jueves, 30 de junio de 2016

MEXICA-NO…ANAHUACA SÍ

¿Quién le puso a este país “MÉXICO”? ¿De dónde viene el término? ¿Somos en verdad mexicas todos? ¿Existe un nombre antiguo de esta región cultural del mundo? ¿Sabemos que somos los hijos de los hijos de una de las seis civilizaciones más antiguas y con origen autónomo del mundo? ¿Por qué tanta ignorancia de un asunto tan esencial como el saber quiénes en verdad somos, o ese es el objetivo, ser un pueblo amnésico?, y si fuera así, ¿Cuál es la razón?
 En general, las personas aceptamos todo sin analizarlo. La “Historia oficial” es la biografía autorizada del Estado. Los gobiernos criollos (liberales y conservadores, priístas y  panistas) inventaron “sus país” en 1821 al derrotar y posteriormente expulsar a los gachupines del territorio del Virreinato de la Nueva España. En la construcción de “su país” han tenido tres grandes errores: La exclusión, la lucha fratricida y la explotación.
 Primero, excluir a la mayoría de ciudadanos que son y han sido de de origen “indígena”, producto de la civilización del Anáhuac. Es decir, en su modelo de país, no se contempla la civilización invadida que seguirá en calidad de vencida en un sistema neocolonial.
Segundo, enfrentarse en una lucha fratricida con dos modelos de país, totalmente antagónicos y excluyentes. Tercero, que su modelo económico desde 1821, se sustenta a partir de la llegada de capitales extranjeros para impulsar el enriquecimiento de sus familias y grupos de poder, sin que los criollos trabajen y arriesguen.
La propuesta es que ellos, con el poder, entregan a los capitales extranjeros una mano de obra casi en calidad de esclavitud con los mínimos derechos, y con todos los recursos naturales para su impune depredación. Todo esto a cambio de recibir ilegales ganancias a través de la corrupción o la simulación de sociedades anónimas.
Esta es la realidad de “este país de criollos” desde 1821 a nuestros días. Y esta es la razón por la cual se ha hecho todo lo posible por mantener a la mayoría de los ciudadanos en la ignorancia de sí mismos.
Esta “inconsciencia inducida” que se traduce en amnesia colectiva, permite que se practiquen toda clase de abusos e injusticias con el pueblo y la Nación, sin que la gente se sienta afectada.
Los “conservadores-panistas”, que se han caracterizado por ser la parte más oscura y torpe de la ideología criolla, en los dos últimos gobiernos federales han quitado de la Educación Pública la historia antigua:
Fox de la primaria y Calderón de la secundaria, no solo la historia antigua, también, las humanidades que nos forman como seres conscientes de nosotros y nuestro entorno y no solo consumidores y productores para alimentar la economía de mercado.
En síntesis, por miles de años nuestros antepasados crearon una de las más importantes civilizaciones del la humanidad (tan antigua y valiosa como China e India), pero desde hace cinco siglos ha sido total y brutalmente excluida la civilización del Anáhuac, por un puñado de vivales que ha cambiado las milenarias leyes, autoridades e instituciones para beneficio, de; primero, de la corona española y, después, para beneficio de los criollos neocoloniales y sus socios extranjeros.
La principal arma para hacer este despojo es quitarle al pueblo invadido-explotado su memoria histórica, porque, como personas, familias y pueblos, somos lo que recordamos…y sí no recordamos nada…no somos nada y pueden hacer todo lo que quieran.
Por esto es importante reflexionar y debatir sobre este punto. Los orígenes estructurales de los males de la Nación son de amnesia histórica y falta de identidad. Lo demás, son sus consecuencias. La realidad es que seguimos viviendo en un sistema colonial hipócritamente disfrazado de democracia representativa.
Pero vayamos a la “verdadera historia” y desmantelemos las mentiras coloniales. En el siglo XVIII el primer historiador criollo, Francisco Javier Clavijero (1731-1787) en su libro HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO escribe reiteradamente que el nombre de las tierras donde se instauró el Virreinato de la Nueva España, se llamaba ANÁHUAC. Citas: “LIBRO I 1. DIVISIÓN DE LA TIERRA DE ANÁHUAC.
El nombre de Anáhuac que según su etimología se dio al principio a sólo el Valle de México, por estar situadas sus principales poblaciones en la ribera de los lagos, se extendió después a casi todo el espacio de tierra que hoy es conocida con el nombre de Nueva España.”, “6. CLIMA DE ANÁHUAC.
El clima de las tierras de Anáhuac es variable según su situación.”, “12. Yo no pretendo corregir todos sus errores, ni ilustrar la historia natural de aquél reino, sino solamente dar alguna idea a mis lectores de los cuadrúpedos, las aves, los reptiles, los peces y los insectos que sustenta la tierra y el agua de Anáhuac.”.
“LIBRO II 1. LOS TOLTECAS. La historia de la primitiva población de Anáhuac es tan oscura y está alterada con tantas fábulas…, del método de contar los años de que usaron los mexicanos y demás naciones cultas de Anáhuac;” (note como aquí, Clavijero les llama a los mexicas: mexicanos).
“LIBRO VI 25. EDAD, SIGLO Y AÑO MEXICANO. …Distinguían los mexicanos, los acolhuás y demás naciones de Anáhuac, cuatro diferentes edades del mundo…”. LIBRO VII 23 ARMAS DE LOS MEXICANOS. Las armas defensivas y ofensivas de que usaban los mexicanos y demás naciones de Anáhuac,…”. Seguir citando a Clavijero para una mente analítica es ocioso.
Para el primer historiador criollo resulta claro que esta tierra antes de la invasión era conocida por “Anáhuac” y que los “mexicanos” son una de las tantas naciones que aquí vivían.
Pero también el primer “investigador” español que escribió HISTORIA GENERAL DE LAS COSAS DE NUEVA ESPAÑA, el francisano Bernardino de Sahagún (1499-1590), quien llegó a éste continente en 1529 para realizar una investigación de la cultura y religión de los pueblos invadidos, no para enaltecerla, sino para poder destruirla con mayor efectividad por la iglesia católica, como lo señala el historiador José Luís Guerrero, en su libro “Flor y canto, en el nacimiento de México” (1990). Sahagún escribe en el “LIBRO IV. DE LO QUE HACIAN EN LLEGANDO A DONDE IBAN. 2.- Entraban en la provincia de Anáhuac no todos, sino aquellos que iban de parte del señor de México, con quien estaban aliados y confederados,”.
El arqueólogo Román Piña Chan (1929-2001), en su libro HISTORIA, ARQUEOLOGÍA Y ARTE PREHISPÁNICO (1972) Cita nuevamente a Sahágun en el Códice Florentino y señala, “De estos cuenta que fueron en pos de los toltecas cundo salieron de Tullan, y se fueron hacia el oriente, llevando consigo las pinturas de sus hechicerías; y que llegando al puerto se quedaron allí, y no pudieron pasar por la mar, y de ellos descienden los que al presente se llaman Anahuaca Mixteca…” (p.51).
Solo basta hacer una lectura “descolonizada” de las llamadas “fuentes” para saber que lo que hoy llamamos equivocadamente México se conocía como Anáhuac. Fray Toribio de Benavente (¿1482-1569?) en su HISTORIA DE LOS INDIOS DE LA NUEVA ESPAÑA escribe: CAPÍTULO I. 39 “Vinieron con grandes gracias y perdones de nuestro Santo Padre, y con especial mandamiento de la sacra Majestad del Emperador nuestro señor, para la conversión de los indios naturales de esta tierra de Anáhuac, ahora llamada Nueva España.”
“CAPÍTULO V. 75 Diversas naciones, diversos modos y maneras tuvieron en la cuenta del año, y así fue en esta tierra de Anáhuac,”. “CAPÍTULO XII. 121 La manera de los templos de esta tierra de Anáhuac, o Nueva España,”. “Carta de Fray Toribio de Benabente al emperador Carlos V, enero 2 de 1555.
2 …éstos comenzaron a edificar casas y a cultivar la tierra y a la desmontar, y como éstos se fuesen multiplicando y fuesen gente de más habilidad y de más capacidad que los primeros habitadores, poco a poco se fueron enseñoreando de estas tierras, que su propio nombre es Anáhuac.” 
Es más que claro entonces que estas tierras antes de la invasión europea eran nombradas “Anáhuac” y los pueblos que en ellas vivían era “anahuacas”. Entonces, por qué el nombre de México. El mismo José María Morelos y Pavón, en medio del estallido social en 1813 en contra de los españoles, convoca en Chilpancingo al “Primer Congreso del Anáhuac” para dar a conocer “Los Sentimientos de la Nación”.
En efecto, en 1813 todavía no eran muy claro los objetivos y alcances que podía llegar a tener el estallido social en contra de los gachupines, pues en ese momento Francia tenía invadida a España. Por ello Morelos convoca al congreso, al que nombra -“del Anáhuac”-, en honor al nombre original de esta tierra.
La palabra México en lengua náhuatl quiere decir, “en el centro del lago de la luna”. Uno de los tantos pueblos nahuas que llegaron al Altiplano Central fueron los mexicas, y al fundar su capital en un pequeño islote del lago le llamaron México-Tenochtitlán.
Una de las versiones más aceptables del nombre de Tenochtitlán es que es la tierra del sacerdote que los guió en la peregrinación del Norte hacia el Sur, llamado Tenoch. El propio Motolinia apunta en su obra que el nombre que tenía el último pueblo en llegar al Valle del Anáhuac era “mexitli” y que se auto nombraban “mexitis, y que a su fundación le llamaron “Timixtitlan” con dos barrios: México y Tlatelulco.
Sea como fuere, los mexicas fueron los últimos que llegaron al Valle del Anáhuac y son la cultura decadente del periodo Postclásico con una duración de apenas 196 años, de 1325 a 1521, de los cuales, solo tuvieron un relativo poder de 1440 a 1521, es decir, solo 81 años.
Se debe señalar que los mexicas NO llegaron en el periodo del esplendor del Anáhuac entre el 200 a.C. y el 850 d.C. Sin embargo, la historia oficial criolla, los pone como un “imperio super poderoso y dominador de todo el Anáhuac, al cual 850 españoles lograron vencer. Las dos ideas totalmente falsas.
El nombre de México se lo pusieron indebidamente los criollos en la fundación de “su país”, con la pretensión de deslindarse de España. La mítica de historiadores criollos como Clavijero, era darle al criollismo un estatus de pertenencia a esta tierra.
Durante la Colonia, se entendía como -original de esta tierra- lo “criollo”, de dónde viene los términos de “maíz criollo y gallina criolla”, frente a lo castellano o de castilla, como “nuez de castilla, o rosa de castilla”. Los criollos defendían la idea de “los heroicos conquistadores”, frente a la llegada de los burócratas de la corona que los desplazaron.
El proyecto colonial y neocolonial está sustentado en que los invadidos-colonizados-explotados de ayer y de hoy, pierdan total y absolutamente la memoria y con ello la consciencia. Esta es la razón por la cual indebidamente se llama “historia prehispánica, precolombina, precortesiana a la milenaria historia del Anáhuac.
Y a la civilización no se le reconoce como “del Anáhuac”, por ello colonizadamente se llama Mesoamérica, México antiguo, azteca o "prehispánica" (antes de los españoles).
¿Por qué no nombrar a este país con su verdadero y milenario nombre?
Porque significaría que como pueblo hemos recuperado la memoria histórica y ha finalizado nuestra amnesia. Porque significaría que hemos recobrado la dignidad, la justicia y la fraternidad, y que por consiguiente es posible el final de la colonización, la explotación y la injusticia.
Porque significaría que el grupo reducido de familias y pequeños grupos de poder que viven a expensas de la pobreza de las mayorías, ha dado paso al restablecimiento del bien común sobre el interés privado y a la democracia participativa. Porque significaría el final de la ideología criolla que impide el bienestar, desarrollo y reparto de la riqueza y las oportunidades.
Renombrarlo sería el símbolo de que por fin, construimos un país sin racismo y clasismo, basado en la sabiduría ancestral, producto de la experiencia de Desarrollo Humano de nuestra antigua civilización.
Por ello el título de este artículo:
 “mexica-no…anahuaca si”.
Significaría retomar la ruta propia de una manera similar a la forma en que lo han hecho otros países como China e India, consolidando verdaderamente el mestizaje, con lo mejor y más valioso de la civilización del Anáhuac, de Europa, Asia y África; porque estas culturas han estado presentes en nuestra formación, como en casi todos los países del mundo.
El futuro de nuestro pueblo es su milenario pasado.
 
 
(*) Piezas del Museo nacional de Antropología e Historia
Ciudad de México.
 
 

martes, 28 de junio de 2016

SEMINARIO EN CALIFORNIA, ESTADOS UNIDOS.


Se proporcionará servicio de traducción. 


Gracias por ayudarnos a difundir la información.

sábado, 11 de junio de 2016

OTRA VISIÓN DE LA CONQUISTA 2/2 b

Qué pasó entonces en 1521 en el drama del Altiplano Central llamado “La Conquista de México”, que más bien fue la caída de la Ciudad de México-Tenochtitlán a manos de cuatrocientos mil anahuacas dirigidos militarmente por el texcocano Ixtlilxóchitl al servicio de los intereses  de los invasores que se asumían como enviados de Quetzalcóatl.
Lo primero que se debe mencionar es que, por lógica, hubiera resultado imposible que 550 filibusteros, mal armados, sin experiencia militar, con enfrentamientos y rivalidades entre ellos, con un capitán ilegal prófugo de la ley de Cuba, “conquistaran al gran Imperio Azteca”, sin ser un cuerpo militar, porque en el Siglo XVI no existían los ejércitos, los soldados, la disciplina militar y las armas reglamentarias.
Lo que existían era los llamados Tercios, que eran grandes agrupaciones de mercenarios, sin uniforme y sin estructura militar moderna, ésta se dio hasta el Siglo XVII. Los castellanos y extremeños  que llegaron a la conquista eran expedicionarios, aventureros y filibusteros, que como Cortés, los movía el ánimo de la riqueza súbita, además del dinero que ellos habían invertido en la expedición.
Ninguna expedición fue financiada por la corona española, ni la de Colón, todas fueron “empresas privadas”, la corona solo les cobraba como impuesto el 20% de lo robado (el quinto real) por el “permiso”. Todas las expediciones españolas fueron patrocinadas por los mercaderes o por los propios expedicionarios que invertían todos sus haberes para hacerse ricos de la noche a la mañana. 
Los conquistadores, misioneros e historiadores, han ocultado la verdad para borrar sus delitos, engrandecer sus hechos, ocultar sus crímenes y justificar la invasión, despojo y sometimiento de una civilización que nada les había hecho. Porque este es un punto que no se discute en la historia oficial hispanista, los pueblos anahuacas nada le habían hecho a los europeos.
La cruda realidad fue que los europeos llegaron a invadir, asesinar, destruir, robar y esclavizar. Lo hicieron en 1519 y lo han seguido haciendo estos cinco siglos. Esto es la verdad y es tan reprobable ayer como hoy, en el Anáhuac o en Irak, no tiene justificación posible.
Al convertir estos crímenes de lesa humanidad en una “gloriosa epopeya civilizatoria”, ha permitido que esta acción se siga repitiendo permanentemente –en todos los niveles-, hasta nuestros días y este es el punto del análisis, por lo cual no es ocioso y menos inútil desentrañar la verdad histórica, por el contrario, resulta de urgente realización para iniciar la implantación de la justicia e iniciar los procesos de descolonización.
Ayer fueron “los españoles” (castellanos), ahora son las empresas trasnacionales y, lo más lamentable, se ha convertido en una forma de vida entre los mismos invadidos que nos hemos transformado por esta inercia cinco centenaria en “colonizadores-colonizados”, es decir, que entre los mismos anahuacas, se ejerce la explotación y la violencia.
México es un país violento, no solo físicamente, sino en lo económico, en la político, en lo social y en lo cultural. Seguimos siendo una Colonia disfrazada de una democracia bananera.
De modo que la heroica “Conquista española” es una falsedad, lo que realmente sucedió fue una invasión que provocó un guerra civil, motivada por una parte, por las transgresiones mexicas a la Toltecáyotl, y por la otra, por las mentiras e intrigas de Hernán Cortés, quien fue asesorado por Malinche para utilizar las profecías, las rencillas políticas y la propia división que ya existía en el seno de la clase dirigente mexica.
La figura de la Malinche y el malinchismo es la traición y entrega de su propio pueblo para sacar una ganancia personal, nada tiene que ver con cuestiones de género. Malinche fue un personaje no solo muy importante en la conquista como la asesora de Cortés, sino en los primeros años de la Colonia, Malinche tuvo una gran influencia y  un gran poder político y sigue siendo hasta la actualidad, una actitud, tanto de anahuacas, mestizos, como de criollos. 
Malinche es el que traiciona a su pueblo y cultura.  
Sin embargo, existe un personaje totalmente borrado por la historia oficial, tanto de los cronistas y misioneros, como de los historiadores hispanistas, comenzando por el propio Cortés. 
El verdadero líder de la conquista europea fue un guerrero anahuaca. 
En efecto, Ixtlilxóchitl fue hijo de Nezhualpilli, hijo a su vez de Netzahualcóyotl. Antes de morir (1515), el tlatoani texcocano nombró a Ixtlilxóchitl como su sucesor, pero como Moctezuma Xocoyotzin tenía un sobrino, hijo de una hermana y de Nezhualpilli, quien tuvo muchas mujeres, cabildeó para que su sobrino fuera impuesto como tlatoani sucesor de Texcoco, desplazando a Ixtlilxóchitl. 
Por lo cual Ixtlilxóchitl se levantó en armas contra Moctezuma y cuando llegó Cortés, se unió a él, poniendo a su disposición trescientos mil guerreros texcocanos que defendían su causa, que aparentemente era la de Quetzalcóatl.
Ixtlilxóchitl fue el verdadero comandante en jefe del ejército que luchó en contra de los mexicas. Por lógica descolonizada, era imposible que Cortés, pudiera coordinar y dirigir a sus aliados anahuacas que, entre texcocanos, tlaxcaltecas, zempoaltecas y demás pueblos nahuas, sumaron casi cuatrocientos mil hombres.
Ixtlilxóchitl fue el estratega que planeó el rescate de los españoles que estaban sitiados en el Templo Mayor, después de que Cortés, -y no Alvarado-, había ordenado la matanza para despojar de sus joyas a los cinco mil nobles mexicas, hombres y mujeres desarmados que bailaban en una ceremonia y que fueron masacrados a cuchillo sin compasión, lo que motivó la revuelta popular mexica en contra de los españoles, que el Consejo Supremo Tlatócan, había decidido recibir a los extranjeros como embajadores de Quetzalcóatl.
Moctezuma, como la tradición milenaria del Anáhuac lo establecía, solo “mandaba obedeciendo” al Tlatócan (consejo supremo). Moctezuma no tomaba decisiones unipersonales como un rey europeo. En la democracia participativa del Anáhuac todo se hacía por consenso en el seno del Consejo Supremo.
Ixtlilxóchitl fue el que ideó la estrategia para rescatar a los españoles sitiados en el Templo Mayor. Atacó Tenochtitlán por agua para atraer la atención y en la respuesta mexica, los españoles huyeron por tierra por el lado contrario, previo acuerdo con Ixtlilxóchitl.
Sin embargo, la ambición y codicia de los europeos causó el desastre del rescate, pues los españoles salieron excesivamente cargados de oro, por lo cual fueron alcanzados en Tacuba y murieron mil de ellos ahogados al caer de la calzada al canal.
Porque a los 550 hombres de Cortés se sumaron 1500 que envió Velázquez a tomar preso a Cortés, mismos que se pasaron al bando de Cortés con la promesa de oro. En el plan, cien mil hombres de Ixtlilxóchitl esperaban a los españoles en los llanos de Otumba, para cubrir la retirada y llevarlos a salvo a Tlaxcala.
Los mil españoles que lograron sobrevivir después de “La Batalla de la Noche Triste” (por qué la historia oficial nombra “triste” a una victoria de los invadidos/agredidos), llegaron a los llanos de Otumba con la pólvora mojada, sin dormir, cansados y hambrientos y cuando vieron a los miles de guerreros que iban a rescatarlos, Cortés y sus hombres enloquecidos cargaron sobre ellos creyendo que eran enemigos. 
Los texcocanos retrocedieron sin enfrentarlos y a este hecho, la historia oficial hispanista lo menciona como una de las más heroicas batallas de Occidente, La Batalla de Otumba, en la cual “mil europeos vencieron a cien mil guerreros aborígenes”. Después de aclarada la confusión los españoles fueron escoltados hasta Tlaxcala.
El sitio de Tenochtitlán al principio fue dirigido por Cortés, pero ante la ineficiencia de la estrategia y los problemas de comunicación, Ixtlilxóchitl tomó la responsabilidad de las operaciones, mandó cortar el acueducto de Chapultepec, dejando sin agua dulce a los mexicas. 
La batalla duro casi tres meses y se peleó casa por casa. La defensa mexica fue heroica y pelearon hasta la muerte mujeres, niños y acianos.
El hambre, la sed, pero sobre todo la viruela hicieron estragos entre los defensores. La historia hispanista es tan burda y parcial que no dimensiona la catástrofe por la pandemia que vivieron los mexicas por la viruela, de hecho, fue la primera guerra bacteriológica del mundo, y por supuesto, según los historiadores hispanistas la viruela “la contagió un negro”.
Ixtlilxóchitl fue el vencedor militar de Tenochtitlán, Cortés el vencedor político. Con la caída de Tenochtitlán no se consuma la invasión, por el contrario, apenas inicia. 
Los pueblos anahuacas que lucharon como aliados de Cortés y los que lucharon como aliados de los mexicas, se unieron, como era la tradición en la cultura anahuaca del periodo Postclásico e iniciaron la invasión en favor de la causa hispánica, bástenos ver los Murales del Palacio de Gobierno de Tlaxcala, para entender cómo los anahuacas se hispanizaron creyendo que estaban luchando a favor de Quetzalcóatl en una guerra religiosa.
Durante los primeros años de la Colonia, el poder y las prerrogativas de los tlatoanis aliados de los españoles fueron muy altos. De hecho la familia de Moctezuma fue tratada como noble y emigró a España. Esta situación empezó a cambiar cuando empezar a llegar la baja nobleza castellana y sobre todo, los funcionarios coloniales, el alto clero y los comerciantes.
Los aliados anahuacas primero perdieron sus posiciones de poder y privilegios, pero en seguida también los perdieron los conquistadores que fueron desplazados por la burocracia y “la nobleza de medio pelo”, que empezó a llegar al “nuevo mundo” a hacerse inmensamente ricos de la noche a la mañana en medio de la corrupción.
La historia hispanista esconde el hecho de que Cortés pensaba traicionar a la corona española y pretendía crear un reino y proclamarse rey. 
Nada extraño en la práctica de Cortés que vivió de traición en traición toda su vida. Sin embargo, este hecho pesó mucho sobre los conquistadores a los que se les perdió la confianza y hasta los hijos de Cortés fueron juzgados por conspiración y siempre fueron vistos como presuntos traidores.
Los descendientes de los conquistadores y de los nobles anahuacas, como Martín Cortés y Fernando Alba Ixtlilxóchitl (el historiador), quienes empezaron una reivindicación de “sus supuestos derechos”, que es justamente el inicio del “nacionalismo criollo” sobre las tierras y los pueblos conquistados, que tres siglos más tarde desembocará en el otro estallido social entre criollos contra gachupines, el cual la “historia oficial” ha llamado con gran eufemismo, “La Guerra de Independencia”.
En la cual, los pueblos anahuacas fueron la carne de cañón para que los criollos corrieran a los gachupines de la Nueva España y los criollos fundaran “su país, de ellos y para ellos”, traicionando nuevamente a los anahuacas y excluyéndolos del nuevo modelo neocolonial (1821-2016), porque solo maquillaron el añejo y corrupto Sistema Colonial, en el que se pusieron a la cabeza hasta nuestros días.
El conocer verdaderamente lo que sucedió en la Conquista del Anáhuac, nos permite analizar los errores cometidos para que no se vuelvan a repetir. Nos permite entender el por qué hemos estado repitiendo los mismos errores una y otra vez. 
El no conocer la verdad nos impide conocer verdaderamente a nuestro enemigo, nuestra situación y dimensionar lo que significa la traición y el malinchismo, la falta de identidad y de un proyecto de nación “propio-nuestro”.
Nos impide darnos cuenta que vivimos dentro de un orden colonial en el cual todos formamos parte y el cual no lo percibimos, porque nos hace creer que vivimos en una país, justo y democrático. 
Al conocer el pasado “a conciencia descolonizada”, nos permite entender el presente y visualizar el futuro, un futuro “propio-nuestro”, sin vencedores y sin vencidos, sin castas, sin racismo, sin élites privilegiadas fuera de la ley. 
Saber, qué es lo que queremos y qué es lo que no queremos que nos vuelva a pasar, y saber, en qué clase de país queremos que vivan los hijos de nuestros hijos. 
Lo difícil no es hacerlo, sino imaginarlo. Descolonizar es dignificar. 

Visite: 
www.toltecayotl.org
www.aquioaxaca.com 
https://www.youtube.com/channel/UCHp821n_zUNCrOLX_8OlHtw

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Fotografías tomadas en:
MUSEO ANAHUACALLI 
Calle Museo 150, San Pablo Tepetlapa 04620, 
Coyoacán, Ciudad de México. México 
Tel. 5617 3797