin, quien amorosamente los cuida.
Pero volviendo a los amoxtlis, diremos que su “lectura” era recordación de lo aprendido de memoria en el Telpochcalli, el Cuicacalli y el Calmécac. Los tlacuilos “el que labra la piedra o la madera”, los “escribanos” del Anáhuac, hacían su trabajo en lienzos de papel amate, generalmente cubiertos de pastas de piel de venado.


El amoxtli se hacía de una serie de páginas unidas por sus extremos laterales, de modo que quedaba como un “acordeón”, que se doblaba en pliegues, con una portada y una contraportada. Lo que le permitía un cómodo manejo para su “lectura” o interpretación, y al mismo tiempo, muy práctica su forma y dimensión para ser guardado en estantes.


De los códices más conocidos podemos mencionar a: Codex Bonensis mexicanus, Códice Colombino, Codex Fejérváry-Mayer, Codex Borgia, Codex Nuttall, Codex Selden, Codex Bodley, Codex Dresden, Codex Vindobonensis, Codex Mendoza, Códice de Quetzalcóatl (leyenda urbana), Codice florentino, Codice osuna y el Códice de la Cruz-Badeando.

Cuando inició la invasión, muchos pueblos indígenas siguieron produciendo sus códices. Especialmente con el objetivo de mantener los límites de sus señoríos. En efecto, los primeros años de la Colonia, los españoles eran muy pocos y les dieron a sus aliados, ciertas concesiones y “legalizaron” sus tierras en el nuevo orden colonial.


Estos nuevos códices se pintaron con una mezcla de pictogramas y palabras escritas en latín y náhuatl. Algunos se hicieron en lienzos de tela, piel y papel amate. Debemos de recordar que los anahuacas tenían una preparación académica y rápidamente aprendieron a hablar, leer y escribir el español y el latín.


La civilización del Anáhuac, sí bien, no produjo libros escritos con caracteres alfabéticos, mantuvo a lo largo de tres mil años el sabio cultivo de mantener la memoria y la sabiduría en textos. De esta manera el amoxtli y “el canto” (poesía) estaban estrechamente ligados a “la tinta negra y la tinta roja”, a la memoria y al conocimiento, especialmente a la filosofía o Toltecáyotl. Miguel León Portilla, ha trabajado el concepto profundo de “la palabra, del recuerdo”, ligado a la Toltecáyotl y plasmado en el amoxtli, veamos:


“Analizaré las palabras con que dio principio a su crónica en las que precisamente describe la relación entre realidad, códice y texto escrito con el alfabeto. Es interesante que comience valiéndose de vocablos que connotan la idea de hablar Nican mihtoa, motenehua, “Aquí se dice, se habla…” A ella sigue la enunciación de lo que va a tratar, “cómo llegaron, entraron los ancianos, los nombrados teochichimecas, gente de Aztlán, los mexicanos… que vinieron a buscar tierras, a merecerlas, aquí en la gran ciudad de México Tenochtitlán, lugar de su fama, su dechado…” (Tezozómoc, 1992, 4).


Señalado ya el asunto acerca de cual “dirá, hablará”, añade como si estuviera contemplando un códice con pinturas: izcatqui nican umpehua, nicán mtta<, nican icuiliuhtoc in cenca cualli, in cencanezcalli tlahtolli, “he aquí, que empieza aquí, se verá aquí, está pintada aquí, la muy buena, muy notable palabra…”


Tras insistir en que esa palabra habla de principios de la gran Ciudad de México Tenochtitlán, la que surgió en medio del agua, entre los carrizales, los cañaverales, describe cuáles son los testimonios de que dispone y el proceso mismo de su transvase a su propio texto con escritura alfa bética.


Asilo vinieron a decir, lo vinieron a asentar en su relato, y para nosotros lo vinieron a dejar esos papeles los ancianos, las ancianas.


De nuevo la referencia es la oralidad y a los códices pictográficos, eso que con el suelo preservar los ancianos. Explicando más esto, añade:


Eran nuestros abuelos, nuestrasabuelas, nuestros bisabuelos, nuestras bisabuelas, nuestros tatarabuelos, nuestros antepasados. Se repitió como un discurso su relato, nos lo dejaron y vinieron alegarlo a quienes ahora vivimos, a los que salimos de ellos. Nunca se perderá, nunca se olvidará lo que vinieron a hacer, lo que vinieron a asentar, su tinta negra, su tinta roja, su nombre, su historia, su recuerdo.


Relato que se repite como un discurso, tinta negra, tinta roja, evocación de los libros de pinturas, no habrá de perderse ni olvidarse:


Así en el porvenir jamás perecerá, jamás se olvidará, siempre lo guardaremos nosotros, hijos de ellos. Nietos, hermanos menores, tataranietos, biznietos, descendientes, su sangre, su color, lo vamos a decir, a comunicar a quienes habrán de vivir, habrán de nacer, los hijos de los mexicas, los hijos de los tenochcas.


Para ello don Fernando ha tomado la pluma, pondrá con los signos del alfabeto del antiguo relato –in huehueh nenotzaliztlahtalli- el antiguo relato hablado; -in huehueh nenotzlalizamoxtlahcuilolli- el antiguo relato de los códices. Para el mexícatl es ello topial in tlahtolli, el legado nuestro, la palabra. Ella es la que Alvarado Tezozómoc transvasa –auh in tictlalia yn amoxtlahcuilolli- “la que ponemos en este libro”, al que todavía adjudica, como recordando aquellos de los ancianos, el epíteto de “pinturas”. Todo lo que así registra ahora, “lo que ellos dijeron y asentaron esos papeles pintados, no es mentira ni fingieron nada al asentarlo”. ”El Destino de la Palabra. Miguel León Portilla- FCE, México, 1996. Págs. 7 y 8”.


Las escuelas del México antiguo, contaban con bibliotecas que contenían códices con la memoria de un linaje de sabiduría, que enseñaba los hijos de sus hijos, la instrucción de diversos conocimientos que les permitían satisfacer sus necesidades materiales, además de trasmitirles la herencia de la organización y la vida comunitaria.

Pero tal vez lo más importante, era el legado dejado en estos códices, sobre la sabiduría de construir y poseer, “un rostro propio y un corazón verdadero”, es decir, la trasmisión de los valores perennes de lo humano, tanto a nivel personal, como familiar y comunitario.


Es gracias a la sabiduría y a los valores que se transmitieron a través de miles de años a través de los códices en las escuelas del México antiguo, que pudo existir un periodo Clásico con una duración de milenio, en el cual, se alcanzó el vértice superior del proyecto abstracto de la sociedad. Sólo de esta manera, se puede dimensionar la importancia de los códices como instrumentos, y que su contenido, como elemento cultural que permitió el desarrollo humano durante tres mil años en el Anáhuac.

jueves, 11 de diciembre de 2008

Nuestra Señora de Guadalupe


El origen de su leyenda se remonta al Nican Mopohua, un texto de 1649 que cuenta sobre las apariciones de la Virgen María al indígena Juan Diego Cuauhtlatoatzin.
La Virgen de Guadalupe es una imagen religiosa que se exhibe en la basílica de Guadalupe (en México, D.F. ). Para los católicos mexicanos, no es sólo la patrona de México, sino de toda América.


Se la venera como una pintura en un ayate (tipo de toga abierta por los lados).
El origen de su leyenda se remonta al Nican Mopohua, un texto de 1649 que cuenta sobre las apariciones -más de un siglo atrás, en 1531- de la Virgen María al indígena mexicano, Juan Diego Cuauhtlatoatzin (convertido en santo en 2002).


Títulos de la Virgen
Las apariciones fueron aceptadas como milagrosas por la Iglesia católica. Posteriormente se dio aceptación al culto de la Virgen de Guadalupe, otorgándole varios títulos y distinciones:
patrona de la ciudad de México, D.F. (1737)
patrona de los ciudadanos de la ciudad de Ponce, en Puerto Rico (1757)
patrona de México (1895)
patrona de América Latina (1945)
patrona de los estudiantes del Perú (1951), por el papa Pío XII
reina de México y emperatriz de América (2000), por el papa Juan Pablo II.


Origen de la imagen
Según la historia, La Virgen de Guadalupe se apareció en el Tepeyac, México, al indio Juan Diego el martes 12 de diciembre de 1531, apenas diez años después de la conquista de México.
La madre de Dios viene para dar a conocer el evangelio a sus hijos nativos del nuevo continente y para mostrar y dar todo su amor y compasión, auxilio y defensa.
"...pues yo soy vuestra piadosa madre".
Como prueba de su visita la Virgen milagrosamente hizo que en aquel lugar aparecieran preciosas rosas de Castilla y que su imagen se quedara permanentemente en la tilma de su siervo.
Durante cuatro días la Virgen se había comunicado con Juan Diego hablándole en su propia lengua, el náhuatl.
Al identificarse, María usó la palabra "coatlallope"; un sustantivo compuesto formado por "coatl" o sea, serpiente, la preposición "a" y "llope", aplastar; es decir, se definió como "la que aplasta la serpiente".
Otros reconstruyen el nombre como "Tlecuauhtlapcupeuh" que significa: "La que precede de la región de la luz como el Aguila de fuego".
De todas formas el vocablo náhuatl sonó a los oídos de los frailes españoles como el extremeño "Guadalupe", relacionando el prodigio del Tepeyac con la muy querida advocación que los conquistadores conocían y veneraban en la Basílica construida por Alfonso XI en 1340.
En España existían dos advocaciones a la Virgen de Guadalupe, en Cáceres y en La Gomera.
Sin embargo la Guadalupe Mexicana es original. ¡ La Virgen se comunicó de manera que la entendiesen tanto los indios como los españoles!


Origen del nombre
El nombre Guadalupe (de la estatuilla extremeña ) proviene probablemente de una mezcla de árabe (wadi: ‘río’) y latín (lupus: ‘lobo’). debido a que la guadalupe española fue encontrada en un río conocido como "río del lobo" o "río escondido".
Otra etimología del nombre
Según los guadalupanos mexicanos, el nombre de la Virgen mexicana de Guadalupe podría ser una deformación de un nombre original desconocido —pronunciado en idioma náhuatl— con el que el indígena Juan Diego mencionó a la Virgen que se le habría aparecido.
El obispo fray Juan de Zumárraga puede haberlo entendido mal y puede haber creído que se estaba refieriendo a la conocida advocación de la Virgen de Guadalupe española.
Ese nombre original desconocido, pronunciado en náhuatl podría haber sido
cuahtlapcupeuh.
tequantlanopeuh (‘la que tuvo origen en la cumbre de las peñas’)
tequatlasupe (‘la que aplasta la cabeza de la serpiente’)
tlecuauhtlacupeuh (‘la que viene volando de la luz como el águila de fuego’)
tlecuatlahlope (‘la que nos salva de ser comidos’)


Nican Mopohua
El Nican Mopohua (‘aquí se narra’, en idioma náhuatl ) es el título de la narración en la que se cuentan las apariciones de la Virgen de Guadalupe.
El elegante y complejo texto no está escrito en un náhuatl original sino en el lenguaje reformado en los conventos jesuitas.
En la Wikipedia , en náhuatl se puede apreciar el texto original del nah:Nicān Mopōhua
Fue impreso en 1649 por el bachiller criollo Luis Lasso de la Vega (1605-1660), capellán del santuario de Guadalupe.
Él se lo atribuye al doctor don Antonio Valeriano de Azcapotzalco (c. 1520–c. 1605), que habría sido un indígena noble del siglo anterior (pariente de Moctezuma Xocoyotzin, noveno rey azteca) que habría estudiado en el Colegio de Santa Cruz de Santiago Tlatelolco y por lo tanto habría sido uno de los alumnos nahuas de fray Bernardino de Sahagún ( 1499-1590).
Según Lasso de la Vega , el indígena Antonio Valeriano había oído la historia directamente de labios del indígena Juan Diego (quien -según el mismo Lasso- habría fallecido en 1548).
Basándose en la fecha del Primer Concilio Provincial Mexicano -que se celebró en la ciudad de México entre junio y noviembre de 1555-, el historiador Edmundo O’Gorman (1906 -1995) opinaba que Antonio Valeriano había escrito el Nican mopohua en 1556.
En ese sínodo, el arzobispo Montúfar ordenó que se examinaran las historias de los santuarios y de los iconos venerados en México, y que todos los que no tuvieran suficiente fundamento se destruyeran.
Montúfar le habría ordenado al indígena Valeriano que escribiera una historia milagrosa que legitimara en México el culto a la Virgen de Guadalupe de España (que era la devoción del arzobispado de México).


El título del libro se deriva de las dos primeras palabras del texto, impresas en gruesos caracteres en su primera publicación.
Forma parte de un texto más extenso, el Huei tlamahuizoltica (‘muy maravillosamente’, que son las dos palabras iniciales del texto).
Este Huei tlamahuizoltica incluye -además del Nican mopohua- textos introductorios, oraciones y el Nican motecpana (‘Aquí se pone en orden’) que es la lista de algunos milagros atribuidos a la Virgen en los años que siguieron a su primera aparición.
El sacerdote católico Luis Becerra Tanco (s. XVII) cuenta que en una fiesta del 12 de diciembre de 1666 -sólo diecisiete años después de la publicación del texto náhuatl- oyó a unos indígenas que durante la danza cantaban en náhuatl cómo la Virgen María se le había aparecido al indígena Juan Diego, cómo había curado al tío de éste y cómo se había aparecido en la tilma ante el obispo.
La obra está escrita en fina prosa poética (tecpiltlahtolli: ‘lengua noble’) y tuvo varias traducciones, siendo las más difundidas las de:
1666: presbítero Luis Becerra Tanco
antes de 1688: Fernando de Alva Ixtlilxóchitl (historiador y gobernador de Texcoco, 1578-1650) traducción parafrástica al castellano, que aparece en La estrella del norte de México (1688) del presbítero Francisco de Florencia.


1886, presbítero Agustín de la Rosa (traducción directa del náhuatl al latín)
1926: licenciado Primo Feliciano Velázquez
1978: presbítero Mario Rojas Sánchez (de la diócesis de Huejutla)
1978: presbítero Ángel María Garibay Kintana (1892-1967)
1989: Guillermo Ortiz de Montellano
2002: Miguel León-Portilla (primera traducción laica).


Aparición ante san Juan Diego y Juan Bernardino
Según la historia narrada en el Nican Mopohua, la Virgen María se manifestó al indígena Juan Diego, quien era originario de Cuautitlán (que pertenecía al señorío de Texcoco), y a su tío Juan Bernardino, ambos convertidos al cristianismo pocos años atrás a raíz de la conquista española.
El Nican Mopohua dice que la Virgen le reveló el nombre «Guadalupe» a Bernardino cuando éste se encontraba enfermo de gravedad, aunque los entendidos en el tema dicen que es imposible que la Virgen se haya nombrado a sí misma Guadalupe ante el anciano, ya que Juan Bernardino no entendía la lengua castellana traída por los españoles al Nuevo Mundo, por tanto el diálogo tuvo que haberse desarrollado en la lengua nativa, que era el náhuatl (lengua viva hablada por más de 2,5 millones de personas), en la que no existen las consonantes g ni d.


Una explicación de este error podría ser la aparición haya dicho que era la Virgen Tequatlasupe , y que -debido a que para los españoles era muy difícil de pronunciar ese nombre- los españoles la llamaron «Virgen de Guadalupe» (relacionándola con la Virgen de Guadalupe extremeña). El obispo de México probablemente tenía interés en que el nombre de la virgen fuera el de Guadalupe, para así contar con la simpatía de Hernán Cortés, que era devoto de la Virgen de Guadalupe -patrona de su región (Extremadura, España)- y que llevaba consigo una imagen de madera.


Una segunda explicación es que quizá la Virgen de Guadalupe se comunicase en el idioma nativo de Juan Diego, pero usó su nombre de Guadalupe (extremeño de origen árabe).
Una tercera explicación de este error podría ser que todo el relato es falso.
Por otro lado, tequatlasupe significa ‘la que aplasta la cabeza de la serpiente’.
En esa época en México se adoraba a Quetzalcóatl, el dios serpiente, y la Virgen llegaba para sustituir su culto.


Milagro ante fray Juan de Zumárraga
La narración dice que uno de los testigos de las apariciones de la Virgen de Guadalupe fue fray Juan de Zumárraga, primer obispo de la ciudad de México.
Se dice que la Virgen María, en su advocación de Virgen de Guadalupe, se apareció en varias ocasiones ante el converso mexica Juan Diego Cuauhtlatoatzin, el sábado 9 de diciembre de 1531, en el cerro del Tepeyac y le pidió que fuera en busca del obispo y le dijera que ella solicitaba la creación de un templo en ese lugar.


Cuenta la historia que el indígena fue en busca de fray Juan de Zumárraga para contarle de la solicitud de la virgen, pero fray Juan no creyó en las apariciones.
Pues era común este tipo de historias. Así que Fray Zumárraga le pidió una prueba de las apariciones de la Virgen.


En respuesta a la petición del obispo, ésta pidió al indígena que cortara unas rosas de Castilla como pudiera de la cumbre del cerro y se las llevara al obispo (En ese tiempo era invierno y la zona del cerro era una zona árida, no apta para el crecimiento de flores como las rosas).
El indígena obedeció al obispo y guardó las rosas dentro de su tilma o ayate (tipo de toga abierta por los lados).


Luego baja Juan Diego del cierro, y la Virgen acomoda las rosas, y le dice que pida una audencia al obispo para mostrarle la prueba.
Al llegar adonde estaba el obispo, luego de un rato, este estira su ayate para tender las rosas sobre la mesa.


Sobre el ayate esta la imagen estilizada (artística, no fotográfica) de la Virgen de Guadalupe.
La prueba para el fray no fueron solamente las rosas, sino el milagro de la pintura de la Virgen de Guadalupe sobre el ayate.
La imagen que hoy en día conocemos es*(falta referencia bibliografica) la misma que la de ese día del año 1531.


Incoherencia
Después de la fecha de las apariciones, fray Juan de Zumárraga vivió muchos años, escribió muchas cartas, notas y hasta un catecismo llamado Regla cristiana.
Pero en ninguno de estos textos menciona haber sido testigo de aparición o milagro alguno.
Por el contrario, dentro del catecismo que escribió muchos años después de las apariciones se pregunta lo siguiente: «¿Por qué ya no ocurren milagros?».
Y responde él mismo: «Porque piensa el Redentor del mundo que ya no son menester».

sábado, 6 de diciembre de 2008

NO SABEMOS QUIÉNES SOMOS


Como personas, como familia o como nación… somos lo que recordamos. Somos un puñado de ideas. El mundo y la forma de interpretar la “realidad” y la vida, es solo cúmulo de ideas organizadas.


La forma de tener control sobre las personas es “disminuirlas”. Hacerlas que se sientan nada, inferiores, derrotados, invisibles. Una de las mejores formas de lograr este perverso fin, es borrarles la memoria, dejarlas “ignorantes de sí mismas”. Sin recuerdos e ideas propias. Huérfanas de todo y de todos. Lo que produce una baja auto estima que se manifiesta en impotencia, conformismo y frustración existencial permanente.


A una persona, una familia o un pueblo que le han quitado sus recuerdos, su historia, su memoria; la han dejado indefensa y vulnerable. Aceptará todo lo que le impongan, harán de ella lo que quieran y jamás protestará abierta y enérgicamente. La podrán despojar, maltratar y despreciar sin ninguna dificultad. Estas personas, familias o pueblos serán sumisos en su frustración y periódicamente estallarán violentamente para sacar la presión acumulada por años, para después seguir igual.


Lo que hoy llamamos México, es una nación con ocho mil años de desarrollo humano y una luminosa historia. Cuna de una de las civilizaciones más extraordinarias del mundo. Sin embargo, los mexicanos en general, vivimos ajenos y distantes a nuestra historia antigua, a nuestros valores, principios y conocimientos, a nuestra milenaria experiencia de vida organizada.
Nuestra situación de amnesia es total y patética. Ni siquiera sabemos cómo nos llamamos.


En efecto, el común de los ciudadanos de este país, no conoce el verdadero y milenario nombre de esta tierra. Se puede imaginar usted a una persona que no recuerde su propio nombre. Que “entienda” por el apodo que le pusieron sus explotadores. Se imagina su bajo nivel de auto estima. Más aún, imagine que sus vecinos abusivos se metieron a su casa y se han apropiado de ella y de toda la riqueza que en ella había y además lo esclavizan. Que durante quinientos años no sabe quién es él, que lo maltratan, lo roban, lo desprecian y él, callado y sumiso, no dice nada.


Las personas que descendemos de los pueblos y culturas originarias, que somos hijos de La Civilización Madre, sin importar las continuas y valiosas mezclas que hayan tenido nuestros antepasados a lo largo de cinco siglos, no sabemos nada de nuestra profunda raíz, de nuestros ancestrales orígenes. Vivimos como dijo Octavio Paz, perdidos en “el laberinto de la soledad”, de tratar de ser, quienes no somos. Siempre en la orfandad y siempre en el menosprecio. Violentados y violentos, sumisos y frustrados, auto desvalorados y disminuidos. Como carne de cañón para todos los conflictos de los poderosos opresores, como sumisos trabajadores de los explotadores, como compulsivos compradores, desolados en nuestro laberinto, repleto de consumo chatarra y vacío.


No somos “mexicanos”, porque no todos descendemos de los mexicas. México le pusieron los criollos “a su país”, cuando traicionaron a sus parientes los gachupines, que en 1810 poseían y usufructuaban el Virreinato de la Nueva España.


No somos “latinos”, porque este concepto lo inventó Napoleón III para tener una razón para apropiarse de las colonias iberoamericanas que había perdido España a principios del S XIX. Juárez le demostró que no era posible. Paradójicamente, hoy los anglosajones son los americanos y nosotros somos “los hispanos” (de España) o “los latinos” (de Italia).


No somos “hispanos”, porque sí fuera correcto este término por hablar español, los gringos serían ingleses por hablar inglés…y eso, por supuesto que no lo permitirían los vecinos imperiales.


Cuál es entonces el nombre verdadero de los que descendemos de la Civilización Madre. Los Viejos Abuelos le llamaban a esta tierra El Anáhuac. Morelos en la búsqueda de la formación de una nación, en Chilpancingo convocó a los preclaros hombres que dilucidaban sobre la independencia de España, al Primer Congreso del Anáhuac, porque se sabía que ese era el verdadero y ancestral nombre de esta tierra.


Cómo enfrentar los retos del S XXI, cómo pensar y re-pensar una nueva forma de vivir, más justa y humana, sí no sabemos quienes somos, ni de dónde venimos y mucho menos, a dónde vamos.


El primer gran problema de, los mal llamados mexicanos. Esos que son “morenitos-indiados”, no solo morfológicamente, sino fundamentalmente de carácter cultural. De los que tienen raíces indígenas o que sus padres y abuelos vinieron del campo a la ciudad. De los que tienen apellidos comunes y no en lengua extranjera. De los que nunca pisaron una escuela particular. No de los extranjeros avecindados en este país con pasaporte mexicano o de hijos de extranjeros, que mantienen orgullosamente su origen racial, cultural y su identidad.


Nos referimos a “la mayoría de los mal llamados mexicanos”, los hijos ideológicos y culturales del “canal de las barras y las estrellas”, los fanáticos del futbol, los asiduos televidentes de las telenovelas, los programas de los chismes de la farándula y los programas “cómicos”. Los dependientes de programas asistenciales del gobierno y que conforman “el voto fuerte” de algunos partidos políticos, los que festejan el halloween y participan en el teletón. Ellos, los sin rostro, los invisibles, los prescindibles, la mayoría silenciosa.


El problema para ellos es la nula conciencia de IDENTIDAD. No saben quienes son, de dónde vienen y a dónde van. Millones de personas pobres que hacen cada día más ricos a un puñado de abusadores. Esos, los engañados, que se creen “mexicanos” y que su país les ha dado muy pocas oportunidades. Que “su país” y quienes lo dirigen y mercan en él, jamás les han interesado. Que los desprecian y creen que deben aguatar todas las injusticias, patrióticamente sin buscar culpables de la corrupción y las desgracias nacionales. El más importante de todos los problemas, La madre de todos problemas… la falta de indentidad.

jueves, 4 de diciembre de 2008

DE CARA AL FUTURO…el sentido espiritual y sagrado de la vida 1/2



El sentido divino y sagrado de la existencia.


Cuando un ser humano se cuestiona el sentido de su existencia, ha cruzado una línea que la humanidad tardó miles de años en cruzar. En efecto, muchas personas nacen, crecen, se desarrollan, se reproducen y mueren; y jamás supieron cuál fue la razón superior de su existencia, jamás se cuestionaron el sentido profundo de su vida. Como animalitos, se entregaron a tratar de satisfacer con loco frenesí sus necesidades básicas materiales de existencia. Vivieron por vivir, más nada.
Sin embargo el ser humano superior, abre sus sentidos a los arcanos de la sabiduría ancestral, y busca darle un significado elevado y trascendente a su existencia. La vida material sin esta búsqueda, pierde sentido. Se empobrece, se diluye en la nada del tiempo sideral.

La energía que constituye el universo.


El universo, según los toltecas, se constituye de dos clases de energía: la energía luminosa y la energía espiritual. La primera es la Luz y se genera a partir del Sol, y fue representada a través del agua (Tláloc). Por medio de la fotosíntesis, en la que intervine la Luz, el agua, la tierra y el aire, se crea “el mundo vegetal” y con él, el mundo y la vida en el planeta.
La segunda es la energía espiritual, y es producida por la conciencia de Ser, de todos los seres vivos, y se representaba a través del viento (Quetzalcóatl). Existen seres que especialmente producen una cantidad mayor de esta energía. Los seres humanos y los árboles, son los mayores generadores de esta preciada energía.


A su vez, la “intensión” de la energía se puede apreciar en dos dimensiones. La energía biófila y la energía necrófila. La primera busca el desarrollo y plenitud de la VIDA, cualquiera que sea su manifestación. La necrófila en cambio, busca la destrucción y negación de la vida.

La condición humana y la inercia de la materia.


La condición humana es la imperfección, lo que implica estar sujeto a las fuerza de gravedad y a la inercia de la materia (la corrupción). La naturaleza humana es imperfecta y en tal sentido, ésta es su primigenia condición. Lo que nos “humaniza” son nuestras limitaciones, imperfecciones y defectos. Pues de modo contrario, sí fuéramos “perfectos” e incorruptibles, seríamos ángeles y la Tierra sería “el paraíso”.


Lograr la conciencia de “esta condición de imperfección natural”, es el desafío “del estar vivos”. Y la lucha imposible por corregir estas imperfecciones, es lo que le da sentido a la existencia. La lucha consiente en contra de nuestras debilidades e imperfecciones es el sentido más puro y decantado de la vida. Los Viejos Abuelos toltecas la nombraban simbólicamente como “La Batalla Florida”.


La estupidez y la degradación son las fuerzas que nos arrastran en la esencia de nuestra condición humana. La “inercia de la materia”, es la caída “natural” en los abismos de la estupidez humana. La materia se dirige de manera natural, prisionera de las fuerzas gravitacionales, a su caída inevitable, la degradación (polvo eres y en polvo te convertirás).


La chispa divina ha sido depositada en el cuerpo, a través del “soplo divino que la de conciencia a la materia” (Ejécatl-Quetzalcóatl), es un “prisionero temporal”. El “movimiento natural” es hacia abajo, pero el Espíritu busca la elevación superior.


Es por ello que el ser humano queda prisionero a estas dos fuerzas desde el mismo momento de su nacimiento y está condenado a sufrir las consecuencias de esta condición, sino lucha por oponerse a la gravedad y a la inercia, será inexorablemente arrastrado a los abismos de la estupidez humana.

Las necesidades materiales de la existencia.


Todos los seres vivos orgánicos necesitamos satisfacer las necesidades materiales de subsistencia, tanto personales, como familiares y comunitarias. De manera natural, el ser humano, será movido por el “instinto de supervivencia” de mantener las condiciones necesarias para mantener la vida, tanto en el sentido de sustento, conservación de la vida y preservación de la especie.

La condición humana, una dualidad divina.


La materia es la “otra parte de nosotros mismos” con la cual se puede manifestar el Espíritu. Los toltecas simbólicamente la representaban con Tezcatlipoca (el enemigo interior). Materia y Espíritu son un par de opuestos complementarios. Los toltecas le llamaban “la dualidad divina” (Ometeótl). Un par de opuestos complementarios, que al unirse en equilibrio, forman un tercero, diferente a los dos que le conforman, es decir, “el ser humano”. El opuesto complementario de Quetzalcóatl fue Tezcatlipoca.

La conciencia de Ser y la necesidad de la trascendencia.


La Cultura son todos los conocimientos y sentimientos que un grupo humano ha ido conservando y sistematizando a través del tiempo, para resolver los desafíos derivados de la subsistencia material, y una vez resueltos, iniciar la satisfacción de la necesidad de trascendencia espiritual de la existencia. En las tradiciones, fiestas, usos y costumbres, los pueblos van atesorando estos saberes y sentimientos, así como en la ciencia, la filosofía, la religión y la educación escolarizada.


De modo que un individuo para llegar a tener “conciencia de Ser”, tendrá acceso a la sabiduría que ha atesorado el grupo humano al que pertenece a partir de su familia, de la cultura popular, del sistema de valores y principios sociales, de la religión y de la escuela.
El mayor logro de un ser humano y una sociedad, es crear los significados, valores y medios, para darle a la vida material, un nivel más elevado y trascedente. Darle la oportunidad a la chispa divina que le da conciencia a la materia, de trascenderla y regresar al origen, a la prístina esencia, a la luz o energía suprema generadora.


De esta manera el pueblo, el ser humano común, está protegido y arropado por la sabiduría de la Cultura Popular. Sin necesidad de que se introduzca a la filosofía, a la teología, a la historia, a la sociología, gracias a las tradiciones, usos, mitos, fiestas y costumbres, que guardan en su fondo un legado de sabiduría existencial, el ser humano estará dotado de la información para conducir su vida por un sendero del equilibrio, el respeto y la virtud. Sí es fiel a la sabiduría que posee la Cultura Popular, podrá vivir en armonía.

El Gobierno.


El gobierno es el “bien público” más valioso de una sociedad. En el gobierno se condensa la voluntad, confianza y la esperanza de un pueblo por mantener “los meta objetivos”, materiales y espirituales, tangibles e intangibles, que garanticen el desarrollo, la permeancia y continuidad del grupo humano. Implica la más alta responsabilidad que un grupo humano puede tener con la sociedad, la historia y la cultura. El gobierno es el encargado de guiar, proteger y defender al pueblo, para garantizar su sano desarrollo y permanencia.


El gobierno puede devenir de una milenaria tradición que se pierde en el tiempo. Las seis civilizaciones más antiguas de la humanidad sustentaron (sin ponerse de acuerdo), en su momento de esplendor, la responsabilidad de gobernar en las personas con mayor preparación. Esta preparación se basaba fundamentalmente en el desarrollo de LA NOBLEZA HUMANA (no confundir con monarquía o aristocracia) Es decir, el desarrollo de las más altas virtudes, valores y sentimientos, desde la temprana edad en el individuo, sin importar su extracción social. Toda una vida dedicada a desarrollar, decantar y acrecentar la nobleza, la inteligencia y la virtud, para ejercer la dirección de la sociedad, lo cual representa la mayor responsabilidad social e histórica.


El objetivo del gobernante era guiar a su pueblo para que lograra satisfacer las necesidades de orden material y tener los medios para satisfacer la necesidad de trascender espiritualmente la existencia, de manera personal, familiar y social. La guía en la búsqueda de proyectos espirituales comunitarios, eran una de las responsabilidades más importantes de la Nobleza dirigente, así como preservar a la sociedad de todas las adversidades y peligros que pongan en riesgo su desarrollo y existencia.


La responsabilidad de un gobernante debe ser personal, familiar y fundamentalmente comunitaria. Encontrar los medios tangibles para resolver los desafíos de la existencia material y al mismo tiempo, ofrecer los medios intangibles, para satisfacer las necesidades espirituales de la trascendencia existencial. Porque un individuo, una familia o un pueblo que no posea los medios materiales para subsistir está condenado a desaparecer. Pero al mismo tiempo, sí una persona, una familia o un pueblo, no tiene los conocimientos y medios para buscar la trascendencia espiritual de su existencia, la vida pierde total sentido y se rebaja a un estadio animal de existencia. La grandeza del ser humano y la comunidad, es que puede luchar por darle significado trascendente a su existencia. La vida no puede quedarse solo en el plano básico de existencia consumo-material-animal.


En general, todas las civilizaciones han creado una “pirámide de desarrollo humano”. Se han creado cuatro sistemas básicos, los cuales son la base o cimiento en el cual se desplanta todo el modelo civilizador de cada una. El sistema alimentario, el de salud, el educativo y el de organización social, como los elementos básicos para iniciar el desarrollo y asegurar un futuro con bienestar para todos.


Durante miles de años, desde la invención de la agricultura entre los ríos Tigres, Éufrates y Nilo en el año ocho mil a.C., cuando los seres humanos eran nómadas, barbaros, cazadores, recolectores; hasta la creación de Estados Unidos, en 1776, los pueblos de todo el mundo se gobernaban a través de milenarias formas que se sustentaban en el desarrollo de la Nobleza Humana. Fueran reinos, imperios, sultanatos, califatos, feudos, liga, federaciones, confederaciones, tribus, etc.

La situación actual.


Pero en los últimos 232 años, se ha creado e impuesto una nueva forma de gobernar. La democracia es el medio por el cual, los dueños del dinero, controlan a los pueblos a través de sumisos empelados llamados políticos (no confundir con estadistas), quienes “gobiernan” a los pueblos a favor de los intereses de aquellos que les pagan. La política y los políticos se empezaron a formar apenas a finales del siglo XVIII en Europa, a través de los enciclopedistas y las logias masónicas.


El concepto de: “el nuevo orden mundial, el nuevo mundo, el nuevo hombre y la nueva sociedad”, así como el “nuevo contrato social”, tiene que ver con el rompimiento de un antiquísimo orden social de carácter natural, que hacía énfasis en el desarrollo espiritual del ser humano y la sociedad. La dirigencia ya no estará a cargo de los más nobles y educados para guiar al pueblo, sino de aquellos que tengan mayor poder económico y por consiguiente poder político.


“Los Mercaderes” han venido luchando, desde hace siglos, por cambiar el “ancestral orden natural de gobierno”, en el cual, por más riqueza que tengan, no poseen el gobierno ni el poder de la sociedad. Por el contrario, el comercio, la plusvalía, la usura y la explotación habían sido estrictamente controladas o rechazadas. Los “Mercaderes” representan la adoración del “Becerro de Oro”, la inclinación humana a los abismos de la oscuridad, la aberración y la estupidez. El comercio en general, en el mundo antiguo (Mesopotamia, Egipto, China, India, México y Perú) era considerado como una actividad menor y de poco prestigio social, y en algunos casos, era prohibida o estrictamente reglamentada, para impedir que un individuo o una asociación de individuos y sus “intereses individuales o actividades privadas” pudieran sobreponerse al bien común y al interés comunitario o del gobierno.


El “nuevo orden mundial”, pretende la erradicación del sentido espiritual de la vida, en el plano, personal, familiar y comunitario. Someter el interés común al interés individual. El bien común a la iniciativa privada. Ha impuesto el “culto a la materia” (extracción, explotación, producción, comercialización y consumo) a través de la explotación, transformación y dominio de la Naturaleza, y la enajenación y embrutecimiento de los seres humanos, las familias y los pueblos. Primero corrompió y destruyó las antiguas formas de gobierno en la salvaje y primitiva Europa medioeval, para después con “los barbaros del Norte” a sus órdenes, invadir, colonizar e imponer el culto al “Becerro de Oro” en todo el mundo.


La propuesta ideológica es la implantación de “La Libertad y la Modernidad”, entendiendo por ello, a que el individuo no tenga límites y la destrucción de las antiguas formas de convivencia en las que estaban muy restringidos “los Mercaderes” y su nefasto culto (modernidad vs. Tradición). El objetivo es crear una “sociedad sin límites”, sin restricciones, tradiciones, costumbres, en la que “los Mercaderes” puedan actuar con total y legal impunidad, sobre el ser humano, la familia, la comunidad y el gobierno. De esta manera, “el bien común y el interés público” sucumbieron ante “la iniciativa privada y el interés privado”. El Estado se diluye y el Mercado se expande y fortalece para dominar totalmente a la sociedad.

La “globalización planetaria” se inició en 1492, cuando “los Mercaderes” usaron a los pueblos salvajes europeos, para invadir y sojuzgar al planeta. Con una impresionante maquinaria ideológica, religiosa y militar, los pueblos primitivos y guerreros de la península europea, emprendieron a sangre y fuego la construcción del Imperio del Mercado, desde hace cinco siglos. El culto al “Becerro de Oro” inspiró a los españoles, portugueses, ingleses, holandeses, franceses y alemanes a ir a colonizar, esclavizar, robar y depredar América, África y después Asia.

Con la creación del primer país en el mundo en 1776, “los Mercaderes” inician en Estados Unidos, no solo “un nuevo mundo”, sino una nueva realidad mundial, inauguran un nueva era. Seguirá después la corona francesa. Napoleón Bonaparte se convertirá en el primer esquirol que atacará al “viejo orden mundial” y el testaferro de los intereses de los Mercaderes. La misión de Napoleón fue la de derrocar los reinos y las monarquías europeas e imponer las repúblicas y a los políticos, la democracia, el Mercado e impulsará la Revolución Industrial. Primero de la península europea y después del mundo. Los ingleses continuarán la labor en África y Asia. Estados Unidos seguirá con la tarea y pasará a un nivel más sofisticado e intangible de la destrucción del Viejo Orden. El sistema financiero, comercial, tecnológico y cultural que Estados Unidos exporta a todo el mundo, será el eslabón que cerrará la cadena de explotación global. En el siglo XX los medios masivos de difusión serán el arma más dañina para los indefensos seres humanos, que habiendo perdido sus ancestrales formas de gobierno y organización social, sus religiones, sus milenarias culturas y sus tradiciones y costumbres, quedarán totalmente indefensos ante “la modernidad, el progreso, el consumo y el culto al Becerro de Oro”, que ha impuesto El Nuevo Orden Mundial.

Continuaará...

miércoles, 3 de diciembre de 2008

UN POSIBLE IMPERIO TEOTIHUACANO (*) Ignacio Bernal.



En el caso concreto de Teotihuacán, donde no tenemos datos históricos, necesitamos recurrir exclusivamente a la arqueología para tratar de investigar hasta que punto podemos hablar de un imperio teotihuacano.



No podemos pensar en un imperio cuya cabeza no sea una ciudad propiamente dicha. Tanto imperio como ciudad son términos que se refieren a un nivel superior del mundo tribal. Entonces nuestro primer punto será porque Teotihuacan fue una ciudad y no un centro ceremonial. Este punto parece de fácil demostración si se tiene en cuenta en primer lugar el enorme tamaño construido y urbanizado (unos 32 kilómetros cuadrados) y en segundo lugar las grandes diferencias que existen dentro de esta área.




En efecto, independientemente de los monumentos de índole religiosa, existen habitaciones que podemos llamar palacios, otras de tamaño mediano y finalmente echó sobre artesanos o de agricultores. Todo ello parece demostrar una estratificación muy clara, base necesaria para que exista una ciudad. Se trata de mayor sitio particularmente rico no sólo en grandes monumentos públicos sino la producción de toda clase de objetos menores. Tienen gran estilo quístico. Podríamos considerar ha Teotihuacan como el sitio mágico de Mesoamérica. Por tanto parece bien establecido que se trate de una ciudad con un patrón urbano plenamente caracterizado.



Una ciudad de esta importancia, que tiene además división del trabajo, estratificación social, y comercio con muchas arias, no puede conseguirse sino base de un grupo organizado que rija sus destinos. Ya que se trata de una ciudad y no de una ciudadela aldeana, tenemos que convenios en que Teotihuacan sí hubo un gobierno estatal; en otras palabras, tentativa tal es la cabeza de un Estado...



En el que Teotihuacan sea la cabeza de un estado no implica necesariamente que sea la cabeza en imperio. No es éste el momento de discutir las características de un imperio y las diferentes formas en que éstos se han existido, pero sí debemos de indicar que imperio necesariamente significa el poder se ejerce sobre varias regiones, antiguamente soberanas, aparte de la metropolitana. Estas regiones deben presentar una diversidad étnica y lingüística. ¿Es éste el caso de las regiones que posiblemente dominaba Teotihuacan?...



De ser aún parcialmente cierto este análisis, demostraría que Teotihuacan era la cabeza en imperio recibida extendió por regiones, muy similares por cierto, a las que más tarde habían de a absorberse toltecas y aztecas.



Ahora bien, la tesis que piensa que él en la posibilidad de un imperio teotihuacano está, cuando menos en parte, en contradicción con el punto de vista, hoy muy difundido, de que Teotihuacan -y en general toda la época clásica-representada las creo palacios pacifistas que contrasta al militarismo de épocas posteriores. En efecto, en Teotihuacan además pocas indicaciones que permiten afirmar que se trata de un estado con tendencias militares. No tenemos esculturas o pinturas representando guerreros, no hay escenas de batallas de fortificaciones; se han encontrado muchos puntos de proyectil, pero aseguró que se usaban para la guerra.



El cambio tenemos una abundancia manifiesta de templos y de representaciones de sacerdotes cursen las religiosas, dioses y objetos de culto…. Por otro lado, si Teotihuacan sí había mantenido cuando menos 800 años como ciudad predominantemente sin ningún poderío militar, esta Pax Augusta sería un caso de tal manera único en la historia, que es difícil creer que haya sucedido.



No conocemos en toda la historia universal un solo imperio que no haya podido formar sin recurrir aunque sea indirectamente, a las armas, y en realidad en casi todos los casos se basa principalmente en ellas, aún cuando es evidente que por encima de existe una ideología que las dirige....




Hay también la posibilidad de que la expansión se basa a la de una religión preponderante o más prestigiosa que los demás, y que por ello no necesitará recurrir a la fuerza. El cristianismo y el mutismo, por ejemplo, se han extendido inmensamente sin que las armas haya jugado un papel importante en esta difusión.




Claro está regiones difundidas no constituyen un imperio pero sus restos arqueológicos pueden confundir al investigador. Es imposible precisar hasta que punto Teotihuacan exportó sus dioses, su sacerdocio o sus ceremonias, sin que esto significa la dominación política. En todos lados encontramos dioses y objetos ceremonial es muy parecidos a los teotihuacanos.




Pero más bien indican que la raíz de todos los regiones mesoamericanas es la misma, inocente equivocan haya impuesto sus dioses sobre los dioses de otras naciones. Es sin embargo curioso, por ejemplo, que le influencia o la conquista teotihuacana al fin de Monte Albán II, aparezca en esa cultura una proliferación de dioses antes no conocidos y quien gran parte corresponden a los dioses teotihuacanos. Lo mismo parece suceder en Guerrero y posiblemente en Veracruz.



En resumen, aunque los datos arqueológicos no son claros, al nacer y de consideraciones demográficas, económicas, religiosas y aún militares que nos permite suponer que Teotihuacan fue efectivamente en imperio.



Esto no quiere decir que haya necesariamente absorbido políticamente toda Mesoamérica y que su expansión haya sido del mismo tipo de las islas misma duración en las diferentes arias en donde hemos encontrado indicios de la cultura teotihuacana.




Tomado de:
( * ) Ignacio Bernal,” Notas preliminares sobre el posible imperio teotihuacano”, Estudios de cultura náhuatl, México, Instituto de Investigaciones Históricas, 1965, vol. V.







martes, 2 de diciembre de 2008

TOLTECAS DEL SIGLO XXI ¿estamos enfrentando la crisis correctamente?


Algo más grande que el sistema económico se está derrumbado y no queremos verlo. Lo que esta claramente a los ojos de aquellos que todavía no han sido atrapados por el canto de los adoradores del Becerro de Oro, es la equivocada y deshumanizada forma de ver el mundo e interpretar la vida.


Somos tan ciegos. Estamos tan embrutecidos y desorientados, que no podemos concebir otra realidad, más que la que los Mercaderes nos han obligado a ver. El culto a la producción y el consumo, a la ciencia y la tecnología, al mundo material, insensible, individualista, que ha acabado con la visión sagrada de la vida y la percepción divina de la existencia. El “hombre moderno” ha sido un cáncer para el planeta.


La milenaria y esencial forma de ver y entender el mundo y la vida, que la humanidad completa a lo largo de los últimos diez mil años ha desarrollado (con sus altibajos), en los últimos doscientos años ha sido casi destruida. En efecto, desde la invasión y apropiación de los Mercaderes de Europa y la posterior invasión planetaria que comenzó en 1492, la revolución industrial, junto con la creación de Estados Unidos, la democracia, el libre mercado, los derechos individuales de los humanos sobre los derechos colectivos y familiares, la iniciativa privada, el Mercado, los productos desechables y el consumo chatarra, los excesos de los medios masivos y la publicidad, han lesionado los valores, principios y actitudes de los pueblos del mundo, que se proyectan en la forma de ver la vida y relacionarnos con el mundo. La modernidad se dedicó a destruir a la tradición y con ello, se condenó a los pueblos del planeta a su enajenación y embrutecimiento.


En efecto, el problema es que un 5 % de la población más rica del planeta que venía consumiendo el 50% de los recursos a un ritmo demencial. Esta actitud depredadora, mezquina e irresponsable; en vez de ser condenada y rechazada, es alentada y promovida por las empresas, los medios, los gobiernos y las instituciones educativas de la mayoría de los países. Esta forma de vida, instalada en el consumo astrológico, en el desperdicio, en la falta de responsabilidad social e histórica con los demás seres humanos y con las diversas formas de vida del planeta, no es cuestionada y menos rechazada.


El sistema depredador y deshumanizado del capitalismo salvaje y globalizador se ha desfondado por su propia avaricia. El sistema global se está derrumbando y en ves de analizar los excesos de la codicia y la enloquecida deshumanización, los gobiernos y los Mercaderes, buscan la forma de parchar los boquetes estructurales que son, en verdad, imposibles de parchar. Porque sí el sistema no hubiera colapsado financieramente, más adelante hubiera colapsado socialmente o en el ámbito planetario con los recursos naturales y el cambio climático. Los niveles de destrucción moral, ética, espiritual y culturalmente de los seres humanos están en los límites de la resistencia, antes del estallido social inminente. No solo por la pobreza, sino fundamentalmente por la pérdida de los valores y la sensibilidad y conciencia humana.


Esta crisis es el resultado de un exceso. Lo que quieren hacer es tomar medidas para “mantener el exceso”. Los miles de millones que se están inyectando a este moribundo sistema financiero mundial, no resolverán la crisis, solo la alargarán. Los Mercaderes pugnaron por una sociedad sin límites, en donde el capital, las empresas y la usura no tuvieran control y regulación del Estado.
Se tiene que “parar el mundo”. Se tiene que diseñar un nuevo orden mundial, pero no solo financiero. Sino una nueva forma de que los humanos entendamos la razón de nuestras vidas en lo personal, en lo familiar, en lo comunitario y en lo planetario. Una forma diferente de relacionarnos entre los individuos, los pueblos y especialmente con la Naturaleza. Necesitamos urgentemente re-pensar la razón y los objetivos de nuestras vidas. Re-hacer nuestra escala de valores, nuestros paradigmas, nuestras ilusiones, nuestras esperanzas. No podemos seguir creyendo que el tener dinero y consumir, es el fin más elevado de la existencia humana. El paradigma de los Mercaderes y el Mercado han demostrado en doscientos años que han sido nefastos para los seres humanos y los pueblos. El culto al becerro de oro ha sido un pecado. El ser humano, la familia y la comunidad tienen que volver al milenario camino del ESPÍRITU.


Pero la verdad es que casi todos nosotros nos engañamos. Vivimos en la vacuidad y superficialidad, nos engañamos, todos los sabemos. Hay suficiente información en todas partes para saber que no estamos viviendo, correcta, lógica y humanamente. Pero no lo queremos tomar en serio, no nos responsabilizamos, huimos de nuestra propia realidad inmediata. Creemos que todo lo que pasa en este mundo, no nos pasa a nosotros. La gente sabe que hay una esterilidad y una superficialidad existencial, pero no quiere hacerse responsable. No es un problema de información, ni de conciencia, todos sabemos la catástrofe que estamos viviendo y todos sabemos que formamos parte de esa catástrofe. Pero muy pocos están dispuestos a asumirla y muchos menos a actuar en consecuencia.


Cambiar es el desafío. La condición humana es la imperfección. La lucha cotidiana por ser lo mejor de sí mismo y de ser congruentes es lo que le da SENTIDO A NUESTRA EXISTENCIA…lo demás, es lo de menos. Nacemos para morir luchando. Podeos llegar a ser, como decían nuestros Viejos Abuelos toltecas, Guerreros y Guerreras de la Muerte Florecida.